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Un mundo indisponible / Fernando Mancillas págs. 12 y Pablo Llana, postvanguardista contracultural, expone en Mérida /

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La segunda tesis afirma que las cosas sobre las que disponemos completamente, en alguna de sus cuatro dimensiones, pueden perder su cualidad resonante, implicando la resonancia como semidisponibilidad. Podríamos encontrar ejemplos en la lectura de La Biblia, El Capital, el Quijote o El Padrino, dado que su experiencia de resonancia estriba en el sentido de no haberlo asimilado totalmente, siempre habrá algo más por decir, por interpretar. También el autor ofrece el ejemplo del pianista ruso-alemán Igor Lovit, cuando en una entrevista le preguntaron si todavía podía escuchar el inicio de la sonata Claro de Luna contestó: «Sí. Acabo de tocar esta sonata. Cuánto más frecuentemente toco una sonata y más trabajo en ella, menos la comprendo y más se aleja de mí; esto me provoca felicidad y me hace tocarla más seguido. […] Jamás quiero decir: “esto ya lo comprendí, pasemos a lo siguiente”. El objetivo es empezar siempre de nuevo desde el comienzo». “La Moderni-

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La tercera tesis observa que la reso- dad se nos presenta nancia exige una indisponibilidad solicitante, sobrepasando la contingencia. Incursionando en el aspecto fenomecomo un gigantesco mercado simbólico con un acceso a una disponibilidad per-nológico de la relación con el mundo, manente (…) en un el autor afirma: “Hay algo en esa ima- laberinto infinito” gen, montaña o árbol, solemos decir, y ese algo puede imponernos exigencias: debemos atenderlas si queremos encontrarnos con ese algo”. Recupera la concepción en Schopenhauer de que todas las cosas tienen una voluntad, cuando en El mundo como voluntad y representación afirma: “Hasta ahora se ha subsumido el concepto voluntad bajo el concepto fuerza: yo en cambio, hago exactamente lo contrario y pretendo considerar todas las fuerzas de la naturaleza como voluntad. No se crea que se trata de una disputa verbal o que es indiferente: antes bien, es de la máxima significación e importancia”.

Por lo tanto, el autor señala: “No quiero decir que la cosa me hable efectivamente en un sentido concreto o metafísico, sino que experimento una interpelación por parte de ella; y, al mismo tiempo, percibo que algo en mi interior reacciona, que respondo. […] no podemos decir exactamente qué es lo que nos habla ni qué es lo que reacciona en nosotros. Sin embargo, las experiencias de ese tipo —sin importar que la contraparte sea una persona, un libro, una pieza musical, una montaña o una nevada— implican en primer lugar, un sentimiento de transformación o modificación interna”. La cuarta tesis señala la inviabilidad de la actitud que apunta a fijar, dominar y poner a disponibilidad un segmento del mundo en la orientación de la resonancia, clausurando su experiencia al frenar su dinámica interna. En este sentido establece la distinción entre alcanzabilidad responsiva y disponibilidad: «La alcanzabilidad responsiva implica, en primer lugar, la posibilidad de “establecer un contacto”, es decir, de crear una conexión interna que es experimentada como significativa; en segundo lugar, la experiencia o al menos expectativa de la propia autoeficacia —esto es, que la contraparte con la que entro en contacto se deje alcanzar responsivamente por mí—; y, finalmente, implica el elemento de responsividad en la interacción: el yo y el mundo parecen responderse mutuamente en la experiencia de resonancia. Reaccionan uno al otro de una manera que es experimentada como “hablante”, es decir, como llena de significado». La quinta tesis plantea que la resonancia requiere de un mundo accesible internamente, no un mundo ilimitadamente disponible. El origen del silenciamiento tardomoderno del mundo es resultado de la distorsión entre disponibilidad y alcanzabilidad responsiva. De ello se desprende, que las relaciones mantienen un carácter obsequioso, que sucede como algo que nos ocurre dentro de un momento constitutivo de indisponibilidad, en el marco del conflicto central entre la lucha por un mundo sujeto a disponibilidad y la nostalgia por entrar en resonancia con él. Para el autor el silenciamiento del mundo social aparece como un desconcierto fundamental de la Modernidad, que se manifiesta en el burnout y en la depresión generalizada contemporánea. La Modernidad se ha mostrado renuente a dejarse alcanzar e interpelar, generando escenarios paradójicos. Una reflexión similar la encontramos en Marx, con la alienación en vez de la transformación; en Adorno y Horkheimer, con la reificación en lugar de la vivificación; en Lukács, con el desamparo trascendental en vez de la conciencia; en Blumenberg con ilegibilidad del mundo en vez de su comprensibilidad; en Weber con el desencantamiento en lugar de su afluencia. Se plantea como posible alternativa un análisis renovante que transforme nuestra relación con el mundo, donde nuestro entorno en lugar de ser un punto de agresión se convierta en un punto de resonancia. Este análisis filosófico, sociológico y psicológico que explora la estructura de nuestros sentimientos, emociones y afectividades, en correspondencia con las estructuras objetivas, se dirige a una asimilación transformadora de escucha y respuesta autoeficaz orientada a una alcanzabilidad responsiva de resonancia.

