Roman Polanski Una retrospectiva
James Greenberg
Prólogo de
Roman Polanski
Título original: Roman Polanski. A Retrospective Edición: Colin Webb/Judy Barrat/James Hodgson Diseño: Mark Thomson/Rob Payne Traducción: Rosa Cano Camarasa Revisión de la edición en lengua española: Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de cine
Coordinación de la edición en lengua española: Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2013 © 2013 Art Blume, S. L. Av. Mare de Déu de Lorda, 20 08034 Barcelona Tel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41 E-mail: info@blume.net © 2013 Palazzo Editions, Bath © 2013 del texto James Greenberg © 2013 del prólogo Roman Polanski ISBN: 978-84-9801-706-9 Impreso en China Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor.
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Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques de gestión responsable. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso sostenible de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados, y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros.
Guarda: el fiel visor de Polanski; el mismo que sigue utilizando hoy en día. Pág. 1: A los cinco años, ya con la temprana ambición de ser actor. Portada: En casa en Los Ángeles en 1969.
Contenido
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Prólogo de Roman Polanski
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El aprendiz
El director
Nóz W. Wodzie (El cuchillo en el agua) Repulsion (Repulsión) Cul-de-Sac (Callejón sin salida) The Fearless Vampire Killers (El baile de los vampiros)
Rosemary’s Baby (La semilla del diablo) Macbeth Che? (¿Qué?) Chinatown Le Locataire (El quimérico inquilino) Tess Pirates (Piratas) Frantic (Frenético) Bitter Moon (Lunas de hiel) Death and the Maiden (La muerte y la doncella) The Ninth Gate (La novena puerta) The Pianist (El pianista) Oliver Twist The Ghost Writer (El escritor [The Ghost Writer]) Carnage (Un dios salvaje)
34 48 60
71 80 99 108 116 132 140 155 163 175 185 197 206 223 235 249 263
El actor
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El escritor
273
Avance
277
Filmografía
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Agradecimientos, bibliografía y créditos de las fotografías
Izquierda: En la escuela de bellas artes, en la década de 1950, Polanski absorbió con avidez una amplia gama de influencias estéticas, desde Kafka hasta el cubismo. Página siguiente: En Zaczarowany Rower, 1955 (inferior), y en Pokoleine, de Andrzej Wajda, 1954 (superior), quien le dio su primer papel importante en el cine.
que, si algo suena demasiado bonito para ser verdad, es que probablemente no sea verdad. Siguió al tipo hasta un apestoso búnker que los alemanes habían construido en un alejado parque. En el oscuro túnel, el tipo le golpeó con fuerza en la cabeza y le robó. Cuando le detuvieron, resultó que le buscaban por tres asesinatos, así que Polanski consideró que había tenido suerte. Y como muchas de las experiencias de una vida llena de incidentes, pudo aprovecharla más tarde, en este caso en su primer corto de estudiante: Rower. Polanski estaba mucho más interesado en sus actividades extracurriculares que en el colegio. Leía bastante, pero su educación era, como mucho, básica. De manera que cuando llegó el momento de pasar a una escuela preparatoria para entrar en la universidad, las notas no fueron suficientemente buenas y tuvo que inscribirse en la academia de ingeniería de minas de Cracovia, para alegría de su padre. Pero la física y la química eran «un aburrimiento» y pasaba cada vez más tiempo dedicado a sus actividades teatrales que en clase. Para Polanski fue una vergüenza que le hiciesen repetir y no poder pasar de curso; además, sin un diploma, no podría conseguir lo que se había convertido en su verdadero objetivo: ser admitido en una escuela de interpretación. Y fue en este momento cuando la situación dio un giro inesperado. Polanski, que siempre había sido buen dibujante, preparó una carpeta de trabajos con bodegones, desnudos, retratos, personajes de obras de teatro y diseños de escenarios, y la presentó en la escuela de bellas artes, donde fue aceptado. «Todo un mundo nuevo se abrió ante mí, un mundo que alteraría mis percepciones y mis procesos de pensamiento», escribió. Leyó a Kafka y descubrió el impresionismo, del que no había oído hablar nunca hasta entonces, así como el cubismo y el surrealismo. La idea de que un artista
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El aprendiz
