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—Entonces, chicos, según el profesor Fitzherbert, cuando llegó al museo esta mañana a las siete, la momia había desaparecido. No había señales obvias de que hubiesen entrado a robar, y Roberto, el guardia de seguridad, dice que no vio nada raro cuando hizo sus rondas durante la noche. No hubo entregas ni visitantes y la puerta del departamento de los profesores estaba cerrada. —¿Solo han robado la momia o también la caja y el ataúd? —preguntó Rosa. —Todo —confirmó el agente Pérez. —¿La cámara de seguridad ha grabado algo? —inquirió Violeta. —No, el ladrón la desconectó. Todos chasquearon la lengua irritados.
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