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Por Carlos-Blas Galindo
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Soñé el nombre de un escritor italiano toda la noche.
Soñé reiteradamente su nombre: como una oración, como un mantra, como el murmullo de una clave misteriosa.
Lo soñé, no sé por qué… Quizá, ahora lo pienso, ¿porque ya le había leído?
Era un librito azul, con caracteres hebreos en la portada y, así, en cada una de sus hojas.
Se llamaba: En el nombre de la madre, la historia de amor más prodigiosa de todos los tiempos.
Lo leí hace años, me agradó muchísimo, puedo decir que en extremo; recuerdo que, seducido y embelesado, memoricé pasajes completos, pero luego entristecí porque ya no pude conseguir más obras de él, mi nuevo huésped y apreciado autor.
Ahora su nombre resuena como un tambor de agua en mis consciencia.
Ilusión que bendice al sueño, como una de esas esferas embarazadas de diamantina que se agitan en Navidad y así la lentitud queda atrapada en nuestras vidas frente a un árbol que multiplica, reiterante, la canción de sus luces.
Hay en mí fragmentos de ese librito que no he podido olvidar —¡qué privilegio, la belleza que no abandona!—, que en voz de Myriam /María, la protagonista y madre del hijo de diciembre, decía en uno de ellos: “A los hombres les hacen falta palabras para fundamentarse, las del ángel eran para mí viento que dejar correr. Traía palabras y semillas, a mí me bastaba una”
Hoy, después de tanto tiempo, le soñé. Ahora que es diciembre me congratulo en repetir el mensaje de Erri De Luca que endulza los labios de María: “A los hombres les hacen falta palabras para fundamentarse”
El equipo de Palabra les desea lo más grato en esta temporada decembrina. Nos leemos de nuevo en 2023, el umbral de enero.
R.S.
Director General Arturo López Juan
Director de Información Enhoc Santoyo Cid
Director Editorial Gerardo Sánchez García
Gerente Administrativo Alfredo Tapia Burgoin
Coordinadora de Publicidad Ma. Del Socorro Encarnación Osuna
Coordinadora de El Vigía Digital Sandra Ibarra Anaya
Editor PALABRA Rael Salvador Corrector Manuel Quintero
Diseño Editorial Arturo Corpus Fotograf ía Enrique Botello
Colaboradores
Rodney Zelenka en Ensenada / Carlos-Blas Galindo págs. 3 a 5
Ricardo Flores Magón: un centenario heterodoxo / Sergio Gómez Montero págs. 6 a 8
La poesía tatuada / Carlos Mongar págs. 9 y10
Tecnologías de subjetivación del individuo moderno / Fernando Mancillas págs. 11 a 14
Yace Poe en la vieja estación / Daniel Salinas Basave pág. 15 Lorenzana y la luciérnaga oscura / Iliana Hernández pág. 16
El ensayo en Baja California: los pasos ganados / Gabriel Trujillo Muñoz págs. 17 a 20
La danza en el vacío / Rael Salvador pág. 21
Hace del calabaceado la danza insignia de Baja California / Jeanette Sánchez págs. 22 y 23
Palabra no responde a colaboraciones no solicitadas ni asume como propias las opiniones de sus columnistas y comentaristas. La opinión de la revista literaria se encuentra reflejada en su editorial.
Todas las imágenes y fotografías que aparecen en la presente edición son utilizadas con fines informativos. El equipo editorial se ha dado a la tarea de indagar los derechos de autor correspondientes o su procedencia, consciente de su obligada autoría. En caso de omitir algún crédito, ofrecemos una disculpa y agradeceremos la información brindada para incluirla en una posterior edición.
raelart@hotmail.com / editores@elvigia.net
Carlos Mongar, Sergio Gómez Montero, Gabriel Trujillo Muñoz, Federico Campbell (†), Daniel Salinas Basave, Leobardo Sarabia, Santiago M. Zarria, Manuel Quintero, Enrique Botello, Héctor García M., Óscar Ángeles R., Fernando Mancillas T., Iliana Hernández Partida, Jazmín Félix, Herandy Rojas, Francisco Moreno, Fernando Reyes Trinid, Joatam de Basabe, Iván Gutiérrez, Rubén Rivera, Miguel Lozano, Carlos-Blas Galindo, Alberto Manguel, Janette Sánchez, Martín Caparrós, Alfonso Lorenzana, Marcela Danemann y Eduardo Flores Campbell.
Corresponsales en el extranjero
Ferdinando Scianna (Italia); Cony Mollet-Sigüenza (Francia); Ramón Ángel Acevedo, “Rakar” (Chile); Patrick Liotta (Argentina); Héctor García Mejía (Los Ángeles).
Corresponsal en Tijuana Enrique A. Velasco Santana
Dirección: Av. López Mateos, No. 1875. Ensenada, Baja California. México. Teléfonos para publicidad: 120.55.55, extensión 1023.
RODNEY ZELENK A en Ensenada
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Existen muy pocos casos de artistas que, habiéndose formado en cuanto a lo profesional a partir de los paradigmas de las neovanguardias neofigurativas, hayan transitado sin complicaciones hacia las postvanguardias, figurativas también. Uno de ellos es el de Rodney Zelenka (Panamá, 1953). Cuando, en la década de los años 70 del siglo pasado, comenzó su trayectoria como autor de obras plásticas. Los planteamientos neovanguardistas (aquellos que fueron determinantes desde los años 50 y hasta los 70, precisamente) ya no eran emergentes y su vigencia comenzaba a mermar; empero, su influencia era tan innegable como atractiva (y lo sigue siendo, pues hoy en día, muchas de las personas de la segunda generación neovanguardista, de la que Zelenka forma parte, continúan trabajando con base en los parámetros que abrazaron al inicio de sus respectivas carreras). El movimiento neofigurativo al que este artista se adscribió es al de una nueva figuración contracultural (entendiendo este término como el de
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lo no proclive a los mandatos del mainstream), la cual estuvo caracterizada por una apertura a lo no occidental (lo cual ya había acontecido durante la etapa de las vanguardias históricas, e incluso antes), así como a los diseños, al cómic y a la ilustración, con ciertos puntos de contacto con otra neovanguardia: el Funk Art o Acid Pop.
En este movimiento se advierte, asimismo, una resistencia ante la dupla patriarcado-capitalismo, el abrazar lo que (a propuesta de Octavio Paz) se ha dado en llamar tradición de lo nuevo, el afán por generar, al interior del campo artístico, una perturbación con resultados duraderos; altas dosis de insolencia y rebeldía, una intransigencia en cuanto a lo temático, un claro afán por la innovación, una conciencia generacional (entendida como el aprovechar el condicionamiento sociocultural compartido por un grupo etario), un desacato ante lo que se consideraba como las sedes o capitales del arte, la significativa inclusión de localismos, la consideración del carácter utópico del arte, la transgresión de ciertas reglas compositivas heredadas del pasado referentes a los conceptos de armonía, orden, equilibrio y tensiones; el intento por recuperar la función social de lo artístico; la denuncia, la combatividad, la militancia con la obra misma, así como el abrazar causas libertarias. Mucho de lo hasta aquí enunciado está presente en la pintura setentera, ochentera e incluso en la de los 90 de Rodney Zelenka. Por ejemplo, en su serie en la que aborda la destrucción, la desnutrición, el asesinato y la devastación, generadas por una parte de la humanidad misma en contra de la población mayoritaria. O cuando representa a personas indigentes (lo cual lo acerca, aunque no en lo formal, a ciertos ejemplos del Political Art estadounidense, de suyo neovanguardista). Empero, en las obras de su autoría fechadas en la presente centuria, es muy notorio su alejamiento de los paradigmas de las neovanguardias, aun cuando en su producción del siglo XXI sean reconocibles algunos elementos recurrentes suyos, como por ejemplo el empleo preponderantemente tímbrico (también claroscurista, a últimas fechas) y siempre exaltado del color.
En su producción pictórica más reciente, es innegable una filiación postvanguardista (esto es, una militancia —voluntaria o no— al interior de las corrientes y movimientos imperantes desde la década de los años 80 del siglo XX) y, básicamente, una adscripción al neoexpresionismo figurativo que, más que una corriente o un movimiento, es una de las tendencias permanentes en la presente fase de la historia del arte. Sin duda, el feliz tránsito de Zelenka hacia las postvanguardias se debe, en una muy amplia medida, a su voluntario alejamiento del mainstream o, lo que es lo mismo, a su saludable postura contracultural. Sin duda, la obra actual de Zelenka es glocal; esto es, presenta elementos provenientes del proceso de globalización, a la vez que componentes de origen doméstico y también apunta hacia un futuro sostenible. El interés de este artista por denunciar los excesos del poder político, la ultrajante violencia normalizada y extendida, los atropellos a los derechos humanos de muchas personas, con especial atención a los de quienes son migrantes, son indicios, igualmente, de su adscripción a la postvanguardia contracultural. En cuanto a su léxico individual, el eclecticismo estilístico que practica también permite situarlo en la multicitada vertiente, así como lo es esa nueva originalidad (tan distante de la originalidad vanguardista y de la novedad por la novedad misma de muchas de las neovanguardias), resultante de su interés por
sumar, a la realidad llamada tangible, los resultados de su imaginación creadora.
