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La muerte, sentido de la vida / Carlos Mongar págs. 10 y

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ser amado algo de nosotros se va con él, y “regresa” para permanecer en la memoria. Cada muerte es un “memento mori” para los que sobrevivimos. La presencia de la muerte hace más vívida la vida.

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Vivir implica reconocer con el poeta que todo pasa, sin embargo, «la vida no se acaba, únicamente el “ser” vivo muere —escribe Eugene Minkowski—, y para ser un ser “vivo”, es decir, un ser que ha vivido, que ha tenido una vida tras de él, es preciso que sea mortal».

La muerte deja una estela luminosa “tras de sí”, reuniendo en un solo haz, en “una” vida, todo cuanto ha venido a interrumpir. Igualmente dibuja, tras ella, los contornos de una vida, de una vida “en la vida”, de una vida en la marcha triunfal del devenir hacia el futuro. sutil y el más tenaz es el miedoil y el más tenaz es el miedo a la a muerte”. muerte”. Nuestro Nuestro temor temor a a la muerte pudiera ser el funda-muerte pudiera ser el fundamento de toda actividad huma-nto de toda actividad humana, con con ello ello negaríamos negaríamos su su fatafatalidad ad ineludible. ineludible. Nos Nos revolvemos revolvemos en la la vida vida como como en en un un pantano: pantano: ilusos os constructores constructores de de fantasías, fantasías, susucedáneos y placebos. La muerte puede áneos y placebos. La muerte puede producirse ducirse en en cualquier cualquier momento momento de de la existencia, pero simulamos ser inmor-xistencia, pero simulamos ser inmortales. es. El El carpe carpe diem diem m de de Horacio Horacio que que nos nos recuerda uerda que que debemos debemos vivir vivir intensamente intensamente la vida, adquiere toda su dimensión al ser cons-ida, adquiere toda su dimensión al ser consciente de que voy a morir; nuestra única certeza nte de que voy a morir; nuestra única certeza en la vida es esa, pero ignoramos la fecha.a vida es esa, pero ignoramos la fecha.

Y esta marcha continúa más allá, no porque supongamos que otros seres vivos sigan, en fila india, a los que los han precedido, sino porque tan sólo la muerte viene a cortar en la vida, sin quitarle nada en el fondo, “una” vida. Ésta se separa de la vida, como se separa del árbol una hoja muerta; lo hace entonando el canto melancólico de la muerte, canto en el que glorifica, sin embargo, a la savia que le ha dado nacimiento lo mismo que a las demás hojas, a las que, cada otoño, un soplo de viento desprenderá, amarillas y marchitas, del árbol para reducirlas a polvo, en un eterno recomenzar.

Una vida pues, se “acaba” no por sus obras, que jamás se terminan, sino por la muerte. Nuestro origen es el misterio y con la muerte retornamos a ese misterioso origen; es curioso, entre los antiguos mexicanos, la hora del parto se llamaba “hora de la muerte”. Nacer era morir a la vida.

La muerte es un fenómeno esencialmente individual: nadie muere en mi lugar; y si la desigualdad la experimentamos cotidianamente en la vida, con y en la muerte todos somos “iguales”.

Sabemos que vivimos para morir, lo cual no debería ser motivo para vivir en el horror o agobiados por la tristeza; la conciencia de mi muerte me compromete, me responsabiliza a vivir intensamente, a apartar todos los rostros del miedo. Aurobindo señala: “De todos los miedos, el más

La muerte no es tan sólo un fin. Coincido conLa muerte no es tan sólo un fin. Coincido con Eugene gene Minkowski, Minkowski, la la vida vida continúa continúa después. después. Este después no es el vacío, ni es el remolino abe después no es el vacío, ni es el remolino absurdo surdo de de los los astros, astros, ni ni la la sucesión sucesión eterna de vidas biológicas parecidas terna de vidas biológicas parecidas

