Luis Humberto L煤quez
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Fundaci贸n Juan de Garay
Aquellos euskos, estos vascos
Aquellos euskos, estos vascos
Luis Humberto L煤quez
Aquellos euskos, estos vascos
Fundaci贸n Juan de Garay
E der
Lúquez, Luis Humberto Aquellos euskos, estos vascos. - 1a. ed. - Buenos Aires : Eder, 2011. 300 p. ; 23x16 cm. - (Fundación Juan de Garay) isbn 978-987-26172-5-7 1. Historia Vasca. I. Título. CDD 946.999 2
Fecha de catalogación: 05/04/2011 Edición y diseño de colección: Javier Beramendi Ilustración de cubierta anterior: Javier Ciga, Sokadantza (1914), óleo sobre lienzo, 162 x 170 cm. Museo de Navarra, España. © 2010, eder Perú 89, 5° piso. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Teléfonos (011) 15–5752–3843 editorial_eder@yahoo.com.ar © 2011, Fundación Vasco Argentina «Juan de Garay» Diagonal Roque Sánez Peña 846, 1° piso, Of. 101/106 (1035) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, teléfonos: (54 11) 4-328-6906 /7910 Fecha de Fundación 16 de agosto de 1983 Email: fundacionjuandegaray@gmail.com Reservados todos los derechos. Queda prohibida, sin autorización expresa de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático. Queda hecho el depósito que previene la Ley 11. 723 Impreso en Argentina isbn 978-987-26172-5-7
A la memoria de mi padre, Tito, y a mi esposa, María Gabriela, porque los une un cuantificador común: la perseverancia para darle sentido a la vida a través de la familia con dignidad conformada. Luis Lúquez
Índice
Módulo i Somera exposición geográfica y exaustivo análisis de la división política actual de euskal-herría
15
Módulo ii Eneko Aritza fundador del reino de pamplona
33
Módulo iii Historia de Iruña (Pamplona)
49
Módulo iv Religión-antiguos dioses vascos-magia-brujería
109
Módulo v Los feudales-parientes mayores-guerra de bandos-los guevara en el condado de oñate-su poderío y caída a manos de las hermandades-la batalla de munguía (guerra desatada entre los condes primos y descendientes de vascos, don pedro velazco y don pedro manrique. Sus consecuencias. Las hermandades y su doble rol jugado en la sociedad vasca
125
Personajes universales vascos: sebastián elcanojuan de garay-ignacio de loyola-miguel de unamuno y su guerra sin cuartel declarada al euskerapersonajes influyentes de ascendencia vasca en la sociedad argentina
157
Los vascos según la visión del filólogo alemán wilhelm von humboldt, viajero empedernido y admirador del país vasco, luego de conocerlo en el año 1799
183
Módulo
Módulo
vi
vii
Módulo viii La guerra Civil Española y sus graves consecuencias para Euskadi. Gernika y su árbol: símbolo de la resistencia
225
Módulo ix Los años posteriores y la diáspora
253
Módulo x El euskera-historia de la lengua vasca Módulo xi origen de los apellidos
267 279
Módulo xii Causas de la inmigración
283
Módulo
El sabor de la historia euskalduna a través de las anécdotas de alberto sarramone
xiii
287
Historia vasca
Estudio de hitos puntuales que forjaron la esencia euskalduna
Argumentación primaria y fundamental: La idiosincrasia euskalduna, antiquísima como ninguna, contradictoria y peculiar como pocas, jamás podríamos comprenderla sin internarnos en lo más profundo de sus raíces, tanto humanas, como geográficas o cronológicas. Su sangre contestataria y sin mixturas ya no por racismo, sino por su pureza étnica, ha contribuido a través de los siglos a la formación de esos mismos caracteres y a un innegociable concepto de emancipación al desarrollarse su sociedad en contextos geográficos harto desfavorables. El poderío y ambiciones desmedidas de dos estados militarmente poderosos, rodeándolo, condicionaron desde siempre las prerrogativas que a cualquier nación le competen, basados en derechos adquiridos e irrefutables como tales. Luis Lúquez
La historia, como ciencia de estudio, no será siempre el fiel reflejo de lo acontecido. Damos por cierto que ha sido escrita por vencedores ocasionales, de manera que sólo hemos tenido acceso a un porcentaje inexacto de lo ocurrido, en realidad. Es por supuesto, deber moral de quienes poseemos sangre euskalduna defender derechos existenciales de la nación vasca y de sus varias veces milenarios usos y costumbres como portadores de aquella sangre, la historia nos tiene reservado el rol indelegable de ser soportes y propagadores de una etnia cuya lengua y cultura deberemos mantener enhiestas por encima de ancestrales divisiones internas y límites geográficos impuestos arbitrariamente.
Luis Lúquez
Para la concreción de este extenso trabajo me he valido de las conclusiones de investigadores no contemporáneos (Koldo Mitxelena, el religioso Barandiarán, Sabino Arana Goiri y el mismísimo Miguel de Unamuno, entre otros) y de actuales referentes, como Mikel Ezquerro, los hermanos Beramendi y de la particular visión de Alberto Sarramone, un historiador que a cada relato/vivencia supo agregarle, a mi criterio, el condimento y debido sasonamiento que como a cada típico plato vasco le cabe, hasta dotarlo del espíritu inconfundible que caracteriza a hombres y mujeres euskaldunes/as. A todos ellos, va mi profundo agradecimiento por permitirme "ser protagonista" de las gestas heroicas de Eneko Aritza cuando el año 800 aún no alumbraba y sin solución de continuidad, "ver de cerca" la fundación de Iruña, la persecución impiadosa a que fueran sometidos los XORGINOS y a un modo de sentir y vivir la "libertad" que no invalidará, por supuesto, haber tomado debida nota que tanto egoísmo inaceptable (Parientes Mayores, por caso) imposibilitaron en tiempo forma la creación de una nación demorada por intereses externos con la necesaria connivencia interna. Justo es admitir que no pongo en boca de terceros, razonamientos personales que defenderé con argumentos válidos, por mucho que para arribar a determinadas conclusiones me haya valido de las de reconocidos investigadores que sumé por decisión propia a esta tarea.
Luis Lúquez
Módulo
i
Euskal Herria se halla ubicado al oeste del continente europeo, sobre territorios extendidos al norte y sur de la cadena pirenaica. Bañan sus costas el océano Atlántico y el mar Cantábrico. Sus límites geográficos con Francia son Las Landas y el Bearn, mientras que Cantabria, La Rioja, Castilla y Aragón ofician de frontera española con el País Vasco. Su superficie total en kilómetros ronda los veinte mil, comparables en extensión a Israel. Políticamente, Euskal Herria está conformado por siete territorios históricos, a su vez divididos en dos regiones:. la del IPARRALDE (en euskera,"del lado de arriba") está ubicada al norte de Los Pirineos y la conforman tres provincias: LAPURDI (Laburdi), BENAFARROA (Baja Navarra), ZUBEROA (Sola). Es un territorio pequeño que ocupa tan solo el 0,5% del estado francés donde se hablan dos lenguas: el francés y el euskera. La densidad poblacional es desproporcionada, con pocas posibilidades de ser regularizada debido al absoluto desconocimiento que de los intentos separatistas ha hecho y aun hace el estado francés. Mientras que al sur de la cadena pirenaica se ubica la región del HEGOALDE (En euskera, "del lado de abajo"). Dos idiomas confluyen en su sociedad: el castellano y el euskera. Está compuesta por cuatro provincias, a saber: ARABA (Alava) GIPUZKOA (Guipúzcoa)
BIZKAIA (Vizcaya) NAFARROA (Navarra) 15
Euskal Herria cuenta actualmente con una población cercana a los tres millones de habitantes, al tiempo que en el mundo se estima que existen alrededor de veintiocho millones de descendientes de vascos. Estas cifras nos dan acabada idea de la magnitud de las migraciones hacia América sucedidas durante el siglo Xviii y en menor medida a Europa. Tomaremos, entonces, como ejemplo elocuente la población de cada provincia. BIZKAIA 1 200 000 hab GIPUZKOA 750 000 hab NAFARROA 500 000 hab ARABA 265 000 hab LAPURDI 190 000 hab BENAFARROA 35 000 hab ZUBEROA 22 000 hab Capitales de cada provincia: PROVINCIA
EUSKERA
CASTELLANO
ARABA
GASTEIZ
VITORIA
GIPUZKOA
DONOSTIA
SAN SEBASTIÁN
NAFARROA
IRUÑA
PAMPLONA
BIZKAIA
BILBO
BILBAO
BENAFARROA
DONIBANE GARAZI
SAN JUAN DE LA LUZ
LAPURDI
BAIONA
BAYONA
ZUBEROA
MAULE
SOLA
Consideraciones generales sobre la economía de Euskal Herria. Hasta mediados del siglo Xix, el País mostraba una economía básicamente agropecuaria (trasladada, luego, por los inmigrantes vascos al campo argentino). 16
Más tarde, el desarrollo industrial y tecnológico del siglo Xx fue relegando aceleradamente la importancia del sector primario. Esta mutación en la economía vasca sumió al hombre euskaldun campesino en la encrucijada de transformarse en operario de las grandes fábricas instaladas en el territorio, o a través de las distintas inmigraciones a América, seguir siendo labrador. Quedaría de esta forma, una nación abruptamente dividida en su esencia, dado que la gran parte de los campesinos se negaron a abandonar sus tareas rurales para transformarse en operarios industriales por una paga quincenal/mensual con entre diez y doce horas diarias de labor. En la zona mediterránea (Araba y Nafarroa) se encuentran las tierras de mayor producción agrícola, mientras que en la región atlántica (histórica, puesto que desde el caserío tradicional se constituyó en una economía autónoma con sus productos agrícola-ganaderos y forestales. A los cultivos tradicionales del País (avena, cebada y trigo se sumaron al paso de los siglos los llegados de América (maíz, patata y remolacha). La trilogía vid, cebada y papa completan el espectro total de la agricultura, extendida en menor medida al resto de Euskal Herria (Nafarroa, por caso, presenta la dificultad de sus suelos montañosos).
La ganadería Las regiones más francas para la agricultura se repiten para la cría de ovinos y bovinos (ganado usado en el caserío como animal de labor). En cuanto al ganado vacuno, la mayor demanda de carne y leche, hacia finales del siglo xix, llevó a cruzar la tradicional raza pirenaica con otras como la suiza para conseguir un rendimientos lechero superior. Asimismo, de la intención de refinar la lana a través de la mixtura de diversas especies ovinas se obtuvo la prestigiosa lana merino en el sur de Araba y Nafarroa. El ganado porcino significó, en Euskal Herria, hasta finales del siglo Xix, una de las bases alimenticias de la población rural. En la actualidad representa una importante industria chacinera. 17
Conversión de la estructura agrícola-ganadera en espacio turístico Cuando la década del setenta llegaba a su fin, comenzamos a observar en las cuatro provincias del Hegoalde la utilización de los antiguos caseríos (con sus interiores totalmente reciclados), que, conservando su fachada histórica y estilo arquitectónico, eran ofrecidos al turismo como habitat cercanos al entrañable basamento de la familia euskalduna. En euskera, los caseríos se denominan baserri y significan: 'isla de piedra construida para la eternidad'. Toda una definición del sentimiento que unía a los vascos con su caserío, por cierto. La industria Tuvo su origen en las ferrerías medievales que utilizaban la energía de los bosques y ríos. Posteriormente, nacería la prestigiosa industria naviera, tanto en los puertos de Gipuzcoa como en los de Bilbo, y Bermeo en Bizkaia. Lamentablemente, la situación comenzaría a revertirse hacia finales del siglo Xix, cuando fuera descubierto el hierro no fosforado en el subsuelo del oeste bizcaitarra. La mixtura del hierro con el carbón, vital para la producción del acero en los HORNOS BESSEMER, consolidaría a la tecnología vasca como la más avanzada de Europa, pionera al cabo, de la revolución industrial. La radicación de importantísimas acerías inglesas, francesas y belgas en el País multiplicó en cifras siderales la explotación mineral del hierro, lo que dio lugar al nacimiento de los ALTOS HORNOS DE VIZCAYA en el año 1901, monopolizador por más de medio siglo de la producción del acero en todo el ámbito del estado español. En tanto, en la región del Iparralde, casi todas las actividades quedaron circunscriptas al labrado de la tierra y las cuestiones industriales bien pudieron denominarse artesanales o turísticas, ya que la producción se abocó a bienes de poco complejidad, como abarkas (alpargatas), makillas o bastones artísticos y cestas para la práctica de esa variedad de la pelota vasca. A mediados de los años ochenta, por exigencia de la CEE para autorizar el ingreso de España, se produjo la llamada "Reconvención Industrial", lo que permitió el desmantelamiento de las barrocas industrias que, en forma deficitaria, aún funcionaban. El profundo cambio permitió que Euskal Herria se transformase en uno de los países de más avanzada tecnología en el continente europeo. 18
Las entidades "emblema" de Euskal Herria siguen siendo la Cooperativa de Mondragón, en Gipuzkoa, el Banco de Bilbao (nacido en 1857) y el Banco de Vizcaya, ambos en la provincia de Bizkaia, cuyo rol sería decisivo para completar la industrialización del País. Sector de servicios 1- Construcción y posterior habilitación del Museo de Arte Contemporáneo GUGGEHEIM, con más de 2 500 000 de visitas recibidas. 2- El Palacio Euskaldunat, una suerte de institución nacional que lograría revertir poco a poco la imagen de Bilbo. 3- La apertura del Aeropuerto de Bilbo, ofrecería vuelos de alcance internacional, dotado de altísima tecnología. 4- Las capitales de las cuatro provincias del Hegoalde, Bilbo, Donostia, Gasteiz e Iruña crearon innumerables puestos de trabajo dentro del SECTOR DE SERVICIOS, tanto que la acercaron al SECTOR INDUSTRIAL en cuanto al liderazgo. 5- En el Iparralde el turismo resultaría ser el principal soporte del SECTOR ECONÓMICO, especialmente durante el período vacacional (junio-julio-agosto), ofreciendo al visitante hermosas playas como Biarritz, Donibane Garazi y Hendaye con paisajes abundantes en verde y lejos de toda contaminación ambiental.
La pesca Hablamos de una industria que se encuentra en crisis desde hace tres décadas. Ha decrecido sustancialmente el peso industrial que supo tener el litoral marítimo de Lapurdi, Gipuzkoa y Bizkaia en el Hegoalde y a Donibane Garazi (San Juan de la Luz o Saint Jean Pie de Port) en el Iparralde. Hemos hecho referencia a los sectores más representativos y poderosos que sostenían la economía de Euskal Herria y que se vieron afectados por normativas impuestas por la Comunidad Económica Europea, para poder interpretar la reacción de una parte de la sociedad del País, dejando debidamente aclarado que dicha interpretación jamás llevará 19
implícita aceptación alguna si es que las acciones emprendidas estuviesen reñidas con el respeto a las instituciones y los derechos individuales que a cada vasco/a le caben. Introducción a la historia euskalduna Convencidos como estamos de que la única manera de comprender la controvertida esencia del individuo vasco será adentrarse hasta el nacimiento mismo de su historia (lamentablemente, narrada por terceros hasta mediados del siglo Xiv), partiremos, entonces, de una premisa irrefutable: el trípode lengua-costumbres-geografía es patrimonio indisoluble que hizo, hace y hará de Euskal Herria la más pura expresión genuina en función de una nación. Por antonomasia, es entonces el euskera, la lengua viva ícono y más antigua de Europa. (sus 8 000 años de antigüedad justifican el "sinécdoque" cuando para dar idea de pasado rotundo se dice: "es más viejo que el Euskera). Aclaración necesaria Las terminologías usuales, pero erróneas, como "vasco-francés" y "vasco-español", solo han contribuido a profundizar aún más la confusión. Podríamos aceptarlas, si estuvieran contenidas únicamente en el marco de contextos geográficos donde los límites fronterizos fueron violados sin solución de continuidad, a través de los siglos por dos imperios beligerantes con insaciable sed de conquistas. Otra excepción casi risueña podríamos contemplarla desde el punto de vista individual, jamás en el conjunto de una sociedad, donde por ejemplo, un vasco casase con una mujer catalana o viceversa y sus descendientes podrían decir con orgullo sano que son vasco-catalanes o al revés y ese hecho cierto no autorizará a suponer que exista un estado vasco-catalán, por citar solo un caso que podría extenderse a un matrimonio asturiano-francés y no por ello daremos por sentado que haya realmente un estado francés-asturiano. Por esta y otras razones hacemos expreso el rechazo a la fusión de nacionalidades, pues, nuestra etnia (sin pretensión alguna de definirla como raza) es pura de toda pureza, al confirmarse tres décadas atrás, mediante investigaciones concluyentes realizadas en las Universidades de Oxford (Inglaterra) y Stanford (California) sobre grupos sanguíneos y el factor rh negativo. 20
En la República Argentina sucedieron hechos concretos que dieron lugar no solo a la negación de la identidad euskalduna, sino también, al denominar desde la ignorancia más inaceptable, como español a cada vasco inmigrante. Los ejemplos estuvieron siempre a la vista, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, donde las sociedades francesas y españolas de Socorros Mutuos han cobijado desde sus fundaciones alto número de hombres y mujeres nacidos en Euskal Herria. Quien esto escribe admite su impotencia por comprender las razones que potenciaron tanta negación sistemática, sobre todo en Sudamérica, habida cuenta que cuando en Europa estallara la Segunda Guerra Mundial, el País Vasco mantenía sólidas relaciones con el Vaticano, entre otros estados, con igual nivel de reconocimiento. Esto es, si en algún momento del siglo Xx estuvieron dadas las condiciones para ser aceptados como nación (instancia crucial de la historia que no se pudo usufructuar, ¿o se dejó pasar el tren de la ansiada identidad porque privaron egoísmos recalcitrantes?), ¿qué ocurrió, entonces, para que existiera tan marcado retroceso? Como en "regla de tres simple", aumentan los interrogantes al multiplicarse la intención de llegar al fondo del contencioso. No obstante, entre tanta defensa del ser euskaldun, admitiremos, como rara paradoja, que a los vascos nos une la identidad étnica, no así la identidad nacional. Este lastimoso separatismo ya se había hecho notable en los centros vascos más antiguos de la Argentina, tales como el Laurak Bat, fundado en Buenos Aires en el año 1877 (solo se aceptaban como socios a los nacidos en la región del Hegoalde) y en el Centre Basque Francais (eran aceptados los oriundos del Iparralde). La honrosa excepción al fraticida separatismo la constituyó el Zaspiak Bat ('siete en uno' es su significado aproximado en euskera) de la ciudad de Rosario. Las explicaciones a este rotundo desencuentro debemos buscarlas en una sociedad con profundo sentir nacionalista sin estado propio y divisiones inconcebibles desde el nacimiento mismo del primer reino, entre tantas otras, aunque tales certezas no nos convertirán en investigadores con miopía crónica. La masacre cometida por un criminal casi sin precedentes como Franco, a la altura del peor de todos, debió unir las voluntades de quienes regían los destinos del País. Y en tal delicado equilibrio, por encima de las ideologías que decían defender, ya sin banderías estúpidamente reeditadas, reclamarle a quienes ejercían el liderazgo mundial 21
que miles de hombres y mujeres vascos/as eran asesinados a diario. Entre otras gestiones imprescindibles, debieron denunciar desde la unidad que mientras la fuerza aérea nazi estrenaba (y entrenaba a la vez) en territorio euskaldun sus mejores galas, los referentes políticos del País, entre la ambiguedad y el flirteo inaceptable, posibilitaron la sangrienta diáspora que en mucho se pareció a las primeras guerras carlistas. La sutil diferencia estuvo dada en las décadas transcurridas entre una y otra desgracia., aunque los catastróficos resultados nos dijeran a las claras que no arrojaron enseñanza alguna. Retornando al sentido nacionalista que caracterizó a aquella sociedad desconcertada, resultará menester resaltar la tarea sin descanso emprendida, por Sabino Arana Goiri, a la postre, padre del nacionalismo vasco, creador de la "Ikurriña" y de terminologías referidas al Ser euskaldun, entre otros tantos gestos hechos por el intelectual bilbaíno en beneficio del País. A partir de su perseverancia se potenció el renacimiento cultural, la euskaldunización y la alfabetización. Muchos años después de su muerte, la apertura de la Universidad Pública Vasca y la numerosa producción editorial en euskera parecieron darle por siempre las gracias a Arana Goiri. El proceso histórico junto con el grave y recurrente error cometido: la falta de unidad nacional. La desunión nació con la misma historia euskalduna, aunque podamos reflejarla en forma elocuente y decisiva durante el transcurso del siglo Xvi, cuando las provincias de Gipuzkoa, Araba y Bizkaia (en ese orden) se desvincularon del Reino de Nafarroa. Aquella falta de unidad fue, hábilmente usufructuada, por los reinos de Francia, Castilla y Aragón. Cuando el rey Fernando se apoderó por la fuerza de las armas del reino de Nafarroa (1512), llevaba consigo otra consigna: lograr la división entre los vascongados (todo el Hegoalde, excepción hecha de Nafarroa) y los llamados Nafarrotarras. La Constitución de Cádiz del año 1812 demostraría claramente que la estrategia establecida había dado sus frutos, puesto que allí se hablaba de "PROVINCIAS VASCONGADAS" y "NAVARRA", como si fueran dos entidades disociadas. 22
Este "triunfo" del imperio hispánico encontraría confirmación en el año 1839 cuando se estableciera que los "Fueros de las Provincias Vascongadas y de Navarra" (sic) se otorgaban sin perjuicio alguno para la Unidad Constitucional de la Monarquía Española. También, la Constitución Republicana del año 1873, junto con la de los años 1932 y 1979, logró que las cuatro provincias del Hegoalde permanecieran separadas. El centralismo francés y su rotunda negativa a reconocernos. En la región del Iparralde y tras la Revolución Francesa, la decisión del centralismo ha sido inmodificable hasta nuestros días, a saber: aglutinaron vascos y bearneses (una suerte de primos hermanos) en una entidad administrativa común: antes llamado de los bajos pirineos y desde el año 1971, Departamento de los Pirineos Atlánticos. La historia euskalduna narrada desde sus principios. Euskal Herria no es solo una geografía compleja, sino el conjunto de sus hombres (junto con los usos, las costumbres y la lengua propia) que lo habitan desde tiempos antiquísimos, tanto que en toda Europa no existe una etnia con conceptos tan contundentes como la vasca. El mayor problema que afronta desde siempre la nación euskalduna ha residido en que fue escrita por cronistas extranjeros desde su nacimiento hasta mediados del siglo Xiv. Iguales limitaciones ha sufrido el euskera, dado que tanto el estado francés, como el español lo prohibieron por décadas y tan solo desde hace unos años existe la co-oficialidad del idioma en las escuelas de ambas regiones. Prehistoria El conocimiento de esta etapa será fundamental para una correcta interpretación de la cuestión vasca. Al respecto, nos ha dicho el prominente religioso vasco, José Miguel Barandiarán, que el hombre euskaldún habitó los territorios desde hace alrededor de 50 000 años atrás. Tras profundas investigaciones, concluiría que, a pesar de tamaña antigüedad, el vasco actual data desde aproximadamente unos 7 000 años. Todo indica que aquel individuo no fue otro que el hombre de Cro-magnon. 23
Por tanto, es coherente pensar que las tribus euskaldunas fueron un pueblo originario de Europa, anterior a la llegada de los arios. Fracasados que estuvieran todos los intentos de emparentar a nuestros ancestros con los íberos, etruscos, fenicios o caucásicos, pretendieron luego, convertirlos en descendientes de los celtas, aunque sobran elementos de juicio para sostener que ambos pueblos tomaron contacto entre sí, recién entre los años 800 a 600 a.C. Para reafirmar estos conceptos bastará con señalar el pensamiento del historiador francés Camile Julien: "El problema irresuelto que nos presenta la historia de la Humanidad consiste en descifrar el origen de los vascos". Por su parte, el filósofo alemán Schuchart fue más pesimista: "El origen de los vascos jamás podrá ser establecido", sostuvo y creyó decirlo todo. A su tiempo, el investigador italiano, Biasutti, nos ha calificado de raza isla, aislada de la civilización por razones geográficas. Nada más tendencioso, equivocado e injusto, replica quien esto escribe. Grupos sanguíneos y factor rh negativo, cuestiones claves para entender nuestra antigüedad.
El hombre vasco posee alta frecuencia de grupo O, baja de grupo A y casi nula del grupo B. Con respecto a los grupos sanguíneos de Rhesus, muestra alta frecuencia del rh negativo por encima de cualquier población europea. El investigador G: M. Morant sostiene que tal particularidad se debe a la casi nula influencia que pudieron tener diferentes pueblos o tribus sobre el linaje euskaldun. Sobre el tema se explayaría de forma considerable, en el año1945, el eximio médico argentino (con clara ascendencia vasca) Miguel Ángel Etxeverry. Al presentarlo a la comunidad internacional, sostuvo que existíanaltas posibilidades de que el pueblo vasco fuera la fuente originaria del factor rh negativo. Basaba sus conclusiones en estudios realizados no solo en Euskal Herria, sino también en la República Argentina y Chile (países donde la migración adquiriera ribetes extraordinarios) y la coincidencia de porcentajes fue asombrosa: sobre cien personas analizadas, entre cuarenta y cuatro y cuarenta y seis poseían el Rh negativo. 24
Por supuesto, tales revelaciones científicas fueron manipuladas por sectores interesados en mostrarnos como inclinados al racismo y las "limpiezas étnicas", agravios que por otra parte merecen la repulsa de quienes, vascos nacidos en Euskadi o descendientes de diseminados por el mundo, solo buscamos circunscribir el nacionalismo a nuestra propia etnia. Según Barandiarán, no se conoció durante la Prehistoria invasión alguna de pueblos extranjeros al territorio euskaldun, por mucho que numerosos arqueólogos hayan citado corrimientos de distintas tribus hacia las montañas nafarrotarras. Sobre las mismas cuestiones se explayaron a su tiempo, Martín de Ugalde y Jesús Altuna con trabajos de investigación merecedores de la estima que se les guarda. El euskera, idioma prehistórico Hemos apoyado buena parte de nuestro trabajo en el notable lingüista vasco, "Koldo" Mitxelena. Él ha sostenido que unos 6 000 años a.C. el euskera no había llegado de ninguna parte, sino que representaba una especie de isla o desprendimiento de una familia que debió estar mucho más extendida hacia el norte y el sur de Euskal Herria. Mitxelena afirmaba que incluso hubo vestigios del euskera en todo el sur de la Aquitania y que también se hallaron pruebas toponímicas muy claras hacia el Este y hasta muy adentro de Cataluña. Nuestro referente descreería del emparentamiento del euskera con cualquier otro idioma, así como se ha mostrado acérrimo defensor de la evolución de la lengua vasca por mérito propio en su territorio. Para reforzar todas estas conclusiones, Vicente de Amézaga nos aporta desde las herramientas usadas para el laboreo de la tierra, pruebas irrefutables sobre la antigüedad de nuestra lengua. En todos los instrumentos y utensillos se halla la palabra aitz. Por tanto, teniendo en cuenta que las herramientas se construían con piedra (aitz), el euskera se remontará necesariamente a la época prehistórica. Así tenemos que la lengua unió a todas las tribus euskaldunas de la Prehistoria y no hay, en Europa, otra que haya oficiado en igual sentido. Todas nuestras valoraciones están sustentadas por dilatados estudios realizados por hijos de Euskadi, pero como la importancia del euskera no ha encontrado fronteras a partir del Xix, conozcamos entonces, para sor25
presa de muchos, el pensamiento del Director de la Academia de la Lengua y de la Academia de Historia de España, Ramón Menéndez Pidal: "No existe documento histórico-lenguístico más venerable que el idioma vasco, leyenda viva, y lengua conservada sobre el territorio vasco desde épocas incalculables, quien sabe si anterior al clima y períodos geológicos actuales". Afortunadamente, como toda lengua originaria, el euskera conforma la filosofía, el modo de pensar y obrar del pueblo que la emplea. Superando gravísimas vicisitudes, (las invasiones romanas tratando de imponer el latín, entre otras,) sobre todo cuando las lenguas Romances dieron vida al francés y al castellano, (adoptados por sectores dirigentes) el euskera sobrevivió porque la tozudez del pueblo euskaldun pudo más, oponiendo defensas desde las montañas nafarrotarras hasta la Llanada arabesa. Sin embargo, la imposición política llevada a cabo por los estados lindantes haría retroceder al euskera en beneficio del castellano y el francés. Mucho costaría, por ende, sostener a partir del año 1960 la lenta recuperación de nuestra lengua, dado que entre otros muchísimos contratiempos, emergentes movimientos separatistas enarbolaron la defensa del idioma como premisa innegociable, encolumnando detrás de tremendo tesoro, peticiones que iban, sin escalas, desde lo criterioso a la sinrazón. Ha pesado, y mucho, también, el distinto status jurídico que ostenta hoy día en las provincias vascas. Mientras que en Bizkaia, Gipuzkoa, y Áraba es idioma co-oficial, insólitamente no tiene reconocimiento institucional en la Comunidad Foral de Nafarroa. Si pudiésemos ser objetivos y analizar desde tal postura esta anomalía, soltaríamos una frase con que los malintencionados nos definen: "¡Cosa de vascos…!". Retomando la seriedad con que abordamos tamaña tarea, diremos que, a esta altura de las investigaciones, ciertas conclusiones asoman irrefutables: 1- El hombre euskaldun es una evolución "in situ" del llamado hombre de Cro-Magnon, aparecido en Europa hace unos 35 000años. 2- Desde el punto de vista estrictamente científico, el hombre euskaldun pertenece a un grupo étnico definido. 3- El etnotipo euskaldun registra una antiguedad de aproximadamente 7 000 años. 26
4- No se registran desde la Prehistoria invasiones perdurables de otros pueblos al territorio euskaldun, sino contactos culturales. El mejor ejemplo lo dieron los celtas habitando ciertas regiones de Euskal Herria entre los siglos 800 A 600 a.C., respetando usos y costumbres. 5- El idioma originario de los euskaldunes es el euskera, lengua prearia ajena a las lenguas del llamado tronco indoeuropeo, originarias del Asia y dispersas luego por Europa. 6- Tanto el pueblo euskaldun como el euskera se extendieron a ambos lados de la cadena pirenaica mucho antes que se conocieran los nombres geográficos de Hispania y Galia, dados por los romanos. 7- El euskera sobrevivió a la romanización (con el latín) y a la introducción del francés y el castellano. 8- Durante siglos los euskaldunes fueron monolingües en euskera, siempre transmitido en forma oral en las zonas costeras, rurales y montañosas del País, mientras que el latín y sus lenguas romances adquirirán predicamento en las villas y ciudades importantes. 9- No concebimos a Euskal Herria sin el euskera porque todo idioma es la herramienta del pensamiento del pueblo que lo emplea y de hecho, todo pueblo que defienda su idioma mantendrá su forma de pensar. Introducción a la historia euskalduna La Historia, a diferencia de la Prehistoria, contiene documentos escritos que confirman el contacto de los romanos con los euskadunes por vías pacíficas cuando arribaron a los territorios (a comienzos del siglo i a.C.) navegando por el río Garona, desde el norte, hasta más allá del Ebro, al sur, en una superficie bastante mayor a los 21 000 kms. de la actual Euskal Herria. Fueron los romanos, entonces, quienes dieron el nombre de VASCONES a las tribus euskaldunas que poblaban los territorios hoy determinados para la provincia de Nafarroa. También eran euskaldunes los pobladores de la Gascuña, aunque perdieron su cultura e idioma al adoptar la lengua latina. Proceso similar 27
sufrirían los bearneses (suerte de primos de los vascos) y los habitantes de la región conocida como La Rioja, al sur de Los Pirineos. Volviendo a la romanización, cuando los invasores se afincaron en las llanadas de Araba y Nafarroa (ricas para la agricultura), crearon los fundi, establecimientos rurales importantes y fundaron villas donde el latín sería la lengua utilizada para las actividades rurales y comerciales. Esta región fue denominada Ager Vasconum ('campo de los vascos'). En cambio, en las zonas montañosas, Saltus Vasconum ('el bosque de los vascos'), la influencia romana fue escasa, permitiendo que el euskera se mantuviera vivo y con él, la identidad étnica. Organización Jurídica Los romanos establecieron la organización de valles y reemplazaron a la original de montes de carácter tribal, sustentada en usos y costumbres y no en la ley escrita, condición básica en el derecho romano. Distintos investigadores parecieron coincidir en que los euskaldunes inauguraron con los romanos su política de resistencia basada en el "pactismo" circunstancial para reglar las relaciones con estados invasores más poderosos al paso de los siglos. Pero, donde los historiadores no lograron acordar aun, es precisamente, en qué tipo de invasión podría ubicarse la presencia romana en territorios vascos. Sí, queda claro que solo parcialmente lograron apoderarse de los territorios. Es indiscutible que impusieron su poderío militar-cultural, aunque, en el llano, que por supuesto, eran las zonas más ricas para el comercio y la agricultura. Nadie estará en condiciones de asegurar si obviaron incursionar en los suelos montañosos, ya por tratarse de tierras pobres o porque geográficamente resultaban inaccesibles para sus caballerías y avisados que estuvieran de las estrategias usadas por los dueños de la tierra para contraatacar, decidieron curarse en salud. Tampoco es desechable la hipótesis que indica que el "pactismo" incluía la no hostilización en zonas que le eran propias a las tribus euskas. De todos modos, el rasgo más sobresaliente de la invasión romana estaría demarcado por la llegada del Cristianismo de su mano, al tratarse de la religión del Imperio no tardarían en imponerla en Iruña y Gasteiz (actual Vitoria para el castellano). 28
De acuerdo con las conclusiones del Padre Barandiarán, el Cristianismo tropezó en el pueblo vasco con criterios de vida más que singulares y entonces, se vio obligado a modificar planes y mutar apuros por la introducción lenta, pero segura a través de la evangelización, debido al concepto que del Universo y el hombre mismo tenía el individuo al que intentaban convertir. De hecho, muchas décadas debieron transcurrir para que fueran desplazados elementos del paganismo por rezos y plegarias. Lentamente, en la misma medida que se afianzaba el cristianismo, el latín hacía lo propio en desmedro del euskera. De modo que Euskal Herria pagaría el altísimo precio de convivir con dos sistemas de vida protagonizados por individuos de igual raíz étnica, pero divididos en "vascos-euskera-parlantes y vascos-latino-parlantes". Dejamos ex profeso para el final una apreciación del griego Estrabón respecto de su pensamiento sobre los euskaldunes: "Se trata de pueblos sobrios que no beben más que agua y duermen en el suelo. Usan los cabellos largos y por alimento. comen carne de cabra, también bellotas con las que fabrican pan y solo en celebraciones toman una especie de cerveza (algunos historiadores la han llamado sidra) y vino. A falta de aceite consumen grasa. Y a la hora de almorzar, lo hacen sentados sobre bancos construidos a lo largo de las paredes, donde permanecen alineados según rango y edad, haciendo circular los alimentos de mano en mano, de unos a otros. Los hombres, generalmente visten de negro y usan kapusai (especie de capa de lana). Utilizan recipientes de madera y su moneda consiste en pequeñas láminas de plata. También practican el trueque y organizan luchas, pugilatos y carreras de toda índole". Sobre la particular manera de divertirse del pueblo, agregaría: "En las fiestas, las mujeres lucen adornos con flores y los hombres ejecutan la flauta y la trompeta. Como característica principal de sus bailes, me ha llamado la atención que lo hagan saltando y cayendo sobre sus piernas dobladas, sin mostrar cansancio alguno al paso de las horas". Si tenemos en cuenta que Estrabón ha sido considerado el padre de la Geografía y en su interés y curiosidad sin límites viajaría por casi todo el continente, también quedaría demostrada su convivencia temporal con tribus euskaldunas (vertió estos conceptos en el comienzo del período invasor romano,63 a.C.). Acabaremos comprendiendo la antigüedad de la historia de nuestros ancestros y muchos de sus usos y costumbres, 29
inalterables al paso de los siglos (en pleno siglo Xxi, en ciertas regiones montañosas de Euskadi, la leche se hierve a través de piedras calientes). La difícil convivencia con francos y visigodos Entre los siglos v y vii los euskaldunes vivieron enfrentados con los francos al norte de Los Pirineos y con los visigodos al sur de la cadena montañosa. Y aunque sea habitual encontrar en crónicas de autores francos la expresión latina domuit feroces vascones ('hemos domado a los feroces vascos'), no es menos cierto que todos sus intentos por hacerse del territorio se circunscribieron a meras expresiones de deseos, solo matizadas con ocupaciones parciales. Durante tres siglos las hostilidades se caracterizaron por incursiones fallidas de los invasores (existieron sumisiones temporales y no más, repliegues a las alta montaña, contraataques y nuevamente a empezar…) A diferencia de la conquista romana, los pueblos germanos mostraron estar organizados para la guerra sin cuartel, el pillaje y la aniquilación física del oponente. Sin embargo, también su fracaso fue estentóreo, puesto que salvo en la Llanada arabesa, no consiguieron establecerse en las demás regiones. Ni siquiera el rey visigodo, Leogivildo, con su victoria armada del año 581 (fundaría luego. una fortaleza casi inexpugnable a la que daría el nombre de Victoriacum) lograría réditos importantes. Igual fiasco les esperaba a sus sucesores Rescenvinto, Suintila y Wamba. Algunos historiadores le atribuyen a Rodrigo, último rey visigodo en tierras euskaldunas, algún éxito en la conquista. Quizás, de no haber coincidido su pretendida conquista de Iruña en el año 711 con la invasión árabe a la península ibérica, su notable ejército hubiese doblegado la heroica defensa establecida por los vascones. De todos modos, como no ocurrió, no tendrá entidad la hipótesis… Ya situados en la región del Iparralde, digamos que se constituyó allí la primera estructura estatal de los vascos, a favor de la diáspora franca: el DUCADO DE VASCONIA y su prolongación al sur de Los Pirineos con la creación del reino de Nafarroa. De acuerdo con las conclusiones emitidas por el historiador Ildefonso de Gurruchaga, el Ducado de Vasconia nació a comienzos del siglo vii, extendiéndose desde la ribera del Ebro, aguas arriba de Zaragoza, hasta las orilla del río Garona, 30
En uno de sus innumerables trabajos al respecto, Manuel de Irujo ha sostenido que la política de francos y visigodos para dominar a los vascos fue similar, aunque la reacción de éstos fuese distinta respecto de los pretendidos conquistadores. Dijo el prominente historiador que mientras los pueblos del Iparralde aceptaron la institución ducal (luego la combatirían desde su interior), los habitantes del Hegoalde rechazaron su tutela, convertidos inmediatamente en enemigos. La batalla de Orrega -15 de agosto del año 778. El paso de Orreaga (Roncesvalles para el castellano) es el puente que une ambas laderas pirenaicas y el País mismo. Se trata de la puerta ineludible que debieron atravesar todo tipo de invasores, peregrinos. mercaderes y viajeros, obviamente tampoco pudieron eludir dicho paso ni aventureros, ni fugitivos. Nos referiremos a un hecho histórico, sin parangón en el misterioso pasado euskaldun que los cronistas extranjeros trataron de minimizar sin éxito. Aunque la inolvidable batalla diera lugar tres siglos después a la famosa Chanson de Roland, el poema épico francés por excelencia. Pueden "apreciarse" en su contenido los lamentos de tanta humillación padecida por el emperador Carlomagno a manos de los vascones. Y como expresan el tenor de un estado de ánimo inmodificable tras la derrota y una sed de venganza impropia de un vencedor de sus quilates, la simple pretensión de reducirlo todo a escaramuzas aisladas y sin entidad ha sonado a falacia ancestral. De acuerdo con los cronistas francos, el fundador del Sacro Imperio Romano-Germánico decidió arrebatarle a los árabes la ciudad de Zaragoza. Para concretar tales emprendimientos debió atravesar la cadena pirenaica y al encontrar resistencia en la fortificación de Iruña, destruyó sus murallas y una vez consumado el incendio, prosiguió su incursión hacia el Sur. Es justamente en este punto donde la yuxtaposición de versiones y datos suministrados por distintos historiadores nos ha creado cierta nebulosa. Pero, inclinados por la intención de cuantificar este trabajo, consideramos importante suministrar los nombres de los protagonistas acercados por el profesor de Historia, vasco oriundo de Donibane Garazi, Jean Pierre Frezot. Él nos dice lo siguiente: "El gobernador árabe de la ciudad de Zaragoza, Soulemiman-ben-Jakthan-ben-el Arabí había solicitado su ayuda para sofocar la rebelión propiciada por el aventurero 31
Al-Husayn, pero la demora del franco en llegar permitiría posteriores negociaciones que anularon unilateralmente los acuerdos preestablecidos que incluían la cesión de territorios euskaldunes a cambio de "los servicios prestados". Nuevamente aquí, en una suerte de embudo, el devenir de los acontecimientos se unificará para sostener que fracasados sus intentos expansionistas, desanduvo caminos, dispuesto a cruzar nuevamente los Pirineos con sus aproximados quince mil soldados. Si bien es cierto que la vanguardia de su ejército atravesaría sin mayores dificultades los desfiladeros, al caer la noche, la retaguardia fue sorprendida por los vascones en el Paso de Orreaga (Nafarroa). Eghinardho, su secretario personal y uno de los biógrafos más reconocidos del emperador, tendría mucho que decir al respecto cuando diera testimonio en el año 830, con sugestivo título a su crónica Wasconicam Perfidiam,-'la perfidia de los vascones'-. Veamos: "A su retorno, nuestro ejército cabalgaba en larga columna, cómo lo exigía la estrechez de los desfiladeros. En el anochecer del segundo día de travesía, el pillaje de los vascones tendió una emboscada en la cima de los montes, abalanzándose y empujando cientos de soldados con sus respectivas monturas al vacío de los valles situados más abajo. Al trabarse en batalla, los vascones, mucho más ágiles y conocedores del terreno que pisaban, mataron hasta el último de nuestros hombres, arrebatando armas y ropas. En el combate murieron aliados de sumo valor y confianza de nuestro magno emperador, entre muchos otros: Eggihard (Mayordomo Real), Anselmo, (Conde de Palacio y Roldán (Prefecto de la Marca Bretaña)". A confesión de partes, el relevo de pruebas se haría innecesario, no obstante, para darle a la gesta un tinte marcadamente nacionalista, el sacerdote e historiador vasco, nacido en la región del Iparralde, Pierre Narvaitz, aseguraría que los euskaldunes que infligieran a Carlomagno la más humillante derrota militar, fueron vascos puros de ambas vertientes al mando del padre de quien a la postre sería coronado primer rey vascón en el año 824: Eneko Aritza. A su tiempo, Arutro Campión sostendría que la batalla de Orreaga había dejado dos enseñanzas irrefutables: en los vencidos, necesidad de vengarse de cualquier modo y en los nuestros, la conveniencia de aliarse con los muladíes aragoneses. 32
Módulo
ii
Eneko Aritza, primer rey vascón y fundador del Reino de Vasconia. El largo milenio que nos separa del trecho histórico que va desde el año 760 al 852 solo podremos recorrerlo, harto dicho está, pero se trata de estricta verdad, de la mano de los cronicones extranjeros. Sin más opciones, (noticias sueltas escritas por autores francos, árabes y hasta asturianos) harán las veces de nexos que nos permitan acercarnos a los extraordinarios sucesos acaecidos en tierras euskaldunas. Ni siquiera la espesura de las nieblas que cubren los desfiladeros de Burgui, Orreaga o Pancorbo se asemejan a la oscuridad que nos impide cuantificar en su justa medida la acción patriótica de Eneko Aritza, primer rey de los vascos. Los escenarios naturales de toda nuestra historia no son otros que las montañas y los desfiladeros (de máximo valor para tender emboscadas a los pretendidos invasores), donde los caudillos euskadunes levantaron fortalezas defensivas ayudados por la indescriptible geografía. El nacimiento de Eneko Aritza coincidiría con el desmembramiento del Ducado de Vasconia (ejemplo de unión de todos los vascos en una sola fuerza) a manos de Carlomagno. Tras los sucesos quedaba destruida la alianza vasco-aquitana de más de un siglo de existenciadonde los duques Hunaldo y Waifre jugaron rol decisivo en el sostenimiento del Ducado. El territorio euskaldun, entonces, se vio jaqueado en su totalidad. Por el Sur, los musulmanes merodeaban Iruña por medio de la familia Banu 33
Qasi, establecidos en Tudela. Por el Norte, el franco Pipino acechaba al otro lado del río Loira, mientras que la región occidental, abandonada a sus propias fuerzas, debería soportar el peso de la amenaza asturiana, siempre poderosa y provocativa. Tras el asesinato del conde Waifre (urdido por los germanos mediante el soborno de su guardia), en el año 767 se firmó el capitulado de Saintes, donde la Aquitania se transformaba en posesión franca. En medio de la caótica situación, surgiría Lupo II como duque de Vasconia, al tiempo que Hunaldo, de origen aquitano, confirmaría sus pretensiones a la corona usurpada. Sin embargo, en primera instancia la fortuna acompañó a Lupo II al conseguir la independencia de su ducado. En tanto, Hunaldo era vencido por los francos. Éste, luego, incurriría en un error estratégico propio de quien solo pretendía salvar su vida. Al refugiarse en la Vasconia daría la excusa perfecta a sus vencedores para arremeter contra todos los vascones. Y entonces, Lupo, acosado por la superioridad del ejército invasor y abandonado que fuera por todos los caudillos regionales, decidió entregar a Hunaldo y su mujer, sometiéndose él también, a los francos. Su oportunista determinación cayó muy mal entre los "buruzaguis" y condes vascones de los valles meridionales que comenzaron a obrar por cuenta propia desde Iruña a Jaca. Sucederían décadas de desencuentros internos y usufructo de los invasores que rápidamente supieron leer la impronta vascona: si pactaban individualmente con cada uno de ellos, perpetuaban la división. Ya adentrándonos en el núcleo del módulo, digamos que nuestro primer rey sería un niño (coincidencia casi total de los investigadores) cuando el emperador Carlomagno comenzaba a hacer temblar a Europa con cada una de sus cincuenta y seis incursiones militares continentales (Orreaga sería la única mancha a tamaño currículum). Infancia de Eneko Artiza. Tomaremos como propias las conclusiones de don Arturo Campión para definir a Eneko Aritza como un caudillo de méritos extraordinarios y las del Arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada para sostener que, nacido alrededor del año 760, prontamente y por imperio de las circunstancias se convertiría en un líder acostumbrado a guerrear, morador de 34
las comarcas pirenaicas y definido como excelso conocedor de su propio paraíso geográfico, cuyo nombre estaba relacionado con sus dotes personales y buena fortuna, así como el apelativo ARITZA (roble) tenía que ver con su rudeza mostrada en cada combate protagonizado. En el primer módulo hicimos referencia a la batalla de Orreaga munidos de todos los elementos que surgieran de las distintas fuentes consultadas, con la clara intención de mostrar el significado que tuvo, no solo como un triunfo liso y llano, sino por las enseñanza que dejara a propios y extraños (siete siglos más tarde, la batalla de Munguía tendría el valor épico de la unión nacional en defensa de la libertad). En este segundo módulo y a modo de punto final sobre Orreaga, hablaremos de la importancia que les cupo a algunos caudillos en los acontecimientos previos y sin cuyo invalorable aporte difícilmente aquel punto de partida hubiese existido. Los caudillos protagonistas de la Batalla de Orreaga 1- Muza ben Fortun, caudillo de las llanuras vasconas y riojanas 2- Ximeno El Fuerte, caudillo de la región occidental vascona 3- Belazko, caudillo de la región arabesa 4- Casa Aznarez, sus referentes eran caudillos casi siempre sumidos a los francos. El duque Lupo ii de vasconia Por supuesto que en ninguna apretada síntesis que intentara rescatar la valerosa acción emprendida por caudillos euskaldunes podría figurar un individuo con tan pocas virtudes morales. Ambivalente, contradictorio y oportunista, solo podemos rescatar que "mirara para otro lado" cuando los vascones, con su probado consentimiento, promovieron la estrategia de emboscar en Orreaga al ejército franco. Tiempo después del enfrentamiento, Carlomagno mandó ahorcarlo ante la certeza que buscando réditos propios nada hizo por impedir el contraataque mortal sufrido. Eneko Garseanes, dueño de las montañas nafarrotarras El padre de nuestro Eneko Aritza figura en todos los documentos hallados de la época como el caudillo establecido en la villa de Izaba (en el valle de Erronkarri), verdadera fortaleza defensiva cerrada, con una sola 35
puerta de acceso y angostísimos e interminables desfiladeros, donde su inexpugnabilidad la convertía en último refugio. Eneko Garseanes dominaba a voluntad su pequeño reino desde Jaca hasta el mar por la región iruñesa y hasta Estella, lindando con otro ducado gobernado por su hermano Ximeno El Fuerte, tío de Eneko Aritza. Volviendo por un momento a la batalla de Orreaga, a manera de apoyo cronológico, digamos que diversas crónicas indican que nuestro primer rey Eneko tendría alrededor de dieciocho años cuando aquélla se librara. Dable es pensar, entonces, que bien pudo participar de las discusiones, tácticas y estrategias establecidas por los buruzaguis, así como de intrigas, ambiciones y tristezas de un pueblo que dormía con los ojos abiertos. En una composición de lugar ineludible por el tenor del pasado que revisamos, nos regodeamos al imaginar un ambiente rodeado de exaltaciones patrióticas donde creciera el notable caudillo montañés. El Padre Barandiarán, al hacer una semblanza de aquella cuasi sociedad en diáspora permanente, ha sostenido que la juventud de Eneko Aritza transcurrió entre insurgentes detenidos y profugados en un ducado como el de la Vasconia (Iruña mantenía su independencia, a pesar de todo) que cambiaba de manos sin solución de continuidad, puesto que cuando los godos y árabes conseguían ocuparla, los montañeses, desde Orreaga hasta Jaca, se encargaban de recuperarla. A partir de la magna victoria, la Casa Aritza se consolidó en la ladera meridional de Iruña, mientras que el humillado Carlomagno entendía como necesidad sine-quanón la creación de un reino (en La Aquitania) para controlar y combatir a los vascones hasta su exterminio, antes que proseguir con incursiones militares en regiones tomadas por el Islán hispánico. Cómo guerreaban Carentes de formación profesional, los vascones se inspiraban en su genio guerrillero y patriotismo. También será justo reconocer que la inaccesibilidad de buena parte de su geografía jugaba a favor, dado que cuando los invasores tomaban las llanuras, los euskaldunes se refugiaban en las gargantas montañesas, contraatacando por sorpresa sin permitir la recuperación de sus agresores en tiempo y forma. 36
Un modo de amar su libertad El pueblo euskaldun fue siempre indócil para las ambiciones imperialistas. Hábil contragolpeador, el individuo eusko lograba mortificar cualquier planificación militar orquestada en su contra y de tal suerte, tras la fallida intentona de Carlomagno, el poeta sajón. Angiliberto agregaría una perla más al interminable collar de epítetos lanzados contra una etnia que solo buscaba vivir en paz en territorios que le pertenecían, cuando los llamara "turba nefanda de ladrones". La familia Aritza desde su nido de águila Mientras todo el territorio vivía en estado de convulsión por las invasiones musulmanas, entre Iruña y Jaca, los valles respiraban clima de independencia y calma. Casi finalizado el año 801, Eneko planeó el golpe más audaz que registrara la historia, no solo contra los francos, sino también contra el poder de la familia Banu Qasi. Tras arduas negociaciones, logró unir en torno suyo a todos los caudillos regionales, como Garzí-Ennekones en el Ducado y Ximeno en la frontera arabesa. El principal obstáculo lo hallaría en el tudelano de origen musulmán, Muza ben Muza, prepotente gobernador de la ciudad de Tudela. Sin embargo, al cabo de pactos escrupulosos y otros no tanto, aquél se convertiría en férreo aliado. Seguramente, el hecho cierto que el musulmán contrajera matrimonio con Assona, hija de Eneko, contribuyó y mucho al poderío ostentado por nuestro primer rey. La importancia de la alianza entre los Aritza y los Banu Qasi. Probablemente, la manifiesta enemistad entre la Casa Belazco y Muza ben Muza determinó conferirle el poder a un tercero que tuviera predicamento y posibilidades de concretar acuerdos para la convivencia pacífica: LOS ARITZA fueron los elegidos para mediar en el contencioso que amenazaba la estabilidad de la región. Entonces, obedeciendo a estrategias dictadas por la Casa, los caudillos vascones entorpecieron la invasión planeada por el emperador franco, Ludovico a Catalunya, al punto de potenciar la sublevación de los catalanes hasta límites violentísimos. 37
El nuevo revés militar obligaría a los francos a utilizar la vieja táctica del engaño usada con éxito contra el caudillo vascón, Aldarico. Así fue como los francos citaron a los caudillos vascones que apuntalaban la resistencia catalana a exponer sus quejas ante la realeza y sus jueces (el tránsito obligado de los ejércitos francos por territorio euskaldun era la causa principal). Muy a pesar de la rotunda negativa de Eneko Aritza a que sus aliados concurrieran, fue desobedecido y una vez que estuvieron en la Corte franca se les sometió a juicio, luego enviados a la cárcel y muchos de ellos sufrieron castigos atroces. En la primavera del año 803, Carlomango preparaba una nueva invasión a Catalunya convencido que sus defensas estaban ya debilitadas, dada la ausencia de los caudillos vascones. Por supuesto, ignoraba tercamente que Eneko Aritza, haciendo igual lectura del devenir, reagrupaba a los caudillos fieles que no habían cruzado Los Pirineos en las regiones montañosas del territorio, manteniéndose alejado de la sucesión de batallas que siguieron a la caída de la fortificación de Catalunya. Debieron transcurrir cinco largos años antes que declinara el protagonismo franco en Euskal Herria. Entonces, cuando la equiparación de fuerzas se hacía notar ya hasta en aisladas escaramuzas, reapareció en la escena política, Eneko Aritza, por primera vez como aliado de Garsea Galindones, apodado "Malo", nieto del famoso Belazko, Señor de Iruña y a la postre mediador de aquél cuando fuera expulsado de los territorios el pro-franco y también caudillo vascón, Azenaris Galindones. Cuando los francos fueron derrotados definitivamente en Euskal Herria, Garsea "Malo"casó con Oca, hija de Eneko, y se hizo cargo del condado de Jaca, bastión fundamental para sostener las aspiraciones del joven caudillo de reunificar a los vascones bajo la Alianza Patriótica, uno de sus mayores desvelos. Entonces, tras innumerables pactos, Iruña, Jaca, Los Ducados vascones y nafarrotarras, junto con Tudela, los monjes del Monasterio de Leire y un pueblo deseoso de encontrar su sistema orgánico para convivir, hicieron posible la creación del reino iruñés. Nombre y apodo del primer rey vascón ENEKO es un nombre personal de muy antigua data. Es el IÑIGO de los tiempos modernos y el IÑAKI de nuestra generación. En textos 38
latinos también lo veremos como ENNECO para el hombre Y ENNECA u ONNECA para la mujer. Sin embargo, en textos árabes aparecerá como WANCO, UNEKO, o WEENKOH, mientras que para el francés la variante será INDUON y una tradición biskaitarra nos hablará de un tal Don ENDEKA. Cuando hablamos de confusiones y tantas dificultades para encontrar certezas en el pasado profundo de nuestra historia, no tenemos más que remitirnos al hecho relatado. Resultará más que probable que en una nación narrada por cronicones extranjeros, un mismo hombre, con diferentes nombres o similares en escritura y pronunciación, haya protagonizado iguales gestas y logrado estar al mismo tiempo en diversos lugares. Sin embargo, como todo ensayo deberá ceñirse a la mayor cantidad de verdades posibles para apuntalar sucesos, eso haremos. Consideramos que el Códice de Meyá, representa un baluarte a la hora de cotejar narraciones. Entonces, nos inclinaremos porque ENEKO ARITZA fuera hermano de XiMENO ENNECONES y ambos, hijos del notable caudillo solo conocido por el nombre de Eneko, vencedor de Carlomagno en el año 778. Su patronímico Las desaparecidas crónicas de Val-De-Ilzarbe (no por ello, menos importantes) mencionaban al Libro de la Regla de Leire cuando sostuvieron categóricamente que el árbol genealógico de la Casa Aritza nacía con Ximeno Ennecones, padre de Eneko Semenonis (durante su reinado fueron trasladadas a Nafarroa las santas Nunilona y Alodia). Los caudillos de aquellos tiempos 1- ENEKO ENNECONES (padre de Garsea Ennecones). 2- ENEKO GARSEANES (fundador de la Casa Arizta para algunos historiadores en el año 770). 3- XiMENO ENNECONES (El Fuerte, hermano de Eneko Aritza). 4- ENEKO ARITZA (hijo de Eneko, apellidado Ennecones para algunos). 5- GARSEA ENNECONES (para otros historiadores, también hermano de Eneko Aritza). 39
El segundo Orreaga producido en el año 812 Tras la muerte de Lupo Sanzio, duque de Vasconia, en el año 812, todo Euskal Herria hirvió de agitación popular al entrever la posibilidad de independizarse definitivamente de los francos. La insurgencia desatada adquiría ribetes más que preocupantes para el rey aquitano, Ludovico Pío, que se vio obligado a intervenir militarmente el territorio. Sus cronistas aseguraron que agotó las posibilidades de diálogo con los vascones renuentes a vivir bajo su autoridad y que para someterlos incendió distintos poblados, obligando a sus habitantes a refugiarse en las montañas. Guiados siempre por el relato de sus cronicones todo indica que avisado que estuviera de la estrategia que les permitiera a los díscolos vencer a Carlomagno veinticuatro años atrás, sería Ludovico quien sorprendiera a los vascones escondidos en las máximas alturas de los desfiladeros, sometiendo por la fuerza de las armas a una matanza innecesaria de mujeres y niños en primera instancia para lograr la rendición incondicional de los hombres. La muerte de Carlomagno en el año 814, otra puerta a la libertad. Tras la muerte del famoso y temido monarca, desaparecería también la figura más colosal de Europa y su tiempo. Dictador e inescrupuloso, no había trepidado en aliarse tanto a cristianos, como a musulmanes, según conviniese a sus ambiciones. Triunfador en cincuenta y cinco batallas continentales, murió sumido en tristeza y sed de venganza por la humillante derrota que le propinara el pueblo euskaldun veintiséis años antes. De aquella lección aprendida por la derrota, hacia el año 806 ya respetaba la unidad vascona por temor a exasperar a los montañeses. Le sucederá en el trono su nieto Pipino I, hijo de Ludovico, siempre ocupado por contener las rebeliones inacabables llevadas adelante por los iruñeses. Sin embargo, más allá de cualquier conjetura, no será descabellado suponer que Eneko Aritza seguiría conjurando contra los invasores desde sus montañas. Al paso de los años, la opresión franca originó un levantamiento general euskaldun, tanto en el sumiso Ducado como en la incontrolable Iruña. De la crisis del año 816 surgiría nítida la figura del tío de Eneko Aritza, Garzí Ennecones, decidido a crear un Reino independiente. 40
Lamentablemente, la alianza franco-musulmana acabaría con la vida del heroico caudillo a orillas del río Adur en un enfrentamiento de proporciones y su lugar sería ocupado por su primo Lupo Zentulo, quien se mantendría en estado de rebeldía por otros dos años, al cabo de los cuales también resultó muerto en otra refriega montañesa. Hacia el año 822 habían transcurrido otros seis años de inestabilidad política y social en todo el territorio. Con Araba ya aislada, Eneko Aritza asumió todo el poder en Iruña. Todos los documentos hallados indican que cumplió a rajatabla con su estrategia preestablecida de unir a los caudillos vascones con los Banu Qasi en intrincadas redes de alianzas matrimoniales hasta convertirlos en compatriotas y parientes políticos. El predicamento de Eneko Aritza crecería hasta el punto de convertirse no solo en el líder de todas las fuerzas montañesas, sino también en árbitro de cualquier disputa o desavenencia entre condes y buruzaguis. El reino primitivo que gobernara Eneko en un principio revestía pequeñas dimensiones, dado que se trataba de un bloque montañoso con inmensas selvas cubriendo colinas y llanuras. No obstante, el nuevo monarca tuvo ante sí, ímproba tarea: defenderse, subsistir, unificar y armonizar distintos intereses de aliados acostumbrados a decidir por su cuenta y orden. Su obra maestra consistió en convertir a Iruña en una ciudad esplendorosa e iluminada por el futuro. No solo la defendió de las ambiciones imperialistas de los francos, sino que aferrado a la alianza con la tudelana Casa Banu Qasi, también la resguardó del inmenso poderío musulmán hasta convertir a los vascones (duchos guerreros montañeses, diestros en el uso de la lanza y el caballo) en excelsos pastores y por qué no… en sembradores. Con Iruña convertida en capital vinculada social y políticamente con el Principado de Tudela y el condado de Aragón, Eneko veía sus sueños cumplidos. Para reafirmar dicha sentencia, diversos documentos de la época darán fe del carácter real que representaba Eneko Aritza. El texto más venerable y auténtico es, indudablemente, el Códice de Meya cuando al referirse al rey, sostiene: "Ordu numerum regum iruñesium. Nneco cognomento aresta". Otro testimonio de indudable valor lo daría el historiador general más antiguo, el Arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada al asegurar que 41
en tiempos de invasiones árabes surgió un varón oriundo del condado de Bigorra, habilidoso en el manejo de las armas y de ilimitado valor. Porque la suerte siempre lo acompañaba le atribuyó el nombre de ENEKO y por su fortaleza en el combate, ARITZA. A conclusiones coincidentes entre historiadores, nada agregaremos, salvo satisfacción. Como colofón de sus conceptos, el Arzobispo consideraría que mereció largamente la jefatura entre los naturales del País por la concreción de hitos históricos e inigualables. El reino de Iruña y sus Estados Confederados. 1- DUCADO DE IRUÑA: La Casa Ximeno, rama de los Aritza, dominó su diminuto Estado. 2- TUDELA: Los lazos nacieron en tiempos del primer Orreaga, cuando la viuda del padre de Eneko casara con Muza ben Fortún. 3- ARABA: Bajo dominio del caudillo Belasko mantuvo distanciamien to cierto con los Aritza, aunque no al punto de enemistarse. De hecho, el casamiento de Garsea "Malo" con una hija de Eneko Aritza allanaría los caminos hacia entendimientos fundamentales. 4- ARAGÓN: Su caudillo más poderoso, Azenari, solo trabaría alianzas con Iruña tras el casamiento de su hijo, Azenari II, con lo cual se transformó en verdadero puntal del reino. 5- DUCADO DE VASCONIA: Hábilmente, Eneko Aritza terció entre los caudillos vascones y los belicosos hijos del franco Ludovico. Tras provocar distintos alzamientos y ofrecerles protección, lograría anexar aquellos dominios a su reino iruñés. Estados vecinos del reino de Iruña hacia el año 824. AQUITANIA: Regida por Pipino I en nombre de su padre, el emperador Ludovico Pío, jamás intentó otro Orreaga para apoderarse del reino. A Eneko Aritza lo benefició de forma extraordinaria la lucha desatada entre los hijos del legendario emperador cuando éste casara con la joven Judith y trajera al mundo un nuevo heredero, Karolo. (rechazaron al hermanastro, encarcelaron a su madrastra y malgastaron lustros en reposicionarse militarmente). 42
ASTURIAS: Reinaba Alfonso II El Casto, quien viviera su infancia refugiado entre euskaldunes, con parientes de su madre. Ultra religioso, nunca ocultaría sus ambiciones por apoderarse del reino de Iruña para anexarlo al Ducado de Cantabria, del que se sentía heredero. AL ANDALUS: Gobernada por Abderramán II, era el estado más potente, influyente y poderoso, por ende, el más peligroso para las intenciones de Eneko Aritza de mantenerse libre de invasores. Para entender de manera llana tantos vericuetos y acontecimientos acumulados en la Historia, digamos que mientras los árabes denominaban Al Andalus a la península, los cristianos pirenaicos, asturianos y gallegos llamaban Hispania al estado musulmán peninsular, cuya capital era Córdoba. Asimismo, hacia el año 768 dejaría de emplearse la voz Vasconia para denominar a todos los vascos. Solo los pertenecientes al Ducado serían así denominados, mientras que a los vascones de Iruña los textos árabes los identificarían como Al-Baxquenex. Eneko e Iruña entre francos, musulmanes y asturianos A pesar de la debilidad de los reinos circundantes, Eneko dominaría un país pobre en recursos propios, limitado al pastoreo y a la escasa agricultura de la media y alta montaña. Sin embargo, culturalmente mantendrá fluidos contactos con las corrientes líderes de Europa, todavía poderosas, al amparo de los numerosos y nutridos monasterios establecidos en el territorio (sostenedores a través de la religión de las tradiciones y costumbres euskaldunas). Eneko Aritza aprovechará los desencuentros entre el emperador Ludovico y sus hijos sobre el dominio de la región aquitana para acrecentar su poder, situación de la que haría pleno usufructo en el año 832, el caudillo Azenari Sanziones para declarar la independencia de la Vasconia Ducal. La visita del santo eulogio al reino vascón. Sus conclusiones. Durante su visita al Monasterio de Leire aprovechó para investigar en su célebre biblioteca preciosos libros con los cuales instruiría a sus discípulos, haciendo viajar la cultura a través del Emirato musulmán. 43
Los volúmenes de los que se serviría para extractar citas de inapreciable valor fueron: 1- La ciudad de Dios de San Agustín 2- Las obras del poeta Horacio 3- Las fábulas de Aviedo 4- Las sátiras de Juvenal 5- Las pequeñas obras de Porfirio 6- Los epigramas de Adelelmo Las investigaciones realizadas pusieron de manifiesto la importancia filosófica, científica, literaria y religiosa de aquellos Monasterios levantados en las laderas montañosas del Roncal, Leire, Zalazar y Ansó. No obstante, lo más importante fue conocer el pensamiento y conclusión final del sabio religioso y director de la resistencia cristiana a la ocupación musulmana. La sentencia final del santo sobre tierras euskaldunas fueron extraídas de la carta que le enviara una década después de su estadía a Wilesindo, obispo iruñés. No solo agradecería en la extensa misiva la protección recibida cuando recorriera un territorio plagado de salteadores (sinónimo de muerte segura), sino también las muestra de religiosidad que apreciara y que por supuesto, le hicieron mucho más llevadero el destierro padecido. Ponderaba, al mismo tiempo, la devoción de los pobladores de Leire y de los ocupantes del Monasterio en participar de actos de fe hacia Jesucristo, basado en oraciones y plegarias. Hará especial mención a las horas dedicadas a la lectura de las Sagradas Escrituras (enfatizaría que a muchas de ellas hubo tenido acceso por primera vez en aquel Monasterio) y a la libertad con que se movían los iruñeses en su tierra, teniendo en cuenta que en el resto de la Hispania se sufría sin solución de continuidad el yugo invasor moro. Bautismo bélico de Eneko Artiza. El triunfo en la Batalla de Sesma La alianza establecida con el tudelano Muza le permitiría a nuestro rey responder a los escasos ataques musulmanes. Respaldado por un ejército módico en recursos y escasamente militarizado en contraposición con las disciplinadas tropas árabes, se basaría en estrategia compuesta por emboscadas y tácticas de ataque y repliegue sorpresivo para contrarrestar el desvasaje: la guerra de guerrillas implementada por el caudillo 44
nafarrotarra advirtió al invasor sobre la conveniencia de no incursionar allende las montañas. Por otra parte, las serias divergencias entre el Banu Qasi Muza y el Emir Abderramán II llevarían a éste a invadir Araba, obligando a Eneko a involucrarse en el conflicto. Sin alternativas al respecto, enviaría al foco de la contienda, entonces, a su hijo Garsea Enekonis al comando de oscuros buruzaguis montañeses desprovistos de aptitudes militares, pero enjundiosos y sobrados de valor como para acometer contra el inmenso poder musulmán. Fue así como la caballería mora se encontró de repente, cruzando el río Ega, con jinetes euskaldunes y tudelanos, prestos y astutos, que tras cuatro horas de combate feroz, hicieron prisionero al jefe enemigo. La batalla del año 842 revalidaba de aquel modo la victoria conseguida en el paso de Orrega seis décadas y media atrás. La venganza del emir derrotado en Sesma derivó en violentos ataques a Iruña y una resistencia titánica que duraría tres años Nunca imaginaron los montañeses nafarrotarras, tampoco su rey, que la derrota de Sesma traería aparejada en una corte altiva y soberbia, sed de venganza insaciable contra el novel monarca. Sucesivamente cayeron Iruña y la fortaleza de Sarat Kays, y se estableció una paz provisoria hasta la primavera del año siguiente (843), cuando en cercanías de Iruña, la alianza establecida entre Garsea Enekonis y Muza ben Muza, junto con contingentes gallegos, arabeses, y castellanos enfrentaron a los árabes con resultados catastróficos para los aliados. En la contienda resultaría muerto el nieto de Eneko Aritza, Fortún Enekonis, y un mensaje de escarmiento singular instrumentaron los moros: enviaron la cabeza del noble a la ciudad de Córdoba para demostrar que a todos los rebeldes podía caberles igual suerte. No obstante, en el verano del año 844, buenas nuevas llegarían al reino: Muza ben Muza, a pesar de la aplastante derrota sufrida, un año después se había recuperado militarmente y estaba en condiciones de enfrentar al Emir. Éste, que en un principio tenía decidido repeler la insurrección, decidió enviar mensajes de paz a través de su hijo y reponerle al tudelano todos sus honores a condición que tomara parte del enfrentamiento armado e insoslayable ante otro poderoso enemigo: los normandos. 45
Ya inserto en la guerra contra aquéllos, tras tres largos años de insurrección, Muza ben Muza lograría derrotarlos y agrandar su pequeño reino tudelano mediante negociaciones. Entre las más importantes citaremos el canje de rehenes árabes por él retenidos en algún lugar de las montañas. Entregaría un general por año a cambio de territorios para anexar a sus dominios (eran cuatro en total), pero mantendría cautivo por más de siete años al último de ellos como garantía para no ser atacado. Y ya en su osadía ilimitada no trepidaría hasta considerarse Tercer Rey de Hispania. Siguiendo el curso de la Historia, hacia mediados del año 845, Garsea Galindones "malo", yerno de Eneko e investido en Príncipe de Iruña y con jefatura en Jaca, cobraría relevancia inusitada. Durante un período relativamente largo, más de un lustro, mantuvo graves disputas armadas contra ocasionales invasores y gobernó siempre atento a las ambiciones desmedidas de Muza ben Muza. A finales del año 850 se celebrará la paz entre Iruña y los Ducados de Nafarroa y de Vasconia. Esta tregua afectaría los planes expansionistas del tudelano al quedar sin enemigos, por lo que decidió desconocer todo pacto establecido y liderar un año más tarde la batalla de Abelda entre moros y cristianos. Últimos días de Eneko Aritza Ya anciano, paralítico y cercano a los ochenta años, Eneko traspasará el poder a su hijo Garsea para retirarse luego al Monasterio de Leire, donde lo encontraría la muerte. En el período en que su hijo gobernaba en su nombre, fueron trasladadas al templo nafarrotarra las dos santas vírgenes martirizadas en El Andalus, Nunilona y Alodia. El acontecimiento resultará conmovedor a juzgar por el culto observado y las donaciones que se hicieron en los años posteriores al crimen. Antes de morir, Eneko donó sus bienes al mismísimo Monasterio de Leire y a las mártires antes mencionadas. Asimismo, dejó a su hijo Garsea no solo el trono, sino un legado libertario que éste bien sabría honrar. Protagonista fundamental de las batallas de Orrega, libradas en los años 812 y 814, sagaz e inteligente, insistimos con que basó el poderío de su pequeño reino en múltiples alianzas con los Muza padre e hijo, ben Fortún y ben Muza, respectivamente. 46
Don Arturo Campión conseguiría describirlo magistralmente al trazar paralelos de su personalidad con una embarcación: "al mando de la pequeña navecilla navegó entre olas gigantescas y vientos arreciadores. Alzada que estuviese la cruz sobre el mástil y en la, proa, la luz de la esperanza chisporroteando por las salpicaduras de la espuma del oleaje, condujo a la tripulación a puerto seguro. Salvaría decenas de arrecifes encabritados hasta llegar a las doradas arenas con una navecilla bendecida que llevaba a bordo más héroes que el célebre caballo troyano". El reino se mantuvo enhiesto todo un milenio (en el año 1833 se acuñó la última moneda vascona) y no caería abatido por la fuerza de las armas, sino por influjo de medios más viles, como la traición y los pactos espúreos. Hemos dejado para el final del módulo la conformación de la familia de nuestro primer rey. Dos veces casado, tuvo cuatro hijos: ASSONA ONA casó con Garsea MALO GARSEA lo sucedió en el trono
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Módulo
Historia
de
iii
I r u ñ a (P a m p l o n a)
Cuna de la nobleza de nafarroa y, por ende, euskaduna La elección de estudiar profundamente Iruña o Iruñea (Pamplona para el castellano) no ha sido producto del capricho de quien escribe, sino que ha recibido tal tratamiento por ser el territorio más antiguo del que se tenga conocimiento fehaciente donde el primer rey vascón, Eneko Aritza, fundara su reino. Sería el emperador romano, Salustio, quien nos legara el nombre escrito La Vasconia, por tratarse de una tierra plana, pero montañosa a la vez. La ceca de una moneda de bronce conservada en el museo nafarrotarra contiene los por qué del nombre de Iruña. Asimismo, el pensamiento y conclusiones del profesor Antonio Tovar nos lleva a pensar que antiguamente se la llamó: En latín PAMPILONA En francés PAMPELUNE En romano occitano PAMPALONA En romance navarro POMPLONA En castellano PAMPLONA Para algunos historiadores y filólogos, Iruña significa 'villa buena' o 'ciudad mía'. Sin embargo, para otros especialistas en filología vasca el significado va más allá de quedar circunscripto a ciudad como término. En tiempos de Estrabón, Iruña era considerada la ciudad principal de los vascones. Mientras existió el reino de Nafarroa, fue la cabeza visible 49
del imperio. Por sus cerros y caminos trillados anduvieron los fundadores del poblado que la Universidad de Stanford definiera como protoiruñeses. A su tiempo, María Ángeles Mezquíriz hallaría en el área de la catedral iruñesa huellas dejadas por el hombre vasco. Encontró allí fragmentos de cerámica fabricada a mano y a torno. En la Primera Edad de Hierro (800 al 335 a.C.). También halló utensillos con rasgos morfológicos de tipo céltico de la Era del Bronce anterior. Se admitiría así la presencia de gente indoeuropea transitando desde el valle del Ebro a Los Pirineos y dejando una cultura preliminar que el individuo euskaldun haría propia al paso de los siglos. Dichos restos denuncian una ocupación ininterrumpida allí desde antes de los años 800 hasta el 76 a.C., primeramente céltica, luego romana, visigoda y árabe más tarde. Aquellos pobladores fueron designados con el gentilicio VASCONES, grupo étnico bien llamado VASCUNES en inscripciones monetarias coetáneas (personas o elementos que coinciden en un mismo tiempo). Pompaelo La palabra "romano" se emplea como adjetivo o sustantivo, indistintamente, y se refiere de manera puntual a "lo natural de Roma". Romanizar equivale a difundir la cultura romana y romanizado es el receptor o aceptante de la romanización. Esta somera introducción tiene como fin aceptar que el proceso de invasión romana, cuasi pacífico, al territorio euskaldun recorrió todas sus fases, salvo una jamás lograda, sobre todo en la región pirenaica: el latín no logró prevalecer en el conjunto de la sociedad vasca, ya que ésta se refugió en el euskera para comunicarse. Aunque en algunas regiones (la llanada arabesa, por caso) cohabitaran los dos idiomas, el mal llamado vascuence no desaparecería de la faz de la tierra. El equipo técnico de arqueólogos de Mezquíriz abrió y leyó las apasionadas páginas de Pompaelo en sucesivas etapas. Primera fase romanizadora (siglo i a.C.) Fue enviado desde Roma, en el año 75 a.C. para combatir a Sartorio, el pro-cónsul Pompeyo. Al cruzar el Ebro y Los Pirineos descubrió la Vasconia y un poblado, Iruña. Podría enmarcarse aquel año como el 50
del comienzo de una nueva etapa urbanística con aparición de edificios nobles, decorados con elegantes pavimentos. La nueva urbe adoptará el nombre de Pompeyo. Étnicamente, la ciudad seguirá siendo vascona y entonces, sociológica y jurídicamente, los pompeloneses no disfrutarán de la ciudadanía romana. La organización respondería a concepciones romanas, sin discusión. Con el aumento demográfico y urbano crecerán la industria y el comercio con circulación de monedas de caracteres ibéricos en las cecas, como la de los Bascunes. Su esplendor: años 74 al 200 Las calles principales mostraron losas nuevas en sus calzadas. Nacieron los edificios públicos y numerosas mansiones señoriales. Se instalaron, además, dependencias en los subsuelos, a manera de baños termales, abriendo la boca del horno calefactor. Las obras de albañilería eran mediocres. Sobre cimientos de hormigón se edificaban una o dos plantas. Los pavimentos marcaron las diferencias sociales. Unos con lajas de piedra, mientras que otras lucieron mosaicos. De mediados de siglo procedían columnas, capiteles de orden corintio y pavimentos decorados con la lucha de Teseo y del Minotauro. También, casualmente, fueron halladas monedas, cerámicas y una escultura de la diosa Ceres, portadora de un manojo de espigas, una figura de Mercurio y una mano que formaría parte de alguna estatua de gran tamaño. Fue descubierto un texto del año 185 donde se notificaba del pacto de hospitalidad firmado por la ciudad de Pompaelo (Iruña) con P. Sempronio Taurino y sus descendientes. Según Mezquiriz, Pompaelo tendría una extensión máxima de doce hectáreas de superficie y hacia el año 120 ya convertido en MUNICIPIUM, Iruña presentaba características municipales propias, con ediles y cuestores elegidos anualmente. La documentación hallada los presentará dotados de poderes judiciales y coercitivos. Al mismo tiempo, figuran respaldados por un Consejo que regía la inspección de mercados, valles y caminos. Se había creado, además un cuerpo armado, reclutado para afrontar guerras. Una de las áreas de mayor influencia de la romanización fue la agricultura, base de la economía iruñesa. Sobresaldría la importación de la 51