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“Sin duda, el feliz tránsito de Zelenka hacia las postvanguardias se debe, en una muy amplia medida, a su voluntario alejamiento del mainstream o, lo que es lo mismo, a su saludable postura contracultural”
Otras características de las pinturas más actuales de Rodney Zelenka facilitan, asimismo, ubicarlo como postvanguardista independiente del mainstream. Estas son: su afán cuestionador, su humanismo, su postura a favor de la democracia, su papel en la recuperación de la utilidad social del arte, su orientación liberadora y su experiencia colaborativa, como es el caso de sus piezas escultóricas realizadas junto con Gertrudis Cheucarama. Por tratarse de un arte tan de avanzada, el de este autor es del todo vigente; empero, hay algo más: cuenta con componentes que preludian, desde ahora mismo, un arte por venir. El arte del futuro habrá de ser postcolonial (entendido este concepto, no como la superación del colonialismo, sino como la toma de conciencia de sus herencias, detectables pese a la independencia política decimonónica, en el caso de Nuestra América), o no será. Y el de Zelenka ya lo es. Contra la tan evidente homogeneización de lo artístico en el contexto globalizado del mercado, el arte del futuro habrá de ser heterogeneizante, o no será. Y el de este artista es ajeno al interés por lo homogéneo de quienes (galeristas) organizan ferias y bienales. Para que el arte, tal y como lo conocemos, tenga un futuro viable, se precisa que se aleje del artecentrismo. El de Rodney Zelenka no es arte-
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centrista puesto que explora en derroteros dentro y fuera de la esfera de lo artístico mismo. Aunado a lo anterior, cabe anhelar que el arte de los próximos tiempos se aleje de la subalternidad, como desde ahora lo consigue Zelenka tanto en su producción pictórica como en la volumétrica (la de la tridimensión deudora del ensamblaje y la específicamente escultórica). El arte del futuro no tendrá que ser, necesariamente, irreverente. Sin embargo, dadas las condiciones actuales del campo artístico, el arte de transición hacia el del futuro, al igual que el que ya es fundacional de ese arte por venir, como lo es el de este artista, es reconocible por su elevada irreverencia.
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Rodney Zelenka, artista panameño formado con docentes vinculados con el medio cultural mexicano, como Julio Augusto Zachrisson (1930-2021) y Rodolfo Abularach (1933-2020), así como con el muy culto artista afro-británico-estadounidense Jessy Patrick Allen (1936), y activo durante el decenio de los 70 del siglo anterior en la escena de la costa este de los Estados Unidos, presenta su exposición individual intitulada Mística social en sedes bajacalifornianas. Proveniente de la ciudad de Tecate —inaugurada en Ensenada el 20 de octubre—, esta muestra se exhibe en la Galería Internacional del Centro Estatal de las Artes de Ensenada, donde el miércoles 7 de diciembre de este 2022 a las 17:00 horas habrá un recorrido con la presencia del artista, con la de Olga Margarita Dávila (quien es titular de la Dirección de Museos y Galerías de la Secretaría de Cultura del gobierno de Baja California), con la de Pancho López (artista del performance, promotor cultural y curador de esta exposición), así como con la intervención del autor de estas líneas, al término del cual se efectuará, también en el Ceart Ensenada, un conversatorio en el que
intervendremos las personas ya mencionadas, con el propósito de participar en la difusión de la cultura artística y con la de impulsar la tan urgente como necesarísima formación de públicos para las artes.
Bienvenido, Rodney. Tu exposición redundará favorablemente en un impulso al desarrollo de
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la cultura artística de nuestro medio cultural: el mexicano, en general, y el bajacaliforniano, en particular. carlosblasgalindo@yahoo.com
*Profesor-investigador de arte, crítico de arte, curador independiente, artista visual y conceptual
RICARDO FLORES MAGÓN: UN CENTENARIO HETERODOXO
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No es fácil, de ninguna manera, referirse en la actualidad a Ricardo Flores Magón con todo y que hoy, este año, con bombo y platillo, el gobierno (y mucha otra gente) de la República celebra el centenario de la muerte del patriota oaxaqueño, que alguna vez escribiera, entre otras muchísimas cosas, lo siguiente: “En mis veintinueve años de luchar por la libertad lo he perdido todo, y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consumido muchos años de mi vida en las prisiones; he experimentado el sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfalleciendo de hambre; mi vida ha estado en peligro muchas veces; he perdido mi salud; en fin, he perdido todo, menos una cosa, una sola cosa que fomento, mimo y conservo casi con celos fanáticos, y esa cosa es mi honra como luchador… no estoy arrepentido de ello; más bien me siento orgulloso de ello”
¿Frente a esa realidad, qué escribir sobre el camarada?
He ahí el sentido de por qué hoy, a mí, me interesa dejar claro que recordar el centenario del fallecimiento de este tremendo luchador social no puede ser gratuito, no puede ser sólo un homenaje más a uno de los héroes de la historia ortodoxa nacional, sino, más que nada, el recuerdo revolucionario de un revolucionario cuyas ideas siguen vigentes hasta hoy ¿Por qué se han de preguntar aquí?
Desde luego, no es fácil contestarlo, porque ello conlleva ir en contra de la historia oficial actual, que si bien ubica a Flores Magón en la vitrina de los héroes ilustres, y allí lo deja olvidado, pues hasta hoy se niega a reconocer en él a uno de los guías contemporáneos de la lucha social del país, toda vez que hoy, entre nosotros, aún predomina la presencia de un capitalismo que se
niega a arriar banderas y que fue el que, de una u otra manera, sacrificó al luchador oaxaqueño, cuyo centenario de haber fallecido se celebra en este año.
Hoy, nosotros (los que luchamos por un México fundado en la justicia y la igualdad para todas y todos) reivindicamos a cien años de haber muerto al camarada Ricardo Flores Magón porque para él la vida debe ser lucha mientras no se alcance la igualdad y la justicia para todos, o sea, hasta erradicar de raíz al capitalismo. Es decir, sí, nosotros —los que buscamos que el socialismo impere en el país— también celebramos el centenario de la muerte del camarada Ricardo, pero lo hacemos con los dientes apretados de rabia, porque a cien años de distancia los ideales de Flores Magón no se han podido alcanzar
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Es decir, en efecto, la vida de don Ricardo nació en 1873 y murió precisamente en 1922—, vincula un gran tramo de ella en enlace con las luchas revolucionarias de su tiempo, junto con sus hermanos Enrique y Jesús, e hijo de padres que también fueron destacados luchadores sociales —Teodoro Flores y Margarita Magón— y al lado de la que fue su esposa: María Talavera Broussé, ensenadense por adopción (nació en Zacatecas y en la niñez emigró a Estados Unidos, en donde se vinculó sentimentalmente con Flores Magón), y con quien compartía su anarquismo radical; puede catalogarse él como uno de los perdedores más relevantes del conflicto social denominado revolución mexicana, pues si bien sus ideas y su tendencia tuvieron destacados seguidores en ese conflicto —y ahí está, entre otras cosas, la Constitución original de 1917 que no puede negarlo—, al final de cuentas no pudo vencer a los caudillos del norte del país, quienes llevaron al triunfo a las tendencias capitalistas que ya desde aquel entonces marcaron finalmente el signo del país con el atributo del capitalismo de una manera indeleble.
Lo anterior permite elaborar la hipótesis de
que la revolución mexicana como se le conoce, alimentó en su seno a dos corrientes —la anarcosindicalista y la capitalista, que finalmente resultó dominante— que mantuvieron, hacia el interior de ella, durísimas batallas, de las que finalmente resultó triunfante la capitalista, que hasta hoy domina los regímenes de gobierno del país.
Alto fue el costo que en particular el camarada don Ricardo tuvo que pagar por consagrar su vida a la lucha revolucionaria: la mitad de ella la pasó en ergástulas y cárceles de México y Estados Unidos, en donde finalmente fue asesinado (en la prisión de Leavenworth, Kansas, Estados Unidos) pagando así su compromiso indeleble e indestructible con los obreros y pobres de México, Estados Unidos y el mundo entero, a quienes dedicó su vida e intelecto para que no dejaran de luchar mientras hubiera capitalismo. Su compromiso de lucha, pues, nunca fue sencillo.
¿Cómo el capitalismo, impulsado sobre todo por Carranza y sus llamadas reformas, se impone en la Revolución del 10-17? Porque, escribe Flores Magón en Regeneración del 25 de noviembre de 1915, entre otras cosas, “El campesino dentro del sistema de la propiedad privada o individual tiene que pagar el agua para el regadío de su parcela; tiene que pagar la leña que trae del bosque o del depósito del burgués; tiene que construir su jacal a costa de dinero y que comprar la herramienta y bestias que necesita para sus trabajos; tiene que contar con provisiones para no morir de hambre mientras levanta la primera cosecha; tiene que contar con fondos para hacerse de semillas que necesita para la siembra. En suma: necesita dinero para todo, y aún para lo que no le hace falta, sino que pesa sobre él, lo embrutece, lo sangra, y lo explota: la autoridad y el clero” Si lo anterior, escrito en 1915, marcaba una tendencia clara dentro de la revolución mexicana, con Carranza y Obregón
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encabezándola, esa tendencia se consolidó de tal forma que hasta hoy, con muy ligeras variantes, sigue manteniendo a los campesinos del país viviendo con la misma explotación que Flores Magón describía para 1915, y si no lo creemos, démonos una vueltecita a San Quintín para comprobarlo, o si queremos viajar más lejos visitemos Chiapas y veamos en qué condiciones viven los campesinos —casi todos indígenas— de por aquellos lugares.
Es decir, la presencia de Flores Magón entre nosotros tiene hoy una vigencia indeleble, porque aún en el país se registra, como modelo de organización dominante, un capitalismo que hoy está empeñado en destruir al planeta, comenzando por aquello que, como bien sabía Flores Magón, desde el siglo XVI enarbolaba como principio: explotar de una manera inmisericorde al trabajo para favorecer siempre, sin miramientos, al capital.
¿Cómo y por qué pasó que tales fueron las ideas que formaron intelectualmente al joven oaxaqueño, que desde muy joven se vio involucrado, junto a toda su familia, primero en la defensa de los intereses de los campesinos pobres de su estado y posteriormente en cientos de luchas por todo el país, hasta que ese espíritu de rebeldía social lo llevó a Estados Unidos en donde se involucró en la lucha social, ya no sólo junto a sus hermanos (en particular con Enrique), sino también con su esposa, María Talavera Broussé, y sufrió allí de cárcel y represión, pero en donde, también, fraguó miles de ideas libertarias, entre otras aquellas que lo vincularon revolucionariamente, a principios del siglo XX, con Baja California? Al respecto, para seguir de cerca ese recorrido habría que leer el libro de Claudio Lomnitz El regreso del camarada Ricardo Flores Magón.
