«El color es la clave. El ojo es el martillo. El alma es el piano con sus numerosos acordes. El artista es la mano que, al tocar una u otra clave, provoca vibraciones en el alma».
así es…
Kandinsky ANNABEL HOWARD
Ilustraciones de ADAM SIMPSON
Título original: This is Kandinsky Edición Catherine Ingram Traducción Cristóbal Barber Casasnovas Revisión de la edición en lengua española Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de Arte
Coordinación de la edición en lengua española Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2015 © 2015 Art Blume, S. L. Av. Mare de Déu de Lorda, 20 08034 Barcelona Tel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41 E-mail: info@blume.net © 2015 Laurence King Publishing, Londres © 2015 del texto Annabel Howard © 2015 de las ilustraciones Adam Simpson I.S.B.N.: 978-84-9801-847-9 Impreso en China Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor. WWW.BLUME.NET Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques de gestión responsable. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso responsable de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros.
así es…
Kandinsky ANNABEL HOWARD
Ilustraciones de ADAM SIMPSON
La vela de oro Wassily Kandinsky, 1903 Grabado sobre madera, 12,7 ⫻ 29,7 cm Städtische Galerie im Lenbachhaus und Kunstbau, Múnich
Percepción En Vologda, Kandinsky pasó la mayor parte del tiempo con el empobrecido y denigrado pueblo de los komis. Cuando regresó a Moscú, tuvo la valentía de afirmar que «se había enamorado de ellos [...] a pesar del hecho de que todo el mundo los calumnia». En esa época, Kandinsky empezó a cuestionarse profundamente las normas sociales aceptadas. El viaje también constituyó para el pintor un punto de inflexión. Todavía no pintaba, pero la orientación estética de sus reacciones está documentada ya en su diario. Los colores locales le impactaron muchísimo; sus habitantes le parecían «coloridas imágenes vivientes sobre dos patas». La impresión que le causaron las viviendas locales le acompañaría el resto de su vida: le parecieron «casas maravillosas», como «canciones populares pintadas [...] un milagro». En el interior de esas casas afirmó que había aprendido cómo introducirse en una imagen. Se pasó toda su vida artística intentando recrear esa sensación de absorción, tratando de crear obras con la suficiente fuerza como para obligar al espectador a que se abandonara, a que saliera de su realidad terrenal para entrar en un reino espiritual conjurado con pintura.
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Regreso a Rusia A diferencia de Münter, parece que Kandinsky cortó sus vínculos emocionales con ella con cierta facilidad. En marzo de 1916 regresó a Moscú pasando por Petrogrado (el nombre que tomó San Petersburgo en 1914). Seis meses después, en septiembre, habló por teléfono con una mujer joven y se enamoró de ella. Inmediatamente pintó A la voz, desconocida, un homenaje a esa misteriosa mujer llamada Nina Andreevskaja. Pronto concertó una cita con ella en el Museo Alexander III (el actual Museo Pushkin). La cita marcó el retorno de Kandinsky a la obra valiente que desafiaba todos los límites de la pintura. La pareja contrajo matrimonio en febrero de 1917. Nina tenía más de treinta años menos que Kandinsky. Cuando se casó, con un vestido diseñado por el propio pintor, no era más que una adolescente. Era todo lo opuesto a Münter: incontenible, glamurosa, frívola y un poco tonta. Este matrimonio es quizás el episodio más sorprendente de la vida de Kandinsky; los que conocieron a la pareja solían sorprenderse del encanto y la superficialidad de Nina. Sin embargo, fue un matrimonio comprensivo y sociable que duró hasta la muerte de Kandinsky, veintisiete años más tarde. A pesar del apoyo de Nina, la vida de Kandinsky no se asentó. No tenía nada que ver con ella; era una cuestión de temporización. En 1917 estalló la revolución rusa.
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A la voz, desconocida Wassily Kandinsky, 1916 Acuarela y tinta india sobre papel, 23,7 ⫻ 15,8 cm Musée National d’Art Moderne, Centre Georges Pompidou, París
Formas caprichosas Wassily Kandinsky, 1937 Óleo sobre lienzo, 88,9 ⫻ 116,3 cm Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York
Bajo un exterior de hombre tranquilo, de romántico racional, de reliquia de pasado ilustre, con un aspecto de caballero de la belle époque honorable, se ocultaba una mente muy sensible, propensa al misticismo y a la poesía, que veía «el alma secreta» de todo. Su sensibilidad, en combinación con elementos contundentes, aunque contradictorios, dieron lugar a algunas de las mejores obras de arte del siglo XX.
ISBN 978-84-9801-847-9
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