Hartmut Rosa (15 de agosto de 1965 —57 años—, Lörrach, Alemania) es sociólogo y filósofo de la cuarta generación de la Escuela de Frankfurt, cuya investigación se orienta a la Sociología del Tiempo y a las Relaciones de Resonancia en la Modernidad Tardía. Es catedrático en el Instituto de Sociología de la Universidad Friedrich-Schiller de Jena y director del Max Weber Center for Advanced Cultural and Social Studies de la Universidad de Erfurt. Ha sido Profesor Visitante en la New School for Social Research de Nueva York. Entre otras distinciones, ha recibido el Premio Tractatus en 2016, el Premio Erich Fromm en 2018, la Medalla Werner Heisenberg, por la Fundación Alexander von Humboldt en 2020 y el Thuringian Research Prize, en 2021. Asimismo, desde 2020 es miembro de la Academia Europea de Ciencias.

De su prolífica obra se encuentra traducida al español: Alienación y aceleración. Hacia una teoría crítica de la temporalidad en la modernidad tardía (Katz, 2016); Remedio a la aceleración. Ensayos sobre la resonancia (NED, 2019); Resonancia. Una sociología de la relación con el mundo (Katz, 2020; con Andreas Reckwitz, Tardomodernidad en crisis (NED, 2022).

Su amplia obra científica y filosófica ya es objeto de estudio en diversas latitudes del mundo, por ejemplo: J.P. Willis (ed.), Resonanz: Interdisziplinären Gespräch mit Hartmut Rosa, Baden-Baden (Nomos, 2019); Alexis E. Gros, ¿Una teoría crítica fenomenológica? Resonancia, alienación y crítica de la sociedad en el pensamiento de Hartmut Rosa, en Argumentos, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires (2020); Simon Susen, (University of London), The Resonance of Resonance: Critical Theory as a Sociology World-Relations? en International Journal of Politics, Culture and Society (2020); Mathijs Peters, Bareez Majid, Exploring Hartmut Rosa’s Concept of Resonance (2022); Nathanaël Wallenhorst, Accélérons la résonance! Pour une éducation en Anthropocène (2022).

Hartmut Rosa, Lo indisponible (Ed. Herder, 2021, 163 páginas).

fernamancillas@yahoo.com.

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PABLO LLANA, POSTVANGUARDISTA CONTRACULTURAL, EXPONE EN MÉRIDA

POR CARLOS-BLAS GALINDO*

Hay en Baja California un artista que, mediante sus obras, alza su voz en pro de la irrestricta observancia de lo estipulado en el artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el que se afirma que “toda persona tiene derecho a la protección de la salud”. Esta fundamental prerrogativa y conquista histórica se incumple en los hechos dado que, en nuestro país, se permite e incluso se promueve el consumo de golosinas, botanas, bebidas y otros productos procesados e industrializados, tanto de marcas trasnacionales como de empresas locales, que lamentablemente generan entre amplios sectores de nuestra población enfermedades terminales, aterradoras agonías e infames fallecimientos —cada vez más tempranos— que serían evitables. Este artista es Pablo Llana (Tijuana, 1980), quien desde el año 2009 utiliza, como materiales, envolturas y etiquetas de productos chatarra que personas consumidoras de estas mercancías y que viven y trabajan en la franja fronteriza México-Estados Unidos le facilitan a convocatoria suya, materiales con los que construye sus imágenes, mismos que retiene con silicón y que fija con el uso de resina plástica.

Él clama por una política pública mexicana que, en concordancia con el texto constitucional vigente, restrinja, hasta eliminarla, la publicidad a favor de estos productos, así como impedir su elaboración y reparto. Y pugna porque, mientras esto ocurre, se informe de manera veraz sobre los riesgos de tales consumos (más allá de las etiquetas octagonales con textos que comienzan con la palabra “exceso” y que casi nadie toma en cuenta). Asimismo, este autor denuncia lo terriblemente injusto que es el sistema económico capitalista —del que, como humanidad, no hemos podido desembarazarnos—, el cual se basa en la concentración de los ingresos en pocas personas (en este caso, en las dueñas de las empresas productoras y comercializadoras de comida y bebidas chatarra), a costa del dinero, la salud y la vida misma de integrantes de los sectores mayoritarios de la sociedad, quienes adquieren y consumen esas mercancías, tantas veces anhelando de manera no consciente el revertir o mitigar el desprecio clasista que padecen por parte de la oligarquía. Baste recordar que las frituras y las bebidas azucaradas y carbonatadas de cola constituyen parte fundamental de la ingesta diaria de las personas trabajadoras de la construcción —entre muchos otros grupos poblacionales, rurales y urbanos—, así como los pastelillos horneados con harinas refinadas, y las bebidas azucaradas y carbonatadas lo son de la niñez, entre sectores precarizados. Y, cada vez más, las hamburguesas (como Llana bien lo afirma) son una terrible amenaza para la sobrevivencia de la humanidad.

Una contradicción obvia en el caso de la obra de este artista la constituye el hecho de que realice su crítica al capitalismo y que denuncie los más que nocivos efectos de este sistema económico desde el interior mimo del campo artístico, y que a la vez cuente con buen éxito en el mercado del arte (en subastas públicas, en galerías privadas y en ventas directas en su taller). Esto no debe sorprendernos, pues existen diversos antecedentes y coincidencias al respecto; baste con recordar que Arnold Hauser, en su fundamental Historia social de la literatura y el arte (España, Guadarrama, 1972), de corte sociologista, al referirse a los cuestionamientos a la sociedad burguesa que Bernard Shaw (1856-1950) plantea en sus obras de teatro, afirma que este polémico dramaturgo “se sentía en lo fundamental solidario con la burguesía, y era simplemente el portavoz de aquella autocrítica que había sido desde siempre uno de los hábitos intelectuales de esta clase”, que es la clase en el poder.

Pablo Llana definió desde hace 13 años sus marcos referenciales, por lo que a la fecha cuenta con una gran solvencia en el manejo de los recursos ex-

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