Es decir, la historia de Ricardo Flores Magón está mucho más cercana a nosotros hoy, cuando seguimos luchando por ponerle fin —aquí y en el mundo entero— a las rapacidades de un capitalismo que sigue operando, con gran júbilo para él, el capitalismo, a nivel mundial, insisto.
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Pero, ¿por qué para los bajacalifornianos la presencia de don Ricardo es tan significativa, más allá del impacto que tuvieron sus ideas y acciones a nivel nacional? La respuesta no es simple porque, hasta hoy, considero, la historia no ha indagado de manera suficiente al respecto, mas no podemos pasar por alto la incursión revolucionaria que a principios del siglo pasado, 1911, Flores Magón y sus seguidores tuvieron aquí, en Baja California, tratando no sólo de que el contagio de la lucha revolucionaria se asentase, sin ningún género de duda, en estas tierras, sino, sobre todo, tratando así de impulsar un proyecto estratégico que aún hoy tiene validez: defender, a toda costa, como territorio nacional a la Península y, además, convertirla como un faro que iluminase, con las ideas revolucionarias que aquí se iban a implantar, a todo el territorio nacional (leer a Mario Gili: Turner, Flores Magón y los filibusteros). Falta mucho que investigar y estudiar al respecto.
Tal proyecto anarco-sindicalista no fenece con el fallecimiento de don Ricardo ni con el apagamiento paulatino de María Talavera, sino que se mantiene vivo sobre todo en la persona del general Francisco José Múgica (un anarcosindicalista de pura cepa), quien impulsó junto con Cárdenas el asalto a las tierras en Mexicali, y quien, además,
siempre defendió las ideas de Flores Magón al preservar a toda costa como territorio nacional a toda la Península de Baja California, que ya desde mediados del siglo XIX había tenido que repeler el intento de invasión de piratas estadounidenses encabezados por William Walker, a los que, Antonio María Meléndrez puso en paz. Múgica impulsó el que desde aquí, desde Baja California (y desde Baja California Sur), se mantuviera siempre presente la idea de que el territorio primero y luego el estado fueran lugares en donde prevaleciese la idea de que aquí, en tanto territorio nacional, México estuviera siempre presente como idea y acción, como lo impulsó, entre otros, Braulio Maldonado y quienes lo acompañaron a la hora de gobernar aquí y quienes tuvieron siempre vigentes las ideas anarcosindicalistas de Flores Magón, quien, a toda costa, impulsó la idea de mantener a como diera lugar la independencia de estas tierras como tierras propias de México y de nadie más.
No en balde, así, habría que entender la incursión por Mexicali del piquete conformado y guiado por las ideas de Flores Magón y sus seguidores para darle al anarcosindicalismo presencia y acción más allá de lo que él predicaba desde finales del XIX, como ideas de lucha y acción para impulsar la revolución entre nosotros, diciendo y estableciendo que: “La libertad no se conquista de rodillas, sino de pie, devolviendo golpe por golpe, infringiendo herida por herida, muerte por muerte, humillación por humillación, castigo por castigo. La rebeldía es vida, la sumisión es muerte”, eso, entre otras ideas, era lo que Flores Magón y sus seguidores —Múgica entre los más destacados— querían dejar bien, pero bien implantadas entre nosotros, aquí, en Baja California. Tarea pues, esa, que aún está pendiente entre nosotros.
Eso, ahora, a cien años de haber muerto, es una lección de Flores Magón que en Baja California está más viva que nunca porque lo que él quería, insisto, aún está pendiente entre nosotros.
gomeboka@yahoo.com.mx
*Sólo estructurador de historias cotidianas. Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
Palabras pronunciadas en el “Homenaje al centenario de Ricardo Flores Magón en el puerto de Ensenada” que un grupo de ciudadanos organizó del 17 al 21 de noviembre en memoria del centenario del fallecimiento del distinguido patriota mexicano
LA POESÍA TATUADA
POR CARLOS MONGAR*En el capítulo primero, intitulado: “La vida tatuada”, del libro Venir al mundo, venir al lenguaje, del filósofo alemán Peter Sloterdijk, éste plantea allí, a partir de los señalamientos respectivos del poeta Paul Celan: “La poesía no se impone, se expone”; y del filósofo Martin Heidegger: “La obra de arte abre mundo”, que al exponerse la poesía se abre y “nos brinda nada menos que una analogía de la existencia”, y es donde “el filósofo y el poeta pisan la misma arena desde lados opuestos”. Sloterdijk, señala que al publicar un libro un escritor se expone, “pero no porque la poesía se exponga, sino más bien porque el artista quiere imponerse”; es más, el poeta llega “a sí mismo” precisamente porque está “fuera” de sí mismo, y deja abierta la pregunta: ¿adónde llega el que se expone en este sentido? Esta pregunta, pudiera sugerir, una invitación a entrar en el laberinto de consideraciones filosóficas, semióticas o hermenéuticas sobre el poetizar En este espacio punteado que deja Sloterdijk, esbozaré algunos puntos de mi propia cosecha, recurriendo a la ayuda del poeta César Vallejo y el inubicable búlgaro de habla germana, Elias Canetti (Premio Nobel de Literatura 1981).
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tencia y “decodificación” de lo que se “reconoce” como realidad; y casi siempre, una victoria lingüística y estética ante la masificación, estandarización, sumisión y degradación en todos sus sentidos.
Asegurar que el artista llega “a sí mismo con sus emociones lingüísticas” porque está “fuera” de sí mismo, es un juego de palabras atornasolado que mediante un salto circense soslaya, que “no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia” (Carlos Marx). Si la poesía se expone, como señala Paul Celan, es porque toda auténtica poesía es desmitificadora y subversivamente creativa.
“El auténtico poeta no quiere imponerse, pero al exponer, expone en un mundo alienado”
En nuestro mundo alienado los seres humanos, casi en su generalidad, asumen su papel de cadáveres ambulantes, “zombis”; este ser humano sí que está fuera de sí mismo.
En el poemario Trilce, del peruano César Vallejo, se lee en su poema LXXV: “Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos”
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“Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, péndula del zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros no os duele. Os digo, pues, que la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte”.
El auténtico poeta no quiere imponerse, pero al exponer, expone en un mundo alienado. La poesía expuesta por un auténtico poeta es resis-
La poesía nos permite percibir y sentir “algo” que alude a la realidad (objetiva y subjetiva), pero sobre todo nos permite “ver”, siempre va más allá del lenguaje cotidiano. La poesía reinventa el mundo, da acceso al prodigio polifacético, polisemántico y polirítmico de eso que denominamos “realidad” y “permite” que permanezca. Expone al hombre y a su mundo alienado fuera del espejo. La poesía hace más humano al ser humano; coincido con Victoria Reyzábal: La poesía es lucidez estética desde la inocencia lingüística. El poeta como un Dios desterrado, reinventa los nombres de las cosas, reconstruye la existencia, maleabiliza el idioma hasta tal punto que lo convierte en intraducible, en ideolecto universal. El texto poético resulta así utópico, comprometido y pleno de realidad. Cuestiona la autoridad, combate lo establecido, anula la convención y ofrece un sentido nuevo, desnuda sus propias crisis y conquistas. No tanto pretende referirse a un mundo cuanto generarlo, revelarlo y así producirlo, alumbrarlo.
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Así ¿adónde llega el que se expone queriendo imponerse? A romper el espejo y no ver el origen, es decir, nunca “verá” que lo cotidiano-alienado se convierta en esencial. Por eso no se reconoce ante el espejo, sólo “ve” su negatividad.
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El verdadero poeta llega a sí mismo al exponerse mediante la aventura de su poetizar-escritural en el poema. “Quien se crea capaz de separar su mundo interior del mundo externo —afirma Elias Canetti—, no posee ningún mundo interior del cual pueda separarse nada”
El filo poético de las palabras es un erizo contra la degradación y deformación del lenguaje en estos tiempos de uniformidad y de confusionismo alienante; contra el vedetismo, el fraude y la grafomanía estéril de ciertas literaturas. Canetti pedía a todo escritor que aspire auténticamente a serlo, el cumplimiento de tres “mandamien-
«La poesía reinventa el mundo, da acceso al prodigio polifacético, polisemántico y polirítmico de eso que denominamos “realidad”»
tos”: Uno, el “vicio” de husmearlo todo, es decir, convertirse en un “sabueso de su tiempo”; dos, la voluntad, seriamente planteada, de sintetizar su época y de cultivar su propia sed de universalidad, “la escritura es siempre una impaciencia del conocimiento” Y, tres, la exigencia de estar siempre en contra de su época, permanentemente en guardia contra cualquier imagen general o estereotipada que de ella tenga, “contra su olor específico, contra su rostro, contra sus leyes”.
En el libro La conciencia de las palabras, en su discurso sobre la “profesión de escritor”, Elias Canetti exige de éste, la toma de conciencia del mundo en el que vive y en el autocuestionamiento como condición indispensable de la legitimidad del auténtico escritor: “Pues lo cierto es que, hoy en día, nadie puede llamarse escritor si no pone seriamente en duda su derecho a serlo”. El escritor es el “custodio de la metamorfosis”, como puente de comu-
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nicación entre los hombres, como ser deseoso de vivir sus posibles metamorfosis con apasionamiento, ya que “sólo a través de la metamorfosis, entendida en el sentido extremo en que empleamos aquí sería posible, percibir lo que un ser humano sus palabras”, da Canetti.
da el término, lo que no es detrás de nos recuer-
mongar66@hotmail.com
@hotmail.com
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*Poeta y ensayista de Fragmentos
ensayista, autor mentos sin fondo
El filósofo alemán Peter Sloterdijk, autor del libro Venir al mundo, venir al lenguaje.TECNOLOGÍAS DE SUBJETIVACIÓN DEL INDIVIDUO MODERNO
POR FERNANDO MANCILLAS TREVIÑO *Se aprecia la cosa obscura no explicada como más digna de consideración que la cosa clara explicada. Friedrich Nietzsche, humano, demasiado humano
Son los enigmas inexorables quienes más impelen al ser humano en su decidido estudio en profundidad. A ello responde la investigación del biólogo y sociólogo británico Nikolas Rose (Londres, 1947) que cuestiona la autooptimización del individuo emprendedor de su propio sí mismo y de la responsabilidad de su propia vida como consecuencia de su libre elección.