vid y el olivo. En cuanto a las herramientas se refiere, fueron sustituidas por nuevos aperos y sistemas de laboreo. Asimismo, el arado y ladrilladora de tracción animal perdurarán por casi dos milenios. Los propietarios de las explotaciones agrícolas crearán en el centro de sus fundios, las villas, complejos integrados por la morada del propietario y las dependencias para sier vos, animales, servicios y almacenes La creación de la red viaria fomentó el comercio. Estrabón mencionaría a Pamplona en la vía Tarragona a Oiasso, que uniría a los vascones del interior con los del litoral cantábrico. Destrucción y reconstrucción-siglos iii y iv Corría el año 276 y, al influjo de las guerras civiles, los pueblos germánicos irrumpieron por primera vez en territorios euskaldunes. Atravesaron La Galia y la Aquitania, transitando por los desfiladeros angostos de Los Pirineos. Al cruzar la Vasconia la incendiaron, arrasándola hasta destruirla por completo. Quedará de este modo, brutalmente dividida en dos períodos la historia de Iruña y la Vasconia. Tras la destrucción, sus habitantes huyeron hacia las montañas, dejando desierta la ciudad por muchos años, los suficientes como para que los escombros y la tierra amontonada borraran la tradición urbanística anterior. Una gruesa capa de tierra quemada cubriría los empedrados de las calles, y ocultaría durante siglos mosaicos y esculturas. En el subsuelo catedralicio fue descubierta una plaza pública con dos fuentes. Evidentemente, formaban parte de algún culto, dado que en cada una de ellas fueron encontradas unas mil monedas que, de hecho, los habitantes arrojarían allí. Tras la catástrofe, cambiará radicalmente la fisonomía urbana. Las calles serían distintas y al esplendor le sucederá la decadencia material y social. Entonces, las nuevas construcciones compondrán un mix sin estilo propio. La degradación alcanzará a la industria y al comercio mismo predominando una economía de tipo agrario. El avance cultural colapsará ante el paso demencial de suevos y vándalos. Euskadlunes y latinos El griego Estrabón denunciará la presencia de habitantes latinos en Iruña a través de la palabra POLIS. 52
Daremos por verdad irrefutable que el medio de comunicación entre vascones fue la propia lengua, es decir, el euskera, aunque no fue escrita, sino de transmisión oral. Las inscripciones en monedas, láminas de bronce y otros soportes conservados figurarán con caracteres ibéricos y/o latinos. La razón debemos buscarla en la carencia de escritura de los nativos, capaz de plasmar la complejidad de sus peculiaridades fonéticas. En cambio, los extranjeros importaban los suyos, relegando al euskera al rango de lengua vulgar y ágrafa, no escrita. El hecho resultaría determinante para la historia cultural de nuestro EUSKADI y de la lengua en particular. Las importadas y el latín primordialmente, alcanzarán rango de idiomas cultos, empleados en las administraciones públicas. Por el contrario, el euskera, lengua autóctona e indiscutiblemente mayoritaria, de origen pre-indoeuropeo y, por tanto, anterior al latín, se verá relegado en los escritos y socialmente, marginado. Período visigótico, siglos v al viii Bajo esta denominación conviven tres siglos de historia. Comenzará con la irrupción de los pueblos bárbaros atravesando Los Pirineos. Habían llegado en el año 406 en caravanas de guerreros con sus mujeres e hijos. No fueron nómades pacíficos, sembrando s su paso, terror, ruina y desolación no solo en la Galia, sino también en la Aquitania. Cuando las malas nuevas llegaban a Iruña, dos jóvenes, ricos y patricios, parientes del emperador Honorio, los hermanos Didymo y Veriniano formaron una especie de ejército popular, compuesto por siervos y colonos euskaldunes. De algún modo, alistados para la defensa de Iruña, se parapetaron en los altos de los pasos de Ibañeta donde detuvieron a los invasores durante tres años en la zona de Ultrapuertos. Cuando la heroica defensa de la ciudad claudicaba sin más, los líderes de la resistencia pidieron auxilio al emperador Honorio, pero solo recibieron como respuesta sentencias que infundían ánimo a los defensores de los pasos pirenaicos, honores, ascensos y otros privilegios menores. La pasividad puesta de manifiesto por Honorio en tan grave circunstancia permitiría al hijo de Constantino III (ya alzado en Bretaña) Constante, sellar la suerte de Iruña al condenar a muerte a los líderes rebeldes Dídymo y Veriniano. Ya sin oposición de las líneas defensivas, los invasores atravesaron la barrera pirenaica y destruyeron Iruña, Olite y otras villas cercanas, con sus pobladores huyendo una vez más a las montañas. 53
En el año 449, el nuevo rey suevo, Rechiario, saqueó las dos Vasconias y tras visitar a su suegro en Toulouse, cuando regresara, devastó las ciudades de Lérida y Zaragoza. Por su parte, Eurico, se lanzaría sobre Tarragona, comenzando de tal modo, dominaciones efímeras sobre Iruña. Más tarde, cuando corría el año 466, Guaterico, conde de los Godos, conquistó la Hispanía, atravesando Iruña, Zaragoza y las ciudades vecinas, según la Chronica Gallica. Sin embargo, la dominación visigoda será breve al caer derrotados por los francos, nuevos vecinos que al cabo de los siglos se transformarían en sempiternos enemigos de la Vasconia. Derrotados los visigodos, debieron replegarse hasta las Hispanía y una vez reorganizados atacaron a los iruñeses, tentativamente en al año 531, donde a juzgar por la escasa documentación conseguida, pudo librarse la primera batalla de Orreaga (Paso de Roncesvalles) con victoria para nuestros ancestros en un enfrentamiento cuyas características se trasladarían a la historia posterior: atacar por sorpresa desde lo alto de los desfiladeros. Una vez superados los estragos causados por los invasores que intentaban apoderarse de la Hispanía, el oscuro siglo vivido quedaría atrás e Iruña recuperaría su sistema político-administrativo. Siempre de acuerdo con los datos cronológicos aportados por CHRONICON, Leogivildo intentó sin éxito ocupar toda la península ibérica hacia el año 574. Ya acotadas sus intenciones, en el año 581 ocupará una parte de la Vasconia para fundar luego, una ciudad a la que llamaría Victoriacum (sin dudas, la actual Gasteiz, capital de la provincia de Araba). Pero, a principios del año 600, los levantiscos euskaldunes comenzaron a jaquear al invasor, obligando a que el rey Suintila impusiera su autoridad a través de las armas con toma de rehenes incluida, como garantía de paz e imposición de tributos especiales. Los magros resultados obtenidos lo convencieron que necesitaría de una guarnición militar en Iruña para sofocar los conatos de rebeldía con que los sufridos euskaldunes martirizaban a sus soldados. En el año 642, Suintila legó el gobierno a su hijo Recesvinto. El heredero no lograría gobernar pacíficamente Iruña debido a las constantes escaramuzas mantenidas con los dueños de la tierra. Treinta años más tarde llegaría al poder su hijo Wamba, que al igual que sus antecesores 54
debió incrementar el poderío militar para contener el sin fin de insurrecciones concebidas en las montañas pirenaicas. En el período insumido por los años 702 al 710, con Vitiza en el poder, los vascones aprovecharon las disidencias de las familias reales para sublevarse. Un año más tarde, el recién entronizado, Don Rodrigo debió recurrir a grupos mercenarios para contener las interminables rebeliones y minimizar (sin conseguirlo) los desmanes ocasionados Situación de Iruña El escueto resumen que antecede nos ha marcado a las claras las dificultades que tuvo cada soberano de Toledo para dominar/someter a los vascones. No cabe duda, que el peor castigo que padeció Iruña estuvo referido a su situación geográfica. Ciudad estratégica en la ruta que unía la Aquitana con el valle del Ebro, fue una fijación apetecida por los godos cuando de unificar territorios tomados se trataba. Hacia el año 750 el dominio godo sobre Iruña pareció solidificarse. Repasando cronicones de la época, daría la impresión de que los monarcas tuledanos hubieron flexibilizado el sometimiento, permitiendo que los iruñeses recuperaran algunos usos y costumbres. Otra razón podríamos encontrarla en que fueran Obispos quienes rigieran la ciudad. Cuando quisimos tener una idea aproximada de la importancia que tenía Iruña en el concierto de los pueblos de la época, la suerte nos acompañó. Los investigadores de Mezquíriz hallaron un documento de vital importancia donde un monje visigodo redactara que Iruña era una ciudad suficientemente abastecida de agua, con más de 300 pozos y en cuanto a su diseño edilicio, todo indica que estaba rodeada por una muralla de altura considerable y armada con 67 torres, cerrada por tres puertas y cuatro postigos, circundada por un río. Lo que se diría en buen romance, una verdadera fortificación. Poseía tierras fructíferas, regadas por acequias que acababan en el río. Abundaban los árboles y las flores. Sus cuatro grandes postigos permitían el acceso a otros tantos caminos comarcales. Cristianización Se trata de un capítulo imprescindible de nuestra historia, dado que siempre abundaron las contradicciones y las tesis antagónicas. Algunas his55
torias tradicionales atribuyen la evangelización de Iruña y el reino todo, a San saturnino, discípulo de Cristo y consagrado obispo por San Pedro. En cambio, otros investigadores como Cánovas del Castillo y Amador de los Ríos retrasarían los hechos descriptos hasta el siglo X. Nos es dable adherir a la tesis de la cristianización de la Vasconia por San Saturnino a mediados del primer siglo, porque la patria y el episcopado iruñés de San Fermín también son dogmas de fe Nafarrotarra y por tanto, "tabú". Justo será admitir para que abordar cuestiones tan álgidas como la cristianización de Iruña debí munirme de una amplitud de criterio inusual para aceptar conceptos no solo disímiles, sino antagónicos. Desde el año1186, la versión tradicional iruñesa se ha contrapuesto con otras fuentes ultrapirenaicas más explícitas, aunque como ya dijimos, nos inclinamos por la primera. De manera que el gran protagonista de la cristianización será Saturnino, quien tras conocer a Honesto en la ciudad de Nimes lo enviará a Nafarroa a predicar. Todo indica que el santo llegó cuando los iruñeses celebraban festividades en honor a los dioses Apolo, Minerva, Marte, Mercurio, Saturno y otros. Disgustado, pero pleno en paciencia y perseverancia, se tomaría sus tiempos para comenzar a sembrar fe a través de la prédica constante. Dos semanas más tarde, para reforzar su acción religiosa llegaría a Iruña, Saturnino. Comenzará aquí la primera divergencia, según las fuentes consultadas. Para la crónica de Carlos de Viana, asistieron a la ceremonia alrededor de un millar de personas, mientras que otras crónicas elevaron el número hasta los veinte mil, aunque el brevario iruñés mencionaría la cifra cuarenta mil, entre hombres de la ciudad y pueblos vecinos. Los nuevos cristianos fueron bautizados en un gran pozo de agua situado en cercanías de la Iglesia de San Cernín. Tras el extraordinario suceso, Saturnino retornó a su sede, Toulouse, permaneciendo Honorio en la región, comisionado para predicar en Soria, Toledo y Catalunya. El fenómeno socio-religioso en la Vasconia Los orígenes históricos del cristianismo en Nafarroa, oscuros y anteriores a la sede episcopal, han sido falseados por leyendas medievales. 56
Para el siglo IV ya había comunidades cristianas en poblaciones meridionales del Ebro y en tierras bizkaitarras de Morga. La nueva religión llegó a poblaciones romanizadas como Iruña, conviviendo con cultos no cristianos, según se desprende de mitos greco-romanos como Neptuno y Minotauro decorando los pavimentos de sus casas. Hacia el año 400, el panorama religioso aparecía determinado: el cristianismo florecía en comunidades de tierras llanas, El ager vasconum, mientras que en la montaña perduraba el credo y los ritos ancestrales. En opinión de Marquíriz, una vez consolidada la sede episcopal, a mediados del año 635, visitó la Vasconia septentrional el Apóstol San Amando para convertir a los vascones,"pueblo entregado a los augurios y a todos los errores, que rinde culto a ídolos y no a Dios", fueron las conclusiones del santo al partir un año más tarde del territorio. En cambio, otros historiadores han sido mucho más duros en sus conceptos al definir a los euskaldunes como "gente muy feroz y no cristiana". En las postrimerías del siglo vii, tomaron relevancia inusitada los obispos. Nobles ricos y con formación superior se convirtieron en consejeros de los monarcas. Tras el Concilio iv de Toledo acumularon una suma de poder tal que lograron controlar la conducta de los funcionarios, y auto nominarse Regentes de la Administración de la Justicia. En contraposición, decayeron las instituciones municipales donde antes estuviera radicada una sede episcopal. Asimismo, en Iruña, obispos de nombres extranjeros como Atilano, Marciano o Wincomalo convivieron con los caudillos Azenares, Eneko Aritza García y Zanzio. Al analizar detenidamente este fenómeno histórico sobre el origen del Señorío teocrático vigente en Iruña desde el siglo Xi, llegamos a la conclusión que los reyes conquistadores concedieron a la comunidad monástica de cada sede, distintos patrimonios territoriales a modo de "resarcimiento moral". Hacia el año 890 cobraron predicamento en Iruña dos obispos que determinarían la cristiandad del territorio: Opilano y Wilisindo. Sin ninguna pretensión de medir la intensidad de la cristianización, justo será explicitar que en Iruña cohabitaba una suerte de creencias y prácticas superticiosas, ancestrales y otras recientemente incorporadas como el valor redentor de las limosnas. Para el autor del Códice Calixti57
no, en el siglo xii "los iruñeses vivían peor que las bestias, pero eran puntuales en la entrega de los diezmos y fieles a la hora de oblar a los altares". Todavía no existíanbarreras jurídicas ni morales para impedir la unión conyugal entre cristianos y moros o el concubinato. Un claro ejemplo tenemos en el casamiento de Muza ben Muza (musulmán) con la viuda de Eneko Aritza (cristiana). El jeque, por supuesto, haciendo valer su religión pudo mantener en su harem otras mujeres vasconas. También podemos citar el caso de Sancho El Mayor, cristiano a ultranza, renovador y amigo de abates y obispos. Según el Libro de las Generaciones, tuvo tres hijos de bendición (matrimonio canónico): los reyes Fernando, García y Gonzalo, otros dos le daría su mujer doña Elvira, a los que sumó cuatro que tuviera con una dama noble y por último, otro "de ganancia" (con una mujer soltera). Todavía en el año 1314 se vivían anomalías de toda naturaleza en cuanto a las reglas de la moral y buenas costumbres al punto que el obispo Arnalt de Puyana denunciaba que había gran cantidad de hombres y mujeres que no sentían verguenza alguna por contraer entre dos y tres matrimonios aun viviendo sus primeros cónyuges. Por lo visto, nada nuevo bajo el sol. La historiografía de San Fermín Sobre los patronos Saturnino y Fermín, Martín Duque, prácticamente ha denostado los orígenes medievales de sus leyendas al calificarlas de "Tradiciones indemostrables". A su criterio, antes del siglo Xvi no existíanen Nafarroa templos parroquiales, tampoco monasterios ni conventos donde quedara clara la existenciade San Fermín. Yendo más lejos con su desconfianza, negaría que en Iruña los hubiera, aunque sí reconocería que la devoción popular le había levantado un altar en la Parroquia de San Lorenzo en el año 1399. A mediados de 1586 fueron construidas ermitas en Azkárate, Azpilcueta y en Iruña, en el templo de Aldapa y la Parroquia La Milagrosa. No obstante, su cabeza permanecería guardada en la catedral de Amiens. Por su parte, el episcopado de Tolosa confrontó inevitablemente con la ciencia al sostener que el santo habría fallecido cuando fuera arrastrado por un toro en la calle, circunstancia que explicaría de forma grandilocuente sobre los encierros de toros más famosos del mundo. 58
Iruña capital teocrática Al igual que muchas grandes ciudades, Iruña ha sido definida de manera categórica como "ciudad de clima sano y curador en invierno y verano". Resultante de la yuxtaposición de las palabras griegas theos y kratos, 'Dios' y 'poder', el vocablo teocracia define la forma de gobierno de un pueblo gobernado por la clase sacerdotal. Entre los siglos Xii y Xiv, Iruña recreó su historia a través del poder supremo ejercido por la clase religiosa. En el año 1087, Sancho Ramírez, lo mismo que su antecesor, Sancho El Mayor y su abuelo, Sancho Garcés II, "Abarca", reconocía que la ciudad de Iruña, con todos sus términos, pertenecía al obispo y a los canónigos. Entre musulmanes y carolingios A principios del año 714 llegó a Zaragoza Muza ben Nusaryr. Al convertirse al Islán, de hecho, se transformaría en la raíz de una familia célebre en el valle del Ebro: Fortún ben Qasi, (algunos vascólogos han definido llanamente "Banukasis") derivados luego en Muza ben Fortún y Muza ben Muza, por citar los hombres más relevantes, que estuvieran íntimamente ligados a los primeros caudillos iruñeses. Los documentos hallados indican que las autoridades iruñesas capitularon a favor de los musulmanes antes del año 718, aunque manteniendo su soberanía, sin cautiverio ni muertes. De hecho, observaron respeto por sus iglesias y culto. También los individuos tuvieron garantizada la libertad política y religiosa a cambio de tributar anualmente un impuesto denominado Aman. La situación no varió sustancialmente hasta que en el año 732 Carlos Martel obtuvo una victoria decisiva en las inmediaciones de Poitiers sobre los musulmanes. Poco después, los vascos, envalentonados por el triunfo se sublevarían en toda la región pirenaica occidental. Después de intensas luchas, en el año 734, el emir Uqba recuperó Iruña e instaló una nueva y aún más poderosa guarnición, como antes lo habían hecho los visigodos. En el año 755 se produjo un nuevo levantamiento iruñés, aprovechando la expedición militar de Alfonso I de Asturias, que acabaría con el yugo musulmán. 59
Durante la segunda mitad del siglo Vii la Vasconia comenzó a escribir su capítulo histórico más importante. Ciertos clanes poderosos, militar y económicamente, se pondrán al frente de las luchas contra los moros y por la autonomía. Se encubaba, de tal modo el nacimiento del reino de Iruña y desde sus entrañas asomaba nítida la figura descomunal de su primer rey, Eneko Artiza. El último cuarto de siglo encerraría el mayor hito guerrero del pueblo euskaldun y la magistral lección que sobre guerra de guerrillas diera a un emperador invasor. Con Zaragoza tomada por los levantiscos, su gobernador, Sulayman ben al-Arabi solicitó ayuda a Carlomagno. A cambio ofrecería ciertas plazas. Tentado, entonces, el franco cruzó con dos columnas de sus ejércitos Los Pirineos. Al llegar a Iruña, atacó su plaza fuerte para luego incendiarla, pero, para que sus contratiempos se agigantaran, una vez que estuvo a las puertas de Zaragoza, el moro desconocería el pacto establecido porque ya había solucionado la rebelión desatada en su contra. Meditaba Carlomagno los pasos a seguir en las inmediaciones de Zaragoza cuando fue anoticiado que los sajones se habían sublevado, aprovechando su ausencia. De inmediato, levantó el cerco sobre la ciudad, e inició la retirada y condujo a su ejército por el camino más corto y habitual. A su regreso hacia la cadena pirenaica saquearía lo poco que aún quedaba en Iruña hasta desmantelar sus murallas. Antes del anochecer se internó por los grises desfiladeros de Luzaide con sus tropas cabalgando despaciosamente por los angostos laberintos montañosos, entre rocas y espesos bosques. Jamás supuso que los vascones acechaban desde lo alto de las montañas y en las lomas de Girizu. Cuando la noche del 15 de Agosto del año 778 se hizo indescifrable, los emboscadores cayeron sobre la retaguardia del fenomenal ejército (murieron unos 7500 soldados). Una vez cobrado el botín, rescatados los rehenes y satisfecha su venganza, los vascones se perdieron entre las laderas montañosas de Orreaga, inscribiendo su nombre en la Historia como triunfadores de la batalla que lleva el nombre de Orreaga o Roncesvalles. Eginhardo, biógrafo de Carlomagno, admitirá que éste jamás lograría reponerse a su primera y humillante derrota militar, de las cincuenta y seis que librara en la Europa continental. La Chanson de Roland, poema épico por excelencia, si los hubiera, pintará el drama de aquella derrota a manos de guerrilleros excelsos. 60
La repetición del mismo suceso en distintos módulos no es caprichosa ni está cargada de estéril nacionalismo. Sí, obedece a la intención de mostrar aquella gesta con ligeras variantes y cambios de nombres de sus protagonistas para demostrar, como si falta hiciese, que una historia contada por terceros nos ha generado más dudas que certezas y entonces, siguiendo caminos transitados por el filósofo francés, Descartes, pongamos todo en entredicho. Nacimiento del reino El triunfo sobre Carlomagno marcaría el comienzo de una etapa histórica. La unión de la Casa Aritza (cristiana) con los Banu Qasi (moros) por vías matrimoniales, fortificó las defensas euskaldunas frente a los francos y cordobeses. La coalición cristiano-musulmana-vascona significaba un peligro latente para el emirato de Abd Rahmán I, quien marcharía contra la alianza, devastando Iruña y sus territorios aledaños para luego internarse hasta el castillo de Ximeno EL Fuerte. Tras derrotarlo, lo obligará a firmar el armisticio y pagar, por supuesto, el Aman. Entonces, desde la región oriental del País prosperará la alianza entre los caudillos vascones y Banu Qasi. La madre de Eneko Aritza reincidió en casamiento con el moro Muza ben Fortún y serán, a la postre, los padres del genial Muza ben Muza, medio hermano del primer rey iruñés. El dominio territorial de los Aritza, con Eneko ya soberano y gestor intelectual de la independencia de la que gozara el reino sobre la base de continuas alianzas matrimoniales, (donde no faltarían los intentos fallidos de invasión por parte de los moros) se consolidaría. Lamentablemente, vivirá Iruña un lustro de incertidumbre social y política hasta que llegó al trono García Iñiguez, quien le imprimiría radical giro a la vida de la ciudad. Nombró de inmediato, gobernador del valle del Ebro a Muza ben Muza. Aunque, tiempo después, éste rompería alianzas con sus parientes musulmanes e iniciaría enfrentamientos bélicos con Ordoño (lo derrotará en la batalla de Albelda en el año 851). Lentamente, García Iñíguez torcerá el rumbo imaginado por el reino a fuerza de triunfos y derrotas, de alianzas frustradas o efímeras, hasta que llegó al trono su sucesor, Fortún Garcés, El Tuerto, así apodado por los musulmanes por razones más que obvias, aunque en círculos cristia61
nos se lo conociera como El Monje. Con él acabará un período histórico, el de las luchas de los príncipes vascones por defender sus territorios. A partir del siglo x, Sancho Garcés inaugurará nueva estirpe regia, al tiempo que intentaría la reconquista de los territorios usurpados. Como señalara acertadamente Vicente Vives, las razones de la guerra expansionista emprendida contra el Islam fueron sencillas y heroicas. Llevaban la impronta inconfundible de un pueblo dispuesto a sobrevivir, incluso de ampliar patrimonios territoriales sin inmiscuirse en cuestiones religiosas. Al alumbrar el siglo x, bajo el reinado de Sancho Garcés I, nacerá una nueva dinastía y otra etapa histórica: tuvo que ver con las conquistas. Su sucesor, Sancho El Mayor convertirá el reino en el más extenso y poderoso de la cristiandad euskalduna. Ya reconocida como Diócesis, Iruña se dará a conocer a Europa como epicentro de la cultura occidental. A su vez, la modificación del trayecto para los peregrinos jacobeos promoverá la economía, la hospitalidad y las artes. La Corte adoptará esquemas transpirenaicos y la letra francesa sustituirá a la visigótica. Asimismo, el Monasterio de Leire, con su excelso Libro de la regla, se convertirá en contencioso inacabable para el catolicismo. Su biblioteca atesoraba volúmenes conteniendo predicciones casi apocalípticas, casi verdades que solo el poder de la fe podría desentrañar. Economía de Iruña Disponemos de austeros datos descriptivos de la ciudad y sus pobladores, aunque no será difícil suponer que al ser víctima de constantes ataques y destrucciones, la población debería ser numéricamente escasa, compuesta en su gran mayoría por agricultores. Está comprobado que los siervos de Santa María tenían derecho a cortar leña en los bosques comunes. Según un cronista musulmán se trataba de gente pobre y mal alimentada. Por otra parte, el cabildo de la Catedral cobraba impuestos en concepto de derechos de protazgo, la "lezda" del pescado y de la leña. Ya adentrados en asuntos de política, digamos que el rey era nombrado o removido por el obispo. A su muerte le sucedería uno de sus hijos mayores. Los funcionarios reales debían observar buenas costumbres, no contrarias a las vigentes. Como signo de sumisión al soberano, los canó62
nigos debían abonar cada año lo necesario para una cena en concepto de servicio. El mercado significaba una institución vital porque canalizaba el abastecimiento de la población con los productos obtenidos en campos y huertas del Arga y de comerciantes llegados de otras regiones, en épocas de florecimiento de viandantes hacia Compostela. La Corona, por su parte, administraba la concesión de mercados y ferias. Durante el siglo Xi se celebraba en Iruña, cada martes, el SENIOR del mercado, funcionario real que vigilaba pesos y medidas, mantenía el orden y percibía ciertos derechos. Para comprender el poder eclesiástico solo bastaría recordar que el rey Sancho Ramírez, en el año 1092 reconoció que los obispos revestían características de jueces civiles, ante quienes se celebraban los juicios. También recibían el cincuenta por ciento de las multas cobradas a los acusados. La red viaria, cuna del urbanismo futuro La iglesia de Santa María, catedral y parroquia única, presidía las construcciones. A su pie se levantaba otra iglesia, Santa Cecilia, donada por Sancho El Mayor en el año 1032. Cerca se allí estaban la casa del obispo y el cabildo. El diagrama callejero de la ciudad estuvo compuesto por una encrucijada de viejos caminos, algunos activos desde la invasión romana. La lengua euskera El misterio rodeará por siempre cuestiones inherentes a la lengua de los iruñeses. No se ha logrado encontrar la mínima noticia durante siglos. Recién a partir del año 924 hallamos de un cronista árabe, Al Himyari, una somera descripción referida a los territorios euskaldunes y sus habitantes. "En medio de altas montañas y profundos valles, poco favorecida por la naturaleza, viven habitantes pobres, mal alimentados y dedicados al bandidaje. La mayoría habla Al Bashkiya, lo cual los hace incomprensibles". Resultaría toda una definición en sí misma y válida, siempre de acuerdo con los escasos testimonios: un sector mayoritario hablaba el euskera y una minoría no euskalduna, el latín y deformándola, la lengua originaria. 63
Otro testimonio irrefutable de la lengua hablada por la población se basa en los nombres euskéricos dado a los distintos parajes, documentados desde principios del siglo Xi. Por su parte, el nombre Iruña figura también en testimonios escritos procedentes de los escritorios monásticos del Monasterio de Leire. La gran revolución social El apogeo de Iruña llegaría de la mano de la ruta que Europa eligiera para cumplir las penitencias redentoras: El camino de Santiago de Compostela. Ésta, ya convertida en Sede Apostólica competiría con la mismísima Roma. Lentamente, los pasos pirenaicos fueron testigos del peregrinaje de cientos de miles de feligreses. Cortejos de reyes y príncipes, de prelados y nobles, junto con humildes penitentes, llegarían hasta la Meca con la esperanza de ser perdonados y cubiertos de salud. Luego, a su regreso, lo hacían cantando, motivados por el gozo de la visita y tantas maravillas presenciadas. Así fue que el tradicionalismo de la población sufriría una violenta mutación. Iruña dejó de ser un pueblo agrícola, anclado en sus fueros y costumbres ancestrales. Al cabo de las décadas modificará su economía y hasta su lengua recibirá palabras y modismos foráneas/os. Se le atribuyen a Pedro de Roda las grandes transformaciones sociales operadas en Iruña. Consagrado en el año 1084, llegará a la capital diocesana con normas concretas a cumplir, tales como quitar a la iglesia del aislamiento en que vivía, imponiendo la liturgia al tiempo que inauguraba relaciones diplomáticas y económicas con Roma. De inmediato y con aprobación del rey comenzó a introducir individuos francos en todos los sectores de la sociedad. Continuando con su política colonizadora en desmedro de los originarios, favoreció a los monasterios extranjeros al colocar en dependencias de catedrales iruñesas sinfín de iglesias francesas. Los núcleos urbanos Sancho Ramírez había ensayado en Jaca una experiencia repobladora con resultados positivos y entonces, de Roda decidió repetir el proceso en Iruña. Y mal no le iría, puesto que del intento surgieron los poblados de Estella, Lizarra y la Nueva Sanguesa, cerca de Sanguesa La Vieja. De 64
tal modo, el reino cobraría nueva fisonomía con la aparición de profesionales de toda índole y distintas manifestaciones artísticas emergerían casi por generación espontánea, producto de la violenta migración En cuanto a la Lengua, comenzarían a escucharse (pocos permanecerían ensamblados, por suerte) dialectos romances como el aragonés y el castellano. La Navarrería Con este nombre (como excepción así la denominaremos en adelante) se designó a la Diócesis y al reino en sus comienzos. Completaron el paisaje sus murallas y altas torres. Sobresalía por su estilo y omnipresencia, la Catedral, una construcción imponente. A su lado estaba el cementerio y calles abajo, aparecía el impresionante palacio habitado por el obispo. Conformaron su vecindad, los canónigos, sus servidores, los labradores siervos de Santa María y los collazos de San Salvador de Leire. De tal modo, la repoblación de la Navarrería fue un hecho consumado, no solo con extranjeros, sino también con Nafarrotarras. Burgo de San Cernín sería el núcleo urbano más distinguido socialmente, rico de toda riqueza y el más numeroso demográficamente Desde mediados del siglo Xii funcionaba el municipio con un almirante a su frente, representando al rey. En cuanto a la elección del alcalde, las informaciones recogidas indican que los vecinos elegían a tres hombres honrados, entre los mejores de la ciudad, para presentarlos luego al obispo, quien a su vez, tras un exaustivo análisis se inclinaría por uno de ellos. Población de San Nicolás Nacería al inflijo de la política repobladora emprendida por la iglesia y como consecuencia directa de la necesaria mano de obra para la construcción de la enorme catedral durante el primer cuarto del siglo Xii. Durante el reinado de Sancho El Sabio nacerá una nueva corriente migratoria, aparejando el nacimiento de nuevos núcleos urbanos, llamados poblaciones. Su esquema urbano fue sistemático e inmodificable al paso de los siglos: una plaza rectangular aglutinando las instituciones más importantes a su alrededor y una "rúa" mayor, construida de este a oeste, aprovechando el trazado de las vías romanas. En el extremo sureste fue levantado el templo parroquial de San Nicolás de Bari con su cementerio respectivo. 65
A finales del siglo Xii, Iruña estuvo formado por tres núcleos urbanos, étnica, jurídica, económica y culturalmente diferenciados, organizados en municipios, separados entre sí por murallas y una barrera infranqueable: La Lengua. Plurilingüísmo euskera-latin-los romances y el hebreo. En sintonía con la revolución demográfica y económica operada en Iruña desde finales del siglo Xii, las cuestiones referidas a la lengua sufrieron profundas mutaciones, Junto al euskera y al latín vulgar comenzaron a escucharse nuevas lenguas importadas con las que redactarían toda clase de documentos: latín, occitano, gascón, navarro y hebreo. Se mixturaron de manera grosera para dar paso, de tal modo a la sinrazón y como paradoja propia de la esencia de Euskal Herria, poco y nada se haría para evitar que la elaboración de documentos históricos se redactara en lenguas que el pueblo iruñés no hablaba Dos mundos enfrentados Donde antes se levantaba la orgullosa Iruña se erigieron tres poblaciones distintas, con otros tantos sistemas de gobierno diferentes. Tras la muerte del rey Alfonso, los nafarrotarras recuperaron su independencia respecto de Aragón. Con la ayuda del obispo y los canónigos lograron su propósito de uncir a la corona a su rey, el Infante García EL Restaurador. En tales circunstancias, tuvo lugar la fusión del Estado con la Iglesia, lo que dio lugar al nacimiento de Mitra y Corona con el objetivo de defender intereses comunes. Reprobación de la Navarrería El amplio poder logrado por el obispo y los canónigos contradecía las aspiraciones del rey Sancho El Sabio de repoblar el núcleo urbano, sin encontrar eco en los religiosos, más preocupados por resguardar el dinero de los altísimos impuestos cobrados a los vecinos. Luego de muchísimas y arduas negociaciones ambas partes llegarían a un acuerdo perdurable: El rey Sancho tendría su Palacio Real, mientras que para la iglesia, funcionarios designados al efecto, recaudarían el diezmo entre la población, recibiendo la Corona un mínimo porcentaje acordado. 66
Asimismo, Sancho rubricó con su firma que todos los bienes que la Corona poseyera en Iruña quedarían sujetos al fuero común. Al mismo tiempo, se equipararon los derechos de los pobladores propietarios de la Navarrería con los de San Cernín. Luego del acuerdo que debió significar logros para ambas partes, sobrevinieron las disputas interminables, Nacía en aquel momento la semilla de la discordia entre iruñeses. Hacia el año 1162, el rey García Ramírez había autorizado el asentamiento de una comunidad hebrea, equiparándolos en sus fueros a los judíos estelleses, profundizando los continuos enfrentamientos entre los dueños de la tierra y los hebreos. La corona contra el cabildo Hacia el año 1194, Nafarroa estrenaría rey y obispo. La Corona estaba en manos de Sancho El Fuerte, mientras que la cara visible de la iglesia era el prelado García Fernández, oriundo de Castilla. De todos modos, poco tiempo duraría la unión, puesto que dos años más tarde, producto de los enfrentamientos entre cristianos y árabes, como pacto final y espúreo, Iruña sería repartida entre Castilla y Aragón (1198). Sucederá otra década de grandes convulsiones político-sociales para Iruña, víctima de las ambiciones aragonesas y castellanas. Existieron también breves períodos donde la calma reinaría, sobre todo cuando Sancho El Fuerte hiciera oír sus reclamos a Roma por los continuos atropellos padecidos. Pese a los ingentes esfuerzos del Papa Inocencio III, Iruña siguió siendo el campo de batalla predilecto para los invasores, no exenta de violencia sin fin entre los bandos en pugna y crímenes cobijados por total impunidad. Los malhechores siempre hallarían puertas abiertas en cualquier vecindario para recibir asilo. Hacia el año 1212, el rey Sancho arremetería contra los intereses del cabildo. Al penetrar en la Navarrería, destruyó el Hospital de San Miguel, pero al levantar una inmensa muralla defensiva, solo conseguiría el alzamiento de quienes se sintieron perjudicados. Cuando la situación amenazaba con desmadrar definitivamente, Iruña tendría su primer obispo de sangre real, oriundo de Montpellier. De nombre Espárrago de la Barca, gobernaría durante tres años, al cabo de los cuales firmaría convenios con el monarca para restituir paulatinamente el orden so67
cial. El más notorio de los cambios producidos se produjo en la Justicia y sus durísimas leyes a aplicar: todos los asesinos pagarían fortísimas multas para luego ser entregados a la justicia del rey, sin que tuviesen derecho a asilarse en templos, palacios episcopales ni en casa de infanzones. Por su parte, quien hiriera con hierro, palo o piedra estaba obligado a pagar quinientos sueldos (de las investigaciones no surgen cifras) y con sesenta, quien lo hiciese con el puño o tirando de los cabellos. Asimismo, los duelos se celebrarían ante ocho hombres honrados, designados desde cada municipio. Por último, para quien o quienes arrojaran fuego contra otra población, estaba sentenciada la hoguera como pena capital. Durante dos décadas tuvo vigencia el pacto firmado. De todos modos, el acuerdo no morigeraría la raíz de todos los males: la lucha por la posesión de los castillos, los poseídos por el rey, contra la voluntad de los capitulares. La división producida entre el monarca y la población se profundizará hasta el punto en que las murallas levantadas no lograrán evitar más derramamientos de sangre. Sancho El Fuerte las reforzó hasta alturas inconvenientes para la seguridad de los pobladores y el Obispo, como consecuencia directa del enfrentamiento, mandó derribarlas, pero los nafarrotarras desobedecieron y redoblando el desafío alzaron un torreón. Fallecido el obispo García Fernández, el rey Sancho quiso aprovechar la situación para negarse a devolver los castillos y otros bienes catedráticos. Debido a la gravedad de los sucesos, el prelado Saintonge llamaría a un sínodo tras el cual sería excomulgado el rey, en el año 1219. Guerra de la población Pero, la condena poco duraría, puesto que al fallecer el prelado Saintonge, pudo el rey reemplazarlo al frente de la Diócesis con su hijo, el Infante Ramiro, de Nafarroa. De todos modos, la reacción del pueblo de San Cernín no se hizo esperar, Ya violentados, irrumpieron en la vecina Población, incendiando y saqueando la Iglesia, donde los habitantes habían intentado asilarse. Cuando el templo se convertía en hoguera, todos allí dentro fueron degollados. El alzamiento obligaría a Sancho El Fuerte a refugiarse en su castillo de Tudela, al tiempo que el obispo Pedro Ramírez, iruñes, iniciaba las acciones tendientes a recuperar los castillos en poder de la Mitra. 68
El siglo de los conventos Durante el siglo Viii llegaron a Iruña las corrientes espirituales de pobreza evangélica que caracterizaban a Europa. Arribaron predicadores de Santo Domingo, franciscanos, agustinos, antonianos y carmelitas. Todos eligieron la paz de los campos para construir allí sus conventos. Sin embargo, en Iruña existíandiversas normas impidiendo que las comunidades religiosas poseyeran heredades en el territorio sin licencia del rey, del obispo y su cabildo. Los franciscanos ignoraron dichas normativas y pagaron cara su desobediencia. Por su parte, el primer monasterio de Clarisas levantado fuera de Italia (también fue el primero femenino en Iruña) fue el de Santa María de las Vírgenes. La mitra contra la corona El enfrentamiento de los conservadores de la Catedral contra el dinamismo burgués sometería a Iruña a enfrentamientos sin retorno. Mientras que la Navarrería, San Miguel y la Población, junto con sus Señores encarnaron un mundo que quedaba atrás, los burgueses representaban el progreso de Europa. De ese modo, Mitra y Corona se enfrascaron en encarnizadas luchas por la posesión de Iruña y sus castillos. Los bandos enfrentados continuaron sus batallas una vez muertos, tanto el rey Sancho El Fuerte como el obispo Ramírez. A éste le sucedería Pedro Ramírez de Gazólaz. Individuo duro, enérgico e intolerante, representaba la postura inmodificable de la Teocracia contra la burguesía. Y para defender sus principios y los de la iglesia misma, viajó a Roma para exponer los deberes incumplidos del rey. Entre tantos cargos imputados lo acusó de usurpar propiedades, y no pagar a la iglesia los diezmos acordados. Teobaldo I, sucesor de Sancho El Fuerte intentaría defenderse, aunque Roma falló a favor del obispo, exigiendo indemnizaciones y restituciones edilicias. La desobediencia del rey derivó en más enfrentamientos, excomuniones y penas canónicas. Al morir Teobaldo I, su reino estaba escindido (año 1253) y dejó la corona en manos de un hijo suyo de catorce años. Haciendo frente a los problemas suscitados, Teobaldo II se vio forzado a jurar su respeto por los fueros a los nafarrotarras, fundamental69
mente a la iglesia y a los clérigos. Pero, de todos los rincones del reino llovieron reclamos contra los desafueros cometidos por su difunto padre. Tampoco le iría mejor con los burgueses que le reclamaron derechos conculcados y monopolios económicos. Pese a las promesas hechas, una vez más el rey no las cumpliría, motorizando nuevos enfrentamientos para que Iruña permaneciera sumida en el caos permanente por más décadas. Final del régimen teocrático medieval 1276-1319 Muerto el rey Enrique y quebrados todos los pactos por la Navarrería, heredó la Corona, Juana, niña de dos años, tutelada por su madre Blanca de Artois, hermana del rey San Luis, de Francia. Las reacciones contra la infanta se sucedieron de manera amenazante, obligando a su madre a huir allende Los Pirineos para dejar a la pequeña heredera bajo la tutela de Felipe III, El Atrevido. Continuaron las desavenencias hasta desembocar en una previsible guerra que en el año 1276 dio en llamarse "de la Navarreria". Burgo y Población prepararon su defensa, distribuyendo a la gente en las torres de la muralla. A pesar que los franciscanos y otros eclesiásticos quisieron evitar más derramamientos de sangre, cuando por la Navarrería corrieron rumores de nuevos pactos o treguas, los iruñeses abrieron fuego contra el Burgo, marcando el inicio de las hostilidades. Un clamor unánime de venganza corrió por la ciudad. Los ingenios comenzaron a catapultar piedras y fuego, mientras que las mujeres y los niños corrieron a refugiarse en los templos. Las muchachas portaron baldes de agua para sofocar incendios y solo al caer la noche, la tregua llegaría al son de las gaitas. Al amanecer sonaron las campanas y se pactó una tregua de dos días de duración, al cabo de los cuales la Navarrería fue denunciada ante Roma por los atropellos cometidos. Sin embargo, nada impediría que se reanudaran las luchas entre los pobladores de la Navarrería y los francos, terciando los castellanos. Las refriegas se transformaron, entonces, rápidamente en choques armados sin solución de continuidad. Cuando el ejército castellano, enviado hasta la Navarrería por el rey Alfonso a petición del obispo, abandonara por la noche la ciudad, daría a los francos la posibilidad de tomarla por asalto sin encontrar resistencia. 70
El saqueo se produjo casa por casa donde fueron asesinados los hombres y violadas las mujeres. De la Catedral robaron dinero, plata, oro y pedrería de imágenes, cruces y mesas de altar, vasos sagrados y libros. Ya en el interior de la iglesia mataron a los curas, violando a las doncellas y profanando distintos sepulcros, incluso el del rey Enrique. Como la depredación fue absoluta, la iglesia catedral, profanada, cerraría sus puertas al culto por más de treinta años. La consecuencia jurídica del conflicto significó la mengua del poder eclesiástico sobre la ciudad. El obispo viajaría a Roma para exponer nuevamente sus preocupaciones al Papa, puesto que los ciudadanos se negaban a pagar el diezmo. A pesar de los ingentes esfuerzos realizados por la Santa Sede, nada cambiaba al paso de los años y de hecho, el dominio de la ciudad quedaría en manos de los jurados elegidos por el pueblo. También, el principio jurídico de la propiedad pasó de la Iglesia a la Corona y el feudalismo teocrático encontraría su final cuando los representantes del cabildo pactaron en el año 1281 con la realeza. Dicho concordato explicitaba que Iruña se repartiría a medias entre Mitra y Corona las rentas y derechos reales y la mitad de las limosnas, diezmos y primicias. No obstante, cuando buscaron la aprobación de Roma, el Papa reprobó el concordato, provocando otro lustro de desencuentros hasta que lograron acordar otra unión municipal. Reunidos los Consejos y Jurados de ambos núcleos, decidieron no reconocer explícitamente el dominio de la Iglesia, dispuestos a recaudar impuestos y rentas en beneficio de la comunidad. Aunque la unión fuera aprobada por Felipe I de Nafarroa y IV de Francia (1290), carecía de sustento jurídico, dado que Iruña seguía en manos de la Iglesia. Se necesitaba, entonces, de un planteo acertado para presentar ante París y Roma, trámites imprescindibles que finalmente se cumplimentaron. Concordato del año 1319 Desaparecido el feudalismo teocrático, gobernaría la Diócesis, Arnaldo de Barbazán, al tiempo que el nuevo monarca Felipe El Luengo, dará su apoyo para que en París (octubre de 1319) se firmara el contrato definitivo. A partir de aquel pacto, el rey se constituiría en dueño de Iruña y Señor de la juridicción poblacional. Por su parte, las rentas antes 71
percibidas por la iglesia pasaron a sus manos. Solo la Iglesia de Santa María lograría mantener la propiedad de sus casas, tierras, molinos y demás bienes. Como contraprestación, el monarca emprendió de inmediato la reconstrucción de la Navarrería, mostrando llamativo empeño en defender a los eclesiásticos en su afán de minimizar controversias que indudablemente llegarían a Roma y entonces, nuevamente a empezar… De tal modo, tras lento y doloroso proceso de emancipación, Iruña se liberaría del dominio teocrático para iniciar una etapa histórica: la del Señorío del rey. Iruña, orgullosa capital Si hasta aquí hemos negado identidad alguna a la palabra Pamplona (del castellano), tan solo ha sido con la sola intención de privilegiar el uso del euskera por sobre cualquier vocablo de lenguas foráneas, puesto que este extenso trabajo no guarda otra finalidad que recorrer desde el fondo de los tiempos la historia euskalduna con terminologías propias donde consideramos imprescindibles anteponerlas. Porque Iruña, para las raíces de Euskal Herria tiene el significado inmodificable que la lengua materna de nuestros ancestros le reservara. Pero tanta convicción no nos convertirá ni en sordos de toda sordera, ni en ciegos de ninguna ceguera. Y de necios sería negar que Iruña y Pamplona han significado lo mismo, tanto en conquistadores, como invasores pretendidos o intelectuales de magnitud desde que las lenguas romances cohabitaran en la nación Euskal. Así fue que llevaron su nombre, indistintamente las tierras diocesanas y las del reino, aunque por razones harto conocidas, la castellana Pamplona fuese instalada en el universo gramatical "con fuerza de ley" a través de la lengua romance impuesta a quienes por siempre considerarán que Iruña y Nafarroa son los auténticos nombres de la ciudad capital y su provincia. Ya reinsertados en la Historia, precisemos que los primeros reyes de la Casa Ximeno fueron inhumados en el castillo de San Esteban, en tierras conquistadas a los Banu Qasi, aunque ninguna familia real residiría en Iruña. Se necesitaría de la llegada de Carlos II al trono para que un monarca diera a la ciudad el título de "La Principal" del reino en el año 1366. Entre otros tantos privilegios otorgados sobresalían las Cédulas Reales 72
decretando que en Iruña serían coronados, ungidos y sepultados de allí en más los reyes. El pensamiento del rey Juan Albret era claro al respecto. "Nuestra ciudad de iruña es la más dispuesta e insigne de nuestro reino, entre otras razones, por ser sede de la diócesis". El traspaso de la juridicción iruñesa a la Corona no modificaría el estatuto jurídico del Señorío. Desde el año 1319 hasta el l522 será ostentado por los monarcas. Solo Carlos III lograría morigerar las seculares diferencias sociales entre el Burgo, la Población y la Navarrería hasta conseguir la unión. Más tarde, Iruña seguiría sufriendo pestes y más guerras, sobre todo cuando los Agramonteses intentaron invadir la capital beamontesa. Reconstrucción de la Navarrería El hecho de cambiar de Señorío trajo aparejado la reconstrucción de la vieja ciudad. En el año 1323 sus administradores rindieron las primeras cuentas sobre la creación de barrios, casas y un censo que dio idea concreta del crecimiento demográfico. Los barrios más importantes y caros fueron: Mayor, Las Eras y Santa Cecilia. Concluida la nueva planificación urbana, el rey Carlos El Calvo aprobaría el proyecto hasta otorgar a los vecinos el ansiado Fuero de Jaca que incluía exenciones de pagos por peaje con una vigencia de diez años y a cambio les impondría la obligación de contribuir a la LABOR COMUNAL, que comprendía tanto la construcción de murallas como reparaciones en puentes y caminos. Iruña quedaría de este modo constituida con dos municipios. Mientras un Alcalde gobernaría la ciudad, doce jurados, anualmente renovados, serían las máximas autoridades. Nos referimos ya a una ciudad formalmente ensamblada y heterogénea, puesto que convivieron en ella nobles, palatinos, alcaldes, caballeros y escuderos del rey junto con oficiales de diferentes profesiones como carniceros, herreros, hostaleros, marchantes y peleteros, por caso. Al incipiente variopinto de actividades se unirían los clérigos con su misión pastoral. En cuanto al aspecto demográfico, Iruña sufrió los rigores de la peste negra según se desprende del censo del año 1350: sobre 497 familias registradas, se documentaron 250 muertos y quemados en hoguera para evitar la propagación de la peste. 73
La actividad económica y comercial se centraría en las carnicerías y pescaderías reales y en el mercado semanal de los sábados en la plaza ubicada delante de la puerta del castillo del rey. Tras el fallecimiento de Carlos El Calvo (sin sucesión), la Corona pasó a manos de Felipe de Valois, quien tratará de impulsar la economía nafarrotarra y el aumento del comercio con la cercana Francia. Al mismo tiempo, crecía el poderío económico-financiero de ciertos linajes que obstinadamente se autotitulaban franceses, aunque todos los problemas no acababan allí. Por el contrario, al construir sus castillos violando estrictas normas sobre la altura de sus construcciones (databan desde el año 1287) solo consiguieron que renacieran antiguas hostilidades hasta desembocar en enfrentamientos inevitables que forzaron al rey Felipe a proteger a la Navarrería en el año 1340. El reinado de Carlos ii Los treinta y seis años que durara su reinado estuvieron caracterizados por la inestabilidad política y las guerras recurrentes. Sin solución de continuidad, en apenas una década había roto relaciones con Castilla para aliarse a Aragón, aunque años más tarde recorriese el camino inverso de las alianzas. Fue así como la guerra de Los Cien Años encontraría a Iruña indefensa, sin muros fortificados ni torres preparados para la defensa. Lamentablemente, el monarca había desviado su poderío militar y ambiciones hacia cruzadas casi utópicas en el resto del continente europeo. Hacia el año 1391, soportaría el territorio y la ciudad misma, sequías y tormentas que arruinaron todas las cosechas, con el consiguiente sufrimiento por hambrunas y desnutrición que solo acarrearían más pestes y mortandades. La ciudad se poblaría de mendigos y malhechores, una vez más, como consecuencia de tanta pobreza. Y para agigantar el grado de penurias padecidas, las ordenanzas dictadas por el rey solo traerían más enfrentamientos armados entre los pobladores. Iruña se unió, finalmente Tras el largo período de estancamiento y divisiones, el 08 de setiembre del año 1393 se produjo la ansiada unión de Iruña y se estrenó el título de muy noble ciudad. Se conformó un solo municipio con autori74
dades, bienes y términos comunes. Un solo Alcalde regiría sus destinos, juzgando y sentenciando sobre pleitos entre vecinos. Por su parte, el rey, único Señor de la ciudad, ejercerá la alta justicia con atributos para ejecutarla. Todos los ciudadanos fueron considerados en un plano de igualdad, dejando de lado viejas querellas para pasar a vivir a perpetuidad al servicio de Dios, fortalecidos por la fe que inspiraba el renacimiento de una nueva sociedad. De todos modos, texto y contexto, así como el pensamiento y la organización pertenecían a un mundo medieval a punto de claudicar. Clasista, como no podía ser de otra manera, el rey siguió manteniendo la administración y los beneficios de imposiciones tributarias y rentas de ciertos bienes considerados suntuosos. Iruña, capital del beamonte La reina Blanca solicitó y obtuvo del Papa Martín V la cesión del Palacio de San Pedro a la Corona para poder vivir en Iruña. Sin embargo, en mitad de otra seria crisis económica por la escasez y carestía de los alimentos, se perfilaban dos bandos rivales: Agramonteses y Beamonteses. Acérrimos adversarios, consiguieron hundir a Iruña en más guerras inacabables en el afán de acceder a la Corona, desconociéndose mutuamente, unos a otros. Otra secesión fraticida mostraba a Europa un territorio anárquico de la mano de los Parientes Mayores. La lengua nafarrotarra en los siglos xiv y xv Seguían predominando los vasco-parlantes en el vecindario de la Navarrería (hablaban el vascuence, también dialecto propio del campesinado). Ya en siglo Xiii, el romance iruñés se había impuesto al latín y al occitano en documentos escritos, incluido el Fuero General. Era considerado idioma Iruñetarrae Terrae, con rango oficial en celebraciones y ceremonias de la Corona durante el siglo Xiv. En el año 1350, en la Corte de Carlos El Malo se leyó una cédula escrita en ydiomate nafarroarre terre, ceremonia que se repetiría cuarenta años más tarde en la Corte de su hijo, Carlos El Noble. Tanto el monarca, como sus asistentes formularon el juramento de fidelidad mutua en el mismo "idioma". Asimismo, los documentos escritos de la época permitieron constatar la presencia de ciertas lenguas, incluido el hebreo. No sucedería lo 75
mismo con el vascuence, considerada lengua ágrafa, usada por la población de la Nafarroa montañesa como medio de comunicación oral. De acuerdo con los escasos testimonios recogidos, el vascuence debió ser la lengua coloquial de ciertos sectores de la sociedad, en la calle y en ámbitos laborales. A través de un minucioso análisis realizado sobre topónimos, antropónimos e hipocorísticos, surgieron conclusiones que indicaban que, de 218 nombres de parajes registrados en Iruña en el medioevo, 126 se corresponden con los actuales términos iruñeses (93 del euskera y 33 latinos o romances). Aún considerada lengua rústica, fue hablada por personajes eminentes de la nobleza y las letras, naturales y oriundos de Nafarroa. Solo fue escrita con carácter privado o familiar. El grupo de estudios de Mesquíriz halló un documento del año 1415 donde Martín de San Martín se dirigía a un colega intercalando frases en euskera con latín. De hecho, la comunicación oral entre iruñeses de la segunda mitad del siglo Xv debía hacerse naturalmente en euskera. El condestable Luis de Beamont y demás personajes destacados de la época, lo hablaban de corriente, dejando claro su vigencia. Otro hecho trascendente ocurriría en Nafarroa durante el año 1493 cuando los reyes Juan y Catalina de Albret llegaron hasta Iruña para coronarse allí. Pero solo cuando quedara acordado que las ceremonias se celebrarían bajo el habla del euskera, los beamonteses permitieron el ingreso de los monarcas. Diversos documentos afirman que al día siguiente se celebraron festejos populares y comedias donde los bertsolaris cantaron sus versos en la lengua materna. Llamativamente, uno de éstos, registrado en los Anales del reino de Nafarroa por Alesón, recomendaba a los reyes respetar el euskera si es que pretendiesen vivir en paz con los nafarrotarras. Iruña, capital del reino Durante la segunda mitad del siglo Xv, Iruña fue epicentro de la crisis política nafarrotarra. Los reyes la recuperaron apoyados en la alianza con la facción beamontesa. Hasta principios del siglo Xix (cuando Nafarroa perdía la corona) los órganos administrativos permanecían en ella. 76
La ocupación militar de los ejércitos castellanos (1512), la anexión a esa corona (1515) y la sumisión definitiva tras la batalla de Noáin (1521) modificaron el espectro político-cultural de la capital. Al tiempo que los monarcas mantuvieron la porción ultrapirenaica del reino para intitularse reyes de Benafarroa, Iruña se convertía en capital política de la Nafarroa peninsular. En los aspectos religiosos, durante cuatros siglos las diócesis fueron gobernadas por obispos extranjeros (no nafarrotarras, al menos). Varios obispos del siglo Xvii ostentaron la máxima autoridad de Nafarroa y Gipuzkoa al ser las máximas autoridades eclesiásticas, civiles y militares. Nuevos conventos levantados en territorio iruñés le dieron acentuado carácter clerical hacia mediados del siglo Xvi. La corporación municipal, entonces, pasó a denominarse Regimiento, con el Prior como máximo referente. Los veinte barrios o barriales estuvieron bajo su autoridad: organizaba la limpieza, así como cuidaba del alumbrado, el orden y la conducta moral de los vecinos. Por sobre todas las directivas sobresalía una: cuando llegaba la hora del toque de la oración (al atardecer), todos los ciudadanos debían guardarse en sus casas, puesto que los puentes levadizos de lo seis portales se clausuraban hasta el amanecer del día siguiente y era peligroso transitar a oscuras. Más que recomendación se trataba de una orden a cumplir so-pena de durísimas multas a pagar. Pero, ni siquiera tal grado de organización salvaría a Iruña del daño causado por las pestes, socavando su integridad social. En el año 1599, la peste bubónica haría estragos en la población. Para salvaguardarse, desde la fe, una ciudad profundamente religiosa, no tardaría en hacer votos solemnes. Entre ellos, guardar vigilia en vísperas de San Fermín y San Sebastián (06 de julio y 19 de enero, respectivamente) y hasta abstenerse de comer carne. Otro voto dio en llamarse el de "Las Cinco Lenguas", con procesión incluida como la de los Jueves Santos, tan solo porque un clérigo franciscano asegurara que las pestes acabarían a condición de asistir a dichas procesiones. Aún perduran aquellas tradiciones, pero sin flagelantes. En cuanto a la lengua, se operaron cambios. Durante el siglo Xv gran parte de la población hablaba el euskera tanto como el Romance nafarrotarra como el castellano. De todos modos, la constante migración de extranjeros hacia Iruña dificultará la preeminencia del euskera. La 77
lengua materna predominará en las calles y en los mercados. Incluso, los Vicarios de las cuatro parroquias eran euskaldunes y sin embargo, desde mediados del siglo Xvii se hará notorio el retroceso de la lengua a favor del castellano, que impuesto con aviesas intenciones logrará posicionarse hasta convertirse en idioma co-oficial. Si es cierto que Nafarroa no naufragaría ante la tiranía del primer Borbón, su constitución política, sus instituciones y su personal régimen económico-militar llevará a la errónea confusión que se trataba de "Privilegios" inconcebiblemente otorgados y mantenidos a través de los siglos. Fue así que al entregar en Madrid su cetro y corona. Iruña no será más que la capital de una "Provincia Foral". Ocupación castellana de Iruña Mientras reinaban los reyes de Nafarroa, Juan y Catalina de Albret, Fernando, el auto titulado " el católico", urdía desde tiempo atrás la conquista de un reino no solo apetecido por él. Por supuesto, una trama de tal tenor y consecuencias no podía ser llevada adelante sin la complicidad de Roma y su Papa Julio II, que se avino a firmar junto con Inglaterra el Tratado de la Santa Liga para excomulgar a los legítimos dueños de la Corona. Una vez consumada la falaz maniobra, los ejércitos del Duque de Alba, partieron desde Gasteiz en el mes de julio para ocupar militarmente los dominios nafarrotarras y obligaron a la familia real a refugiarse en Lumbier y solicitar ayuda militar a Francia. No obstante, la disparidad de fuerzas hará que una a una, distintas poblaciones del reino jurasen obediencia al aragonés. Tan solo algunos poblados de tradición agramontesa opondrán resistencia por algún tiempo. Al paso de los años, tras prolongadas negociaciones, los iruñeses lograron ser considerados súbditos y no vasallos del rey. La diferencia estaba en la relación y no fueron de escasa monta los resultados conseguidos: en la teoría fue innegable que se producían cambios dinásticos, bajo juramento del invasor de respetar la Constitución y la independencia del reino. Sin embargo, a pesar de los compromisos contraídos, el monarca aragonés no cumpliría sus promesas, dando motivos para que don Juan de Albret, reunificando sus tropas con nuevos aliados intentara reconquistar la Plaza, aunque los rigores del invierno lo hicieran desistir, posterior78
mente. De un segundo intento del ex monarca (no tan fallido a juzgar por los daños causados) en la primavera del año 1516, surgiría la necesidad de reconstruir Iruña con murallas fortificadas que años más tarde (1521) resistirán los embates de reconquista por parte del heredero natural de la Corona nafarrotarra, Enrique de Albret. Mediante el otorgamiento de nuevos fueros y privilegios, los invasores consiguieron que las dos décadas siguientes transcurriesen en relativa paz, propiciando períodos venturosos si de economía regional hablásemos. También, distintas e influyentes personalidades de la vida política y religiosa del reino vivían en la ciudad. Virreyes, obispos, oficiales de la Corte junto a la Curia diocesana. En cuanto a la vida de la sociedad, tanto el Padre Barandiarán como González del Barco coincidirán a grandes rasgos que tanto labradores como propietarios de casas de haciendas, junto con maestros y oficiales de distintas artes y oficios convivieron en planos de igualdad. Donde sí, las grandes diferencias se hicieron notorias fue en el último escalafón social. Dicho segmento estaba compuesto por "Los Habitantes", individuos carentes de vivienda propia y vecindad. Era gente que laboraba de caseros o en residencia de sus amos, como criados y aprendices de un oficio. Muchos provenían de las montañas nafarrotarras y ultrapirenaicas. La base fundamental de la economía ciudadana seguirá siendo la agricultura. A finales del siglo Xviii revestía más importancia que el comercio, consistiendo en el cultivo de huertas, viñas y tierras. Los viñedos se extendían por casi todo el territorio y el vino Chacoli, por su calidad, competía con los extranjeros más famosos, de acuerdo con el trabajo realizado al respecto por el iruñés Pascual Madoz. En cuanto a la actividad ganadera, no difería del resto de la nación euskalduna: la hacienda vacuna y ovina junto a la caballar componían la variable imprescindible que el campo entregaba a una economía que seguía creciendo a pasos agigantados. Asimismo, la industria tenía su bastión en los tejidos, la alimentación y construcción. Por su parte, los profesionales y artesanos se organizaron en cofradías, al tiempo que florecían los talleres de ensambladores y pintores. Abundaron también las curtiembres y lavaderos de lana, mientras que en Talavera fueron famosas sus fábricas de cerámica. 79
Por otra parte, las ferias anuales de San Pedro se solemnizaban con festejos populares, alardes de habilidades varias y desfiles, premonitorias de las festividades de Iruña en honor a su santo patrono, Fermín. Las primeras Fiestas Patronales se celebraban en octubre de cada año, pero a partir del 1591 tuvo su fecha célebre y universal: 07 de julio. Enseñanza, beneficiencia y diversiones Con la sola intención de perjudicar el predicamento de Iruña, el obispo Moscoso aseguró, a mediados del siglo Xvi, que no existíanen la ciudad las escuelas públicas, cuando en realidad, funcionaba el prestigioso Estudio General, patrocinado por el Regimiento. En dicho instituto se enseñaba Gramática, Latin, Artes y Filosofía. También funcionaba desde el año 1580, aunque siempre negado, el colegio La Anunciada, fundado por la Compañía de Jesús. Hacia el año 1620, Tomás Porrallis de Saboya imprimiría en Iruña la Gramática de Nebrija. Lamentablemente, sobre cuestiones sanitarias, Iruña no escapará a los pesares generales de la época: miseria, mendicidad, falta de higiene, subalimentación, enfermedades contagiosas con sus correspondientes pestes y epidemias contraídas. A su conjuro, la ciudad, en extramuros, se poblaría de hospitales. Normalmente, se trataba de construcciones humildes para albergar vagabundos, viudas pobres y menesterosos, sin mayores posibilidades de atención médica eficiente. De hecho, el mantenimiento de estos centros asistenciales dependía de parroquias o cofradías. Todos los actos de beneficencia corrían por cuenta de la actividad privada. Y aunque existíanlos paramédicos, la medicina como ciencia aún estaba dando sus primeros pasos. Primaba más la fe entre los enfermos cuando se volcaban a los "milagros" pedidos, tanto a santos como a curanderos. En las iglesias de la ciudad existíanimágenes de santos que "curaban" el reuma, los dolores de cabeza, de muelas y ojos y hasta otros que "velaban" porque los partos tuviesen final feliz. La lucha emprendida por el catolicismo contra el ocultismo no sabría de desmayos en una ciudad donde los curanderos y sanadores eran equiparados a los brujos por su notable condición de "conjuradores e iluminados" porque todo lo curaban con sus drogas, unguentos, hierbas de todo tipo y sortilegios diversos. 80
Según conceptos vertidos por Barandiarán (más que discutibles por mucho que siga siendo nuestro referente mayor en cuestiones tan álgidas como fe y religión), las autoridades de Iruña invitaban a esta especie de brujos a distintas celebraciones para que subidos a un púlpito "saludaran" a la población, sobre todo, cuando alguna peste se avecinaba. Corría ya el siglo Xvii cuando las fiestas Sanferminas comenzaron a ganar en brillo y predicamento. Seguramente que incidiría el cambio de fecha, (un buen porcentaje de visitantes europeos se acercaba en verano a las costas del Iparralde y a la Nafarroa continental) al punto que las corridas de toros acabaron siendo la máxima expresión deportiva en la plaza del Castillo. Las justas eran presididas por el Virrey, el Consejo Real y el Ayuntamiento desde sus respectivos palcos. Las comedias de teatro tenían lugar en la casa de los "Doctrinos", asistiendo las mujeres separadas de los hombres. Asimismo, entre los entretenimientos cotidianos y populares mencionaremos a los garitos y las tabernas, donde se jugaba a los naipes y se bebía en exceso, elevando el tono de las discusiones hasta la blasfemia, cuando no, los filos de los cuchillos, puñales o espadas asomaban como la "solución" a los diferendos ocasionales. El siglo xviii, los borbones Con Carlos V se extinguirá el poder de los Austrias. Antes de comenzar la guerra de Sucesión, Nafarroa se adhirió a los Borbones. Aliarse a los vencedores significaría para la provincia evitar que sus fueros resultasen abolidos. Junto al crecimiento constante de la población, volvieron a manifestarse distintas expresiones culturales que la catapultaron hasta la cúspide de las ciudades más importantes de Europa. Urbanismo La guerra de Sucesión devino en hechos funestos no solo para aquella España, sino también para Iruña, a pesar de su alineamiento incondicional con la Casa borbona. La ciudad, próspera en el sentido literal de la palabra, se convertiría en una inmensa cárcel de presos políticos que albergaría tanto a familias completas de nobles, como a herejes e individuos sentenciados por el Santo Oficio. Un apartado especial merece el encarcelamiento del notable político bilbotarra, Mariano Luis de Urqui81
jo, Ministro de Estado destituido en el año 1800 y confinado durante casi dos años al encierro en un castillo iruñés. A pesar de tanto protagonismo político, el paso de los años permitiría que Iruña recobrase su impronta clerical. Un censo realizado en los primeros meses del año 1804 confirmaba que en los distintos conventos y monasterios vivían en Iruña 135 monjas y 338 religiosos. El siglo Xviii dejará sentada las bases del urbanismo para las siguientes generaciones. La actual fachada real del convento de la Recoleta y de la capilla de San Fermín son pruebas determinantes. Distintas investigaciones, de tan cercanas, abundantes en datos, nos confirman que la revolución urbanística se dio de la mano del Virrey de aquella época, el conde de Ricla. Al asumir, comunicó al Ayuntamiento su decisión de proveer de agua limpia a la ciudad y conducir los residuos a campos linderos a través de ductos subterráneos. Una vez que fuera aprobado su proyecto por parte de la Junta Policial, las aguas contaminadas corrieron a través del alcantarillado, mientras que el agua limpia llegaba a la urbe a través de un sistema de surtidero compuesto por 24 caños que nacían en las entrañas de Enerriaga. La gran obra acuífera significó no solo la posibilidad de erradicar pestes de todo tipo, sino que mostraría al continente europeo el nuevo sistema a copiar, necesariamente. Ya a principios del año 1780 se habían modernizado los cuatro grandes caminos reales desde Iruña, incluyendo los que conducían a la provincias de Gipuzkoa y Araba. Desde poco antes (año 1776) se señalizaban las calles con sus nombres y respectivos caños verticales portándolos y enterrados en las veredas. Asimismo, todas las casas tenían su propio número. La iluminación de las arterias era posible a través de 350 faroles de aceite. Otro gran adelanto significaría la construcción de las cañerías de hojalata para recoger el agua de lluvia que se deslizaba a través de los tejados al suelo. Justo será admitir que el magnífico alumbrado con faroles de aceite (diez faroleros se encargaban de la diaria tarea) instalado en el año 1979, trocaría de extraordinario a decadente en el 1815 y a deplorable en el 1826, hasta convertirse en muy malo en el año 1831. Las razonables explicaciones correrían por cuenta de Antonio Ponz, secretario de la Real Audiencia del Ayuntamiento: "Iruña se renueva constantemente, convirtiendo en viejo lo que ayer era nuevo". 82
Enseñanaza-beneficencia y diversiones Para el observador de Fer, hacia finales del 1800, la instrucción de los nafarrotarras era escasa y las librerías, excepciones a la regla. Claro que, nada decía respecto de la expulsión que sufrieran los religiosos jesuitas por parte de Carlos III y el consecuente atraso de la educación. Solo la escuela municipal de Gramática continuaría abierta con severa crisis de identidad, puesto que sus rectores representaban de manera antagónica el mismo sistema educativo. Mientras Manuel Silvestre de Arlegui abogaba por el sostenimiento de las tradiciones, alardeando nobleza de sangre, Martín de Erro, hombre culto y bibliotecario, además de ejercer el cargo de secretario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, era liberal y progresista, amplio en la elección de los libros de textos y más aún, en los métodos pedagógicos. Lamentablemente para Iruña, la descarnada disputa hizo que el prestigioso Martín de Erro presentara su dimisión, presionado por el poder político de turno. Una vez más… nada nuevo bajo el sol. La beneficencia ocupaba lugar preponderante en la sociedad iruñesa. Abundaban las instituciones benéficas, como ya apuntamos, dado que pululaban pobres e indigentes por doquier. Ignorantes de la doctrina cristiana y sin domicilio fijo, solo conseguían paliar su hambre en dichas instituciones. Comunidades religiosas volcadas a la beneficencia 1- Santa Casa de Misericordia desde el año 1847 2- Manicomio Vasco-Nafarrotarra desde el año 1888 3- Las Hijas de la Caridad desde el año 1892 4- Las Hermanitas de los Pobres desde el año 1878 5- Las Siervas de María 6- Las Hermanas Claretianas 7- Las Ursulinas 8- Los Escolapios 9- Las Siervas de San José 10- Los Maristas 11- Los Franciscanos En total, sumaron cincuenta y cuatro comunidades, según datos recogidos de la Reseña Estadística de la Provincia de Nafarroa. 83
Por su parte, la enseñanza pública sería impartida por las Escuelas Municipales de San Francisco, mientras que la Escuela Normal de Magisterio se ubicó en la plazuela de San José. De esa época datan también: 1-La Escuela de Artes y Oficios 2- La Escuela Municipal de Música 3- La Escuela de Peritos Agrícolas 4- La Escuela de Comercio Bibliotecas La más importante de la época fue la Biblioteca Olave, la cual premiará y publicará obras referidas a la Historia de Nafarroa, pero no la primera tener estas funciones, ya que anteriormente habría sido la Biblioteca Pública de Nafarroa, creada por franceses en el Convento de San Francisco, quien se abocara a tales cuestiones. Tras su clausura, Nafarroa se quedaría sin centros culturales de esa magnitud hasta que el año 1942 comenzara a funcionar otra institución de las mismas características en el Palacio de la Diputación, en la capital de la provincia La Iruña cotidiana Un itinerario publicado en el año 1808 aseguraba que Iruña era una sociedad triste, sin diversiones ni expresiones artísticas/culturales que justificaran su mote de "brillante" con que Europa la distinguía. Pablo de Triófaro lo atribuiría con fundamentos creíbles a la represión policial desatada contra opositores políticos. Retrotrayéndonos décadas en el tiempo (para entender y así justificar los hechos), documentos leídos en el Ayuntamiento de Iruña dejaban claro que, en 1721, Felipe V había prohibido todo tipo de festejos que incluyeran comedias y corridas de toros. El edicto, por irrisorio, no merecería acotación alguna ni resistiría el análisis, salvo por tratarse de otro mundo donde fuese necesario "aplacar la ira de Dios olvidando divertirse para mutar hacia penitencias que lo complaciesen". Cotejadas que estuviesen de mi parte todas las investigaciones llevadas adelante por terceros, me he permitido a manera de ensayo, pensar que toda expresión festiva reunía entre sus artistas, nafarrotarras en general e inurñeses en particular, a renombrados "bertsolaris" y comediantes, que hacían permanente alusión a la falta de libertades políticas y des84
pertaban conciencias, al demorado separatismo respecto del centralismo español. Algunos documentos dejaron constancia de que la burla hacia la figura del rey era sistemática, elocuente y que contaba con la aprobación del grueso de la población. Por supuesto, las protestas en los barrios se hicieron escuchar y lejos de desaparecer, aumentaron los vicios y variadas expresiones culturales lograron permanecer activas, pero disimuladas. Sin embargo, acuciados por la falta de recaudación de impuestos (la gente no los pagaba a manera de castigo), el Ayuntamiento accederá a permitir algún tipo de entretenimiento teatral siempre y cuando no se atacara en sus argumentos al monarca y su Corte. El Real Consejo hará las veces de censor y confirmará la Campaña de Moralidad establecida en el año 1739, la misma que disponía la prohibición de bañarse en playas en paños menores y descalzos, tantos a mujeres como a menores de edad. Ya en el año 1750, el obispo Miranda y Argáiz había dictado un edicto que prohibía los bailes en la provincia de Nafarroa y los juegos de naipes. Para el año 1757, al profundizarse las medidas contra todo tipo de diversiones, las fiestas patronales eran acotadas a un solo día, teniendo en cuenta los "muchísimos desórdenes ocasionados junto a excesos de todo orden cometidos". Seguramente, que lo más inaceptable se viviría en los carnavales del año 1794 cuando a través de otro edicto se prohibía a la gente disfrazarse con máscaras e indumentarias que abochornasen las buenas costumbres, tanto en público, como en privado, ni de día, ni de noche. La moralina de aquellas autoridades se negaba a entender que la población de Iruña era divertida por naturaleza y que cualquier ocasión era buena para correr toros: la boda de un rey, el nacimiento de un príncipe y hasta la recaudación de fondos para construir una capilla más. Por supuesto, sobre los clérigos pesaba la prohibición de asistir a cualquier tipo de festejos. Ya en el año 1785, Carlos III había prohibido las corridas de toros seguidas de muerte en todo el reino, aunque en la provincia nafarrotarra el edicto sería desobedecido cuando la Diputación alegara necesidad de realizar treinta y tres de ellas para solventar los gastos ocasionados por la reparación de la capilla del glorioso patrono San Fermín. La respuesta del rey sería durísima y el virrey, reprendido y aunque la Diputación alegara contrafuero, no habría licencia que autorizase las corridas. 85
El comienzo del siglo Xix trajo noticias alentadoras al respecto. A comienzos del año 1816 en Iruña se celebraban con normalidad dentro de las anómalas circunstancias políticas y bélicas sufridas por la ciudad. El vascuence, (euskera) lengua natural de la ciudad Retrocederemos cronológicamente hasta el siglo Xvii para situarnos en el 15 de mayo de 1604, cuando los Regidores acordaran nombrar un Predicador para que durante las Cuaresmas adoctrinara a los ciudadanos en el habla del euskera. Fundamentaron sus argumentos en cuestiones históricas, pues el vascuence era la lengua primariamente usada, tanto en la ciudad, como en las regiones montañesas. Profundizando el nacionalismo, en el año 1645, el Licenciado Juan de Arregui confirmaba al euskera como lengua natural y a la castellana occidental como advenediza. Un hecho sintomático e indiscutible ha resultado de que todos los lingüistas abocados al estudio del euskera hayan concluido que Iruña formaba una comunidad indisoluble entre su lengua, montañas y merindades, en el convencimiento que allí, en Los Pirineos había nacido el idioma originario, habitualmente usada por los naturales de la tierra. Creció entonces, el uso del euskera y para su mal, también el castellano en desmedro del latín (de uso litúrgico y judicial) y el hebreo, tras la expulsión sufrida por los judíos. Lamentablemente, el crecimiento al que hacemos alusión solo se daría en la expresión oral. Durante los siglos Xvi al Xviii, un grupo reducido, pero en constante aumento hablará solamente el castellano (la prestigiosa clase social, sobre todo), mientras que la administración civil y eclesiástica lo usará en forma oficial. Otro segmento importante de la sociedad lo integraron quienes hablaban solo la lengua materna. Conceptos extractados de investigaciones realizadas por Sabino Arana Goiri nos aseguran que le regresión numérica de euskera parlantes se debió a que se hablaran distintos idiomas al mismo tiempo. Con paciencia oriental, el castellano fue imponiéndose sobre el euskera a través de un pequeño grupo de pobladores que chapurreaban el castellano, haciéndole perder la pureza a su propio idioma. También la ocupación militar del reino por parte del aragonés Fernando trajo aparejadas funestas consecuencias para la lengua cuando se afincaron en Iruña personalidades influyentes. 86
