CONTENIDO
Introducción 8
Venus de Hohle Fels (38 000-33 000 a. C.) y otras obras dedicadas a la fertilidad 16
Disco celeste de Nebra (h. 1600 a. C.) 22
Cabezas colosales olmecas (h. 900 a. C.) 26
Tumba del nadador (h. 480 a. C.) y otras obras de arte para ser enterradas 30
Estatua de Glicón, el falso dios serpiente (finales del siglo ii) 36
Pinturas del Juicio Final (siglos xii-xiii) 38
Retrato del Diablo, Codex Gigas (principios del siglo xiii) 42
Kusozu japoneses (siglos xiii-xix) y el arte de la muerte 44
Pergamino de Ripley (siglo xiv) 48
Hombre herido (siglos xv-xvii) 52
El matrimonio Arnolfini (1434), Jan van Eyck 56
Díptico de la Crucifixión (h. 1460) y el complejo arte de la restauración 60
Retrato de Federico da Montefeltro (h. 1473-1475), Piero della Francesca 64
El jardín de las delicias (1490-1500), El Bosco 68
Tapices del unicornio (1495-1505) 72
Mona Vanna, la Mona Lisa desnuda (h. 1510), Gian Giacomo Caprotti da Oreno 78
La procesión triunfal del emperador Maximiliano I (1512-1526), Hans Burgkmair el Viejo y otros 82
La duquesa fea (h. 1513), Quentin Matsys 88
San Cristóbal con cabeza de perro (siglos xvi-xviii) 92
El mapa del bufón (h. 1580-1590) 96
El arte compuesto de Arcimboldo (1563-h. 1590) 98
Gabrielle d’Estrées y una de sus hermanas (1575-1600) 102
La leyenda del panadero de Eeklo (h. 1550-1650), según Cornelis van Dalem 104
Hombre consumido por las llamas (h. 1600-1610), Isaac Oliver 106
Judit decapitando a Holofernes de Artemisia Gentileschi (1612-1613) y el arte de la venganza 110
Cristo en la tormenta en el mar de Galilea (1633) y el arte del robo 112
Mujer tapuya (1641) y el arte del canibalismo 115
Retrato de Barbara van Beck (h. 1650) 118
La tentación de san Antonio (h. 1650), Joos van Craesbeeck 124
Ángeles arcabuceros – El arte del ángel mosquetero (siglo xvii) 128
Figuras de poder minkisi de África central (siglos xvii-xx) 132
Concurso en el Ponte dei Pugni en Venecia (1673), Joseph Heintz el Joven 134
Typus Religionis (h. 1700) y el arte de la blasfemia 138
La nueva barcaza de remos de Lucifer (h. 1722) y el arte de la sátira 142
José de Cupertino emprende el vuelo... (siglo xviii), Ludovico Mazzanti 144
Las cárceles imaginarias de Giovanni Battista Piranesi (1750) 148
Los bustos de personajes de Franz Xaver Messerschmidt (1770-1783) 154
La pesadilla de Henry Fuseli (1781) y el arte de los sueños 158
Los panoramas gigantescos de Robert Barker (1789) 161
Interior de una cocina (1815), Martin Drölling 164
Las Pinturas negras (1819-1823) de Francisco de Goya 168
Hikeshi-banten (siglo xix) y el arte de combatir el fuego 172
La coronación de Inés de Castro en 1361 (h. 1849), Pierre Charles Comte 176
El golpe maestro del leñador duende (1855-1864), Richard Dadd 178
Retrato de Madame X (1883-1884), John Singer Sargent 180
Respuesta de los cosacos zapórogos al sultán Mehmed IV (1880-1891), Ilya Repin 184
Las rosas de Heliogábalo (1888), sir Lawrence Alma-Tadema 187
Sargos en 25 pies de agua junto a la costa oeste de Escocia (1910), Zarh Pritchard 189
El destino de los animales (1913), Franz Marc 192
El crítico de arte de Raoul Hausmann (1919-1920) y el arte del dadaísmo 194
Georgiana Houghton y el arte espiritista (siglos xix-xx) 198
La persistencia de la memoria (1931), Salvador Dalí y el arte surrealista 204
El venado herido (1946), Frida Kahlo 210
Eternity de Arthur Stace (1932-1967) 212
The Throne of the Third Heaven de James Hampton (h. 1950-1964) y otras obras de arte marginal 214
Merda d’artista (1961), Piero Manzoni 220
Sudario de Mondo Cane (1961), Yves Klein 224
El arte de Pierre Brassau (1964) 228
El Kouros del Getty (siglo xx) y otras imitaciones y falsificaciones 232
Marina Abramovic´ y el performance art 236
Retrato de Edmond de Belamy (2018) y otras obras de arte realizadas mediante inteligencia artificial 240
Bibliografía seleccionada 244
Índice 246
Créditos de las imágenes 254
Agradecimientos 255
La vida y la muerte, óleo del siglo xviii con el motivo del memento mori. La figura femenina representa tanto los placeres de la vida, en el lado derecho, como la inutilidad final de toda búsqueda ante la inevitabilidad de la muerte, en el lado izquierdo.