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En una ruta de exploración de la historia del sí mismo como historia crítica de las ciencias psi: psicología, psiquiatría, psicoanálisis y psicología social, el autor emprende una genealogía de la subjetivación, inspirada en las perspectivas de Michel Foucault (1926, Poitiers, Francia-1984, París, Francia) y Gilles Deleuze (1925, París, Francia-1995, París, Francia).
De Foucault recupera como plataforma epistemológica su noción de gubernamentalidad, entendiendo: “el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esta forma tan específica, tan compleja, de poder, que tiene como meta principal la población, como forma primordial de saber, la economía política, como instrumento técnico especial, los dispositivos de seguridad”. Abarcando: “la tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no ha dejado de conducir, desde hace muchísimo tiempo, hacia la preeminencia de ese tipo de poder que se puede llamar el ‘gobierno’ sobre todos los demás; soberanía, disciplina; lo que ha comportado, por una parte, el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno, y por otra, el desarrollo de toda una serie de saberes” (Foucault, 1999). Es el resultado de este proceso en
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desde su transcurso en los siglos XV y XVI, de ser un Estado administrativo, se torna gradualmente en gubernamentalizado.
Analizando las actualizaciones del sí mismo operacionalizadas por las tecnologías del yo, Rose descubre en las ciencias psi su conducción efectiva: “diseñando estrategias que hacían posible gobernar a los individuos en nombre de su libertad y autorrealización. Las ciencias psi eran ciencias ‘políticas’, es decir, ciencias que sostenían determinadas prácticas de gobierno de los individuos y las colectividades que parecían legítimas porque eran veraces”
En el desarrollo de su perspectiva las lógicas de lo psi, en su expertise, generan prácticas hacia el gobierno de los individuos y estrategias de intervención, en la evaluación de lo normal y lo patológico, desplazándose directivamente entre ambos sentidos. De esta manera, la capacidad de la psicología, en su expertise, detenta: “una competencia en la administración de las personas y las relaciones interpersonales, así como también un cuerpo de técnicas y procedimientos que pretenden hacer posible el manejo racional y humano de los recursos humanos en la industria, en las fuerzas armadas y, de manera más general, en la vida social”
de las tecnologías psicológicas en Estados Unidos y Europa, a fines del siglo XIX, correlativamente integrada al desarrollo de las democracias liberales contemporáneas. En consecuencia, se entiende históricamente la noción de gobierno, en un amplio sentido, como el conjunto de tácticas, estrategias y programas racionalizados dirigidos a la conducción de la conducta en las acciones de otros, con el objeto de lograr determinados fines. Así se puede hablar del gobierno de una escuela, de una fábrica, una familia, una prisión, de un barrio y de un país, como del gobierno de uno mismo.
En la historia de las relaciones de poder en los regímenes liberales democráticos, el gobierno de los otros ha estado integrado a la conducción de los individuos “libres” en el gobierno de sí mismos, como actores libres y responsables, es decir, sensatos, acoplados, disciplinados, cautos y autorrealizados. Además de las psicociencias, históricamente también se ha contado en el modelamiento en la conducta de los seres humanos, en su autopercepción, con la contribución de otros especialistas, como son: los economistas, sociólogos, contadores, médicos, abogados, politólogos, demógrafos antropólogos, entre otros, en las ciencias humanas y sociales.
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“Desde el siglo XIX hasta el siglo XXI, las tecnologías de la subjetividad se han depurado como tecnologías de gobierno en las democracias liberales y neoliberales”
No obstante, Nikolas Rose señala que “durante el siglo XX los expertos psi han alcanzado cierta posición privilegiada, ya que son ellos quienes afirman comprender las determinaciones internas de la conducta humana, así como también quienes aseguran tener la habilidad para proveer el abordaje apropiado, en términos de saberes, juicios y técnicas, para los poderes de los expertos de la conducta, dondequiera que dichos poderes sean ejercidos”
Por lo tanto, la disciplinas psi se han integrado en la trayectoria de nuestra política y ética, en nuestra determinación de lo que comprendemos como elección, autonomía y libertad. De manera relevante, la libertad a través de normas y roles conducentes a la organización de nuestra experiencia del mundo de la vida, en el ejercicio del poder sobre otros y, principalmente, en la relación con nosotros mismos. En ese sentido, las “formas de libertad que habitamos hoy están intrínsecamente ligadas a un régimen de subjetivación en el cual los sujetos no son meramente ‘ libres de elegir’, sino obligados a ser libres, a comprender y a poner en práctica sus vidas en términos de elección en condiciones que limitan sistemáticamente las capacidades de tantos para dar forma a su propio destino”
De tal manera, los individuos interpretan su pasado, el presente y el advenimiento futuro como producto de las tomas de decisión personales, o aún por tomar, aunque el estrecho margen de posibilidades de acción constreñidas por circunstancias estructurales o institucionales sea ampliamente restrictivo.
Con esa libertad obligatoria en la democracia neoliberal asistimos así a la sociedad de la transparencia, en la lógica de la sociedad del rendimiento, como señala Byung-Chul Han (1959, Seúl, Corea del Sur): “El sujeto del rendimiento está libre de una instancia exterior dominadora que lo obligue al trabajo y lo explote. Es su propio señor y empresario. Pero la desaparición de la instancia dominadora no conduce a una libertad real a franqueza, pues el sujeto del rendimiento se explota a sí mismo. El explotador es a la vez, el explotado. El actor y la víctima coinciden. La propia explotación es más eficaz que la explotación extraña, pues va acompañada del sentimiento de libertad. El sujeto del rendimiento se somete a una coacción libre, generada por él mismo. Esta dialéctica de la libertad se encuentra también en la base de la sociedad del control. La propia iluminación es más eficaz que la ilumi-
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nación extraña, pues va unida al sentimiento de libertad” (Byung-Chul Han, 2016).
Para el autor, en los regímenes de pasión de la construcción del sí mismo los pliegues afectivos se despliegan en espacios fragmentarios, a través de ubicaciones ensambladas, donde, entendiendo por ensamblajes: “a la localización y conexión de rutinas, hábitos y técnicas dentro de dominios específicos de acción y valor: librerías y estudios, habitaciones y baños públicos, tribunales y salas de clases, consultas y museos, mercados y grandes tiendas”.
En la pretensión de la contribución de una historia crítica de los saberes se observa la reflexión contra el presente, en la medida de la indagación de horizontes y condiciones de posibilidad. Para ello se exploran cinco tipos de factores externos: económicos, profesionales, políticos, culturales y patriarcales. En ese sentido, la psicología no puede ser conceptualizada como un dominio determinado, desvinculado de la sociedad, dado que sus verdades como resultado de sus análisis de los fenómenos de la vida mental del sujeto, son constitutivamente sociales, tan es así que los discursos no son solamente sistemas de significación, sino que se encuentran ensamblados en el interior de organizaciones y dispositivos sociales complejos donde habitan una multiplicidad de técnicas, prácticas y rituales en el proceso interactivo de relaciones de estratificación en el mundo de la vida social.
También aquí se discute la téchne de la psicología en sus tres dimensiones de relación entre piscología, poder y subjetividad. Como transformación en las racionalidades y programas de gobierno. En la transformación en la legitimación de la autoridad y en la transfiguración de la ética.
Desde el siglo XIX hasta el siglo XXI, las tecnologías de la subjetividad se han depurado como tecnologías de gobierno en las democracias liberales y neoliberales. Por lo cual: “El gobierno es logrado por medio de la educación de los ciudadanos, tanto en sus roles profesionales como en sus vidas personales; en los lenguajes a través de los cuales interpretan sus experiencias, las normas con las cuales evalúan y las técnicas mediante las cuales deberían buscar mejorarlas. Se ejerce a través del ensamblaje de diversas fuerzas —leyes, edificios, profesiones, técnicas, productos básicos, representaciones públicas, centros de cálculo y tipos de juicio— vinculadas a esos conjuntos más o menos estables de personas, cosas,
dispositivos y formas de conocimiento que llamamos educación, psiquiatría, administración y vida familiar.
En su evolución histórica las ciencias psi se encuentran indisolublemente ligadas al espíritu del ciudadano en materia de gobierno. Las racionalidades de gobierno en la esfera pública se encuentran esencialmente ensambladas en la esfera privada, en cuanto a regulaciones de conducta, expectativas de comportamiento y formas de evaluación de nuestros procederes y actuaciones, así como las de los demás. Por lo tanto, el gobierno de la psique moderna se conduce a través de la configuración de un conjunto de redes tecnológicas para edificar y sostener el autogobierno del ciudadano. En consecuencia, los ciudadanos son educados, requeridos y subjetivados en una articulación elástica entre orientaciones y ambiciones individuales e instituciones y mecanismos socialmente evaluados.
En la Modernidad Tardía de la segunda mitad del siglo XX, en adelante, “el gobierno de la conducta humana se transformó en una actividad intrínsecamente psicológica. Expertos, vocabularios, evaluaciones, y técnicas psicológicas se han vuelto indispensables en el trabajo y en el mercado, en los procesos electorales y en el negocio de la política, en la vida familiar y en la sexualidad, en la pedagogía y en la crianza infantil, en el dispositivo legal y punitivo, y en el complejo médico-asistencial. Más aún, los ciudadanos de dichas sociedades acuden cada vez más a los psicólogos cuando buscan comprender y superar los problemas que aquejan a la condición humana —desesperanza, pérdida, tragedia, conflicto— viviendo así sus vidas en concordancia con una ética psicológica”.