Al paso de las décadas se instalaría en la ciudad el sistema bilingüe, aunque un dato no menor, de incuestionable importancia e inmanejable para el centralismo español, jugaría a favor del euskera: LA MUJER, esposa y madre, Etxecoandere, al fin y al cabo y receptora del instrumento oral de comunicación durante generaciones, ejercería la docencia en el seno familiar, trasmitiéndosela a sus hijos desde la cuna misma. Otro bastión importante para el sostenimiento del euskera lo daría la confesión cuaresmal, obligatoria para todo adulto. Los penitentes se sentían más liberados al expresar intimidades al confesor si lo hacían en su lengua materna y cotidiana. El euskera, lengua de ferigreses y vicarios Desde la Edad Media, Iruña tuvo cuatro parroquias, cada una regida por un Vicario y su teniente. Como misión primordial debían predicar el evangelio, enseñar la doctrina cristiana, administrar los Sacramentos a los feligreses y confesarlos para Las Pascuas. Tanto los Vicarios como sus tenientes eran elegidos por los parroquianos con carácter vitalicio. A su tiempo, el mejor ejemplo de la perdurabilidad del euskera en Iruña lo dieron los Obispos, puesto que estaban obligados a conocer el idioma para poder permanecer al frente de las parroquias. El esukera, lengua de las clases populares La gente común y la que ostentaba profesiones varias como labradores, hortelanos, tanto como oficiales de distintos oficios y sus familiares resultaron ser los mejores defensores de su lengua materna al hablarla cotidianamente. También rol fundamental le cabría al Hospital General, fundado en el año 1545, ya que acogía enfermos llegados de todo el reino, quienes multiplicaban el uso del idioma al hablarlo entre ellos y también con el Vicario y los capellanes, que a su vez estaban obligados a conocerlo (incluía sus dialectos) para comunicarse con los hospitalizados. El vascuence, lengua de iruñeses ilustrados Entre nobles, letrados y procuradores junto con los curiales, se establecería un particular bilinguismo. Hablaban el euskera en forma cotidiana, sin embargo al momento de redactar, lo hacían en castellano. 87
Asimismo, otra singularidad ayudaría al sostenimiento del idioma y tenía relación directa con las migraciones ya que de los 182 nafarrotarras inscriptos para embarcarse hacia las mal llamadas "Las Indias", 30 eran iruñeses. De las diversas correspondencias halladas de la época surgirá claro que desde sus nuevos destinos y durante décadas, aquellos inmigrantes escribieron a sus familiares en la lengua materna popular. Desde el nuevo continente, a manera de realidad cuantificadota, se multiplicaría al paso de los años el intercambio de misivas entre religiosos que jamás se apartaron del uso del euskera escrito, afortunadamente. Mientras tanto, en Iruña y otras poblaciones meridionales, Caballeros y ciudadanos importantes (cultos, además) se comunicaban a través del euskera. La familia y la calle, escuelas del euskera Esteban de Subiza reconocía en el año 1645 que en Iruña había más personas que hablaban el euskera por sobre el castellano. A pesar de ser prohibido en las escuelas, nuestra lengua se practicaba en la calle y en el trato diario. Era indudable que en el seno de los hogares familiares, desde la más temprana edad, los niños mamaban de sus padres el habla única de cada casa. Progresión del castellano en desmedro del euskera Lamentablemente, la tenacidad puesta de manifiesto por el pueblo euskaldun en defender su lengua claudicaría ante el poder extranjero, cuando a partir del año 1580, el Colegio de la Compañía de Jesús (de la orden jesuita, por supuesto) ordenó el uso obligatorio del castellano para la instrucción general de los estudiantes. De hecho, a pesar de las quejas interpuestas, no se atendieron las sugerencias de hombres notables de Iruña para defender la lengua allí donde se la hablaba naturalmente y entonces, el retroceso se hizo notorio. Por supuesto, tampoco las Cortes del reino ni sus Diputaciones adoptaron medida alguna para evitar la desaparición del idioma que durante siglos había servido de medio de comunicación entre nafarrotarras y de sostén natural de la cultura euskalduna. No conforme con tamaño ataque, en el año 1746, el conde de Aranda prohibiría todas las ediciones de libros que no fueran escritas en cas88
tellano. Sin embargo, peores consecuencias acarrearía la Ley XLI de las Cortes nafarrotarras, dictada entre los años 1780-1781, que regulaba la enseñanza primaria y disponiendo que maestras asalariadas enseñasen a las niñas a leer, escribir y a realizar labores propias de su sexo en la lengua castellana. El ataque parecía no tener fin ni quien asumiera de una buena vez la defensa de la lengua euskérica, hasta que según el testimonio de la donostitarra María Antonia Txaburu, data del año 1783, distintos grupos de artistas y artesanos, junto con políticos disidentes, organizaron manifestaciones de toda índole en las calles (las canciones eran cantadas en euskera y los oradores lo hacían en el mismo idioma) hasta conseguir de la Diputación algunas señales positivas en cuanto a su reposicionamiento en la sociedad. Iruña, capital de la provincia foral Las crisis fueron una constante durante los dos últimos siglos de la vida política y social de Iruña. Al finalizar el siglo Xviii, la capital del reino estaba ocupada por unos treinta mil habitantes, repartidos en veinte barrios populosos. Al paso de los años, sumidas en guerras, asedios y conflictos interminables, perderá su rango de reino milenario, su independencia como estado soberano sobre sus instituciones y hasta su personalidad. Simplemente, quedaba reducida a una provincia más ante el marasmo de quienes debieron reaccionar de todas las formas posibles para evitar tanto la pérdida de la identidad euskalduna como la libertad. Contra la convención 1793-1795 Al decir de un visitante francés, la Iruña clerical era magra en diversiones y abundante en procesiones. Reinaba, en cambio, la superstición, el fanatismo y la esclavitud. El mismo visitante admitiría que los franceses eran abucheados en las calles y tildados con el mote de "gabachos". La Revolución Francesa dividiría profundamente a Iruña. Cuando los galos ingresaron al País Vasco a través de Los Pirineos occidentales, las Cortes de Nafarroa se reunieron con urgencia en mayo del año 1794, y procedieron al alistamiento de tropas para la defensa. Al cabo, Nafarroa aportaría más de un millar de hombres sin que la Diputación dijese de cuántos soldados se componía el ejército. 89
Solo se limitaría a publicar arengas para que los ciudadanos se ofrecieran como voluntarios en la guerra contra Francia hasta convertir a Iruña en ciudad santa. Finalmente, 30 000 hombres nafarrotarras se aprestaron a defender el altar y el trono. Sin embargo, todo había comenzado mal para los nafarrotarras. Los arrabales y diversas ciudades fueron arrasadas con consecuencias catastróficas y al cabo, alrededor de mil doscientas familias quedaron sin hogar. Cuando la situación devenía en derrota irreversible, los franceses, que seguían avanzando sin dilación hacia Iruña, parecieron esfumarse entre el gris plomo de las cornisas de Orreaga y entonces, el milagro tomaba cuerpo: El 22 de junio, Carlos IV había firmado la paz en Basilea con los republicanos, pero los iruñeses no lo supieron, sino hasta el 05 de agosto. Las celebraciones posteriores por el acuerdo logrado se limitaron a un Tedeum, pero fueron prohibidas las corridas de toros en señal de festejos porque las Cortes lo consideraron inoportunas y hasta provocativas. Iruña contra Napoleón durante los años 1808-1813, dentro del marco de la guerra de la independencia
A pesar de la invasión, el reino mantenía su independencia, aunque amenazado por el absolutismo borbónico. De hecho, Carlos IV ya había notificado desde mucho antes a las Cortes nafarrotarras su intención de incorporar todo el territorio, desconociendo las ancestrales trabas forales que lo impedían, a su Hispania. Desde el mes de octubre del año 1807 hasta enero del siguiente, miles de soldados franceses habían atravesado Los Pirineos para asentarse en cercanías de la fortificación de Iruña, siendo en primera instancia bien recibidos por las autoridades civiles y eclesiásticas, dado que los motivos expuestos por Napoleón estaban referidos a una corta permanencia con destino final en Portugal, urgido como estaba por abortar la alianza anglo-lusa que comercial y militarmente lo acotaba en sus ambiciones expansionistas. Esta revisión histórica no podrá extenderse por todas las razones ocultas que el córcego mantuvo hasta el momento mismo de la toma del Regimiento de Madrid por parte de sus tropas, pero sí retomar la ilación de los sucesos a la instancia crucial en que el impresentable Carlos IV abdicara en su favor. 90
El vuelco de la historia, entonces, sería rotundo e imprevisible. Todo era confuso y las versiones se multiplicaban ante una Corte sumida en escándalos de alcoba donde el favorito de la reina, Manuel de Godoy, ostentaba el mando supremo del ejército que tenía como misión primordial e indelegable, defender una nación invadida. Retornando a lo vivido en Iruña y la provincia toda por aquellos días, los documentos de la época indican que los Diputados escaparon de Iruña y que una vez refugiados en Tolosa le declararon la guerra al imperialista en nombre de la religión, el rey y la patria. Por su parte, el obispo se vería obligado a refugiarse en Catalunya y en la consecuente diáspora vería el general galo que hacía las veces de gobernador, la posibilidad de reprimir, convirtiendo a los vascos en conspiradores excelsos, dando inicio a una guerra de guerrillas con consecuencias funestas para el agresor. Lentamente, la insurgencia comenzaría a desorientar militar y estratégicamente a los generales acantonados en la fortificación de Iruña. De todos modos, entre tanta precariedad, el hambre y la miseria se hicieron carne viva en la parte baja de la sociedad iruñesa. Cinco duros años debieron transcurrir hasta que la batalla librada en Vitoria (21-06-1813) con triunfo histórico logrado por la alianza vascaespañola apresurara el retiro de las tropas francesas hasta más allá de Los Pirineos. Unos 3500 soldados, devastados moralmente por la humillante derrota sufrida, fueron reagrupados en la región del Iparralde hasta que llegara el mayor contingente castrense del que se tenga registro en aras de reconquistar Nafarroa y anexarlo al imperio francés. No obstante, un ejército espectacular en cantidad de soldados, casi 90 000 hombres al mando del mariscal Soult, pero cegado por la sed de venganza, en geografía mortal que a cada paso infligía la muerte, finalmente resultaría derrotado por tropas de la alianza, menos profesionales, pero enjundiosas y con exacerbado nacionalismo que supieron disimular la falta de estrategia militar. La desesperante situación de los invasores tendría su final cuando capitularan sus Generales el 31 de octubre de 1813. Tras retirarse la guarnición extranjera de Iruña y acabadas las pesadillas, tuvieron lugar bailes populares, con adornos de fachadas y por supuesto, corridas de toros que dieron marco exuberante a una victoria final lograda antes de 91
que con medios armamentistas acordes, por la destrucción anímica del adversario. Restauración, constitución y absolutismo Al acabar la guerra fue proclamada y jurada en Iruña la Constitución gaditana en noviembre del año 1813, lo que dio lugar a la creación de un nuevo estado dividido en provincias y gobernadas por jefes políticos. Sin embargo, como en Euskadi nada sería para siempre, las venturosas promesas prontamente fueron rectificadas y una vez firmado el Tratado de Valencay será liberado Fernando Vii y la situación política de Nafarroa retrotraída al año 1808. Entonces, invalidada que fuera la nueva constitución, serían repuestos los privilegios a la nobleza y al clero, también a la nefasta Inquisición y a las órdenes religiosas. Quedaba de tal modo, reinstaurado el Antiguo Régimen, ante la tenaz resistencia de Iruña hasta encontrar el rechazo su punto culminante el 15 de mayo de 1814 cuando militares nacionalistas, acompañados por centenares de religiosos que hacían las veces de escudos delante de los pobladores, hicieron oír sus reclamos frente al Ayuntamiento. Aunque la manifestación había sido multitudinaria, en nada pudo compararse con la segunda marcha, justo en el día del cumpleaños del rey, cuando en la plaza, las manifestaciones de repudio se multiplicaron con ponderable energía y los miles de ejemplares de la nueva Constitución impuesta ardiendo en hogueras resultaron la más clara expresión del hastío y desencanto con que los nafarrotarras tomaban el nuevo agravio a sus Fueros. En los primeros días de junio, Iruña vivirá una saga de pronunciamientos y conspiraciones interminables e inconcebibles. Mientras la sociedad, confundida en sus valores, no alcanzaba a comprender quién la defendía o quienes la traicionaban, la misma Constitución que diera lugar a tamaña manifestación nacionalista, tres meses después era solemnemente jurada y acto seguido, bendecida en el Tedeum celebrado en la Catedral con la presencia del obispo, de los cabildantes y del Virrey. No obstante, la nueva afrenta seguiría motivando disímiles reacciones en los distintos estamentos de la sociedad iruñesa. "Los nafarrotarras leales", liderados por Joaquín Mélida, se alzaron en armas, dispuestos a defender la libertad conseguida. En paralelo, el general Espoz reorganizaba militarmente las Milicias Nacionalistas y cuando a mediados de 92
noviembre consideró que estaban preparadas para el combate, hizo nacer "Las Cruzadas". Entonces, la sublevación de Nafarroa toda sería un hecho consumado y ya comandada por la Junta Nacionalista y compuesta por cinco batallones de voluntarios atravesó el mítico paso de Orreaga para derrotar al ejército real en la batalla de Esteribar. La sucesión de triunfos en enfrentamientos menores y otras escaramuzas regionales no significarían, empero, el victorioso final de la costosa guerra encarada en vidas y armamento. Por el contrario, Iruña volvería a experimentar el duro aislamiento a que históricamente fuese sometida en cruciales ciclos de su vida. A imagen y semejanza de los que ocurriría un siglo después cuando el asesino franquismo devastara Euskadi, miles de vascos combatiendo en absoluta orfandad (solo munidos de su férrea convicción libertaria), producto de otras tantas decenas de traiciones, debieron capitular definitivamente antes que acabara aquel funesto setiembre. Al paso del tiempo, el absurdo seguiría protagonizando sin rivales a la vista en el País vasco. En el año 1824, cuando no cicatrizaban aún las heridas abiertas en una sociedad que definitivamente quedaba dividida en su esencia más pura, restablecieron el Antiguo Régimen, donde Fernando Vii concedía a la "muy noble y leal ciudad de Iruña" el nuevo título de "muy heroica". Un lustro más tarde el reino de Nafarroa celebraría sus últimas Cortes Generales, a propósito de una Orden Real emitida el 14 de mayo de 1829 que dinamitaba el sistema foral, con la premisa de ser cumplida por encima de Fueros y/o leyes, ordenanzas, estilos, usos y costumbres pre-existentes. Una vez más, la soberbia imperialista avasallaba la dignidad de un pueblo que la había socorrido ante quiebras financieras y morales, ante epidemias y pestes que sin solución de continuidad, tanto castellanos, como aragoneses contraían. De reino soberano a provincia española De cristinos y carlistas Cuando estallara la guerra, bajo la apariencia de un conflicto dinástico, se escondían, en realidad, mezquinos intereses entre el liberalismo y el absolutismo. 93
En Euskadi, el enfrentamiento tuvo connotaciones especiales. El pueblo permanecía unido para defender la Constitución tradicional y para Tuón de Lara, por encima de triunfos y derrotas, sería aquella unión un signo irrefutable de formación de la conciencia nacional. Al mismo tiempo, para los nafarrotarras, las cuestiones sucesorias estaban claras, lejanas y no vinculantes. La Ley Sálica (excluía a las mujeres de cualquier reinado) no tendría vigencia en su reino, puesto que para los vascos Isabel era la sucesora legítima al trono de su padre y así lo consideró la Diputación al aprobarla como tal. Nafarroa pasaba a convertirse de tal modo en solidario bastión para el rey Carlos. Tras cotejar numerosos trabajos de investigación al respecto, el historiador Xaho, a través de su libro Viaje a Nafarroa durante la rebelión de los vascos, nos aportará su propia visión respecto del levantamiento del pueblo nafarrotarra. Para él, todas las revueltas estuvieron originadas en la quita de fueros y privilegios. Como todo indica, siempre guiándonos por el título de portada, que el historiador fue testigo presencial de algunos hechos, no la descartaremos como hipótesis, entre otras tantas, por supuesto, máxime, teniendo en cuenta que los historiadores ingleses Hennigsen y Mitchell lo han negado, aportando documentación contraria, que también valoramos. Cronológicamente encaminados en la Historia, agreguemos que en el año 1834, el rey Carlos volvería sobre sus pasos al reconocer respeto por los Fueros de Nafarroa cuando abriera sesiones para tratar el cuatrilema "Dios, patria, rey y fueros". Sin embargo, ninguna negociación posterior lograría quitarle a Nafarroa el título de provincia, por mucho que los Diputados protestaran airadamente. Dos años más tarde, Iruña, a través de su virrey y jefe político, el conde de Sarfierld, será regida por la Constitución de Cadíz. A partir de ese momento, para el gobierno de Madrid, Iruña pasó a ser la capital de otra provincia española, para pesar de los auténticos vascos. Tras sucesivas y sangrientas contiendas entre carlistas y cristinos, llegará el 25 de octubre de 1839 la ansiada paz a través del convenio de Bergara. La ley sancionada confirmará los Fueros del reino de Nafarroa y las Provincias Vascongadas, sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía. 94
Última guerra carlista Durante el largo lustro revolucionario que destronaría a Isabel II, el trono fue ocupado por el rey Amadeo, proveniente de Italia, en enero del año 1871. Por su parte, Carlos Vii rechazó al heredero y ordenó el alzamiento de sus partidarios en abril del año siguiente, aunque la insurrección fue desbaratada y debió asilarse en Francia. Sin embargo, el recelo de la provincia minó la resistencia de Amadeo, que abdicará en favor de la República en febrero del año 1873. Sin embargo, un nuevo revés sufriría Iruña cuando ésta encontrara rápido final al ser ungido nuevo rey Alfonso II. No obstante, lejos de rendirse, los carlistas reorganizaron su ejército con miles de voluntarios e iniciaron el asedio a la ciudad. Tras cortarle el agua que provenía de Subiza, comenzarían para Iruña las mil calamidades. La falta de alimentos hizo que el tocino rancio se cotizara a precios inalcanzables para la población, incluso, la carne de perros, gatos y ratas se transformaría en la ración diaria y necesaria para el sustento. Aunque todavía no se había visto todo a juzgar por el devenir. Con la llegada del invierno y las consecuentes nevadas, diversas enfermedades y pestes dieron su presente. Por las suyas y para combatir las bajísimas temperaturas, la gente comenzó a desarmar y vender la madera de los tendidos ferroviarios y las barreras corta-tráfico. Empero, las cartas estaban echadas e Iruña lo supo en la madrugada del 20 de enero de 1875 cuando salvas de artillería y gaitas callejeras anunciaron a la ciudadanía que el País Vasco era monárquico y alfonsino. En la media mañana, a través de una pomposa ceremonia llevada a cabo en la plaza de la República, se anunciaba el reemplazo de su nombre. A partir de aquel acto, pasó a llamarse Plaza de la Constitución. En Iruña, entonces, siguieron días de tensa calma al anunciarse el arribo del monarca Alfonso Xii para la semana siguiente. Los vencedores mantuvieron el cerco a la ciudad, obligados porque desde el monte Eskaba, los republicanos seguían lanzado bombas. Eran desesperadas acciones con el fin de desestabilizar a los carlistas, sin conseguir resultados positivos, puesto que aquéllos, dos semanas más tarde ya habían sofocado los focos rebeldes, despejando el camino para que finalmente, el 29 de febrero del mismo año, Alfonso Xii hiciera su ingreso a la ciudad por el portal de Taconera. 95
Al día siguiente, con la Plaza de la Constitución adornada para "tan grata circunstancia", se emitió un parte Real que comunicaba a la población el final de la guerra… y otra vez a empezar… Tiempo de reivindicaciones forales Para cualquier vasco que de tal se precie, los Fueros significarán su esencia, sin discusión, su alma, y espíritu reflejados en la vida cotidiana. Serán por siempre los fueros, elementos indivisibles, donde la lengua, usos y costumbres harán las veces de rh. Por tanto, para el reino mismo, los fueros no significarán otra cosa que su soberanía e independencia. Sin ellos, la identidad seguiría siendo utopía, aunque la peculiaridad del SER euskaldun, como paradoja incomprensible, mucho hiciera por diluir todo tipo de reivindicaciones nacionalistas. Afortunadamente, entre tanto retroceso innecesario, algunas personalidades de la vida iruñesa dejaban su claro testimonio a favor de la lengua materna y ese nacionalismo que prontamente quedaría grabado a fuego en los vascos a través del genio del bilbotarra Sabino Arana de Goiri. Vale resaltar, también, la iniciativa del iruñés Juan Iturralde y Suit al crear la Asociación Euskara de Nafarroa. Esta notable sociedad conseguiría agrupar a personalidades de distintas profesiones con el objetivo de conservar y propagar el euskera, la literatura y la Historia euskalduna, entre sus principales objetivos. Tampoco sería de consideración menor la intención de legislar y procurar el bienestar social, moral y material de una nación, siempre en ciernes, por nacer. Su órgano de expresión fue la Revista Eúskara y su lema, Zazpiak Bat (en referencia a la necesaria unión de las siete provincias). Aunque la asociación significara grato florecimiento cultural sin precedentes entre otras sociedades euskaldunas, mezquinos intereses políticos fragmentaron, una vez más, el caro proyecto hasta hacerlo fracasar. Afortunadamente, en su estructura original y en su espíritu nacionalista se inspiraría Eusko Ikaskuntza (Sociedad de Estudios Vascos fundada en el año 1918), lo que permitió que, con el paso de las décadas, se multiplicaran las sociedades llamadas vasco-nafarrotarras (si pasados dos siglos, duele aún escribir una palabra que haya sido sinónimo de divisiones inacabables, ¿qué habrán sentido aquellos nacionalistas que protagonizaron esa sociedad sin posibilidad alguna de unificarla? 96
Nuevas corrientes ideológicas Al finalizar el siglo, en Iruña convivían dos corrientes ideológicas bien definidas. Mientras los liberales proponían la libertad de pensamiento, de imprenta, de enseñanza y hasta de culto, los conservadores profundizaron sus críticas contra los "heréticos", obligando de algún modo al obispo a excomulgar a prominentes figuras del incipiente movimiento liberalista. La reintegración foral plena se dio en el año 1918 Se celebraban en Iruña los Sanfermines del año 1917 cuando llegaron en visita oficial a la Diputación sus colegas de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia solicitando apoyo para exigirle a Madrid la restitución plena de los Fueros. Lamentablemente, encontraron rotunda negativa a su petición, basada en diferencias de rasgos personales entre provincias e inconveniencia de la exigencia planteada, teniendo en cuenta que Europa se encontraba inmersa en una guerra sin precedentes. Otra oportunidad que dejaron pasar nuestros ancestros sin que quedara claro de qué se trataban "aquellos rasgos personales" con que la provincia nafarrotarra se diferenciaba de sus tres hermanas. Pero el esfuerzo no claudicaría y en octubre del año 1918 será fundada en Oñate la Sociedad de Estudios Vascos, patrocinada por las cuatro diputaciones. Una vez acabada la guerra en Europa, el Ayuntamiento iruñés retomó el proceso reivindicador reclamando mayor autonomía para Nafarroa. El proyecto sería aprobado por amplia mayoría, salvo por el partido Conservador. Tras la conformación de la Junta Gestora, se llevará a cabo un plesbicito de carácter espontáneo, al punto que, para la primera quincena de diciembre del mismo año, se habían adherido al acuerdo del municipio iruñés, 216 sobre un total de 269 Ayuntamientos nafarrotarras. La voluntad popular comenzaba a imponerse y el penúltimo día de diciembre, Diputados, Senadores y otras personalidades se reunieron en Madrid para proponer la restauración de los Fueros quitados, a partir del régimen jurídico vigente. Viviría, entonces, Iruña, una jornada inolvidable al grito de: "vivan los fueros y viva nafarroa por siempre libre". Las elecciones provinciales llevadas a cabo en el año 1919 ungieron a la Diputación al nacionalista Aranzadi. Un año más tarde tuvo lugar en 97
la capital el II Congreso de Estudios Vascos, dedicado a cuestiones referidas a la enseñanza y a la economía. La última jornada de deliberaciones fue dedicada al álgido contencioso que el País Vasco mantenía no solo con España, sino también con Francia. El Congreso, lamentablemente, correría la misma suerte que otros celebrados anteriormente en Gasteiz y Donostia: los intereses cruzados y una ideología imposible de circunscribir a la ansiada unidad dinamitaron la cumbre. A pesar del rotundo fracaso, en el mes de mayo del año 1921 nacería la Alianza Foral, que tenía por objeto defender la devolución de los Fueros quitados, al tiempo que abogaba por el estrechamiento de vínculos entre las provincias del Hegoalde. La segunda República y el estatuto vasco Los resultados desfavorables conseguidos en las elecciones municipales de abril del año 1931 obligaron, a abandonar España, al monarca Alfonso Xiii. Tras su huida, fue proclamada la República sin que se produjesen en Iruña manifestaciones estentóreas, todo un síntoma del devenir político: no encontraría en la provincia apoyo explícito y sí, en cambio, un tenaz reclamo por la reposición del estado de derecho anterior al año 1839. La interminable sucesión de peticiones gestaba a fuego lento el Estatuto de Autonomía, común a las cuatro provincias. Todos los hechos parecían conducir a la unidad de Euskadi. Sobre todo cuando el 14 de junio del mismo año se celebrara en Estella la Primera Asamblea. Un mes más tarde se llevaba a cabo en Iruña la Segunda Asamblea con resultados aplastantes a favor (90%) del Estatuto VascoNafarrotarra. Sin embargo, las malas nuevas estaban al caer porque al definirse España como Estado Integral, la Constitución republicana sería desconocida. La reacción de la Diputación de Nafarroa no se hizo esperar y de urgencia consultó a todos los Ayuntamientos en una Asamblea celebrada el 31 de Enero de 1932 en su capital. Los porcentajes de adhesión debieron significar las primeras alarmas respecto del peligro que corría la unidad nacional, puesto que solo el 65% de los Ayuntamientos adhería al casi defenestrado Estatuto Vasco-Nafarroa. Tras días de ingentes deliberaciones y no muchos acuerdos, el anteproyecto elaborado fue finalmente presentado a los municipios de las cuatro provincias, el 19 de junio en el teatro Gayarre. 98
Fiel a la esencia de nuestros antecesores, las sesiones se desarrollaron en un marco tumultuoso que alcanzaría la consideración de caótico cuando finalmente, los nafarrotarras (53%) le dieran la espalda al mismo Estatuto que años antes hubieron intentado reflotar. Con la intención de revertir todo lo acaecido, la Acción Nacionalista elevaría denuncias por fraude, coacción y manipulaciones diversas (intimación con armas de guerra) al momento del recuento de votos. De todos modos, ninguna protesta reflotaría la gesta denunciante porque otros asuntos de suma gravedad circulaban ya como secreto a voces: la monarquía preparaba el derrocamiento del régimen republicano. Así fue como todas las versiones encontraron su correlato en el futuro cercano cuando el General iruñés, Sanjurgo, el 10 de agosto fracasara en su intento de subvertir el orden constitucional. Instituciones y monumentos-escritores y cantores En el año 1844, el gobierno central creó en cada provincia una Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos. Entre las restauraciones más importantes citaremos al Palacio de Olite y el Monasterio de Leire. En la faz literaria sobresalen: ARTURO CAMPIÓN (l854-1937), abogado de profesión y literato multifacético, defendería desde las letras el SER euskaldun y la lengua toda, así como la cultura nafarrotarra. HERMILIO DE OLÉRIZ (1854-1919), cantor del reino y de los Fueros perdidos, fue cofundador de la Asociación Eúskera de Nafarroa. PABLO ILARREGUI (1808-1874), editor del Poema de Anelier y del Fuero General. JUAN ITURRALDE Y SUIT (1840-1909), cultivador de distintos géneros literarios, fue el vivenciador más romántico de las ruinas materiales y espirituales del reino. Tanto Iruña como Nafarroa misma han sido tierras prolíficas de músicos. De hecho, dos nafarrotarras dirigieron el Real Conservatorio de Música de Madrid: Hilarión Eslava y Emilio Arrieta. Asimismo, el tudelano Gaztambide, el barranqués Gorriti y el compositor Miguel Astráin, autor del vals más popular de Iruña componen entre decenas, el fenomenal variopinto de excelsos músicos. 99
Gu gaurko euskaldunok Cuando en el año 1863, Luis Bonaparte publicara su Carte sobre los dialectos vascos, el filólogo francés, Julien Vinson calculó en alrededor de ciento cincuenta mil el número de vasco-parlantes nafarrotarras. El bajo número se debió al avance arrollador del castellano sobre nuestra lengua materna y ante la irreversible dispersión (incluidos usos y costumbres) nacería en el año 1878 la Asociación Eúskara de Nafarroa. Lamentablemente, el movimiento tuvo corta vida debido, una vez más, al intrincado juego de intereses espúreos, también entre suspicacias y odios afixiantes, nunca apartados de la esencia Euskal. Solo sobreviviría la publicación de la revista Eúskara propiciando certámenes literarios en la lengua originaria hasta convertirse en sólido cimiento de su supervivencia. En el año 1882, la Comisión de Fiestas del Ayuntamiento iruñés organizará distintos eventos en la lengua euskérica, coronándose el denodado esfuerzo con el monumento eregido en honor a Los Fueros, dos años más tarde, con un grito fundido en bronce en una de sus caras de la base pentagonal. Nosotros, los euskaldunes actuales. Al año siguiente, la Diputación nafarrotarra comunicó a la gipuzkotarra que se identificaba con el resto de las provincias euskaldunas a través del rasgo común a todas: el Euskera. A renglón seguido, el documento aseveraba que al pueblo le cabían derechos innegables para hacer uso de su idioma, porque si así no ocurriese, tales derechos se verían conculcados, dando lugar a un Estado omnipotente y dictatorial. Profundizando aún más su sorprendente declaración de principios, la Diputación se mostraba inclinada a exigir a los maestros escolares, como condición ineludible para ejercer, el conocimiento cabal de la lengua Euskara. No obstante, las buenas intenciones chocarán una vez más con el nefasto centralismo español, ya que a propuesta de su Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes fue decretado en el año 1902 que los maestros enseñasen la doctrina cristiana y otras materias del programa general de estudios en un único idioma (el castellano, claro está), so-pena de sufrir expulsiones. Un atropello más se cometía, entonces, similar a la prohibición que pesaba sobre la edición de libros si fueran redactados en euskera (1778) y el secuestro del evangelio editado en la lengua materna (1838). 100
Para nuestra fortuna, en un trabajo más de extraordinaria eficacia, Arturo Campión impulsará el movimiento literario nacionalista en defensa de la lengua madre durante el primer tercio del siglo. Otro logro importante conseguirían las cuatro provincias cuando patrocinaron la Sociedad de Estudios Vascos junto con la Academia de la Lengua Vasca. Por sugerencia del notable Campión se aglutinaron todos los vascólogos del mundo con grandes resultados. Entonces, carlistas y nacionalistas acordaron unirse en defensa de los Fueros y la Lengua (1922). Como consecuencia del inusitado movimiento revestiría capital importancia la aparición de la revista Zeruko Argía, editada en el convento de los Capuchinos de extramuros. Sin embargo, otro ciclo aciago se haría presente en Euskadi cuando el dictador catalán Primo de Rivera (desde 1923 a 1930 rigió los destinos de España) suprimiera bajo feroz represión los partidos nacionalistas, prohibiera los himnos, junto con sus banderas, pero fundamentalmente el uso de sus lenguas. El periodismo de Nafarroa vería cercenada sus libertades cuando uno de sus principales referentes, Eladio Esparza, director del diario LA VOZ DE NAFARROA fuera encarcelado durante el primer año de la cruenta dictadura. Hacia el año 1925, y ya implantada la República, surgiría una nueva sociedad: Nafarroako Euskeraen Adiskideak, plena de actividades culturales en su seno, se destacaban la música y las danzas nacionales, sin embargo entre sus logros principales debemos mencionar la celebración del día del Euskera y la creación, por primera vez en la historia de la lengua en la provincia de Nafarroa de las Ikastolas. Empero, los cambios producidos en la sociedad y ciertos movimientos políticos que parecieron acercarse a la Europa Roja alarmaron a mediocres asesinos que formaban parte de las Fuerzas Armadas españolas y la restauración de otro régimen totalitario, entonces, se haría descarnada realidad en la península. De tal modo, las consecuencias de la Guerra Civil Española (mereció un módulo propio y posterior) para nuestra lengua serían nefastas una vez más y su depresión, alarmante. Desarrollo de Iruña entre los años 1950-1975 Inmigración y urbanismo En líneas generales, para Euskadi, los cambios producidos tras la sangrienta guerra civil fueron extraordinarios y el precio a pagar, exorbitan101
te. Iruña había recibido la mayor parte de los habitantes que llegaban de pueblos circundantes y de cientos de campesinos que abandonaron sus labranzas para transformarse en operarios de fábricas. En cambio, donde no se produjeron modificaciones sustanciales fue en la religión. La sociedad siguió mostrándose profundamente católica, en una ciudad que se poblaba sin solución de continuidad de industrias y talleres familiares. Nada hizo la burguesía nafarrotarra para evitar que tantas promociones industriales arrinconaran sin remedio, costumbres y usos ancestrales. Las tradiciones dieron paso a nuevas tendencias en el modo de vivir y comportarse en una sociedad apegada a su lengua. Recién cuando el año 1949 daba sus primeros pasos se asumió casi como irreversible el drama migratorio del campo a la ciudad. De tal modo, pequeños pueblos de montaña se quedaron sin juventud, solo habitados por el segmento de personas que superaban largamente los cincuenta años. Para certificar estas aseveraciones solo tenemos que remitirnos al censo realizado en el año 1940 en Nafarroa (62 000 habitantes) y compararlo con el del año 1970 (147 300 habitantes). Los cambios radicales también se dieron en el plano urbanístico donde florecieron las construcciones de hasta dos plantas, patio, gallineros y huertas, favoreciendo la adaptación de los campesinos. El crecimiento edilicio fue tal que en la década comprendida entre de los años 197080 se hizo necesario ensanchar Iruña y en dicha estrategia nacieron las construcciones de bloques alargados para mejor aprovechamiento de los terrenos. Industria-política y arte Tanto Nafarroa, como Iruña vivieron años de esplendor a los ojos de Europa, al punto que se hablaba a menudo del milagro nafarrotarra, con una comparación antipática, pero no por ello menos cierta: se decía que la provincia era Japón con boina roja. En rigor de verdad, en la provincia se hacía carne la virulencia japonesa de la industrialización. Entonces, el epicentro del bien pareció ser Iruña y su programa de Expansión Industrial, aprobado el 10 de abril de 1964 con proyecciones hasta las tierras de Arazuri, Orcoyen y Anscáin, junto a las carreteras zaragozanas. La ciudad capital se transformaba así en abastecedora del 102
mercado nacional y extranjero con sus Telares de Matesa, la producción fenomenal del chorizo iruñés, así como la fabricación de electrodomésticos junto a la de automóviles y materiales para la construcción. En el libro titulado Ayuntamiento y pueblo que fuera publicado en el año 1970 se explicaba con lujo de detalles la mutación producida en una sociedad que viraba desde el mundo del campesinado al fabril, sin lograr consolidarse. Por su parte, Ignacio Ardanaz haría exaustiva descripción del crecimiento imparable de la actividad industrial bajo el manto del hermetismo, entre murallas milenarias, condicionada por una generación adulta que provenía de la guerra con signos fascistas incluidos. Entonces, la incipiente visión separatista de una clase joven dispuesta a emanciparse a como diera lugar, sería perseguida sin miramientos. Decenas de curas progres fueron desterrados a Monasterios cuando no, asesinados. Asimismo, distintos grupos de jóvenes que se reunían en forma clandestina debieron soportar el rigor inquisidor del aparato represivo con la connivencia de ciertos sectores conservadores de la política. Sin embargo, se trataba de una situación estragada sin retorno. De hecho, la convulsión social desatada permitió que las organizaciones obreras se pusieran al frente de las demandas haciendo oír su voz en las celebraciones de cada 1 de mayo y en las huelgas reivindicativas. Comenzaría una nueva etapa no solo en Iruña, sino en Euskadi todo con la aparición de grupos armados atosigando al poder central, deteniendo de algún modo, tanto el crecimiento industrial, como la inmigración. Dichas expansiones encontrarán abrupto corte hacia finales del año 1972. Tal vez en el ataque comando más significativo llevado adelante por ETA y bisagra del accionar del aparato policial y parapolicial español, el 22 de diciembre de 1973 fue asesinado el almirante Carrera Blanco. Las consecuencias fueron imprevisibles para Nafarroa al desatarse despiadada persecución de etarras por toda la provincia. El lustro siguiente trajo aparejado más de lo mismo. Paros generales, huelgas de hambre llevadas adelante por curas jesuitas y manifestaciones multitudinarias consiguieron entre otros logros que el proceso de Burgos (juzgaba a miembros de ETA que reivindicaron toda clase de golpes asestados a militares españoles y a empresarios vascos integrantes de la repudiada burguesía) se limitase a condenar a prisión perpetua a quienes ya había dictado pena de muerte. 103
Solo la asunción de Juan Carlos de Borbón, ungido rey de España tras la muerte del nefasto Franco, permitiría dar comienzo a otra etapa histórica dentro de Euskadi, aunque las expectativas no llegasen a colmarse ni siquiera en su medianía. Lenta recuperación de la lengua El hecho más lamentable que padeciera Euskadi a raíz de la guerra civil de 1939 fue la imposición de la lengua y cultura española. El estigma se esparcía por Iruña al no escucharse el idioma materno por sus calles y los pocos habitantes que lo hacían eran mal vistos. Por fortuna hubo excepciones honrosas, por caso, J. Uranga, secretario de la Institución Príncipe de Viana. Él recomendó a la Diputación apoyar a la Academia de la lengua Vasca en el año 1950. Seis años más tarde, fue creada la sección Fomento del Vascuence con un objetivo primordial: acabar con las falacias vertidas sobre el euskera. A partir del año 1966 y por iniciativa del diputado Urmeneta debían entregarse obligatoriamente elementos de lectura y práctica para propiciar el uso de la lengua. Nacería de tal modo el Suplemento Mensual del Príncipe de Viana. En el año 1963, José Muguerza fundó la primera Iskatola con 27 alumnos matriculados, pero el centralismo español decretaría su cierre dos horas antes de su inauguración. Pero la perseverancia de los vascos pudo más y dos años más tarde, en Pozoblanco fue inaugurada la Iskatola Nuestra Señora de Ujue con notable suceso ya que aquellos cuatro alumnos iniciales confirmados cuando se abriera la inscripción, fueron doscientos al comenzar el curso, dos meses después. Para el año siguiente (1969) ya sumaban trescientos ocho. Los avances en la recuperación del euskera se hicieron notorios cuando en el año 1968, todas las escuelas de Nafarroa estaban autorizadas a dar media hora más de clase en euskera, si lo deseaban. Al comienzo de la década del setenta fue fundada la Iskatola San Fermín, aunque las persecuciones se hicieron insostenibles debido al constante crecimiento del nacionalismo vasco expresado de disímiles maneras. Las Ikastolas comenzaron a ser requisadas recurrentemente bajo el falaz argumento de funcionar como escondites del armamento de guerra utilizado por ETA. Al mismo tiempo, sus profesores, interrogados bajo 104
sospecha de tener ligazón con los separatistas. Muchos de ellos fueron encarcelados y sometidos a crueles interrogatorios (los vejámenes cometidos por la policía secreta española quedarían al descubierto en el Juicio de Burgos, sobre todo cuando testimoniaran mujeres etarras), tal vez por la inaceptable analogía con quienes fundaran el movimiento casi dos décadas atrás. Sin embargo, ningún embate del franquismo postergaría el avance del euskera. Su resurgimiento resultará imparable hasta esparcirse las Ikastolas desde Estella hasta Tafalla y desde Elizondo hasta Leitza. Por su parte, en la sede de Los Amigos del País se intensificó la enseñanza de la lengua con el objetivo de paliar el déficit económico que significaba sostener, desde la logística implementada, el funcionamiento de las Ikastolas. Dicho financiamiento provino de donativos particulares, rifas navideñas y exposiciones de pintura de distintos artistas plásticos de la provincia, aunque el gobierno español se empeñase en afirmar que los fondos provenían de los secuestros extorsivos realizados por ETA. Finalmente, siete años debieron transcurrir, entre negativas rotundas, hasta que el Ministerio de Educación otorgara subvenciones. Dos décadas inéditas en la vida de iruña (1975-1995) Respondería Iruña, una vez más, a su, sino paradojal. Así como en siglos anteriores vivió dividida entre agramonteses y beamonteses, la última parte del siglo la sometía a los arbitrios de centralistas y autonomistas. La transición política motivaba fricciones recurrentes entre los defensores del antiguo régimen y los renovadores. Por supuesto, la cuestión fundamental a resolver entre los vascos de Nafarroa tenía que ver con formar parte o no de Euskadi. La controversia desatada hizo trepar la violencia hasta límites inaceptables, reflejándose en su símbolo mayor: LA IKURRIÑA. Por su parte, Iruña, como ciudad capital tendría un crecimiento demográfico y urbano irregular y poco equilibrado. Mientras el antiguo casco recuperaba diversos edificios de incalculable valor patrimonial (el Museo de Nafarroa y la Antigua Universidad de Santiago, entre otros), en la periferia y en los "Ensanches" se produjeron alteraciones formales en edificios de mayor altura, rompiendo la homogeneidad original. 105
En el año 1991 sería aprobado el Plan Parcial, que reordenaba los espacios para viviendas, servicios varios y obras viales, pero fundamentalmente, decretaría la desaparición de industrias contaminantes y peligrosas en extremo. En cuanto a la industria hotelera, fueron modernizados antiguos hoteles. También se recuperaron plazas de altísimo valor histórico (en la de San Miguel se construyó la nueva Audiencia). Asimismo, nacieron decenas de barrios con nuevas carreteras, a cuyos laterales fueron construidos distintos colegios y facultades. La expansión demográfica y urbana determinó que finalmente Iruña elevara a veintitrés el número de municipios hacia finales del año 1991. Una década plagada de tensiones políticas Durante los primeros años de la transición, las divisiones entre nafarrotarras fueron estentóreas. Mientras que para una parte de la sociedad, todo lo vasco era repudiable, para la otra, significaba una forma envidiable de vivir. Una vez celebradas las elecciones generales del Congreso (junio de 1977), en Gernika quedaría constituida la Asamblea de Parlamentarios vascos. Por el partido Nacionalista Vasco (PNV) asistieron Manuel de Irujo (tras 40 años de exilio) y los socialistas García y Urralburu. Lamentablemente, cuando un mes más tarde se realizara la Marcha de la Libertad, (más de 200 000 asistentes) la vergüenza teñiría de luto tamaña gesta. Diversos choques producidos entre la policía y los distintos bandos asistentes, con disparos a mansalva por parte de los represores, arrojaron el saldo funesto de decenas de muertos, otros tantos heridos y detenciones masivas con la carga de odio y virulencia propia de resquemores enquistados durante siglos. Se trataba de otro golpe artero a la autonomía reclamada, aunque los nuestros ya tuvieran bastante con su división interna entre nafarrotarras y sus hermanos del Hegoalde. Nafarroa sí…Euskadi no La proclama a gritos exaltados era una postura definitiva en sí misma que alcanzaba para dividir profundamente la provincia, al tiempo que ETA intentaría justificar cada muerte provocada con el argumento del intervencionismo asesino del centralismo español. No obstante, el con106
tencioso interno no acabaría con la exclusión de Nafarroa del Estatuto vasco de la Moncloa (año 1979) ni con la prohibición oficial de la Ikurriña en aquélla (año 1980). El ayuntamiento La década sería testigo del paso de Alcaldes de distinto tinte político. Así, el socialista Julián Balduz llegaría a la Alcaldía con los votos que Herri Batasuna le aportara. Luego, en las siguientes elecciones irrumpió con fuerza inusitada el UPN, erigiendo por dos veces consecutivas como Alcalde a Javier Cherraut y Alfredo Jaime, en ese orden. Equipamientos y servicios área educativa Una amplia red de centros docentes, privados y públicos dieron acabada respuesta a las necesidades de la población en todos los niveles. Incluso, se recuperaría el euskera a través del sostenimiento de las Ikastolas. Área sanitaria Numerosos centros públicos y privados velarán por la salud de la sociedad. Tanto los hospitales, como los centros sanitarios estarán a la altura de las circunstancias, al tiempo que las clínicas privadas, a través de Obras Médicas, dieron respuestas concretas al resto de la salud por atender. El área cultural Estará formada por una vasta red de bibliotecas públicas, salas de conferencia y distintas exposiciones. Al mismo tiempo, la ciudad sufriría un brutal cambio en sus costumbres al instalarse distintos centros de diversión como bingos, pubs, bares y cines. Aunque, la máxima expresión pasatista se daría con "El disparo del cohete" al mediodía del 6 de julio hasta "El pobre de mí" de la medianoche del 14 del mismo mes. Visitantes llegados de todas partes de Europa asistían maravillados al jolgorio desatado durante siete jornadas inolvidables y consecutivas. Arte y deporte Iruña disfrutaría de una década plena de acontecimientos artísticos e intelectuales. Los artistas expusieron su talento a través de sus esculturas, pinturas, obras forjadas en hierro, vidrio y también sobre cerámicas. 107
Por su parte, el deporte siempre ha estado dignamente representado a través del fútbol (Bilbao Atlhetic), el ciclismo (Miguel Indurain, quien sobresale entre un decena de excelsas figuras) y la Pelota en sus distintas variantes, con pelotaris de excepción, casi siempre coronados campeones del mundo. He intentado en este profuso trabajo sobre la milenaria Iruña, reflejar el modo de ser, sentir y comportarse no solo de sus habitantes, sino de la tierra misma, sus montañas, valles, cimientos, ruinas y distintas repoblaciones para poder entender las razones que le hicieron perdurar: El Euskera, razón de vida para que usos y costumbres lograran sobreponerse a tantas invasiones y avasallamientos de Fueros que nuestros ancestros supieron conseguir. A fuer de sincero, siento que he llegado a través de la historia de Iruña a comprender, sino toda, buena parte de la esencia Euskal.
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M ó d u lo
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Religión, magia y brujería, antiguos dioses vascos Pocas etnias han logrado convivir al mismo tiempo con la religión cristiana y, en paralelo, con antiquísimas reverencias hacia pseudos dioses, fundamentalmente, los referidos a fenómenos naturales. Los pueblos euskaldunes, con toda seguridad por tratarse de hombres y mujeres de completa dependencia con la naturaleza, a ella se aferraron para fortificarse en su fe. Entre las creencias euskadunas más distorsionadas en cuanto a su significado traducido al castellano podemos mencionar al Aquelarre. En euskera, aker significa macho cabrío y larre, prado, por tanto, la traducción correcta será 'prado del macho cabrío'. No obstante, la Inquisición española tergiversó el término al asociarlo a los supuestos conciliábulos de brujas reunidas en un prado para adorar al demonio, que según la fábula tenía forma de un macho cabrío negro. Al mismo tiempo, consideraban a los sapos como los ángeles de la guarda del diablo y para mejor ejemplo vaya este imaginario relato del siglo Xvi, recogido por el historiador contemporáneo Jorge Beramendi, incluido en uno de sus notables trabajos al respecto. "En un viernes por la noche, con el sol puesto desde hacía horas, en Los Pirineos, el pueblo de Zugarramundi estaba en tinieblas. Sin embargo, entre las sombras había movimientos, era claro el surcar de objetos voladores convergiendo hacia un prado. Manadas de sapos eran conducidos hacia él. Para la medianoche, la hora señalada, apareció el Maligno 109
ante una muchedumbre de acólitos allí reunidos. Ya las brujas habían descendido de los aires montadas en sus escobas. El Maligno tenía la forma de un macho cabrío. La ceremonia estaba a punto de comenzar y las brujas llegaban al paroxismo, mientras que entre bramidos horrendos la misa negra tenía su iniciación". De este sinnúmero de fábulas y relatos insustentables se valió durante siglos el Santo Oficio español para implementar la inquisición en territorios vascongados. El pueblo euskadun tiene muy profundas raíces en la prehistoria europea, data desde 35 000 años, cuando nuestros ancestros llegaron probablemente del Asia, aunque antes lo hubieran hecho desde el continente africano, como toda la raza humana. A lo largo de 30 000 años (etapa formativa) los vascos manifestaron ideas religiosas y consolidaron un sistema definido hasta el año 1 000 a.C. A partir de ese período, los pueblos indoeuropeos pre-celtas, griegos y celtas influyeron sobre los euskaldunes. Este proceso se denominó período de la indoeuropeización. Desde el 194 a.C. cuando los romanos conquistaron Jaca (actual Aragón), los vascones se romanizaron y sus dioses también. A partir del siglo iii los vascos fueron cristianizados y convivieron con alguna influencia islámica y protestante. Cinco períodos determinaron las vivencias religiosas y paganas de los euskaldunes, también mágicas. Prehistoria Cuando nuestros ancestros llegaron a Europa, el continente estaba habitado por otro homínido llamado hombre de NEANDERTHAL. La convivencia se extendió por cinco siglos y en los siguientes 20 000 años desarrollaron ideas religiosas o al menos, mágicas. En el período magdaleniense (13 000 a 10 000 a.C.), el hombre de Cro-Magnon pintó en el actual territorio vasco pinturas parietales. Por su parte, el hombre de NEARDERTHAL tenía ideas religiosas, dado que enterraba sus muertos previa ceremonia. El Cro-Magnon, contemporáneo y sucesor de aquél tenía iguales ideas y cultos trascendentales. Basándonos, entonces, en las investigaciones del religioso Barandiarán y en los estudios realizados desde la genética por Cavalli Sforza, 110
podríamos asegurar que el hombre de Cro-Magnon es el ancestro del hombre euskaldún. Las cavernas Las estudiadas en Euskal Herria fueron once: En Bizkaia, Venta Lapuerca Arenaza Santimamiño En Gipuzkoa, Ekain Al txerri En Nafarroa, Alta Alkerdi Baja Isturitz Haristoi Erberua En Zuberoa, Sinhikole Xaxixiloaga Etxeberri Los resultados que arrojaron las profundas investigaciones realizadas indican que eran visitadas por personas (pisadas y manos de hombres y niños en el suelo lo confirmaron) que realizaban ceremonias para algún tipo de iniciación religiosa. Como la accesibilidad resultó harto trabajosa, se dedujo que se realizaban con luz artificial generadas por antorchas. Los dibujos encontrados en las paredes estaban referidos a la caza de animales que indudablemente eran su sustento alimenticio. No se puede asegurar que adoraran los animales que comían, aunque tal vez por temor escondieran sus huesos a muchos metros de profundidad en la misma caverna y que luego le ofrendaran tributo religioso. Generalmente, los dibujos reverenciaban a cabras y machos cabríos. Le seguían en cantidad, el caballo, el bisonte y el ciervo, en ese orden. Interpretaciones del arte parietal Las figuras tienen flechas y/o arpones dibujados en sus flancos indicando distintos ritos de caza. Seres Mitológicos: LA DAMA MARI, divinidad BEIGORRI, la vaca roja TXALGORRI, ternero rojo ZEZENGORRI, toro rojo ZALDÍ, caballo de fuego El color rojo encontrado en las divinidades coincide con el color de los animales de las leyendas. De hecho, todos los personajes que cobran vida en éstas, están asociados a las cavernas, entrando, saliendo o defendiéndolas. 111
Período megalítico A partir del año 6 000 a.C. comenzaron a domesticar animales, trabajaron la piedra pulida y la cerámica hasta llegar a la edad de los metales. No obstante, la verdadera formación de creencias se intensificaría entre el 4 000 y el 1 000 a.C. con la creación de panteones para sus dioses. Entonces, cabe remarcar que el suceso más importante de aquel período estuvo referido a la construcción de los megalitos (en griego significa 'grandes piedras'). Por supuesto, los euskaldunes formaron parte de aquel conjunto de pueblos europeos occidentales que acostumbraba a eregir tumbas de inhumación en los terrenos de pastoreo donde presumiblemente vivía. Las tumbas constaban de grandes piedras verticales, enterradas en la tierra y rematadas por una gran losa horizontal. Debajo yacían los muertos, enterrados con su cabeza al oriente y los pies al occidente. Al mismo tiempo, el sol era considerado fuente vivífica y por tal razón le era permitido ingresar por una apertura practicada hacia el occidente. Estas tumbas, con el paso del tiempo recibieron el nombre de dolmen. Leyendas sobre megalíticos en territorio vascongado En líneas generales fueron consideradas moradas de las brujas o xorgiñetxea, perdurando tales creencias, al menos, cinco siglos. La cosmolatría Basándonos en eruditos en la materia como Julio Caro Baroja, Barandiarán y Estornés Lasa, desarrollaremos el segmento de la religión que estudia la personificación y adoración de los astros así como elementos propios de la naturaleza como la tierra, el agua, el aire y el fuego. En el siguiente período aparecerá la Dendolatría, ciencia involucrada con la adoración de las especies arbóreas. Solo bastará una mirada profunda a nuestras investigaciones para comprender que a medida que el hombre desarrollaba su inteligencia y comprensión desde el medio ambiente que habitaba, más énfasis ponía en la reverencia, a través de distintos ritos: al dios de los cultivos (por los alimentos que ingerían) y al del fuego, (por el calor que irradiaba gracias a la madera encendida de los árboles). 112
En la misma medida que la sociedad se hizo más compleja, determinados elementos fueron sumados a la veneración, articulándolos a ciclos mitológicos: El Cielo: Se trata del elemento contenedor de todos los fenómenos climáticos y astros hacia los cuales el individuo rendía culto, Partiendo de la base que un SER Supremo se había encargado de la creación y que a través de su malhumor solía expresarse (el trueno, el relámpago y los refucilos, entre otros), los hombres le temían demasiado, al punto que no lo llamaban por su nombre, sino con sinónimos: Jaungoikoa en euskera o Señor de lo Alto en castellano. La Tierra: Se la consideraba la madre del sol y la luna, ambas divinidades femeninas. Se creía que era la morada de almas y seres míticos que vivían en cuevas y tomaban forma de animales. De hecho, se le rendía culto porque era el sustento del universo vegetal. Se sostenía que la Tierra vigorizaba al hombre mediante su contacto. Al mismo tiempo, las fantasías alimentadas por leyendas incontables indicaban que la Tierra guardaba tesoros como "el pellejo del buey repleto de oro". A él iban dirigidas las plegarias. Asimismo, el genio que representa la fuerza de la Tierra es MARI y de tal forma se desprende que María es una divinidad montañesa. En varias regiones se la denomina Señora o Dama y significa la representación de la madre Tierra. Existen ciertas creencias que la definen como la Suprema Bruja que gobierna a todas las brujas. En ocasiones se la ha mostrado con una sola hija y en otras con dos. Una buena y otra mala llamada Odei. No obstante, otras leyendas le adjudican siete hijos. El agua Es quizás el fenómeno de creencia recibido con mayor beneplácito. Al resultar benéfica, en ocasiones también se la ha relacionado con la llegada de Cristo. Se creía que quien falleciera durante una lluvia tenía asegurada la felicidad en el más allá. Las lluvias especiales indicaban prosperidad. Por ejemplo, la de San Pedro daba indicios de año próspero para la siembra y cosecha del castaño. Si por el contrario, azotaba la sequía, se hacían rogativas a un santo y con él por delante se organizaban procesiones. 113
La sal Considerada como el mal en sí misma, era sinónimo de enfermedades que se querían curar, por tanto, se la arrojaba a las llamas para que se destruyera al crepitar o se la arrojaba al agua para que se disolviera. También las fuentes fueron motivos de estudios en el territorio euskaldún. Construidas en gran número y extendidas por todo el País, fueron consideradas propietarias de virtudes curativas. Las fuentes más populares son las de Urbendeikatu. Mariturri y Doniturrieta. Se afirmaba que algunas fuentes concitaban brujas a su alrededor y redoblando la apuesta del dislate se suponía que cualquier viajero que pisara hierbas creciendo a su lado podía llegar a desorientarse o en el peor de los casos, perder la memoria. En Oñate se encuentra la fuente de Sandailli donde se realizaban ritos de fertilidad en una interior dentro de una cueva con restos de presencia prehistórica. Cuando una mujer era estéril le mojaban la cabeza o la sumergían dentro de esa fuente alimentada por un manantial. Otro rito de las cuevas consistía en lavar ropa de niños y secarla luego en el zarzal más próximo para propiciar el advenimiento de ese hijo buscado. Entre las distintas variantes de fuentes curativas encontramos las que curaban la sarna, eczemas y las enfermedades cutáneas. También el agua recogida al inicio del año nuevo, al finalizar la Nochevieja tenía poderes curativos. Las lagunas, en cambio, eran consideradas moradas hundidas con sus genios y divinidades en su interior. El fuego Muchas de las divinidades precristianas tuvieron su versión de fuego. Todavía llegan hasta nuestros días resabios de aquellas prácticas como las del toro de fuego. Al leño que ardía durante la Navidad se le atribuían propiedades extraordinarias para proteger el ganado. Lo mismo se creía en los hogares respecto de los rayos. La llama significaba "ofrenda" y en este terreno el genio de los vascos fue llamado EATE. La mujer y su relación con la magia y brujería (Puntuales consideraciones de este segmento están basadas en investigaciones realizadas por Julio Caro Baroja). 114
Interesante resulta comprobar cómo desde civilizaciones o sociedades muy antiguas prevaleció el preponderante papel jugado por la mujer, sobre todo, en algunos regímenes que se dieron en llamar Matriarcales y Agrícolas En aquellos tiempos en que se cultivaba con azadas en pequeños sembradíos, la mujer tenía no solo significación económica y jurídica, sino también religiosa. Los cultivos y las divinidades son femeninos y la Luna es el ejemplo más contundente, porque de acuerdo con sus distintos ciclos, el hombre basaba en ellos la productividad de sus siembras. Por su parte, el investigador y geógrafo griego, Estrabón, ha usado el término ginecocracia para definir la importancia de la mujer y su género en distintas sociedades de pueblos ubicados al norte de la península ibérica, más precisamente en la región cantábrica. La mujer era considerada en el ámbito familiar como el elemento humano moderador, jugando rol vital, así como fuera de éste era temida cuando se la asociaba a la magia y hechicería. Abundan los ejemplos de mujeres cercanas al Demonio. Por ejemplo, era corriente escuchar que Circe dominaba a los hombres hasta convertirlos en cerdos. También se temía a medes, de quien se creía padecía de amores y por tanto, se había volcado a la magia negra. Estos ritos tuvieron continuidad en el medioevo, puesto que los procesos llevados adelante por el Santo Oficio español contra mujeres denunciadas por ejercicio de brujería se contaron por miles, rozando el fanatismo en muchos casos y en otros, decididamente se cometían las injusticias más crueles desde la inaceptable sinrazón. Brujería y teología católica Resulta más que sorpresivo comprobar cómo a pesar de los siglos transcurridos, la figura de la bruja (un personaje aceptado o rechazado, mas, siempre temido en la antigüedad pagana), fue cobrando distintos perfiles tras el triunfo del cristianismo. La etimología de la palabra bruja admite hipótesis variadas. Tal vez, la más cercana provenga del latín voluculum (envoltorio, por misterioso) o volucha (por voladora). Hacia el año 1720 se asoció el término "bruja" a enredos, chismes y embelecos femeninos. Por su parte, antiguos textos latinos y griegos afirmaban que la mujer tenía natural inclinación a los actos de hechicería y a la práctica de envenenar. 115
Cuando el cristianismo triunfó en Europa, vida y conducta del hombre quedaron supeditadas a la ley de Dios (el bien) y a la ley del Demonio (el mal). Con el advenimiento del Mesías quedaron convertidos en personajes diabólicos brujos y brujas, por supuesto, los hechiceros no quedaron exceptuados de inacabables persecuciones. No obstante, a pesar del inmenso poder ostentado por el cristianismo, jamás lograría quitar de la mente de los hombres su miedo al Diablo. El hecho cierto que en la comparación con Dios, aquél quedara a la altura de un mediocre imitador o de un hábil charlatán, no haría menguar ese temor tan particular que irradiara. Uno de los preceptos fundamentales con que el Santo Oficio combatía la brujería y distintos actos de ocultismo estribaba en la misión de los obispos que trabajaban para extirpar de las iglesias la magia y los sortilegios, dado que eran consideradas invenciones perniciosas del Demonio. La magia según Martín del Río Para su mejor comprensión y ordenamiento de dicho estudio, el jesuita escribió una voluminosa obra que titularía en seis libros, Disquisiciones Mágicas. Seguramente, el capítulo más controvertido de su incuestionable aporte al tema estuvo referido a la particular división con que, a su criterio, presentara las cuestiones de la magia, a saber: l- magia natural 2- magia artificial 3- magia prestigiosa 4-magia demoníaca 5- magia de adivinación 6- magia de conjetura o profecía. Del Río rechazaba la teoría que indicaba a la ignorancia como el factor determinante para aferrarse a ciertas creencias. Aunque fuera verdad que durante el siglo Xviii Europa se viera atacada por una verdadera constelación de investigadores/escritores que se obsesionaron con la presencia física del demonio, principalmente, en distintas cavernas del territorio vascongado, y de hecho, muchos textos estuvieron presentados desde sus portadas con ilustraciones espeluznantes. El protagonismo ganado por brujos y brujas euskaldunes/as resultaría ejemplo concreto de sociedades volcadas a la creencia de fuerzas ocultas, mientras que en paralelo adherían al catolicismo. 116
Por todo el territorio, tanto en cavernas, cuevas de menor cuantía o sitios al aire libre se pudo comprobar la consumación de ritos con promesas de sacrificar niños o adorándole el trasero al Demonio (cornudo y alado), también llevando de un sitio a otro cadáveres para cumplir la palabra empeñada. Más atrás en la historia, durante los días 6 y 7de noviembre de 1610 en los Autos de Fe celebrados en Logrono, tuvo lugar el proceso instruido contra los brujos y brujas de Nafarroa. Las sentencias dictadas por el Tribunal Supremo significaron un punto de inflexión entre quienes castigaban tan solo para alejar a la gente de las sectas (no creían en fuerzas ocultas) y quienes lo hacían convencidos que el maleficio y el Demonio mismo existían(pareció ser el caso de inquisidores emblemáticos y nefastos, como Torquemada, a finales del siglo Xv y Simancas, en el siglo Xviii). Las principales sentencias estuvieron dictadas al influjo de un ámbito geográfico misterioso y peculiar: las cuevas de Zugarramundi. Se trataba de un túnel natural, construido por las corrientes del río Infernuko Erreka ('arroyo del infierno'), sobre una masa calcárea. Según los informes entregados por los distintos Calificadores (Azolaras se distinguió por su fundamentalismo) a los Tribunales Supremos, las cuevas servían de templo y de corte, al mismo tiempo, para una sociedad secreta con diferentes escalafones que ejercían maldades bajo el arbitrio del Demonio (aseguraban que se presentaba ante el gentío bajo la forma del macho cabrío). Por supuesto, tales apreciaciones, al provenir de la Iglesia, sumían en el terror a los pueblos circundantes. Y para que el grado de locura se multiplicara, los procesos sustanciados contenían testificaciones de niños, débiles ancianos y hasta de mujeres comprobadas como deficientes mentales. Indiscriminadamente, dieron por cierto todo tipo de acusaciones y resultaron quemados en hogueras individuos, por caso, que habían mencionado a Dios en un simple juego de naipes ("no me ganarías ni aunque tuvieses al Altísimo de tu parte", hubo sido la frase escuchada por un niño durante una partida de cartas) o a mujeres que en día sábado habían ingerido carne (para la Inquisición española tal pecado era pasible de condena en hoguera, también). Y si los crímenes no se multiplicaron hasta alcanzar cifras escalofriantes, en parte se debió a la actuación del Licenciado Alonso de Zalazar y Frías, Juez del Tribunal de Logrono, con acabada preparación jurídica que consi117
guió revisar centenares de causas llegadas a sus manos hasta comprobar que la mayoría de los cargos eran falsos. Al cabo de los años, su perseverancia lograría acotar el inmenso poder ostentado por los Calificadores. Solo un individuo de inacabables conocimientos legales como él lograría poner en entredicho la validez de los procedimientos. Incluso, lustros más tarde, cuando Europa rechazaba por completo la metodología implementada y mantenida, conseguiría la suspensión de los procesos de "brujería colectiva" por parte de la Inquisición hasta convertirlos en procesos individuales, con abogados de parte para los acusados y la posibilidad de investigar si quienes acusaban guardaban encono sobre los sentenciados. Lamentablemente, Salazar y Frías formaba parte de un Tribunal constituido por tres personas (dos religiosos lo completaban, en algunos casos, frailes que impartían "su justicia" desde el fanatismo) y al ejercer en minoría, muchas de sus observaciones fueron desoídas. Otro nefasto inquisidor que dejaría triste marca en el Iparralde fue Pierre de Lancré, famoso magistrado del Parlamento de Burdeos. A principios del año l600 lanzaría la más brutal represión conocida contra XORGINOS de Lapurdi, provincia fronteriza con Nafarroa. De Lancré fue un erudito no exento de condiciones propias de un intelectual y fobia contra los euskaldunes. Se caracterizó por sobredimensionar los hechos que investigaba, dando por cierto que existíanbrujos en un pequeño país gobernado por una verdadera corte diabólica sobre aldeanos instruidos en procederes satánicos. Claro quedaría, entonces, que a caballo de la locura viajaba la sinrazón por territorio vascongado desde siempre, al amparo de objetivos reñidos con la religión que la Iglesia católica decía defender. Las dos primeras décadas del siglo Xvii fueron pródigas en trabajos de investigación sobre magia en el País Vasco. El jurisconsulto cordobés Torreblanca, publicará su Tratado sobre Magia y Hechicería, lo que profundizará aún más la brecha entre quienes las combatían, mientras que en Portugal, Valle de Moura hará lo propio con una obra compuesta por varias monografías donde no faltarían todo tipo de citas referidas a las ya famosas cuevas del País, sobre todo, la de Zugarramundi. Por su parte, la iglesia católica endurecería su postura negadora, puertas afuera, a propósito de la existenciade conciliábulos, sin embargo, su propia ortodoxia sufriría grave revés cuando el Padre jesuita, Friedrich 118
von Spee publicara en el año 1631 sus experiencias como confesor metido en cárceles y juzgados. Admitió haber examinado las circunstancias donde se producían las denuncias por actos de brujería, el tipo de acusaciones y fundamentalmente, los testimonios. Por supuesto, sus conclusiones acabaron por arrinconar de modo irreversible el fanático accionar del Santo Oficio español. A partir de aquellas publicaciones, el religioso jesuita comenzaría un peregrinar sin fin por distintas Diócesis a modo de castigo por revelar metodologías "impropias" del catolicismo. La persecución duraría lo que el religioso tardara en publicar la segunda y complementaria edición de sus investigaciones, dos años más tarde. En ella denunciaba a los Inquisidores por cobrar dinero en concepto de conmutación de penas y condenas, sin dejar de mencionar distintos tipos de torturas, torturadores y a los falsos acusadores, para dejar al desnudo, como si falta hiciese, la falsedad de los procesos para apoderarse de los bienes materiales de los inculpados. También el prestigioso Abate Sylvestre Bergier publicó su obra llamada Sorcellerit, donde pondría en boca y pensamiento de terceros la existenciade los sorciers o brujos en la región del Iparralde. Afirmaba en aquel relevante trabajo, sin tomar posición definitiva, que los poblados temían o adoraban a los brujos, pues tenían el poder de transportarse por el aire durante las noches, entre otras fabulosas dotes. Mientras otros investigadores sostenían que se trataba de un notable desarreglo mental del religioso causado por ciertas drogas ingeridas, Bergier afirmaba que todos los ritos realizados tenían un denominador común: el Demonio. Llamaría poderosamente la atención que no siendo el religioso el único que insistiera con la existenciade brujos, (teólogos y pensadores católicos de los siglos Xv, Xvi, Xvii y Xviii coincidirían con él) fuese severamente sancionado por Roma. Bergier sostenía que prefería temerle al Demonio y no ignorarlo, admitiendo de algún modo que desde el punto de vista histórico-cultural las acciones de los brujos han sido respetadas, más allá de interpretaciones paganas o cristianas, en sociedades de distinta idiosincrasia sin que jamás, las dos ramas que los estudiaron en profundidad, pudiesen acercar posiciones: la Teología por un lado y los Juristas, por otro. 119
Procesos por brujería y testificaciones infantiles en territorio vasco. Entre otros tantos horrores cometidos, en procesos lindantes con la criminalidad, la Inquisición española sustanciaría Autos de Fe basados en testificaciones acusatorias brindadas por niños contra hombres y mujeres vascas. Y quedarían allí expuestas las profundas divergencias entre teólogos y juristas. Los primeros aceptaban como válidas las testificaciones de infantes al deducir que la mentira no tenía cabida en sus declaraciones, puesto que la inocencia de sus almas era determinante. En cambio, los segundos (Zalazar Y Frías enarboló el rechazo), las desconocieron, dado que muchísimas acusaciones tenían detrás de las palabras de cada niño la maledicencia de sus mayores. Quien lograría equilibrar de algún modo las abismales diferencias de criterio, sería el teólogo y misionero nafarrotarra, Pedro de Calatayud, cuando dictara normas específicas para la confesión de los niños, logrando establecer claras diferencias entre infantes sinceros y falaces. Sin embargo, dicha metodología sería rechazada por el jurista gipuzkotarra radicado en Nafarroa: definitivamente, para él, los niños no podían ser tenidos en cuenta al estar infectados por la envidia, la altivez y otras consideraciones despectivas que lo llevaban a pensar que los niños solo estaban en condiciones de repetir o imitar cuanto hicieran los mayores a su alrededor. Otra postura diferente mostraría el extraordinario investigador vasco, perteneciente a la burguesía nafarrotarra, Julio Caro Baroja, cuando al presentar distintos trabajos sobre magia y brujería en el País, pusiera en paralelo las similares personalidades de los niños respecto de los brujos: para el investigador, ambas partes partían de la base que un simple deseo de algo siempre debía concretarse, rechazando la hipótesis de la esfera mental donde A es igual a A. Tanto para brujos como para niños, A podría ser igual a B, a C y a todas las letras del abecedario, con límites que serían imposibles de dictaminar. E iría más lejos el escritor con sus investigaciones/conclusiones cuando denunciara que las mismas causas que el catolicismo combatía por ocultismo, hechicería o simples hábitos místicos, las concebía dentro de su propia religión, a saber: 120
1- No era bien visto treparse a los árboles en el día de San Juan. 2-Se consideraba pecado pisar las cruces de los baldosones. 3-Era pecado no besar el pan caído al suelo, tras levantarlo. 4-Se castigaba con oraciones nombrar al sapo. Para Baroja resultaba sintomático que el catolicismo combatiera a los brujos, mas, contemplara la idea de que un niño pudiese morir a causa del mal de ojo producido por hechizos o que el demonio, según la catequesis, engañara siempre a los niños, aprovechándose de su debilidad. Otro motivo de curiosidad cierta, agregamos nosotros, que ningún fundamentalismo podría explicar desde la fe razonada. La Inquisición se ensañó, hasta asesinarlas, a aquellas brujas que transmitían su condición de tal a niñas a través de un "alfiletero". Para el radical movimiento religioso de la iglesia católica, los niños jugaban preponderante papel en las acciones de ocultismo: los consideraban perseguidos por los brujos (por tanto, víctimas), pero también partícipes o arrepentidos, según la visión de los distintos Calificadores (el fraile Azolaras sería a través de sus informes, el ícono de la brutal represión desatada en territorios euskaldunes). Sin embargo, por muchos años, a los niños les tocaría desempeñar el preponderante rol de testificadores, denunciantes y acusadores. Individuos crédulos como Pierre de Lancré o Lope Martínez de Isasti, obsesionados por el poder satánico a combatir desde el bien que ellos mismos representaban, movieron a Europa en su conjunto a aislar culturalmente a España hasta que fuera abolido el Santo Oficio. El hecho cierto que Nuestra Señora de Aránzazu fuera mencionada por los teólogos como protectora de la inocencia de los niños contra la maldad del Demonio dejaría a las claras que no solo le temían, sino que también estaban convencidos de su existencia. Por otra parte, existe una peculiar doctrina para explicar ciertos fenómenos referidos a la brujería sintetizados en una sola palabra: ensueño. La tesis estaba basada en expresiones de San Agustín que sostienen que en estado de ensueño, los/las discípulas del Demonio creían que llevaban adelante acciones como volar. Esta tesis tuvo adeptos ya en la Edad Media, y de hecho, en España, los frailes Luis de Molina y Francisco de Vitoria fueron sus defensores a ultranza. De tal forma, entre la doctrina realista y la del ensueño se debatieron los Tribunales Supremos del Santo Oficio durante siglos. 121
El Bulo Se trató del trámite rechazado por los juristas cuando las testificaciones eran falsas, que echadas a rodar en determinadas regiones, dieron imagen similar a la "bulla o bola". La intención era aturdir la verdad con falacias hasta producir estados de alteración (epidemias a combatir, luego) donde las brujas (por difamadoras) fueron las víctimas preferidas. Patético resultaría, entonces, que las autoridades encargadas de juzgar dieran crédito a la confesión de hombres y mujeres (delirantes en muchísimos casos), y se atribuyeran el don de sembrar polvos mágicos y por solo desearlo, envenenar las aguas de un río. Fue así que muchísimos pobladores murieran de sed al tomar conocimiento de dichos Bulos. Mujeres consideradas brujas existieron a través de los siglos. Y arquetipos también: MEDEA: mujer violenta y frustrada en el amor. Fue hechicera. CANIDIA: vanidosa y terrible CELESTINA: alcahueta, perfumista y vendedora de pociones para conseguir el amor de hombres que despreciaban mujeres. Vivió en connivencia total con el demonio, a cambio de favores sexuales. Los Inquisidores de Cuenca, Toledo Logrono y Sevilla castigarían con paseos en asnos por las calles de una ciudad, con penas que incluían cien o doscientos azotes o poniendo sal en las heridas causadas por esos mismos azotes a toda mujer bruja que admitiera pactos diabólicos, ignorando que el Supremo tenía otra idea respecto de cómo evangelizar. Brujería colectiva Si difícil resultaba para los juristas sentenciar en forma individual a los acusados por actos de brujería, imposible sería desde la lógica y el raciocinio, juzgar colectivamente a aquéllos que hubiesen cometido mil fechorías sobre hombres, animales y campos, provocando epidemias y los peores males. El Santo Oficio español realizó inquisición en territorios vascos basándose en el Malleus Maleficarum confeccionado por dos dominicos alemanes y de hecho, creadores del manual a aplicar. A su tiempo, el Papa Inocencio Viii dictaría la Bula Summis Desiderantis, el 5 de diciembre de l484. En uno de sus apartados quedaría reflejado su pecado capital: el acusado debe morir, rezaba. 122
La actitud de los Inquisidores estuvo lejos de conciliar con preceptos religiosos, por el contrario, atendió cuestiones económicas-financieras de una Corona inmersa en crisis terminal hasta finales del siglo Xv. Formaban parte del nefasto sistema las confiscaciones de bienes como salvoconducto de los acusados, sobre todo en los judíos, quienes al pagar fortísimas sumas de maravedíes podían convertirse al cristianismo sin más, empero, los no pudientes e indigentes llegaban a morir en las cárceles esperando sentencia. Seguramente que ninguna acción que emprendiese la Iglesia católica contra judíos, brujos y hombres volcados al ocultismo lograría enmascarar su íntima convicción: el demonio existía en múltiples formas y a como diera lugar habría de combatirlo. Por supuesto, el exceso de credulidad en cuanto a la eficacia de ciertos exorcismos daría la pauta exacta de que, efectivamente, siempre creyeron en la existenciadel mal a través de ciencias ocultas, dando por verdad que brujas/os eran sus mayores y cercanos representantes en cada sociedad del territorio vascongado Cabe recordar que dentro del Cristianismo, la Santología era la disciplina más controvertida de cuantas existían. La percepción de que un espíritu del mal guiaba determinadas acciones en la vida de los hombres desvelará por siempre a los teólogos, aunque jamás lo admitieran claramente. Quizás, una paradoja inaceptable resumirá el pensamiento de algunos hombres con sumo predicamento dentro del catolicismo. Y este breve diálogo nos dejará inmersos en incertidumbres seculares: -En definitiva, ¿cree usted en brujas? -¡No…!, pero comenzaré a creer en los exorcismos cuando acaben con las brujas.