«La memoria, ese a la la mía, mía, las las cuales, cuales, en en su su sucesión sucesión pensar hacia atrás, monótona, serían por por lo lo menos menos tan tan hace posible que el carentes de de sentido sentido como como el el movimoviser amado muerto, siga “presente” y miento cosmológico. cosmológico. permanezca permanece como una Este después no es tampoco la he-Este después no es tampoco la heobra de arte» rencia rencia de de una una creencia creencia ingenua ingenua de de nuestros nuestros antepasados antepasados que que sirviera sirviera para hacernos aceptar las decepcio-para hacernos aceptar las decepciones y los desgarramientos de la vida; no se trata y los desgarramientos de la vida; no se trata de reencuentros reencuentros ni ni de de recompensas recompensas en en el el más más allá. á. Lo Lo veo veo profundamente profundamente anclado anclado en en mi mi ser ser formando su esencia misma. El elemento de sumando su esencia misma. El elemento de supervivencia no viene de fuera; lo llevo en mí (tal vivencia no viene de fuera; lo llevo en mí (tal vez, consustancial , consustancial a la especie y género homo) y a la especie y género homo) y nada tiene de ingenuo.da tiene de ingenuo. La La muerte muerte sólo sólo existe existe para para mí, mí, porque porque hay hay un “después “después de de ella” ella” en en mí mí (en (en cierta cierta oposición oposición a lo o que que señala señala Heidegger,Heidegger, es es decir, decir, “no “no hay hay un un después”; pués”; que que me me parece parece una una postura postura un un tanto tanto egoísta, mezquina, que sería como señala: “des-ísta, mezquina, que sería como señala: “después és de de mí, mí, el el diluvio, diluvio, o, o, después después de de mí mí no no me me importa porta lo lo que que suceda”) suceda”) y y me me siento siento tan tan solidasolidario de de este este después, después, que que mi mi vida vida saca saca de de él él todo todo su sentido, sentido, como como Sísifo Sísifo subiendo subiendo y y volviendo volviendo a a subir la roca sobre la montaña, sabiendo que en ir la roca sobre la montaña, sabiendo que en eso consiste su triunfo. Nuestro triunfo como se-consiste su triunfo. Nuestro triunfo como seres finitos.finitos. mongar66@hotmail.com mongar66@hotmail.com *Poeta y ensayista, autor de Fragmentos sin fondo*Poeta y ensayista, autor de Fragmentos sin fondo

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UN MUNDO INDISPONIBLE

POR FERNANDO MANCILLAS TREVIÑO*

Nos hallamos en una época cuya civilización está en peligro de perecer por los medios civilizadores. Friedrich Nietzsche (Humano, demasiado humano)

El origen del concepto de indisponibilidad proviene de un contexto teológico, acuñado en 1930 por Rudolf Bultman, manifestando un elemento fundamental de la relación humana con el mundo, que también es de interés para la filosofía, la psicología y la sociología, descartando sus supuestos teológicos o metafísicos.

Partiendo de ello, en su última obra el sociólogo alemán Hartmut Rosa (Lörrach, 1965), destaca la cosificación de todas las relaciones del individuo en el mundo social durante la Modernidad Tardía, donde todas las cosas, servicios y procesos son ofrecidos en la modalidad de commodities estableciéndose una pretensión legal de disponibilidad.

La Modernidad se nos presenta como un gigantesco mercado simbólico con un acceso a una disponibilidad permanente en el cual las montañas deben ser visitadas y escaladas, los exámenes escolares, aprobados, los escalones profesionales, ascendidos, los amantes, conquistados, los libros y revistas, leídos, las películas y programas de televisión, vistos, en un laberinto infinito.

En este sentido, el autor establece la hipótesis central: «En la medida que nosotros, los tardomodernos, apuntamos a poner el mundo a disponibilidad, este nos encuentra siempre como un “punto de agresión” o como una serie de puntos de agresión, es decir, como un conjunto de objetos a ser conocidos, alcanzados, conquistados, dominados o usados. Precisamente de esta manera parece escapársenos la “vida”, aquello que constituye la experiencia de la vivacidad y el encuentro: aquello que posibilita la resonancia». Como consecuencia padecemos ansiedad, temor, desesperación, estrés; sensaciones, emociones y sentimientos que devienen en conductas agresivas.