La psicología se consolidó como disciplina autónoma por medio de su contribución social en mecanismos de desarrollo educativo, industrial, militar, penal, desbrozando y clasificando situaciones patológicas como neurosis, fobias, síndromes postraumáticos, deficiencia laboral, inadaptación social, entre otras.
Se considera a la psicología como expertise heterogénea en su rol de autoridad social, ofreciendo diagnósticos entre determinaciones de los que es normal y lo que es patológico, fincado en sus técnicas sistematizadas. De esta forma, se incorpora como una más de las tecnologías institucionales, con las cuales la conducta del individuo puede ser calculable, evaluada, carto-
grafiada y administrada racionalmente. En ese sentido, las psicotecnologías como la psiquiatría, psicología, psicoanálisis y psicología social proporcionaron “los medios para la traducción de la subjetividad humana, convirtiéndola en un término al interior de los nuevos lenguajes del gobierno, de escuelas, de las prisiones, de las fábricas, del mercado laboral y de la economía. Por otro lado, ellas constituyeron el propio dominio de la subjetividad como un objeto posible para el management racional de modo tal que se volvió posible concebir objetivos deseados —autoridad, tranquilidad, cordura, virtud, eficiencia, entre otros— como alcanzables a través del gobierno sistemático de la subjetividad. Para que un dominio sea gobernable no sólo se requieren los términos para hablar y pensar acerca de éste, también se necesita ser capaz de evaluar su condición. Es decir, se necesita inteligencia e información acerca de los que sucede en el dominio que se está calculando, información que puede presentarse de varias formas: reportes escritos, dibujos, imágenes, números, tablas, gráficos, estadísticas, entre otras”
Partiendo de la premisa del filósofo de la historia italiano Giambattista Vico (1668-1744): “el gobierno debe ajustarse a la naturaleza de los hombres gobernados”, la psicología social debe conocer la naturaleza social del individuo para su adecuado gobierno. Por lo tanto, entre las tecnologías intelectuales, la psicología social contribuye con sus saberes y prácticas disciplinarias a traducir los fundamentos de la democracia, desde la esfera de la ética hasta las verdades científicas y la expertise racional.
Es en la generación de una nueva percepción de la democracia “ que se articula en términos de una conexión íntima entre saber y ciudadanía, y que confiere un rol central a la investigación científica como mediadora entre ambos. Esta relación, concebida como la piedra angular del gobierno democrático moderno e ilustrado, iba a ser un principio fundamental para buena parte de la psicología social de opinión y actitudes de la posguerra, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos. Por un lado, el público necesita obtener información con tal de cumplir con los deberes de la ciudadanía; por otro lado, el gobierno necesita obtener información acerca de las necesidades, deseos y actitudes del público, acerca de su estado psicológico, así como de su estado físico, con tal de ajustar sus métodos y objetivos administrativos y obtener cooperación pública. En esta imagen revisada de una política
democrática, la ciudadanía adquiere una forma subjetiva. El ciudadano ya nos es más un receptor pasivo de instrucciones u órdenes, sino que se encuentra comprometido activamente en el mantenimiento del orden político y la armonía social. Para este proceso, la psicología social hará contribuciones claves: dentro de ella fue posible encontrar recursos poderosos que se pudieron movilizar para sus propios propósitos”.
Por otro lado, Nikolas Rose señala la expansión de nuevas imágenes de la subjetividad, donde el individuo dialógico, nómada, múltiple, socialmente construido explora posibilidades de reconocimiento. Recuperando la contribución de Gilles Deleuze y Félix Guattari (1930, Francia-1992, Francia) en la constitución del sí mismo se concibe como efecto de longitudes y latitudes, lentitudes y velocidades entre moléculas no formadas, como complejo de afectos no subjetivados, en formas de individualización que se desarrollan en prácticas de subjetivación históricamente contingentes, en las cuales los sujetos son concebidos como ensamblajes que se transmutan constantemente al diversificar sus conexiones como rizomas en nodos de acople y desacople.
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En la perspectiva de una filosofía del pliegue, deudora de Gilles Deleuze, que pliega, despliega y repliega, el autor destaca: “Las prácticas de subjetivación podrían ser entendidas de mejor manera si se las pensara en términos de interconexiones complejas que incitan, posibilitan y estabilizan relaciones particulares con uno mismo en sitios específicos. Así las tecnologías de subjetivación se aprecian como las maquinaciones, como el ‘ser coensamblados’ junto a instrumentos intelectuales y prácticos, componentes, entidades y dispositivos que producen ciertas maneras de ser-humano, territorializar, estratificar, ajustar, organizar y hacer duraderas las relaciones particulares que los humanos podrían, verdaderamente, establecer consigo mismos”
De ello se desprenden en las tecnologías éticas, siguiendo a Deleuze, cuatro ejes a través del concepto de pliegue. En primer lugar, el pliegue del sí mismo en torno al cuerpo y sus placeres, en los griegos, la carne y los deseos, en los cristianos, así como los anhelos y aspiraciones en nuestra era. En segundo lugar, la relación entre fuerzas, en una relación con uno mismo, que puede ser de carácter divina, natural, racional o estética. El pliegue del saber o pliegue de la verdad, en tercer lugar, en la cual, cada relación con uno mismo es coordinada por la subjetivación del saber y de nuestra relación con la verdad, ya sea en su modalidad teológica, psicológica o filosófica. En una interioridad de expectación aparece el cuarto pliegue, fincado en la esperanza, la salvación, la libertad, o el desapego. Por lo tanto, la subjetivación se desarrolla en la variación múltiple de estos pliegues, en sus diversos ritmos y ciclos.
Como señala el sociólogo Ulrich Bröckling (1959, Paderborn, Alemania), las interpelaciones del self emprendedor son totalitarias, tanto
en el imperialismo económico como en el imperativo económico, por lo tanto, en el campo del poder emerge, en las rutas de escape, el arte de ser “diferentemente diferente”, con la conclusión, en el momento oportuno y el reinicio, en otra parte, con la capacidad de imaginación de hacer presente lo ausente y la habilidad de la visualización de lo todavía inexistente, a través de una asimilación transformativa de la realidad.
Nikolas Rose (1947, Londres, Reino Unido), educado en biología, sociología y psicología es actualmente un sociólogo y teórico social británico. Fue nombrado Profesor Honorario Distinguido en la Escuela de Investigación de Ciencias Sociales, en la Facultad de Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Australia. Asimismo, Profesor Honorario en el Instituto de Estudios Avanzados del University College London. Fue director de Sociología en Goldsmiths, Universidad de Londres y Profesor Titular en la London School of Economics (LSE), donde dirigió el Departamento de Sociología entre 2002 y 2006. Asimismo, fue fundador y director del BIOS Center for the Study of Bioscience, Biomedicine, Biotechnology and Society de la LSE de 2002 a 2011.
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También se desempeñó como Profesor Titular de Sociología del King´s College de Londres, donde fue director del Departamento de Ciencia Social, Salud y Medicina. Es miembro de la Academia Británica, la Real Sociedad de las Artes y la Academia de Ciencias Sociales, siendo integrante del Comité de Política de la Royal Society y miembro de la mia Danesa de Ciencias y Letras. Doctorado Honoris Causa en la U Sussex, Inglaterra y en la Universidad Dinamarca.
En noviembre de 2001, el periódico dian lo incluyó en su lista como uno de los cinco principales científicos sociales del do. De 1996 a 2004 fue director prestigiada revista interdisciplinaria & Society, así como fundador y coeditor 2006 hasta el presente, de BioSocieties: vista interdisciplinaria de estudios ciencias de la vida.
Entre su prolífica obra —que se a más de 14 idiomas— se encuentra: jo psicológico: psicología, política Inglaterra, 1869-1939 (Routledge,
verning the Soul: The Shaping of the Private Self (Routledge, 1989), Poderes de la libertad: reformulación del pensamiento político (Cambridge University Press, 1999), La política de la vida misma: biomedicina, poder y subjetividad en el siglo XXI (PUP, 2007), Gobernando el presente: administrando la vida económica, social y personal, con Peter Miller (Polity, 2008), Neuro: las nuevas ciencias del cerebro y la gestión de la mente, con Joelle M. Abi-Rached (Princeton University Press, 2013), Nuestro futuro psiquiátrico: la política de la salud mental (2020), The Urban Brain: Mental Health in the Vital City, con Des Fitzgerald (Princeton University Press, 2022).
Nikolas Rose, La invención del sí mismo. Poder, ética y subjetivación, Providencia, Santiago de Chile, Ed, Pólvora, 2021.
Byung-Chul Han, La sociedad de la transparencia, Barcelona. Herder, 2016.
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Michel Foucault (1999), La gubernamentalidad, en Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales, Volumen III, Barcelona, Paidós.
fernamancillas@yahoo.com
*Profesor-Investigador de la Universidad de Sonora
YACE POE EN LA VIEJA ESTACIÓN
POR DANIEL SALINAS BASAVE*Una sábana de negrísimas nubes cubría el Cerro de la Silla cuando mi amigo Gerardo Ortega y yo llegamos al recién inaugurado Museo del Escritor en la Casa de la Cultura de Nuevo León.
Después del intenso calor de la mañana, una repentina lluvia cayó sobre Monterrey cuando empezaba a atardecer
La antigua estación del ferrocarril, ubicada sobre la Avenida Colón, alberga desde hace décadas a la Casa de la Cultura en donde transcurrieron muchas de las más intensas tardes de mi temprana juventud en el taller literario de Rafael Ramírez Heredia, en donde acuchillábamos textos a navajazo limpio y despiadado.