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Los feudales Ha resultado casi imposible determinar el origen de las Casas con linaje y poderosas que durante siglos predominaron en Euskal Herria. Generalmente, se las ha hecho descender de muy antiguos cuños sin datos fiables que la sustentaran. En todo caso, es probable que estos legendarios orígenes hayan sido un intento más por demostrar la gran antiguedad y predicamento de esos feudos. Quizás, el caso más emblemático del poder ilimitado e iconoclasta de aquellas familias esté representado por la Casa Guevara, asentada en el condado de Oñate, actual provincia de Gipúzkoa. El fundador de la Casa Guevara, todo lo investigado así lo indica, fue el mismísimo Don Orbita Aznarez (a la vista del patronímico resulta de difícil explicación justificar tanto el nombre como el apellido). Sin embargo y a pesar de tantas ambigüedades, la perseverancia y el celo de los investigadores pudieron más que los siglos sin historia propia volcada a un papel y lograron demostrar que a comienzos del año1080, un documento singular daría fe de la relación entre la Casa Guevara y el heredero de Don Orbita Aznárez, Don Iñigo Veláz, un hombre de acción que desarrollará un importante rol en la vida pública del reino nafarrotarra. Hacia el año 1092 será confirmado como Señor de Oñate con la documentación más diversa, ostentada por la Corona Hispánica. A él se le atribuyó la fundación de la Casa Guevara en la provincia de Áraba. 125
Aseguramos que tras analizar escrupulosamente las tareas de investigación acometidas por referentes como Garibay, Sículo, Vasco, Pellicer y Zurita, entre otros, concluimos en que la genealogía guevaresa comenzó con Don Iñigo Veláz, con el prudente margen de error contemplable que siempre acompañará este tipo de trabajos. Su heredero fue Lope Ennecones (para algunos, Lope Iñiguez) quien fue titular de la Casa hasta el año1139. Poco se supo de él y su obra al frente de los intereses de la familia, aunque en algunos documentos reales aparecerá como TENENTE (representante) del rey Alfonso I para gobernar en su nombre álgidos dominios nafarrotarras como Tafalla y Estella Lizara. Hasta el año 1152 dirigirá la Casa, quizás el más controvertido de los herederos, Ladrón de Guevara: De intensa y relevante gestión, llegaría a convertirse en un personaje fundamental tanto en Nafarroa como en Castilla. Su enorme contradicción radicó en que siendo dueño de inmensas fortunas en las provincias arabesas y gipuzkotarras, por siempre se considerara nafarrotarra. Ladrón de Guevara aparecerá en documentaciones reales de Sancho iii y Alfonso Vii como regidor de la Curia y entre los principales ricohombres de Castilla. Pragmático y notable entendedor de la inutilidad de enfrentarse a los monarcas, diplomáticamente, siempre supo pactar a tiempo para salir ganancioso, aún en la derrota. Bajo el reinado del monarca, García Ramírez, ejerció el gobierno de Bizkaia, Araba y Gipúzkoa, dotado de poderes omnímodos. De todos modos, hacia el año 1136, diversos acontecimientos marcaron la debacle de su prestigio y poder al quedar en medio de una disputa entre su rey García Ramírez y Alfonso Vii, a la postre vencedor y responsable del encarcelamiento que sufriera Don Ladrón de Guevara. Tras un período de ostracismo en el que le fueron quitadas las "tenencias" de las tres provincias, en el año1137 recobraría la libertad y el protagonismo, regresando a Nafarroa en 1140, hasta convertirse en pieza clave de la paz conseguida en el territorio. A continuación, en somero repaso histórico/cronológico analizaremos la actuación de cada uno de los titulares de la Casa Guevara a través de los siglos hasta la pérdida de su protagonismo. 126
Vela Ladrón I 1152-1174 Hijo del conde Don ladrón, al heredar la Casa solar superó, incluso, a su padre al mantener altísimo protagonismo, tanto social, como político de dicha Casa. Ostentó el título de Conde, también usufructuó el nombramiento real de TENENTE y resultó ser un político prestigioso con igual particularidad que su padre (en cuanto al pretendido origen) al firmar VELA DE NAVARRA. Se vería beneficiado con privilegios reales sin resignar ninguna de las "tenencias" ejercidas por su progenitor. Resulta fácil colegir, entonces, que por siempre se mostraría dispuesto a prestar vasallaje a la Corona castellana. Juan Velaz I 1174-1182 Hijo y heredero del anterior, le cupo la vida pública y relevancia personal muy inferior a la de su progenitor y su abuelo. Ninguna documentación fehaciente lo reconocerá como conde y al contrario de sus antecesores, se considerará un hombre arabés y salvo el caso de su tatarabuelo, Don Orbita Aznarez, será el representante familiar más arraigado allí. Sin el carisma necesario para sobresalir, seguirá a pies juntilla la política de la Casa al fluctuar entre las coronas nafarrotarra y castellana. La política pendular le permitirá gobernar la provincia más cara a sus afectos: Áraba y, por consiguiente, Gipúzkoa también vivirá sometida a su mandato. Iñigo Velaz II 1182-1202 No existe información coincidente entre los investigadores sobre su actuación al frente de la Casa, puesto que no aparecería en ninguna documentación oficial de la Corona. Pedro Ladrón I 1185-1202 Al carecer de hijos legítimos, su antecesor, Pedro Ladrón I será el heredero del solar. Apareció vinculado a Alfonso II de Aragón en calidad de rico-hombre, tal vez como ariete de varias generaciones guevaresas afincadas en territorio aragonés. No existen constancias de que actuara personalmente en Oñate, ni siquiera en Áraba. Ha resultado llamativo para los investigadores que cuando en el año 1200, el obispo de Calahorra, Juan, concediera indulgencias a la Parroquia de San Miguel de Oñate, no fuera citado como Señor del Condado. 127
Tiitulares de la casa guevara que no alcanzaron relevancia Sancho Pérez De Guevara Martín Pérez De Avendaño Juan Veláz II El Izquierdo Pedro Ladrón II Fernán Ladrón María Pérez Ladrón Pérez II Vivió con su padre y en consonancia con la política pro-aragonesa de la Casa. Peleó junto con Pedro II de Aragón en la guerra contra el reino de Valencia y privilegió las buenas relaciones con el reino nafarrotarra. En el año 1225 se alistó junto con Jaime I en la resistencia orquestada contra los moros y los partidarios del Infante Don Fernando. La alianza con el rey nafarrotarra se quebraría sin que trascendiesen las causas por las que se viera obligado a refugiarse en Aragón, donde transcurriría sus últimos años de vida Nuño Yañez de Guevara 1238-1252 No existe documentación respecto de su actuación. Vela Ladrón II 1258-1294 Figura como Cófrade de Arriaga y prestando vasallaje al Señor de Bizkaia. Tuvo protagonismo en la guerra civil desatada en Nafarroa y figurará en el convenio del 02-04-1276 de Los Arcos, donde el gobernador y la nobleza nafarrotarra concedieron a rico-hombres y caballeros algunos territorios y dominios abadengos, puesto que formaba parte de la negociación donde Sancho no sería elegido rey y sí Alfonso X, a la postre, monarca de los nafarrotarras. Hacia el año1291 prestó vasallaje a Sancho IV a cambio de 7 000 maravedíes. Beltrán Ibáñez de Guevara 1292-1333 Fue hijo y heredero de Don Vela Ladrón II. Perteneció a la Cofradía arabesa de Arriaga. Y se trató de un rico-hombre que en el año 1304 se enfrentaría a la villa de Mondragón, embargándole montes, ejidos, y 128
heredades con la ayuda de los vasallos del valle de Léniz. El contencioso se enmarcaría como un capítulo más de la fraticida e interminable guerra desatada entre los Guevara y los mondragoneses. En el año 1305 confirmará su fuerte presencia en Gipúzkoa a través de ciertas escrituras que lo revelarán como poseedor de distintos Monasterios. El litigio más complejo que llevaría adelante tuvo que ver con su pretensión por adueñarse del solar de los Ayala. Desde el vasallaje tuvo, al igual que sus antepasados, relaciones con los Señores de Bizkaia. Ladrón Velaz de Guevara 1333-1342 Hijo de Beltrán Ibáñez de Guevara, heredó el solar, pero falleció antes que su progenitor. Apareció por primera vez en documentos públicos junto a su padre cuando se produjo la entrega voluntaria de la Cofradía de Arriaga a Alfonso Xi. Un documento posterior lo presentaría como Prestamero de Bizkaia. Hacia el año 1342 sería citado como Merino Mayor de Gipúzkoa, heredando la condición de rico-hombre de sus antepasados. A finales de año morirá en el sitio de Algueciras cuando tomara parte por los derrotados. Beltrán Vélez de Guevara III 1342-1400 Hermano del anterior, heredaría el solar tras su fallecimiento y retenería el cargo de Merino Mayor de Gipúzkoa, aunque reforzaría, política propia de la Casa, su vasallaje con Carlos II de Nafarroa. En el año1362, la guerra declarada entre Aragón y Castilla lo dejó en incómoda posición hasta que en el año 1365 se vinculará nuevamente con Enrique II, dando por hecho el triunfo del Trastámara sobre su hermano Pedro I. Confirmado, luego, aquél como monarca de Castilla y León, gozará el Guevara de diversos privilegios hasta que en febrero de 1367, el ex rey, Pedro I, refugiado en Francia, invadió Castilla a través de Nafarroa y recobró la Corona. De hecho, una vez más la Casa Guevara sufriría nefastas consecuencias cuando don Beltrán Guevara y su hijo fueron tomados prisioneros. En el año 1369 retornó al vasallaje de Enrique II, y recuperó dominios perdidos durante la guerra y lo apoyaría nuevamente en la derrota definitiva que le infligiera a su hermano Pedro I (asesinado el 23 de marzo del mismo año). 129
Hacia finales del año 1391 ostentará la condición de rico-hombre y junto con su hijo recibirá privilegios reales tanto de Juan I como de Enrique III. Sus actuaciones, así en Araba como en Gipúzkoa, se dieron en el marco de grandes convulsiones sociales nacidas cuando el siglo expiraba. En el año 1388, el condado de Oñate se levantó en su contra amenazando con presentarse ante el rey. Darían comienzo de tal modo las luchas antinobiliarias (con acusaciones mutuas), que luego tendrían su correlato en las distintas Hermandades (1397), cuyos Cuadernos de Ordenanzas servirían de normativas para acotar malhechores, pero también a la endémica lucha banderiza protagonizada por los Parientes Mayores de los bandos oñacinos y gamboínos. Enarbolarán, entonces, los Guevara el símbolo nefasto del feudalismo que un siglo más tarde expiraría con más penas que bronce. Pedro Veláz de Guevara 1421-1455 Hijo mayor y heredero del mayorazgo guevarés, pero menor de edad al fallecimiento de su padre, nos obligaría a estudiarlo en su doble rol: cuando estuvo bajo tutoría y cuando regenteara personalmente sus estados, una vez alcanzada la mayoría de edad. Su madre, Doña Constanza Ayala dirigirá en su nombre las posesiones de su difunto esposo. Sin reincidir en matrimonio hará frente a la rebeldía de sus vasallos y al alzamiento generalizado del condado de Oñate, quizás envalentonado porque una mujer por vez primera, estuviese al frente del solar. No sin esfuerzo mantuvo incólume el patrimonio de la Casa que regenteaba en usufructo, mientras su hijo Pedro alcanzaba la mayoría de edad y nuevamente, tras morir éste, hasta que su otro hijo, Don Iñigo, pudiese hacerse cargo del solar. Éste consolidaría el patrimonio y poder político de la Casa Guevara puesta permanentemente en jaque tras la muerte de su padre. En el año 1422 surgió el primer litigio a enfrentar para Doña Constanza cuando le fuera desconocido el patronato que los Guevara ejercían sobre el Monasterio de San Juan de Uzarraga, en el poblado de Bergara. El segundo alzamiento armado en su contra se produjo en el año 1423, forzado por los pobladores del valle de Léniz. Después, en el año 1426, la villa de Mondragón, ancestral enemiga, imitaría la acción derribando diversas casa-torres, desacatos enmarcados en luctuosos sucesos. Cuando 130
todo acabó, los rebeldes mondragoneses fueron condenados al destierro perpetuo. Don pedro, ya mayor de edad Hacia el año 1430 comenzó a aparecer en forma regular en los privilegios otorgados por los reyes Juan II y Enrique IV. Fue testigo del casamiento entre doña Blanca de Nafarroa y Don Enrique de Castilla, fruto del acuerdo de paz entre los reyes Juan II de Castilla y su homónimo de Nafarroa. Estando al frente de la Casa protagonizó otra cruenta disputa entre los Guevara y la villa de Mondragón, con ingredientes trágicos para la historia de agresiones sin final que arrastraban: las luchas banderizas los encontraba uno a cada lado. Todo indica que Don Pedro Veláz intentó apoderarse de la villa con ayuda de sus parientes nafarrotarras. Con alrededor de un millar de hombres, su pretendida invasión fue repelida por unos mil quinientos mondragoneses acantonados dentro de la villa. Durante los días siguientes, Don Pedro Veláz mantuvo rodeada la villa y luego la incendió, obligando a sus moradores a escapar a campo traviesa. El resultado, trágico en sí mismo, fue la matanza incontable de pobladores y quema completa de Mondragón (solo dos casas y la iglesia se salvaron). La respuesta real fue inmediata. Condenaría al Guevara y a los Parientes Mayores, (cómplices del ataque) a muerte natural por empozamiento, y la pérdida de la mitad de todos los bienes de la Casa. A los hidalgos les correspondió la pena de muerte a través de la horca. Asimismo, se declaraba a los Guevara (gamboínos) enemigos de los descendientes de los Butrón (mondragoneses/oñacinos) hasta el cuarto grado, permitiendo a la familia damnificada dar muerte a sus enemigos sin sufrir pena alguna. También para los circunstanciales aliados de los Guevara residentes en Mondragón la suerte fue esquiva: fueron condenados a morir quemados vivos. El número ascendió a unos trescientos. ¿Qué habrá ocurrido, entonces, para que pasados algunos años le fuese condonada la pena capital a Don Pedro Veláz? Indudablemente, no se trataba de un feudal más. Era un vasallo real, imprescindible para defender los intereses de la Corona. Rico-hombre y bien emparentado (sobrino del Merino que dictara las sentencias), prontamente, la Casa puso en marcha su formidable maquinaria jurídica, influencias y contac131
tos en la Corte. Tras ingentes tramitaciones judiciales, la pena de muerte sería conmutada a tres años de servicio en Antequera y al pago de todos los daños ocasionados a la villa de Mondragón. La muerte lo sorprendió en el año 1455 cuando visitaba las Ferias de Medina del Campo, aunque mucho antes había designado a su hermano Don Iñigo heredero universal. Iñigo Veláz de Guevara, primer Conde de Oñate 1456-1500 Sin ninguna duda, se trató del titular de la Casa con más predicamento de cuantos la rigieran. Inteligente, autoritario, decidido, cruel y diplomático cuando hiciese falta, rápidamente hizo honor a la fortuna heredada. Se mostraría arrogante e implacable con sus enemigos, a sabiendas de su linaje. Fue el prototipo del personaje noble castellano (no lo era de origen) de fines de la Edad Media. A la muerte de su hermano Don Pedro, abandonó la carrera eclesiástica que cursaba en Roma (algunos investigadores aseguran que realizaba estudios para Cardenal, mientras que otros lo situaron en la disciplina epistolar) y regresó al solar. Relevó a su madre en la dura tarea que una vez más había emprendido y de inmediato llevó adelante acciones que dejaron claro que no toleraría ningún movimiento separatista dentro de sus dominios, tampoco veleidades autonómicas. A diferencia de sus antecesores, era él, un individuo culto y con clara visión jurídica. La ventaja le permitió avizorar clara vulnerabilidad en muchas posesiones guevaresas. Entonces, gracias a sus contactos conseguidos en Roma, obtendría del Papa Calixto III diversas letras apostólicas para resguardar el inmenso patrimonio de la Casa. Durante el mismo año 1456, junto a otros Parientes Mayores hizo frente al creciente poder de las Hermandades de Gipúzkoa que luchaba por imponer el Nuevo Cuaderno de Ordenanzas. Las consecuencias de los enfrentamientos fueron gravísimas para ambas partes. De hecho, las investigaciones ordenadas por la Corona determinaron el destierro a Jimena y Estepona del nuevo Regidor de la Casa por cuatro años (pena morigerada luego a solo tres meses). La condena conllevaba en paralelo la obligación para los Guevara de entregar malhechores y encartados escondidos en sus estados. 132
Una vez cumplida la sentencia intentaría, sin lograrlo, restablecer las relaciones con la villa de Mondragón, pero el contencioso solo encontró final en el año1461 cuando resarciera económicamente a sus agredidos. Rico-hombre de sangre y estirpe, fue leal a Enrique IV en las graves revueltas mantenidas con los partidarios de su hermana Isabel. Esta alianza significó que en 1467 fuese nombrado Capitán Mayor General de Gipúzkoa, Áraba y Bizkaia. En el año 1480 fue nombrado Adelantado Mayor del reino de León. Tras importantes vasallajes prestados a Enrique IV, éste lo recompensaría con el título de Conde de Oñate a través de una Cédula Real. Aunque en poco y nada se había parecido a sus antecesores, honraría una costumbre de la Casa al rodearse de personajes judíos. Víctor Vélez de Velázquez 1489 Aún siendo el hijo mayor de Don Iñigo, no alcanzó relevancia alguna, seguramente, eclipsado por la notable figura de su padre. Formación del señorío La desmesurada importancia que los Guevara tuvieron entre los linajes nobles del País Vasco y el protagonismo mantenido en Äraba y Gipúzkoa, particularmente, merecieron este profundo estudio. Se situaron en la llanada arabesa, dominando diversas rutas, desde Gamboa a Bizkaia, entre ellas, las de Léniz y las de Oñate. También puertos gipuzkotarras y caminos nafarrotarras formaron parte de sus negocios. Crearon su propia Hermandad, que de hecho los protegía de otras, gozando de exención de pechos y tributos. En Araba poseyeron diversos bienes y rentas derivadas de las concesiones reales:. molinos, y derechos de impuestos sobre labradores, entre otros. Sus bienes en Nafarroa fueron incontables, dando razones a algunos historiadores a pensar que los orígenes de la Casa estaban en Iruña. En Gipúzkoa ostentaron su titularidad sobre el Condado de Oñate desde épocas inmemoriales, pero sin la documentación fehaciente que les permitiera hacerse propietarios legales. Para reafirmar esta hipótesis de sospecha, muchos investigadores aseguran que sería falsa la Escritura de Mayorazgo obtenida en el año1149. Lamentablemente, solo se han conseguido copias no originales de dicha escritura con posterioridad al 133
siglo Xvi. No obstante, a través del Monasterio de San Miguel de Oñate conseguirían enseñorear el condado. A su vez, dominaron todos pasos del valle de Léniz con el apoyo de familias gamboínas (los Lazárraga, los Ordañoña y los Amézaga, entre otros) y a través de las Sierras de Elguea y Urquilla, los pasos hacia Gipúzkoa. El dominio sobre el puerto de Arlabán, les posibilitó unir Áraba con las Salinas de Léniz para acrecentar su poder y fortuna. Pocas derrotas se le conocen a la Casa Guevara, entre tantos triunfos conseguidos de buenas y malas artes. Tal vez, la más estruendosa estuviese registrada en sus enfrentamientos con la villa de Mondragón. Todos los pleitos producidos por la explotación de montes y ejidos fueron solucionados a través de la mediación monárquica. Tampoco fueron menores los encontronazos con el valle de Léniz, dada la extraordinaria producción de carbón en sus ferrerías que unos y otros reclamaban como propias. Centenares de muertos, mutilados, secuestros de niños y mujeres y destrucción de casafuertes fueron solo algunos de los componentes que formaron parte de la nunca justificada guerra banderiza desatada en territorios euskaldunes Área geográfica De probable origen nafarrotarra, los Guevara cumplieron un lento proceso de asentamiento en Áraba y Gipúzkoa., desde Oñate hacia el Norte y al Este. Ya afincados en la llanada arabesa se expandieron hasta el valle de Léniz, donde las riquezas naturales eran tentadoras: extensos montes, zonas de pastoreo, caza y árboles frutales. La llanada era el paso obligado a Castilla, Nafarroa y Francia y viceversa. Prontamente, construyeron casa-fuertes con la intención de cobrar tributo a los viajeros y a quienes comerciaban en la región. Diversos tipos de tierras bajo dominio guevarés Tierras Dominicales: eran tierras propias, ampliadas por compras y por en laces matrimoniales. Tierras Sanmigueleñas: tierras situadas dentro y fuera del condado de Oñate. Tierras Consejiles: eran tierras comunales para la explotación libre de los vecinos, pero resultaban de pleito permanente, dado que los Guevara pretendían cobrarles impuesto diversos, aduciendo permiso real. 134
Industrias Existentes: salinas-ferrerías-fraguas-molinos Salinas La sal fue uno de los productos más importantes de la economía medieval. Se usaba en la economía doméstica, tanto como en la actividad industrial. Se trató siempre de un producto regulado por la Corona y de hecho, Alfonso Xi declaró a las salinas del territorio vasco como de propiedad real. Para ello se basó de una triquiñuela inaceptable al considerar mineral a la sal y por tanto, propiedad del estado hispánico. En algunos casos, la Corona privatizaba a manos del feudal la explotación de la sal. En el contencioso de las Salinade Léniz, los Guevara monopolizaron la producción y ventas, recibiendo regalías preestablecidas para la Corona. A partir del año 1485, cuando los RR. CC se constituyeron en autoridades cambiaron las condiciones de comercialización. Ferrerías Constituían una de las principales fuentes de riqueza de la región y tal vez, la de Elguea haya sido uno de los más importantes patrimonios de la Casa Guevara. También tuvieron dominios sobre otras ferrerías menores en las que terciarizaban su explotación. Fraguas o herrerías Allí se manufacturaba el hierro en productos comerciales (dependían íntimamente de las ferrerías). Atendían la demanda local, también mercados provinciales y extraprovinciales. Las fraguas de Oñate, propiedad de los Guevara, fueron famosas por los sistemas de clavación y el herraje. Molinos Fueron establecimientos esenciales en la sociedad rural que significaban los dominios de los Guevara sobre Áraba y Gipúzkoa. Fueron productores de trigo, cebada y centeno. Además, eran propietarios de los molinos de San Miguel y Liacíbar, por tanto, como significaba obligación para los particulares moler allí sus ciberas, ellos cobraban altísimas tasas en concepto de impuestos. Tuvieron molinos, además, en Segura, Vergara y Araíz. 135
El predicamento de los Guevara como Señores de Oñate fue mucho mayor al que cualquier otro feudal pudiese alcanzar. Fueron el emblema, el símbolo, para bien o mal, que condicionara a la sociedad toda, al punto que cuando se produjo la desintegración de su dominio señorial, tras la muerte de Don Iñigo, como en nefasto efecto cascada, no solo apenas lograron sobrevivir ellos, sino que el resto de los Parientes Mayores del País debió ceder su poder a nuevas mentalidades aparecidas en Europa tanto como a las hábiles políticas establecidas por los RR. CC sobre la nobleza vasca. La intención que nos guiara en nuestras investigaciones estuvo dirigida a asistir no solo al origen, sino también a la consolidación y desarrollo de un señorío símbolo del feudalismo vasco. Hemos estudiado a los integrantes de la Casa Guevara en su calidad de ricohombres nafarrotarrascastellanos, amparados por todo tipo de privilegios reales y poseedores de cargos encumbrados. Indudablemente, este profundo viaje al pasado nos ha permitido poner al desnudo la clara y secular basculación de la familia señorial entre sus intereses nafarrotarras-arabeses-gipuzkotarras y su innegable vocación castellana (a la larga prevalecería como, sino irrefutable de su propia esencia iconoclasta). Será en el pretendido feudo de los Guevara donde, por rara paradoja, sus íntimos enemigos, los pobladores de la villa de Mondragón enarbolaran los deseos separatistas de todo el territorio euskaldun. La última generación medieval/feudal escucharía sonar las alarmas de su declive incontenible tras la muerte de Don Iñigo Veláz de Guevara. De tanto a tan poco fue la motivación que nos llevó a la elección de la Casa Guevara para su estudio, al tratarse del único Señorío Juridiccional que existiera en Gipúzkoa, con características propias, no solo por su lengua, sino también por la personalidad peculiar del hombre vasco. Las hermandades Su notable predicamento como instituciones regidoras del nuevo orden en desmedro del feudalismo
A fines de la Edad Media la sociedad vasca se dividía en: La nobleza: Hidalgos Ricohombres Infanzones Caballeros Escuderos Parientes mayores: Constituían la clase feudal como cabezas de linajes. Fueron los dueños del poder y la riqueza. Dominantes y divididos en dos 136
bandos, (oñacinos y gamboínos) sumieron al País Vasco en extrema pobreza y en atraso incuestionable a raíz de estériles enfrentamientos seculares. La guerra banderiza fue llevada adelante por distintas familas agrupadas, a saber, entre otras: Bando Oñacino Bando Gamboíno Los Lazcano Los Balda Los Loyola Los Zarauz Los Gaviria Los Guevara Los Beráztegui Los Achega Los Ceraín Los Zumaya Los Hidalgos estaban vinculados a los Parientes Mayores por lazos de sangre o vínculos de tipo feudal y a diferencia de Infanzones, Escuderos y Caballeros, tenían ingresos propios. El resto de la sociedad estaba compuesta por los no hidalgos. 1- Labradores censuarios: Podían edificar o poblar el solar, pero el campo quedaba sujeto al Señor. 2- Labradores o pecheros: Habitaban la tierra de los Hidalgos y estaban sometidos a tributos señoriales. 3- Collazos: Eran objeto de cambio o compraventa y siempre sujetos al precio que los Señores estipularan. 4- Artesanos-ferrones-comerciantes: Salvo los ferrones, se agrupaban en las villas y tuvieron vital importancia en la sociedad por su peso socio-económico Se especializaron en oficios no agrícolas por la demanda de nuevos mercados y la imposibilidad de vivir exclusivamente de la tierra. 5- fuera de la ley: Fueron individuos sin ocupación fija. Campesinos huidos de sus lugares para no pagar los pechos y cuadrillas de ladrones, acotados y encartados, robando en regiones parcialmente protegidas por los Parientes Mayores. Muchas veces eran contratados por ellos mismos para participar de sus guerras banderizas Las luchas banderizas La enorme tensión social generada en el País Vasco por su división en dos grandes bandos, oñacinos y gamboínos, durante casi tres siglos, sumió al territorio en humillante guerra fraticida. 137
El separatismo interno padecido por cada poblado, ciudad o provincia, tan diferentes jurídicamente y con tanta descompensación en la faz política y económica, hizo imposible avizorar su final. Analizado profundamente que fuera el contencioso, con las ventajas que siempre otorgará el paso del tiempo, distintos investigadores han concluido que se trataba de dos facciones irreconciliables, opuestas por un variopinto de razones, con la intención de perpetuar su poder en cada región donde se enfrentaran. Pero, si difícil era interpretar el sentido de sus luchas, lo más curioso e inaceptable radicaba en que viviendo enfrentados sin retorno, muchas veces se unieran para pelear contra un tercero (por caso, las Hermandades) que intervenía con la sola intención de sofocar los choques. Aquellas tensiones, donde importaban más la fuerza, la codicia y los lazos de fidelidad personal que cualquier sistema de derecho, se resolvía en ambientes violentos e impredecibles, por los daños colaterales ocasionados, donde solo valía ser más poderoso que el otro, confundiendo el deseo de seguridad inicial con ambiciones desmedidas. A la cabeza de cada bando figuraba un aundiki (Pariente Mayor) que debía ser escudero, caballero o hidalgo. Estos personajes solían estar emparentados con noblezas castellanas y/o nafarrotarras. Los enfrentamientos provinciales entre oñacinos y gamboínos eran trasladados a subgrupos locales llamados Parientes Menores que a su vez lideraban las luchas en las comunidades municipales, sembrando más inestabilidad social. Existieron odios que perduraron siglos. Por ejemplo, Los Guevara contra los Lazcano guerrearon durante décadas por la posesión de la villa de Contrasta. Sin embargo, entre tanta sinrazón, dos alternativas modificarían de cuajo el desolador panorama: ante la presión de la Corona hispánica y la consabida amenaza de ser deportados, los acérrimos enemigos acordaban un pacto llamado La Tregua. Su duración en el tiempo era imprevisible, la paz podía mutar en nuevo enfrentamiento si no acordaban de antemano qué bando en una procesión llevaría la virgen en andas. La segunda opción solía ser mucho más duradera y consistía en el casamiento de un hijo/a de cada Pariente Mayor enfrentado. De todos modos, como las guerras se sucedían sin solución de continuidad, más allá de cualquier intento en contrario, los reyes hispánicos 138
prohijaron la creación y poderío de las Hermandades en desmedro del inmenso poder feudal. Precariamente organizadas, a comienzos del siglo Xiv, desde su reestructuración en los años 1387, 1397, 1415 y 1453,1457 y 1463, las Hermandades, como instituciones agrupadoras de villas, fueron las primeras interesadas en acabar con las banderías. Con su poder acrecentado en los albores del siglo Xv, dictaría diversas ordenanzas para acabar con el endémico mal que seguían ocasionando los monopolios, las cofradías y los bandos. También dictó justicia sobre despojos y hurtos, encubridores de malhechores, acotados o sentenciados en rebeldía. Estos últimos siempre estuvieron protegidos por los Parientes Mayores en sus dominios Creación de las hermandades La constitución de las Hermandades fue la consecuencia derivada de las necesidades de la época y el fortísimo apoyo brindado por la monarquía, ávida como vivía de quitar poder al feudalismo. Como instituciones trajeron paz y orden al País Vasco a través de esquemas organizativos que aún perduran: Sus Cuadernos de Ordenanzas contenían las Juntas Generales y distintas Diputaciones. Tras algunos intentos fallidos, en el año 1937 nacería la Hermandad General de Gipúzkoa. En la ciudad de Guetaria, el Dr. González Moro, designado por Enrique III constituyó la Nueva Hermandad dotada de un Cuaderno de Ordenanzas. Se caracterizó por un fuerte carácter penal, organización de justicia y orden procesal, que tenía por finalidad acabar con el estado anárquico ocasionado por las luchas banderizas. La pena capital aplicada contra los delincuentes de cualquier naturaleza motivó no pocos encontronazos con los feudales, pero finalmente significaría su rasgo distintivo. Las reformas hechas en los años 1415,1453 y 1458 tuvieron por finalidad profundizar los cambios en la controvertida sociedad vasca ante la manifiesta oposición de los aundiki, siempre renuentes a ceder dominios. En el año 1458, cuando el rey visitara la provincia de Áraba, se aprobaron 146 nuevas ordenanzas que con el correr de los años consolidaron el poder de las Hermandades, reduciendo a enfrentamientos aislados aquellas luchas intestinas de casi tres siglos. De nada valdría el famoso desafío de algunos Parientes Mayores a villas y ciertos particulares, puesto que la durísima respuesta real aca139
bó con muchos de ellos en el destierro y el derribo de sus casa-fuertes y torres. Destruidos que fueran sus símbolos de poder, la epidemia banderiza se institucionalizó en las villas, donde los sempiternos contrincantes se vieron forjados a acordar turnos rotativos para la elección de los cargos municipales en su afán de perdurar de algún modo ceñidos ya a poderíos locales. La Hermandad de Áraba siguió caminos similares en su formación, logrando fortalecerse hacia el año 1422 con iguales objetivos: acabar con las luchas banderizas. Sin embargo, recién cobraría fuerza institucional a mediados del año 1458 cuando se aprobara el respectivo Cuaderno de Ordenanzas, similar en contenido al gipuzkotarra. La batalla de Munguía Claramente, la Historia indica que las batallas libradas en el mundo solo han sido el colofón de provocaciones y períodos desestabilizadores en cualquier sociedad donde se incubara el pre-belicismo so-pretexto de defender determinado modo de vida. Y la batalla de Munguía no lograría escapar a las generales de esa ley. Diversos historiadores han medido con diferente vara la importancia del enfrentamiento armado entre los nobles (primos al fin) Don Pedro Manrique, conde de Treviño y Don Pedro Velazco, conde de Haro. Algunos catalogaron la batalla como una simple disputa basada en intereses personales, mientras que otros la definieron como escaramuza de proporciones generada por dos traidores de Euskadi y los más, de acuerdo con la gravedad institucional en que se encontraba inmerso el territorio tras la invasión de las tropas de Enrique IV, de batalla decisiva y determinante para que Bizkaia lograse mantener vigente su Constitución o Fueron Viejo a como diera lugar. Euskadi y sus relaciones con la corona hispánica a mediados del siglo xv
Durante treinta y siete años (l442 a 1479), el reino de Nafarroa soportaría la tiranía del nefasto Juan II, casado por puras ambiciones imperialistas con Doña Blanca I. Oriundo de Castilla, negaría el trono de Nafarroa al hijo de Doña Blanca y al suyo cuando éste lo reclamara para sí, sin trepidar en declararle la guerra hasta desterrarlo, recluirlo en pri140
sión y provocarle la muerte. Si fue capaz de atentar de tal modo contra el heredero, rey constitucional de Nafarroa, ¿por qué razón nos sorprendería la forma escandalosa con que impidió luego, la coronación de su hija Blanca II y en el año 1464, la de su propia hermana, Leonor? En perfecta imitación de la cruel conducta de su padre, años más tarde, Fernando V se encargaría de completar el despojo imperialista al arrebatarle por la fuerza de las armas el trono nafarrotarra a su legítima reina, Catalina, despechado seguramente, porque ésta hubiera elegido por esposo al francés Juan de Albret, rechazando al castellano Juan, su hijo. De todos modos, resultaría inaceptable que una miserable cuestión de celos se convirtiera en "razones de estado" para que el déspota irrumpiera en el reino nafarrotarra. Ningún argumento justificará incorporar por la fuerza una Corona tan antigua como ilustre, honor de la estirpe vasca, por mucho que expusiera el falaz pretexto de riesgos fronterizos a evitar. Ya en 1452, Juan II había intentado desconocer la Constitución política o Fuero Viejo bizkaino, donde solo era reconocido como Señor y no como rey, de acuerdo con lo establecido por el Estatuto consuetudinario vigente desde épocas remotas. Siguiendo con la política de avasallamientos, en el año 1463, su hijo y sucesor Enrique IV, intentaría por la fuerza de las armas desconocer fueros y privilegios adquiridos, pero fundamentalmente, la división de poderes que regían la sociedad bizkaina En aquella oportunidad, para justificar la invasión se valdría de las inacabables guerras banderizas protagonizadas por los Parientes Mayores, empecinados provocadores del desquicio social padecido por Euskadi. Por supuesto, de necios sería no admitir que el vergonzoso espectáculo brindado por los aundiki, con sus sangrientas disputas, lo sumía desde mediados del año 1250 en absoluta anarquía. Los antiquísimos conatos de agresión del feudalismo, con su carga de rencores y ansias de venganza tan solo por establecer dominios locales, comarcales o regionales, le permitieron al monarca enmascarar tras un fallido ofrecimiento de ayuda, el posicionamiento en territorio bizkaíno de alrededor de tres mil soldados. Asimismo, esgrimiría que esos mismos inextinguibles chispazos de guerra civil daban argumentos tanto a visitantes como a historiadores extranjeros a dejar su autoridad muy mal parada frente a Europa. Por 141
supuesto, no faltaba a la verdad cuando aseguraba que países vecinos comentaban con desdén los centenares de muertos que los enemistados linajes de Oñaz y Gamboa arrojaban como saldo luctuoso. Era una parte de la verdad en un territorio que no le pertenecía, pero que consideraba propio. Aquellos siglos de encono feroz ocasionaron gravísimo perjuicio a la nacionalidad en todos los órdenes de la sociedad. Tanta tenacidad para perseverar en el error dejaría daños colaterales casi irreversibles: Europa en su conjunto juzgaba a los euskaldunes como gente solemne en casos puntuales y en otros, como un pueblo torvamente desunido. Imprevisibles y grotescos sería la definición ajustada a lógica. Así lo graficaría el Canciller Ayala, vasco ilustre, en su Crónica de Enrique III de Castilla (1390-1406). En efecto, la máxima autoridad historiográfica de la época lamentaría profundamente que las luchas banderizas carecieran de una finalidad superior, no solo en el orden ideológico, sino también en políticas humanas. Sostenía Ayala que en la comparación con los "guelfos y gibelinos" (cronológicamente contemporáneos) quedaban ridiculizadas las banderías, puesto que equivocados o no, aquéllos cometían crímenes y excesos a favor del papado o del Emperador alemán. Se refería a luchas sangrientas basadas en una finalidad, en cambio consideraba a los Parientes Mayores peleando bajo una miserable aspiración: demostrar quién valía más. Para explicitar aún mejor la profunda división del feudalismo, dejó claro que el conde Manrique había conseguido, tras arduas negociaciones, alinear detrás suyo al bando oñacino y a los Beamonteses, al tiempo que el conde Velazco hubo hecho lo propio con gamboínos y Agramonteses. Y del mismo modo que había cargado sin miramientos contra los causantes de la iconoclasia social imperante, alabaría al pueblo vasco en su conjunto, ejemplo del trabajo noble y fecundo. Por supuesto, realzaría la extraordinaria actividad industrial con sus minas de hierro situadas en cercanías del mar, entre montañas ricas en arboricultura y de hecho, no obviaría la gravitación que tenía en la Euskadi medieval la industria naviera. Ya en el siglo Xv funcionaban en Bizkaia más de 90 ferrerías con una producción anual superior a los 95 000 quintales. Aquellas industrias fabricaban toda clase de productos como clavos, cuchillos, cerraduras, sartenes, y martillos entre otros. Para atender las necesidades de la actividad 142
rural se construyeron arados, palas, rastrillos azadas, ejes y hasta armazones de vehículos. Pero, la relevancia mayor de una industria exportadora estaría en la fabricación de espolones, calderas y anclas para un mundo que echaba sus naves a los océanos en busca de nuevos continentes. El paso de los años ubicaría a la industria de las armas como un tesoro a cuidar. En el siglo en que Europa descubría la pólvora y las guerras se sucedían peligrosamente, el País Vasco ocupó a millares de obreros en la fabricación de armas ofensivas y defensivas, arrojadizas y blancas. Casi toda la producción metalúrgica desembocaba en los astilleros (numerosos en la margen izquierda de la ría bilbotarra). Una interesante crónica del castellano Don Álvaro de Luna nos dirá que Bizkaia había recibido de Francia un pedido urgente de construcción de navíos, tanto de guerra como mercantes, y que Enrique IV había exigido la participación de su Corona, con pedido de regalías exorbitantes incluidas, pero como solo encontró la negativa por parte de las autoridades bizkaitarras (una vez más amparados por su propia Constitución), aquél motorizaría el plan invasor, sumando su agresión a las hermanas Áraba y Gipúzkoa para enmascarar el rechazo. He aquí, con toda seguridad, una aproximación notable a sus verdaderas intenciones. No toleraba el monarca, el descomunal crecimiento industrial/comercial y social de una provincia cada vez más lejana a sus apetencias imperialistas. Sin saberlo, tal vez, (su ignorancia era patética, pero palpable), imitaba la conducta de romanos, godos y musulmanes con idéntico resultado: fracaso. Basándonos en la seriedad sin fanatismo del castellano, médico y consejero de Juan II y de los reyes autotitulados "católicos", al tiempo que visitante también de distintas cortes europeas, Mosén Diego de Valera, reforzaremos la hipótesis anterior. Según sus apreciaciones, valiéndose del traidor Condestable de Haro, Pedro Velazco, un buen día consideró "inaceptable" que las extraordinarias riquezas del suelo y mar bilbotarra quedaran en manos de sus legítimos dueños. Asimismo, Don Luis de Salazar y Castro iría más lejos con sus sentencias al dar por sentado que Enrique IV le había prometido al conde de Haro, en caso de resultar triunfadores, un porcentaje de los diezmos percibidos de los mares y la participación en el tráfico portuario. Pero, que cuando el pueblo y sus autoridades tomaron conocimiento de la es143
candalosa promesa hecha, obligaron por medio de documentación real, a que el monarca desmintiese el "rumor". Siguiendo con lo asegurado por Salazar y Castro, Enrique se dirigió al Señorío de Bizkaia por medio de otra carta fechada en la ciudad de Segovia el 19-06-1470. Analicemos el texto en el que falazmente declaraba fidelidad a las leyes del País: "Sepades que estoy informado que algunas personas han divulgado que he dado e hecho merced de ese mi condado y algunas villas a unos caballeros pudiendo vosotros recibir alguna alteración. Asegúroles que ni por tal pensamiento me pasó". Pero, no alcanzaría con tan pobre declaratoria, al punto que los bizkaitarras, cargados de recelo, dieron a Don Lope de Quincozas plenos poderes para que en nombre del Señorío, sus villas, Encartaciones y la Merindad de Durango, se pusiese a disposición de Isabel, a la postre, princesa, heredera y sucesora de los Reinos de Castilla. La reacción de Enrique no se haría esperar. Insistió con su negativa, desconoció por completo su relación con el conde Velazco (de Giipúzkoa había sido rechazado) y hasta llegaría a mostrar encono con el marqués de Villena (su consejero de cabecera). Pero, de ningún modo sería creíble un rey malévolo y falso de toda falsedad, que ya había hecho jurar como heredera del trono a su presunta hija Juana, más tarde a su hermana Isabel y luego, por segunda vez, a Juana. Tanta veleidad y tozudez mostrada al pretender casar su hija con el Príncipe de Guyena solo cargaría de más sospechas, tanto a gipuzkotarras como a bizkaitarras. La sola presencia del hermano de Luis Xi, rey francés, en territorios hispánicos suponía correr serios riesgos por las apetencias imperialistas del extranjero y ellos, por su cercana vecindad, podrían pagar el alto precio de más guerras. Entonces, la advertencia hecha por los bizkaitarras aceleró los tiempos del monarca y sin otro camino que la invasión misma, invistió de poderes absolutos al mal hijo de Euskadi, Pedro Velazco, al punto de concederle una especie de Virreinato a su favor en las provincias vascongadas. Al decidir escarmentar por la fuerza de las armas a Euskadi, revocaría todas y cada una de las obligaciones contraídas con éste. Enrique era 144
Señor de Bizkaia y no rey (de acuerdo con el Fuero Viejo) y no tenía derecho alguno a comprometer los intereses del País, por el contrario, su juramento dejaba claro que solo era el Señor para el pueblo y no el pueblo para el Señor. Alfonso de Palencia nos indicará que Pedro Velazco hubo convencido a Enrique que para poder casar a su hermana Isabel con el francés, primero debía someter a los vascos disidentes. Para fortuna de Euskadi, el conde de Haro era un individuo defenestrado por el bando oñacino, dejando en evidencia que las heridas producidas por la batalla de Elorrio del año 1468 aún no habían cicatrizado. Poco y nada heredaría de su padre (el buen Conde de Haro) y tampoco había escuchado sus consejos de no humillar a sus hermanos de sangre ni traicionar la tierra de sus ancestros. Que fuera oriundo de Euskadi y la cara visible de otra invasión castellana sería suficiente para trocar el sentir popular en indignación incontenible. La invasión, finalmente, se haría palpable en Áraba para prolongarse hasta Gipúzkoa. Las tropas enriqueñas encontrarían a su paso legiones de soldados vascos intespectivos, deseosos de mantener su independencia, al decir de Mosén Diego de Valera, historiador docto no siempre propenso a regalar elogios a los vascos. Otros historiadores como Caifás tildaron a los vascos de díscolos e imprevisibles, sin tener en cuenta que en virtud de su Fuero Viejo podían separarse de la Corona hispánica cuando lo quisieran, aliarse a otras coronas o a ninguna. Circula desde siempre otra versión del capellán Enríquez, que descartamos por poco realista de acuerdo con el contexto en que se desarrolló la guerra. Él reduciría el tenor los enfrentamientos al destierro que los feudales y cabezas de familia, Butrón y Avendaño sufrieran por parte del conde Velazco. Siguiendo su línea de razonamiento, los Parientes Mayores, caídos en desgracia acudieron al conde de Treviño, don Pedro Manrique y que éste anoticiado y enfrentado como vivía con su primo por cuestiones familiares, hizo suyo el problema y tras reunir gran cantidad de peonaje entre sus dominios, dispuso emboscar al bando agresor en el Paso de Munguía, derrotándolo categóricamente. Resulta su versión demasiado simplista para minimizar una batalla de proporciones incalculables, haciendo debida lectura de los posteriores daños colaterales, donde la independencia de Euskadi corría se145
rios riesgos. Ni siquiera haría mención a los casi tres mil soldados que componían las tropas castellanas acantonadas en derredor de Bilbo en su afán por quitarle entidad a los sucesos. En otra línea investigativa casi imposible de comprender, el jesuita Juan de Mariana reduciría, o intentaría vanamente, los hechos a la mera intención del conde Manrique de preservar sus riquezas y cobrar al mismo tiempo la afrenta que la esposa de su primo le hiciera. A todas luces, otra versión que por doméstica no aceptaremos A su tiempo, Julián de San Pelayo daría un sentido banderizo a la batalla sin negar que se había tratado de un enfrentamiento de proporciones significativas. Llamativamente, sin hacer mención alguna al derrotado ejército enriqueño, interpretaría que la enemistad secular existente entre las Casas Haro y Treviño hubo sido la causante del choque armado en Munguía. La tildaría de fenomenal emboscada, para abundar luego en detalles: a su criterio, mientras el conde Velazco rodeaba los montes que desde Bilbo bajaban hacia el mar, su lenta caballería se vio sorprendida por los lugareños, conocedores del terreno que pisaban, munidos de ballestas y otras armas primitivas. Por último, se extendería en conceptos sobre la recia y breve pelea, donde se haría elocuente la desigualdad en favor de los agredidos. Hasta aquí hemos sido generosos y permisivos, analizando posturas claramente anti-vascas, con un mínimo de credibilidad tan solo por llegar al nudo gordiano de la cuestión que nos atañe, sin perder de vista el punto esencial de la batalla librada: Tamaño enfrentamiento no pudo estar reducido tan solo a la manifiesta enemistad de dos condes como lo aseguraron los religiosos Del castillo, de Mariana y el propio San Pelayo. De ser reales sus versiones, las rencillas se hubiesen circunscripto a los condados de Treviño y Haro y no a todas las provincias vascas. Yendo más lejos, aún, observamos que si las discordias banderizas hubiesen sido el motivo de la guerra, el conde Velazco las hubiera atacado por separado. mas, nada de eso ocurrió, por el contrario, como pocas veces lo registrara la historia euskalduna, Don Pedro Manrique lograba unir a todas las facciones del País en las luchas contra Enrique IV. Que una vez acabada la guerra, oñacinos y gamboínos volvieran a enfrentarse, dejaría claro que la sagrada unión tuvo por razón circunstancial impedir la invasión aludida. 146
Alonso de Palencia, con conclusiones objetivas acabaría por darnos la razón. Leamos, entonces: "E pensaron los vascos buscar un remedio aunque la antigua discordia entre ellos les daba grande estorbo. Pero la ambición e deseo de señorear aquella provincia por parte del condestable haro hizo que el manrique buscara nuevas vías de reconciliación de los enemigos de tan largos tiempos". Por supuesto, se refería a los Parientes Mayores, citados en la villa de Carrión por el propio conde Manrique. A su solo llamado, Juan Alonso de Muxica, jefe oñacino y Pedro de Avendaño, ballestero mayor del rey y cabeza de los gamboínos, asistieron a la casa del anfitrión. El conde se mostró gustoso por recibirlos (cada uno había arribado con alrededor de doscientos hombres que acamparon en las inmediaciones del Monasterio de San Francisco. Al momento del encuentro, los saludó como "Parientes, Señores y Amigos". Se mostraría cordial pero severo, cortés, aunque enérgico. Les pidió olvidar el pasado para poder analizar el presente, alabó que jamás el yugo real lograra dominar sus voluntades y sin esperar contestación alguna, les hizo puntual pregunta: "¿sofriréis agora el tiránico señorío del conde de Haro y las ambiciones del déspota castellano? ¡no, no y no…tornad en vosotros las fuerzas que me solicitáis, que vanamente desperdiciasteis, para conservar vuestra libertad con mayor gloria y fama!". Entonces, los aundiki se miraron uno al otro, sin nada decirse, turbados. Acto seguido, el conde conciliador les ofreció su ayuda, no como un superior, sino como un igual. Así quedaría sellada la alianza, según Palencia. "Con juramento e omenaje de siempre guardar e honrar e fizose casamiento de fijo e fija de los dos porque más la paz entre ellos se corroborase". Una vez anudadas las alianzas, le cabría papel preponderante a otro ex ardiente banderizo de tiempos pasados, Lope García de Salazar. Presentados que estuvieran los protagonistas del magno suceso, menester será entrar en detalles sobre el linaje y poderío del conde agresor. Cuando se habla de los ejércitos enriqueños invadiendo Euskadi, por fe de erratas debiéramos corregir aceptando que por su cuenta y orden, el conde Velazco contaba con un formidable ejército propio compuesto por miles de peones, jinetes, caballos, pertrechos y provisiones. Esta extraordinaria logística le permitiría por décadas vasallar para la Corona hispana. 147
Se trató de un oriundo de Euskadi que por línea materna descendía de los Mendoza (símbolo de apellidos vasallando para la Corona). Según Labayrú tendría ascendencia directa de los antiguos Vela y emparentado estaba con los Guevara. Aunque muchos historiadores dudaran que Velazco fuese un apellido vasco. Basándonos en la escasa documentación encontrada, afirmaremos que ya en el siglo IX, junto a Eneko Aritza lucharon por la libertad de Iruña muchos caudillos apellidados Bela (en euskera significa "cuervo" y BELAZE, "prado o yerbal", por tanto, no es disparatodo suponer que en Gipúzkoa fuesen conocidos como "los cuervos del prado". Tomaremos entonces, como opción medianamente fiable, la que los relaciona con un pueblo nafarrotarra llamado Belaskoain. De todos modos hay un hecho irrefutable en esta cronología: La Casa Velazco vivía a la sombra de la realeza castellana, ejerciendo cargos como Camareros Mayores de Palacio desde los años 1280 al 1470. Con respecto al invasor, poco se supo de él hasta que falleció su padre, el buen Conde de Haro. El distinguido perfil de su progenitor lo convertiría en la nada misma, salvo para Enrique IV, que lo consideraba un hábil negociador. Ya en el año 1468 había tenido su prueba de fuego cuando representara al monarca con la intención de convencer a su hermana Isabel para que casase con Don Alonso, monarca lusitano. A pesar de lo infructuoso de su mediación, el conde Velazco mostraría absoluta lealtad al seguir al pie de la letra la orden de encarcelar a Isabel, cuando ésta rechazara al noble portugués por estar enamorada del príncipe Fernando de Aragón. En cuanto a Don Pedro Manrique, descendía de la Casa Treviño de la provincia de Araba, y era también, bisnieto (al igual que su primo) de la "ricahembra", Juana de Mendoza. Fue segundo conde de Treviño, Adelantado y Notario Mayor de León, Capitán General de la frontera de Jaén y del ejército de Nafarroa. Lo apodaban "el fuerte" por su constancia y avasallante personalidad., Había nacido en el año 1443 y murió en Navarrete, (La Rioja) el 01-02-1515. El peso determinante de los condes en la contienda de Munguía Es innegable que Don Pedro Manrique defendió de manera impecable la libertad euskalduna, al tiempo que hacía lo propio con sus domi148
nios y riquezas, para colocar en lo más alto, (¿sin proponérselo?) del País su indiscutible predicamento. Pocos historiadores se inclinaron por la hipótesis de un Velazco lanzado por la suyas a la conquista de Bizkaia, seducido por sus fabulosas riquezas naturales. Esos mismos investigadores dejaron abierta la posibilidad que la cercanía entre ambos condados fuera la causa de las continuas disputas entre sus vasallos. Debió el conde Don Pedro Manrique ponerse al frente de la lucha nacionalista para conseguir la simpatía de un pueblo que siempre lo miraba con recelo (a su primo lo defenestraba, directamente) por tratarse de un hijo de Euskadi nacido en otras tierras, solo favorecido con derechos de posesión otorgados por Juan II de Castilla como gratificación a sus servicios prestados a la Corona. Quienes negaron patriotismo a Don Pedro Manrique, enumeraron sus cuantiosas riquezas a defender, compuestas por cinco villas espaciadas ampliamente entre sí y cuarenta ocho aldeas erigidas en la dilatada planicie arabesa, regadas con abundantes frutos, aguas minerales y mercados cercanos. Todo un latifundio codiciado por propios y extraños Similar poderío económico ostentaba Don Pedro Velazco, aunque la radical diferencia estribaba en el concepto que sus vasallos tenían de él: La palabra tirano, aseguraron algunos observadores de la época, le cabía a la perfección. Manrique, rápidamente lograría reconciliarse con la sociedad vasca e imposible sería comprobar si la sola defensa de sus riquezas lo movió a despertar el patriotismo dormido del territorio. Lo concreto fue que no le resultaría difícil potenciar el receloso e inflamable nacionalismo de nuestros ancestros. Baqueanos en asuntos de supervivencia tenían asumido el verdadero apotema euskérico: "el pez grande se come al chico", a propósito de lo exiguo del País en materia geográfica. Por su parte, Pulgar definiría a los pobladores vascos como "gente sospechosa, suspicaz, temerosa y desconfiada de los reyes. Y a fuer de sinceros, siglos de trapisondas orquestadas por distintos monarcas no harían más que refrendar tanta adjetivación, por mucho que proviniera de un cronista castellano, adulador y bien llamado "el lisonjero" de la corte "católica" En su crónica ignorancia, Pulgar jamás supo de grandezas morales y políticas de aquella estirpe que durante siglos opuso enérgico 149
repudio a las pretensiones imperialistas, haciéndoles el honor de tildarlos de "equivocados en el proceder" cuando en estricto acto de justicia debió caraturarlos de malévolos e inocuos. A pesar de los siglos transcurridos, es imposible explicarse la razón de tanta disparidad de criterios respecto de la importancia que tuvo la Batalla de Munguía. Aunque por encima de toda disidencia, surge claro que las contiendas reciben consagración y grandeza de acuerdo con la jerarquía moral de las causas que la provocan. Y de hecho, en Munguía se definía un modo de vivir: bajo cautiverio o en libertad, sin escalas intermedias. Jamás existirán naciones con más profundo sentido de la libertad que las pequeñas, singulares y libres de contaminación. Euskadi respondía a tales parámetros: de origen misterioso, por prehistórico, sin parentesco alguno, su Euskera, por su pureza, fue celoso y por ley natural, libérrimo y señorial. Bien defendido el territorio por sus características geográficas, a salvo sus valles y costas, se mantendría por largos períodos históricos libre de pactos y alianzas. Sin embargo, llegaría el día en que voraces enemigos la obligaran a establecer uniones federativas so-pretexto de agredirla. Otros investigadores exploraron con su línea investigativa distintas aristas políticas referidas al segundo rechazo que los vascos le hicieron sentir a Enrique IV cuanto éste pretendiera casar a su presunta hija, Juana, (La Beltraneja) con el príncipe Carlos, de Francia (el mismo que Isabel también rechazara para casarse con Fernando de Aragón) el 1910-1469. Pese a la férrea y pacífica oposición ejercida por Euskadi, basada en su Fuero Viejo, el 26-10-1470 se celebraron los desposorios de Juana (contaba con casi nueve años) con el ambicioso duque de Guyena. Consta por documentación fehaciente que hasta aquel momento la niña había estado al cuidado de la familia Mendoza. Si hemos enumerado y atendido las diversas hipótesis que tuviera el monarca castellano para intentar la invasión a Euskadi, ha sido tan solo por agotar instancias y dejar claro que escudado en argucias "legales" escondía dos fundamentales: apoderarse de la riqueza del País y sojuzgar por siempre su libertad. Seguramente, lo que jamás imaginó Enrique IV fue que al llamado del conde Manrique se encendieran las hogueras y vibraran las imponen150
tes irrintzi, desplazando de inmediato el encono generado entre aundiki por las recientes batallas de Elorrio, Bilbo, Gernika y Bermeo. La estrategia invasiva del conde Velazco estuvo basada en un País diezmado en sus defensas por las continuas rencillas. Su craso error le costaría a Enrique IV la pérdida del escaso predicamento que a duras penas aún mantenía en Europa. Explicitadas ya todas las conclusiones al respecto, y en cuestiones bélicas adentrados, justo era suponer que a juzgar por el extraordinario número de soldados, pertrechos y provisiones, el conde de Haro apoyaba todo su accionar en una estrategia que contemplaba la penetración vigorosa a suelo bizkaitarra. A la toma, casi sin oposición de Gasteiz, le seguiría la invasión a Bizkaia por Balmaseda (días antes había sufrido el primer desencanto en Villarreal). Y de estas incursiones primerizas surgirán sorpresas de tenor: la mujer del conde Velazco, Mencia de Mendoza (nieta del gran Almirante de mar, Don Diego Hurtado de Mendoza) tendría destacada actuación en la batalla. A pesar de la superioridad numérica exibida, el Velazco permanecería tres días demorado en su avance a Treviño debido a los sorpresivos ataques nocturno con que los vascos asediaban sus tropas. La guerrilla euskaduna hacía estragos en la moral de los peones invasores, moviéndose en terrenos entrampados por la naturaleza misma. Mientras el Velazco corregía errores tácticos sin movilizar sus tropas, Los Parientes Mayores, Muxica y Avendaño fueron citados nuevamente por Don Pedro Manrique para reforzar las defensas sobre los astilleros de Ibaizabal (consistía en cerrar el puente de San Antón en dirección a Sestao con alrededor de trescientos hombres armados). La defensa de los astilleros era fundamental porque allí se construían 18 naves mercantes por pedido de las ciudades de Hamburgo, Bremen, Lubeck y otras pertenecientes a la Liga. Por expresa exigencia del líder intelectual de la resistencia, los armadores bilbotarras (Parientes Mayores que dejarían las banderías de lado) sostendrían económicamente el costo de las luchas. Fue así que las milicias vascas, envalentonadas por el marasmo de las tropas enriqueñas, tomaron los caminos de Balmaseda y Gasteiz, divididos en dos columnas para pasar del contraataque al ataque, llano 151
y contundente. Por su parte, la condesa Mencia Mendoza, lentamente conseguía avanzar siguiendo el curso del río Cadagua con la intención de posicionarse a unos diez kilómetros de Bilbo, a la espera de los refuerzos que su esposo mandaría. No la tendría sencilla el invasor, pues debería revertir el catastrófico resultado de su incursión a Villarreal, reocupar su amplia llanura, apoderarse de las propiedades de la Casa Avendaño y por allí ingresar a territorio ajeno. Demasiadas pretensiones para tan escasa lectura estratégica en una región que comenzaba a poblarse de aires nacionalistas, donde los aundiki dejaban de lado antiquísimos pleitos. El clima bélico de apoderó de todo y todos, entonces. De repente, el trabajo rural cesaba para dar paso al lenguaje de las armas. Sobre las cumbres del Sollube, Corbea, Oitz y Kolitza resonaron estridentes los irrintzi como un definitivo llamado a defenderse del castellano. Del lado de los invasores, los problemas aumentaban al paso de las horas. Los generales de la Condesa volvieron a incurrir en errores fatales al subestimar la capacidad de defensa de la ciudad de Bilbo. Ignoraban que una sucesión interminable de torres diseminadas a los largo del camino (embozadas por arboleda ficticia, eran construcciones de uno o dos pisos, provistas de una sola puerta y desde su interior, los vascos. armados con ballestas y escopetas darían cuenta del gran parte del ejército enemigo, que totalmente desconcertado se desbandó en diáspora urgente hacia cualquier parte. No le iba mejor al Velazco, que ante las bajas sufridas y la pérdida de moral de su peonaje debería pedir una tregua nunca antes imaginada. Se trataba de una petición unilateral con el afán de ganar tiempo y rearmar sus tropas. El pedido fue aceptado por Don Pedro Manrique y de hecho, los cuatro días sin combatir le permitiría a uno esperar por la ayuda de Enrique IV (nunca llegaría) y al otro, abrochar bajo su mando indiscutido la soberbia alianza anudada de apuro, cuando acordara con Pero López de Padilla, Adelantado Mayor de Castilla. La guerra, entonces, tomaba dimensión insospechada cuando más pueblos se verían involucrados por el llamamiento a las luchas libertarias. Y los entramados con traiciones a cuestas renacieron en la corte hispánica. El marqués de Villena, alter ego del rey, le aconsejó abandonar territorios euskaldunes y castigar al conde de Haro como modo de tomar distancias del fracaso. Sin embargo, tozudamente, Enrique IV descono152
cería la realidad hasta convertir en pecado capital su desatino: Se trasladó a la ciudad de Burgos con un minúsculo ejército (tal vez, ciento cincuenta hombres) que sería aniquilado por contingentes nacionalistas. Más allá de las distintas fechas que los historiadores le han dado a la batalla de Munguía, nos inclinamos por la del 27 de Abril de 1471, cuando en el paso que lleva su nombre, estalló el conflicto donde el conde Manrique y sus aliados nafarrotarras diezmaron el flanco defensivo de los invasores. En una nueva diáspora, retomaron la cuenca del Cadagua para refugiarse en dominios amigos del poblado de Balmaseda. Se vivieron, entonces, jornadas de intenso nerviosismo donde algunos negociadores de la Corte intentaron infructuosamente acercar las partes a una mesa de pacificación. Mas, no sería posible. El conde Manrique exigió que las tropas de su primo, acantonadas en las afueras de Munguía se replegasen hasta salir de la provincia sin que el invasor lo aceptase. Razones tenía, pues, al cabo de aquellos cuatro días, su mujer, Mencía había logrado reunir alrededor de mil quinientos hombres, ya prestos para el ataque final a Munguía, sin reparar que aunque no atacarían un paraje amurallado, el río Butrón oficiaba de aliado incondicional en la estrategia final planeada por Manrique. Fracasados todos los intentos negociadores, y estando los ejércitos separados tan solo por unos doscientos metros, clara quedaría la desproporción de fuerzas existentes. De enfrentarse en el llano, las tropas castellanas, más profesionales y mejor pertrechadas, con jinetes correctamente enfrenados, entre otras cualidades bélicas, hubieran dado cuenta de los enjundiosos nacionalistas. Como gran capitán de la gesta que fuera, entonces, el conde Manrique dio la orden a su lugarteniente, el feudal Muxica, de replegarse hasta donde las irregularidades del terreno, con alturas y depresiones, curvas y arboladas imposibles de comprender para el enemigo, en tiempo y forma, equipararan el conflicto armado. Sin el contrincante a la vista y dudando por el paso hacia delante a dar, inocentemente, los invasores penetraron en la espesura donde los vascos, contraatacando con ferocidad se arrojarían entre los escuadrones enemigos, matando caballos, arrojando saetas y atravesando con espadas construidas por ellos mismos, a aquellos desprevenidos soldados, que serían arrojados a las hondonadas del valle. 153
Solo el profundo sentido patriótico que el enfrentamiento conllevara, permitiría explicar que en tan solo tres horas de batalla se contabilizasen casi mil ochocientos hombres muertos en las huestes enriqueñas. Sin embargo, para quienes lograran escapar vivos del campo de batalla, el destino no les reservaba mejor suerte. Desde las torres apostadas a la vera del camino, las encorvadas ballestas y los arcabuces, magistralmente manejados por aquellos campesinos convertidos en diestros francotiradores, dieron cuenta de otros trescientos hombres. Quien sí había logrado huir, salvando su vida, fue el conde Velazco, hasta guarecerse en tierras amigas una vez más. Como última observación, tal vez podríamos entender a aquellos historiadores que negaron relevancia a la batalla, dada la brevedad de la acción armada. Casi una ironía, teniendo en cuenta que estuvo en juego la legitimidad del Fuero Viejo de Bizkaia, defendido a como diera lugar, por supuesto. Después de Munguia El pleito sucesorio desatado tras la muerte de Enrique IV fue accesorio y ajustado a la humillante derrota. En un principio, los vascos no se inclinaron por Isabel ni por la infortunada Juana, buscando tan solo preservar las leyes de una Constitución que claramente obligaba al nuevo monarca castellano a escuchar la opinión de los agredidos, sin sobrepasar la cualidad de Señor de Bizkaia. De hecho, se necesitó de interminables sesiones para que el nefasto Fernando V fuese aceptado por los defensores del Fuero Viejo como el esposo para Isabel. Las enseñanzas que dejara munguia Aquella federación nacionalista sería la primera en registrar por la historia euskalduna como suceso irrefutable de defensa nacional. Pareció resurgir el respeto por Euskadi, al punto que la idea primaria de una libertad defendida de todas las maneras posibles fue palpable hasta el siglo Xix. Munguía desde sus entrañas, dejaría para siempre la enseñanza fundamental que ningún arrebato imperialista, por fugaz que fuese, tendría cabida en el sentimiento pacífico de una sociedad que con solo desprenderse del fanatismo de los aundiki y con gobernantes que supiesen pactar adecuada154
mente en defensa del ser nacional (usos, costumbres y la recuperación del Euskera como condición sin equanon) se convertiría en nación. Una guerra jamás conllevará virtudes, pero al menos lanzaría mensaje subliminal no solo a los castellanos. Los vascos podían tolerar, jamás verse oprimidos. Y la fallida invasión inglesa del año 1353 cuando quisiera usurpar la libertad de pesca de los vascos en el océano, serviría también como aleccionadora sentencia: la sinrazón de los poderosos conseguía que el sentido de igualdad que los vascos pregonaban se convirtiese en unión. Aunque aquí cabe la profunda autocrítica en la nación vasca: sin la presión de invasores ocasionales, la división entre los distintos sectores de su sociedad pareció ser el deporte preferido de quienes tuvieron el derecho, pero también la obligación de guiarnos hacia la unidad sin fisuras ni traiciones. Segunda lectura Por enésima vez hacemos hincapié en que las guerras banderizas no se establecieron como opción válida sobre el arte de gobernar, a semejanza de partidos políticos. Fueron bandos forjados al calor de la soberbia, que dirimían sus querellas a tiros, o mediante secuestros mutuos, entre otras bajezas. Se necesitaría de una mente privilegiada, astuta y sagaz, llamando a la reconciliación nacional mediante un mecanismo más que discutible en el siglo Xxi (un matrimonio conciliador a finales del medioevo siempre daría réditos notables) al fundirse apellidos euskaldunes de estirpe irrefutable. Cuando los Muxica y los Abendaño dejaran atrás sus irreconciliables diferencias a través de la unión matrimonial de sus herederos, forjarían las bases para el nacimiento de la Diputación o Poder Ejecutivo de los gobiernos vascos. Ateniéndonos a las conclusiones del Dr. Fidel de Sagarminaga, existió una Cédula Real fechada en junio de 1494, de los reyes católicos prohibiendo que se nombrasen autoridades a Parientes Mayores. Permitía, en cambio, que las Hermandades observaran la conducta de aquellos, si fueran nominados para la Diputación General. Se extirpaba, de tal modo, el daño causado durante casi tres siglos por cabecillas y seguidores. La pacificación, entonces, fue virtud extraordinaria que permitiría el crecimiento del País, hasta que en siglo Xix, otros exponentes del mismo cáncer imperialista volverían a las andadas 155
en Euskadi. Y para malos ejemplos imitados solo bastará la pretendida invasión del francés Luis Xi, quien sin aprender la severa lección padecida en Munguía por Enrique IV, sería derrotado cuando intentara invadir Gipúzkoa, en la batalla de Ondarrroa.
