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Psicopatología de la vida cotidiana y dos cervezas / Enrique Botello pág
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Psicopatología de la vida cotidiana y dos cervezas
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POR ENRIQUE BOTELLO*
Durante la pandemia realicé una sesión de fotos para un amigo; me pidió replicar una fotografía que realicé y se prendió con la idea para hacer camisetas impresas. Al final de la sesión destapó un par de cervezas y empezamos a platicar de nada y de todo. En una de esas, comenta orgulloso: “Gracias a Dios, mi chamaco me salió bueno para los estudios”. Me quedo pensando unos momentos, y le replico —sin ánimo de ofender sus creencias— que también “gracias a él”, y al entorno que han creado en el seno familiar.
Le empiezo a señalar sus virtudes y habilidades como padre, y le comento que todo eso ha influido en su hijo para que se comprometa con su formación de manera responsable. No muy convencido, me da la razón a medias, pero le insisto en eso y le pongo el ejemplo de varios de mis amigos y de sus amigos que han legado esos valores de compromiso para sus hijos.
Quiero aclarar que cuando me refiero al termino “familia”, no lo hago con la connotación de moralidad, mucho menos religiosa, sino como el caldero que da forma a la manera de enfrentarnos a la existencia, porque sin lugar a dudas, según el padre del Psicoanálisis —Freud—, “infancia es destino”, y las experiencias de vida inician desde el vientre social, por no decir el “materno”.
Entonces, ¿qué sucede con la llamada “Generación de Cristal”? Desde luego, son el resultado del contexto en que desarrollaron sus primeras etapas, y generalmente vienen de un ambiente de abandono emocional. En su mayoría, no fueron expuestos a experiencias con el mundo “real”, y esto, por lo regular, puede ser por comodidad de los padres que dejaron a sus hijos en manos del mundo digital y/o fueron amamantados con el obsequio gratuito que limita el esfuerzo; entonces sus experiencias les hacen creer que eso es “lo normal”: el merecimiento en automático, sólo por existir.
No he leído a profundidad sobre el tema, pero he analizado los posibles motivos de por qué sucede, principalmente con mi experiencia como docente. Ya, en otra publicación, había hecho notar la evolución decadente de las generaciones a las que estuve expuesto como profesor, y fue una evolución “fast track”, rápida, en donde de un semestre a otro la disponibilidad para aprender se veía cada vez más limitada y con argumentos débiles o inválidos. Sumado a esto, la actitud paternalista de las instituciones en donde quieren convencer a los maestros de que los alumnos son el activo más importante de la educación.
Las “actitudes” de las nuevas generaciones entonces obedecen a ciertas
Fo to: Octavio Meilló n
circunstancias de crianza, pero éstas no son generalizadas, como en el caso de mi amigo o de otros amigos de mi círculo social, y si analizamos sus perfiles, son familias no funcionalmente perfectas, pero que en la formación de sus hijos nunca perdieron el rumbo, y los hijos casi llegados a 30 años se han instalado en el mercado profesional y varios de ellos, han emigrado a distintas partes del mundo, y aún los más jóvenes, a punto de egresar, ya tienen asegurado un trabajo bien remunerado.
Entonces, ¿es la familia o la escuela la encargada de formar estas generaciones? Durante la pandemia se hizo evidente que la mayoría de los padres no tienen las herramientas necesarias para lidiar con la formación académica de sus hijo s y fue muy común escuchar comentarios de progenitores que culpaban a los profesores por no poder controlar a los educandos durante las horas de escuela virtual, sobre todo en escuelas privadas, en donde por el hecho de pagar una colegiatura los padres creen poder excluirse de toda responsabilidad educativa.
El tema es muy complejo, no hay fórmulas que garanticen resultados favorables; lo que sí es que hay que ofrecer a nuestros hijos las herramientas necesarias para encontrar la realización plena, sin importar el ámbito en el que se quieran desarrollar. Esas herramientas se van otorgando desde el seno familiar —y no hay excusa para padres o madres solteras— y son a base ejercicios de responsabilidades mínimas. Es muy común haber visto una infinidad de programas sobre la vida salvaje, y también es muy común que estos documentales nos muestren las técnicas de enseñanza de los adultos para con las crías, siendo el común denominador la observación: tratándose de depredadores, de las artes de caza, y cuando hablamos de presas, las técnicas de camuflaje o huida.