En algún momento esa vieja casona formó parte de mi vida cotidiana y sin embargo, tenía más de 23 años sin pisar el recinto desde mi última sesión con el Rayito Macoy, en marzo de 1999, días antes de marcharme para siempre a vivir a Tijuana.
Pedro de Isla, director de la Casa, fungió como nuestro guía. El Museo del Escritor reúne la colección personal de René Avilés Fabila, que después de su muerte había quedado confinada en algún sótano.
La bienvenida corre a cargo de la pieza más antigua y valiosa del museo: un ejemplar de las Historias extraordinarias con la firma autógrafa de Edgar Allan Poe.
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No es una dedicatoria, sino apenas una firma pequeñita colocada en la parte baja de una página de advertencia. Sin embargo, es una firma de su puño y letra. Edgar Allan Poe
escribió en esa página. Sí, en mi biblioteca hay cientos de libros firmados y el ritual del garabato se repite miles de veces en una feria del libro, pero ver esa pequeña firma de Poe me produce una sacudida, como si de pronto se materializara la presencia de un ser de otro mundo, emparentado con las deidades y no con las hordas de ordinarios tunde-teclas que vamos de ahí para allá con nuestras letras desparramadas. Poe es carne de Olimpo o Pandemonio, más mítico que real.
La sensación es extraña, diría alucinante u onírica. El ajetreo del apresurado viaje, las sombras de la tarde, la inminencia de la lluvia, el volver a estar en la vieja casona después de dos décadas y media y de pronto, la firma de Poe.
Entonces me asalta la duda: ¿Cómo habría sido mi vida si no existiera Poe? ¿Cómo sería el mundo sin La caída de la casa Usher, El gato negro, Ligeia o Berenice?
otro asunto y su camino de vida se habría alterado.
Sin Poe acaso no habría habido Horacio Quiroga pero tampoco Howard Philips Lovecraft. ¿Habría existido Sherlock Holmes si en la vida de Arthur Conan Doyle no hubiera existido Auguste Dupin? No lo creo. Sin Los crímenes de la calle Morgue, La carta robada, El misterio de Marie Róget o El escarabajo de oro es posible creer que Sherlock Holmes no habría nacido y el camino de Conan Doyle habría tomado otros derroteros.
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¿Habría existido El Horla si Guy de Maupassant nunca hubiera leído a Poe? Lo dudo mucho. Vaya, el dostoievskiano Raskolnikov de Crimen y castigo es hijo de Montesor de La barrica de amontillado, sin olvidar que en Los hermanos Karamazov hay una referencia a El cuervo
“Poe es carne de Olimpo o Pandemonio, más mítico que real”
Cierto, el orden mundial sería tal como lo conocemos. Viviríamos igual en un mundo globalizado, polarizado e igualmente lacerado por una pandemia y un fatal calentamiento global en donde la omnipresencia del aleph digital marca la pauta, pero en nuestras vidas no habría habido un cuervo diciendo “nunca más”, ni un gato con el cuello marcado por la huella de una soga, ni una pestífera máscara roja recorriendo los salones de un palacio enfiestado.
Sin Poe no existirían varias decenas o cientos de canciones o discos conceptuales inspirados en su obra —de Alan Parsons a Iron Maiden— y tampoco un montón de pinturas, camisetas y parafernalia diversa que hace alusión a su persona o su legado.
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Poe forma parte de la cultura popular. Su imagen puede ser reconocida incluso por gente no versada en literatura y un montón de lectores ocasionales o dispersos, sin duda leyeron El gato negro o alguna otra historia en su juventud.
De la misma forma, cabría preguntarnos si Poe hubiera sido Poe de no haber existido Thomas de Quincey, Charles Dickens o incluso su contemporáneo Nathaniel Hawthorne.
Encuentro el garabato justo cuando estoy ultimando detalles de mi proyecto de ensayo, Canon del Limbo, y de repente, me siento asaltado por una certidumbre: El mundo en que vivimos, o por lo menos mi mundo y el de millones de personas,
Sin Poe la vida de Charles Baudelaire habría sido harto distinta y acaso Los paraísos artificiales o las mismas Flores del mal habrían nacido con otro ADN En cualquier caso, los días de su vida que dedicó a traducirlo hubieran sido empleados en
danibasave@hotmail.com
*Ensayista y periodista. Reside en Tijuana desde 1999. Autor de Juglares del bordo, El lobo en su hora, Bajo la luz de una estrella muerta
sería tan distinto de no haber existido nunca Edgar Allan Poe.LORENZANA Y LA LUCIÉRNAGA OSCURA
a
santos mientras dure la foto, eternidades que sabrán contar la historia de su creador, Alfonso.
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SERIE CIRCENSE
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“El peso de las figuras debe estar balanceado en una fotografía”, oí decir a Lorenzana frente a un grupo de jóvenes. Lo escuchan, él explica acomodando sus brazos en el campo de la foto, llevando y posicionando cuerpos imaginarios. Sabe componer una música visible, la magia de las apariciones insospechadas.
Es el peso escultórico de quienes son representados, el peso o la evanescencia de Astrid Hadad flotando en la Casa de la Cultura en la colonia Altamira. ¿Cuál es el peso de un fotógrafo que ha representado el volumen de tantos cuerpos y objetos a lo largo de su carrera?
Abro los ojos en cualquier representación artística y la figura de Lorenzana se desplaza sin interrumpir, serpentea entre escalones, asientos, escenarios de voces inagotables, en el preciso instante en el que un cantante toma aliento, dispara Alfonso, en el instante de la emoción y el aplauso, ataca la foto.
HISTORIA DERRUMBADA
Tijuana. El Minarete de la Preparatoria Lázaro Cárdenas, El Muertho, el centro, el pedazo de pared que anunciaba las Pinturas Corona en el negocio de Calette. Recuerdo que pasaba frente a ese local (al que por años acompañé a mi papá) y vi esa pared a punto de caerse. Nostalgia. Otra Tijuana se alza sobre la que un día conocimos y también era
percibida como moderna. Todo lo ha retratado Lorenzana, no simplemente fotografiado, sino que sus imágenes alimentan nuestra débil memoria, nos ha enseñado a ver y a no olvidar otras épocas de esta frontera.
SERIE TIJUANA
Sin darnos cuenta, en el fondo de la calafia alguien observa y registra lo poco importante (en apariencia): una espalda, el cabello revuelto o cabezas rapadas. ¿A dónde va la gente en el transporte público? A trabajos en la periferia, a comprar mandado, a pagar adeudos de impuestos prediales, a gastar su dinero en apuestas al destino, a renovar permisos para seguir existiendo sin ser notado. Barbillas al frente, espaldas encorvadas con ropas sueltas. Los personajes siguen contando su historia a los asientos de ese transporte interminable. Un tatuaje de la santa muerte en una joven amenaza a quienes la observan. Las conversaciones salpicadas de chiste e ira suceden entre el “bajan” y el “compermiso” Tijuana se conoce a detalle sobre el camión o la calaf ia, ahí se juega el ingenio para encontrar el diamante de la historia insospechada, la mirada eléctrica, rastas como serpientes
listas para mostrar colmillos, los días y las horas de la maquila expresadas en monedas para el chofer en el subir y acomodarse para descansar de la calle.
Repaso uno a uno los rostros, trazo coincidencias y sombras. ¿Qué da a los retratados un mismo punto de encuentro en este pequeño mundo? Desentraño y afirmo: es la luz que Lorenzana ha descubierto sobre las cabezas, no aquella dependiente de su arte y domesticación de su técnica, encuentro, maravillada, que es la revelación de una brillantez que parte del centro de cada retratado: su santidad. Lo que sea que eso signifique.
los ojos en cualquier representación artística y la figura de Lorenzana se desplaza sin interrumpir”
Es la luz de la posibilidad de cada uno, emanación de bondad, aunque sea momentánea. No se achaque a Lorenzana la santificación de sus personajes sino la exaltación de eso que supera a cada ser humano, la flama que es vida y está suspendida sobre la coronilla, un acompañamiento luminoso que sólo él ha sido capaz de ver en la gente sobre las banquetas sucias, en los cantantes de ópera, bailarines, cantantes, dramaturgos, mariachis, historiadores, embaucadores de oropel. Todos son
Pero esta vida, con su gente altísima o bajita, es un circo de cinco pistas. La s carpas se elevan con sus guías de luces, nada pueden contra el cielo nublado. No se distingue color en el circo que fue hecho para la fiesta del amarillo, rojo, verde, azul, morado, naranja o escarlata. De las fotos tampoco sale la música de banda o las trompetas que anuncien hologramas de elefantes o jirafas. Hay trapecistas que juegan a sostenerse cabeza contra cabeza, dormitan en sus barras en espera de que regrese el mago con los conejos o los payasos con mejores rutinas y chistes más subidos de tono, pero Lorenzana los mantiene a raya: en blanco y negro suspiran por públicos mayores. La mujer barbuda fuma en la entrada del circo para entretener sus pensamientos, están presos en una foto.
PANDEMIA Y EL POCO ROSTRO
Encierro histórico, miradas huidizas, abrazar el interior de la casa, medir los pasos de un lado al otro para encontrar a quién retratar. ¿Cómo cambiamos por dentro y por fuera con tan poco sol? Se nos fueron años dentro de los días de no sabernos caminantes, abrazadores de vocación, sujetos plenos frente a la cámara. Aún así llegó el fotógrafo y nos dejó suspendidos en ese otro tiempo que no alcanza la vejez ni la corrosión de la verdad. Siempre todos ojos amantes a pesar de la enfermedad. Lorenzana nos vio y existimos.
Larga vida a Lorenzana, nos ha visto. premoniciones@hotmail.com
*Es docente y traductora. Escribe artículos, ensayos, cuentos y poesía
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What I think is this: You should give up looking for lost cats and start searching for the other half of your shadow.