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Módulo
Hombres
vi
universales
Sebastián de Elcano Infortunadamente, las hazañas marinas del navegante gipuzkotarra fueron reflejadas con poca similitud por los distintos investigadores y/historiadores que lo abordaron. Si hasta su apellido quedaría desvirtuado por españoles y franceses cuando subvirtieran la sílaba inicial de su apellido vasco, transformándola en artículo, mal se lo conoce por Cano o El Cano. De todos modos, se necesitó de un gran acontecimiento realizado en su honor, siglos más tarde, para que su apellido desatara interminable guerra entre eruditos, a propósito de la grafía antes mencionada, con respecto a la correcta escritura del apellido. Afortunadamente, la "cátedra" se inclinaría por confirmar que se trataba de un toponímico vasco que significaba "región de heredades de labor". Por supuesto, aunque tardíamente, la Academia de la Historia confirmó que Elcano era la forma correcta de escritura. Era oriundo de Guetaria y nacido en el año 1486, uno de los pueblos más representativos del espíritu euskal, tal vez por formar parte de la trilogía de villas que dieron origen a la provincia de Gipuzkoa. De hecho, si los reconocimientos pagaran tributo, la provincia debiera hacerlo con Guetaria, dado que muchos investigadores concordaron en que Plinio y Ptolomeo ya se refirieron a la Guetaria de tiempos prehistóricos cuando hallaran huellas prerromanas. 157
Solo contaba con seis años de edad cuando fuera descubierta América y para Cánivas del Castillo, su detractor por excelencia si los hubo, solo se trataba de un aventurero sin relevancia al tildarlo de modesto maestre, más práctico que estudioso. Sin embargo, para Andrés de Urdaneta, el marino que arribara al puerto de San Lucar de Barrameda, malherido y al borde de la muerte, hubo sido un hombre sin dobleces, generoso, espontáneo y rotundo en sus acciones, con extraordinaria capacidad para navegar mares munido de precarios mapas. En su extensa reseña histórica, Urdaneta describiría su carabela como una cáscara de nuez expuesta a todas las vicisitudes que las corrientes marinas supusiesen. Definiría como hazaña sin precedentes que lograra atravesar el Océano Índico, doblase por el cabo de Buena Esperanza y que en el penoso regreso, remontase el Océano Atlántico hasta arribar a las playas de Barrameda, frente a Las Piletas, el mismo lugar desde donde tres años antes partiera como maestre de una de las cinco naves cuyo mando ostentaba el gran navegante portugués, Hernando de Magallanes. A criterio de Urdaneta, que la nave que tripulara Elcano, la "nao" Victoria, con algo más de cien toneladas de peso, regresara a salvo a puerto tras la matanza de Filipinas, en la isla de Cebú, en el año 1521, aumentaba en grado superlativo la hazaña del marino guetaritarra. Haremos aquí la salvedad que para otros historiadores, la nave tripulada por Elcano se llamaba Concepción y era el cuarto buque en orden de equipamiento para la travesía. La diferencia en las informaciones recogidas podría estribar en que tras los sucesos de Filipinas, su nave fuese destruida y el regreso se diera en el único buque que sobreviviera, el ya mencionado Victoria. Penosamente, lograría regresar al puerto de Sevilla el 06 de setiembre de 1522 con 18 marinos malheridos sobre un total de 237 que zarparan tres años antes, tras navegar 14 000 leguas. Cabe acotar que de aquella nave emergieron dieciocho personajes fantasmales, afiebrados, cubiertos por vestimenta transformada en harapos y descalzos, hachas en mano. Con paso extraviado y titubeante, caminaron en medio de la curiosidad de la gente que se acercaba al puerto, hasta la iglesia Santa María de la Antigua para cumplir una promesa hecha en momentos dramáticos del interminable periplo. 158
Se trataba, entonces, del primer marino que lograra dar la vuelta al mundo y así se lo haría saber Carlos I, cuando además de concederle algunas mercedes, le entregara por armas un globo terráqueo y el blasón con una leyenda que decía: primus circumdelisti ('tú has sido el primero en rodearme'). La nave victoria fue conservada en el puerto de Sevilla cual reliquia hasta que el paso de los siglos la convirtiera en deshechos de hierro y madera. Con la gloria ya alcanzada, Sebastián Elcano emprenderá su segundo viaje a los mares del Sur, formando parte de una pequeña flota de siete buques comandados por un Caballero maltés, llamado Jofré de Loayza. Y una vez más, la tragedia lo pondría al mando de una expedición, cuando al morir trágicamente el maltés, se viera obligado a ponerse al frente de las tripulaciones. Lamentablemente, comandaría tan solo por cuatro días, ya que en el amanecer del quinto dejaría de existir (todo indica que producto de una infección contraída a raíz de un arponazo que impactara en su pierna derecha el 4 de agosto de 1526). De manera que moriría cuatro años después de rodear el mundo y su cuerpo, tras tocante ceremonia sería arrojado al mar, atado a una tabla. Nunca resultó tan verdad, aquélla que sostiene que todo hombre obtiene la muerte y sepultura que por su carácter le pertenecen. Al paso de los años su figura cobró relevancia insospechada, no solo en Guetaria, sino en el País todo, al punto que pasados cuatro siglos, los guetaritarras mostraban con orgullo la casa donde había nacido el insigne marino. Pintada en amarrillo y con una enorme figura de un tiburón tallado en madera y vencido a sus pies, nadie podría dudar que aquél había sido su hogar. Asimismo, cabe consignar que aún se conserva una estatua en su conmemoración en la plaza principal de Guetaria. Fue tallada en Madrid, en material arenisco y en vertical tenía la altura estimada de su físico. A sus pies, en las tres caras del pedestal consta su nombre y apellido en los idiomas euskera, latín y castellano, con una leyenda que el paso del tiempo a tornado dificultoso leer: "Juan Sebastián Elcano, vecino y natural de esta noble villa de Guetaria, que fue el primero que dio 'buelta' al mundo con el navío la victoria y en memoria de este héroe animoso, mando poner esta losa. 'Rvegven' a dios por el primun circum desisti me". 159
Don Pedro Echave, Caballero de la Orden de Calatrava, la había mandado colocar en el año 1671. A su tiempo, distintos investigadores sostuvieron que había costado 22 000 reales de vellón costeados por aquél. Desgraciadamente, no han quedado muchos documentos referidos a las hazañas marinas gestadas por Elcano en los Registros de Juntas y tampoco en el de las Diputaciones, pero llama poderosamente la atención que no figure en las actas municipales de Guetaria. Tampoco el cincel ni el pincel dejaron constancia de los rasgos físicos claros del heroico navegante, hasta que a finales del siglo Xviii, un "indiano" (un vasco que había hecho la "América" en el nuevo continente, amasando inmensa fortuna), don Manuel Agote, decidió rendirle homenaje en nombre de su pueblo, y mandó construir un nuevo monumento en su memoria de casi dos metros de altura. De aspecto arrogante, la estatua lo mostraba como un hombre decidido y de aire noble. Para su inauguración, el municipio de Guetaria decretó tres días festivos, presididos por el Alcalde y Juez Ordinario de la villa, Joaquín de Lardizábal. Hubo bailes callejeros, refrescos, comida, salvas de artillería y hasta una solemnísima procesión religiosa presidida por el Fray Gabriel de Jesús María. El formidable monumento había resistido estoicamente dos guerras (la napoleónica y la de la Convención), pero no pudo hacerlo con los cañones carlistas, que lo dañaron considerablemente. Una vez acabada la contienda, la estatua sería enviada a la ciudad de Cestona para su restauración, cuyo costo fue pagado por la hija del "indiano" donante. Años más tarde, el 28 de mayo de 1861, la Diputación Foral colocaba otra estatua de Elcano (construida en París) frente al mar y como no podía ser de otra manera, fueron decretados otros tres días festivos donde no faltaron las celebraciones más diversas y más misas celebradas. Al paso de las décadas, el acto de recordar al gran marino fue multiplicándose. En el año 1921 la Diputación de Gipúzkoa dispuso llamar a concurso público para construir un nuevo monumento. Un año más tarde, con un presupuesto total de 100 000 pesetas sería colocada la piedra basal de la magna obra y el 06 de Setiembre del año 1922, coincidiendo la fecha elegida con el día del arribo de Elcano al puerto de San Lucar de Barrameda, fue inaugurado. Párrafo aparte y extendida en consideraciones merece la extraordinaria fiesta rememorativa llevada a cabo en Sevilla. La fiesta revistió carac160
terísticas mundiales, puesto que fueron invitados barcos de la Marina de distintos países de Europa, quienes acudieron hasta el mar Cantábrico a participar del nuevo homenaje a rendir. Además, diversas representaciones diplomáticas y distintas comisiones de centros científicos de toda Europa aceptaron la invitación para sumarse a los festejos. Hubo recepciones, banquetes, festejos populares y no faltaron eruditas conferencias, culminando los actos el día 6 de setiembre con la presencia de los reyes españoles en Guetaria. Los nobles habían embarcado a primera hora de la mañana desde el puerto de Donostia a bordo del acorazado España, escoltado por otros tres extranjeros, el británico Curacao, el portugués Vasco da Gama y el francés París junto a dos torpederos galos, un contratorpedero norteamericano y la totalidad de la flota pesquera del litoral vasco. La llegada a Guetaria fue apoteótica: salvas de cañones, campanas a vuelo, música, vítores y lanzamiento de cohetes para conmemorar a su máximo héroe. Cuando todas las ceremonias protocolares estuvieron cumplidas, los nobles y su séquito fueron trasladados al Albergue de Pescadores del Cantábrico para que presenciaran la reconstrucción en "vivo" de aquel apoteótico arribo de Elcano y sus dieciocho marinos. Dando comienzo al simulacro, una flota variopinta de embarcaciones repletas de gente esperaba por la aparición de la nave que hacía las veces de aquella "Victoria". La puesta en escena resultó conmovedora. Tras doblar el cabo de San Antón, la nave Victoria (una embarcación pesquera preparada para la ocasión), al direccionar hacia el muelle, dejaría "ver a su capitán Elcano ordenando y también dirigiendo maniobras de atraque y amarre". En perfecta imitación de aquella cruel realidad, tanto Elcano como sus marinos sobrevivientes se dejaron ver maltrechos y demacrados, dando claras muestras de la penosa travesía. Luego, todos saltaron a tierra con marcada dificultad, mientras redoblaban las campanas. Era silencio era total, solo los albatros con su particulares piruetas aéreas pretendían romper el encantamiento que se daba en cercanías del muelle. Con rostros circunspectos y paso vacilante, la patética procesión se encaminó hasta la iglesia de San salvador, donde "cumpliría" aquella promesa hecha cuatro siglos atrás en instancias angustiosas del viaje, de arrodillarse ante la Virgen Santa María de la Antigua. 161
Un Tedeum realizado a continuación en el interior de la iglesia sería la culminación de la primera fase de las ceremonias. A continuación, llegó la hora del almuerzo en el que fueron agasajados los reyes de España por parte de la Diputación de Gipuzkoa. En horas de la tarde, desde los balcones del Ayuntamiento, sus majestades presenciaron la segunda parte de la Cabalgata, que consistía en evocar la visita que Elcano le hiciera al rey Carlos I. El actor que hacía las veces del célebre marino arribó en una gran carroza ornamentada con atributos de la época, vistiendo sus mejores galas y rodeado por cinco bellas mujeres, genuinas representantes de los cinco continentes. Asimismo, el modisto más famoso de Guetaria y oriundo de la villa, Cristóbal Balenciaga, diseñó los trajes de los personajes que integraron la histórica Cabalgata. Con la puesta en escena en marcha, la heterogénea comitiva integrada por heraldos, guerreros, marinos y público en general ascendió por la calle Mayor en dirección a la Casa Consistorial donde el monarca aguardaba por la llegada del marino. Ya frente al balcón, en medio de una cerrada ovación, las cinco jóvenes colocaron sendas coronas de laurel sobre la cabeza de Elcano, mientras el pueblo enfervorizado cantaba en euskera el himno en honor al insigne navegante. Acabada la canción, el héroe descendió de la carroza y subió al salón de Actos de la Casa Consistorial. Tras recibir del rey algunas mercedes y escuchar la histórica frase pronunciada por aquél, tuvieron su final las ceremonias y festividades, no antes que los torpederos extranjeros, en cercanías de la bahía, dispararan sus cañones al aire por espacio de treinta minutos. El espectáculo brindado era ensordecedor con visos de inacabable y hacia el atardecer los monarcas procedieron a colocar la primera placa al monumento, dando fe que las celebraciones se habían llevado a cabo con su presencia. El papel de Elcano fue personificado cada cinco años, hasta su muerte ocurrida en el año 1967, por el alguacil de Guetaria, Manuel Gorostiaga Etxeverría. Cabe señalar, por último, que la epopeya del marino guetaritarra fue revivida hasta el año 1972, pero ya sin la presencia de los reyes españoles porque el nuevo contexto social y político, absolutamente inclinado hacia el separatismo haría imposible cualquier reconsideración de posiciones. 162
Iñigo de Loyola También oriundo de Guetaria, nació en el año 1491 en el corazón del valle de Irairgui. Fue el último hijo de un matrimonio que los tendría en cantidad. Se trató de un iluminado que acumulaba en su intelecto el triple genio de la acción, la creación y la voluntad. Caracterizado conversador y eximio monologuista, fue famoso en su tiempo por la finitud de su voz, sobresaliente en cuanto coro integrara. Entre sus obras, figura la fundación de la Compañía de Jesús, institución fundamental para el sostenimiento del catolicismo en América toda. Poseyó entre otras tantas virtudes, el arte de llegar a los corazones de los creyentes y ganarlos. Injustamente, su figura soportaría las más inaceptables comparaciones, ya convertido en una gran santo que jamás resolvería ningún asunto sin pedir la confirmación divina para la solución que adoptaba. Amó a Azpeitía, y a lo largo de su vida daría pruebas conmovedoras al respecto. Domingo Martínez de Ayolas Llevó adelante la colonización española aguas arriba del Río de la Plata, también la exploración del río Paraná. Por otra parte, la fundación de la ciudad de Asunción, en el Paraguay, marcaría su tarea más notable como conquistador. Se trató de un jefe sumamente respetado por sus soldados. Sobre él, sus cualidades humanas y arrojo profesional hablarían décadas más tarde, el mestizo Ruy Díaz de Guzmán y en el diario de guerra, el alemán Ulrico Scimidl. Miguel de Unamuno Tarea sencilla de concretar sería para quien escribe circunscribirse al análisis de la obra literaria de Unamuno y concluir como tantos otros que lo estudiaron, en que se trató de un notable intelectual, versátil y a fin cuentas, bueno para todo en el vasto universo de las letras. Pero, no será tan simple tratar de emparejar riendas con un hijo de Euskadi que renegara sin miramiento ni pausas de su propia lengua, decretándole la muerte, en infeliz expresión de deseos Sus paradojas, sus controversias y sus mil giros ideológicos podríamos tomarlos (como los 163
catalanes a Dalí) como insatisfacciones propias de un hombre que vivía adelantado a la época que habitaba. Entonces, para no invalidar al Unamuno literato, tal vez ubicado entre los diez intelectuales de mayor difusión universal, nos remitiremos a los conceptos de quienes, contemporáneos o no, volcaron sobre el bilbotarra. Al momento de su muerte, Ortega y Gasset afirmó que la cultura universal quedaba muda, porque faltaría de allí en más la voz profunda y el pensamiento paradojal de un hombre que por grande no había podido encontrar jamás su lugar en una sociedad que no lo comprendía. En absoluta coincidencia con él, agreguemos, entonces, que tamaña insatisfacción sería el, sino determinante de su vida y quizás, el ejemplo más contundente esté referido al súbito distanciamiento que tuvo con la dictadura franquista (vivió cautivado muchos años por ella), sin pelearse con los máximos referentes, aunque aquella sentencia que volcara en Salamanca acabara con su vida meses más tarde, cuando purgaba prisión domiciliaria. Fue admirado por colegas como, Cioran (anhelaba conocerlo personalmente), Isahía Berlín (agradecía a la Universidad de Oxford por haberlo tratado), Gunter Grass (lo ponía de ejemplo universal para la nueva Europa), Spender y Aunden, por otra parte, admitieron devorar sus escritos, mientras que para todas las universidades del mundo se había convertido en intelectual de consulta ineludible a la hora de los pensamientos renovadores. En todos y cada uno de los referentes culturales que lo frecuentaron o leyeron dejaría su estela contradictoria e irrefutable. Sus razonamientos derribarían falsos mitos, hasta convertirse en el eximio general que liderara las más duras batallas contra los ataques sufridos por la inteligencia en el ámbito de la cultura universal. Monologador irrefrenable, de la boca hacia fuera justificaría sin reparos tanto sus repentinos cambios anímicos como los de sus ideas. Analizando sus obras, a través de su Recuerdos de niñez y mocedad, podemos "verlo" transitando aquella etapa, donde mostraría escozor por "su" Bilbao sorprendida por las guerras carlistas. De manera estupenda lo refrendaría, años más tarde en Tres novelas ejemplares. De hecho, para inmortalizar el Yo Unamuniano, ícono del individualismo a ultranza con que un hombre pudiera manejarse en distintas sociedades. 164
Al mismo tiempo, marcaría a fuego su religiosidad sujeta a devoluciones: afirmaba que el individuo le pertenecería a Dios siempre y cuando ese mismo individuo fuese alguien importante para el Todopoderoso. Su extensa residencia madrileña lo expondría sin retorno ante el positivismo imperante en los ambientes culturales de la capital. Al poner en entredicho cualquier cuestión que abordara, solo la vida académica pareció otorgarle cierta tregua. Al paso de los años, Unamuno centraría la totalidad de sus pensamientos en la Eternidad y su consecuente necesidad de siempre vivir (e aquí su angustia inmanejable). La imagen imperecedera de Unamuno, tomada en un instante de su vida, lo retractará manteniendo introspectivo diálogo, desde un YO superlativo. Seguramente, el mayor atractivo de su figura fue la honradez intelectual con que abordara la batalla contra el misterio y aquellos miedos que le producían los oscuros laberintos de la muerte. No la nombraba jamás, pero tomaba atajos mencionando siempre a la vida. Seguramente, para sus seguidores Unamuno seguirá siendo fuente de incógnitas infinitas sin posibilidad de resolución, más allá de cualquier ensayo que al respecto podamos intentar. Muchos investigadores han sostenido que en un Unamuno integral tenían lugar el hombre cristiano, el ateo y el agónico. Sin embargo, para Blanco Aguinaga, había un Unamuno contemplativo y observador sesudo, mientras que para Francois Meyer, un individuo trágico estragaba al pensador. Y no sería Ferrater Mora quien coincidiera con ellos, justamente, al afirmar que era el intelectual un hombre comprensivo. Su actuación en la vida política-cultural de la España del siglo Xx sería constante y contradictoria hasta el último día de su vida en el año 1936. Designado Rector de la Universidad de Salamanca en el año 1900, catorce años después fue destituido por el Ministro de Instrucción Pública. Cuando Unamuno pudo confirmar sus sospechas referidas a que el rey estaba detrás de la separación del cargo, inició acciones contundentes en aras de dañar la imagen de la monarquía sin asumir que su refulgente protagonismo había contado siempre con el respaldo del centralismo español por su sola oposición al separatismo regional y su manifiesto odio al euskera. No irá este concepto, insistimos, en desmedro de su probada calidad de escritor/pensador. De hecho, quien escribe ha desarrollado un 165
extenso Ensayo posterior con la intención de despejar los interrogantes que años de trabajo al respecto y expuestos a la pluralidad de opiniones imprescindibles, por subjetivos, no lograrán asirse de contundencia: ¿Qué hubiese sido de Unamuno de haber caminado las mismas veredas ideológicas de nacionalistas como Arana Goiri, por caso? Tras ser separado del Rectorado, viró su decisión tomada de prescindir de actividades políticas por otra que consideraba más apropiada al momento que vivía España. En una exposición de pinturas a la que había sido invitado en Sevilla, afirmó que resultaba obligación ineludible de todo ciudadano inmiscuirse en la artrosis política y social que aquejaba a la península ibérica Por supuesto, sus sentencias sonaron a traición y aunque su figura comenzó a ser cuestionada permanentemente, tanto enquistamiento, para mala fortuna de Euskadi no lo llevaría a reconocer al País Vasco como estado constituido, al que consideraba genuina expresión de regionalismo, sin ninguna posibilidad de transponer las barreras que lo encajonaban en la categoría de "pueblo sumido por el atraso, entre montañas y valles" (sic). Y un ejemplo claro de su intención perdurable por denostar a su propio pueblo lo daría la traducción que hiciera de las memorias que el viajero alemán Wilmler von Humboltd dejara escritas en su idioma para la posteridad. Aseguró Unamuno que en todas las ocasiones en que apareciera escrita la palabra Euskal Herria, dando Idea de Nación, se atenía a lo escrito por el gran filólogo teutón. Otra de sus notables reflexiones cargadas de una paradoja casi inaceptable radicaba en que solía hacer alusión a sus añoranzas al Bilbo natal, pero negaba identidad a la provincia de la que era oriundo y por ende al País Vasco. Afirmaba luchar por una España ideal, sin adjetivaciones fragmentarias como federal, revolucionaria o republicana. Quienes lograron tratarlo en la intimidad, afirmaron que se trataba de un individuo orgulloso, sin llegar a la vanidad. Ortega y Gasset, en otra de sus punzantes aproximaciones sobre el singular carácter de Unamuno, sostendría que el mayor combate librado por Unamuno fue contra él mismo y que en sus poesías estuvieron reflejadas sus agonías, tristezas y alegrías. 166
De la infinidad de conclusiones controvertidas, extraeremos quizás, la que más polvareda levantaría en ámbitos culturales madrileños. Eligió el día de su cumpleaños número treinta y ocho para sostener que la cultura era el arma apropiada para arrancarle a Dios el secreto del bien y del mal. Sin dudas, respondía perfectamente al estereotipo del intelectual forjado en la Europa de finales de siglo Xix. Al igual que el filósofo francés, Descartes, insistió en que las nuevas sociedades tenían la obligación de revisar lo actuado y creído hasta allí, con el imprescindible escepticismo por si existiera la posibilidad de reformular. Con el avance del siglo Xx llegaría a convertirse en acérrimo enemigo del dictador catalán, Primo de Rivera, quien lo perseguiría hasta obligarlo a exilarse en Fuerteventura, desde donde le dedicaría su Romancero del destierro: Doctor Primo de Rivera Y Orbaneja, General, ¿no se te cae de vergüenza con la cara el antifaz? Para el militar, la difusión del agravio fue mucho más que una ofensa personal, razón por la cual, Unamuno debió huir de apuro a París, donde sería recibido por los medios intelectuales galos como una verdadera atracción. Sin embargo, la ciudad luz le causaba infinita tristeza y decidió trasladarse a la región del Iparralde, precisamente a Hendaye por el lustro que durara su destierro. Retornando a cuestiones literarias, coincidamos en que una de las obras más importantes que legara a la cultura universal está referida al País que entidad le negara. Su título lo dice todo: La cuestión del vascuence y fue publicado a finales del año 1902, meses antes que muriera el padre del nacionalismo vasco, Sabino Arana, con quien sostenía graves enfrentamientos. El más grande cuestionamiento que le hiciera Arana Goiri a Unamuno estaba referido, precisamente, a "su falta de autoridad y conocimientos precisos" para afirmar que el euskera se extinguiría sin remedio. "¡Tú no los tienes!", le gritó en la cara una de las últimas veces que se tuvieron frente a frente. Pero, Unamuno no daría respuestas hasta veinte días más tarde, cuando en una charla ofrecida en la Biblioteca de Madrid, afirmara que al 167
tener acabados conocimientos sobre el mecanismo de las lenguas y por sobre todo, comprender su formación técnica, estaba capacitado para presumir de muerte sin remedio al euskera. Indudablemente, trataba de ser juez y parte en un tema controvertido en exceso. Era dable exigirle imparcialidad en sus juicios de valor, pero el resentimiento que le ocasionaba aquella Cátedra perdida en concurso, años atrás en el Instituto Superior de Bilbao a manos del insigne euskerólogo Resurrección María de Azkué lo enceguecía Resulta imposible de justificar que un individuo austero, de moral recta, que solía hacer de la disidencia su mejor deporte, como producto de tanto encono, suponiendo que había sido derrotado (craso error) perseverara en negarle al euskera condiciones intrínsecas para perdurar como medio de expresión entre el pueblo vasco y la cultura europea. Paradojal resultaba, además, que el literato graduado en Filosofía en la Universidad de Madrid, que obtuviera luego, las Cátedras de Griego y la de Historia de la Lengua Castellana en Salamanca, culpara de todos los males al idioma que debió defender, aunque se negara a hablarlo. Para reforzar la dura postura asumida no han faltado historiadores que afirman que en su tesis del doctorado en Filosofía y Letras leído el 20-06-1884, ya había sostenido similares conclusiones. Por su parte, la Revista de Bizkaia del 15 de febrero y del 1 de marzo de 1880, en sendos artículos por él firmados, cuyos títulos eran: más sobre el vascuence, se expresaría de modo parecido. Quienes han intentado hilar fino sobre la obsesión que guiaba a Unamuno para defenestrar al euskera, concluyeron que todas sus críticas se potenciaron al no digerir la "humillante derrota". Sin embargo, existen datos sacados de la realidad que hicieron, hacen y harán imposible justificar el encono que Unamuno mostrara por su lengua materna, puesto que entre los postulantes a aquella Cátedra perdida también figuraba Sabino Arana de Goiri, quien por otra parte, jamás despotricó contra el veredicto final del jurado. Tampoco podrá aceptarse que su reacción desmedida alcanzara a sus paisanos, a los usos y costumbres y a la geografía misma de Euskadi. Él, un hombre sediento de universalidad, prestigioso y con micrófonos siempre a mano, con auditorios repletos de público, y aduladores también, no debió andar a la caza de errores y excesos de nacionalismo 168
Que avalara el uso del castellano en el País Vasco en desmedro del euskera nos ha llevado a preguntarnos cuánta propaganda favorable hubiese tenido en España o si habría logrado el notable predicamento que como poeta y ensayista tuvo, de no haber abrazado la causa castellana. Imposible hallar explicaciones a una conducta esquiva. No fuimos contemporáneos y todo cuanto sabemos nos ha llegado por la fuerza de su literatura y de quienes lo estudiaron. Por tanto, cuajarán aquí, con extraordinaria precisión los consejos de Guillermo de la Torre, publicados en el Nacional de Caracas el 15 de Agosto de 1965, cuando dijera que para comprender a Unamuno era contraproducente acercarse a él en actitud incondicional. Mejor sería hacerlo con talante polémico, crítico, semejante al que él mismo adoptara frente a los demás. También cabe la sincera reflexión de Julián Marías cuando afirmara que quienes como él, admiraban y querían de modo especial a Unamuno, preferían no recordar algunos escritos y conductas del genio bilbotarra. Cuando en su ensayo La cuestión vascuence afirmara que el euskera se extinguía sin remedio, enconadas reacciones de los sectores más tradicionalistas le siguieron a la publicación. No faltaron las quejas ni tampoco imputaciones de todo calibre a su deslealtad. No obstante, su sed revanchista no se había apagado aún y pacientemente esperaba por el momento más oportuno para destapar sus naipes. La ocasión propicia sería la inauguración de los Primeros Juegos Florales celebrados en Bilbo el 26 de agosto de 1901. Había sido especialmente invitado y por supuesto, el discurso de apertura estuvo a su cargo y entonces, todos los resquemores por la cátedra perdida afloraron. Ante un auditorio multicolor y por demás numeroso, sostuvo que al euskera no lograrían resucitarlo con certámenes (escasos por cierto) ni cátedras. Al cabo, casi con sorna, pidió que fuese embalsamado en ciencia. Difíciles de entender tales razonamientos funerarios cuando él mismo se mostraba reacio a dejarse dominar por la muerte. Obstinadamente, a diferencia de otros filólogos, basaba la pretendida muerte del euskera en orígenes intrínsecos y no en factores extrínsecos como la presión oficial española o el desarrollo del comercio, por caso. Empero, para tener cabal idea del ensañamiento sistemático con que el centralismo español acometía contra el euskera, solo debemos remitirnos a la lucha emprendida por el Padre Larramendi cuando en el año 169
1754 ya desmentía tesis similares a las expuestas por Unamuno. El religioso batallaba en favor de la lengua materna con cifras alentadoras al afirmar que las tres cuartas partes de Gipuzkoa hablaban de corriente el euskera y sí admitía que el castellano era lengua usual entre eclesiásticos, caballeros y los naturales de Castilla, por supuesto. De hecho, en franca oposición a Unamuno, lamentaba que el euskera fuera solo la lengua de los aldeanos, caseros y gente pobre, producto de la escasa defensa que hiciera de ella, el clero mismo. Asimismo, negaba rotundamente que el euskera careciera de la flexibilidad suficiente para adaptarse a los cambios que exigían las lenguas romances, tal como aseverara Unamuno. El religioso ponderaba la flexibilidad de la lengua materna para acercarse a los idiomas flexivos, tomando algunas palabras e inflexiones, no ya para desnaturalizarse, sino para convivir de mejor manera con lenguas foráneas como el latín, por citar solo un ejemplo concreto. "Aberats" (rico, de haberes), "lege" (ley), "Errege" (rey) son voces corrientes que se incorporaron para perdurar en el euskera. Tampoco Arana Goiri ahorraba energía a la hora de enrostrarle los siete fracasos del bilbotarra ante otras tantas cátedras pretendidas. Sí, le reconocía que finalmente alcanzara la Cátedra del idioma griego en la Universidad de Salamanca. Por su parte, los filólogos Antonio Tovar y Julio Caro Baroja rechazaron enérgicamente la penosa y célebre reflexión que Unamuno hiciera al comparar la buena salud de la que gozaba la lengua catalana respecto del euskera. Para él, el hecho cierto que los abogados catalanes hubiesen estudiado y desarrollado su profesión en catalán marcaba la frontera entre la vida y la muerte de ambas lenguas, puesto que, por el contrario, (siempre a su criterio) los abogados vascos no tenían otra alternativa que ejercer hablando y escribiendo en castellano. Ni tanto ni tampoco. Una vez más, su actitud antivasca dejaba flancos por donde el encono se colaba sin dificultad. Sin tomarse descansos, presentaba al euskera como un gran obstáculo para la difusión de la cultura europea, cuando en realidad, un individuo preclaro como él, debería saber que pueblos sin historias a contar y defender resultarán víctimas propicias para cualquier tipo de atropellos linguísticos. 170
Tal vez, el segmento que más adeptos recogiera Unamuno en su ensayo estaría referido a su conclusión de que el Santo Oficio español había resultado un movimiento fundamentalista más político que religioso, no solamente para defender la pureza de la fe católica, sino también para conservar la unidad nacional comprometida no ya por la herejía, sino por la proliferación de los distintos dialectos que en cada reino tendían a afirmarse. Por supuesto, nuestra lengua materna sufriría los peores escarmientos por parte de los Calificadores Otra paradoja inconcebible por parte de Unamuno tuvo que ver con que jamás reclamara para el País Vasco una Universidad propia, (puesto que él, de neto origen vasco, le gustase o no, se había terminado de formar en el extranjero), ni elevó su voz para reclamar por denigrantes limitaciones culturales impuestas. Argumentaba para tales negaciones que con la Universidad de Valladolid alcanzaba. Solo parecía satisfecho por echarle al euskera todas las culpas por el atraso cultural que sufría Euskal Herria. Un elogioso trabajo de investigación realizado por el reconocido polígrafo Justo Gárate, desmentirá tales afirmaciones al demostrar que las provincias con mayor cantidad de lectores eran, precisamente, Gipúzkoa y Bizkaia y por el contrario, el mayor número de personas analfabetas se encontraba en Murcia y Canarias, con el agravante que en las dos ciudades funcionaban universidades, las mismas negadas para el País, temerosos los españoles que dichos centros de estudios se convirtieran en nido de separatistas (sic de un Ministro de Educación español). Ya absolutamente enfrentado con la teoría unamuniana, el filósofo francés, Pierre Naert, profesor de la Universidad de Lund, Suecia, sostenía que la supresión de las lenguas de los pueblos pequeños por otras llamadas grandes o artifícales, solo allanaba el camino hacia la estupidez cultural. A pesar de haberlo estudiado detenidamente, el filólogo hizo expresa defensa del euskera (diferenciándose de Unamuno), al sostener que no habría ningún avance en el pensamiento humano cada vez que un vasco abandonara su lengua materna por el francés o el castellano. Con similares conclusiones se expresaría el profesor de lenguas africanas de la Universidad de Viena, el Dr. Hans Mukaroksky, cuando emparentara por primera vez las lenguas africanas con las euskaldunas. Afirmaría en aquel memorable trabajo de investigación (aunque no coin171
cidamos en el pretendido parentesco) que se trataba de un acto de mala fe tildar de obstáculo cultural a cualquier lengua madre que representara a un pueblo. Obviamente, se refería al euskera y a Unamuno mismo, a quien, de manera acertada y contundente, definiría como un genio de la literatura abandonando su lengua por otra, no ya por simple encono, sino también por cuestiones políticas y de provecho personal con la aviesa intención de convertir a todos los vascos en extranjeros en su propia tierra. Ciertamente notable nos ha parecido tremenda definición. Y de hecho, una sentencia asoma irrefutable luego de enterarnos de tamaño juicio de valor: Unamuno no era santo de su devoción, precisamente. Y ya para ceñir su trabajo a estricta justicia, señalaría que el euskera, lejos de ser una curiosidad o fenómeno marginal, significaba un enorme capital cultural europeo de máxima importancia, dada su innegable antigüedad. Éste, como tantos otros, son ejemplos claros que a Unamuno se lo idolatraba u odiaba con igual facilidad. Y si de ejemplos hablamos, remitámonos al académico de la Lengua, Miguel de Astudillo, cuando en Setiembre del año 1965 lo tildara de individuo altamente desconcertante, siempre propenso a convertir su originalidad en arma de doble filo. Cabe aquí mismo, en paralelo, detenerse en una anécdota que en su juventud lo pintara de cuerpo entero. Cuentan que en un ensayo coral comenzó a desafinar hasta que el director, enfadado, le preguntó por las razones de tanto desafino. "Para que me oigan", respondería suelto de cuerpo el hombre que solo buscaba protagonizar a como diera lugar. Será difícil perdonarle a Unamuno que se expresara con verdades a medias sobre el euskera (una sutil forma de mentir, si la hay) para combatirlo del mismo modo que combatía la muerte. Otra extraña paradoja, se daría cuando pidiera no malgastar tiempo en defenderlo, mientras que él mismo le negaba entidad a la muerte. Entendible resultó que abandonara Bilbo (tras la pérdida del concurso) para radicarse en Madrid si es que considerara válido el intento de cristalizar sus sueños de poesía y eternidad en la capital de España. Aunque, de un hijo dilecto y excepcionalmente capaz, Euskal Herria hubiese necesitado del mismo esmero para defender la lengua materna., siguiendo, por ejemplo, los pasos del jesuita Larramendi en defensa del SER nacional. Lamentablemente, su 172
prestigio y verba alineada al castellano, hizo pensar a Europa que los euskaldunes no era más que sencillos aldeanos. Por fortuna, prominentes hombres de la cultura vasca que estudiaron en foros extranjeros, equipararon al euskera con lenguas foráneas, sin subestimarlo y poniendo las cosas en su lugar al entender que la marginación sufrida por el pueblo vasco era un problema casi insoluble para su lengua, sin que ello significara su desaparición. Si difícil nos ha resultado comprender la intencionalidad de algunas actitudes de Unamuno, mucho más complicado será aceptar que siendo él, uno de los hombres de estudios mejor informados de su época, asimilara, luego digiriera y hasta moldeara ideas que no eran suyas, en el convencimiento (así lo afirmaría Baroja) que hasta las ideas más sencillas eran patrimonio de su inteligencia. Asimismo, nuestro referente mayor en cuestiones religiosas que hicieron al hombre vasco, el Padre José Miguel de Barandiarán, y totalmente alejado del pensamiento unamuniano, lo calificaría de individuo frío y calculador por sus constantes ataques a la lengua euskérica. Durante uno de sus múltiples y calificados sermones llegó a preguntarse bajo qué mecanismos mentales podía un hombre vasco renegar de su lengua, en tanto y cuánto su manera de vivir, trabajar, fundamentar su vida espiritual y hasta interrelacionarse socialmente, dependían pura y exclusivamente del uso del idioma materno, en clara alusión con quien vivía enfrentado. Sencillamente, para el religioso, Unamuno ejercía las veces de abogado defensor de la lengua castellana sin más razones que sus inconcebibles caprichos. En sus innumerables giros dados en el contexto de la tormentosa relación llevada con la iglesia, en algún momento gritaría ¡VIVA LA INQUISICIÓN!, aunque tiempo más tarde la considerara el flagelo mayor que azotara a España. En otros ciclos de su vida vivaría la guerra y más adelante, abogaría por la sumisión en clara síntesis que tanto la Reconquista como la Guerra de la Independencia hubieron sido gestas estériles. Nunca lo admitió y por tanto, inválido resultará afirmar que sintió humillación cuando sus paisanos no se dejaron doblegar por ninguno de los dos imperios beligerantes, dejándole en el alma una huella indeleble: su nación se sentía defraudada por el hijo que le negaba entidad como tal. 173
Cuando cayó en la cuenta que no lograría convencer a ningún vasco de abandonar su idea libertaria, en su Crítica del problema vasco sobre el orígen y prehistoria de su raza, caería en una contradicción más al sostener que del pueblo vasco no quedaba más que su idioma, el euskera, dado que la idea de estado organizado ya no existíaen el alma de su pueblo. Entonces, de haber podido hacerlo, la pregunta sería de cajón. ¿En qué quedamos, don Miguel? ¿perdurará o no el euskera? Tiempo más tarde, cuando el explícito rechazo que los vascos experimentaban por su ensayo, profundizó su postura al aseverar que aunque los vascos lograsen conformarse como estado independiente, si también quisiesen imponer el euskera como idioma oficial, no harían otra cosa que levantar una barrera idiomática inaccesible para el resto de Europa. Tal vez movido por tanta crítica artera, Robert G. Armstrong, profesor de investigaciones linguísticas del Instituto de Estudios Africanos de la Universidad de Ibadan, Nigeria, en carta dirigida a Martín Ugalde, se refirió en términos extremadamente duros a Unamuno. En la misma misiva le quitó todo tipo de autoridad para inmiscuirse desde la crítica no solamente en las complejidades del euskera, sino en las de cualquier otra lengua por la sencilla razón que por aquellos días, aún no había presentado trabajos importantes en Filología. De hecho, no era filólogo, aportamos después de profusas investigaciones. En algún lugar de su interminable obra de ensayo/guerra contra el euskera, Unamuno sobrevalorará la presencia de términos latinos porque, decía sin argumentos valederos, que expresaban las ideas más elevadas, conceptos de cultura que aquél no tenía. También ponderaría al catalán por nutrirse de voces ajenas para enriquecerse. Por su parte, la señorita Minaberry, Directora del Museo Vasco de Baiona, saldría al cruce de las conclusiones de Unamuno con palabras sinceras (no sabemos si a favor o en contra del idioma) al sintetizar que el euskera había sido apuñalado por la pereza e indiferencia de cada vasco, más que por intereses espúreos. Ni tanto ni tan poco… Asimismo, suponemos con una cuota de humor y sin temor a equivocarnos, que si el inolvidable arabés, Javier de Landaburu hubiese sido contemporáneo de Unamuno, las controversias entre ellos hubiesen llegado hasta nuestros días. 174
La voz de Unamuno, llamativamente escuchada muchas veces a través de un "nosotros" que casi nunca aplicaba en realidad, hacía defensa de vascos y catalanes culpados de separatistas. Desde la segunda persona del plural aseguraba que la hostilidad o aversión a los gobiernos españoles y franceses no nacían por generación espontánea, sino por siglos de soslayamiento social. De no haberse quedado tan solo en palabras, cuánto hubiese ayudado a superar el estancamiento de la lengua. Pasados algunos años, en los que pareció revertir posturas antagónicas, intentaría aclarar el sentido de su funesto discurso realizado en aquellos Juegos Florales de Bilbo, aduciendo que se había referido a la insalvable complejidad del verbo vasco (verdad a rajatabla) y haciendo gala de su memoria selectiva, se regocijó por el sinnúmero de aplausos recibidos en aquella oportunidad, cuando en realidad, un silencio atroz le siguió a su enconada retórica. Retornando a las cuestiones verbales, Tovar aseguraba que dicha complejidad se remontaba al siglo Xvi (con 60 verbos conjugados sintéticamente), aunque para finales del siglo Xix dicha cifra había sido progresivamente disminuida. Sin dudas, se trataba de un arduo proceso de readaptación donde tomaba voces de otras lenguas. Sigue resultando ímproba tarea justificar tantos ataques del intelectual bilbotarra a su propia lengua, pero perseveraremos en el intento, basados en el imperfecto conocimiento técnico que de ella tenía y con algunas certezas. 1- A pesar de su innegable origen no se consideraba euskaldun, no hablaba la lengua de sus padres y jamás la quiso, según sus propias palabras, aunque adherimos a quienes afirman que ese "odio" nació tras la pérdida de la Cátedra. 2- Por razones de carácter (soberbia, espíritu contradictorio y deseos de destacarse lejos de su propio pueblo), Unamuno jamás encajó culturalmente dentro de los ámbitos culturales vascos. Lo achacaba a la falta de Universidades y casas de altos estudios, aunque nunca movió un dedo ni apeló a sus fortísimos contactos con el centralismo español para modificar el intencional statu-quo establecido. 3- Su necia perseverancia en ignorar la notable obra provasca del Padre Azkué (a la postre, quien se adjudicara la Cáte175
dra), resultó una valla insalvable que sus connacionales levantaron hasta alturas siderales. 4- Las profundas diferencias que tanto se empeñó en mantener con un nacionalista de la talla de Arana Goiri solo multiplicaron el repudio que su propio pueblo le haría sentir cuando al paso de los años en ninguna biblioteca del País Vasco quedara un solo cuadro ni busto ni diplomas reverenciando sus innegables dotes intelectuales. 5- Cuando Sabino Arana Goiri le propuso deponer actitudes propias de ineptos y aceptar como una simple contingencia de vida profesional la pérdida de una Cátedra (le recordó que él también había participado con igual suerte), en su soberbia sin límites le respondería a través de interpósitas personas que él había participado tan solo para comprobar el grado de antipatía que le profesaban las autoridades del Instituto Superior. La reacción del nacionalista fue inmediata y devastadora, donde la virulencia no conocería de allí en más, marcha atrás. Lo tildó de oportunista y traidor a la patria euskalduna, pidiendo a sus paisanos que lo rechazaran de cualquier pueblo que visitara. De tamaño enfrentamiento tomará parte el prestigiosos historiador vasco, Ugarte, en defensa de la intención de aquellos Juegos Florales de Bilbo, disparadores del interminable enquistamiento, al fin y al cabo. Un mes más tarde de la irónica exposición de Unamuno, publicaría en un semanario de la ciudad el trabajo presentado por él a la casa de altos estudios de Bilbo para hacerse acreedor a la Cátedra de la Historia del Euskera, a saber: A) Tesis doctoral B) Numerosos artículos publicados en distintas revistas del País. C) Intervenciones en actos culturales de Euskal Herria (prueba irrefutable de su interés). D) Proyecto para la creación de un diccionario único vasco-castellano. Acto seguido, Ugarte cargaría con una batería de conceptos hirientes respecto de aquel trabajo presentado al caraturarlo de pobre y con escaso vuelo creativo, sentenciando finalmente, que el proyecto del diccionario 176
(en realidad fueron tres) no era más que un simple bosquejo de alguna intencionalidad oculta. Para Lino de Asquésolo en cambio, la difamación que encarara Unamuno respecto del euskera solo había servido para que tiempo después, un determinado número de nacionalistas, en Hendaye, celebrara la primera reunión en defensa del idioma injustamente atacado. Otro rival de fuste sería Bernardo de Gandamo, que repetiría en cuanta ocasión pudiese que Unamuno hacía del disparate administrado su deporte preferido. Si bien es cierto que la acusación no resistía el análisis, por exacerbada y fuera de lugar, consideramos atinado explayarnos sobre ella para asumir el grado de aceptación o rechazo que provocaba Unamuno en los ambientes literarios de la época. A pesar de su sabiduría, Unamuno no alcanzó a comprender la grandeza de su propia lengua (la que negaba como tal). La tildaría de pobre en recursos, aunque abundara en gramática. La subestimaba al considerarla aldeana, sin entender que allí, entre montañas, habitaba su fuente de inspiración, en la pura voluntad de su gente para sostenerla y por el simple hecho de divulgarla. Llegó a mofarse cuando los profesionales vascos debieron apoyarse en el castellano para ejercer, sin presumir que en generaciones venideras, otros vascos tendrían la posibilidad de estudiar en diversas universidades del mundo, además de las españolas, para munirse de un nuevo sentido crítico y otra capacidad de discernimiento. Ya perdido el romanticismo de defender a Euskal Herria parapetados detrás de sus montañas, la globalización, como sistema de información universal, nos ha permitido integrarnos a Europa y al mundo todo como sociedad étnica diferente, pero culta, basada en usos y costumbres ceñidos a la lengua materna, tantas veces amenazada y como lo que no mata, fortalece, afortunadamente, allí anda el euskera, vivo, sano arrogante y en boca de todos, todos los días. Juan de Garay Fue un navegante vasco, bizkaitarra de nacimiento, conocido como Adelantado que exploraría parte del Río de la Plata. Fue el fundador la ciudad de Santa Fe en el año 1573 y la ciudad de Buenos Aires en el año 1580. Sería asesinado por los aborígenes en el 1581. Había nacido en al año 1541. 177
Pedro de Mendoza De innegable origen vasco su apellido ("mendi"= monte y "otza"= frío) resultó ser el primer fundador de la ciudad de Buenos Aires, luego incendiada por los indios. Otros adelantados de origen vascongado fundaron distintas provincias del interior de la República Argentina, a saber: 1-Hurtado de Mendoza (Mendoza) 2-Francisco Aguirre (Santiago del Estero) 3-Martín García de Loyola(San Luis) 4-Juan Ramírez de Velazco (La Rioja) 5-Argañaráz y Murguía (Jujuy) 6-Ruíz de Gamboa (San Juan) Pío Baroja De origen gipuzkotarra, este médico nacido en Donostia en el año 1872, fue autor de más de un centenar de novelas. Su más famosa trilogía tiene vinculaciones con Euskal Herria: 1- La casa de aizgorri editada en el año1900 2- El mayorazgo de labraz 3- Zalacain el aventurero editada en el año 1903 Un tercio de sus ocho tomos dedicados a cuestiones vascas, tal como: 1- Las inquietudes de Shanti Andía editado en el año 1911. 2- El caballero de erlaiz En cuanto a su personalidad, avasallante y decididamente democrática, sobresalían su profundo desprecio por los militares, su disgusto por los leguleyos, su irónico desdén por la aristocracia, su sentido del humor y su sencilla cortesía. Fue perseguido tenazmente por el franquismo y por poco, asesinado por la falange. Para su fortuna, mientras intentaba exilarse en Francia a través de los pasos pirenaicos, un guardia fronterizo, al reconocerlo, lo dejaría pasar sin documentación. Tras un prolongado desarraigo moriría en el año 1956. Aclaración imprescindible Sobre don Sabino Arana de Goiri no nos explayaremos sintéticamente en este módulo por una cuestión de absoluto respeto al padre del 178
nacionalismo vasco. Su gesta, nutrida de perseverancia y convicciones propias de los grandes hombres de Euskal Herria nos inhibe de presentarlo a través de unas pocas páginas. Además, ¿qué no se dicho ya en libros generosos en volúmenes que nosotros, en acotada síntesis histórica podríamos agregar? Para Arana de Goiri será entonces, nuestro próximo trabajo con la necesaria "participación" de los hombres que fueron contemporáneos y no de su ímproba labor, para que nos expliquen si por el solo hecho de haber sido pro-vasco a ultranza no tuvo el predicamento mundial que sus cualidades intelectuales merecían. Un gusto que nos damos… Apartándonos por un momento del camino elegido para bucear en nuestro pasado euskaldun, sin salirnos del País mismo, cedimos a la tentación de prolongar aquellos apellidos, allende los mares, en las distintas actividades que forjaron a la República Argentina como tal. Asombra el notable predicamento que en los siglos Xix y Xx tuvieron aquellos inmigrantes, pero fundamentalmente, sus descendientes, por supuesto ciudadanos argentinos. Tanto el campo como la ciudad recibieron de nuestros ancestros esa inyección de laboriosidad munida de perseverancia para llevar adelante las arduas tareas que la actividad rural demandaba. Estableciendo un ordenado recorrido por la cronología de los hechos acaecidos desde que los ingleses pretendieron invadir la colonia de Buenos Aires en los años 1806 y 1807, encontramos un sinnúmero de hombres vascos luchando por la defensa de la ciudad como Martín de Alzaga, José Santos Yrigoyen, José de Muguerza, Gerónimo de Arrechaga (Médico del Batallón Voluntarios de Cantabria), Manuel de Arribalzaga (Negociador imprescindible para lograr la rendición de 150 ingleses) y para sorpresa de propios y extraños, una decena de valerosas mujeres euskaldunas, entre las que sobresalieron: doña Benita de Segurola y Goikolea (Segundo Comandante del 2° Batallón de Voluntarios de Cantabria), Eusebia Segurola de Yrigoyen (Capitana), y Serapia Segurola de Etxeverría (Decurión del Batallón). Una vez conjurados los intentos de invasión por parte de las tropas anglos, cuando el Cabildo asumía el protagonismo político de Buenos Aires, tuvieron destacada actuación en él, los vascos Juan José de Lezica 179
(Regente Secreto de las Cortes de Cádiz), y el Fray José Ignacio de Loyola (Procurador de Buenos Aires en España), junto a los muy conocidos Azcuénaga, Larrea, Gorriti y Gurruchaga. En todo el proceso revolucionario americano figuran apellidos de indudable origen Euskal como Juan Azurduy, Toribio de Luzuriaga (Jefe de la Campaña del Pacífico), Antonio de Olavarrieta (Jefe del Regimiento de Blandengues), Bautista de Sagarnaga (Revolucionario de La Paz), Juan M de Urdinenea (Jefe de la vanguardia gaucha de Guemes) y los Generales Juan Madariaga (General correntino del ejército sanmartianiano) y Mariano Necochea, entre otros militares influyentes de la época. Cabe consignar asimismo, que de los 209 nueve invitados concurrentes al Cabildo abierto de los días 23-24 y 25 de mayo de 1810, setenta y cuatro eran comerciantes vascos y que seis años más tarde cuando se celebrara en la provincia de Tucumán el Congreso Cosntituyente del 9 de Julio de 1816, de los 29 Diputados asistentes, diez eran de origen vasco al que luego se agregaron cinco sacerdotes de igual nacionalidad. Por su parte, los Virreyes Juan José Vértiz y Nicolás Antonio de Arredondo, tenían probado origen vasco, también. Transcurrido un siglo y fracción, cuando la República Argentina ya revestía características propias de una nación, en todas las áreas que componían la sociedad sobresalían hijos de aquellos inmigrantes que ayudaron a la consolidación del país como tal. Fue así que el área cultural mamó de la influencia vasca y como ejemplos válidos digamos que la madre del notable escritor belga/argentino Julio Cortázar descendía de vascos, al igual que Pedro Echague, Esteban Etxeverría y Juan Bautista Alberdi. Digamos por otra parte, que la madre de Atahualpa Yupanqui era hija de Euskadi, del mismo modo que el eximio folklorista santiagueño don Andrés Chazarreta. El gran poeta Baldomero Fernández Moreno solía decir con orgullo que descendía de vascos También los médicos Enrique Basterrica, Pedro Elizalde y Juan Etxepareborda llevaban sangre euskal en sus venas. En los siglos Xix y Xx descollaron en la actividad política de un país en ciernes, con turbulencias propias de una geografía inabarcable para las ambiciones centralistas de Buenos Aires, protagonistas de indudable sangre vasca como Juan Manuel de Rosas y su esposa Encarnación Ezcurra, Justo José de Urquiza (Primer Presidente de los argentinos) y 180
los también presidentes argentinos Santiago derqui, Nicolás avellaneda, José E. Uriburu, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Hipólito Yrigoyen, José F. Uriburu, Roberto Ortíz Lizardi, Pedro E. Aramburu y en la década pasada, Eduardo Duhalde. Apellidos de linaje nafarrotarra y arabes como los Alzaga, Urquiza, Sarratea o Santa Coloma, entre otros, sin olvidar a los Unzué, Anchorena, Madariaga o Leloir, además de resultar descendientes de familias poderosas en el País Vasco, ya en la Buenos Aires de los siglos Xviii y Xix se convirtieron en comerciantes acaudalados para luego transformarse en latifundistas que legaron riquezas incalculables para las generaciones siguientes. Una de la pocas excepciones a la regla, conocidas, la constituirá el vasco Pedro Luro, oriundo del Iparralde y humilde cuidador de ovejas afincado en cercanías de Mar del Plata, quien al cabo de décadas de esfuerzo y denodado trabajo lograría poseer tantas hectáreas de campo como la actual Euskal Herria, superando en cabezas de ganado a su propia nación (un palco a su nombre en la segunda fila del teatro Colón, cuando nacía el año 1900 significaría tal vez la frutilla del postre a tanta perseverancia). Como colofón de un módulo que nos ha sensibilizado en demasía y por encima de cualquier bandería política, señalamos la importante labor desarrollada por el vicepresidente Ortíz de Zárate en favor de los refugiados vascos cuando un decreto firmado por Juan Domingo Perón (en clara connivencia con el dictador Franco) prohibía el ingreso de nuestros mayores al país.
