así es... Cezanne

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«Podría pintar durante cien años, mil años, sin parar, y seguiría sintiendo que no sé nada.»

así es…

Cézanne

JORELLA ANDREWS

Ilustraciones de PATRICK VALE


Título original: This is Cezanne Edición Catherine Ingram Diseño de cubierta Pentagram Design, basado en el concepto original de Melanie Mues. Ilustración de Patrick Vale. Traducción Cristóbal Barber Casasnovas Revisión de la edición en lengua española Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de Arte

Coordinación de la edición en lengua española Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2015 © 2015 Art Blume, S. L. Av. Mare de Déu de Lorda, 20 08034 Barcelona Tel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41 E-mail: info@blume.net © 2015 del texto Jorella Andrews © 2015 de las ilustraciones Patrick Vale I.S.B.N.: 978-84-9801-819-6 Impreso en China Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor. WWW.BLUME.NET Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques de gestión responsable. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso responsable de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros.


así es…

Cézanne JORELLA ANDREWS

Ilustraciones de PATRICK VALE


JAS DE BOUFFAN. Una finca rural en las afueras de Aix, propiedad de la familia de Cézanne de 1859 a 1899.

14, RUE MATHERON. La casa familiar de Cézanne, en el centro de la ciudad, entre 1850 y 1870.

41, RUE CARDINALE. Collège Bourbon (actualmente Collège Mignon): la escuela en la que Cézanne estuvo interno de 1852 hasta 1858.

LES LAUVES: estudio de Cézanne, construido en 1901, en las afueras de Aix.


El A ix- e n-Pro ve nce de Cé za n ne

28, RUE DE L’OPÉRA. Cézanne nació aquí el 19 de enero de 183 9.

MONTAÑA SAINTE-VICTOIRE y CANTERAS DE BIBÉMUS: lugares emblemáticos al este de Aix, muy admirados y pintados por Cézanne.

PLACE DE SAINT JEAN DE MALTE, el Museo de Aix (actualmente, Musée Granet): en este edificio estaba la escuela pública municipal de arte donde, de 1857 a 1862, Cézanne recibió sus primeras clases de arte.


Infancia en Aix Paul Cézanne nació en la ciudad de Aix-en-Provence el 19 de enero de 1839, fruto de una relación extramatrimonial, y sus padres fueron haciéndose cada vez más ricos. Su padre, Louis-Auguste Cézanne, que entonces contaba cuarenta años, tenía un negocio de fabricación e importación de sombreros; la madre, Anne-Élisabeth-Honorine Aubert, mucho más joven, había trabajado temporalmente en la tienda de Louis. La pareja se casó cinco años más tarde, y en 1848, Louis-Auguste, con un socio, fundó un banco muy próspero. Paul fue el primero de tres hijos; Marie nació en 1841, y trece años después llegó Rose. Como Paul era el único hijo varón de su ambicioso padre, pasó gran parte de su vida debatiéndose con las expectativas paternas, que no encajaban con las suyas propias. Pero Paul tuvo una infancia feliz. Vivaz e inteligente, aunque algo temperamental, fue un excelente estudiante, con sólidas amistades. Su mejor amigo era Émile Zola, que le defendió de los abusones cuando fueron compañeros en el Collège Bourbon, a partir de 1852. Cézanne, Zola y un tercer amigo, Baptistin Baille (que más adelante se convertiría en un distinguido profesor de óptica y acústica en París) pasaron muchas h horas h compartiendo i d sus pasiones i por la l naturaleza l y el arte, la poesía, las ideas y la experimentación.


Sueños Conocidos en la escuela como «los inseparables», Cézanne y sus dos amigos compartían ideales intelectuales y poéticos, y juntos trazaron sus ambiciones creativas, inspirados por las posibilidades y los desafíos de su tiempo. En Francia, las ideas socialistas y anarquistas estaban empezando a modelar el paisaje político, y los rápidos cambios tecnológicos y urbanísticos afectaban a toda la sociedad. La lectura de libros y revistas como L’Artiste, a la que estaba suscrita la madre de Cézanne, les hizo sentir una atracción pasional por artistas y escritores, tanto románticos como realistas, que eran sensibles a los cambios sociales y estaban dejando huella en el panorama cultural. El romanticismo (ya fuera el del arte de Eugène Delacroix y Théodore Géricault o de las novelas de Victor Hugo y Alfred de Musset, que los amigos devoraban) había desafiado las ideas racionalistas de la Ilustración desde principios de siglo XIX. Y a mediados de siglo, Gustave Courbet, pintor realista contrario o con obras al orden establecido, empezó a cuestionar el statu quo monumentales de personas trabajadoras corrientes a las que transformaba f b en héroes. hé También T bié estaban b los l escritores i realistas li de la primera mitad de siglo, como Stendhal, Honoré de Balzac y Gustave Flaubert, cuyos pasos literarios seguiría Zola más adelante. Zola creía que su amigo Cézanne sería poeta, pero, si bien aún no existían pruebas del pintor en que este se acabaría convirtiendo, el deseo ya estaba ahí: en 1857 Cézanne empezó a asistir a cursos nocturnos en la escuela pública municipal de arte de Aix. Hacía dibujos del natural y reproducía copias en yeso de esculturas antiguas que se podían ver en el museo contiguo a la escuela. Pero en febrero de 1858 todo cambió. Zola se trasladó a París, dejando a Cézanne y a Baille desolados. El mes de diciembre siguiente, un Cézanne deprimido y hambriento de París y de arte, pero presionado por su padre para que se formara en una profesión, se matriculó en la carrera de derecho en la Universidad de Aix. «Derecho, el terrible derecho de retorcidos circunloquios», escribió a Zola.