Haruki Murakami. Kafka on the Shore
“Abro
EL ENSAYO EN BAJA CALIFORNIA: LOS PASOS GA NADOS
POR GABRIEL TRUJILLO MUÑOZ*
El ensayo bajacaliforniano: entre el periodismo y la literatura
En la tercera década del siglo XXI, al mirar hacia atrás, hacia los caminos por los que ha ido nuestra literatura, ¿qué podemos decir del oficio de ensayista en Baja California? En primer lugar que los ejemplos abundan: empezando por Pedro N. Ulloa y Roberto Salvatierra en el puerto de Ensenada al inicio del siglo XX y por Héctor González y su libro sobre el Negrito Poeta, un coplista del siglo XVIII, que se publicó en Mexicali en 1920, en los tiempos del coronel Esteban Cantú. O pensemos en los ensayos que escribiera el profesor Rubén Vizcaíno Valencia, cuando nuestra entidad acababa de convertirse en Estado libre y soberano, con el fin de entusiasmar a los bajacalifornianos y que entre todos transformaran la entidad más allá del comercio y la pesca y la agricultura. O los ensayos de tantos periodistas que, entre los años veinte y finales del siglo pasado, publicaron en diarios y revistas como Minerva, El Piloto, Pegaso, Norte, Letras de Baja California y El Mexicano. Personajes de la talla de José Castanedo, Juan B. Hernández, Mario Flores, Florentino Pereira Ocejo, Rafael Trujillo, José G. Herrera, Enrique Pérez Rul, Alfonso Tovar, Braulio Maldonado, Pablo L. Martínez, Jesús Sansón Flores, Adolfo Wilhelmy, María Luisa Melo de Remes, José Merino Millán, Pedro F. Pérez y Ramírez, Miguel de Anda Jacobsen, Francisco Dueñas y Valdemar Jiménez Solís, entre muchos, muchos otros practicantes del oficio periodístico en nuestra entidad.
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Y aunque los unía el culto al progreso y al nacionalismo, estos ensayistas bajacalifornianos que hacían del ensayo artículos de opinión, manifiestos públicos y discursos culturales, también tocaban otros temas caros a sus ideales, como la educación, la literatura, la situación de México y el mundo, la paz y la guerra, la justicia y el poder Así podemos ver que el ensayo,
entre nosotros, es un género particularmente generoso, que nos muestra, con transparencia sin igual, la evolución del pensamiento de las clases intelectuales del norte fronterizo. Desde Mario Flores a Braulio Maldonado, se utilizaba este género para reflexionar sobre nuestra cultura fronteriza con sus luces y sombras. Desde Juan B. Hernández hasta Rubén Vizcaíno, se proclamaba el valor de la cultura para el progreso de Baja California, el valor de las artes como parte de la identidad regional. Desde Florentino Pereira Ocejo hasta Jesús Sansón Flores, se daba voz a los que no tenían voz como un deber ineludible, como un rasgo de solidaridad que iba más allá de la letra impresa. Desde José Castanedo hasta María Luisa Melo de Remes, se imponía una visión moralista de los acontecimientos sociales. Desde José G. Herrera hasta Pedro F. Pérez y Ramírez y Valdemar Jiménez Solís, se defendían los testimonios del pasado para crear una historia donde los bajacalifornianos apareciéramos como comunidad en pos de su destino.
El ensayo que se escribió en los tres primeros cuartos del siglo XX, más allá de las búsquedas pedagógicas, cívicas y morales donde la buena conciencia prevalecía, tomó rumbos inusitados por la cercanía con los Estados Unidos, pero también porque salió de lo regional para afincarse en temas de actualidad. Su publicación en periódicos y revistas le dio un aire de inmediatez y de compromiso con las corrientes de pensamiento de los tiempos en que fueron escritos. Así, Pedro N. Ulloa, al despuntar el siglo XX, podía decir que la canción del progreso “encarna el espíritu regenerador de los nuevos ideales… bajo el peso de la rica labor intelectual”, a la vez que en los años veinte, la década del jazz, Enrique Pérez Rul afirmaba que la labor del hombre de letras, sea literato o periodista o las dos cosas a la vez, era “difundir la cultura en forma tan agradable y amena que pueda satisfacer a todos los gustos” y añadía que la cultura debía propagarse “sin el menor asomo de suficiencia, sin decir jamás las cosas en tono doctoral y autoritario que le traería el
desprecio o la burla”, que el talento escritural debía estar “siempre al servicio de las buenas causas”, mientras que Alfonso Tovar, durante el cardenismo, aseguraba que “es doloroso mostrar nuestras enfermedades nacionales, pero criminal sería también ocultarlas. Hacernos tontos nosotros mismos. Pedir al médico y no decirle el padecimiento”
Y en plena guerra fría, José Merino Millán aseveraba que “estamos en pleno siglo XX y el hombre tiene derecho a desenvolverse dentro de un plano de comprensión y de trabajo, de respeto y armonía, en donde se valore la vida humana y se sancione severamente a quienes atentan contra ella”, a la vez que Rubén Vizcaíno Valencia escribía una carta abierta dedicada a los profesionistas e intelectuales de Baja California, donde informaba que como cualquier otro hombre, el intelectual “adeuda a la comunidad humana parte de lo que es, y él mismo no es sino el soporte mismo de una tarea que no acaba nunca y que lo alude constantemente en todo momento”. Y esa deuda debía ser pagada con la responsabilidad social y más cuando se habitaba una entidad fronteriza como Baja California. De ahí que proclamaba que: “Lancen su reflexión por el camino de la verdad aquellos que la busquen; por la justicia los que la sientan en su corazón o en la pobreza de tantos; por el de la abundancia, aquellos que quieran estimular el desarrollo técnico-económicco; por el de la sabiduría, aquellos que estén tentados por la educación del pueblo, por la investigación y por las realizaciones de la cultura superior”. Porque “había tanto por hacer en Baja California, arreglar tantas cosas, fincar tantos hogares, abrir tantas escuelas, escribir tantos libros” Así, el ensayo se volvía discurso público para unir, en una sola voluntad colectiva, el arte y la cultura.
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Hay que tomar en cuenta que en nuestro estado, el que se estableció a partir del 16 de enero de 1952, los padres fundadores del ensayo como texto literario más que periodístico, fueron tres: David Piñera Ramírez, quien lo practicó en los años sesenta como discurso académico y lo abandonó durante la década siguiente al dedicarse al ensayo histórico; Rubén Vizcaíno, quien hizo una especie de ensayo regional vasconcelista, de oratoria apabullante y misticismo radical (en la misma vena que el chihuahuense José Fuentes Mares y el sonorense Óscar Monroy), y Patricio Bayardo, quien utilizó el ensayo, de los años setenta en adelante, como seguidor de Samuel Ramos: para ofrecer una interpretación nacionalista del mexicano fronterizo y de su “pérdida” de identidad.
(1988), La línea: ensayos sobre literatura fronteriza Méxiconorteamericana (1988), Lecturas de Baja California (1990), Signos abiertos (1993) y Vidas fronterizas (1996). Sin olvidar los libros de ensayos de Federico Campbell, como La memoria de Sciascia (1989), La invención del poder (1994) y Máscara negra. Crimen y poder (1995).
“Aunque los unía el culto al progreso y al nacionalismo, estos ensayistas bajacalifornianos (…) hacían del ensayo artículos de opinión, manifiestos públicos y discursos culturales”
El ensayo bajacaliforniano moderno Es necesario puntualizar que para la segunda mitad de los años ochenta y la primera mitad de los noventa del siglo XX, se publicaron las primeras obras ensayísticas modernas en Baja California, donde estos textos se presentaban como un laboratorio de experiencias, un libre ejercicio literario que se mezclaba con otros géneros sin limitaciones de ninguna especie, donde la experiencia fronteriza tomaba un papel central y la escritura se enriquecía en lecturas de autores contemporáneos. Los primeros en incursionar en esta clase de ensayo fueron Leobardo Sarabia Quiroz, Gabriel Trujillo Muñoz y Humberto Félix Berumen. La mayoría de estos ensayos se publicaron en periódicos y revistas de la entidad antes de ser reunidos en libros; periódicos y revistas hoy legendarios: El Oficio, Esquina baja, Travesía, Trazadura, Tijuana Metro y los suplementos de Diario 29. Destacan, entre ellos, Vivencias universitarias (1987) de David Piñera, El signo y la alambrada. Ensayos sobre literatura y frontera (1990) y Tijuana hoy (1991) de Patricio Bayardo; Los caminos venturosos (1987) y Sociedad y desierto Literatura en la frontera norte (1993) de Sergio Gómez Montero; Tres ensayos sobre el ensayo bajacaliforniano (1988), La ciencia ficción. Literatura y conocimiento (1991), De diversa ralea (1993) y Los signos de la arena Literatura y frontera (1994), Testigos de cargo (2000) de Gabriel Trujillo Muñoz, así como Tijuana en su literatura (1989) de Ramiro León Zavala y Los fantasmas de la pasión (1997) de José Javier Villarreal. Otros libros de este género, pero de índole colectiva, son Piedra de toque
Visto en conjunto, tal vez lo más significativo del ensayo literario ha sido escrito tanto como prólogos a antologías de vario material, así como en compilaciones de ensayos de distinta índole. Pienso en Parvada. Poetas jóvenes de Baja California (1985) y Un camino de hallazgos. La poesía bajacaliforniana del siglo XX (1992), Literatura bajacaliforniana siglo XX (1997), Biografías del futuro (2000), Testigos de cargo (2000), Pasiones fronterizas (2008), Escaramuzas (2010), Nada es lo que parece (2018), La mirada insaciable (2018) y La sombra benéfica. Ensayos alfonsinos (2022) de Gabriel Trujillo Muñoz; Antología de la nueva narrativa bajacaliforniana (1987) de Óscar Hernández; El cuento contemporáneo en Baja California (1996), Texturas (2001), Tijuana la horrible (2003), La frontera en el centro (2004), Señas y contraseñas (2011), Fronteras reales/Fronteras escritas (2016) e Historia mínima (e ilustrada) de la literatura en Tijuana (2022) de Humberto Félix Berumen; En la línea de fuego (1990), Zona de turbulencia (2006), Manual de sobrevivencia en la ciudad T (2015) y Viaje a la ciudad en cuarentena. Epidemia, contagio y transfrontera (2021) de Leobardo Sarabia. Todos son textos que dicen que el tiempo de las verdades reveladas, de los clisés de moda, del discurso edificante ha terminado.