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Módulo
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Los vascos según la visión del filólogo alemán Wilmlen von Humboldt, viajero empernido y admirador del País Vasco, luego de conocerlo en el año 1799. Viviría el noble alemán las mismas sensaciones que otros viajeros, antes y después, experimentaran, de paso hacia España, cuando descubriera los encantos de Euskal Herria, solo que al hacerlo, decidiría regresar al año siguiente para convivir un largo tiempo con nuestros mayores. Siempre basados en la traducción que de su viaje hiciese, editado en Alemania años más tarde, Miguel de Unamuno, el filólogo ha reconocido que en una excursión que realizase al sur de España, luego de cruzar Francia, conocería, Pirineos mediante, la fabulosa geografía que a sus ojos mostraba Euskadi. Al parecer, la monotonía francesa comenzó a mutar en interesante una vez que pisara distintas regiones del Iparralde. Luego, aún sin poder escapar de la conmoción que le provocara el cruce de la cadena montañosa a través del Paso de Orreaga, quedaría maravillado por la variopinta naturaleza que poseía el Hegoalde. Al llegar a la península ibérica comentaría a sus amigos que la impresión que se llevaba del pequeño país lo "obligaría" a regresar en el corto plazo. Fue así, que al año siguiente, munido de un cronograma de visitas breves a cada región preestablecida, convivió con los nuestros por alrededor de doce meses. Sin dudar que Euskadi enriquecería aún más sus ya profundos conocimientos sobre la Europa continental, volvería a sorprenderse al darse 183
cuenta que había dado con un pueblo que conservaba y defendía a como diera lugar, al paso de los siglos su lengua primitiva. Rápidamente supo que entre ambas laderas pirenaicas todavía estaban vigentes aquellos usos y costumbres de los que tanto había escuchado hablar. En sucesivas publicaciones alabaría la defensa sin pausas que el pueblo vasco hacía de su idiosincrasia, a pesar que geográficamente, la desigualdad entre el Iparralde y el Hegoalde fuese tan grande, que mucho costase entender el modo de resistir los embates de estados imperialistas co-lindantes. Al mismo tiempo, comprobaba "in situ" la peculiaridad del carácter nacionalista del hombre euskaldun que tanto ensalzaron a través de la historia los escritores griegos y romanos. Como conclusión irrefutable tuvo que los vascos eran similares a los "bajobretones" franceses, a los dispersos "wendos" alemanes y a los esforzados "dalecarlios" suecos, dada su perseverancia, paciencia y tolerancia, pero fundamentalmente, por su rechazo a fusionarse con vecinos ajenos a sus hábitos de vida. Como tantos otros viajeros cultos, hará mención a su "privilegiada" ubicación geográfica entre Los Pirineos y el Océano para resguardarse de cualquier tipo de invasiones, sin dejar de mencionar a los pueblos fenicios, cartagineses y griegos internándose hasta donde las montañas lo prohibiesen para dejar diversas costumbres de las que los euskaldunes harían rápida elección. A juzgar por la admiración que mostrara por el euskera, claro quedaría que profundizó sus estudios sobre la lengua no bien regresado a su Alemania. En todos sus escritos posteriores hará un culto de la indisoluble unión entre el hombre vasco y su lengua materna. Llegaría a considerarla popular, absolutamente, y de hecho se mostrará convencido que en la convicción de los esforzados montañeses por mantenerla pura, estaría la razón de su perdurabilidad. Al mismo, admitiría que el euskera era una lengua sin formación literaria ni científica, concordando de algún modo con quien tradujera sus memorias en el País Vasco. Durante muchos meses convivió con los vascos del Hegoalde para concluir que no se trataba meramente de pastores montañeses, ni siquiera de un pueblo oprimido en sus pensamientos. Compartió con ellos, en la medida de sus posibilidades, distintas actividades de labranzas, co184
mercio y hasta su libre organización social. También sus deliberaciones públicas y ordinarias en su lengua euskérica. Fue evidente que el alto grado de nacionalismo que mostraban los vascos lo sorprendía a cada paso, habida cuenta las veces que lo repetiría hasta el cansancio en sus escritos. Todo indica que en su primer viaje había quedado impactado por la peculiaridad étnica de los vascos hasta verse "obligado" a procurarse en París y en su patria del material necesario para manejarse con cierta autoridad entre aquéllos. Se mostraría profundamente agradecido por la amistad que le brindara don Pedro de Astarloa, sacerdote de Durango y profundo conocedor del euskera. En su compañía, tarde a tarde, pudo disfrutar de la hermosa diversidad de colinas agradablemente adornadas con verde y de valles profundos, bañados por ríos de agua límpida. La pulcritud, al mismo tiempo, de villas y aldeas junto a cuidados cultivos, merecían más de una adjetivación elogiosa por parte del visitante. Humboldt no disimulará su ensimismamiento cuando al visitar algunas villas del Iparralde como Biarritz o Baiona, descubriera construcciones dispersas sobre rocas con el mar batiendo peligrosamente sus olas demasiado cerca. En cambio, tildará de poco vistoso el camino de Baiona a Donibane Garazi (San Juan de la Luz o Saint Jean Pié de Port, en castellano y francés, respectivamente), sin dejar de mostrarse sorprendido porque las mujeres se dedicasen al comercio y apesadumbrado al observar que realizaban tareas pesadas, mientras que los hombres se reservaban para actividades como la pesca y navegación. Con pesar, las vio labrar la tierra, descargar buques en Bilbo y transportar grandes pesos sobre sus cabezas y frágiles cuerpos desde el río a los almacenes. Presenció cómo calentaban el hierro en la fragua y luego a martillo y yunque dieran la forma buscada, con una presteza y soltura jamás vista ni imaginada. Reservaría un párrafo especial para las "sardineras". A su criterio se trataba de un espectáculo singular verlas bajar una detrás de otra (contaría hasta veinte de ellas), altas y delgadas, con grandes cestos de pescado en la cabeza, sin asirlos, trotando, casi sin movimientos de cuerpo, como si se tratase de un simple deporte. En temporada alta (el alemán presenció dos) esta ceremonia se repetía un par de veces al día. En su narrativa las describiría con vestimenta 185
liviana y sin calzados. Sus camisas largas llegaban hasta las rodillas en cuerpos generalmente bien contorneados. Enfatizaría, también, que la mujer vasca tenía rasgos finos y bien elaborados. A saber: cara estrecha, nariz larga, cejas negras y juntas, con una seriedad cercana a lo severo, siempre lejos de la tez morena que identificaba a la castellana. En Donibane Garazi las encontraría en número superior a los hombres, dado que muchos de éstos seguían presos en Inglaterra tras la guerra y el resto eran marinos que pasaban buena parte del año en el mar. Una tarde admitiría su gran temor a perder la vida cuando el mar, violentamente removido por la tempestad, estrellara su oleaje contra las rocas ubicadas en la orilla, donde momentos antes, él estaba parado. En otros pasajes de su escritura, Unamuno traduciría su alegría por poder observar enormes masas de peñascos que parecían desprenderse de las montañas, sin aristas verdes que suavizaran el paisaje. Era indudable que la geografía agreste condicionaba su ánimo y humor. Entre tantas vivencias, rescataba la lucha entre lo inanimado y lo viviente, pero paradójicamente, unidos en armónica avenencia lanzando un mensaje inconfundible de comunión entre el hombre vasco, sus paisajes, y la lengua junto a los usos y costumbres. De sus cálidos relatos se desprende que solía detenerse junto al río dispuesto a apreciar cuanto le regalaba la naturaleza, entre Ciboure y Donibane Garazi. En aquellos parajes pudo recabar sobre las razones que dieron lugar a la construcción del antiguo Convento de Recoletas. Según le contaron, existíamenudo comercio entre ambos pueblos, donde no faltaban las rencillas domésticas que muchas veces comenzaban con golpes de cruces, luego con piedras y finalmente, con armas. La historia, transmitida en forma oral de generación en generación, afirma que se decidió construir el convento para poder sellar el necesario armisticio. Pasando sus días en la actual capital de Benafarroa, el viajero ponderó la importancia que le cabía a la ciudad (lo sabía de antes) por algunos acontecimientos políticos que allí se dieron. A saber, la vivienda en la que pernoctara el rey Carlos V cuando la visitara, aún se conservaba en óptimo estado, al igual que en la que se hospedara Luis Xiv cuando llegara al encuentro de su prometida española en el año 1660. Al paso de las semanas, Humboldt visitará las ciudades de Hendaye y Fuenterrabia. En ambos sitios quedaría deslumbrado por la belleza que 186
le regalaran los amaneceres. Confesaría que la luz del sol cayendo sobre grandes y pequeñas arboledas lograba esparcirse de tal modo sobre la hiedra que cubría las paredes de cada casa hasta convertir en un paisaje uniforme cuanto apreciaba. Queda claro que Humboldt tenía tanto de filólogo como de poeta, de acuerdo con el modo de expresarse en el papel. También se extendería en consideraciones sobre la fértil llanura, tildándola de alfombra verde sin fisuras. Comentó que tras abandonar el camino real encontraron a un vasco cabalgando hacia Hendaye. Al parecer, trabaron rápida amistad, al punto que nuestro compatriota le contaría detalles de cuando siendo soldado participara de la guerra contra España. Para darle más realismo a su relato, ante cada construcción devastada por los cañones, narraría una anécdota al respecto. Mucho contó aquel vasco lugareño, pero más dijeron algunas trincheras y fosos cubiertos por hierbas. Claro que aún siendo mudos testigos de la historia, dejaron claro que Euskadi era usado sistemáticamente como teatro de batalla por dos los estados imperialistas colindantes. De acuerdo con sus conocimientos, aquella guerra había convertido a Hendaye en un pueblo casi fantasma con casas desperdigadas por aquí y allá, sobre una superficie importante. Algunas sin techo y otras con sus paredes en ruinas, con una población que por aquellos años podría estimarse en cincuenta familias. También nos queda claro a través de tamaño relato que el visitante poco descansaba durante el día. Contará que aquella misma tarde, con ayuda de su guía había trepado por las piedras hasta alcanzar la altura máxima de la muralla semidestruida. Desde allí parapetado, apreció la inmensidad del río Bidasoa y a su derecha, a lo lejos, un fondo de heredades y prados también pintados en verde rabioso. A su frente, la larga bahía, estrecha y retorcida, con dos bancos de arena en forma de hoz, y frágiles lanchas de pescadores animando la geografía, le dieron una imagen contrapuesta. Y se regocijó porque Fuenterrabia se reflejara erguida en el mar, a través de su magnífica iglesia y su torreón. A sus espaldas, una campiña agradable, más lejos, pero no tanto, Los Pirineos asomaban sus picos, mientras que la imponente planicie del Jaizquibel invitaba al paseo. Antes del anochecer pudo apreciar la abismal diferencia de paisajes entre Euskadi y España. 187
Luego de conversar tendido con los pobladores de ambas villas, supo que la guerra no había mellado la amistad que sus habitantes profesaran desde tiempos inmemoriales. Por supuesto, que al hablar la misma lengua (existíamínima diferencia en el dialecto), y compartir igual naturaleza, se sobreponían a los mezquinos intereses foráneos. Tres días más tarde emprenderá el viaje hacia el pueblo de Pasajes. Allí la villa le mostrará sus características inmodificables: había escasas calzadas dispuestas para carruajes, peligrosas e incómodas, estrechas y mal empedradas. Una de ellas lo condujo, entre arboledas de robles, al pie del monte Jaizquibel. A instancias de su acompañante, comentará en su diario de viaje, desafiaron el ascenso hasta la montaña. De subida fatigosa, por lo escarpado, en las alturas encontraría el premio a su perseverancia: hacia un lado, la inmensa vista al mar volvía a emocionarlo, aunque al girar sobre sí, su sorpresa sería mayúscula al notar que la inconmensurable llanura se había transformado, en un desierto verde, cultivado. Obviamente, ya caminaba por el valle de Oyarzuna, mencionado, por otra parte, desde la Edad Media en documentos que lo extendían desde Donostia hasta el río Bidasoa, comprendiendo además del poblado de Oyarzún, a Fuenterrabia, Rentería e Irún. Los ancianos del pueblo le contaron que Pasajes había recibido en el siglo Xiii, de parte de los reyes de la Corona hispana privilegios varios, libertades particulares y juridicción propia. Comenzaba a entender Humboldt los por qué de la cerrada defensa que hacían los vascos por el respeto de sus Fueros otorgados en una villa de neta ascendencia euskal y cuyo significado en la lengua materna no es otro que "Altura pedregosa". Al hacer referencia a la hermosura y seguridad que brindaba el puerto de Pasajes, se hizo de un tiempo para ponderar la profunda tranquilidad del océano, tildando el lugar como de "Encanto único e inimitable" (calificación harto repetida a largo de su diario de viaje que lograría ofuscar al mismísimo Unamuno, quien por otra parte, poco necesitaba para hacerlo). Antes de abandonar el pueblo y despedirse de su ocasional acompañante (al que según sus dichos no conseguiría arrancarle otra frase que no fuera eztaquil (no le entiendo) describiría a Pasajes como una villa edificada en parte a orillas del lago San Sebastián y en parte, alrededor del puerto. Como característica de sus pobladores acotaría que al menos 188
dos veces al año se mudaban de casa, producto del crecimiento sostenido del mar. Ya instalado al paso de los días en la villa de Donostia, von Humboldt confirmaría a sus ojos cuánto había escuchado de ella en sus viajes a París. Tras confirmar que se trataba de la provincia con más habitantes, ponderaría tanto sus regiones fértiles como sus bellezas montañesas. Según documentación que pudo recabar en el municipio donostitarra, en el censo realizado en el año 1787 se hablaba de casi 121 000 vascos viviendo allí, con dialecto propio que para el oído del viajero sonaba más agradable que el Bizkaitarra, aunque menos delicioso que el lapurditarra (erróneamente considerado francés). Para su descontento, no lograría saber si en pasados remotos, Gipuzkoa hubo tenido condes propios como Bizkaia. Salvo por algunos documentos donde aparece el título de Señor de Ipuzkoa (uno de los tres nombres con que se conoció a Gipúzkoa, solo a través de Cédulas Reales pudo saberse que Enrique IV había otorgado prerrogativas a la provincia que prohibían su cesión o venta bajo ninguna condición. Se mostró sorprendido por el grado de organización política con que vivía la provincia. De acuerdo con sus escritos estaba interiorizado que el poder del gobierno emanaba de las juntas municipales, que ella elegía al diputado general junto a los diputados de los distritos y que sus resoluciones eran aceptadas, si los fundamentos expuestos así lo aconsejaban. Ponderaría en exceso el sentido republicano de los gipuzkotarras y su condición natural de hidalgos, sin distinción de hacienda u oficio. Ya dispuesto a recorrer la provincia visitó el castillo La Mota (construido por un francés que se llamaba de igual modo) y desde sus alturas contempló una vez más la vista al mar, inconmensurable. Consideró altísima la actividad comercial del puerto, respecto de otras ciudades, aunque dejaría claro que en los primeros tiempos de la guerra, Donostia había sido el más importante nexo entre América y Francia. Y que, por supuesto, los corsarios franceses llevaran sus botines a su puerto le había reportado muy buenos dividendos al municipio. Entre sus calles estrechas sobresalían casas altas y muchas con balcones en su parte superior. A su tiempo, la plaza de mercaderes llamará su atención por la peculiaridad de las mercancías ofrecidas y el regateo constante entre vendedores y compradores. Las callejuelas daban un as189
pecto sombrío y sus dos conventos (uno de monjas carmelitas y otros de dominicos) un hondo sentido religioso a la ciudad. No ponderaría en su extenso relato bellezas de Donostia, perjudicada por el áspero clima y sus lluvias permanentes, castigando la ciudad tres cuartas partes del año, permitiendo al mal gusto español bautizarla como el "el orinal del mundo". En cambio, se mostraría complacido por la vegetación plagada de colinas boscosas y valles fértiles, combinando con los montes agradables a la vista, entrecruzándose como en ninguna otra región. Corrientes de curso rápido se precipitaban desde las alturas, bajando por estrechos cauces. En algún momento de sus vivencias, el filólogo alemán nos sorprenderá con reflexiones típicas de quien conocía profundamente la idiosincrasia del País. Al referirse al norte del territorio dirá que los bosques montañosos le imprimían a la nación un carácter de grandeza y dignidad y que tras charlar extensamente con los vascos entenderá que el venerable porte de los robles, desafiando siglos, lo ha hecho a imagen y semejanza de su propia gente. Vio en Gipuzkoa una provincia altamente cultivada, aunque su suelo no se prestara, precisamente a altos rendimientos. Y no pasaría por alto un detalle peculiar de las costumbres del campo: los mayores propietarios arrendaban sus tierras, por mucho que el rédito conseguido no fuese el mayor. El sistema permitía que una gran cantidad de familias arrendatarias viviesen cómodamente. Los arrendatarios podían permanecer en la misma propiedad hasta un siglo y medio, recayendo el alquiler a pagar en los hijos, una vez fallecidos los padres. La excepción se daba cuando la heredera era mujer y el dueño del campo averiguaba los antecedentes del marido para consentir la prosecución del contrato, algunas veces y otras no. Fue evidente que la mayor parte de su estancia en el País, el viajero la vivió en el campo, porque haría pocas menciones de los paseos principales de la ciudad, salvo cuando una tarde de primavera, caminando por la orilla del río Urumea, en dirección a Hernani, se encontrara una vez más con el carácter delicioso de la región y que según sus propias palabras, llevaría impregnados en sus narices los encantadores aromas despedidos por la vegetación. No hallaría grandes diferencias geográficas entre ambos poblados: lomas peladas, caminos poceados y por supuesto, abundante vegetación. 190
Al mismo tiempo, brezales en cantidad, con rebaño pastando, junto a colinas boscosas y valles cuidadosamente labrados, convivían con el aspecto montaras, característico de Euskal Herria. Es indudable que debió situarse en las alturas de las montañas nafarrotarras para apreciar en toda su dimensión la muralla formada por los montes altos y bajos, a juzgar por su relato sobre los valles profundos a los que compararía con enormes surcos socavados por el paso de los siglos. Al dejar atrás los ríos Pasajes y Urumea, los segmentos naturales de tierra que se formaban entre ambos, se asemejaron a los que encontraría en días posteriores entre los ríos Orio, Urola y Deba. Como dato curioso aportará la anécdota de hallar en una iglesia ubicada en el corazón del monte, un único habitante allí dentro y que se trataba de un franciscano entrado en años con rasgos fisonómicos clásicos del hombre del País. "No hace falta preguntarle dónde nació", se dijo. Bendijo su cambio de planes y permanecer así un par de días en el pequeño poblado de Orio (cien familias, a lo sumo, lo componían). Mal edificado, pero limpio, con cuatro edificios mayores y suntuosamente construidos (desentonaban con la mediocridad general), donde se distinguían la iglesia y la Casa Consitorial y un reducto histórico que jamás faltaría en poblado o villa que se preciara de euskaldun: el muro y los asientos de piedra a sus costados para dar rienda suelta al deporte nacional: el juego de pelota. Sobre las puertas de algunas casas encontró escudos de armas, grandes y sostenidos por águilas, leones y hombres salvajes, tallados en piedra, indicando que se trataba de una casa solariega con abolengo, porque pertenecía al Hidalgo de la aldea. Las chanzas que los escritos sátiros españoles hacían al respecto resultaban tan lamentables que nos eximen de cualquier comentario, puesto que a través del mismo diario de viaje de von Humboldt, claro nos queda que siempre y bajo cualquier circunstancia fue acogido de la mejor manera en cada villa o poblado que visitara en Euskal Herria De hecho, si por poco acabó siendo un erudito de nuestra cultura, hubo sido pura y exclusivamente porque cada familia con la que compartiera se había abierto a sus inquietudes, narrándole detalles notables de la tierra, sus usos y costumbres. 191
Al arribar a Zarauz, se encontró con otro pequeño poblado habitado por unas mil quinientas personas, con una gran iglesia parroquial a un costado de la plaza principal, casi escondida tras el monte Santa Bárbara. Todo indicaría que permaneció solo dos días en que las persistentes lluvias le impidieron caminar por el poblado, por tanto, su decisión de mudarse a Guetaria se consumó sin más. Ya en las inmediaciones del Golfo de Bizkaia disfrutó de la inmensidad azul que reverberaba a través del verde follaje de los viñedos cubriendo laderas y colinas de los montes. De hecho, estaba en inmediaciones del las peñas de Guetaria. Tras estudiar con detenimiento usos, costumbres y la variada documentación existente en el municipio, concluiría que Guetaria representaba el más puro ejemplo de patriotismo euskaldun. La tierra del notable Elcano había sido primitivamente un puerto de pescadores hasta convertirse al paso de los años en un poblado con casas grandes, construidas en piedra, con fuentes suntuosamente edificadas donde sobresalía el monumento al ya mencionado marino. Laboriosos y perseverantes, muchos de sus habitantes (cultos y letrados) eran requeridos desde distintas regiones de España no solo en casas de comercios, sino también desde oficinas gubernamentales y reales. Al igual que sucediera en el resto de la provincia, quienes tuvieron más espíritu aventurero habían partido hacia América en busca de mejores destinos. La particularidad se daba en que cuando los llamados "indianos" regresaban con muchísimo dinero ganado en lejanos continentes, solían contribuir a la contrucción específica de fuentes o monumentos. Siguiendo con el itinerario trazado, conocería el poblado de Elorrio, famoso por la calidad de sus carpinteros, también requeridos no ya de otras provincias españolas, sino también de países como Alemania y Francia. Otra característica del pueblo estuvo dada en los pocos hombres y muchas mujeres que la habitaban. La razón tenía que ver con lo explicitado anteriormente: al ser requeridos desde lejos, con pagas imposibles de rechazar, solo regresaban a festejar navidades, permaneciendo hasta el día de los Santos Inocentes. Durante esas cuatro jornadas de permanencia en Elorrio decretaban celebraciones interminables que incluían bailes, fiestas típicas y cenas con su familia y amigos, con todos los gastos sufragados por ellos mismos. 192
E aquí, una anécdota inverosímil: el religioso del pueblo "obligaba" a los nuevos ricos a donar una suma equivalente a una noche de fiesta para que sus pecados sean perdonados por el Altísimo. Retornando a cuestiones nacionalistas, el viajero notaría la admiración y orgullo que Guetaria mostrara por Elcano en cada conversación mantenida. El SER vasco vivía en cada uno de ellos y la importancia de la tierra y sus ancestrales costumbres eran privativas de cada charla sostenida. Se explayaban con naturalidad y convicción propia de quienes se consideraban dueños de la tierra que pisaban por condición natural, por encima de reyes ocasionales y coronas que mutaban de sienes sin solución de continuidad. A su criterio, el grado de bienestar general y de ilustración conseguido por un pueblo poco favorecido por la naturaleza (solo el mar parecía ser el aliciente), se debía a que se consideraban mentalmente libres de toda opresión. Exclusivo consideró el amor y el apego de los vascos a los asuntos de Euskadi. Indisoluble, como la unión entre territorio y lengua, y por consiguiente, más temprano que tarde supo entender la idiosincrasia de sus anfitriones: los vio pelearse por cuestiones domésticas, rencillas nacidas de celos entre poblados, por asuntos deportivos como el juego de pelota. En la prosecución de su viaje tendría tal confirmación. Atravesando un valle deliciosamente cubierto por vegetación, vio fluir el río Urola hasta incrustarse en el mar. Aunque, siguiendo con su mirada el derrotero de las aguas, antes apreció un alto muro montañoso. Detrás, lo esperaba el poblado de Marquina en día domingo. Y a propósito del deporte nacional, dejaría sentado que los vascos expresaban a través del juego de la pelota, con la previa participación de poetas y vertsolaris (las competencias se desarrollaban de poblado contra poblado) quienes le imputaban al visitante la derrota de antemano o la osadía de enfrentar a competidores claramente superiores. Sostenía von Humboldt que guardaría en su memoria por siempre el domingo aquél de paso por Marquina cuando presenciara el enfrentamiento contra el poblado de Motrico. Después del mediodía, cuando el vino condicionaba la conducta de los hombres, el juego pasaba a segundo plano y cobraban protagonismo cuentas pendientes entre ambos pueblos, como el uso indebido de alguna aguada o riacho por parte de uno 193
de ellos. En cuestión de minutos un grupo de cada poblado estuvo presto para la pelea con la auténtica arma nacional de los vascos: un largo y grueso bastón de monte, sin el cual los hombres no iban a ninguna parte. Al grito de AUP quedaba concretado el repentino movimiento, previo al reconocimiento de las fuerzas. Planteados frente a frente arremetieron al segundo grito de BIDERKIA (al medio del camino) y dieron comienzo a la sorpresiva (o no tanto) pelea. Sus garrotes agarrados por ambas manos y puesta en marcha la extraordinaria habilidad para detener envíos laterales u horizontales de los contrincantes, la lucha parecía no tener fin. Entre la sucesión de avances y retrocesos, entre más fintas por esquivar golpes y lanzar los suyos, el viajero llegó a suponer que se trataba de una expresión de alegría que los vascos expresaban en día domingo. Obviamente, incurría en gran error, porque la contienda solo acabó cuando dos guerreros motricotarra dieron con su espalda en el suelo. En aquel momento, en señal de rendición, sus partidarios se pusieron por delante, cubriéndoles con sus bastones, cual héroes homéricos. Aunque, volvería a equivocarse al suponer el pronto final de las luchas, puesto que todo se reinició cuando los caídos, bien parapetados detrás de los suyos, lograron reincorporarse dispuestos a proseguir la lucha. Si como experiencia le resultaría inolvidable, otro domingo su capacidad de sorpresa se vio nuevamente rebasada: en aquella oportunidad los pobladores de Marquina compitieron contra el poblado de Durango, de la provincia de Bizkaia para dirimir supremacías respecto de quién hablaba mejor el euskera. Geográficamente, solo los separaba la montaña de Oíz, pero los dialectos usados levantaban entre ellos muros imposibles de atravesar. Según averiguaría el viajero, que cada pueblo tuviese un lingüista excepcional (Marquina a don Juan de Moguel y Durango a don Pedro de Astarloa) era factor determinante para que la rivalidad se potenciara hasta hacerse irreductible. La similitud en la escritura de las palabras, pero no en su pronunciación, complicaba la comprensión de von Humboldt. De todos modos, tanta enjundia puesta en la defensa de sus propios dialectos, le hicieron pensar que solo se trataba de triunfar en una competencia más. Y de rivalidades hablando, el alemán se extenderá en consideraciones sobre una anécdota vivida en el camino transitado desde Zumaya a 194
Deba. Allí se encontró con dos mujeres de distintas edades, tía y sobrina. La señora mayor cumplía con una promesa hecha de visitar a la virgen de Itzar. A la insistencia del viajero para que la joven cantara alguna canción nacional de ocho versos (Zartzias Zorticos) llegaría una sorpresa mayúscula: la canción en boca de la muchacha establecía la interminable contienda (después lo supo) entre Zarauz y Guetaria por adjudicarse el nacimiento de Sebastián Elcano. No obstante, allí no acabarían sus vivencias. Todo indica que al pasar junto a ellos y disconforme con lo escuchado, un paisano de a caballo intentó hacer callar a la mujer de modo cuasi violento, obligando al visitante a intervenir con gestos propios de quien alababa la canción, sin saber a ciencia cierta en cuánto ayudaba o entorpecía. Cuando los ánimos se calmaron, la briosa heroína mostró su fibra euskalduna y ya en tono casi soberbio sostuvo que una canción era para cantar, sin lugar para recriminaciones de ningún tipo. Lo concreto, luego se enteraría el visitante, era que ambos pueblos mostraban orgullosos estatuas similares del mismo navegante, atribuyéndose su nacimiento. Allí la Historia parecía estrechar vínculos con Euskadi, puesto que toda Europa reconocía en los vascos su notable capacidad (eran expertos, en realidad) para cazar ballenas. Los baioneses (mal emparentados con los franceses) habían dejado profundas huellas de su habilidad tanto en Groenlandia como en Islandia, en el mar Ártico. Lamentablemente, el monopolio no pudo (o no se supo) ser mantenido, permitiendo que los holandeses, desde principios del siglo Xvii, a través de grandes empresas, impusieran supremacías en los países del mar Báltico. Von Humboldt recordaba a través de sus investigaciones que en la región más septentrional de la tierra, dos cabos llevaban nombres vascos como prueba irrefutable de su presencia allí, antes que nadie. Por tanto, era dable suponer que nadie como ellos supiesen aprovechar todas las cualidades alimenticias que proveían los enormes cetáceos. Tomaremos como ejemplo la extracción del aceite de ballena en el mismo buque, una vez cazada. La invención del sistema corrió por cuenta del pescador de Ciboure, Francisco Soupite, quién creó un horno que se colocaba en el segundo puente del buque factoría, sobre el que descansaba una caldera. De tal forma se conseguía diluir el pesado aceite no bien alzado el cetáceo. 195
Por otra parte, con notable aporte de datos que indudablemente ya obraban en su poder, von Humboldt confirmará que los vascos habitaron la Isla de Terranova un siglo antes que Colón, siguiendo precisamente, a las ballenas cuando partían del Golfo de Bizkaia, luego de cada apareo anual. Según sus apreciaciones, aquellos primeros ocupantes de la isla se vieron forzados a regresar debido al insoportable frío de los inviernos. Enfermos de escorbuto, décadas más tarde e imposibilitados de navegar, arribaron a una de las islas Canarias, coincidiendo allí con el navegante de supuesto origen genovés. En aquel puerto le hablaron del lugar descubierto (el verdadero descubrimiento de América los había tenido como protagonistas absolutos), pero como murieron antes de tocar puertos vascos, producto de aquella enfermedad, a Colón le asistiría la fama y la gloria por descubrimientos que no le pertenecían. Que tales documentos históricos los hubiera aportado un erudito en la materia como Wilmlen von Humboldt nos exime de cualquier intencionalidad nacionalista, pero si a tamaño aporte le sumamos las memorias manuscritas de otro marino vasco apellidado Derazu (con menor énfasis, Garat también supo hacer mención del caso), nos queda más que claro que poblaciones euskaldunas ya habitaban la isla de Terranova a principios del año 1400. Sin dudas, Guetaria ocupó sitial preponderante en la agenda del viajero. Inducido por un amigo francés, permaneció por espacio de una semana en el hogar de un cirujano local, donde hallaría una biblioteca repleta de invalorable material histórico del país que visitaba. La iglesia del pueblo, con una torre muy alta y singularmente adornada, le traería reminiscencias de algunas que visitara en Europa y estaban referidas a los caprichos de los artistas que pintaban figuras severamente religiosas. A su tiempo, relatará que en Burgos, el Arzobispo se sentaba sobre un sillón que tenía como telón de fondo a Júpiter con forma de toro atravesando Europa y que en la ciudad de Auch había visto un cura dibujado al que dos monos ataban fuertemente. Arabescos, caprichos, jinetes sobre monstruos enlazados, unos con otros, centauros y caza de leones formaron parte del variopinto artístico que el filólogo alemán hallara en las iglesias del País Vasco. 196
Afortunadamente, la revolución no había dañado en extremo las distintas construcciones. Al retomar su viaje, emprendería el solitario camino de montaña hacia Deba. Y allí encerrado entre dos series de, montes y rodeado de peñascos de extrañas figuras supuso estar transportado a Los Alpes, sin embargo, al comenzar a bajar hacia el otro lado de las cumbres, además de su iluminada vista sobre el mar, mitigaría tanta desolación y bravura con amenas heredades y huertas. Ya estaba en cercanías de Ondárroa. Sombríos bosques le dieron la bienvenida y algunas casas solariegas de grandes familias, con su correspondiente escudo grabado en la puerta, le dijeron a las claras que estaba entre gente de linaje. Permanecería en Bizkaia por espacio de cuatro días, consustanciándose con las genuinas costumbres de la provincia, aunque solo lograra entenderse con los labradores mediante el mecanismo de mostrar los objetos de los que quería conocer su nombre. Notó a los bizkaitarras abnegados y perseverantes para vencer la dureza y rigidez del suelo a través de aperos y herramientas más que singulares. En todos notaría alegría a pesar del esfuerzo hecho sudor para trabajar con la LAYA, esa fantástica herramienta de larga horquilla de dos puntas y mango corto con la que daban vuelta la tierra con movimientos tan precisos como difíciles de explicar. Llamó su atención, por otra parte, el poco uso que le daban al arado y sí quedaría impresionado por el gran martillo que usaban para deshacer los terrones de tierra que el arado no trituraba. Con respecto al nivel de vida que llevaban, detallaría que vivían bien y se alimentaban mejor, con abundante carne y vino en las comidas del mediodía. Compartió tres almuerzos con los dueños de casa donde lo acompañaron, además, el criado y un jornalero, pero no ocurría lo mismo con la mujer, que solo proveía de alimentos y bebida a los comensales. El menú le dejaría recuerdo imborrable en la garganta, puesto que el fuerte sabor a grasa (tostaban el pan amasado con ella) lo acompañaría aún cuando ya no estuviera en la provincia. Para la media tarde un espectáculo singular lo esperaba, cuando tras comer sin medida, el jornalero aprestó sus bueyes al arado de cuatro puntas, mientras la mujer sembraba el maíz por detrás. A juzgar por la cantidad de detalles volcados al papel no quedan dudas que el espectáculo presenciado lo maravillaba, aunque más lo impre197
sionó el trato igualitario que se dispensaban patrones, criados y jornalero. En el último día de estancia en Bilbo, tras asistir a dos reuniones de la clase alta, donde intercambiaría conceptos con gente poderosa e ilustrada, vio en muchos de ellos la preocupación por persuadir a las clases bajas para que se dieran las vacunas contra las enfermedades de piel, tan comunes de la época. Por supuesto, llamó la atención a Unamuno una cita de tal tenor dentro de un contexto marcadamente campesino. Resaltaría de manera ineludible el orgullo que en los bizkaitarras sobresalía toda vez que hicieran alusión a las prerrogativas generales de las que gozara la provincia desde siglos atrás. El médico Pedro Zuloaga le diría aquella tarde que ellos habían sido los primeros en retirarse a las montañas cuando la invasión mora, resguardando así su propia hidalguía. Si no habitaba allí el nacionalismo más puro, ¿dónde habría de encontrarlo el viajero alemán, entonces? De Bizkaia a Araba Un profundo cambio en la naturaleza que atravesaba sería el rasgo más distintivo entre una y otra provincia. En el camino de Marquina a Gasteiz solo encontraría una fábrica de armas y el Seminario de Bergara como hechos notables. La guerra con Francia había disuelto por completo las actividades de Proust, ya trasladado a una cátedra en Madrid. En los relatos de von Humboldt ocuparía lugar preponderante el conde de Peñaflorida, defensor a ultranza del euskera (era autor de una ópera vasca) y descendiente de una familia de pura raigambre euskal. Araba fue la provincia que menos interés despertara en el viajero. Tal vez, por lindar con Castilla, el euskera sufría el predominio del castellano en la vida cotidiana. Al cabo de los días se encontraría con un territorio parcialmente fértil con cultivos volcados al trigo, centeno, así como cebada, maíz, habas y gran variedad de hortalizas. Araba era proveedora por excelencia de frutos de la tierra. Sus envidiables llanadas, con escasa población y sobrados cultivos que no consumía en su totalidad, le permitía convertirse en sostén de sus hermanas mayores, Gipuzkoa y Bizkaia, mucho más densamente pobladas y con serios problemas de alimentación. En días posteriores visitó por dentro los tres pequeños castillos que sirvieron de defensa inexpugnable cuando los moros intentaron apode198
rarse de Araba. Uno de esos castillos, Pancorbo, puede verse aún desde la carretera hacia Madrid. En los parapetos de aquellos castillos, en los años 882 y 883 había encontrado tenaz resistencia el poderío árabe. Por tal razón, escuchó cerradas negativas cuando de relacionar Araba con la palabra árabe se trataba. Recogería copiosa información sobre la Cofradía de Arriaga ("Sitio de Piedras" en euskera) y su notable preponderancia en la vida de la provincia y aquella entendible cesión a la Corona castellana (ante la severa amenaza de ser tomada por la fuerza, se disolvió solemne y espontáneamente, a cambio de fueros y privilegios reales otorgados). Le quedaría la impresión de haber conocido una provincia sencilla, pero floreciente tanto en lo comercial como en la actividad industrial. La sociedad arabesa, a su criterio, gozaba de indudable bienestar y los grandes edificios recientemente construidos eran el mejor ejemplo de su pujanza. De hecho, sobresalía la plaza del mercado, concluida en el año 1791. Todos los datos suministrados por el Ayuntamiento lo llevaron a pensar que el progreso de Gasteiz tenía relación directa con los aciertos del rey nafarrotarra, Sancho, el Sabio, al llevar allí vascos de otras regiones. El noble alemán ocupó buena parte de su tiempo en visitar iglesias para observar cuadros y también algunas colecciones particulares. Una Magdalena de Ticiano en casa del marqués de Alameda llamó su atención no solo por su tamaño (el natural), sino porque la cara de su figura expresaba claramente el arrepentimiento. Era von Humboldt un observador de fuste, siempre a juzgar por sus dichos y detalles con que cerraba sus reflexiones. Al abandonar Araba, lo hizo en dirección a Durango, a través de los solitarios valles de Bizkaia. Transitó un paisaje llano e insignificante hasta Ochandiano. Al cabo, tuvo frente a sí una naturaleza abundante en bosques y montañas. Avanzaría en paralelo junto a una muralla oscura de peñas, separadas en tres grandes masas que parecían precipitarse en estrechos valles hacia el lado del mar. Rotas en puntas bravías, según sus propias palabras, por innumerables ranuras galopaban jirones de nieblas. Por todas partes vio exuberante vegetación contrastando con escarpados peñascos. Al pie de los montes se encontró con Mañaria, un pequeño poblado que tenía una más pequeña iglesia como centro y objeto de reuniones y casas dispersas entre castaños y nogales, bajo enormes robles coronados de hiedra. 199
Al retomar su viaje, recorrió el camino hacia Durango sin que el paisaje lograra sorprenderlo. De todos modos, en tramos diversos de su extenso relato, el viajero admitiría, no sin reprocharse, que vivió en estado de asombro permanente por la majestuosidad de una naturaleza generosa que compensaba de algún modo tantas postergaciones El valle de Durango, con sus viviendas dispersas, manteniendo la antigua sencillez vasca, confirmaría sus sospechas: las villas eran un brazo extendido y posterior para gente demasiado acostumbrada a vivir en el aislamiento montañés. Compartió momentos deliciosos de día domingo (y los festivos, claro) frente a la iglesia de cada pueblo, donde los hombres, de brazos cruzados y de pie apoyados en su largo bastón, daban la sensación de ser los verdaderos Señores del País. De allí que sus conclusiones al respecto fueran contundentes: la única manera de entender la idiosincrasia euskalduna era internarse en los caseríos. Y cuanto vio fueron aldeas y Ante Iglesias, plazas delante de ellas, donde el vasco nutriera su espíritu libertario, aquél que lo distinguiera, junto a la defensa que del idioma escuchara en todos los ámbitos. Un halo de reminiscencia histórica lo ganaría una mañana soleada cuando visitara el mercado, al observar la vestimenta de los lugareños. En lugar de zapatos, usaban una plataforma de suela de toro con un pequeño borde arqueado y atado con cuerdas hasta las rodillas, llamadas Abarcas (nuestras alpargatas). Por supuesto, veía por primera vez el tradicional calzado que se usaba en el País desde tiempos remotos, ideal, por la comodidad que brindaba para trepar montañas y que usara siglos atrás Sancho, rey de Nafarroa, para cruzar Los Pirineos en el siglo x. En realidad, toda la vestimenta usada por los bizkainos llamará su atención. Desde sus calzones de color negro y el chaleco rojo, hasta la gorra negra y puntiaguda a manera de casco, pasando por el largo bastón y la cachiporra (casi un puñal) escondida bajo la chaqueta, le sería mostrada casi una postal que von Humboldt se encargaría de difundir en sus ámbitos cotidianos, una vez regresado al suelo natal. Durango sería de su agrado y lo haría sentir cómodo. Enclavado en un valle fértil, le ofreció bosquecillos espesos con pequeños y aislados sembradíos. Encontró viviendas de dos pisos, mitad de madera, mitad de piedras, con tejados de escasa iluminación, sin chimeneas. Las parras, 200
por pintorescas llamaron su atención con sarmientos frondosos cubriendo los patios. Debajo del emparrado, descansaban carros y aperos de labranza. La cocina era el sitio de reunión familiar en los escasos momentos dedicados al descanso, mientras que el establo y la cocina estaban separados por una delgada pared con dos agujeros para que los bueyes pasasen su cabeza para comer. No halló cantidad importante de caballos en la región como consecuencia del suelo montañoso donde no podían desplazarse con comodidad, a diferencia de los bueyes. Vio trabajar denodadamente tanto a hombres como a mujeres en los cobertizos (Abeletxea) donde el ganado hallaba forraje y protección. Sentía, indudablemente, particular placer al detallar la pequeña economía de los vascos. Sabiéndose libres, encaraban el día de trabajo con envidiable alegría. Al cabo de su extenso paseo definiría al hombre euskaldun como culto o rudo (según los ámbitos que frecuentara) pero siempre puro e inmodificable en sus costumbres, jamás corrompido por la desmesurada civilización. Al cabo, admitirá, muy a su pesar, que aunque destinara muchos años de su vida a conocer el inicio de tan preciada historia, jamás pudo encontrar el primer eslabón de su pasado ancestral ni dónde se formara su lenguaje. De hecho, ante "su fracaso", suponía que todo se originara de la nada y a un tiempo. En los últimos quince años de su vida, von Humboldt llevaría adelante un ensayo general sobre la cultura euskalduna (para los europeos, por aquellos años el País Vasco se resumía en una sola palabra: VIZCAYENS, colocándola por el carácter popular por sobre el resto de las provincias de España (el concepto geopolítico corre por cuenta del viajero). Por su sentido nacionalista, por hábiles y constantes, entre otras adjetivaciones, estuvo en condiciones de aseverar que en nada se parecían vascos y castellanos, hallando alguna semejanza con los catalanes. Entre muchos ejemplos dados, haría hincapié en una anécdota vivida en Durango en día domingo. A la hora del baile, la plaza estuvo abarrotada de gente embebida del carácter que tenía para ellos: diversión. Sin distinción de clases los vio bailar incansablemente bajo vigilancia pública. Antes del comienzo, un tamborillero daba la vuelta a la plaza ejecutando una pequeña flauta de tres agujeros. Se trataba de un empleado asalariado por el municipio de Durango. 201
Entre otras danzas, vio bailar la "Carricadantza" (danza en la calle abierta), baile animado por unos quince jóvenes que tomados de la mano dieron vuelta a la plaza dos veces. Luego, un danzarín se salió de la hilera en busca de una muchacha a la que sumaría al grupo delantero. Como la elegida no tenía derecho a rechazar la invitación, bailarían solos por un rato y es allí donde la danza cambiaba de nombre y pasaba a llamarse "Chiripitaina" (chipia=pequeño). La escena se repetía dos veces más y al cabo, tras romperse la hilera, cada uno de los hombres buscaría la muchacha que más le placiera y ya todos en movimiento comenzarán a saltar de manera discontínua y desordenada hasta concluir en topetazos mutuos denominados "Culadas". Ya cansados y golpeados de manera inadmisible (para el viajero, claro está), tanto hombres como mujeres, tendrá lugar el "Fandango" (siempre se discutirá si su origen es español o americano), danza rechazada por la iglesia, puesto que consideraba a sus movimientos casi obscenos. Por supuesto, los gitanos de Andalucía, sobresalían en el arte de mover la cintura de manera exótica. También presenciaría las Fiestas Patronales en Hernani donde era tradicional la "Acheridantza" o danza del zorro. Allí, los danzarines se agachaban munidos de dos garrotes cortos, uno en cada mano, formando larga hilera, con la particularidad que el último de la fila sujetaba siempre al que tenía delante por el pie. Admitiría von Humboldt jamás encontrarle explicaciones a un baile donde sólo el primer bailarín de la fila estaba de pie con un tizón en la boca, intentando besar desde su incómoda postura a quienes lo esquivaban. Las corridas de toros llamarían su atención, dado que no eran las tradicionales llevadas a cabo en una plaza, sino que se trataba de un centenar de hombres corriendo al animal a campo traviesa. Como anécdota simpática contará que en Hernani las corridas de toros solo se permitían en día domingo, ya que el Alcalde las prohibía durante la semana porque los talleres solían quedar vacíos ante cualquier invitación que recibieran sus operarios de correr toros o novillos. Semanas más tarde, en el poblado de Azpeitía vio bailar la "Toalladantza", baile que consistía en una carrera, donde los participantes se sujetaban de a dos por ambas manos en una larga cinta. La pareja que quería adelantarse a otra arrojaba su cinta por encima del que iba ade202
lante y al enredarse las cintas, se daban todo tipo de situaciones cómicas cuando no, lesiones y accidentes desgraciados. Le costaba al alemán consustanciarse con el ánimo alegre de los vascos, mixturando danzas con peligrosos juegos físicos. Aunque, más riesgosa le parecería la danza de garrotes o "Trokina", donde ocho jóvenes mozos, cada uno con un largo y grueso bastón en su mano, bailaban todo tipo de danzas y golpeando sus garrotes, unos contra otros, tornaban disparato cuanto observaba el alemán. Los golpes eran dados según compás y con gran precisión, tanto a la altura de la cabeza como a los pies. El alto riesgo del baile estaba dado cuando muchas veces al partirse los garrotes resultaban heridos los danzarines. Más pacífica, en cambio, le pareció la danza de escardar o "Jorraidantza". Los bailarines se movían acompasadamente con azadillas en las manos, imitando las labores realizadas con dicha herramienta. Al levantarla al cielo hacían con ellas diversas oscilaciones en señal de agradecimiento. Al referirse a Durango, ponderaría sus acreditadas fábricas de espadas sin dejar de sorprenderse por su singular organización social, demasiado intrincada para su gusto, a la que definiría como una pequeña república. Tras pasar allí unos días, viajará a Bilbo, donde lo esperaba su pintoresca hermosura. La villa, inserta entre montes y colinas le permitirá conocer el Pico de Zarantes con su figura piramidal. Bilbo conservaba antiquísimas costumbres nacionales en una sociedad que respetaba a rajatabla los códigos de convivencia inclinados desde su regulación al bien común. Toda una definición respecto del espíritu democrático de los vascos. Tras visitar la Casa de Misericordia y el Hospital se llevaría una grata impresión por el modo en que eran tratados los internados en ambos centros asistenciales. De sus investigaciones en el Ayuntamiento dejará claro que para el año 1797 Bilbo tenía una población cercana a los 11 000 habitantes que vivían en 780 casas al tiempo que 40 frailes, 61 monjas junto a 35 personas empleadas en las iglesias componían la comunidad eclesiástica. Como ordenanza singular de la ciudad comentaría que ningún habitante estaba autorizado a salir de Bilbo con víveres producidos en la región sin antes introducir otros, dada la escasez de alimentos y el alto número de la población. 203
Durante la semana que duró su estancia en la ciudad, disfrutó de las famosas romerías celebradas en la ante-iglesia. Se deleitó con los distintos bailes representativos de la nación y con el regocijo de quienes participaban de las fiestas. Comprobó "in situ", al mismo tiempo, que Bilbo seguía siendo una de las villas más pintorescas de Europa, donde las grandes construcciones dejaban ver por doquier sus pisos marmolados. Pese al rechazo que sentía por ellas, presenció nuevamente las corridas de toros en un monte inmenso que hacía las veces de anfiteatro. Una multitud allí congregada daba muestras una vez más, del desprecio que sentía por aquellos toros desangrándose. En nada de acuerdo con las prácticas de sacrificar animales en aras de la diversión, mucho menos que los toreros arriesgaran sus vidas, expresa sería su perplejidad al tener que asumir que las corridas eran tomadas por los vascos con una naturalidad (sus nefastas consecuencias también) tal, que como el idioma, formaban parte de su idiosincrasia. Con conocimiento cabal del notable protagonismo que tenían los toreros, no solo en el País Vasco, sino también en aquella España toda, se referirá con lujo de detalles al torero Romero, de acomodada posición económica, producto de sus elevados ingresos otorgados por la profesión y a la dolorosa muerte de Pepeillo en una corrida, en la plaza de toros de Madrid. Sobre éste se explayaría de manera profunda para sorpresa de propios y extraños y de hecho, para quien tradujera sus textos, don Miguel de Unamuno. Al parecer, se trataba de un torero famoso en Alemania no solo por sus proezas taurinas, sino por ser el autor de un breve escrito que llevaba su firma y en la carátula, su figura, espada en mano con el toro recién muerto a sus pies con un letrero debajo que rezaba: "El diestro matador". En forma abundante también, hablaría en sus escritos de quien hiciera del toreo un arte, Cándido, y de su absurdo deceso bajo las patas de un toro enfurecido cuando resbalara sobre una cáscara de melón arrojada desde las gradas por un espectador. El hecho de convivir por un lapso prolongado de tiempo con los vascos lo llevaría a una risueña conclusión: allí donde pasara una mala vaca en cualquier calle de pueblo, villa o ciudad, en ese mismo instante, comenzaba para un vasco una diversión inesperada: entonces, potenciado en su ánimo, la provocaría, corriéndola a los gritos hasta hacerla enfure204
cer. Minutos después, la sumatoria de gente a tan peculiar divertimento, daba comienzo sin más, una corrida de toros callejera. Muy lejos de la diatriba, aunque no comulgara con una actividad tan violenta como lejana a sus principios, destinaría un capítulo aparte para el Cid Campeador, Carlos V, Felipe IV, también a Sebastián de Portugal y al mismísimo Pizarro, el fundador del Perú, todos referentes de las corridas de toros. Tras su permanencia en Bilbo regresaría al mar para recorrer el resto de la costa desde Portugalete hasta Ondárroa. Una vez más y producto del encanto que sentía al recorrer el Euskadi de nuestros ancestros, puso a la cabeza de sus preferencias geográficas, el nuevo escenario que a sus ojos regalaban la península de Ibaizábal y el Galindo, un pequeño arroyo de montañeses. Desde allí juraría que toda la belleza del paisaje bilbotarra, el mar y sus montes piramidales, junto al Sommorostro resultaron desequilibrantes para sus juicios de valor. Todas las construcciones que viera le recordarían el sistema feudal vigente en siglos anteriores. Abundaban las torres cuadrangulares levantadas a regular altura a manera de puestos de guardias (se cobraba peaje a favor del feudal cuando los campesinos llevaban al río sus pocas vacas a beber). Asimismo, un convento levantado a la vera de la unión de dos ríos despertaría su curiosidad, no solo por sus dimensiones, sino por las fantasías que se tejían a su alrededor. Los votos de castidad y dieciséis carmelitas llevando una vida solitaria y espiritual no siempre se correspondían con el pensamiento de los pobladores cercano. De manera que todo el recinto estaba rodeado por un alto muro, con prohibición terminante para que las mujeres ingresasen a él. De todos modos, la abundante vegetación circundante y los cultivos dentro del predio le hicieron suponer al visitante que un castigo a pagar allí dentro más bien se parecía a premios concedidos por el Altísimo. Otras cuatro ermitas, dentro del bosquecillo permitían a los frailes pasar la cuaresma en tranquilo recogimiento. En los alrededores del convento, centenarios cipreses, aloes y palmeras datileras, que estuvo seguro no se correspondían con la región, le daban la protección necesaria hasta convertirlo en bastión inexpugnable. Recogería de los ancianos de la zona un cuento de origen moro donde el rey de Sevilla, Ben Aceit, había hecho plantar la montaña con al205
mendros, para que su esposa, una princesa castellana extrañara menos su tierra al verse rodeada de flores. Notó que la gran producción de limones y naranjas, al abrigo de las colinas, permitía a los lugareños practicar el comercio al venderlos en Bilbo. Por supuesto, no faltaría, entre sus incontables comentarios, uno especial, referido al vino de Bizkaia, el Chacolí, una bebida que fluctuaba entre el champagne y el mosela. Sin embargo, no todo sería placentero para el visitante. Contará que al ascender al Sommorostro halló una pobreza casi insultante por la vida que llevaban allí algunos campesinos. Entre piedras de moler, vacas, estiércol y armarios destartalados, llenos de ropa vieja, estaban ubicadas las camas de matrimonio y de los niños. Todo estaba apretado en un solo ambiente, plagado de olores nauseabundos. Al cabo de tres días multiplicaba lo visto, sin solución de continuidad y entonces, decidió seguir su paseo por la cadena de montes para comprobar que el naturalista romano, Plinio, no faltaba a la verdad cuando aseguraba que la tierra estaba plagada de hierro, inmediatamente ubicado debajo de la primera capa de tierra. Decididamente, sin cultivos ni tierras de labor, no incluiría al Sommorostro entre los paisajes más cautivadores. Solo en las alturas de los montes encontró buenos pastizales, creciendo entre vestigios de viejas minas abandonadas. Respecto de la minería, von Humboldt se dejaría ver asombrado por la equidad de las leyes bizkaitarras dictadas sobre la explotación de los minerales. Ya examinando en profundidad sus singulares sanciones, concluiría que de acuerdo con el derecho de la Provincia, sólo los naturales esta podían cavar su suelo, siempre a una distancia mínima de diez pies respecto de la otra persona. Pero, si por alguna razón, los pozos se encontraran, el más profundo se quedaba con el otro. Otro de sus apartados especiales rezaba que si durante un año una mina no fuese utilizada, en la práctica carecía ya de propietario. Como extraña paradoja, típicas de Euskadi, estuvo seguro de que no había antecedentes en Europa sobre una industria tan importante como mal explotada. A su criterio, los vascos solo se preocupaban por arrancarle al subsuelo lo suficiente como para satisfacer el jornal diario y no más. Los trabajadores no estaban agremiados y ni siquiera usaban 206
indumentaria uniforme que los identificara como mineros. Sin estrategia clara a la hora de cavar pozos, lo hacían por aquí y por allá y aunque le pareciera increíble, usaban bueyes para extraer el mineral y por toda maquinaria, apoyaban su labor en una bomba para extraer agua que acababa inundando esos mismos pozos. Cuando la tarea se complicaba en extremo, incluso por lo empinada de las cuestas, los mineros, a manera de cadena humana, pasaban de mano en mano lo extraído y lo colocaban en un gran cesto. Al rato llegaba el momento de separar los trozos grandes de mineral de los pequeños (con participación de mujeres). Al finalizar la dura tarea de selección, esos mismos trozos grandes eran transportados en carros o mulas hasta los arroyos, donde los embarcaban. Por otra parte, las porciones pequeñas eran enviadas a través de mulas, por tierra. De tal forma, aunque le costara creerlo, se explotaba el mineral en Bilbo hacia el fin del siglo Xviii. No sorprendería, entonces, que industrias extranjeras afincadas en la provincia desde comienzos del nuevo siglo, con intermediarios incluidos, se quedaran con la parte más jugosa del gran negocio. Antes de dejar atrás la zona del Sommorostro visitará el antiguo solar de los Zalazar, familia poderosa y protagonista de la interminable guerra banderiza que azotara a la nación vasca por casi tres siglos, sumiéndola en la decadencia más denigrante. Se decía que Lope García de Zalazar había tenido al menos, 125 hijos, de los cuales solo cinco eran legítimos y el resto, naturales. Está comprobado, no solo por las afirmaciones de von Humboldt, que la disputa por la enorme fortuna dejada por el feudal había devenido en cruentos enfrentamientos entre sus herederos. A su paso conocería Portugalete, pequeño y mal edificado poblado ubicado junto al mar, que centraba su vida en la actividad portuaria. Sin detenerse demasiado allí, pasó a Plencia en una tarde en que el mar no estaba, precisamente de buen humor. Una incipiente tempestad amenazaba con hacer desaparecer los barquillos de un momento a otro. De apuro, transitó el camino entre ambos poblados por una playa de arena y luego, por un trazado angosto, tierra adentro. Llamó su atención una serie de peñascos tajeados con aristas escarpadas. La villa presentaba un aspecto pulcro y simpático, aunque el tramo de tierra que lo condu207
jera hasta allí le hiciera pensar que no hallaría en toda la nación otro más escarpado y dificultoso para viajar. En un día de mayo, con niebla y chaparrones alternados, con frecuentes apariciones de sol, la caminata se le antojó incomparable. Al trepar hacia los picos de los montes, admitirá, subyugado una vez más, haber tenido la sensación que las densas nubes lo cegarían. De inmediato, rayos de sol vinieron en su ayuda, con sincronización propia del Creador. Al llegar a Bermeo tuvo ocasión de disfrutar de un poniente como pocas veces recordara. La antigua villa con sus negras torres regadas por las olas, junto a los pintorescos escollos que regalaba la pequeña bahía le hicieron cambiar de planes rápidamente. Tras consultar con su guía decidió permanecer por otros dos días en el lugar. De todos modos, cuanto había divisado en el camino desde Bermeo a Mundaca reforzaba su determinación. Casi un símil de cuanto climatológicamente observara en Gipúzkoa, al día siguiente, por la tarde, mientras observara llover, un arco iris se dibujaba tras la montaña. Fue así que entre Bermeo y Mundaca, entre viñedos y heredades, arriba y abajo, entre peñas revestidas con matorrales, el tener completa vista al mar acabó por convencerlo que disfrutaba de una pintura sin igual. En los distintos paseos emprendidos se deleitaría con la bahía de Bermeo, donde encontró un convento abandonado, habitado en el pasado por franciscanos (fundado en el año 1500 por la reina Isabel). A propósito del convento, su guía le contaría una anécdota acerca de un fraile que, se sospechaba, tenía una amante en Bermeo que desde su ventana le hacía señas con una antorcha para que ingresara. Todo indica que una noche el Diablo hizo aparecer la antorcha en el mar y que el fraile, enceguecido de amor y engañado por la luz, se internó en él hasta perecer ahogado. Por la enjundia con que el guía lo contara, le pareció a Humboldt que los vascos seguían siendo gente tan creyente de lo oculto y misterioso como de la fe cristiana. Aunque haciendo memoria supuso que se trataba de fábulas genéricas, dada la gran similitud con narraciones escuchadas en otros países, con distinta cultura. No obstante, el alemán, investigador viajado si los había, sostendría no conocer pueblo como el vasco que pusiera tanta pasión por los cuentos, corriendo de villa en villa, modificando solo los nombres de sus personajes. 208
Asimismo, las chanzas contra los castellanos potenciaban de todas las formas posibles la defensa nacional del idioma y las costumbres vascongadas. En la gran semejanza con historias griegas buscaría posteriormente un origen común en el pasado de ambas culturas. Pero, solo vestigios de palabras que sonaban similares encontraría sin poder determinar fehacientemente la relación. Grata impresión se llevó de Mundaca al visitar su iglesia y anteiglesia. Allí presenciaría una asamblea de la provincia de Bizkaia, fundada en tradiciones primitivas donde no valía rango alguno que pudiesen portar de antemano los representantes. No quedada duda que estaba ante gente ostentando iguales derechos. Gernika Conocerá una villa prolijamente edificada y limpia, aunque habitada por escasas cien familias. Había llegado hasta allí por caminos montañosos y abundantes en bosques, mas, acercándose a Gernika se transformaban en llanuras cultivadas. El río corriendo a su costado era lo suficientemente ancho y caudaloso como para que las barcas cargadas con cereales y mineral de hierro le diesen múltiple actividad al puerto. Padeció en su corta estancia los rigores de un río peligroso que al crecer inundó la región en una sola noche, con el agua llegando hasta los diez pies de altura y el consiguiente aislamiento de los pueblos vecinos, al cortarse el puente. Sin otra opción que esperar por la bajante del río, permaneció encerrado por espacio de tres días en una posada miserable, según sus propias definiciones, en una habitación completamente oscura, al punto que para leer debía sentarse por largas horas en la cocina. Pero, no todas serían malas. La experiencia de permanecer solo leyendo, sin movilidad, le reportaría una convicción absoluta: la cuna de la organización política y social de Bizkaia estaba allí mismo donde él dejaba transcurrir las horas, puesto que todos los debates públicos se iniciaban en esa villa bajo una frase inmodificable: So Gernikoka arbola. Del mismo modo que los municipios arabeses, hasta su disolución, se congregaban en el campo de Arriaga, los Diputados locales lo hacían por esos días bajo el árbol de Gernika y para su suerte, él pudo presenciar un debate inolvidable. 209
Se extendería en consideraciones sobre el viejo roble de un modo como jamás hubiese imaginado antes de conocerlo (con esas mismas palabras lo admitirá): añoso y enorme, mas, no pintoresco, con su tronco resquebrajado, retorcido por el viento y muchas ramas secas a imagen y semejanza, supuso no sin argumentos razonables, de la organización del País Vasco. A su alrededor crecían otros robles plantados con la intención de reemplazar al original cuando éste muriera. Por supuesto, lejos estaba de imaginar que uniformados fundamentalistas y asesinos, ciento cuarenta años después lo intentarían sin éxito, aunque cegaran la vida de miles de niños, ancianos y mujeres que no participaban del conflicto armado. El roble estaba ubicado detrás de una especie de pequeño anfiteatro donde los diputados celebraban sus juntas. El banco en el que se sentaban estaba construido en piedra, con siete asientos y uno en el centro donde se ubicaba el Corregidor. Los diputados generales, síndicos y secretarios se sentaban a ambos lados de esta autoridad. Detrás y a lo alto, sobresalía la doble figura del escudo de Bizkaia con dos lobos y una cruz atravesando la figura, hasta darle un tinte nacionalista al recinto abierto donde Fernando, el autodenominado "católico", jurara respetar las libertades y derechos del Señorío de Bizkaia. En una de las entradas a la capilla se podía ver retratado en un inmenso mural al rey sentado en el sitio que por esos días ocupara el Corregidor, al tiempo que Isabel se encontraba en cercanías, entre las damas nobles y distinguidas que asistieron al magno evento. La capilla era un ámbito alargado, con asientos tallados en madera y dispuestos en tres filas escalonadas con capacidad para albergar unas trescientas personas. También retratos de antiguos Señores de Bizkaia formaban parte de las ornamentaciones interiores. A propósito de pinturas, le impresionó la que identificaba al feudal Iñigo Ezquerra, encolerizado y armado con armadura y lanza, retando a duelo a su hijo, mientras éste, en señal de inocencia permanecía descalzo, en camisa y con una lanza mocha (sin punta). La fábula indica que el padre mató al hijo a favor de la disparidad de fuerzas existentes. De todos modos, lo más sabroso para el viajero esperaba en la sacristía, que hacía las veces de Archivo Provincial, aunque las actas más antiguas referidas a las Juntas Generales, no iban más allá del siglo Xv. 210
Bizkaia, en el principio de su existencia(el statu quo se mantenía en el 1800, aún) representaba una verdadera república de terratenientes, con características similares a Francia y Alemania. Quedaba claro que la férrea organización feudal marcaba el destino de aquella Europa hasta el medioevo. De los archivos analizados se desprendía que la organización política de Bizkaia indicaba que: 1- Los moradores de la tierra llana conformaban un partido político opuesto a las villas. 2-Las anteiglesias enviaban diputados a la Junta General cuando una villa ocasionara agravios a uno de los suyos. Las excepciones a estos dictados (a diferencia de Gipuzkoa) complicaban el razonamiento del más avezado investigador, por mucho que él mismo tomara debida nota de cuanto leía para analizarlo detenidamente una vez regresado a su Alemania natal Demoró su partida de la Iglesia de Gernika, tres días más de lo previsto, entusiasmado como quedara por comprender todos y cada uno de los privilegios ostentados por los Fueros bizkaitarras, que en definitiva no eran otros que los mismos con los que se manejara la nación vasca. Según rezaba aquella invalorable documentación a la tuvo acceso el viajero, bajo el árbol de Gernika, el 05 de Abril de 1526, la Junta General de los municipios se había reunido allí en sesión extraordinaria para iniciar una revisión de sus propios Fueros. Leyó y releyó el documento que el 14 de octubre de 1473, en Aranda, la reina Isabel, luego de analizarlo por espacio de cuatro días con sus consejeros, firmara y aceptara todas las revisiones propuestas. Con sorpresa, comenzó a entender la plena vigencia de aquellos Fueros cuando al seguir leyendo supo que todos los años, los reyes debían trasladarse hasta Bizkaia (a Gernika y debajo del viejo roble, precisamente) para refrendar todas las libertades y privilegios de las que disfrutaba la nación. Uno de los puntos clave, donde los reyes no eran reyes en Bizkaia, sino Señores al servicio del pueblo, estaba en el juramento real determinando que Bizkaia no podría ser vendida, regalada o enajenada bajo ninguna circunstancia (el insulto proferido a los Fueros por su hermano Enrique IV había significado al paso de las décadas, una afrenta que solo lograría ser reparada con la devolución de algunas villas y poblados tras 211
la batalla de Munguía del año 1471, enfrentamiento insigne con nefastas consecuencias para el monarca castellano). Sutilmente, rechazaba el punto que prohibía a los naturales contraer matrimonio con descendientes de judíos, quienes por otra parte no tenían permitido afincarse en la provincia ni naturalizarse, siempre partiendo de la premisa que los bizkaitarras eran hidalgos, respondían al noble linaje y portaban sangre pura. Supo, al mismo tiempo, de mercaderes extranjeros que deseosos de afincarse en Bilbo debían en primera instancia dar pruebas de su linaje, aunque, por el contrario, cuando un natural de Bizkaia deseaba radicarse en cualquier región española no encontraba restricción alguna. Dichos privilegios otorgados tenían que ver con un prestigio y reputación no siempre reconocidos en arabeses, gipuzkotarras o nafarrotarras. Al leer detenidamente cuestiones judiciales contenidas en el Fuero Viejo quedaría sorprendido al enterarse que: 1- Ningún hijo de la Tierra podía ser encarcelado por contraer deudas, ni perdería sus bienes materiales a manos del fisco o la Corona. 2- No pagarían tributo alguno y gozarían de libertad de comercio al estar protegidos por el propio Fuero Jurídico. 3- De los frutos del mar, se le tributaba a la Corona española solo un diezmo en concepto de impuestos, mientras que los donativos voluntarios corrían por cuenta de los Señores. 4- Las innumerables riquezas marítimas y de su suelo hacían de Bizkaia una provincia por demás apetecible a las ambiciones imperialistas de franceses y españoles, como bien se encargaría de retratar la historia. Otros dos hechos notables llamaron su atención: A- Los hombres no estaban obligados a alistarse en el servicio militar en tiempos de paz y aunque estuviesen obligados a seguir al rey, al no cobrar sueldo, podían hacerlo hasta cierta distancia a tomar en cuenta desde la provincia misma. Superada dicha distancia (no figuraban escritas las leguas), los vascos estaban en condiciones de exigir un salario. B- Cuando un individuo mataba a otro, los parientes del difunto podían optar por dos caminos: lo querellaban judicialmente o lo perdonaban y allí mismo acababan los cargos contra el matador. Ya en cuestiones hereditarias, las leyes se parecían bastante a la de los países pequeños de Europa, cuando el padre de familia legaba 212
a quien quisiese sus bienes (a hijos se entiende) y a los demás, con solo un trozo de tierra, por pequeño que fuese, estaba cumplido. De tal manera, la tierra no se dividía, la agricultura no sufría consecuencias y los hijos excluidos se veían obligados a proporcionarse otro sostén. Finalmente, el viajero consideraría acabado su largo periplo tras empaparse de cuestiones esenciales de la vida euskalduna en un pueblo ícono de su basamento social como lo era Gernika. Para su pesar, las inundaciones lo obligarían a buscar el camino de regreso menos desvastado por las intensas precipitaciones, siempre respaldado por su guía. Cuando el puente que unía Rentería con Gernika se encontraba rebasado por el agua, un hombre rudo, alto y fuerte vadearía la corriente con el agua al pecho, tirando una mula de las riendas. Aquél sería su salvoconducto. Con un animal que amenazaba con caer al lecho del río, sin concretarlo, afortunadamente, el viajero estuvo del otro lado de la orilla treinta minutos más tarde. Ya en tierra recorrió un camino agradable, comparado con la pesadilla que acababa de padecer. Respiraba tranquilo ya, a considerable altura, a las sombras de robles y castaños de tamaños increíbles, de formato bravío y variado. En la hondonada observó árboles de menor tamaño, casi todos piramidales y desde los matorrales, peñas cubiertas de musgos emergiendo por todas partes. En tamaña muestra del poder de la Creación, yacían aisladas, en escaso número, algunas viviendas campesinas, pastos libres y heredades dispersas, bien cultivadas. A lo lejos se divisaban dos puestos que no visitó: Ea y Elanchove. A su paso, las secuelas de la inundación ahorraban todas las palabras, puesto que los árboles caídos, culebras salidas de sus madrigueras, gatos, perros y otros animales ahogados por el torrente daban claras muestras de la magnitud de la catástrofe. De tal forma, la provincia despedía al viajero con dos secuencias bien distintas en el mismo día: caótico por la mañana cuando debiera atravesar el puente roto y ya calmo por la tarde, con un cielo envuelto en nubes grises y a su través, una claridad lánguida y melancólica. Abundaba en poesía el viajero al describir, sobre todo, cuando hiciera hincapié en la humedad atosigando el ambiente sin que una sola hoja se 213
moviera, dejando claro que se trataba de la calma que proseguía a la tremenda inundación. Para el ocaso, el sol partía envuelto en nubes rojizas. De tal modo, el viajero cabalgaba derecho por el camino de montaña disfrutando del aspecto romántico que regalaba la planicie. Cuando estuvo cerca de las cumbres, definitivamente el sol desaparecía para darle paso a otra cálida llovizna. Ya situado en la máxima altura que otorgaba la cadena pirenaica, divisó la superficie del mar y en lontananza se maravillaría con el punto de unión de las aguas con el horizonte. Enfáticamente, remarcaría en su narrativa que la vista apreciada resultaba indescriptible para cualquier mortal que no la viera antes, aunque investido de modestia falsa sostuviera que a él no le alcanzaban las palabras para hacerlo. Solo se trataba de una piadosa mentira, puesto que de sus reflexiones nos ha quedado una "fotografía" excepcional de cada paisaje recreado Aseguraría, también, que debió ceder a la insistencia de su guía de bajar los montes en dirección a Lequeito, antes que la oscuridad de la noche se pareciese a la garganta de un lobo. En el día siguiente, bien dormido y mejor descansado se regaló la visita a la villa más simpática y animada que conociera en todo el Golfo de Bizkaia. Se trataba de la vista desde el Atalaya superior al pie del monte Otoyo. Disfrutaba de aquel modo de otro paisaje majestuoso. Al descender a la ensenada, tildaría de república de pescadores al puerto y sus alrededores, pues todos vivían de los frutos de mar Otro hecho singular llamaría poderosamente su atención: los pescadores no podían hacerse a la mar sin el consentimiento de los "Señeros", individuos que informaban sobre el tiempo y el estado del mar, fundamentalmente. Si las condiciones lo permitían, eran avisados a través de las "muchachas llamadoras", un grupo de veinte mujeres que al grito de "Levántate en el nombre de Dios", corriendo por las calles de la villa despertaban a los pescadores. Luego, tras breves deliberaciones de los patrones de las embarcaciones, por mayoría de votos se decidía si se hacían o no a las aguas. Encontraba allí otro notable eslabón de la cadena de organización política que Bizkaia mostraba hasta en sus cuestiones cotidianas. El espectáculo dado por las pequeñas y grandes lanchas tambaleándose a increíble velocidad sobre el bravío oleaje lo dejaría azorado. 214
Empero, si de repente el tiempo empeorara, desde el atalaya hacían humo y a la señal de acatamiento todos los lanchones regresaban al puerto más cercano si es que estuviesen más allá del propio golfo en mar abierto. Al día siguiente retomó el regreso y se vio obligado a hacerlo por las más altas cumbres, dado que la inundación seguía abnegando los caminos. Atravesó nuevamente Gipuzkoa por su zona marítima, hasta adentrarse a través de un acantilado peñascoso (con seguridad, se refería al monte Izarraiz), cortado a pico, yermo y alto, plagado de canteras de mármol. De acuerdo con su extenso relato, al descender se encontraría con la mayor expresión de bienestar vascongado: las villas de Azcoitía y Azpeitía, separadas por escasos quince minutos de viaje y unidas por un cascabel empedrado. Aunque cada una mantuviese su independencia edilicia, esto es, una gran iglesia parroquial, sus casas con abundante lujos de estirpe y la pulcritud de sus calles junto a los paseos adornados, quedaba claro que las muestras de poder adquisitivo de sus moradores bien se asemejaban. Por supuesto, no dejaría de visitar y embeberse de la cultura euskalduna en el suntuoso y antiguo colegio de la orden jesuita, el San Ignacio de Loyola, un ícono de la religiosidad y la cultura vasca que de hecho, España envidiaba, al punto de tentar a los profesores más prestigiosos del colegio con cátedras en Madrid y Cádiz. La cúpula del extraordinario edificio junto al resto de la construcción, recargada con ringonrrangos y ornamentaciones variadas, lo hacían más rimbombante aún, a pesar que la obra no estuviese acabada ni mucho menos. Según podría averiguar el viajero, cuando los jesuitas fueron expulsados, la construcción se detuvo y al cabo de las décadas transcurridas fue cedido a la orden canóniga "Premonstratenses", quienes a su vez habían sido echados de Francia durante la última guerra librada entre ambos países. Supo que la estatua de plata faltante del edificio que inmortalizara a San Ignacio de Loyola había sido trasladada a Castilla. Permaneció dos días más en el lugar, interiorizándose sobre la vida del prodigioso santo que del modo más singular combinara ideas aventureras del espíritu caballeresco de su época con exaltaciones religiosas. Al alejarse de Azpeitía tomó por un sendero solitario y peligroso, solo abordado por contrabandistas y atravesado por riachos con torrentes montaraces. 215
Ya en el mal llamado País Vasco-francés (denominado por los galos como "Basques" o "Biscayen"), vería plasmada en la realidad las notables diferencias, que se acepte o no, convertían a los vascos en seres casi irreconciliables desde su idiosincrasia, según vivieran en el Iparralde o el Hegoalde. Por su parte, el vasco de la región de Iparralde era un individuo ágil de cuerpo y mente, inclinado a la imaginación y a las grandes ideas (era común la demostración de ansias libertarias en todos los ámbitos, pero expresada de modo más sutil). Aquellos vascos traspirenaicos se dejaban ver inclinados a la diversión constante y a diferencia de sus hermanos del Hegoalde no mostraban igual constancia o perseverancia cuando de cuestiones laborales se trataba. A juicio de von Humboldt, el permanente contacto con la cultura francesa les propinaba aquella vocación cultural, restándole al mismo tiempo, la tradicional esencia que hacía del vasco y su tierra labrada una figura indivisible. Se haría de un tiempo para culpar a la nefasta Revolución Francesa por cargar contra el euskera, los usos y costumbres, Fueros y privilegios adquiridos por las provincias de Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa. Tras estudiar detenidamente la idiosincrasia del Ser euskaldun, el viajero llegaba a conclusiones terminantes: la coincidencia mayor que unía a las dos regiones tenían más que ver con los desastres ocasionados por guerras espúreas, impidiendo la cristalización de un estado propio y perdurable. El ejemplo rotundo lo daría al citar a la región del Iparralde porque se sentía ignorada por un estado omnímodo, avasallando la identidad euskal. En cuanto al Hegoalde, notaba en su gente un sentimiento nacionalista más profundo y menos permisivo. Los vio actuar como dueños de su idioma, sin enojarse por el desconocimiento de ambas dictaduras, con un sentido de pertenencia a la tierra y sus costumbres (por lo reiterativo no quedaron dudas que se lo repetían a cada paso dado) más que envidiable. Una mañana, mientras compartía informal charla con un campesino de Guetaria, palidecería al escucharle decir al lugareño que sentirse vascos, para ellos era como montar a caballo, creer en Dios y las brujas o trenzarse en día domingo, pueblo contra pueblo, en un desafío de pelota al frontón. 216
Espíritu y carácter, condimentos esenciales para determinar una nacionalidad, más fuerte que la misma cadena pirenaica, hacían de todos los vascos un Ser indivisible, aunque los del Hegoalde permanecieran atados a su milenaria cultura, mientras sus hermanos del Iparralde miraban con simpatía los notables avances producidos en las distintas sociedades europeas. Cuando se refiriera a los dialectos, ponderaría la dulzura del hablado en la región fronteriza con Francia en desmedro de los duros y secos establecidos en Gipuzkoa y Bizkaia. Al norte, el carácter vasco al fundirse con el francés (durante cien años fue prohibido en las escuelas y en las iglesias, tanto como el fumar cigarrillos como si se tratase de igual vicio) desnaturalizaría el idioma mismo. Tantas diferencias entre ambas regiones de una misma nación, divididas arbitrariamente por una cadena montañosa, tendrán explicación, según conclusiones del viajero, a las que adherimos, en la inexistenciade una literatura propia en un pueblo que mixturó linaje con pasado histórico sin que nada se supiese de él, salvo por cronicones extranjeros durante catorce siglos. Todo cuanto existiera escrito, verdad o falacia, resultaba de imposible revisión. Solo su idioma, por la perseverancia hecha bandera a través de sus montañeses mantenía en alto la estima nacional. Tiempo después, al recabar el concepto que los franceses guardaban sobre los vascos, las descalificaciones escuchadas no lograron menos que incomodarlo: astutos, cobardes, huidizos y busca pleitos, entre otras consideraciones. El menoscabo era evidente, pero el rotundo fracaso del centralismo francés, también, puesto que la caprichosa sumisión geográfica impuesta no lograría borrar el carácter nacional indicando que todos los vascos se consideraban vascos. Si efectivamente eran contrabandistas, casi un oficio allende Los Pirineos, lo hacían en función del rechazo a ser aceptados como trabajadores regulares. De todos modos, el acentuado nacionalismo no evitará que von Humboldt hiciese hincapié en las contradicciones que entre ellos mismos hallaba: sostuvo no entender tal grado de dicotomía, rozando la crítica, en las radicales diferencias gubernativas entre el Iparralde y el Hegoalde. Incluso, las leyes escritas diferían en el idioma. Mientras que en Zuberoa estaban redactadas en "Gascón", en Benafarroa se regían por el francés. 217
A criterio del alemán, los paisajes del Hegoalde no tenían la hermosura de los del Iparralde. Salvo por los montes y su esplendoroso verdor, el resto le pareció yermo y desértico. Si bien era cierto que las heredades y huertas estaban cultivadas, aquellos vascos se volcaban más a la ganadería que a la labranza. Los pastos seguían siendo primordiales para el alimento de los animales. Del monte Mandarrín recogería una anécdota que quien la contara ponía en duda su veracidad, puesto que se la hubo narrado su padre y a éste, su abuelo. De todos modos, tendría allí la prueba concreta del ingenio del que debió munirse el pueblo vasco para evitar ser subyugado por eternas invasiones.: según la leyenda, mientras cazaba palomas, un hombre extravió a su perro, que desesperadamente ladraba desde abajo de la tierra. Tras buscarlo con denuedo, lo halló a través de grandes bóvedas subterráneas que habían sido construidas para esconder allí a mujeres, niños y ancianos con la intención de escapar al agobio romano. Los dibujos encontrados en las paredes indicarían la cantidad de víveres que almacenaban, cuántos enfermos permanecían en las profundidades o el modo de enterrarlos cuando fallecían. Teniendo en cuenta que la existenciade graneros subterráneos en Italia y Alemania eran una práctica regular, el filólogo no puso en duda la veracidad de lo escuchado. En la continuidad de su viaje, la villa de Etzatzu le causaría agrado merced al pequeño valle rodeado de montes con sus casas dispersas. Al mismo tiempo, ponderará la bienhechanza de quien lo alojara en su casa por el lapso de cuatro días. Se trataba de un venerable anciano y consejero de la comunidad que a pesar de su edad, todavía oficiaba misa en día domingo. Su escasa movilidad lo obligaba a atender los asuntos para los que era convocado en el frente de su vivienda. Mostrará su asombro porque a las puertas del siglo Xix, aún se mantuvieran vivas costumbres patriarcales, donde el peso de la palabra de un "Consejero", hiciera las veces de ley escrita. De generación en generación corría vigente una historia asegurando que un siglo y medio atrás, en aquella misma vivienda, un párroco daba misa, carabina en mano, dado el odio que se profesaban algunos feligreses asistentes. Doblando la apuesta de la credibilidad, otra sentencia escuchó el viajero. Todo indicaba que alguna vez, ese mismo párroco se vería obligado a dispararle a un encapuchado que aseguraba ser el enviado del Demonio. 218
De lo escuchado al disparate había nula distancia, salvo por la imperturbable serenidad con que el anciano llevaba delante su relato. A su tiempo, Harambillet, así se apellidaba, le haría el más preciado de los regalos al prestarse de buen grado a responder cualquier requerimiento que el viajero le hiciera. A pesar de sus 85 años, le hablaba con orgullo sano de su nación, sus costumbres y con sumo dolor, de las dificultades que encontraba la lengua materna para sobrevivir a la persecución despiadada de la que era objeto por parte de la Revolución. Le cantará, completas, sinnúmero de canciones y poemas en diversos dialectos y basado en su prodigiosa memoria, despotricaría contra los connacionales que se volcaron por el uso de idiomas extranjeros. Ya investido de excelso buceador etimológico, negaría que Lapurdi significara "banda de ladrones", sino que debía su nombre a los cuatro ríos que la regaban, puesto que LAUR significaba "cuatro" y URA, "río", y que tan solo por cuestiones eufónicas había una "d" intercalada. Al momento de la despedida, el anciano volvería a sorprenderlo con cuestiones etimológicas referidas a los reyes franceses. Según sus investigaciones, desde Clodoveo hasta los Borbones, existíanrastros inconfundibles de netas connotaciones euskaldunas. Finalmente, un fuerte apretón de manos y un: "Ya no volveremos a vernos", por parte del anciano, sellaban el capítulo más estremecedor que viviera von Humboldt en la tierra de nuestros antepasados. Ese mismo día, los torrentes caudalosos del río Nive lo condujeron desde Itzatzu hasta Benafarroa, más precisamente hasta una fundición de cobre, muy importante en otros tiempos y destruida por aquellos días como consecuencia de la reciente guerra. La diversidad de la arboleda que bordeaba el camino resultaba espectacular a sus ojos, una vez más. De las laderas de las montañas descendían riachos que desembocaban en el Nive. En el medio, pequeños valles cultivados le daban un mote irreal al paisaje. Árboles formando montes, llanos con pastizales exuberantes y manantiales por aquí y allá, brotando bajo los pies, le hicieron pensar al viajero que nada había visto, todavía. Vio campesinos ocupados en escardar el maíz (el cultivo más importante de la labranza del Iparralde, junto a las castañas). De hecho, innumerables canciones, refranes y narrativas así lo mencionaban. 219
El sistema de sembrar el maíz en forma espaciada permitía que en el medio se plantaran alubias, zanahorias y demás hortalizas. Por el cuidado con que lo hacían supuso que se trataba de un jardín con flores. En los tres días que permaneció en la zona, comió el maíz de tres maneras diferentes: en papilla o asado y luego rebanado en forma delgada. También lo disfrutaría tostado al fuego o cubierto con jamón. Al mismo tiempo, se alimentaría de un amasijo llamado "Marakukia", manjar que sabía a rico o no, según quien y cómo lo amasase. Bebió sopas de alubias, sin grasa, aunque con demasiado pimiento rojo y supo que durante los cuatro meses que duraba la temporada de castañas, los campesinos basaban toda su alimentación en dicho cultivo. Por su parte, la carne y el pan de trigo solo los apreciaría en platos de hogares que ostentaban holgada posición económica. Descubrirá en Benafarroa que la leche podía hervirse de manera particular. En lugar de ser puesta al fuego, le colocaban piedras calientes dentro. De manera que al hervir instantáneamente, adquiría un sabor a quemado que mucho agradaba a los vascos…y a él también. Dos días después, mientras se dirigía al Paso de Orreaga, (región del Hegoalde) lo hizo en una tarde destemplada, oscura y turbia (supuso Unamuno que se refería a los fortísimos vientos provenientes de los acantilados). Antes de la puesta de sol ya estuvo a las puertas del paso montañoso para que el paisaje le regalara otra vista imperdible. Alrededor del sol corría una delgada franja blanca que permitía ver las montañas más lejanas. Al mismo tiempo, allá abajo, los montes, con sus verdes variopintos, ofrecían un contraste extraordinario, cual decoraciones de un gran teatro parisino, según sus propias definiciones. Aunque, nada sería para siempre. Cinco minutos más tarde, la visión se transformó en tétrica. Puesto que estuviese el sol tras la cadena montañosa, una densa niebla se apoderó de todo y todos, sin que el viajero lograra distinguir más que objetos cercanos. De la lejanía provenían ruidos de cencerros del ganado pastando y los silbidos de los pastores (en realidad, lo hacían a través de los potentes Irrintzis), tratando de reunir a sus animales antes que la oscuridad fuese total. Casi a tientas y temeroso, recorrió junto al guía unas dos leguas antes de alcanzar la Abadía 220
La habilidad del joven lugareño se puso de manifiesto al moverse entre tinieblas sin equivocar el camino. Munido de un largo bastón, con el cuerpo encorvado hacia adelante y su cabeza levantada, escudriñaba el más ligero ruido y al cabo, casi arrogante, como si se tratase de triunfos parciales, reacomodaba su "Barrete" en la cabeza, hacia los costados, atrás y adelante, según el viento o por cuestiones inherentes a su idiosincrasia. Para Unamuno, el viajero describía la famosa boina de vasco, redonda y chata, famosa en América, tanto como la alpargata. Cuanto viera en la Abadía de Orreaga no compensaría el desgastante viaje. Las reliquias de Roldán y el tan mentado campo de batalla no colmaron sus expectativas, quizás porque el extenso periplo emprendido cobraba ya el precio del cansancio físico y mental. Los restos del fabuloso caballero permanecían guardados, sin solemnidad alguna, en las alturas de la bóveda de la iglesia y consistía en un gran estribo roto, dos mazas, dos trozos del cuerno roto y la corona dorada que se llevaba delante del ejército en cada batalla. Como recuerdo de la célebre batalla librada en el Paso de Orreaga, en el año 778, era celebrada año a año una solemne misa en recuerdo de los vascos caídos en el enfrentamiento armado. En cambio por la tarde, todo se convertía en verdaderas fiestas patronales, con diversión general, salvo los bailes, prohibidos por los severos monjes de la Abadía. Al día siguiente, un sombrío pero soberbio camino de hayas lo condujo de regreso desde la alta montaña hasta Donibane Garazi. El cambio de la naturaleza se le antojó abrupto y rotundo. (supuso Unamuno que el viajero retornaba por caminos alternativos, dada su sorpresa respecto del paisaje). Salvajes masas de peñas amontonadas, unas sobre otras, con múltiples cantos y colgadas en cada piso con abundante maleza (sic), además de largas hileras de burros y mulas con sus arrieros en diversidad de tropel y tumulto (más sic) lo detuvieron en el lugar por largos treinta minutos como espectador privilegiado. Ya en la región del Iparralde, Donibane Garazi le mostrará un aspecto agradable y peculiar de su forma cotidiana de vivir: vio a su gente ataviada con elegantes trajes, medias blancas, calzones de lienzo y chaleco rojo, sin dejar de lado la pulcritud de la faja y chaqueta del mismo color, junto al bastón y la boina chata y redonda tomada a puño cerrado. 221
Sin dudas estaba ante un pueblo jovial, dado más a la diversión que al trabajo. De andar arrogante y ágil, con dinero que provenía de la cría ganadera, mostraba un alto grado de frivolidad e independencia. La actividad ganadera le reportaba tan buen pasar que no contemplaban la idea de inmiscuirse en industrias paralelas que tuvieran que ver con el ganado. En cambio, se lo vendían a sus primos, los bearneses, que sí, desarrollaban industrias secundarias. Ya cercano a regresar a su Alemania natal, visitará Zuberoa, donde lo aguardaría sin fin de sorpresas, entre ellas, que se denominaran asimismos, "italianos" entre vascos. Se ufanaban de tener el gusto más fino que sus paisanos. Con marcada inclinación a la poesía y a la música, se preocuparon por mostrarle al viajero la abismal diferencia respecto de todo lo que conociera anteriormente en el País. Sin embargo, la pronunciación de su dialecto, mixturado con palabras foráneas sonaba débil y aflautado, fundamentalmente, por la cantidad de diéresis o crema que de continuo pronunciaban. Presenció el arte del teatro zuberotarra, vacío de contenido nacional, producto del rechazo de la gente, por caso, a casarse con bearneses o considerarse parte de una misma nación. Escucharía decir a algún lugareño que ellos estaban más cerca de los "provenzales" que del origen que les asignaban. Una vez más, el visitante supuso que Los Pirineos hacían estragos en la identidad nacional euskalduna. Como extraña paradoja, en Zuberoa se presentaban de continuo piezas de teatro vascas. Se las denominaba "Pastoriles", donde reyes y emperadores o los sucesos de Roldán protagonizaban sobremanera. Los actores eran jóvenes de ambos sexos y analfabetos, solo instruidos por el autor de la pieza. Con dicción cantada parcialmente, complementada con otra recitada, era ofrecida a cielo abierto en la plaza del paseo de la ciudad. Con entrada gratis, la primera fila estaba reservada para los forasteros (la amabilidad zuberotarra era una peculiaridad intrínseca) En cuanto a la agricultura, von Humboldt distinguió a los maizales entre el resto de los cultivos sembrados. En el trayecto que unía Donibane con Mauleón podría dirigir por última vez su mirada tanto a la cadena pirenaica como a las cimas nevadas del monte Jaca. En apretada sintaxis, según admitiera en sus trabajos posteriores, al cerrar los ojos, vería pasar al honrado y vigoroso hombre de Bizkaia, al 222
