Libya Closeup

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RICARDO GARCÍA VILANOVA

PRÓLOGO POR JON LEE ANDERSON T E X TO S P O R F E L I X F L O R E S

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© Ricardo García Vilanova

Diseño Edith Stone


LIBYA CLOSEUP RICARDO GARCÍA VILANOVA TEXTOS FÉLIX FLORES PRÓLOGO JON LEE ANDERSON

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La gente tiende a imaginar que cuando entra en un país en guerra, nada mas bajar del avión a uno le disparan. La mayoría de las veces no es así. La guerra no dura 24 horas al día, ni está en todas partes. Se concentra en pequeñas zonas geográficas y en dosis de tiempo. No todos los países y guerras implican el mismo riesgo. Pero lo primero que tienes que asumir cuando vas a una zona de estas es que existe siempre una posibilidad de que no vuelvas, o que lo hagas a trozos. El primer ejercicio que tienes que hacer es mental, una introspección. Básicamente, aceptar tu muerte o tu invalidez como un hecho factible. Si lo consigues desde una perspectiva honesta —y no caes en la negación—, entonces estás preparado para ir. La segunda cosa que nunca tienes que olvidar es lo que estás haciendo. Porque lo estás haciendo. Y, sobre todo, tener siempre el máximo respeto por las personas que fotografías. Ellos son la justificación de que tú estés ahí, ellos son a quien se supone que vas a dar voz; ellos son la historia, no tú. Cuando entras en un país como Libia, hay tres escenarios posibles donde puedes desarrollar tu trabajo: las zonas estables, la zona justo antes de llegar al frente y el frente mismo.

No se trata de demostrar nada a nadie, sino de ser honesto con uno mismo y ver dónde uno se siente cómodo. Cada zona tiene su margen de trabajo, y hay que ver si esta cumple con las expectativas y las razones que tenemos para ir a un sitio como ese. Salvo excepciones, esto es lo que nos podemos encontrar: Q Las zonas estables. Donde normalmente podemos tomar imágenes de refugiados, hospitales, funerales o vida diaria. Son seguras dentro de los márgenes razonables de una guerra. Q La zona justo antes de llegar al frente. Es bastante segura. Se oyen perfectamente las explosiones, los disparos, pero las probabilidades de que suceda algo son escasas. El tipo de trabajo que podemos hacer allí es sobre la llegada de heridos (porque es la línea donde se sitúan normalmente las ambulancias), los soldados que se preparan para ir al frente o los que deambulan por las calles. Q El frente. Es la zona donde tu suerte se limita a una pequeña parte de experiencia y otra simplemente al azar. Los riesgos son los mismos que corren los combatientes. Todo es cuestión de probabilidades (aunque no exactas), y cuanto más tiempo pases allí más números tienes para que te alcancen


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o te maten. El tipo de trabajo que puedes fotografiar es puramente combates, imágenes que reflejen tensión, miedo, ira, rabia… Las situaciones que se dan son totalmente irracionales y surrealistas. Los códigos de conducta normales de las personas quedan anulados y las reacciones son imprevisibles. Es donde los soldados caen heridos o muertos, y donde se puede ver de verdad el caos y locura que representa que seres humanos se quieran matar entre ellos. Al final, todo se reduce a una pregunta: ¿merece la pena la imagen que vamos a tomar, por el riesgo que implica? Creo que las imágenes que muestran la dureza de una guerra son necesarias. Lo difícil es siempre encontrar el equilibrio, el punto justo. Y el gran problema es que este es subjetivo. Evidentemente, hay zonas de blancos y negros donde todos coincidimos, pero es en las zonas grises donde se establecen los límites personales de cada uno. La decisión de tomar o no ese tipo de imágenes (al margen de que ningún medio te va a publicar determinadas fotografías) es personal. No hay un criterio ni un código de conducta al respecto, y cada fotógrafo actúa según su criterio. Yo me limito a tratar de tener respeto y hacer lo mismo que me gustaría que otros hicieran conmigo si yo fuera el protagonista.

Todos hemos visto las imágenes del linchamiento de Moamar el Gadafi, y creo que a todos nos repugna ese tipo de violencia. Pero creo también que no estamos en posición de juzgar. Si hubiésemos perdido unos padres, hijo, pareja o un amigo, si los viéramos abiertos en canal, en trocitos por el impacto de una bomba o con la cabeza reventada, ¿actuaríamos racionalmente en un momento así? La respuesta, en la tranquilidad que nos da la estabilidad de nuestro hogar, es fácil. Pero ser víctima es otra cosa. Habrá gente que quizá sí tendría la capacidad de contenerse, y otra que no podrá controlar ese odio o sentimiento de venganza; pero en cualquier caso, las guerras transforman siempre a las personas.

Ricardo García Vilanova


“Creo que las imágenes que muestran la dureza de una guerra son necesarias. Lo difícil es siempre encontrar el equilibrio, el punto justo… Yo me limito a tratar de tener el máximo respeto y hacer lo mismo que me gustaría que otros hicieran conmigo si fuera el protagonista de las imágenes”. –Ricardo García Vilanova

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