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Pinturas peculiares, esculturas extravagantes y otras curiosidades de la Historia del Arte
Las representaciones kusozu son habituales en poesía, literatura narrativa, libros xilográficos, grabados y pinturas, así como en un gran número de pergaminos colgantes y pinturas en rollos presentes en templos de todo Japón que siguen cumpliendo su función religiosa. Por inquietantes que resulten a los ojos de los occidentales modernos, el arte sirve como un instrumento fundamental de enseñanza y meditación en la filosofía budista. Similares al memento mori de la historia europea, por el que se guardaban objetos y pinturas relacionados con la muerte a modo de recordatorios aleccionadores de la mortalidad, los kusozu se utilizaban para destacar la impermanencia y la naturaleza repugnante del cuerpo mortal. En todos los kusozu que se conservan, el cuerpo en cuestión es siempre el de una mujer, tal vez porque la forma femenina se consideraba más vulnerable, pero también porque representar la visión horripilante de una forma femenina en descomposición infundiría repulsión, y de ese modo se anularían las tentaciones de la carne en los monjes y los devotos. El cadáver en descomposición es la consecuencia del viaje del alma a través del gran ciclo de vida, muerte y renacimiento conocido como samsara; es decir, hasta que uno se libera de la gran rueda tras conseguir el nirvana («extinción»), que solo se alcanza cuando se logran apagar los «tres fuegos» o «tres venenos»: raga («codicia»), dvesha («aversión») y moha («ignorancia»). El cadáver fue una de las tres cosas que inspiraron a Siddhartha Gautama (h. 563/480-h. 483/400 a. C.) a encontrar el camino de la iluminación y convertirse en el Buda histórico, por lo que su importancia como símbolo es máxima. La muerte es «el mayor de todos los maestros», afirmó Buda. En los templos budistas, los kusozu se utilizaban para el kan («contemplación»), y se exhibían durante el Obon (Festival de los difuntos), el decimoquinto día del séptimo mes lunar, cuando se reflexiona sobre el destino en la rueda de la transmigración. Se cree que las pinturas que conforman el conjunto de la página 44 se pintaron en el siglo xviii, y son típicas en su formato: en la primera imagen, la mujer (que en este ejemplo se identifica con la poetisa Ono no Komachi, h. 825-h. 900) aparece en un espacio cerrado, escribiendo un poema de despedida, con el rostro pálido y gesto de preocupación. En la segunda imagen está muerta, tendida en el suelo, cubierta con una manta y rodeada de dolientes. En la tercera pintura, su cuerpo aparece al aire libre, rodeado de la naturaleza que la consumirá. En el resto de las imágenes, bastante gráficas, el cadáver se descompone y se desintegra hasta que solo quedan huesos picoteados por los pájaros. El cuadro final solo muestra una estupa funeraria, símbolo de Buda. Todo el orgullo y la vanidad terrenales se han desvanecido; todas las ventajas y las barreras del nacimiento y otras divisiones humanas resultan irrelevantes, y el ciclo de la reencarnación comienza de nuevo.