leal gipuzkotarra y al combativo arabés, pero también al blando zuberotarra, al altivo nafarrotarra, sin olvidar al sesudo lapurditarra. Enlazados, tal vez, por ocho dialectos, un solo idioma aglutinante con matices que no lograban distorsionarlo ni hacerlo desaparecer, divididos por un capricho geográfico y con el fabuloso multiplicador de posibilidades de que fuesen los primeros habitantes de Europa, puesto que en lejanas costas españolas, francesas e italianas se conservaran aún nombres de montes, ríos y ciudades con indiscutible origen Euskal. ¿Cuánto más haría falta?, se preguntaba von Humboldt, ¿para demostrar que antiguas estirpes vascas fueron en otros tiempos, poseedoras de extensos territorios, pero que, repelidas de todas las regiones debieron refugiarse en la soberbia defensa que les otorgaba la cadena pirenaica? Como conclusión de su extraordinaria admiración por la cultura Euskal, siempre de acuerdo con la notable traducción del imprevisible Unamuno (redimido de algún modo por no falsear la interminable gama de conceptos elogiosos que vertiera el alemán), el noble estuvo en condiciones de asegurar que la voz de la Historia era inequívoca. Aunque, quien quisiese interrogarla para estar más cerca del "dónde" y el "cuándo", del "cómo y los porqué", solo escucharía silencios, puesto que catorce siglos de nada escribir sobre su propia vida, impedían tanto a los vascos del siglo Xvii, como a nosotros, los del siglo Xxi, acceder a precisiones imprescindibles, para que la dama que representa a la Justicia logre colocar su venda en el justo lugar. Cuando escuchamos repercutir el eco de nuestros interrogantes, sin nada conocer de aquel profundo pasado, surge clara la razón por la que Euskadi está poblado por alrededor de tres millones de vascos, mientras que en el mundo, casi treinta millones de descendientes euskaldunes tratamos de disipar la niebla, que como en Orreaga cegara a Carlomagno, cubriendo una historia, que damos por cierta, haya sido excelsa
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Módulo
viii
La guerra Civil Española y sus graves consecuencias para Euskadi. Gernika y su árbol: símbolo de la resistencia Entre los días 17 y 20 de julio de 1936 estallaba en la península ibérica y al mismo tiempo, en el Protectorado español de Marruecos, una sublevación militar pergeñada hasta en sus mínimos detalles por grupos de extrema derecha. La intención era acabar, a través de un golpe de estado, con el régimen republicano para derogar la Constitución democrática vigente desde el año 1931. Con el innegable apoyo de los sectores más conservadores de la iglesia católica española, de buena parte de Europa y por supuesto, de los Estados Unidos de Norteamérica, el potencial gobierno de facto se proponía aniquilar los "movimientos rojos" (en clara alusión al comunismo soviético con cierta injerencia en los partidos de izquierda regionales) y acotar hasta su mínima expresión a los gobiernos autónomos. De hecho, catalanes y vascos asomaban como los adversarios a derrotar y evitar así que los intentos separatistas prosperasen en pos de mayor autonomía. Catalunya gozaba ya de tales privilegios a través del Estatuto refrendado en el año 1932. En Euskadi, en cambio, el proceso independentista había demorado hasta febrero de 1936, cuando el Frente Popular triunfara en las elecciones. Una comisión parlamentaria presidida por Indalecio Prieto se hubo encargado de la redacción del proyecto de Estatuto de Autonomía del 225
País Vasco, que lamentablemente, noventa días más tarde quedara abortado por el nefasto golpe de estado. En cuanto a las causas que llevaron al criminal Franco a apoderarse por la fuerza del régimen republicano, algunos historiadores quitaron entidad al protagonismo cobrado por las distintas autonomías regionales, para hacer hincapié en la terminal crisis de estructura que padecía España desde décadas atrás. Harían justa mención a la dictadura del catalán Primo de Rivera, porque había fracasado rotundamente a la hora de vertebrar las intenciones de autodeterminación de esos mismos regionalismos. De tal suerte, el entonces Jefe del Estado Mayor Central, general Francisco Franco no solo interrumpiría el régimen republicano, sino también anularía el triunfo conseguido por la Izquierda en los comicios celebrados. Un hecho trascendental jugaría a favor de los golpistas cuando no las tenían todas consigo. El gobierno de la República cometerá yerro garrafal al trasladar desde el continente africano a Nafarroa al General Emilio Mola, dando por sentado que se trataba de un militar que defendía los intereses de la República y que por tanto, acotaría los movimientos golpistas al ceñirlos a la comandancia militar de la Plaza de Iruña. Una vez que estuvo posicionado en el Estado mayor, y ya nombrado Director General de Operaciones, coordinará los hilos de la conjura y en apenas dos meses los conspiradores contaban no solo con buena parte de los mandos medios del ejército, sino también con un número importantísimo de generales que habían defraudado la confianza que la República depositara en ellos. Finalmente, el 17 de Julio por la tarde se concretó el alzamiento militar cuando el Ejército español con sus bases asentadas en Marruecos se sublevara. Casi simultáneamente, en la madrugada del 19 de julio, desde Iruña, el rebelde Mola destapaba sus naipes, poniendo en marcha la fabulosa maquinaria de guerra, al tiempo que desde Gasteiz, el también alzado Coronel Alonso vega se sumaba con su guarnición al golpe. Sin embargo, contra todos cálculos pergeñados por el general Mola, Gipúzkoa se convertiría al paso de los días en una provincia por demás conflictiva e indócil. A través de radio Donosita, el PNV difundió un comunicado donde desconocía la asonada militar, y por supuesto, re226
frendaba su apoyo a la República. El documento estaba firmado por el controvertido dirigente vasco, Manuel de Irujo. También los militantes de las organizaciones obreras manifestaron en las calles, agrupándose en milicias dirigidas por el Comandante Pérez Garmendia. En los cuatro días posteriores se sucedieron refriegas permanentes y al cabo, las milicias populares derrotaron a los militares acuartelados en Loyola. Mientras tanto, en Donostia y Azpeitía fueron creadas sendas Juntas de Defensa. Una, la primera, con matíz nacionalista y la otra, teñida de socialismo. Justo será admitir que tantas diferencias ideológicas no ayudaban en la difícil coyuntura. No obstante, en Bilbo, nunca perdería la República el control de la situación. Con el apoyo incondicional de las organizaciones del Frente Popular, los insurrectos fueron detenidos de inmediato y días más tarde, el "Euskadi Buru Batzar", organismo supremo del PNV, hacía público en la capital de Bizkaia su decisión de apoyar los estamentos republicanos, rechazando por espúreos los motines del fascismo. Para darle mayor entidad al rechazo hacia los golpistas, el 12 de agosto sería conformada la Junta de Defensa de Bizkaia. La guerra de las juntas El atardecer del 21 de julio marcaba una triste realidad: la guerra había comenzado y la región republicana se debatiría entre las carencias militares y la nimia cohesión política interna. Anoticiados de tantas flaquezas, los golpistas, al mando del general Mola se apoderaron de Gipuzkoa con un ejército mixto compuesto por soldados profesionales y voluntarios, (en adelante "Requetés). Cruzando los valles del Bidasoa, del Umea y del Oria, rápidamente las columnas rebeldes tomaron Ordizia y Beasain. A mediados de agosto lograron filtrarse en Tolosa y Andoain., imponiendo clara superioridad militar y armamentística, a favor de la inercia demostrada por el gobierno de Madrid. A finales de Julio, la aviación de los sublevados había bombardeado la población de Ochandiano, matando cientos de mujeres y niños. Cuando la cara más cruel de la guerra dejaba secuelas nefastas para buena parte de Euskadi, la Junta de Bizkaia se abocó a la creación de cinco núcleos 227
defensivos armados al mando del socialista Paulino Gómez y el capitán Arrambarri, jefe de la Policía Municipal de Bilbo. La batalla por Irún y la caída de Donostia El primer objetivo táctico del general Mola consistía en anular todo tipo de comunicaciones entre Francia y Euskadi. De inmediato, se abocaría al segundo, que se concretó cuando dos columnas del ejército rebelde avanzaron sobre la ciudad de Donostia. (días antes había sido bombardeada por aire y mar). Pero, de ninguna manera sería fácil de consumar la invasión, puesto que solo a finales de agosto, las tropas al mando del comandante García Valiño lograrían conquistar posiciones fortificadas leales a la República, ubicadas entre Irún y Oyarzún. La encarnizada resistencia ofrecida por los vascos obligó a los golpistas al forzado reemplazo de García Valiño por el general Beortegui, quien con la ayuda de la aviación italiana lograría tomar el fuerte de San Maciel. Ya con Irún en ruinas, tras soportar tres días de intenso fuego de artillería y aviación, los milicianos vascos debieron rendirse cuando fueron notificados de la no intervención de Francia, más allá de sus fronteras. El transcurso de las semanas solo trajo la confirmación de la política ambigua, errante y plagada de negociaciones con destino a ninguna parte del gobierno de la República, mientras que el País Vasco soportaba el mayor peso de la guerra (en muertes y destrucciones materiales de sus fábricas, industrias e instituciones que hacían a su vida diaria). A partir de aquella inmodificable realidad, comenzaría el incesante éxodo del pueblo vasco hacia territorio francés. Fue así que cientos de ancianos, mujeres y niños, cargando con las pocas pertenencias que rescataran de los criminales bombardeos, lograron atravesar el puente fronterizo ubicado sobre el río Bidasoa. La caída de Irún se produjo el 05 de septiembre, un día más tarde que formara gobierno Largo Caballero, con representantes de todas las organizaciones del Frente Popular. Una vez rendido Irún, no fue difícil avizorar que la caída de Donostia sería inminente e inevitable. Ante el hecho inexorable, las milicias vascas evacuaron la población dos días antes que los Requetés nafarrotarras ingresaran a la ciudad (lo hicieron el día 13 sin disparar un solo tiro). El avance de los sublevados seguía siendo arrollador y en la segunda quincena del mismo mes, el coronel Solchaga, partiendo desde la pro228
vincia de Äraba conseguía avanzar hasta Mondragón, obligando a los republicanos a retroceder hasta la línea del río Deva. Allí encontrarían los golpistas, tenaz resistencia de los vascos que lograban consolidar posiciones más acordes a la gravedad de las circunstancias gracias al apoyo de las milicias gipuzkotarras y bizkaitarras junto al batallón de "Gudaris". Casi simultáneamente, merced a los buenos oficios de Indalecio Prieto llegaron armas desde el extranjero y los ánimos volvieron a templarse. La llegada del invierno, con su nieve cubriéndolo todo, redujo el margen de maniobras de ambos bandos, por tanto debieron contentarse con mantener posiciones sin que se registrasen avances importantes de uno u otro bando. Tanto en el campo político como en terrenos de la diplomacia, algunos sucesos producidos serían determinantes para el curso de la guerra. Desde Madrid, el gobierno de Largo Caballero haría un urgente llamado a quienes estuvieran dispuestos a defender el régimen republicano. Fue así que el Ministerio de Relaciones Exteriores cursó un petitorio al PNV para que se integrara al gobierno de la República. Junto con la invitación, había llegado al ansiado momento de plantear exigencias autonómicas y eso hicieron los delegados vascos asistentes al cónclave, Aguirre y Basterretxea, cuando plantearon la necesidad de obtener el Estatuto de Soberanía para Euskadi. La respuesta afirmativa se produjo de inmediato y tras su promulgación, el 25 de septiembre, Manuel de Irujo pasaba a formar parte del gobierno de la República como Ministro sin Cartera. Por supuesto, las excepcionales condiciones por la transitaba España y el País Vasco mismo, impidieron una consulta electoral que legitimase mediante el voto a las autoridades respectivas, por tanto, el Estatuto ya en vigencia sería ejecutado por un Gobierno Provisional Vasco. Ante aquella nueva realidad, los golpistas comandados por el general Mola iniciaron los primeros sondeos de paz con los nacionalistas vascos. No obstante, se trataba de "generosos ofrecimientos" que tendrían validez una vez conseguida la rendición de los republicanos vascos. Hacia finales de septiembre llegaron a Bilbo nuevos cargamentos de armas y municiones desde el extranjero. Todo indicaba que junto a las piezas de artillería se concretaría, por fin, el afianzamiento político y militar de Euskadi frente a Europa. 229
Por otra parte, lentamente, diversos sectores de la iglesia católica comenzaron a apoyar a los defensores de la República, situación que los golpistas no estuvieron dispuestos a permitir y pudo comprobarse tal presunción cuando desataran feroz represión contra religiosos de Nafarroa y Áraba. Para la primera semana de octubre se contabilizaban, entre detenidos, secuestrados y ultimados, alrededor de doscientos sacerdotes desaparecidos, sobre todo en Gipuzkoa. Segunda etapa del Estatuto de Autonomía del Gobierno Vasco El 1° de Octubre de l936 se reunieron las Cortes de la República ante las que se presentara por primera vez el gobierno de Largo Caballero. En su discurso inaugural, el Ministro Manuel de Irujo hizo gala de un discurso pasional al remarcar que la libertad euskalduna jamás sería negociada, mucho menos ante imperialismos absurdos o gobiernos fascistas. Al cabo de cuatro horas de debate, votación y encendidas dialécticas, donde vacuas retóricas hicieron temer por la integración del gobierno, el Estatuto de Autonomía sería aprobado unánimemente. Una semana más tarde, en la Casa de Juntas, de Gernika, mil nueve representantes de Euskadi eligieron al primer Lehendakari del país, don José Antonio Aguirre, hasta ese momento, Alcalde de Guecho y escasos treinta y dos años. Treinta minutos más tarde, bajo el icono de la soberanía euskalduna, el viejo roble de Gernika, pronunciaría en la lengua materna su juramento, aquí traducido al castellano: "Ante dios humillado, en pie sobre la tierra euskalduna, con el recuerdo de los antepasados, bajo este árbol de gernika, juro cumplir fielmente mi mandato". A continuación se procedió a presentar el nuevo gobierno, pactado de antemano con todos los partidos políticos vascos: PRESIDENCIA Y DEFENSA, José Antonio Aguirre PNV GOBIERNO, Terésforo Monzón PNV JUSTICIA Y CULTURA, Jesús Leizola PNV HACIENDA, Eliodoro de la Torre PNV AGRICULTURA, Gonzalo Nardíz ACC NAC VAS INDUSTRIA, Santiago Aznar PSOE 230
TRABAJO, Juan de los Toyos PSOE ASISTENCIA SOCIAL, Juan Gracia PSOE COMERCIO Y ABASTECIMIENTO, Ramón Aldasoro IZQUIER REP SANIDAD, Alfredo Espinosa UNIÓN REP OBRAS PÚBLICAS, Juan Astigarrabia PC EUSKADI A la simple lectura del reparto de cargos gubernamentales, notamos la marcada preponderancia del PNV, con responsabilidades indelegables, tanto en el frente de batalla como en la retaguardia. También las acciones emprendidas por las milicias, el orden público y la economía funcionaban bajo su órbita. Estará de más agregar que tanta injerencia del PNV solo redundaría en resultados que la historia euskalduna registraba década a década: inmediatas fricciones y retiro casi inmediato del gobierno por parte de los partidos minoritarios. La organización de Euskadi en plena guerra En su breve declaración de principios, el Gobierno Provisional Vasco, peometió garantizar los derechos individuales de todos los ciudadanos de Euskadi y la libre práctica religiosa. De hecho, tendrá fuerza de ley que como Gobierno Provisional constituido bajo excepcionales condiciones de vida, dictaría normas específicas para la estrategia militar que haría frente a la incruenta guerra desatada por un grupo de asesinos fascistas, auto titulados "salvadores de la unidad española". La declaración contenía, además: 1- Todos los presos políticos y militares serían sometidos a juicio ante Tribunales populares creados por ley. 2- En un brevísimo plazo sería regularizada la enseñanza del Euskera en todos los establecimientos educacionales del País. 3- El Gobierno Provisional se comprometía a salvaguardar las características nacionales de Euskadi, esto es, usos, costumbres y defensa a ultranza de la lengua materna en todo el territorio. . Entre una algarabía que pareció no tener límites, acababa la histórica pronunciación, aunque en realidad, el gran desafío para el nuevo gobierno consistía en reorganizar el país para hacer frente a una batalla desigual, ante un enemigo superior y mejor armado que lo sumía en acuciante padecimiento social-económico. 231
Graves circunstancias debían superar los nacionalistas vascos al saber que los golpistas estaban apostados a solo 40 kms. de la capital. La gran concentración demográfica, sumados a los casi 20. 000 refugiados gipuzkotarras y aislada por tierra como estuviera, la provincia de Bizkaia solo contaba con escasos aeródromos en condiciones de operar. Asimismo, con el correr de los meses los problemas de abastecimiento de víveres y municiones desmadrará la situación. La guerra como prioridad Porque el destino del Gobierno Autónomo jugaba su destino a suerte y verdad, de acuerdo con el resultado de la guerra, el Departamento de Defensa se abocaría de inmediato a convertir las milicias en un ejército. Así fue que finales de octubre, 800 milicianos eran adiestrados de forma casi profesional por un único mando. El crecimiento de los ejércitos nacionalistas se dio de manera excepcional, al punto que para la segunda quincena de noviembre funcionaban 27 batallones con un total de 28 500 efectivos. La Jefatura del ejército le correspondió al Capitán Arambarri, mientras que como Jefe del Estado Mayor será designado el Comandante Montaud. Muy a pesar del sorpresivo crecimiento de los batallones, resultaba deficiente la coordinación de esos mismos cuerpos armados con el Ejército del Norte, por mucho que la buena voluntad de apoyarse mutuamente existiera. Quizás, la mejor definición sobre el escaso grado de cooperación que les cabía a los ejércitos republicanos formados en el País, la diera el mismísimo Largo Caballero al admitir que en el norte solo había milicias organizadas sin alcanzar el "status" de ejército profesional, ni mejores ni peores que las de Asturias o Santander. La diferencia estaba dada en el distinto grado de protagonismo que les cabía. No obstante, a pesar de las serias limitaciones, la acción militar del gobierno vasco no se acabaría en las problemáticas terrestres. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, formará una flotilla auxiliar de guerra reciclando barcos bacaladeros El segundo punto de su reorganizada estrategia tendría que ver con el llamado "Cinturón de Hierro de Bilbo", cuyas características principales se basaban en doctrinas de tácticas defensivas tomadas de la Primera Guerra Mundial, 232
que otorgaba a los combatientes excesiva confianza con una frase que los argentinos aún recuerdan con dolor irreparable: "De aquí no pasarán". Otro mérito innegable de aquel primer gobierno estuvo en la creación del Cuerpo de Policía, altamente eficaz par el sostenimiento del orden público. Con las dificultades propias que ocasionaba el acoso sin cuartel de los golpistas, el 16 de octubre, el Gobierno Autónomo creó por decreto la Universidad Vasca, donde funcionaría la Facultad de Medicina y su anexo, la Escuela de Enfermería. Al mismo tiempo, en la Escuela Normal de Magisterio funcionó un Colegio de Profesores de Euskera y en paralelo, una Cátedra de lengua vasca. Por supuesto, descollaría en su acción gubernativa, el Lehendakari José Antonio Aguirre, sobre todo en lo referente a la defensa del país y también, en la conflictiva relación con el gobierno español (seguía siendo imprescindible el rol jugado por el Ministro sin Cartera, Manuel de Irujo). La batalla de Villarreal El enfrentamiento armado librado desde el invierno del año 1936 al 1937, significará el único choque de importancia vital en el frente vasco. Los republicanos movilizaron alrededor de 15 000 efectivos que habían sido reclutados de distintas regiones con la intención de abortar el enlace ferroviario de Miranda y reapoderarse, finalmente, de Gasteiz. Lamentablemente, causaría estupor que maniobras militares preparadas con llamativo grado de ajuste, fracasaran al momento de su puesta en marcha. Por supuesto, abundaron los reproches y las inculpaciones a la hora de asumir responsabilidades. Como dolorosa conclusión quedaría claro que el poderío aéreo de los rebeldes (fuerzas aéreas italianas y alemanas atronaban los cielos vascos sin descanso) harían retroceder a los batallones vascos hasta sus posiciones originales, permitiendo que los franquistas recuperaran Villarreal. La derrota de Madrid hizo que Franco cambiara la estrategia y propiciase su gran ofensiva en Euskadi a través del general Mola El comienzo de la primavera coincidirá con la admisión del nefasto Franco de haber sido derrotado en la batalla de Madrid, producto de las cuantiosas pérdidas sufridas por los aliados italianos en Guadalajara, al 233
cabo, su pretendida carta de triunfo. Sin embargo, tras una semana de intensas negociaciones, conseguiría que su alianza con Hitler y Mussolini siguiera siendo incondicional. Al mismo tiempo, su Estado Mayor lo convenció que en tanto el Frente Norte siguiera siendo inmanejable, las posibilidades de un triunfo rotundo en el corto plazo resultaban ya inviables debido a la tenacidad y encarnizamiento con que los batallones de milicianos vascos hacían frente a las distintas contingencias beligerantes. Dejando de lado su fanatismo a ultranza, debió entonces, el criminal fascista, virar su estrategia al abandono de la capital española y apuntar sus objetivos hacia la toma de distintas regiones hostiles, una a una. Aconsejado por el Ministro de Guerra italiano, dispuso a través del General Mola acabar con las reservas minerales, industriales y humanas de Euskadi, a como diera lugar. Fue así, que desde finales de marzo, el País Vasco pasará a ocupar todas las planas principales de los diarios europeos al convertirse en el blanco estratégico de la incruenta guerra civil desatada. Rápidamente, entonces, el operativo cerrojo instrumentado por las fuerzas golpistas multinacionales resultó tan espectacular como devastador, ante la pasiva mirada de Europa, que seguía sin el poder de reacción necesario para evitar las incipientes matanzas indiscriminadas sufridas por Euskadi en el cortísimo plazo. Al mando del traidor Mola avanzaron sobre Bilbo unos 25 000 soldados, al tiempo que por aire, diversas escuadrillas alemanas e italianas se encargaban de destruir los escasos aeródromos que aún estaban en condiciones de operar. A tamaño contingente bélico, el Cuerpo de Ejército Vasco lograba oponer: 51 batallones 450 ametralladoras 184 morteros 48 piezas de artillería Poco, a juzgar por el notable despliegue de las tropas golpistas. Tras una calma noche, en el amanecer del 31 de marzo de 1937 comenzará el bombardeo más feroz que registrase la contienda sobre la vanguardia del Ejército del Norte, por parte de la aviación alemana (inauguraba en 234
el contexto de la historia militar mundial la táctica de preparar durante horas el avance de la infantería atosigando las líneas de comunicaciones y de reaprovisionamiento de los adversarios, para luego, desde el aire, pulverizar las defensas a través de ataques relámpagos a baja altura. Sorpresa y eficiencia se aunaron en aquellos primerizos ataques para dejar claro que los vascos no podían por sí solos afrontar tamaña guerra). De todos modos, la primera quincena de abril no arrojaba todavía, resultados satisfactorios para el General Mola. La extraordinaria guerra de guerrillas librada por los impetuosos batallones vascos hacía imposible la toma del puerto de Urquiola. También las sierras de Elgueta y Durango seguían siendo tierras minadas (en el literal sentido de la palabra), donde los nacionalistas vascos se movían a sus anchas devastando la moral de las tropas franquistas. Y los números no nos dejarán mentir al respecto. A pesar de la notable desproporción de fuerzas (1 a 10 en aviación y 2 a 6 en artillería), durante el mes de mayo, los rebeldes solo consiguieron avanzar a razón de 500 metros por día. Con tamaña lentitud, era imposible para Franco sostener una guerra que se prolongase en el tiempo, indefinidamente, sobre todo, cuando la labor diplomática emprendida por don Manuel de Irujjo en Europa, comenzaba a redituar dividendos, creando conciencia en los líderes occidentales que no adherían a Franco, que solo se trataba de otro holocausto a las puertas de Euskadi. Cuando don Manuel Irujo fue recibido en el Vaticano, los golpistas entendieron que la prolongación de la guerra solo conseguiría mostrarlos como lo que eran realmente, criminales fanatizados, ciegos de toda ceguera. De manera que Franco apresuró las acciones y el 26 de abril marcaría por siempre el dolor irreparable que causara la aviación con su Legión Cóndor, al borrar de la faz de la tierra, literalmente, la villa de Gernika a través de cuatro horas de feroz bombardeo que se daría en llamar, "Guerra Total". Con marcada demora llegaron al sur nafarrotarra las brigadas republicanas al mando del Coronel Llarch (el acantonamiento se produjo el 29 de abril y tres días más tarde fue hecho prisionero. Definitivamente, Gernika (o lo que quedaba de ella) y Durango estaban en manos rebeldes, apoyados ya por la Brigada italiana "23 de marzo". Y una vez más el exceso de confianza de los golpistas permitió que las tropas vascas se recompusiesen. En el amanecer del 1° de mayo, cuando 235
unos quinientos soldados del batallón "Flechas Negras" supusieron mero trámite tomar la ciudad de Bermeo, fueron sorprendidos por los nacionalistas, quienes dieron muerte hasta el último soldado golpista. José Antonio Aguirre asumía el mando Ante el cariz que tomaba la guerra y el marcado pesimismo reinante en los altos mandos militares, (los desencuentros con el gobierno de Largo Caballerro a esa altura de los acontecimientos resultaban ya insultantes) en la primera semana de mayo y con el acuerdo de todos los miembros del gobierno vasco, el Lehendakari Aguirre asumirá el mando total y absoluto de las tropas euskaldunas, allí donde se encontraran. La medida generó diversas reacciones en contrario, puesto que parecía divorciada de las competencias establecidas por el Estatuto de Autonomía, aunque no fuera menos verdad que la caótica situación imperante necesitaba de soluciones concretas que se ajustasen a los padecimientos de Euskadi. No obstante, no tardaría en llegar la dura respuesta del gobierno de Largo Caballero, rechazando de plano, por improcedente, que el presidente del País Vasco asumiera la jefatura de los altos mandos militares del Ejército del Norte. Como si no bastara con el rechazo de sus aliados, el Ministro sin Cartera, don Manuel de Irujo, envió urgente telegrama donde censuraba las medidas tomadas. Indudablemente, entre telegramas, emisarios y controversias varias, se cocinaba a fuego lento el disloque definitivo entre republicanos. Por las suyas, el Gobierno Provisional Vasco dispuso seguir adelante con las medidas tomadas con el único objetivo de optimizar la efectividad de sus batallones. A tal efecto, días después, creará por decreto el Ejército Regular de Euskadi, que a su vez dependía del Departamento de Defensa. Para el 10 de mayo, cuando la ruptura entre los aliados era total, será creado el Comisariado Político del Ejército de Euskadi. La resistencia vasca y los cambios producidos en el gobierno central de largo caballero
Mientras la heroica resistencia vasca llamaba a la imitación por parte de las demás regiones, el gobierno central caía inmerso en profunda crisis al desaparecer en Catalunya no solo el poder del Estado, sino también el de la Generalidad catalana. 236
Dichos sucesos, determinantes para el nuevo curso que tomaba la guerra, permitieron que los vascos Indalecio Prieto (llamado de urgencia para asumir la cartera de Defensa) y Manuel de Irujo (designado Ministro de Justicia) integraran nuevamente el gobierno central. De todos modos, la reorganización militar llevada a cabo por el nuevo gobierno (lenta e insuficiente) guardaba relación directa con el nimio apoyo prestado a Euskadi. Asimismo, en el último día de mayo, el General Ulibarri fue designado General en Jefe de las tropas del Ejército del Norte, tras su arribo a la ciudad de Bilbo. La estrategia defensiva trazada por éste, permitió al menos, que durante el mes de junio las tropas rebeldes no ganasen nuevas posiciones. La falta de aviación condicionaba la heroica resistencia La expresa carencia de poder de fuego aéreo resultará fatal para las aspiraciones nacionalistas. La escasa autonomía de vuelo de los aviones caza bombarderos colocaba el éxito de sus misiones a la altura de las utopías inalcanzables. Aunque no acababan allí los males de los republicanos, puesto que tampoco los aliados europeos cumplían en tiempo y forma con los compromisos asumidos. Por caso, la Unión Soviética no enviaba la cantidad de aviones suficientes para compensar las notables diferencias existentes a favor de los golpistas. Otro hecho desencadenante tuvo que ver (hipótesis harto discutida, pero más que probable) con la desobediencia de los pilotos rusos a aceptar las tácticas de combates planteadas por los altos mandos del Ejército del Norte. Todo indica que se negaron a volar bajo fuego alemán sin el debido soporte terrestre. Este grave acto de indisciplina motivaría un profundo desencuentro entre los insignes protagonistas de aquel Euskadi y el Ministro Indalecio Prieto. Efectivamente, el cruce de ásperas cartas enviadas por aquél a Manuel de Irujo y a José Aguirre y viceversa, insumieron alrededor de diez días (y el invalorable terreno perdido por las disidencias), Al cabo de los cuales, los aliados rusos se comprometieron a enviar en el plazo perentorio de 96 horas los aviones prometidos. Empero, los desencuentros cobrarían a los republicanos precios exorbitantes. La diplomacia de Franco en Europa se había movido con pasos precisos, al punto que cuando los cincuenta y dos aviones de la URSS cruzaron 237
cielo francés en dirección a Euskadi, fueron obligados a bajar a tierra (y luego confiscados) por la "Organización Internacional No Intervención". Diversos intentos de mediación A medida que la guerra se intensificaba, aumentaban los ofrecimientos de mediación hechos al gobierno vasco. Por caso, en marzo de 1937, la Iglesia católica había propuesto una rendición honorable. Un mes después, el cónsul italiano, en Donostia, hizo proposiciones de paz, cuando el bombardeo de Gernika permitió conocer el tenor del desastre en ciernes. En la primera semana de junio, el canónigo Onaindia acercó al Gobierno Vasco otra propuesta consistente en que un Protectorado italiano oficiase como garantía de Euskadi durante tres décadas. La oferta, por ignominiosa, fue rechazada sutilmente por el Lehendakari Aguirre. El único ofrecimiento que no llegaría a conocimiento del Gobierno Vasco (lo interceptó el Estado Mayor de Franco) fue el realizado por el Vaticano a través de Catalunya donde el genocida, tras la rendición incondicional de todos los ejércitos vascos, debiera de garantizar, a cambio, la vida de los dirigentes y de todos aquellos que se entregaran de "buena fe". También sus bienes materiales serían resguardados. Ruptura del cinturón bilbotarra. Las conspiraciones padecidas y su inmediata defensa
Urgidos por detener el avance sin tropiezos de los rebeldes, el Gobierno Vasco hizo llegar al puerto de Bilbo alrededor de 8 000 fusiles con sus correspondientes municiones, logrando formar varias dotaciones de "Gudaris". Pudo así conformarse en tiempo récord un ejército leal de unos 25 000 soldados. Asimismo, para ese entonces, el Gobierno Provisional había puesto en marcha las primeras industrias dedicadas a la fabricación de cartuchos, morteros y pistolas de distinto tipo y calibre. No obstante, el avance de los rebeldes era imparable y fue así que el domingo 18 de Abril, Bilbo soportaría uno de los bombardeos más sangrientos de la historia. Al mediodía, las sirenas alertaban sobre la presencia de siete aviones golpistas bajo cielo de Bilbo. La escuadrilla golpista se alistaba en tres grupos y durante siete horas lanzaron un total de sesenta bombas, algunas de las cuales impactaron en 238
una fábrica abandonada que solo cobijaba vecinos, causando un total de setenta muertos y ciento veinte heridos. Mientras tanto, por tierra los fascistas obligaban a los defensores vascos a replegarse hasta el cinturón mismo. Radicaría allí un error fundamental cometido por los altos mandos vascos al confiar en demasía en el complejo sistema de fortificaciones combinadas que bien suponían una red de muros de hasta un metro de espesor, enhebrada por una cadena de trincheras cubiertas y alambradas, donde nidos de ametralladoras allí apostadas deberían dar cuenta de la Infantería enemiga. Además, el observatorio instalado en lo alto de las montaña significaba por sí mismo un aporte cuantificador al estar dotado de soportes técnicos de última generación para la época, de la que había participado un nutrido equipo de ingenieros, arquitectos y aparejadores vascos, y en el que habían trabajado unos 8 500 operarios fijos. Y acto seguido narraremos una traición que motivara esta doble exposición de la toma de Bilbo en el mismo módulo. Para la primera semana de abril se habían sumado a la defensa de la capital tres centenares de voluntarios vascos, que acudieron al llamamiento. El optimismo reinaba en el Frente Nacionalista al ignorar que un militar vasco, traidor, el capitán Pablo Murga había hecho espionaje en favor de Franco, aunque, lamentablemente, cuando fuera detenido ya hubiese entregado los planos que había robado del cinturón y de algunas fábricas cercanas al también conspirador austríaco y Cónsul en ejercicio de sus funciones, Guillermo Wakonigg. Cuando la policía vasca lo detuvo, tampoco los tenía en su poder. Solo cuando en noviembre del año 1936, luego del juicio celebrado en Bilbo y en el que fueran condenados a muerte y ejecutados rato después. La sangre derramada del pueblo vasco sería redimida de alguna manera. Otro conspirador del Gobierno vasco fue Alejandro Goikoetxea. Tras el fusilamiento de Murga había sido designado Jefe del negociado de Fortificaciones y a pesar de las sospechas que despertaban sus actitudes ambiguas y sus comprobados actos de cobardía, el presidente Aguirre, en Noviembre de 1936 permitía su reingreso al ejército como Capitán de Ingenieros. Por esa razón, no extrañó que dos semanas más tarde se pasase al bando fascista, llevando consigo un informe de 32 folios con 239
los planos del Cinturón y detalles minuciosos de las fortificaciones (clave para la defensa) de la zona de Villarreal. Gracias a la traición de los devenidos golpistas, fácil le resultará al general rebelde, Dávila, (sucesor de Mola), apoyado por la artillería de Mussolini, penetrar en Bilbo el 12 de junio a través del frente abierto de casi un kilómetro de ancho. Tras encarnizado cruce de fuego, la primera brigada rebelde obligaba a la población civil bilbotarra a emprender el éxodo hacia Santander. Ante la inminencia de más bombardeos, el Gobierno Provisional decidió, entonces, organizar de urgencia la evacuación de niños, mujeres y no combatientes en general a territorio francés. A fin de implementar una mejor organización, también urgidos, viajaron a Francia los Consejeros de Sanidad y Asistencia Social. Afortunadamente, en poco tiempo lograrían poner en funcionamiento una serie de refugios y hospitales que asistirán, incluso, todo tipo de refugiados hasta mediados de 1940. Dos días después, los italianos ocuparon Munguía, desplegando fuego de artillería sobre barrios suburbanos de Bilbo. Ante el persistente y efectivo ataque llevado a cabo por los rebeldes, el presidente del Biskai Buru Batzar, Juan Ajuriaguerra, telegrafió a Manuel de Irujo para exigirle la inmediata renuncia al cargo que ostentaba si en el perentorio plazo de 48 horas no comprometía al gobierno republicano para que prestara ayuda inmediata a Euskadi con el envío de, al menos, veinte aviones y demás elementos de guerra. Mientras se dilataban las respuestas y por ende, las soluciones, la división italiana avanzaba a paso firme desde Plencia a Sopelana, aislando de tal forma a la 5° División del Ejército Vasco. Ese mismo día, el Gobierno Provisional ponía en la balanza los pro y contra de todas las decisiones a tomar de allí en más. La reunión celebrada adquirió ribetes dramáticos porque los mandos militares se oponían a seguir arriesgando soldados y pertrechos. Preferían ceder territorios y replegarse hasta que los envíos bélicos prometidos se hiciesen efectivos y así lo hicieron saber. Aunque, la toma de decisiones no acababa allí. Una parte del gabinete propuso priorizar el mantenimiento de las construcciones de las industrias que aún funcionaban para que el hambre no terminara de abatir a Euskadi. La simple lectura de las decisiones a tomar determinaba, lisa y llanamente, la rendición, puesto que su rigurosa aplicación (no permitir la destrucción del potencial industrial del País todavía apasiona a distintos investigadores, ocho décadas después) implicaba nada arriesgar. 240
Finalmente, en votación dividida, el gobierno resolvió retirar sus tropas de Bilbo, hasta evacuarlo en su totalidad. Así fue que el 21 de junio, sin resistencia alguna, la Primera Brigada de requetés, "Oriamendi" colocaba su bandera carlista en la Diputación de Bizkaia. Por supuesto, la rendición de Bilbo significó la pérdida misma de Euskadi. Con sus ejércitos moralmente desmoronados y sin otra opción que defender al País desde afuera, debieron transcurrir dos meses hasta que aparecieran signos de recuperación en el Ejército del Norte. Para que tales cambios redundaran en beneficios comprobables se necesitó de la fusión del Cuerpo del Ejército Vasco con la División Xv de Santander y la División Xvii de Asturias. La alianza significaba un total de 120 000 hombres, cien cañones y más de 40 aviones dispuestos para la defensa de Santander. Como nuevo frente bélico no era desechable, aunque todos los intentos de alianzas quedarían desvirtuados cuando los "Gudaris" fueron rechazados por la defensa santanderina, días después, cuando los roces entre soldados de distinta idiosincrasia escalaron los tonos de los enfrentamientos internos. Obligado por el imprevisto rechazo, el presidente Aguirre mudó el ejército vasco a Valencia para entrenarlo y así sumarlo al Frente de Aragón, que preparaba una futura ofensiva contra la Nafarroa, ya ocupada por los golpistas. Enorme sería su desazón al enterarse que una vez más, el gobierno republicano no apoyaba sus decisiones. Urgido por la soledad en que se movía y sin un plan de acción relevante, el 22 de Agosto, el presidente Aguirre asistió a Santander para participar del cónclave junto a los mandos militares y la Junta Delegada del Norte. A su turno, abogó por un ejército disciplinado y que combatiera de acuerdo con estrategias preestablecidas por el Estado Mayor (hacía hincapié, indudablemente, en el divorcio existente entre los distintos batallones y sus propios generales) y yendo demasiado lejos, criticó a sus propios militares por no imitar a quienes los invadían. De las réplicas que debió escuchar, acto seguido, sacaría inmediatas conclusiones y ninguna llevaría tranquilidad a su espíritu nacionalista. Sus generales seguían mostrándose poco propensos al combate franco. De hecho, tenía información certera, que tres de los que estaban allí sentados frente a él, habían recibido propuestas del franquismo para cambiar de bando con la promesa de no ser juzgados. 241
Reponiéndose a otra reunión que nada aportaba a la causa republicana, antes de abandonar el recinto, José Antonio Aguirre, les recordó que él, en su carácter de Lehendakari de Euskadi había decidido librar la guerra hasta sus últimas consecuencias. Que se trataba de una orden inmodificable y que ellos, como militares, debían obedecer y por consiguiente, trasladarla a sus respectivos ejércitos. Ya de pie y sin mostrar un solo gesto de flaqueza, pidió a Dios no los abandonara. Las semanas posteriores del presidente se caracterizaron por continuos viajes a París, Londres, Valencia y Catalunya, donde volvería a reunirse con el cónsul italiano, que intentaba por todos medios diplomáticos a su alcance, la rendición de los ejércitos del Norte. A pesar de los infructuosos intentos en contrario, el mes de agosto marcaba el inexorable resquebrajamiento del Frente de Santander, y obligado estuvo Aguirre a sentarse nuevamente a la dura mesa de las negociaciones. El resumen histórico y desapasionado de la durísima derrota padecida por Euskadi dio en llamarse Pacto, tratado mediante el cual los italianos garantizaban la salida al mar de todos los dirigentes y responsables políticos vascos, así como a los militares que no quisiesen rendirse al franquismo. Al cabo de la extensa reunión, Aguirre pidió una tregua de siete días para analizar la propuesta con el conjunto del Gobierno Provisional y los altos mandos del ejército. De inmediato, obtuvo el sí del diplomático italiano, decisión que no concordaría con los continuos ataques propiciados por los golpistas, puesto que los acuerdos verbales entre partes implicaban "Un alto al fuego". A plazos vencidos y nuevamente reunidos, pero en París, Aguirre entregó al cónsul italiano un interminable listado de militares dispuestos a rendirse y no (éstos revistarían como presos políticos bajo la supervisión del ejército italiano, al menos en las actas firmadas). Con la derrota consumada, el 10 de septiembre se rindieron diez batallones vascos junto con los ocho de Laredo y cuatro baterías allí instaladas. En el curso de las dos semanas posteriores se entregaron casi 20 000 personas, de las cuales en el mes de octubre recobraron su libertad alrededor de once mil. 242
El 30 de septiembre, los tribunales franquistas dictaron la pena de muerte a 500 hombres vascos (entre políticos y combatientes) sin que la tardía mediación de la iglesia lograse detener los crímenes en masa cometidos por una secta de golpistas que luego se perpetuaría en el poder por aproximadas tres décadas. El necesario análisis que arrojaran los casi mil cien días de guerra que soportara Euskadi y cuestiones puntuales que determinaro el fracaso bélico
Con la primera década del siglo Xxi en marcha, mucho le cuesta, y le costará a la Historia todavía, explicar el derrumbe sistemático de una guerra plasmada a través de casi tres años en tan solo siete días. Un país en ciernes (Euskadi), un ejército emblemático (el del Norte), un gobierno (con Estatuto Provisional pergeñado ante urgencias bélicas) y sus instituciones (todos los partidos políticos vascos y buena parte de la iglesia combativa), cayeron cual castillo de naipes al influjo de negociaciones de las que poco se supo y sus principales protagonistas se encargaron de aclarar, oscureciéndolo todo. Sin demasiados conceptos subjetivos para agregar, digamos que para el 10 de octubre, el Lehendakari Aguirre sostenía que aún luchaban por la independencia de Euskadi, en las montañas nafarrotarras, unos cuatro mil vascos, mientras que alrededor de seis mil se batían en los frentes asturianos. Ya en el exilio, el Gobierno Vasco dividirá sus actividades entre Catalunya (Aguirre), Madrid y Baiona. Insólitamente, Manuel de Irujo mantuvo su cargo de ministro en el segundo gobierno republicano y solo presentará su renuncia en Agosto de 1938 al solidarizarse con los nacionalistas catalanes cuando Franco les expropiara las industrias relacionadas con armamentos. Extraña paradoja en un vasco auténtico, que no presentara su dimisión, un año antes, cuando su pueblo moría asesinado sin que se cumplieran los puntos esenciales del Pacto. Abordando otras cuestiones periféricas, pero no menos importantes, digamos que mucho tiempo transcurriría hasta que se reestablecieran las relaciones con la iglesia católica. La promesa de Franco de recuperar para la sociedad "principios morales insoslayables", había volcado a su favor la postura de gran parte del ala dura de aquélla. 243
Y Euskadi no lograría escapar a la nefasta división interna. El ejemplo más concreto lo extractamos de las palabras del obispo Olaetxea cuando pontificara que la acción emprendida por los patriotas militares no se trataba de una simple guerra, sino de una cruzada y la iglesia no podía menos que poner cuanto tenía a favor de sus cruzados, mientras rogaba a Dios por la ansiada paz. Tamaña postura encontró inmediato eco en el traidor Mola cuando lanzara duro mensaje desde el principio de su autoridad inexcusable, reclamando castigos ejemplares para los clérigos que apoyaran "idealismos rojos". Indudablemente, la rápida desaparición de religiosos que apoyaban a la República dejaba a las claras que sus órdenes se cumplían sin reveses. Cuando al año siguiente, la República fuera derrotada definitivamente, las luchas libertarias y los intentos autonómicos sufrirán otra dura decepción. Perseguido sin descanso, el presidente Aguirre y gran parte de su gobierno se instalarán en la villa de Tricios, en el límite con Cantabria. Desde allí pronunciará su último discurso antes de asilarse definitivamente en Francia, donde lo encontrará la muerte en el año 1960. Su par catalán, el presidente de la Generalitat de Catalunya, Lluis de Companys, lo acompañará en el derrotero no preferido el 05 de febrero. Al abandonar su país y ante algunos políticos cercanos y tres militares leales, dejaría su sentencia para la posteridad: "Un ejército puede rendirse…!vaya si puede! ¡pero un pueblo como el vasco, jamás! ¿Cómo explicar la conducta de nuestros intelectuales? Así como la iglesia católica en su conjunto se mostrara esquiva a manifestar explícito apoyo cuando las matanzas indiscriminadas en territorio vasco solo podían caratularse de crímenes sin perdón, el rol jugado por los intelectuales de Euskadi iría en muchos casos, desde la ambivalencia hasta lo inaceptable. Un caso testigo fue el de Pío Baroja, dos veces detenido por el franquismo al expresar ideas favorables a la República en el después intervenido diario "El Pueblo Vasco". Lo sintomático se daría una vez acabada la guerra cuando se incorporara sin problema alguno a la España franquista que tanto hubo combatido desde su imposición. Por supuesto, que si hablamos de controversias y extrañas paradojas presentadas una vez derrotado Euskadi, si no mencionáramos a Unamu244
no estaríamos cometiendo grave omisión. Siempre crítico impiadoso de la monarquía borbónica cuando debiera exilarse en Fuenteventura, al paso de los años también supo disparar munición gruesa contra los nacionalismos vasco y catalán, que lo decidieron, incluso, a colaborar con revistas de neta inclinación falangista como "La Conquista del Estado". Tales expresiones ofensivas para la República determinaron que una vez consumado el primer intento de golpe de estado por parte del franquismo, el 25 de mayo de 1936, por decreto, le fueran retirados todos los cargos y distinciones con que había sido favorecido, especialmente aquella condecoración que lo designaba "Ciudadano de Honor" de la República. Tampoco se haría esperar la reacción de Bilbo, su villa natal, al retirarle todos los honores concedidos hacia el año 1934 cuando fuera declarado "Hijo Ilustre de Bilbo". Al mismo tiempo, sería quitado un busto con su figura del salón de sesiones del Ayuntamiento, cambiaron el nombre a una biblioteca que llevaba el suyo y una calle céntrica correría igual suerte. Sin embargo, una vez más y como casi siempre, sus sempiternas contradicciones lo llevarían a acabar con el idilio franquista cuando nadie lo esperaba. Durante la apertura del curso académico en la Universidad de Salamanca (de la que era Rector), modificó su discurso referido a la conquista de América para enfrentarse sorpresivamente con el golpista militar, Millán Astral, quien ubicado en las últimas filas de asientos del auditorio, descaradamente, vivó la muerte. Unamuno se tomó breves segundos para contestar y al hacerlo, dijo estar seguro que nadie allí dentro esperaba otra respuesta que la que daría a continuación. De pie, y mirando a los ojos al inválido general, agregó su sentencia para la inmortalidad: "Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir y para hacerlo necesitáis algo que os falta: ¡Razón y derecho! Solo pudo salir vivo del recinto con ayuda de Pilar Franco, hermana del dictador, cuando el militar, tras desenfundar, le apuntaba con su revólver al pecho. De todos modos, se había convertido, tras su histórico sermón, en el enemigo predilecto del régimen y fue así que siete días más tarde le fueron retirados todos sus cargos para luego ser encarcelado. 245
Solo la gestión personal llevada adelante por Pilar Franco logró modificar aquel encarcelamiento en arresto domiciliario, aunque en soledad y desengañado, quizás hasta de él mismo, dos meses más tarde moriría sumido en infinita tristeza. Desgranados que estuvieran los principales eslabones de una guerra cruenta, que de ser necesaria debió librarse en toda la península y no cargar Euskadi con casi todo el peso de las ambiciones fascistas, cuesta aún digerir tantas traiciones. A setenta y cinco años vista de la desaparición del Gobierno Provisional Vasco e intentar el recorrido histórico de aquella derrota militar, no seríamos completamente abarcativos sin hacer referencia a la Marina Auxiliar, dependiente de aquel gobierno. Con característica de fuerza modesta, constaba en marzo de 1937 con cincuenta buques de muy diversos tamaños y un millar de hombres, entre personal embarcado y de tierra. Lamentablemente, una Fuerza que debió ser complementaria (sus integrantes eran pescadores y marinos mercantes que debieron suplir con entusiasmo y nacionalismo la carencia de técnica y preparación bélica), se transformará en protagonista con el avance de la guerra, debido al paupérrimo desempeño de las Fuerzas Navales del Cantábrico. Rotundamente, el capítulo más brillante y emotivo de todo el conflicto bélico escrito por la "Euskadi Ko Gudaritziaren Laguntzako Ontzitaldea, contrastará con la desastrosa actuación que le cupo a la Marina Republicana al padecer de mandos profesionales naturales. Y vaya aquí, una explicación vinculante a tamaña crisis, que demasiado tiempo tardó en salir a la luz: entre siete y ocho de cada diez de los aproximados cuatro mil almirantes, oficiales, y suboficiales, a medida que avanzaba la guerra se sumaron a los golpistas y muchos de ellos, con buques que pertenecían a la República. Un déficit de tal tenor, por supuesto, provocaría que cabos recién ascendidos a puestos clave redundaran en improvisaciones permanentes, convirtiendo una fuerza de choque nacida para el ataque sin pausas en apenas, un apéndice defensivo. Claros indicadores de que la traición convivía con la marina republicana
1- El 16 de agosto de 1936, el Destructor Velasco lanzó 36 granadas de cuatro pulgadas contra las instalaciones de CAMPSA en Santurce, 246
incendiando dos depósitos de combustibles. La inexplicable falta de reacción de parte de la Marina para repeler en tiempo y forma a los golpistas no pudo ser explicada por los altos mandos en los cónclaves que siguieron al ataque. Tampoco se profundizaron las investigaciones por parte del Gobierno Provisional, de acuerdo con la escuálida documentación suministrada. 2- Cuando el 12 de Septiembre del mismo año los rebeldes tomaron el puerto de Pasajes en su ofensiva final a Donostia, tocaba puerto bilbotarra el viejo y lento torpedero NÚMERO 3 de la Marina Republicana, llamativamente sin hacer uso de su arma más poderosa: El Torpedo, determinante para el devenir de la guerra. Que estuviera comandado por un franquista simulado nos exime de mayores comentarios. 3- Poco tiempo más adelante, cuando Indalecio Prieto, Ministro de Marina y Agua, ordenara la salida al Cantábrico de un acorazado, dos cruceros, seis destructores y dos submarinos, sin que se cumplieran sus directivas, quedaría al descubierto la execrable trama. Ya sin Almirantes republicanos en quien confiar la suerte de EUSKADI, el Lehendakari Aguirre decidió crear la Armada Vasca Autónoma sobre la base de vetustos bacaladeros de la PYSBE donostitarra, dedicados en tiempos de paz a la pesca del bacalao en Terranova e Islandia. Reemplazados que estuvieran de inmediato sus nombres originales, fueron denominados como las cuatro provincias vascas del Hegoalde. De todos modos, la reacción hubo sido tardía y la alianza marina alemana-española aniquilaría la estrategia trazada por Aguirre, a pesar del valor mostrado por sus hombres en el mar. Gernika y su roble, símbolos de una guerra incruenta Aunque ya nos explayamos considerablemente sobre el bombardeo a Gernika al principio de este mismo módulo, decidimos darle un espacio propio teniendo en cuenta que la villa representaba mucho más que un conglomerado de hombres, mujeres y niños conviviendo en un apretado espacio geográfico. Gernika significaba desde siempre la libertad de acción y pensamiento jamás concretada, pero siempre viva desde que los monarcas castellanos juraran respetar sus Fueros. ¿Acaso, no era el Fuero Viejo o Constitución de Bizkaia la máxima ambición del Euskadi todo? ¡Por supuesto que sí! lo era y por encima de aquel funesto 26 de Abril 247
cuando el cielo bilbotarra se cubriera de aviones nazis y fascistas lanzando un total aproximado de doce toneladas de bombas. Los daños ocasionados a Gernika fueron irreparables. De vidas humanas no habrá que agregar nada. Luctuosamente, ya se ha dicho y comprobado todo y sin embargo, muchos asesinos, hoy día, aún siguen libres. Para el atardecer de aquel veintiséis ardía el 30 % de los edificios de la villa, afectando al propagarse, el 70 % restante, por tanto, las pérdidas materiales fueron totales, también las tuberías de agua resultaron dañadas y no hubo posibilidades de apagar incendios. De tal modo, el criminal pensamiento de Franco se plasmaba en la práctica: a industrias bilbotarras destrozadas, España no viviría sojuzgada por ellas. Si bien fue cierto que Gernika resultó ser el conejillo de indias para el bautismo de fuego de la aviación hitleriana, no fue menos verdad, que el viejo roble, testigo de celebraciones de centenares de Juntas de la democracia provincial, no sería doblegado por ataques golpistas, tal vez porque el legado que debía transmitir fuera atemporal. La información, la propaganda y la falsa información La noticia sobre el criminal bombardeo a Gernika y sus mortíferos efectos causaron estupor no solo en Euskadi todo, sino también, en buena parte de Europa. Sin embargo, al tremendo dolor padecido habría que sumarle la postura del cuartel general de Franco, instalado en Salamanca cuando negara responsabilidades en el hecho (culpaba a la propia aviación vasca-rusa, acusándola de pergeñar el ataque para victimizarse ante el mundo. Increíble…pero, real). Para la media tarde del día siguiente, el Lehendakari Aguirre denunciaba al orbe que el impiadoso bombardeo sobre la histórica villa bizkaitarra había sido provocado por aviaciones extranjeros, mientras que un rato más tarde, Radio Nacional de Salamanca tildaba de vil mentiroso al presidente, adjetivaba como heroicos a los militares españoles, acusaba de comunistas tanto a rusos como a los franceses y por si no bastara con la interminable saga de falacias emitidas, hizo mención descarnada de "testimonios creíbles de refugiados vascos republicanos asegurando que los aviones que destruyeran Gernika, claramente, eran rusos. Por último, en franca contradicción, aseguraba que la persistente llovizna había impedido que los aviones franquistas levantaran vuelo. 248
Entonces… ¿fueron heroicos aquellos militares por el solo hecho de no volar bajo la lluvia? Se había desatado de tal forma, la guerra propagandística sin final cierto donde periódicos afines a los golpistas se empeñaban en efectuar descargos inadmisibles, obligando al presidente Aguirre, en el mediodía del 29 de Abril a lanzar a Europa occidental un desesperado pedido de ayuda para que detuviera la barbarie. Apeló a Dios, entre lágrimas, y a la historia que enriquecía la villa destruida y su árbol insigne. Imploró por la protección de niños, mujeres y ancianos, huyendo presas de terror hacia dónde pudieran y poco para los hombres vascos, puesto que ellos habían sido designados para defender el honor y la patria euskalduna. El paso de los días, no obstante, se caracterizaría por la nula reacción europea, obligando a Aguirre a lanzar el segundo mensaje, ya desde París. Allí dio cifras espeluznantes de muertos y desaparecidos, de industrias destruidas y de la quema de la histórica biblioteca. Y ya en el tramo final de su llamado, golpeó en la parte más sensible de la sociedad europea. Admitió que sería en vano apelar a la grandeza de Dios y su representante en la tierra, la iglesia católica, si ésta seguía mirando para otro lado porque disentía con sospechadas ideologías políticas. Se trataba de la jugada más audaz pergeñada por el Lehendakari Aguirre, en medio del pandemonium. Una apuesta que bien podría aislar definitivamente al Gobierno Vasco y sin embargo, la comunidad internacional se vio obligada a reaccionar enviando distintas comisiones que con el correr de las semanas investigarían el origen de los letales bombardeos. Afortunadamente, las contundentes pruebas relevadas sirvieron para demostrar quien mentía. Y el sin fin de carcazas de fabricación alemana, semienterradas en suelo de Bilbo confirmaron que se había tratado de aviones extranjeros surcando cielos vascos, puesto que la aleación de los metales usados era de fabricación alemana. Pero, más mentiras y negativas se sucedieron con posterioridad al informe presentado por los investigadores extranjeros y ya en el colmo de la desfachatez y desesperación de un régimen que comenzaba a pecar ante Europa de asesino, publicó un falso mapa donde Gernika estaba ubicado a solo 6 km de la línea de fuego delimitada, y por tanto, bien constituía un objetivo militar. 249
No obstante, muy a pesar de la desgastante labor llevada adelante por Aguirre, los crímenes de lesa humanidad cometido por el franquismo y sus aliados quedarían impunes. Solo el roble que los nazis no lograron derribar haría las veces de llama encendida de una etnia que no desaparecerá a fuerza de bombardeos, precisamente. Si injusto había sido el tratamiento dado por Europa a aquellos crímenes cuando la década del cuarenta nacía, históricamente indamisible será que a finales del siglo Xx, partidarios franquistas siguiesen negando la participación de aviones alemanes en aquel bombardeo, minimizando el número de víctimas (como si con ello lavaran tantas culpas) y fundamentalmente, achacar los incendios de la villa a brigadas de dinamiteros asturianos y a los comunistas vascos. De todos modos y pese a los intentos en contrario, las consideraciones finales sobre la tragedia serán inmodificables: 1-Los bombardeos fueron realizados desde el aire por espacio de casi cinco horas (con intermitencias) con aviones poseedores de capacidad de destrucción desconocida para la época. 2- Siguiendo precisas instrucciones del Estado Mayor rebelde, fueron destruidas las principales fábricas bizkaitarras relacionadas con material bélico y el puente de Durango (estratégico y vital para ambos bandos) con una sincronización tal que duele aceptar, pero que solo podían llevarla a cabo aviones que un lustro más tarde demostrarían sus bondades cuando Hitler le declarara al mundo la Segunda Guerra Mundial. El doloroso exilio o las largas vacaciones del 36 Coincidiendo con la sublevación militar al Gobierno de la Segunda República, el 18 de Julio de 1936 comenzaba para miles de personas el exilio a territorio francés. El trasvase dio en llamarse "Las Largas Vacaciones del 36", porque la guerra había estallado cuando muchos iniciaban su veraneo en Zarauz, Donostia o Fuenterrabia. Cuando dos meses después cayera Gipuzkoa en poder de los rebeldes, más de 100 000 personas huyeron en dirección a Bizkaia, atemorizados por los crímenes cometidos en Nafarroa (más de 2 000 personas fueron ejecutados junto a casi cincuenta sacerdotes. Asimismo, muchos hombres habían dejado en sus hogares a sus mujeres e hijos, mal suponiendo que le serían respetados sus derechos. Nada más 250
equivocado porque las tropelías cometidas contra ellos serían interminables hasta que tras arduas negociaciones, el Gobierno vasco llegaría a un acuerdo con sus pares ingleses para que una decena de Destroyers, con bandera anglo, evacuaran la población civil que no estuviera afectada al servicio militar. A partir del 25 de octubre del mismo año, 30 buques fletados por el Gobierno Vasco hicieron 61 viajes, al continente europeo, transportando un total de 117 350 refugiados. Hacia el año 1939 el número de vascos desplazados de su tierra superaba los 150 000. Catalunya, nuevo hogar de los vascos Ante la masiva llegada de vascos refugiados a Francia, su gobierno dictará entre los años 1936 y 1938 dos decretos de repatriación de extranjeros ante la incapacidad de absorción de tamaño contingente. Catalunya se convertiría, de tal modo, en el nuevo hogar para decenas de miles de vascos. Así fue que el 15 de noviembre de 1937 comenzaba a funcionar en la capital misma el Hospital Euskadi en un edificio cedido por el Consulado General de Francia. Al mismo tiempo, cobraba vida el Hospital Gernika, especializado en Pediatría. Ya volcados a cuestiones políticas, digamos que desde finales del año 1936 funcionaba en Catalunya una delegación del Gobierno Provisional Vasco fundada por Manuel de Irujo. En paralelo, diversas organizaciones francesas, tales como los sindicatos, el Socorro Rojo Internacional y la Iglesia católica prestaron ayuda permanente a los refugiados vascos y al gobierno mismo en el forzado exilio. El precio que pagó nafarroa Luego del estentóreo fracaso en que quedaran envueltos los rebeldes, cuando no lograran derrocar al régimen republicano con la participación de otro traidor de fuste, el general iruñes Sanjurjo, la conspiración comenzará a tomar nuevos bríos en los montes nafarrotarras, donde miles de carlistas recibieron instrucción táctica. Con el arribo a Nafarroa de otro mal hijo de Euskadi, el General Emilio Mola Vidal, se conformó la Junta Central Carlista. Inmediatamente, comenzaron las depuraciones y los ejecutados alcanzaron la cifra de 3 000. Con el avance de la guerra, sería Nafarroa epicentro de muchísimos combates internos entre carlistas y republicanos, mientras la guerra civil 251
seguía su curso inexorable. Así fue que con heridas que aún tardan en cicatrizar, Nafarroa sería la provincia que con más vidas pagara el precio de la locura fascista y que contribuyera al nuevo régimen castrense. El dictador lo haría expreso al concederle a la provincia la Cruz Laureada de San Fernando, prometiendo un trato especial en el siguiente régimen foral. Triste y lamentable distinción que solo lograría alejarla, aún más, de sus hermanas Gipuzkoa, Araba y Bizkaia. Otro daño colateral irreparable Entre las cuantiosas pérdidas que deparara la cruenta guerra, citaremos, la de más valor junto a las vidas tronchadas: el escape de niños vascos hacia el exilio alcanzó la cifra de 33. 250 (los registrados por distintas organizaciones abocadas al efecto) y otro contingente estimado en 8 000 que fueron cobijados en el exterior, y que lograran salir del País por medios no convencionales. Cuando la locura perpetrada por el fascismo acabara, un bajísimo porcentaje de aquellos niños regresaría a su tierra. Hoy día, las cifras manejadas por aquel entonces siguen siendo motivo de polémica inacabable. Según las estadísticas oficiales del Departamento de Asistencia Social del Gobierno Vasco, el número final arriba mencionado se reduce a 15 500, pero no contabiza los niños que salieron de Euskadi junto a sus padres. Otro dato, no menor, que echaría por tierra las citas oficiales lo daría, décadas más adelante, la extraordinaria cantidad de jóvenes vascos migrados hacia América sin familia que mostrar. Por supuesto, la falta de registros confiables de Sudamérica transformó en imposible la tarea de discernir entre niños huérfanos y aquéllos que efectivamente crecieron rodeados de sus afectos familiares. De hecho, el primer documento publicado por el Gobierno Vasco (Igarobide) ni siquiera revistió seriedad, dado que se basaba en un cálculo asimétrico, que con grandísimo margen de error aseguraba que entre los años 1937 a 1947, aproximados 2 500 niños habían partido de los puertos de Baiona y Burdeos, tentativamente hacia America del Sur. Más allá de las cifras, se trataba indudablemente de quienes luego serían padres vascos con hijos argentinos, chilenos y uruguayos, que orgullosamente pertenecen a la tercera y cuarta generación de descendientes de euskaldunes que en el mundo entero se multiplicaron hasta superar los treinta millones. 252
Módulo
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Los difíciles años posteriores y la diáspora Con desazón y rebeldía cierta admitimos que los sucesos ocurridos con posterioridad a la guerra civil, mantienen en un cono de sombras inmodificable los vaivenes a que se viera sometido el Gobierno Vasco en el exilio junto a sus instituciones. Cuando a fines del año 1936 los ejércitos franquistas preparaban el gran asalto a Bizkaia con sus mortales bombardeos, se multiplicaban los conflictos entre las fuerzas políticas que defendían la legalidad republicana en Euskadi, incluido el Gobierno Provisional Vasco. El Lehendakari Aguirre seguía siendo el blanco predilecto de todas las críticas por la estrategia llevada adelante sin los resultados esperados. Por supuesto, José A. Aguirre defendía sus planteos basados en el abandono a que lo sometiera el gobierno de la República con su política plagada de ambigüedades. En una especie de carrusel lastimero, a mediados de aquel diciembre de 1936, el Gobierno Vasco se reunía con los altos mandos militares y sus asesores soviéticos para tomar la decisión final de evacuar Bizkaia, además de intentar mudar las principales industrias a Santander y Asturias. En paralelo, dirigentes nacionalistas del PNV, tras extensas y duras negociaciones para conseguir la paz, en paralelo, acordaron lo que se diera en llamar el "Pacto de Santoña". El período de "tregua/paz" fue firmado (y nunca cumplido) por el general italiano, Manzini como garante y por Juan de Ajuriaguerra, presidente del Consejo Nacional de Bizkaia. 253
Nacía en la firma misma del documento otra flagrante contradicción, puesto que la rúbrica la pusieron los dirigentes del partido mayoritario en el gobierno, no así su Lehendakari, ¿y entonces? entonces, el claro divorcio expuesto por los defensores de la República solo redundaba en perjuicio de Euskadi y su pueblo. Como ya nos extendimos en consideraciones anteriormente, solo afirmaremos que el pacto, además de ser incumplido, permitió que hacia finales de agosto, todos los batallones nacionalistas se rindiesen a las tropas golpistas, que numerosos dirigentes vascos fuesen fusilados y que miles de combatientes corrieran la misma suerte tras breves juicios sumarios sustanciados en su contra. La dirigencia vasca mostró su sorpresa por el acuerdo celebrado, a punto tal que Manuel de Irujo no acertó a explicarlo con claridad en el cónclave celebrado en Valencia, Al mismo tiempo, el Lehendakari Aguirre intentó hasta último momento trasladar las tropas vascas a Catalunya porque desconfiaba de los jerarcas fascistas. Ya con la derrota consumada, el 30 de Agosto de 1937 partirá una delegación de dirigentes vascos a París con el fin de entrevistarse con el embajador italiano, Cerutti para conocer la situación de los prisioneros y las razones por las cuales los dirigentes políticos y militares detenidos, aún no habían sido liberados. Por supuesto, rápidamente supieron del tenor del engaño a que fueron sometidos cuando recibieron nulas respuestas a sus pedidos para que se cumpliera aquel pacto. Todas las negociaciones intentadas resultaron infructuosas por lo que a principios de septiembre otra delegación de dirigentes viajaría a Roma para exigir se cumpliera la política de canje preestablecida. Pero, lejos estaban los italianos de cumplir lo firmado y la primera confirmación se produjo el 15 de octubre cuando en El Dueso se iniciaron los fusilamientos. De inmediato, las tareas del Gobierno Vasco se dividieron en varios frentes para presionar a la comunidad internacional y conseguir que cesaran los fusilamientos (más de 100 000 para finales de noviembre). El último mes del año resultaría fundamental para el devenir. El Gobierno Vasco apeló al Vaticano para que éste presionara al régimen fascista italiano a cumplir los términos de la capitulación. En ese sentido, la gestión del nacionalista Manuel de Irujo será fundamental para agobiar 254
al franquismo, hasta conseguir que en enero del año siguiente, por gestión conjunta del Foreing Office inglés y la Cruz Roja Internacional lograran avances significativos para canjear mandos altos rebeldes en poder de los republicanos por políticos vascos. De todos modos y por presiones políticas insalvables, Manuel de Irujo se vio obligado a dimitir, reemplazándolo desde aquel momento el catalán Nicolau D’Olwer. A realidades desnudadas, injusto sería achacar al incumplimiento del Pacto de Saloña todos los males del devenir y el sí a al distanciamiento indiscutible que existió entre dirigentes socialistas y comunistas que solo consiguió hacer imposible la formación de un frente común, incluso, cuando a comienzos del año1938 hasta los anarquistas sumaran sus críticas atacando a los Consejeros Socialistas del Gobierno Vasco El gobierno provisional vasco y sus relaciones internacionales
Desde el mismo momento en que quedara constituido (07 de octubre de l936), el Gobierno Vasco había dedicado sus esfuerzos y dinero a establecer relaciones internacionales sólidas que sirvieran de apoyo a su pretendida emancipación. Sin embargo, la sublevación de Franco hizo que rápidamente las Delegaciones montadas en Europa con fines comerciales adquirieran carácter diplomático y político. También apoyo explícito encontraría la causa vasca en los intelectuales católicos franceses, exigiendo que las atrocidades cometidas por los franquistas cesasen, una vez que adquirieran notoriedad los bombardeos a Durango y Gernika. La pública defensa había comenzado en febrero de 1937 con un llamamiento urgente para que acabara la guerra y los crímenes inaceptables. El documento estuvo firmado por una veintena de intelectuales franceses. Para marzo del mismo año fue creado el Comité Francés por la paz civil y religiosa del País Vasco y también de España, en clara admisión a la existenciade Euskadi, bajo la presidencia de Jaques Maritain. La ofensiva militar lanzada por Franco y sus aliados nazi-fascistas, obligará otra vez, a intervenir a los católicos liberales franceses. En mayo de 1937 apareció otro manifiesto titulado "Por el pueblo vasco" que nuevamente caratulaba de atroces los bombardeos aéreos y sumaba las incriminaciones a los asesinatos de religiosos vascos. 255
Basados en el argumento indiscutible que el culto católico jamás había sido interrumpido durante la guerra, alzaban la voz para detener las masacres cometidas por la falange, sin conseguir su interrupción. Nuevamente el imprescindible documento lo firmaban Francois Mauriac y Jaques Maritain, entre otros. Sin embargo, la crisis política francesa no permitiría que las instituciones católicas siguiesen ocupándose por mucho tiempo más de la causa vasca. El temor a otra invasión alemana condicionaba las reacciones en defensa de Euskadi. Así fue que en medio del descomunal desorden económico financiero y una aterradora decadencia, los exilados vascos llegaron a Francia. Por aquellos días cobrará fundamental importancia la figura de Manuel María de Intxuasti, vasco nacido en las Filipinas que una vez iniciada la guerra se instalará en la localidad vasca de Ustaritze para dar atención a los refugiados procedentes de Gipúzkoa. En su extraordinaria labor humanitaria, comenzó a establecer contacto con autoridades francesas, así como con representaciones diplomáticas de países americanos como Uruguay, Argentina, Chile, México y Venezuela. Tantos contactos servirían a la postre para la inmigración de tantos vascos hacia América (la última comprobada que fuera en masa). También los servicios de propaganda vascos se movieron febrilmente, contratando al experto suizo Georgen y al prestigioso francés Paul Vignaux. Al apoyo católico francés (el más importante en número y organización) se le sumaron las adhesiones de grupos ingleses, irlandeses, belgas, italianos, incluso, chinos. De hecho, la solidaridad internacional se potenció con el apoyo de Luigi Sturzzo, padre de la Democracia Cristiana europea, perseguido por el fascista Mussolini. Cuando llegara el final de la guerra en Euskadi, la delegación se reforzó considerablemente, al punto que París se convertiría en la "capital" de la Euskadi democrática. Pero, antes y durante todo el año 1938, José Antonio Aguirre desarrollará gran parte de su actividad política en Catalunya, donde los republicanos estaban refugiados. Al mismo tiempo, en septiembre del mismo año, los políticos vascos, Landaburu e Izaurieta acordaron con el representante argentino, Raúl Mignone las condiciones para la inmigración a la República Argentina de miles de vascos. En el mes de noviembre Etxeverría viajó hacia aquí para solucionar con el gobierno de turno los 256
problemas de documentación de muchísimos vascos que solo contaban con el pasaporte expedido por el gobierno vasco, el célebre "Igarobide". Finalmente, la carencia será solucionada gracias a la invalorable gestión del presidente Ortiz Lizardi (de claro orígen vasco) en el año 1940. La liga internacional de amigos de los vascos Su fundación tuvo lugar en París el 16 de diciembre de 1938 con el patrocinio de Monseñor Mathieu, obispo de Dax y el consecuente intelectual Jacques Maritain. Los objetivos de la Ligra, prontamente rindieron sus frutos, dado que tanto Aguirre como otros políticos vascos comenzaron a tutearse recurrentemente con las más altas magistraturas francesas, incluso con mayor facilidad que las autoridades republicanas. El objetivo principal de la Liga consistía en ayudar al pueblo vasco en el exilio, reagrupar a las familias dispersas, socorrer a los huérfanos e intervenir a favor de los prisioneros. Por su parte, en mayo de 1939, el periódico "Eusko Deya" se explayaba en consideraciones (a través de un artículo de extraordinaria valía) sobre los fundamentos que lo llevaban a apoyar la causa vasca. El 21 de Diciembre, monseñor Mathieu fue recibido en audiencia privada por el Papa Pío Xi con el fin de aclarar la situación por la que atravesaba el País Vasco. No obstante, el Sumo Pontífice casi no lo dejó explayarse, ponderando por las suyas, la vitalidad cristiana del pueblo vasco. Sostuvo que estaba al tanto de los luctuosos sucesos y que por supuesto, espiritualmente, estaba con Euskadi. Muchas décadas después, solo resta preguntarnos por qué razón no hizo valer su peso indiscutible en la mesa de cualquier negociación para acabar con el sufrimiento de Euskal Herria. El apoyo de Catalunya Ante un panorama demasiado complicado por la guerra interminable, en julio de 1937 el gobierno dictará una serie de disposiciones que en la práctica significaban la repatriación de los vascos. Una vez recibidos por el gobierno de Catalunya, los vascos lograron implementar el Concierto Económico Alimenticio, sistema que permitiría a los nuestros administrar sus propias raciones, evitando irregularidades en los suministros. 257
No obstante, cuando la guerra ya expiraba, caería Catalunya y con ella comenzaría el impresionante éxodo de unos 500 000 personas a Francia. Ante tamaña diáspora, el Gobierno Vasco debió alquilar todo tipo de transportes como taxis, autobuses y trenes, incluso, se vio obligado a fletar dos barcos, el Danubio y el Store. Por supuesto, tamaño contingente solo traería aparejado inconvenientes insalvables para el Lehendakari Aguirre frente al gobierno francés. Al cabo de la tercera reunión con el Ministro de Asuntos Exteriores galo, debió tomar medidas tendientes a regular la presencia de vascos en Francia, determinando que aquellas personas cuya vida no peligrase estaban obligados a regresar a Gipúzkoa y Bizkaia. Afortunadamente, a través de los oficios del PNV, los sindicatos ELA-STV ayudaron a que miles de vascos encontrasen trabajo en igualdad de condiciones que los natrurales. La persecusión en Francia Entre los años 1936 y 1937 llegaron a Francia alrededor de 120 000 refugiados vascos, quienes debieron vivir en condiciones precarias en un ambiente de destrato y persecución al que no escaparía el mismísimo presidente Aguirre. Factores políticos y económicos, sumados al ambiente prebélico que vivía Europa por el avance del nazismo hicieron que el clima hacia los vascos fuese siempre hostil. También consideramos de vital importancia la traición perpetrada a la causa vasca por el presidente del Euskaltzalen Bitzarra y además diputado, Jean Ybarnegaray. Había participado de todos los actos nacionalistas organizados por la juventud vasca en Bilbo hasta que sorpresivamente, tras entrevistarse con el golpista español, se pasó a las filas franquistas. Desde aquel encuentro se convirtió en la cabeza visible del régimen autoritario en el País Vasco continental, enfrentándose duramente con Aguirre. Por supuesto, él también utilizaría la calumnia como medio de difusión para defenestrar la causa vasca en los periódicos partidarios al fascismo. La persecución fue en aumento y cuando la política expansionista de Hitler lo llevara a invadir Polonia, Ybarnegaray acusaría a Aguirre de connivencia con Alemania. La acusación fue determinante para que los 258
refugiados vascos que vivían en el Departamento de los Bajos Pirineos (se negaban a abandonarlo por propia voluntad) fueran confinados a los campos de concentración de Gurs. De inmediato se produjo una soberbia reacción de los dirigentes del PNV y de la ELA-STV, cuyo singular reclamo estuvo basado en el pedido de que ellos mismos fueran trasladados a los campos de concentración como prueba de unidad y apoyo al resto de los prisioneros. El encarcelamiento se extendió hasta el 23 de junio cuando los alemanes estaban a las puertas de Burdeos. En aquella instancia crucial, cientos de vascos lograron embarcar en el puerto de San Juan de la Luz rumbo a Inglaterra. Otros lo hicieron hacia América, abandonando las oficinas que Euskadi arrendaba en París. Dos días después, cuando fuera consumada la ocupación de París por tropas alemanas, los militares germanos entregaron a Franco toda la documentación existente en la Delegación de Hacienda de Euskadi y la Asociación para la Defensa de los Intereses Privados de los Vascos en el extranjero. Al mismo tiempo, era allanada la sede del Gobierno Vasco en el exilio, de la avenida Marcel. La captura de todos los archivos significaría otro duro revés para gran parte de la historia euskalduna, fundamentalmente para el primer núcleo de resistencia que no era otra que la Red Araba. De inmediato, la GESTAPO, en estrecha colaboración con la policía franquista reforzó la persecución contra los vascos, deteniendo uno a uno a los principales dirigentes como López Sevilla, Zugazagoitía, Rivas Scheriff y Criz Salido, entre otros. Muchos de ellos acabaron fusilados en campos de exterminio nazi. Como contrapeso de la agobiante persecución, México se mostrará siempre cercano a las urgencias vascas. Seguiría fletando barcos comprometidos con la evacuación, para que llegaran a costas mexicanas políticos del tenor de Federica Montseny y Paulino Gómez Sainz (ambos, políticos republicanos). En aquella instancia, el Consejero de Hacienda vasco, Eliodoro de la Torre jugará un papel fundamental en el desarrollo del devenir al montar servicios de ayuda que incluían pasajes, documentación y dinero. Juan Manuel Epalza, empleado del Consulado General de México en París, junto con José Luis Irisarri, haciendo las veces de enlace, serían los motores que permitieran la huida hacia América. 259
Si bien resulta cierto que no todos los intentos fructificaron (la actividad de la GESTAPO era impresionante, anulando la mayor parte de los intentos), míticos dirigentes vascos como Telésforo Monzón (Consejero Vasco por excelencia) y Vicente Amézaga (Director General de la Enseñanza Primaria) con identidad apócrifa, lograron llegar a México. Asimismo, al tiempo que Hitler amenazaba con invadir Europa si le negaban su expansión sobre Austria y buena parte del territorio checoeslovaco, el Gobierno Vasco en el exilio buscaba recuperar su espacio político dentro del campo republicano. En paralelo, reforzaba sus relaciones con el nacionalismo catalán y con el Gobierno Autónomo de Catalunya. Por las suyas, Aguirre e Irujo buscaron con denuedo caminos de paz para acabar con la guerra civil, recurriendo al Foreing Office. Allí presentaron una propuesta que incluía un plesbicito sobre la forma de gobierno que tanto catalanes como vascos reclamaban. También siguieron de cerca las actividades del Primer Ministro británico, partidario de preservar la paz amenazaba gravemente en Europa (crisis de Checoeslovaquia) a través del principio de la autodeterminación. En su opinión, respecto de España, no sería posible la consolidación de ningún régimen político si no se atendieran los problemas nacionales de vascos y catalanes y su irrefutable derecho a la autonomía. Claro tenía el político que las dos naciones representaban una tercera fuerza en la guerra civil. Por supuesto, el Status quo existente a través del plesbicito vasco del año 1933 y del catalán, dos años antes, minimizaba el contencioso del separatismo. En carta entregada al Foreing Office y al gobierno francés, los presidentes vasco y catalán se comprometían a formar sólida alianza militar con ellos en caso de agresión de alguna potencia extranjera. A finales del año 1938, el Gobierno de la República advertía a los mandatarios que su participación en tal problemática solo agragaría más problemas a los existentes. Sin embargo, la respuesta de José A. Aguirre sería contundente. En sus discursos dejaría claro que contemplaba el separatismo en todas sus formas, contemplando las posibilidades que fuesen necesarias contra la España franquista. Un año después, cuando la abolición foral estaba a punto de concretarse, Aguirre planificó una movilización general, tanto en Euskadi como en el exterior, en protesta contra el dictador Franco. 260
El movimiento tuvo un altísimo significado propagandístico. Por un lado daba a conocer al mundo que las tradicionales libertades vascas, hubieron sido brutalmente arrebatadas en nombre del centralismo español, maquillado tras la frase Unidad Constitucional de la Monarquía española. En dicha manifestación, José A. Aguirre recriminaría la alteración que sufriera el pueblo vasco en su modo de vivir producto de las contínuas violaciones a sus derechos seculares. No obstante, la derrota se presentaba inexorable desde el mismo momento en que las tropas del traidor Mola se instalaran a las puertas de Bilbo, de manera que todas las estrategias pergeñadas fracasaron estrepitosamente. Veinte días antes que el final de la guerra llegara, los mandatarios vascos cruzaron Los Pirineos para celebrar la última reunión de gabinete en la ciudad francesa de Tolouse. Seguramente potenciados por acabar siendo gobernantes de un país irreal (o desconocido en el mejor de los casos), en aquella Junta mostraron diferencias de criterio insalvables, pese a la delicada situación en que sesionaban. Mientras un grupo mayoritario de políticos del PNV consideraba que bélicamente la situación estaba definida a favor del franquismo, algunos dirigentes (comunistas) sostenían que aún era posible reorganizar el Frente Norte. Quedaba claro que mientras unos miraban el futuro por encima de la humillante derrota, otros seguían sin admitir que el derrumbe del Cinturón de Bilbo significaba una clara respuesta en sí misma: no había posibilidades de revancha Aguirre abogaba por paciencia, sabedor del desgaste que sufriría el régimen impuesto, en el convencimiento que la comunidad internacional arrinconaría a Franco por la contínuas violaciones a los derechos humanos del pueblo vasco. De todos modos, las discrepancias entre socialistas y nacionalistas se agigantaron hasta hacerse insalvables. Mientras el grupo leal al presidente pretendía convertir el Gobierno vasco en un apéndice político del centralismo español para sacar dividendos desde su interior (la famosa obediencia vasca frente al despotismo de Franco), la fractura definitiva solo pudo ser salvada por Santiago Aznar, quien teorizó enfáticamente sobre la posibilidad de establecer en el Partido Socialista Vasco la "Obediencia" desde los principios del PSOE. 261
La historia euskalduna registrará este documento con el nombre de su autor, donde claro quedaba que los socialistas vascos podían considerarse autorizados a denominarse en lo sucesivo, "Partido Socialista Obrero Vasco", (PSOV), sin perjuicio de seguir perteneciendo corporalmente al PSOE. El documento, que finalmente había encontrado cierta unanimidad en aquella Junta, fue presentado al resto del arco político vasco el 02 de marzo de 1940, pero encontró agria respuesta una semana más tarde, en los máximos dirigentes del CCSE, Gómez Beltrán y Angel Giménez Entonces, el año 1940 transcurriría entre más desencuentros políticos para que la unidad de Euskadi siguiese siendo utopía. Aunque, no todo estaba dicho todavía en cuestiones del resquebrajamiento definitivo de la nación: la máxima figura del socialismo vasco, Indalecio Prieto se encontraba de gira, visitando países de América con fuerte migración vasca. Y nada salía de los cánones normales en un político de su importancia, hasta que una tarde, a la distancia, realizó una declaración de principios definitiva, que mucho se pareció a una sentencia: "Yo no me sumaré a ningún movimiento que pudiese quebrantar la unidad de España. Por ningún motivo lo haré". La desaparición del lehendakari Aguirre La diáspora dirgencial se profundizaría aún más cuando el presidente Aguirre solicitara al Ministerio de Asuntos Exteriores francés su salvoconducto para trasladarse a Bélgica, aduciendo razones de índole familiar (su madre estaba enferma, aunque para un político de su tenor el argumento sonaba insufuciente). La solicitud realizada en marzo de 1940 fue respondida afirmativamente treinta días más tarde, concedida en tiempo récord, habida cuenta de la complejidad que el trámite conllevaba. De tal modo, la partida de Aguirre dio lugar a diferentes conjeturas y/o conclusiones. Desde arriesgado hasta traidor fue considerado su viaje, potenciado, seguramente porque él salvó su vida y la suerte de muchos dirigentes republicanos sería bien distinta. El presidente,munido de oportuno misticismo, afirmaría que Dios lo había guiado con asombrosa sabiduría en mitad de aquel infierno que significaba una Francia invadida por los nazis. 262
No obstante, la cercanía de los alemanes obligará al presidente a abandonar rápidamente Bélgica con destino desconocido para muchos. Mientras tanto, a pesar de los ingentes esfuerzos de los políticos vascos, las gestiones en París y América resultaban infructuosas. Los operadores en Buenos Aires (Aldasoro), México (Indalecio Prieto), Nueva York (Intxausti) y Londres (Lizaso), con muchas dificultades consiguieron reiniciar la ronda de negociaciones para evacuar, tanto a Aguirre, como a cuatro sacerdotes y unos cincuenta políticos vascos que ya vivían escondidos en refugios y en paupérrimas condiciones. Lamentablemente, el imparable avance del nazismo sobre Europa no se condecía con los resultados conseguidos por los negociadores. Solo Intxausti obtendría el firme compromiso del gobierno de Washington de interceder ante Londres para facilitar la evacuación del contingente político vasco. Asimismo, en los primeros días de octubre, Pedro de Baldasúa y el canónigo Onaindia fracasaban ante las autoridades francesas, de quienes no lograron arrancar más que un par de promesas. Y cuando la GESTAPO, finalmente, había conseguido cercarlo, el 10 de noviembre, Aguirre, con la inestimable colaboración del Cónsul panameño, logró abandonar Bélgica bajo el falso nombre de José Andrés Alvarez Lastra y paradójicamente, residir cuatro meses en las ciudades alemanas de Hamburgo y Berlín. Al cabo, viviría dos meses en Suecia antes de abandonar el continente europeo, para luego arribar a Río de Janeiro en un buque mercante el 27 de agosto de 1941. Antes de radicarse definitivamente en Nueva York, donde ejercería diversas cátedras en la Universidad de Columbia, Aguirre visitará Uruguay y Argentina con el objeto de mantener contacto personal con las colectividades vascas, dando inicio a una nueva etapa, que será fundamental para el sostenimiento del virtual gobierno, del exilio vasco. Ante una Europa desestabilizada por las guerras, Manuel de Irujo pensó en crear un organismo sustituto que cubriera el vacío dirigencial ocasionado por la diáspora. Así fue que el 11 de julio de 1940 quedaría constituido el Consejo Nacional de Euskadi con sede en Londres. Con notable lentitud, empero con buenos resultados, el Consejo Nacional establecería contactos con una decena de gobiernos europeos asediados por el nazismo. Si bien era verdad que los avances con el Fo263
reing Office se caracterizaban por su falta de resultados, mucho mejor le iría con el gobierno francés. El pacto firmado establecía que en caso de guerra entre Francia y España (si ésta se sumaba al eje Alemania/Japón), los vascos serían aliados de los galos. Las negociaciones eran lentas, mas, positivas, aunque demasiado se estiraron en el tiempo y cuando los documentos estuvieron a al firma, las partes concluyeron que estaban escritas en castellano y francés, pero no en Euskera. Una nueva demora en su firma conllevó el pacto y cuando veinte días después, todo estuvo listo (era la primera vez que un gobierno francés le daba Status de país a Euskal Herria), Londres aconsejó suspender el Tratado por tiempo indeterminado. Sin embargo, la perseverancia de don Manuel de Irujo conseguiría que el 11 de junio, el general De Gaulle reconociera militarmente el pacto, incorporando las tropas vascas a las francesas, que pasaron a denominarse de inmediato Fuerzas Francesas Libres. Pero, treinta días después, los ingleses comenzaron a poner trabas (habían conseguido de Franco prescindencia bélica, que ya miraba con preocupación las derrotas de Mussolini en África, Grecia y el Mediterráneo). Ante el caríz que tomaban los acontecimientos, el dictador tomará distancia de Alemania con la venia de Londres, que a su vez trabajaría para disolver las fuerzas aliadas franco-vascas. Resultaría emotivo el acto militar donde De Gaulle, treinta días más tarde, admitiera que se veía obligado a disolver las "patriotas" fuerzas conjuntas por imperio de órdenes políticas que excedían su voluntad. La historia confirmará, años después, que el duque de Alba, embajador franquista en Londres, presionaba insistentemente para acabar con el pacto militar transpirenaico. De todos modos, aunque fallido, el pacto firmado por Irujo potenció sus discrepancias con Aguirre (de paso en Montevideo), que no le perdonaría jamás haber alineado al País Vasco con un militar derechista como De Gaulle. Tan grande fue la ruptura, que el propio Aguirre destituyó de su cargo a don Manuel de Irujo, asumiendo la cartera de Relaciones Internacionales. De tal manera y para que Euskadi sumara desgracias, se mantuvieron enemistados durante el año 1944 y buena parte del siguiente, donde la relación encontró cierto cauce tras el ingreso de Irujo al gobierno republicano. 264
Debió, entonces, transcurrir otra década para que en su discuro dado en el Congreso Mundial Vasco, celebrado en París en el año 1956, el Lehendakari Aguirre rindiera público homenaje al CNV y en particular a los nacionalistas Irujo y Lizaso. Comenzaría a partir de allí, el gran escalamiento de cambios suscitados dentro de un Euskadi vacío de poder real. El lugar que debieron ocupar los referentes políticos históricos del país se vería poblado de un variopinto de expresiones socialistas que repudiarían sin descanso al burgués PNV (vendido, según expresiones puras de los neo-partidos de izquierda al centralismo español). De tal manera, antes que acabara el año 1959, un grupo de profesores universitarios vascos comenzó a agitar reivindicaciones nacionalistas (la defensa del euskera resultaría ser su mayor símbolo) munido de un profundo sentido euskérico, dispuesto a dialogar sobre el ansiado separatismo hasta donde las palabras tuvieran un sentido valedero. Al cabo de los años renegarían explícita y recurrentemente de la política burguesa practicada por el PNV y jurarían tomar las armas en contra del centralismo español sin reparar que todo Euskadi pagaría de un modo u otro, con la sangre de sus hijos, tamaña transformación.