Por lo demás, se asume que en la Modernidad Tardía no es el deseo de conseguir más, sino el temor de tener cada vez menos, lo que sostiene el interjuego hacia el incremento. Nunca será suficiente, no por la oferta ilimitada de consumo, no por nuestra insaciabilidad, sino por el imperativo de que nuestra vida se verá optimizada si logramos obtener más mundo al alcance, en el marco de la competencia e incremento.

En consecuencia, se establece que una sociedad sólo es moderna cuando logra establecerse de forma dinámica un continuo crecimiento, una aceleración tecnológica e innovación cultural que soporte su desarrollo institucional.

La constitución sociocultural de la Modernidad acciona hacia un conjunto de estrategias hacia la disponibilidad. De tal forma, “estamos constreñidos estructuralmente (desde afuera) e impulsados culturalmente (desde adentro) a convertir el mundo en un punto de agresión; el mundo aparece como algo que debe ser conocido, explorado, alcanzado, apropiado, dominado y controlado”. Lo que se pretende no es la cercanía de las cosas y sectores del mundo, sino de su disponibilidad expedita, aceleradamente, sin ningún tipo de resistencia.

En el proceso heterogéneo hacia la disponibilidad encontramos cuatro distintas dimensiones. En la primera, la disposición de disponibilidad acude a su visibilidad o cognoscibilidad de su estructura configurante, por ejemplo, el telescopio respondió a la necesidad de conocer el espacio sideral y el microscopio a la observación celular con más precisión y profundidad.

La segunda dimensión implica su accesibilidad, ejemplificado en el viaje a la Luna, la indagación en la profundidad del océano, la excavación en el mundo arqueológico. De ahí, la pretensión de los viajes de Cristóbal Colón para visibilizar y hacer alcanzables nuevos territorios del mundo.

La intención de controlar y dominar segmentos del mundo es propósito fundamental de la tercera dimensión de disponibilidad, como es el caso del colonialismo e imperialismo, con el apoyo de la cartografía y la innovación tecnológica, logró que las tierras remotas fueran más accesibles. El proceso de dominación colonial y neocolonial logró sus objetivos, a través del análisis y conocimiento científico de los procesos causales del mundo.

La cuarta dimensión política y tecnológica del dominio del mundo consiste en volver utilizable y poner a su disposición los programas de alcance al servicio de la racionalidad instrumental y organizativa de acuerdo a fines estratégicos. En estas cuatro dimensiones de visibilidad, accesibilidad, dominación y utilización, a lo largo de la Modernidad se ha consolidado su institucionalización, a partir del desarrollo científico, su evolución tecnológica, el despliegue económico, sus regulaciones sociojurídicas y las estructuras político-administrativas.

Por consiguiente, en el proceso dinámico de gobernabilidad, la lucha por el poder en sus múltiples modos de dominación, se vuelve indispensable la lucha por el poder de disposición como una ampliación del propio alcance de mundo, en detrimento de otros.

El autor presenta cinco tesis sobre la disponibilidad de las cosas y la indisponibilidad de la experiencia entre el ser humano y el mundo social. El carácter en principio disponible de las cosas y la indisponibilidad constitutiva de la resonancia no significa una contradicción por sí misma, es el supuesto de la primera tesis. Las relaciones de resonancia muestran que no solamente la experiencia sino las cosas con las que conectamos deben guardar un momento de indisponibilidad. Las experiencias a veces tienen la modalidad de un encuentro inesperado. La apertura a lo inesperado, en el cual la resonancia implique un doble movimiento. Además de acceder al mundo, la resonancia presupone permitirse ser interpelado, ser afectado por algo inesperado proveniente del exterior.

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