Las exposición a la naturaleza, la lectura y el arte, la participación en actividades compartidas de quehaceres intrafamiliares y de recreación, sin duda sirven y sobre todo si se dan desde época temprana. El cuidado por nuestros hijos es muy grande, que a veces pensamos en que el mínimo sufrimiento los puede dañar, pero si nos detenemos un momento en esta frase de Confucio: “Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío”, nos daremos cuenta que a veces las carencias son la fortaleza necesaria.
El hijo de mi amigo, no cumplió con sus deberes educativos “Gracias a Dios”, cumplió con sus deberes formativos gracias a esas herramientas y ejemplos que se le dieron en el hogar.
chocorrol_@hotmail.com
*Fotógrafo y docente de la Facultad de Artes (UABC)
MEMORIA
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ElVigía y la cultura, a
POR ARTURO LÓPEZ JUAN*
Con el nacimiento de El Vigía el 20 de mayo de 1985, con apenas unos días en circulación dio a luz Palabra, el suplemento cultural que fue retomado en una segunda época (2011), y hoy —como Revista Cultural—, cumple el primer año de su resurgimiento.
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En su nacimiento, con la dirección de Francisco Vargas Bañaga, me tocó ser el coordinador de la publicación desde su primer número y correspondió a Olga Aragón ser la responsable de la información.
Las páginas se abrieron para quienes quisieron participar en aquellos años; en el primer número Rael Salvador —hoy coordinador de Palabra— publicó tres poesías, quizá las primeras que fueron impresas, en los albores de su prolífica trayectoria literaria.
Arturo López Juan, Director General.
Luego vinieron otras que lo convirtieron en el “poeta maldito” expulsado del paraíso editorial de la palabra impresa en Palabra, su lenguaje subido de color para el conservadurismo de aquel tiempo le impidieron seguir.
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Aunque, hay que decir que ese tropiezo no le impidió continuar su carrera en las letras, ni cobrar nuevos bríos al convertirse en el editor de lo que hoy es una de las mejores revistas culturales del país.
En aquel primer número, la joven periodista y escritora Olga Aragón Castillo tuvo mucho que ver, ya como insistente promotora del suplemento y como presentadora de la actriz y cuentista Rosario Gorosave, quien publicó “La caza del topo”.
Carlos Jiménez, aquel periodista bohemio y enamorado escribió “De músicos, música y directores”, producto de su amplio conocimiento del tema, pero también de su gusto por el arte musical.
Sobre ciencia Palabra publicó “Dentro del dominio del átomo”, un artículo de Abelardo Heredia.
Y, ya estando ahí, no resistí la tentación de escribir una breve reseña de la obra y vida de Adrián Osuna en su faceta de dibujante a tinta china, preámbulo de su prolífica producción de caricaturas que lo hicieron famoso a lo largo de los años.
Por cierto, la portada que seleccionamos para aquel número inaugural fue una ilustración de Osuna, misma que hoy presentamos para recordar aquel acontecimiento.
Aquella primera época de Palabra inició el 28 de junio de 1985, apenas se publicaron 18 ediciones, porque el tren que lo transportaba descarriló; El Vigía se vio obligado a cerrar el 26 de diciembre de 1986, sin embargo, dejó una huella indeleble en la cultura ensenadense.
Hoy Palabra es una revista coordinada por el ya consolidado poeta y escritor Rael Salvador, quien ha logrado conjuntar a plumas de gran renombre nacional e internacional, personajes
Rael Salvador, editor Palabra.
multipremiados muchos de ellos, sobre todo, grandes activos de las letras, la cultura y el periodismo.
Ellos aportan a los lectores de El Vigía una visión crítica de la realidad, pero también una perspectiva más amplia y profunda a través de un ejercicio diverso y plural del pensamiento filosófico e intelectual.
Palabra representa un enorme esfuerzo económico, porque la cultura no goza de ningún mecenazgo, ni la generosidad de los anunciantes, pero vale la pena, porque es el medio que nos permite corresponder a la preferencia del lector de El Vigía y cumplir con nuestra responsabilidad social.
A 20 años de la segunda época de El Vigía nuestra revista cobra renovados bríos; reenfocaremos nuestros esfuerzos en la pluralidad de ideas, la diversidad de temas y expresiones del arte y la cultura.
La intención es documentar el pensamiento ensenadense, la identidad bajacaliforniana y fronteriza, pero sobre todo las diversas expresiones de una mexicanidad mestiza, cosmopolita y globalizada, pero al mismo tiempo con gran etnocentrismo y arraigo cultural.
Esta visión antropológica, de universalidad y de inclusión se antoja difícil, complicada, pero está alineada a esa gran aldea global que Marsha-