265
Módulo
El
x
euskera
Historia
de
la
lengua
vasca
El euskera y el hombre vasco han resultado indisolubles al paso de los siglos, resistiendo la historia misma que los cobija. De hecho, se corresponden absolutamente porque quienes hablan el euskera son hombres, mujeres y niños euskaldunes. Se trata, como en pocos casos de una verdad de Perogrullo consustanciada con cualquier ciencia exacta porque ha sido un lazo de unión entre los pueblos que la hablaron y aún lo hablan y para bien o mal, barrera inexpugnable para quienes no lo hicieron ni lo hacen. Ni siquiera podemos hacer mención de la fecha de su nacimiento, porque como el mismísimo pueblo vasco, no data desde…sino que su ascendencia se pierde en el tiempo. Si bien de uso reducido, el Euskera aun vive en una comunidad de igual dimensión con valores inconmensurables que solo le dan quienes la sienten propia. Tampoco les falta razón a algunos historiadores cuando afirman que la lengua euskera ha permitido el sostenimiento de sus pueblos. "Habla a lo vasco", es una frase que ha recorrido el mundo y por supuesto, se acuñó en las costumbres de las sociedades que como la República Argentina. cobijaron a decenas de miles hombres y mujeres euskaldunes/ as ¿Qué ha dado fundamento al paralelo? Pues, varias razones matizan la explicación: el euskera y sus dialectos no guardan parentesco con lengua al267
guna europea, por mucho que se haya intentado mixturarla. Nada de eso es verdad, hecha la comprobación fehaciente que las tribus euskaldunas fueron las primeras, de características nómades, en asentarse en un territorio mucho más amplio que el que actualmente ocupa. No es casual, y obedece a cuestiones puramente científicas, que el euskera haya despertado innegable interés en los investigadores de las Universidades de Stanford y Oxford hasta llegar a dichas confirmaciones a través del RH o los grupos de Rhesus. Muchos lingüistas se han sentido atraídos por la importancia que los vascos le dieran a su lengua materna como patrimonio cultural. Uno de los viajeros que con mayor propiedad pudo ilustrar el arraigo que desde el pasado tenía a principios del año 1800 en los "Biscayen", (con este nombre Europa reconocía a los vascos en su conjunto) fue el Filólogo Wilmelm von Humboldt. Tan subyugado se sintió por Euskal Herria y sus costumbres que decidió convivir por el término de muchos meses, él, que tan solo lo conociera de paso hacia España. Abonamos a la postura de desterrar mitos referidos a que existen lenguas más difíciles que otras (el euskera lo es, sin dudas) o que las hay más filosóficas o más progresistas que las demás. Por supuesto, para quienes hablan lenguas romances siempre le será más llevadero hacerlo con otras del mismo grupo. Tanto Lafon como casi todos los investigadores coincidieron en iguales argumentos: los inexpugnables Pirineos defendieron a ultranza el idioma y por mucho que los romanos impusieran el latín en las llanadas arabesas, Bizkaia y parte de Gipúzkoa, y Nafarroa, en sus desfiladeros se refugiaría el euskera para sostenerse por siglos del asedio invasor. Su pureza logró mantenerse intacta y sus principales características casi no sufrieron modificaciones. Conseguiría resguardar inalterable su fisonomía y a través de sus dialectos florecer hasta enriquecerse con sus auténticas raíces. Volviendo a Lafon, un historiador de manifiesta antipatía por el hombre vasco y su historia, le asignaba al euskera una territorialidad cercana a los170 km de Este a Oeste y 60 de Norte a Sur, con tal vez, unos dos mil euskaldunes hablándolo. La región del Iaparralde, con sus tres provincias, Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa sigue siendo el bastión de la lengua materna. También buena parte de Bizkaia (centro y oriente) y pequeñas regiones arabesas, así 268
como el norte de Nafarroa y tres cuartas partes de Gipúzkoa mantienen enhiestas la bandera del idioma. Su antigüedad Los indicios más antiguos del Euskera están referidos a nombres propios y fueron hallados desde el valle de Arán hasta el País Vasco moderno. Sus inconfundibles testimonios constan de inscripciones como ANDERE (mujer), pero también de adjetivos y sufijos de íntima relación con el idioma mismo. Resultará indiscutible, entonces, que en los antiguos territorios euskaldunes se hablaba una lengua casi idéntica al euskera. A diferencia de la historia euskaduna (por falta de documentación o por malicia, donde todo está en entre dichos), la gloriosa antiguedad del euskera nos eximirá de cualquier discusión. También el erudito Schulten, prestigioso por la interpretación de textos clásicos, aseguraba que nuestra lengua extendía su predicamento muchos kilómetros más allá de Los Pirineos. Estructura del euskera No escapará el euskera, aun siendo distinto, a la denominación clásica que advierte que una lengua es un sistema de signos y que éste, una unidad de dos caras: "significante y significado". Es decir, una serie de unidades que pueden ser percibidas por el oído como iguales o distintas entre sí. Particularidades 1- Cinco vocales 2- Oclusivas sordas (p-t-k) 3- Oclusivas sonoras (b-d-g) 4- Dos erres (suave y fuerte) 5- Dos eses (una apical y otra predorsal, pronunciada con la punta de la lengua como ZETA, parecida a la francesa, sorda) 6- Africadas (TX se pronuncia con la CHE o CE HACHE y TZ como zeta. Se considera al euskera una lengua aglutinante, igual que a la turca, constituyendo un modelo ideal, nunca realizado en su integridad. Posee abundantes recursos para la formación de las palabras y cuando 269
ha recurrido a préstamos, fue tan sólo por comodidad y no por falta de medios propios. Dialectos Las diferencias se establecen en la pronunciación, tanto en la naturaleza de los fonemas como a su frecuencia en la cadena hablada. Para desgracia del euskera, su invasor, Luis Luciano Bonaparte y precursor de la dialectología moderna, pretendió comprender nuestro idioma y clasificarlo en ocho dialectos. Su craso error consistió en no haber entendido que un dialecto, en un país como el nuestro, donde la variación es el resultado de sedimentaciones seculares, estaba más allá de simples límites geográficos. Por esa misma razón, dificultoso al extremo resultaría para los linguistas Juan de Moguel y Pedro de Astarloa circunscribir a cada provincia una dialecto propio. Si recorriéramos el país, pueblo a pueblo, casa a casa, no encontraríamos dialectos unitarios, con claras soluciones de continuidad, sino palabras pronunciadas de distinta manera (con variación en las vocales. Euskera o Euskara, Zaldí y Zaldía para el caballo podrían ser una definición en sí mismas como ejemplos válidos). Los distintos dialectos tomaron para sí algunas de estas denominaciones descartando las otras. De tal modo, las distintas regiones rivalizaron durante siglos por el solo hecho de diferenciarse de sus vecinos en la forma de hablar. El caso sintomático, peculiar y de neta imposición vasca se ha dado cuando en lugares distanciados entre sí usaron las mismas palabras, es decir, cuando la competencia no tenía lugar. Éstas y otras situaciones irrisorias han dificultado la pesquisa del enorme caudal linguistico completo y denota la tendencia general de todo carácter popular a disgregarse siempre y primero en masas menores antes de unirse en mayores. En las vecinas Bizkaia y Gipúzkoa, con diferencia de pocos kilómetros, el cambio es brusco, la forma de hablar muta, pero en otras, tendríamos que agudizar el ingenio para apreciar las diferencias. Mal que nos pese, la clasificación de Bonaparte es la única disponible y la que respetaron lingüistas como Resurreción Azkue. La extraordinaria paradoja estriba en que la división ofrece un marco de referencia que 270
todavía nadie sustituyó por otro. Pero el Príncipe Bonaparte, sin caracterizarse por ser un pensador profundo, sobresalía por intuitivo y sagaz. Era un registrador minucioso de todo lo grande y pequeño que ocurría a su alrededor. La clasificación de Bonaparte Dada la particular concepción que del dialecto tenía, planteó cuestiones académicas tales como la de determinar si el bastanéz era una variedad alto-nafarrotarra o lapurditarra. Y salvo por preferencias, no se podrían resolver de manera satisfactoria, ni en uno ni en otro sentido, dado que el bastanéz es en cierto modo, alto-nafarrotarra y lapurditarra, mas, podría no serlo, por tanto, se impone que lo definamos como aglutinador de rasgos de ambos dialectos. De oeste a este los dialectos son: 1- bizkaitarra 2- gipuzkotarra 3- alto-nafarrotarra 4- septentrional 5- meridional 6- bajo-nafarrotarra occidental 7- bajo-nafarrotarra oriental 8- zuberotarro Los últimos tres cuentan con variantes determinantes en territorio de los valles del Roncal. El primer rechazo a la caprichosa división obedece a que los dialectos no representan a las regiones del país ordenadamente. Por ejemplo, el occidente de Gipúzkoa es de habla bizkaitarra. En cambio, Bonaparte consideró el habla de La Barranca y Ergoyena como gipuzkotarra de Nafarroa. Es evidente que tomó como referencia geográfica que Los Pirineos en tiempos antiquísimos no significaran barreras diferenciadoras cuando la comunicación entre valles era directa. Establecer límites dialécticos ha resultado siempre una utopía. Sin embargo, dos tesis bien fundamentadas nos permiten suponer que las demarcaciones geográficas actuales de Gipúzkoa y Bizkaia se corresponderían con la divisoria de Vérdulos y Caristios. La segunda indica que el 271
Baztán, en tiempos de Felipe II formaba parte de la Diócesis de Baiona y la zona gipuzkotarra de habla bizkaitarra pertenecía a la de Calahorra. Al mismo tiempo, la toponimia es casi el único argumento que podrá ilustrarnos sobre el carácter de la lengua hablada en La Rioja (variedad de tipo occidental más cercana al bizkaíno) y en la llanada arabesa. Textos del siglo Xvi han dado fe de un habla autóctono, particularizado, pero inconfundiblemente occidental. Enfrentados a la clasificación de Bonaparte reaccionaron algunos investigadores como Uhlenbeck y Gorostiaga, entre otros, diferenciando o pretendiendo hacerlo, colocando al bizkaitarra por encima y diferente a otros dialectos. Se habrá tratado, quizás, de una exageración originada en el exacerbado individualismo de aquél. La historia indica que el dialecto gipuzkotarra vivió en estado de inferioridad respecto del bizkaitarra durante los siglos Xvi y Xvii y que solo en el siguiente, por obra de la extraordinaria obra literaria del Padre Manuel de Larramendi, maestro en Teología,a través de su Diccionario Trilingue (1745) equiparó la importancia de ambos dialectos, aunque también justo será indicar que enrevesó bastante la ya confusa situación reinante. Entendía que el euskera era una lengua adulta y perfecta, como lo sugería Dios en la división de las Lenguas (consideraba al euskera una de las 72 lenguas primitivas y matrices). Su conclusión tiene cierto asidero, teniendo en cuenta que en siglo Xvii el hombre se inclinaba a las cuestiones mágicas con llamativo ardor. Es dable suponer que el religioso multiplicaba la importancia del euskera contraponiéndose a la pretendida soberbia castellana al subestimar nuestra lengua porque según sus entendidos no poseía gramática. Quien mucho hizo por la revitalización del euskera fue el nacionalista Sabino Arana de Goiri a través de su pensamiento radical y comprensible por tratarse de un despertador de conciencias. Defensor a ultranza de usos y costumbres euskéricas, dejó para la posteridad su célebre frase que aún concita rencores en el centralismo español: "Euskaldunes, para amar el euskera, teneís que odiar a españa sin arrepentimientos". También el catecismo, de Ochoa de Arín (1713) es fiel al lenguaje usado en la época, en dicha región. El euskera y sus parentescos Muchas veces se cae en el facilismo de clasificar al euskera como una lengua "isla". Si bien es cierto que se trataría de un caso excepcional, también 272
está fuera de discusión que existieron parentescos remotos en el principio de la era cristiana. Está comprobado que lenguas de distinto origen conviviendo en áreas próximas tomaron al paso de los siglos un conjunto de rasgos comunes. En el caso del euskera sería imposible no relacionarlo con el latín o con ciertas singularidades de las lenguas escandinavas. Los parentescos que no fueron: El vascoiberismo y el origen africano. Con las lenguas caucásicas, según el Padre Fita, existen algunas posibilidades de parentesco (con la georgiana, precisamente), como documentado quedara desde el siglo V. En forma específica han defendido esta tesis, G. Dumezil, K. Bouda y H. Lafón. La hipótesis resiste el análisis toda vez que una gran familia lenguística haya quedado representada en Europa occidental por los pueblos euskaldunes. Resultará, entonces, lógico pensar en el Cáucaso como geografía concentradora de lenguas y típica zona de refugios. Por encima del empeño puesto por muchísimos investigadores en relacionar al euskera con cualquier lengua muerta que por allí anduviera, lo verdaderamente maravilloso ha sido la tenaz adhesión con que una pequeña comunidad, la de nuestros antepasados, supo mantener viva y en ejercicio pleno la lengua en ambientes poco propicios para su perduración. La lenta recuperación del euskera a partir del año 1975 en una sociedad completamente distinta
A partir del año 1975, cuando la demanda popular se hizo más intensa, comenzará la recuperación de la lengua materna. Asimismo, la Constitución española del año 1978 estableció que fuese el castellano la lengua oficial del Estado y que en las comunidades autónomas, sus respectivas lenguas revistieran carácter de co-oficiales. Este reconocimiento a su valor cultural no hizo más que devolverle a Euskal Herria su mayor patrimonio. Por otra parte, la llamada Ley Foral del Vascuence, aprobada por el Parlamento el 15 de diciembre de 1986 proclamaba que las comunidades como Nafarroa, poseedoras de lenguas maternas milenarias, estaban obligadas a preservarlas y evitar su pérdida o deterioro. Falazmente, obedeciendo a mezquinos criterios políticos, Nafarroa quedaría dividida en tres zonas: a- vascófona b- mixta c- no vascófona 273
Por su parte, Iruña sería incluida en la segunda zona con una característica que no será pasible de ponderaciones, precisamente: no se celebrarían bodas en la lengua madre. También, mediante un decreto firmado por el rey Juan Carlos en el año 1976, fue creada la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia), de hecho, la institución autorizada para evacuar cualquier tipo de consultas. La enseñanza del euskera Fueron creados dos métodos para aprender colectivamente el Euskera: 1- Recibir clases de euskera en castellano. 2- Introducirse en el idioma sin ningún tipo de preámbulo. Ambos métodos conviven en colegios públicos bilingües porque indistintamente uno es Asignatura y el otro, Lengua de aprendizaje. Las Ikastolas, nacidas en el año 1975, cumplen un rol fundamental en la enseñanza del Euskera. Las de San Fermín y Paz de Ciganda incrementaron su alumnado, obligando a la creación de una tercera: la Iskatola Blanca de Nafarroa. Sin embargo, a pesar del énfasis puesto de manifiesto por las autoridades, las Ikastolas municipales funcionaron con muchísimas dificultades hasta la creación del Patronato Municipal, ente nacido para fomentar la lengua madre a partir del año 1979. Muy a pesar del cúmulo de trabas e impedimentos, las matrículas aumentaron progresivamente, permitiendo que el idioma llegara a los municipios perisféricos. Por fortuna, tanto en colegios públicos como en institutos privados se revertía sustancialmente la situación cuando el euskera se convirtió en idioma de enseñanza obligatoria y el castellano, en simple materia de estudio. Ya a mediados del año 1977 se habían celebrado por primera vez los cursos de "Udako Euskal Unibertsitatea en la Universidad de Iruña con el patrocinio de la Corporación Municipal. A principios de la década del ochenta y subvencionada por la Diputación, la escuela Universitaria mantuvo una cátedra del Euskera, aunque tiempo más tarde fuera suprimida so-pretexto de la escacez de alumnos. Escuela Oficial de Idiomas Los nafarrotarras que estudiaban idiomas debían matricularse y rendir exámenes en la Escuela Oficial de Bilbo, situación que varió en al año 1976 cuando comenzaron a hacerlo en Iruña. 274
Centros privados El gobierno de Nafarroa, a través de la Dirección General de Lingüística tiene organizados servicios especiales al respecto. Entre otros, la Academia Arturo Kampión, el Instituto de Ciencias Sociales y también grupos de investigación folklórica y dantzas como Ortzadar. Impulsando el bilinguismo En los países de habla bilingüe, las realidades sociales se plasman en la administración pública como las actividades culturales. Sucede en Canadá, por ejemplo, con el francés y el inglés y otro tanto en Bélgica, donde conviven poblaciones de orígen Valón y Flamenco. También Iruña, se quiera o no, es capital de una comunidad bilingüe. Desde el año 1991 se potenció el bilingüismo, toda vez que la programación de los Sanfermines se ha publicitado en los dos idiomas. El cartel anunciador y la portada del programa festivo fueron el mejor ejemplo mostrado al mundo. Por las suyas, el Ayuntamiento y la IV legislatura en su nuevo gobierno (1995-1999) trabajaron en igual sentido en todo el territorio foral, respetando siempre el principio del voluntarismo, impulsando su presencia en ámbitos oficiales y medios de comunicación, mediante la creación del Consejo asesor del Euskera en el Gobierno. Entre las actividades impulsadas, figuraba el Plan de Esuskaldunización de la Administración Pública para que los funcionarios aprendiesen la lengua materna. La actuación de la Iglesia Ha tenido fundamental importacia su actuación en defensa del euskera y su dificultosa perduración. Oralmente consiguió mantenerlo en la predicación, sacramentos y catequesis. Tampoco los sacerdotes escritores permanecieron al margen del movimiento cultural histórico. En defensa del bilingüismo, el Arzobispo Méndez Asencio publicó en ambas lenguas la Pastoral Eclesiástica de Nafarroa. De tal manera, con su doctrina se pondría a la cabeza del actual movimiento cultural popular al sostener que el euskera es el idioma madre de Nafarroa e integrante insoslayable del patrimonio cultural euskaldun. También instaría a su propia iglesia a luchar por la defensa del gran valor histórico que la lengua atesoraba. 275
En el año 1974, su sucesor, el Arzobispo Cirarda recordó que el euskera era la lengua oficial, tanto como la castellana, de la iglesia nafarrotarra. Al mismo tiempo, en diversas parroquias y conventos de la ciudad y la comarca estará presente el euskera en la celebración de misas, primeras comuniones y funerales. Realidad lunguística actual A pesar de las vicisitudes padecidas a través de los siglos (lacras políticas/sociales/económicas, entre otras tantas), Iruña luce bella y renovada, tanto en avenidas, parques y edificios (actuales y antiguos). Cumple con todos los requisitos exigidos para ser considerada una capital importante (servicios educativos, sociales y deportivos) y nadie podría discutirlo, más allá de simpatías ocasionales. No obstante, puesto a discernir sobre los resultados del esfuerzo realizado por mantener vivo el euskera, nos encontramos con dos realidades y juicios encontrados. Si prestamos atención a las trabas que un euskaldun encuentra a la hora de manifestarse en su idioma (el rechazo oficial y la escacez de hablantes profundizan las dificultades), nuestro optimismo vira de repente hacia un estado de preocupación. Pero, si observamos el pasado reciente, veremos que la recuperación del euskera ha sido casi prodigiosa. Tan solo dos décadas atrás era mirado con curiosidad quien lo hablara cotidianamente. Por fortuna, el panorama social indica una evolución notable del habla de la lengua materna. Ha dejado de ser considerado idioma despectivo, carente de méritos y asunto propio de caseríos montañeses. En esta nueva sociedad, universitarios y profesionales vascos se ufanan de hablarlo. Los cimientos de un nuevo edificio reconstruido con sumo esfuerzo (nuevamente el euskera en boca de todo y todos) muestran que la utopía de verlo enhiesto no era un sueño irrealizable. Así lo indicaron las cifras oficiales que arrojara el censo realizado a principios del año 2004, indicando que un 20% de la población vasca hablaba ambas lenguas, que un 75% solo el castellano y que un nimio 5% se expresaba a través del euskera solamente. Las cifras son austeras y exigen de criterios acertados para analizarlas. Aunque, con solo mirar al pasado, el optimismo desbordará la mesura. Sigue siendo la Comunidad Foral el colectivo euskaldun más numeroso 276
para fomentar y sostener el idioma originario que aquellos euskos hablaron, transversado a un sociedad más culta, distinta, allende las montañas, pero dinámica y nacionalista, convencida que al defender su idioma, estará haciendo lo propio con los usos, costumbres y la inveterada intención de ser libres, eligiendo siempre el camino del diálogo y la paz para conseguirlo.
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Módulo
xi
Orígen de los apellidos En las costumbres vascas siempre existió estrecha relación entre la familia y el solar, o el caserío, que por otra parte tenían su nombre propio e intransferible de generación en generación, que derivaba de la "Casa tronco". Por tanto, era usal colocar detrás del nombre de pila o patronímico, el que identificaba a la Casa, considerada como el orígen del linaje. De tal modo, a partir del siglo xv comenzó a agregarse un nombre derivado del asentamiento a través de un sufijo de lugar, por ejemplo: AGA EJ: Astigarraga Alzaga Elorriaga Madariaga En Nafarroa se usó el sufijo AIN que denota la profesión de quien lleva el apellido. AIN EJ: Berasain El sufijo EGUI, TEGUI, TEGUÍA expresa el lugar donde se guardan animales. EJ: Maiztegui, Berazategui, Beláztegui El sufijo ETXE, ETXEA se usa para identificar la vivienda o casa. EJ: Etxepare, Teletxea, Ormaetxea, Estetxe, Olartiocoetxea. El sufijo BORDE o BORDA significa una construcción aledaña a la vivienda familiar para guardar aperos o maquinarias agrícolas. EJ. Etxepareborda El sufijo ALDE significa "al lado de" EJ: Elizalde al lado de la iglesia Duhalde al lado del río 279
El sufijo BERRI significa "nuevo" EJ. Jaureguiberri Bordaberri El sufijo URU significa "parte alta de" EJ: Uriburu Uturburu Sustantivos
característicos del caserío que dieron origen a
DISTINTOS APELLIDOS. ARITZ
roble
BAGO
haya
URKI
abedul
ALTZ
aliso
URRITZ
avellano
ARAN
ciruelo
IKOA
higuera
MÚXICA
duraznero
LIZAR
fresno
INTXAUR
nogal
ZUMAR
olmo
UDAR
peral
SARATZ
sauce
ZAGAR
manzano
APODOS LUEGO TRANSFORMADOS EN APELLIDOS
280
LOPE AINDÍA
El grande
BEGUIURDINA
La de los ojos azules
PERO BELCA
El negro
DOMINGO CHIPIA
El pequeño
PERO EZQUERRO
El zurdo
GUTI
Pequeño
ONA
El bueno
LEUNA
El suave
SENDOA
El robusto
SUFIJOS AGREGADOS PARA CONFORMAR DISTINTOS APELLIDOS ALDI espacio de tiempo
ARIN
ligero
ALDE junto a
AZKEN fin
BAT
uno
BESTE otro
BERO caliente
BI
ELK
salido
GARA altura KETA cantidad
ERDI
dos
EGI demasiado
medio GAITZ
malo
GOI parte superior HERRI país KO
LAUR cuatro
OTZ
TZARK aumentativo
TXIPI
de frío
ONDO cerca TXO
pequeño
disminutivo URRI escaso
ZAR viejo
281
NOMBRES
SU
NOMBRES
SU
VASCOS
SIGNIFICADO
VASCOS
SIGNIFICADO
AINÉS
INÉS
ANDDE
ANDRÉS
ALIZA
ALICIA
ANDONIA
ANTONIO
BAKARNE
SOLEDAD
BENTXANT
VICENTE
BETTIRI
PEDRO
EDURNE
MARÍA DE LAS NIEVES
FLORENXA
LORENCIA
DOMEKA
DOMINGO
GANA
JUANA
ESTEBEN
ESTEBAN
GILLEMA
GUILLERMINA
FRANTXOA
FRANCISO
HUARRAMARI
MARITA
GANIX
JUAN
ISABEL
ISABEL
GILLEN
GUILLERMO
JANAMARI
JUANA MARÍA
GORCA
JORGE
JOANA
JUANA
IÑAKI
IGNACIO
IZTEBE
ESTEBAN
KARMELE
MARÍA DEL CARMEN
KLODOBIKE
LUISA
JOANES
JUAN
LORA
LAURA
JORJE
JORGE
MADALEN
MAGDALENA
JOSEBA
JOSÉ
MAI LUXA
MARÍA LUISA
KARLO
CARLOS
MARITXU
MARÍA
KOLDO
LUIS
KOXE
JOSÉ
ODINAZE
MARÍA DOLORES
TEREXA
TERESA
MARTZEL
MARCELO
XEXILI
CECILIA
MIKELE
MIGUEL
ZUXANA
SUSANA
PATXI
FRANCISCO
PIER
PEDRO
THALE
CARLITOS
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Causas de la inmigración Nos es dable suponer que en una inmigración extendida por alrededor de ciento setenta años, diversas causas hayan confluido no sólo para propiciarla sino también para potenciarla hasta alcanzar cifras poco menos que increíbles. Existió una migración temprana (a partir del año 1770, aproximadamente, hasta el año 1815) de aquellos vascos jóvenes de familias acomodadas que a manera de punta de lanza fueron enviados a América para afianzar riquezas, mayoritariamente en la República Argentina. La sola mención de aquellos apellidos, de vital importancia luego en los sucesos de Mayo de l810, de Julio de 1816 y en la Convención Constituyente del año 1853, nos dirán a las claras del notable predicamento político, social y económico que alcanzaron en una nación en ciernes. Entre muchos otros destacaremos a los Alzaga, Sarratea, Ortiz de Zárate, Santa Coloma y Urquiza. Asimismo, diversas investigaciones realizadas por García Belsunce sostienen que para el año 1810 en la ciudad de Buenos Aires habían llegado del País Vasco 265 pobladores para dedicarse al comercio de los cuales, 227 provenían de la provincia de Bizkaia. El extraordinario porcentaje encuentran sólida explicación en la familiaridad de aquellos bizkaitarras con el mar y la propensión a la aventura, pero también al notable poderío económico de aquella provincia donde sus astilleros gozaban desde algunos siglos atrás de gran predicamento en Europa. 283
Cuando el siglo xvii acababa, un hecho trascendental y nefasto castigaría sin descanso a Euskal Herría: La Revolución Francesa. A partir de su imposición, hombres y mujeres padecieron el flagelo de persecuciones sin fin, tanto por cuestiones políticas y religiosas hasta conculcarles a las provincias de Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa los Privilegios y que salvaguardaban milenarios usos y costumbres de los que gozara la región del Iparralde. A partir del año 1793, entonces, su cultura y fundamentalmente su lengua, el Euskera, Serían desconocidos absolutamente por un centralismo despótico y si a ejemplos concretos debemos remitirnos, recordemos, pues, que tanto en escuelas como iglesias colgaban carteles rezando: “PROHIBIDO ESCUPIR Y HABLAR EN VASCO”. Sin embargo, no acabarían allí las vicisitudes para los vascos. Por siempre exceptuados de prestar servicio militar amparados en aquellos Fueros, cuando la Revolución decidiera que todos los ciudadanos eran iguales ante la ley, desde los puertos de Baiona emprenderían el largo viaje hacia América, para no alistarse en el ejército. Otra razón de peso la encontraremos en las legislaciones vigentes por la que sólo el hijo mayor podía heredar los bienes familiares, de manera que los menores no tenían opción alguna de progreso en el viejo caserío natal y sin predisposición a aceptar las reglas impuestas por las nuevas fábricas instaladas en el País, el proyecto americano aparecía por demás apetecible. En los solteros la decisión no pesaba demasiado y quienes tenían familia, prometían que una vez instalados en la nueva tierra mandarían por ella. Por último abordaremos la tercera y última migración en importancia que se diera cuando estalló la Guerra Civil española en el año 1936. Fue tal la diáspora producida entre vascos perseguidos una vez más por cuestiones ideológicas y religiosas que cuatro años más tarde, el criminal franquismo había expulsado a miles de connacionales que veían nuevamente en el continente americano, al menos, la salvación de sus vidas. Los últimos contingentes de vascos llegaron a la República Argentina en los años 1944 y 1945 merced a los oficios patrióticos de un descendiente de euskaldunes como lo fue Roberto Ortiz Liziardi. Gracias a su invalorable gestión,miles de vascos indocumentados o con el precario documento expedido por el Gobierno Autónomo en el exilio, pudieron 284
ingresar al país anulando un decreto firmado por el entonces presidente Juan Perón (en clara connivencia con el fascista Francisco Franco) que prohibía su entrada. Como conclusión valedera, tenemos entonces y a manera de síntesis histórica que cuando nuestros ancestros emprendieron el irreversible peregrinaje hacia tierras lejanas desobedecían el mandato que aconsejaba transitar caminos conocidos antes que desafiar al destino. Sería de aquel modo y desde distintos puertos (Baiona, Sevilla o Bilbo), que los vascos, con o sin pasaporte, en primera clase o como polizontes, debieron migrar de su Euskal Herría natal. Atrás dejaron para siempre la beligerancia de dos estados colindantes, avaros y siempre propensos a dirimir pleitos en suelo euskaldun. De aquel impresionante número de inmigrantes, más del 70 % recalaría en el puerto de Buenos y el resto rescribiría su propia historia tanto en el Uruguay como en Chile. Rápidamente, el hombre vasco lograría consustanciarse con la inmensa geografía y con el medio ambiente que mejor conocía:Las zonas rurales, aquí multiplicadas por miles de leguas de campos sin explotar, en contraste con los mínimos caseríos. Sin siquiera salir del Hotel de Inmigrantes, pero requeridos por parientes ya establecidos o por estancieros que conocían las cualidades del hombre vasco en tareas inherentes, de inmediato conseguían trabajo. Y de hecho,honraron la fama que los precedía. Laboraron grandes extensiones de campo de acuerdo a sus usos y costumbres, ayudando, incluso, a fabricar arados a imagen y semejanza de aquellos que utilizaran en Europa. Pero, fundamentalmente, hicieron de la cría de oveja y su esquila un medio de vida desconocido en el país. Era tal su destreza para trabajar el campo de a pie, (el ganado ovino lo exigía en contraposición de las costumbres del gaucho argentino acostumbrado a realizar sus tareas sobre el caballo) que rápidamente encontraría recompensa al participar de las ganancias que a cada año le reportara al ganadero el aumento de sus cabezas de ganado (un tercio del total de las nuevas crías anuales era para ese vasco). Esta modalidad posibilitó que al cabo de algunos años, aquel modesto vasco lograra arrendar algunas hectáreas en aras de su propia emancipación (el ejemplo icono al respecto será el vasco venido del Iparralde, 285
Pedro Luro cuando al momento de su muerte poseyera más cabezas de ganado y hectáreas de campo que el mismísimo Euskal Herría). También fue alambrador (el vasco alambró hasta el límite mismo donde el indígena aún imponía condiciones y lograría hacerse amigo, seguramente porque ambos hablaban idiomas ajenos al castellano, la lengua del conquistador. Cavaron pozos para extraer agua, pero también fueron eximios ladrilleros ( “más grande que ladrillo e’vasco” es un proverbio que aún perdura en zonas rurales). Aunque, seguramente, donde más sobresaldría la etnia de nuestros ancestros fue en la actividad tambera. Al paso de las décadas, empresas líderes de neto origen vasco volcadas no sólo a la actividad lecha sino también a sus derivados dejarían sellada otra impronta de nuestra etnia. En cambio, los hijos de aquellos primeros inmigrantes, al tener la posibilidad de realizar Estudios secundarios y luego, acceder a carreras universitarias, ganarían protagonismo No sólo desde la política, sino también desde la ciencia, el periodismo, las artes y el deporte mismo,para hacer honor a las cuatro premisas en las que el hombre vasco basara su existencia: 1- Apellido 2- Familia 3- Palabra 4- Considerar como su patria a la tierra que le permitiera conformar su futuro.
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xiii
El sabor de la historia euskalduna a través de anécdotas narradas por el historiador de orígen vasco, Alberto Sarramone 1- Los vascos y el contrabando Esta peligrosa actividad, reñida con la ley, reconoce su fundamento en la frontera impuesta por los dos estados colindantes, España y Francia. Desconocer los límites, era para los vascos, además de una actividad lucrativa, un desafío y una forma heterodoxa de afirmar su indiscutible personalidad nacional. La otra razón tenía que ver con la diferencia de precios existentes entre ambas partes de Los Pirineos. Contaban, además con el cabal conocimiento del terreno en que se movían, problema que sufrían, en cambio, los guardias aduaneros. Muchas veces, conseguían la complicidad de estos guardias, al dejar mercancías cerca de sus puestos, y éstos, a manera de compensación, solían disparar al aire. También el Irrintzi de los pastores vascos oficiaba de método de comunicación imposible de descifrar para la policía fronteriza. Teniendo en cuenta que se trataba de gente corajuda, con sangre fría y neta habilidad para comerciar, no era difícil entender las razones por tanta arbitrariedad impuesta, mas, desconocida por los vascos. 2- Planes de ajuste y un vasco acorde a las circunstancias. Reinaba en Francia Luis Xiv (aquél que afirmaba EL ESTADO SOY YO) con grandes dificultades económicas y necesitado como estaba de 287
recaudar dinero por impuestos que la gente no pagaba, le sería aconsejado contratar a un funcionario vasco de Baiona para tal emprendimiento, apellidado Silueta. Resultaría tan encomiable su labor que a medida que se engrosaban las arcas de la Corona, la gente adelgazaba porque comía menos, amenazada con cárcel como estaba por el vasco, ante la obligación de pagar. Por supuesto, la frase más mencionada de la época fue "Estar a la Silhouette", palabra afrancesada, derivada del apellido del vasco que quedara inmortalizado por su tenacidad puesta al servicio de la tarea emprendida. Un acuerdo que aún perdura: el nafarrotarra-bearnés En el municipio de Ibaza, límite fronterizo entre la provincia de Nafarroa y la región del Bearn, se realiza desde hace 600 años una tradicional ceremonia. El ritual cruce de manos sobre la piedra de San Martín, renueva cada 13 de julio un pacto ancestral, consistente en que el valle bearnés de Baretous le pague al del Roncal nafarrotarra tres vacas anuales como rúbrica del acuerdo de paz celebrado en el año 1373. Cada 13 de julio, como expresado queda, los alcaldes de los dos valles cruzan sus manos y bastones sobre la histórica piedra, procediendo luego a la entrega de las tres vacas que deben responder a las características de tener el mismo pelaje, dentaje y cuernaje. La fantástica jornada se lleva a cabo a 1700 mts. de altura, al pie del pico Los Tres Reyes (2440 mts. de altitud) y no ha sido jamás suspendida por malas condiciones climáticas. Si cierto resulta que en pleno siglo Xxi cuesta imaginarse tamaña devoción en cumplimentar pactos de nuestros ancestros, obligatorio será aclarar que el orígen del acuerdo se remonta a una serie de conflictos violentos, suscitados entre pobladores de ambos valles por el acceso de los rebaños al agua y a los pastos de la región, en medio de amenazas y homicidios cometidos recíprocamente. Todo indica que dada la gravedad de los hechos, debieron intervenir los príncipes Carlos II de Nafarroa y Gastón Febus, vizconde del Bearn, así como los obispos de Florón, Baiona, Iruña y Jaca. Sin embargo, ante la falta de soluciones pacificadoras perdurables, se vería obligado a mediar el Alcalde de Ansó, Sancho García, quien a 288
su vez, daría intervención a un jurado de hombres prestigiosos de ambos valles. Los resultados de las investigaciones llevadas a cabo determinaron que los transgresores (los pobladores del valle de Baztán) pagasen anualmente sus crímenes con tres vacas. Fiel al estilo vasco, escrupulosamente, el acuerdo se celebra año tras año sin necesidad de reclamo alguno hasta nuestros días. La ikuriña o bandera vasca Nacida para representar a Euskadi toda bajo el influjo del notable Arana de Goiri, contiene fondo rojo en honor a la antigua y original sangre euskalduna y está surcada por dos cruces simbolizando el profundo cristianismo de los vascos. Una cruz es blanca, acostada como la de San Andrés, simbolizando el sufrimiento del pueblo vasco cuando perdiera sus libertades. La otra cruz es de color verde, signo de esperanza, representando el color de su suelo húmedo, cubierto de vegetación. Justo es reconocer que en un principio la Ikuriña (sus colores originales, claro) pertenecían a Bizkaia y su partido político. Iparraguirre, autor del himno vasco Seguramente, estamos frente a uno de los personajes más pintorescos que arribara al Río de la Plata. Oriundo de Gipúzkoa, llegaría a nosotros en el año 1858 sin más pertenencias que una guitarra y el bagaje cancionero que lo indentificaba con el País Vasco. Tras casarse en Buenos Aires, años más tarde se afincaría en el Uruguay para regresar ya avanzado en años a su caserío en Euskadi. Al abrazarse con su madre (entrada en años y padeciendo su ausencia) y teniendo en cuenta que había partido a América sin siquiera comunicárselo, ésta solo le reprochó la tardanza en volver de cercanías. Insólito, pero real. Mejor dicho: ¡Cosa de vascos! El juego de pelota a paleta en el río de la plata En un principio, se jugaba con la mano, protegida por un guante que más tarde fue reemplazado por una especie de canasto de mimbre revestido en cuero para darle más fuerza al golpe dado. Esta especialidad nació en la región del Iparralde y el objeto fue denominado "Chistera". De inmediato, el juego se popularizaría en el Hegoalde también. 289
Al cabo de los años, fueron incorporadas distintas especialidades al mismo juego. Las fortísimas migraciones al Río de la Plata se encargaron, por supuesto, de trasladarlas a la República Argentina, donde causarían furor. De hecho, en el año 1779 existíaen la ciudad de Buenos Aires una cancha de Pelota muy concurrida en la intersección de las calles México y Tacuarí. Era tanta la popularidad del juego entre los habitantes de Buenos Aires, que en el año 1830, el gobernador Juan Manuel de Rosas encargará la construcción de una "Plaza de Pelota". Por su parte, en el tradicional barrio porteño de Saavedra, en Del Tejar y Monroe se levantaba un bar con canchas de Pelota y Bochas, otro deporte practicado desde siempre por los vascos. El crecimiento era imparable, tanto en jugadores como en aficionados, dando lugar a que el 10 de noviembre de 1882, el centro vasco "Laurak Bat" de la capital inaugurara su Plaza de Pelota con la presencia del Intendente Torcuato de Alvear. Indudablemente, se trataba de un juego de elite practicado por la clase alta y media de la sociedad porteña, teniendo en cuenta que el 16 de abril de 1885, el presidente Sarmiento presenció el partido disputado por el invicto vasco y a la postre triunfador, Ignacio Sarrasqueta (más conocido por "Chipia de Eibar") sobre Pedro Zabaleta. Por último digamos que el Frontón Nacional fue el más completo centro social y deportivo de la capital y como dato lamentable agreguemos que en dicha cancha perdió la vida al recibir un pelotazo en el ojo, Martín Irigoyen Dodagaray, padre de quien fuera presidente de los argentinos, Hipólito Irigoyen. Presenciaba un partido jugado por pareja a 50 tantos. Como ya sostuvimos, se trataba de un deporte que concitaba extraordinario interés y pasión (se jugaba por plata a través de apuestas), circunscripto tan solo a la capital. Y un vasco tambero, Gabriel Martiren, radicado en el gran Buenos Aires (Florencio Varela, precisamente), de regular, asistente y jugador en canchas capitalinas, le aportaría al juego variantes extraordinarias hasta implantarlo en la zona donde residía. Producto de la necesidad (los costos de la paleta importada desde Euskadl Herría eran elevados) inventó la paleta argentina con el omóplato de las vacas (un hueso con formato similar) y al popularizarla, decenas 290
de adherentes al juego, con solo pedirlas en el matadero local, tenían pués, el elemento esencial para practicar un juego apasionante. De hecho, el juego de Pelota fue el primer deporte en profesionalizarse, tanto en la República Argentina como en el Uruguay. Referidos ya al origen del juego, admitimos que siempre ha sido materia de discusión si los vascos fueron sus inventores, dado que lanzar objetos esféricos resulta común a muchas culturas primitivas, aunque no será menos verdad que nuestros ancestros practicaron toda suerte de rebote de pelota contra frontón: 1- a mano desnuda 2- con paleta 3- a remonte 4- a cesta punta 5- con chistera A principios del siglo Xiv, en Nafarroa, muchísimas casas tenían por delante un espacio cuadrado, cerrado en forma de U, nivelado el piso con mucho cuidado y con ramas esparcidas a determinada altura a manera de techo. A su vez, la pelota, de diferentes tamaños podría ser de cuero, goma o material duro (modalidad preferida). En cuanto a la cancha, con el correr de las décadas se le imprimió mayor variedad y riqueza al juego con la implantación del llamado tambor en la unión del ángulo formado por la pared lateral derecha y la del fondo. Desde hace muchísmos años, los jugadores vascos dominan todas las variantes del juego de Pelota, con campeones mundiales en casi todas las especialidades. Insistimos con que se trata de un deporte altamente profesional donde las apuestas forman parte del ritual insoslayable. Y si de apuestas hablamos, no podemos menos que explicar su sistema: desde una de las tribunas se arroja a la de enfrente una pelota de caucho cortada al medio con el dinero de la apuesta hecha. Quien la recoge aceptará esa apuesta y si gana se quedará con lo recibido y en caso de perder, colocará su dinero junto al que recibió y lo arrojará hacia el mismo lugar desde donde vino la pelota. Sin pleitos, sin artimañas…por la simple pasión de apostar, a lo vasco, que aunque timbero, no dejará de honrar su palabra. 291
El lauburu o svástica vasca Lauburu significa "cuatro cabezas" y se trata de un símbolo que parece provenir de regiones asiáticas. Para los arqueólogos puede significar fuego, trueno, rayo o el movimiento mismo de la vida. Lamentablemente, la svástica nazi se le asemeja, pero no quedan dudas que la vasca es de extrema antigüedad, sin ningún tipo de similitud en su significado. Distintas investigaciones aseguran que estos símbolos llegados al País Vasco se corresponden con creencias precristianas y sirve, de hecho, para confirmar la gran antigüedad de las tribus euskas poblando los territorios. Indudablemente, se trata del emblema venerado por los pastores, puesto que representa los poderes benéficos de las fuerzas naturales. El primer vecino (inveterada costumbre del iparralde) Era elegido entre los sabios viejos de cada aldea y entre las variadas funciones que cumplía, figuraba la de quitar una teja de la casa de un recién fallecido "para facilitar la salida de su alma y que volara libremente". Al parecer, temerosos de los malos espíritus, los vascos intentaban impedir que los muertos se transformasen en fantasmas. Ese mismo día, "El primer vecino" debía golpear con fuerza inusitada las colmenas de abejas para que éstas produjeran cera para fabricar las velas que usarían en el velatorio del muerto. Un viejo proverbio del que pocos saben su significado "A cada chancho le llega su san martín" El dicho que nos llegara de la región del Iparralde y que en la Argentina hemos repetido sin solución de continuidad sin saber realmente su significado, tiene que ver con que en todos los caseríos se daba comienzo a la carneada anual del cerdo, justamente en la fecha en que se conmemoraba el día del santo Martín, el 11 de noviembre. Cómo los vio Víctor Hugo El gran poeta francés definiría a los vascos como individuos indigentes y magníficos, siempre cabalgando sobre grandes asnos recargados de cascabeles, sin que quedase claro si los criticaba o halagaba. Los tildó de profundamente alegres y soberbios y ya refiriéndose al País mismo, sostuvo que se trataba de una tierra bendecida y que quien 292
la visitara una vez, siempre querría regresar. A propósito de su sentencia, el alemán von Humboldt coincidiría con él, seguramente. Un vasco casado, de luna de miel y con carneros Esta anécdota cobraría vida en la República Argentina. Al parecer, a falta de mujeres vascas en la pampa, un vasco escogió por esposa a una criolla. Por razones laborales y económicas, pasaron su luna de miel en el mismo rancho donde vivirían, con el consiguiente atraso en las tareas cotidianas por obvias razones. Y gozando estaban de las mieles insuperables, cuando el vasco fue avisado por su capataz que en el carromato que estacionara junto al corral había cuatro carneros recién llegados por ferrocarril para ser mezclados con la majada de la estancia. También le fue asignada la tarea de viajar hasta el pueblo para pagar el flete y entonces, consignó a su flamante esposa la tarea de vigilar a los cuatro carneros para saber si "trabajaban lo suficiente" como para justificar el precio pagado por ellos. A su regreso, hizo puntual pregunta sobre "el trabajo realizado por los carneros" y para su sorpresa, la respuesta no se hizo esperar: -¡Qué van a trabajar si se lo pasaron montando todo el día! Pueblos vecinos y quizás, parientes de los vascos Históricamente, convivieron con los vascos y no siempre de manera pacífica: 1- Gitanos: Se trata de una etnia universalmente esparcida que vivió y vive aún en el País Vasco y que ha conseguido hablar el euskera cotidianamente e incluso, mezclarlo con sus dialectos hasta hacerlo inentendible. 2- Gascones: Habitaron el Norte de Los Pirineos en las zonas de Pasajes y Donostia, además de Nafarroa. 3- Cascarots: Siempre residieron alrededor de Donibane Garazi (San Juan de la Luz, sin poder determinarse a ciencia cierta su prcedencia. Al parecer, sus ancestros fueron los Godos, aunque otras vías de investigación indiquen que descienden de los leprosos que vivían apartados del resto de la población. 4- Agotes: Habitan el valle de Baztán, sin que se conozca su orígen, también han vivido alejados de la sociedad vasca. 293
Euskobide o derecho vasco En euskera, significa, llanamente, "Camino de la Mano". Entre sus fundamentos principales, el Euskobide no impone ni domina, va de la mano de la persona porque es profundamente humano. Todas las conclusiones han emanado de la conciencia. Los vascos y la isla de Terranova Comprobado como está, que a finales del siglo XiiI, cazadores de ballenas vascos pisaron la isla de Terranova, no hará falta insistir con que fueron los primeros en poner un pie en América, casi un siglo antes que su "descubridor", Cristóbal Colón. El Descubrimiento de América y su verdadero soporte económico y logístico: el armador bizkaitarra, Juan Lakosa Pocas revisiones históricas revisten la importancia de ésta. En contraposición con la historia contada por españoles, variadas investigaciones, con ligeros matices, claro está, sostienen que el supuesto marino genovés, Cristóbal Colón deambulaba por los astilleros de Bizkaia con algunas cartas marinas (las pretendidas rutas hacia la después llamada América), erráticas y con datos geográficos arrebatados a aquellos cazadores de ballenas vascos, que arrasados por el botulismo no alcanzaron a tocar puertos a su regreso. También, quedará claro que su tenacidad premio tendría ya que al contactarse con el armador Juan Lakosa (contramaestre con predicamento ganado en buena ley y fuerte arraigo familiar con el feudal Lezcano, que también tenía en su poder las cartografías más valiosas, consiguió que éste, tras prolongadas negociaciones con los monarcas españoles, se interesase en las expediciones ambicionadas por el genovés. Otra profunda investigación posterior, llevada adelante por Alice B. Gould nos indicará que de los 87 tripulantes embarcados en las tres carabelas, veintidós eran de orígen vasco (diez de ellos, presidiarios de la cárcel de Bilbo). Así fue, que puestos en marcha, el armador bizkaitarra aportará la carabela más poderosa (la única artillada, entre otras diferencias sustanciales). La señora Gould hará hincapié en la misma investigación sobre la Real Cédula expedida por la Corona el 28 de mayo de 1493, donde constan los acuerdos económicos entre los reyes y el armador Lakosa, al 294
que muchos apodaban Juan "el bizkaitarra", para confirmar, por si falta hiciese, su rotundo orígen euskaldún. La gorra vasca y sus colores transplantados a la argentina Se trata, seguramente, del mayor símbolo vasco que se haya usado y aún se use en el mundo entero, particularmente en la República Argentina y el Uruguay, en colores negro (mayoritariamente) y azul. Adentrados ya en cuestiones ideológicas, la gorra de vasco ha cumplido excelso papel de identificación partidaria en la Argentina: de color blanca (txapelzuri) para los radicales, de color rojo (txapelgorri) para los conservadores y para los peronistas, la verde. Digamos que tanto en América como en Europa, nadie que se precie de vasco auténtico llevará su gorra sin su rabillo (txurten). Refranes vascos más conocidos Sobre la fama: mejor buena fama que ser rico. Sobre el dinero: más vale suficiente que demasiado. Quien todo lo quiere, todo lo pierde. La fuente pequeña apaga la sed tanto como la más grande. Sobre amigos y la amistad: El amigo hacer mejorar, el malo, empeorar. Cuentas claras, viejos amigos. Sobre el trabajo: Ttrabajo rápido, trabajo en vano. A piedra que anda no se le adhiere el musgo. Gallina andariega, comida para las zorras. Sobre la mujer y el matrimonio: la mujer, el fuego y el mar son cosas muy peligrosas. Antes que casarse, conocer. Sobre el saber: No todas las verdades son buenas para ser dichas. No hagas nada Juez hasta escuchar la otra parte. Quien ande entre sabios, sabio será. Varios: Es mejor tener uno que esperar dos. Todo mal tiene su peor. No harás en el campo lo que no fuera bueno para la ciudad. Fortunas vascas en la República Argentina Como dato llamativo digamos que las diez fortunas más grandes del virreynato pertenecían a familias vascas, a saber: 295
Casimiro Necoetxea Martín de Sarratea Martín de Alzága Gaspar Santa Coloma Juan Esteban Anchorena Vicente de Azcuénaga Raíces de nombres esenciales euskadunes Eusko = Vasco Euskalduna Naiz = Soy Vasco Basko = Baso = Bosque Ko = Hombre El final de un largo viaje ¡Próxima estación, fin del recorrido! La impersonal voz del guardatren sentencia lo inexorable: todo acabará en poco rato más. Al picar por última vez mi boleto, me ha preguntado cuánto tiempo llevo viajando. -Pués…verá usted-respondí, rodeado por distintas sensaciones-mi viaje comenzó en el principio de la historia, décadas más, décadas menos. Me ha mirado con desconfianza el hombre. Casi al borde del desencjae, mal supuso que intenté burlarme de su requisitoria. Y entonces, obligado me ví a explicar con lujo de detalles. Le he contado de mi asombro por "ver" a Eneko en cabalgata triunfal tras sus montañas y de mi pena infinita por saberla a Iruña tres veces sepultada entre escombros, a causa de guerras e invasores inescrupulosos. Le juré, acto seguido, que conviví por casi dos años con aquellos feudales enfermos de poder desquiciante que por poco acabaron con el País mismo. Mientras abría sus ojos desmesuradamente, le hablé de mi emoción por conocer a un nacionalista controversial como el conde don Pedro Manrique y enfatizé sobre su gesta triunfal de Munguía. Y entre tanto relato apresurado, admití mis limitaciones a la hora de intentar comprender la batalla absurda que librara Unamuno contra nuestra lengua materna y me extendí en conclusiones sobre la vivencias recogidas por von Humboldt en la Euskal Herria de finales del siglo Xviii, que solo le permitieron maravillarse con sus paisajes y su gente durante el año que durara su estadía entre nuestros ancestros. 296
Le hablé de hombres preclaros e insignes de la talla de Elcano, Ignacio de Loyola, pero le expliqué que por respeto a su notable tarea de docencia y trayectoria, no había "hablado" casi con Arana de Goiri. Que todo se sabía de él y que me parecía irrespetuoso hacerlo. Solo hizo un gesto de comprensión, creo, cuando el dolor por los tres años de guerra civil padecidos por Euskadi se manifestaron en mi voz y también en mi rostro, a juzgar por su mirada. Que de Gernika solo había podido ver campos arrasados con cadáveres por aquí y allá, producto de los criminales bombardeos nazis. Nuevamente, reí, al recordar tantas anécdotas contadas por un fabuloso narrador como Sarramone, insistí con el prolongado tiempo de viaje que llevaba en mi cuerpo y mente, me mostré agradecido al Altísimo por permitirme "convivir" con mis ancestros, de algún modo, mas, cuando le aseguré que todo había sido ganancia para mí, entrefrunció el ceño. Luego, se rascó la barbilla antes de algo decir, pero al fin lo hizo y ¡cómo! -¿No será usted el famoso interno 16, desaparecido del loquero? -¿Perdón…? -Bien suele decir la madre de mi ex mujer que no todos están dónde deberían…¡no señor!
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Este libro se termin贸 de imprimir en el mes de abril de 2011 en Imprenta Dorrego, Av. Dorrego 1102, caba.
Provenientes de una etnia milenaria, esparcida por ambos lados de la ca-
dena pirenaica, tan noble como pura, los euskos supieron devenir vascos y, con valentía rayana a la soberbia, defendieron, en su nido, su cultura. Indisolu-
ble entre sus hombres y mujeres, junto con sus usos y costumbres, el euskera sobrevivió al tiempo y a los invasores.
Por tanto, es deber de los herederos de aquel bagaje cultural sin igual des-
entrañar la esencia de aquellos pueblos euskos, a la postre nuestros ancestros, situándonos en la indestructible Iruña y conociendo al mismísimo Eneko Aritza.
ISBN 978-987-26172-5-7
E der
9789872617257
9 789872 617257