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Kusozu japoneses (siglos xiii-xix) y el arte de la muerte
EL ARTE COMPUESTO DE ARCIMBOLDO (1563-h. 1590)
«Un triunfo del arte abstracto en el siglo xvi»: así definió el historiador del arte y marchante austríaco Benno Geiger (1882-1965) la obra del pintor italiano Giuseppe Arcimboldo (h. 1526-1593). En cuanto a los retratos, su Retrato de Rodolfo II en traje de Vertumno, también conocido como Vertumnus (h. 1590), que se muestra en la página siguiente, resulta bastante extraño, incluso sin tener en cuenta el hecho de que se trata de un retrato imperial que representa a su mecenas, Rodolfo II (1552-1612), emperador del Sacro Imperio romano germánico. Se podría suponer que crear un retrato de la figura más poderosa del país a base de juntar alimentos constituye una técnica peligrosamente poco favorecedora, pero en este caso la composición a base de frutas y verduras representa un gran elogio. Rodolfo aparece como el dios romano de las estaciones, creado con los alimentos de cada época del año, lo que le aporta una armonía divina con el poder de la naturaleza. La obra simbolizó la floreciente fecundidad artística e intelectual que se produjo bajo su mandato, un acto de relaciones públicas para ayudar a paliar la impopularidad de Rodolfo en aquel momento.
Aunque Arcimboldo es conocido principalmente por este estilo de personificación a través de ensamblajes de objetos (naturales o no), sus comienzos fueron tradicionales. Tras iniciar su carrera diseñando vidrieras y murales para catedrales, Arcimboldo fue nombrado retratista de la corte de Fernando I (1503-1564) en 1562, y al año siguiente realizó el retrato convencional Maximiliano II, su esposa y sus tres hijos. Aquel mismo año tuvo una epifanía que le llevó a sumergirse de cabeza en su estilo manierista (un término que no resulta fácil de definir; en esencia, el manierismo fue un movimiento rebelde contra el clasicismo renacentista a través de la experimentación con la tradición y la proporción). Arcimboldo dio a conocer su serie de las Cuatro estaciones, en la que cada una de ellas se personifica como una figura humana compuesta por productos de la naturaleza. La primavera es una mujer con piel de flor, el verano se compone de frutas de colores intensos. El otoño es un hombre con un barril roto a modo de cuerpo, y el invierno es un hombre hecho de troncos y cortezas. Arcimboldo continuó más tarde con una serie de retratos similares de los Cuatro elementos, encargada en 1566 por el emperador Maximiliano II.
Las obras tradicionales de Arcimboldo han sido prácticamente olvidadas, pero sus personificaciones fueron, son y serán siempre fascinantes. Aunque a lo largo de los años los críticos se han
Página 98 Pinturas peculiares, esculturas extravagantes y otras curiosidades de la Historia del Arte
OTRAS CURIOSIDADES SURREALISTAS
Izquierda: Objeto indestructible. Su autor, Man Ray (1890-1976), creó por primera vez la combinación de un metrónomo con una fotografía de un ojo sujeta con un clip al brazo oscilante en 1922-1923. La tituló Objeto para ser destruido, y la hizo pedazos poco después. «Cuanto más rápido iba, más rápido pintaba; y si el metrónomo se paraba, sabía que había pintado demasiado tiempo, que me estaba repitiendo, que mi pintura no era buena y que la destruiría». La foto del ojo representaba un público ante el que trabajar.
Inferior: El carnaval del arlequín (1924-1925), de Joan Miró, una de las obras más destacadas de la primera exposición surrealista en la Galérie Pierre de París, donde se expuso junto a obras de Picasso (1881-1973). Según André Breton, Miró fue «el más surrealista de todos nosotros».
Página siguiente, superior: Los amantes (1928), de René Magritte. Una imagen extraña del típico beso en primer plano. nuestro placer voyerista se ve obstaculizado por el sudario que cubre los rostros de la pareja, en consonancia con la fascinación surrealista por lo que se oculta bajo la superficie.
Página siguiente, inferior: Eine kleine Nachtmusik, de la surrealista estadounidense Dorothea Tanning (1910-2012). «Trata sobre la confrontación», explicaría Tanning más tarde. «Todos creen que él / ella es su drama [...] siempre hay escaleras, pasillos, incluso teatros muy privados donde se representan las asfixias y las rotundidades, la alfombra rojo sangre o los amarillos crueles, el agresor, la víctima encantada...».
Algunas de las obras de arte más extrañas y sorprendentes jamás creadas y la historia de cada una de ellas, entre otras:
El enigma de la Mona Lisa desnuda
El artista que pintó el fondo marino Los ángeles mosqueteros del Nuevo Mundo
Los misteriosos retratos de hombres en llamas
La legión de hombres lobo del Ejército romano
ISBN 978-84-19499-95-0 9 7 8 8 4 1 9 4 9 9 9 5 0
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