distorsionase la realidad con un propósito estético era un concepto nuevo para él, un concepto que se tomó muy en serio en sus películas. Desarrolló su innato sentido de lo absurdo de la vida. Cuando un amigo le dijo que su madre acababa de morir, los dos tardaron en digerir la noticia unos instantes y después se echaron a reír. «En un mundo justo y racional, las madres no mueren...», escribió Polanski. Pero claro que mueren. Eso, en esencia, es toda la base de su obra. Suceden cosas malas y lo único que se puede hacer es reír. No es de extrañar que más adelante le atrajese el teatro del absurdo: todo a su alrededor era absurdo. A mediados del último trimestre, fue expulsado de repente de la escuela de bellas artes, tal vez debido a un clima político cada vez más represivo en el que un espíritu libre como el suyo era un peligro. Poco a poco, la política se estaba apoderando de la vida de las personas apolíticas, igual que pasaría en sus películas. A menudo se tiene la sensación de que en el fondo de una película de Polanski ronda el Gran Hermano o alguna fuerza maligna. Años después le preguntaron en una entrevista si era anarquista. Contestó que claro, que era saludable ser anarquista. Pero no a principios de la década de 1950 en Polonia. Cuando dejó de ir a la escuela, obtuvo su primer papel en una película gracias a la publicidad que había conseguido con Syn Polka. Trzy Opowiesci (aka Three Stories) era una pieza típica de propaganda soviética sobre unos niños que se convertían en espías y demás, pero para Polanski fue importante por varias razones. Tenía tantas ganas de empezar que se presentó en el plató antes de tiempo, donde le dejaron que se quedase y observase el proceso cinematográfico. La película que se estaba rodando la dirigían alumnos de los últimos cursos de la prestigiosa Escuela Nacional de Cine de Lodz, lo que le
El director
Chinatown (19 974)
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“Es increíble lo rápido que
olvida el hombre, qué poco penetra en la nueva generación. Me alegro de hacer The Pianist ahora, me parece oportuno”.
Después de todo lo que ha pasado, ¿todavía puede tocar? ¿Queda algo de decencia en el mundo? Pero, para mantener el estilo sencillo de la película, de nuevo Polanski se contiene y no se inclina por lo facilón. Cuando Szpilman se lanza a interpretar la Balada n.° 1 en sol menor, de Chopin, no hay largos primeros planos para explotar la emoción del momento. Escuchamos, observamos, pensamos en lo que hemos visto. Polanski deja que continúe casi durante cuatro minutos. La complejidad de los sentimientos, los impulsos contradictorios, la mancha que la guerra ha dejado en el alma humana: todo se plasma en esos rostros sin necesidad de nada más. Es lo que es. Polanski iluminó la escena por detrás y Szpilman está tan escuálido que la luz literalmente brilla a través de su nariz. Si todavía algo así es posible en este mundo demente, su arte le ha iluminado y le ha salvado, al igual que la humanidad de este oficial nazi. «Nunca había vivido este tipo de experiencia en la que la gente, la fábrica al otro lado de la cámara, estuviese tan conmovida en el plató –explica Polanski–. Varios lloraron durante esta escena». Para Polanski, The Pianist es la mejor película que ha hecho, y puede que tenga razón. Hace algunos años me dijo que todavía no había dirigido la película que quería mencionar en su lápida. Cuando le pregunté si todavía le parecía que era así, me contestó: «Bueno, creo que ahora ya la he hecho. Creo que es The Pianist». Él pensaba que años atrás no había tenido la madurez o la experiencia para hacerla. «La verdad es que cuando estaba rodando me daba la sensación de que todo lo que había hecho antes había sido un ensayo para rodar esta película». Había tardado un poco en hacerla, pero estaba claro que se trataba de la historia que había nacido para contar.
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The Pianist (El pianista)
El rodaje de The Pianist desenterró dolorosos recuerdos para muchos de los participantes en la película que habían sobrevivido al Holocausto, incluido el propio director.
“Me cautivaba todo lo relacionado con el cine,
no solo las películas, sino el aura que las rodeaba. Me encantaba el rectángulo luminoso de la pantalla, el rayo de luz que atravesaba la oscuridad... la milagrosa sincronización del sonido y la imagen”.
RO M A N P O L A N S K I
ISBN 978-84-9801-706-9
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