«Cuando los tres nos conocimos al inicio de nuestras vidas y, empujados por una fuerza desconocida, nos agarramos de la mano y juramos no separarnos nunca. Ninguno preguntó por la riqueza y las posesiones de sus nuevos amigos. Lo que buscábamos era el valor del corazón y de la mente y, sobre todo, aquel futuro tan atractivo que nuestra juventud nos ofrecía ante nuestros ojos.» Zola a Baille, 1860


Una significativa exposición en París Desde principios de la década de 1870, artistas de vanguardia como Cézanne, y más adelante Van Gogh, encontraron un aliado en un vendedor de material artístico de París conocido cariñosamente como Père Tanguy. Este había fiado a Cézanne a cambio de pinturas, que tenía a la venta en su tienda. En 1894, solo un año después de que el joven y alternativo marchante de arte Ambroise Vollard abriera una pequeña galería en rue Laffitte, Père Tanguy murió y su colección de pinturas se subastó. Vollard compró cuatro cuadros de Cézanne a muy buen precio, los vendió rápidamente y obtuvo grandes beneficios. Vollard estaba estupefacto por la falta de reconocimiento público que había recibido la obra del pintor, y decidió organizarle una exposición individual. Es posible que Renoir despertara su interés por Cézanne. Intentó localizar al escurridizo Cézanne para hacerle llegar la invitación. «Por desgracia, el problema era encontrar al artista», escribió en su libro de 1914 Cézanne, en el que describe cómo buscó en vano a Cézanne en los bosques de Fontainebleau, donde se le había visto trabajando. Al final Vollard consiguió entablar contacto con Cézanne por carta, y este, con la ayuda de su hijo, envió 150 pinturas a París. La exposición se inauguró en noviembre de 1895. La prensa y el público desdeñaron su obra. Sin embargo, la exposición también generó una gran emoción que verían en su obra señales entre los artistas jjóvenes de París, q de cómo debían buscar sus propios medios para la innovación visual y estilística. Vollard se convirtió ó en el marchante de Cézanne y la suerte arr tística del pintor empezó a cambiar.



Aix como lugar de peregrinación Como hemos visto, desde la exposición de Cézanne de 1895 en la galería de Vollard, su influencia había crecido entre los círculos que más adelante serían llamados la vanguardia «postimpresionista» (con el tiempo, él también sería conocido como un postimpresionista). También era más famoso en París, donde, en 1900, tres de sus pinturas se expusieron en la Exposición Universal. Durante los últimos años de su vida, Cézanne raramente abandonaba Aix. Los artistas, marchantes y coleccionistas que reconocían su importancia sabían que tenían que ir a él, así que a principios del siglo XX se hicieron varias peregrinaciones del mundo artístico a Aix. Uno de los primeros que lo visitó, en 1901, fue un joven artista llamado Charles Camoin, estudiante de la Académie Julian junto con Henri Matisse y Georges Rouault. En 1904 volvió a visitarle con Émile Bernard, un joven pintor y artista decorativo. Este último se convirtió en uno de los visitantes más asiduos de Cézanne, y su mayor interlocutor. La obra de Cézanne aún era poco comprendida, e incluso sus admiradores la describían como «difícil», así que Cézanne se mostró dispuesto a diseminar sus ideas. Tanto en conversaciones cara a cara como en cartas, el artista explicó su perspectiva del arte a Bernard, que publicó las cartas y sus recuerdos en su libro Souvenirs, de 1907. Bernard también tomó fotografías de Cézanne mientras trabajaba. Vollard también lo visitó varias veces; en 1902 comunicó a un afligido Cézanne la muerte de Zola. El poeta y crítico Léo Larguier también fue hasta Aix, así como Durand-Ruel, que en ese momento estaba adquiriendo obra de Cézanne, y otro famoso marchante de arte parisino, Gaston Bernheim-Jeune. En 1906, el último año de su vida, Cézanne recibió la visita del coleccionista alemán Karl Ernst Osthaus, que compró dos cuadros para el Folkwang Museum, que había fundado en Hagen para promover la nueva pintura francesa. A pesar de la acostumbrada irritabilidad y desconfianza de Cézanne, se sabe que recibió bien a sus visitas, sobre todo a los artistas jóvenes, y que sintió una fuerte inclinación por aconsejarlos y darles ánimos.

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Uno de los grandes artistas de la historia, que desafió las convenciones y abrió nuevas posibilidades para la pintura. Representó aspectos de la vida cotidiana que la mayoría de las personas no percibían por estar limitadas en su perspectiva. En su obra de madurez utilizó el color y la línea de formas inesperadas para revelar visiones dinámicas del mundo. Aunque anhelaba la aprobación de la moderna metrópolis, París no fue ni el paisaje ni el sujeto de sus experimentos y hallazgos pictóricos. Su originalidad y modernidad se cultivaron en la Francia rural, donde vivió durante la mayor parte de su vida, a menudo solo.

ISBN 978-84-9801-819-6

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