En las primeras décadas del siglo XXI, habría que destacar la obra ensayística de Rael Salvador, Heriberto Yépez, Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, Elizabeth Cazessús, Javier Hernández, Jorge Ortega, Fernando Vizcarra, Mauricio Ramos, Rogelio Arenas, Elizabeth Villa, José Salvador Ruiz, Édgar Cota Torres, Óscar Ángeles Reyes, Pedro Valderrama, Daniel Salinas Basave, Raúl Fernando Linares, Iliana Hernández Partida y Miguel Lozano. De los libros de ensayos de esta centuria los más ambiciosos en horizontes intelectuales han sido: Mar y desierto en la poesía de Baja California (2000) de Jorge Ortega, Ensayos para un desconcierto y una crítica-ficción (2001) y El imperio de la neomemoria (2007) de Heriberto Yépez, Indagaciones inhumanísticas (2003) de Mauricio Ramos, No está en mis manos escribir sin vehemencia (2003) de Francisco Hernández, Meridianos/
divergencias (2007) de Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, La representación de la leyenda negra en la frontera norte de México (2007) de Édgar Cota Torres, Alfonso Reyes y los hados de febrero (2007) de Rogelio Arenas, El lobo en su hora La frontera narrativa de Federico Campbell (2016) de Daniel Salinas Basave, Contra-cultura (menor) y el movimiento fanzine en Tijuana (2014) de Pedro Valderrama, Pájaros de cuentos El cuento criminal bajacaliforniano y sus autores intelectuales (2016) y Muertos en el tintero (2017) de José Salvador Ruiz, Entre el vacío y la orfandad Sociedad y prácticas culturales en Tijuana 1942-1968 (2018) de Elizabeth Villa, Desde la butaca Tintas urbanas (2021) de Elizabeth Cazessús y Recuerdo del héroe llevado por su demonio (2022) de Rael Salvador
En estos tiempos de transición a nuevas tecnologías y de regreso a viejas pesadillas, podemos observar la aparición de ensayos tanto literarios como académicos, incursiones en lo propio y lo universal, indagaciones alrededor del arte, la cul-
tura fronteriza, los desafíos del mundo globalizado, ciertos escritores del pasado nacional, ciertos géneros literarios que van saliendo a la luz, así como acercamientos críticos a la cultura de nuestros días desde la filosofía, los estudios culturales e incluso la comunicación. No hay en ellos un eje central sino el interés por estudiar aquellos temas, personajes y situaciones que le son cercanas a sus autores, por las que siente empatía y gran curiosidad. Es significativo que tanto Jorge Ortega, Pedro Valderrama, Salvador Ruiz, Edgar Cota Torres, Daniel Salinas y Elizabeth Villa se aproximen a las letras bajacalifornianas para obtener nuevas formas de analizar e interpretar el legado histórico de la literatura hecha en nuestro estado. Pero también es importante reconocer que nuestros ensayistas igualmente exploran vetas más lejanas, como es el caso de Javier Hernández, Mauricio Ramos, Carlos Gutiérrez Vidal, Heriberto Yépez, Fernando Vizcarra y Rael Salvador De este último me quedo con su idea de que la escritura ensayística es “momentos de coincidencia reflexiva”
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Triple salto mortal: el ensayo del siglo XXI Ahora bien, en este libro aparecen tres ensayistas bajacalifornianos que han surgido, como escritores, durante el siglo XXI. El primero es Daniel Salinas Basave, narrador con una obra creativa de amplia resonancia, que nació en Monterrey, Nuevo León, en 1974 y que reside en Tijuana desde 1999, donde ha ejercido su oficio de periodista. Entre sus libros como narrador están Dispárame como a Blancornelas (2014), Vientos de Santa Ana (2016), Días de whisky malo (2016), Juglares del bordo (2018) y El samurái de la Graflex (2022). Entre sus libros de ensayos se cuentan Réquiem por Gutenberg (2014), Cartografías de Nostromo (2014), Bajo la luz de una estrella muerta (2016) y Hacia la extinción del lector hedonista (2016).
El segundo es José Salvador Ruiz, nacido en Mexicali en 1971. Es doctor en Literatura por la Universidad de California en San Diego y profesor de Español en el Imperial Valley College. Narrador reconocido por sus aportaciones al género criminal, policiaco, Noir, en la frontera norte mexicana. Ha publicado varios libros de cuentos y novelas, entre las que destacan Nepantla P. I. (2014), Hotel Kennedy (2016), Crímenes sueltos (2017), Hotel Chinesca (2018) y Lawless Border Towns (2020) y Aqueberro. Seis casos y un consejo (2021). Ha ganado concursos de cuento, novela y ensayo a nivel estatal y nacional. Pero Ruiz no se ha conformado con la creación literaria sino que es un antologador y ensayista reconocido, siempre indagando en la narrativa policiaca de antaño y del momento. Fronterizo como él solo, Salvador sabe que escribir es una forma de hacer justicia. Vive entre Mexicali y El Centro, California.
haciendo un híbrido entre lo real y lo imaginario. Vive en Ensenada desde 1997.
¿Qué dicen los ensayos que este libro contiene? ¿Qué temas aparecen aquí delineados? En Daniel Salinas hay varias rutas recurrentes: la exposición de lo humano en un tiempo de calamidades como es el nuestro. Su ensayo sobre la pandemia es una reflexión sobre la peste, la plaga, el fin del mundo tal y como aparecen en tantas obras literarias y artísticas. Lo que parecía ajeno a nuestra cotidianidad se ha convertido en parte de nuestras vidas. Pero Daniel no sólo habla en sus ensayos sobre el desastre de nuestros días. En otros ensayos vuelve a temas caros para él: su genealogía de lector, su amor por las bibliotecas, el mito de Sísifo de quien sabe que nunca podrá leer todos los libros del mundo. Es sintomático que la danza macabra de la experiencia personal se cuele en alguno de estos ensayos y que lo moribundo forme parte de su camino de vida, de sus lecciones.
“La suma de los ensayos —que conforman Daniel Salinas Basave, José Salvador Ruiz y Óscar Ángeles Reyes— es un triple salto mortal: el de quien se tira al vacío de sus dudas y certezas para encontrar un lugar común, una mesa de diálogo, un puente entre opuestos”
El tercero es Óscar Ángeles Reyes, otro narrador. Nacido en la ciudad de México en 1970. En la Universidad Autónoma Metropolitana estudió la carrera de Biología y en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada hizo estudios de posgrado. A sus intereses científicos se suman sus afanes creativos. Es autor de varias novelas, entre las que figuran La vida simple (2014), Notas del fin del mundo (2018) y Las aventuras de los cobardes (2022). De su obra narrativa ha dicho el poeta Rael Salvador que Reyes sabe unir el ensayo y la novela
En José Salvador Ruiz hay una visión menos apocalíptica de la realidad en que vivimos, pero aquí lo que surge es una apuesta por lo periférico sobre lo central. Los temas de Salvador son los que inciden en la memoria colectiva de la frontera: episodios, circunstancias, hechos, personajes memorables. Un recuento de lo aprendido y lo atesorado. Un trabajo ensayístico que utiliza lo fronterizo para impulsar su visión del mundo, para mostrarnos las cartas literarias de su juego, para compartir absurdidades, humor y cerveza. Como profesor que es, en los ensayos de Ruiz hay la aspiración de la cátedra bien fundamentada y comprensible, como ocurre en sus textos sobre Federico Campbell, Luis Humberto Crosthwaite y el reino de Cantú, pero también hay el acercamiento a su niñez en la colonia Cuauhtémoc Norte, a unos metros de la línea internacional. Ese caldo de cultivo del futuro contador de historias policiacas, de misterios por resolver
En Óscar Ángeles Reyes podemos constatar que sus intereses ensayísticos van desde la fotografía hasta el cuestionamiento de lo fotografiable, la literatura vestigial que apenas deja huella en la memoria colectiva, el acto suicida que representa analizar la producción literaria local desde la crítica o que el ensayo es “dinámica mi-
gratoria” y a la vez “flujo de ideas”: algo que cruza los límites de la escritura, algo que atraviesa los muros de las convenciones culturales. Y como biólogo que es, Óscar admite que el conocimiento es comprobable, que la creación es una hipótesis, que la crítica es una prueba a pasar En sus ensayos hay universos en colisión constante, realidades mutantes, la incertidumbre creciendo a sus anchas desde el Big-Bang de la especulación literaria.
He aquí, en este libro, tres ensayistas jóvenes que ya han tomado vuelo en su salto crítico-creativo. La suma de sus ensayos es un triple salto mortal: el de quien se tira al vacío de sus dudas y certezas para encontrar un lugar común, una mesa de diálogo, un puente entre opuestos. En estos autores podemos ver las diversas facetas del ensayo bajacaliforniano en la forma en que se practica hoy en día: sus caminos van desde la interrogación al mundo actual hasta el estudio de la literatura en que ellos mismos están inscritos. En unas ocasiones plantean inquietudes filosóficas sobre la realidad y en otras dejan que la subjetividad les sirva de carta de rumbos en sus aventuras ensayísticas. Sus textos son una mezcla de equilibrio y rigor, de mesura y caos.
Esperemos que quien tenga en sus manos esta obra, la goce en este 2 de diciembre, Día Estatal de la Lectura en Baja California, tal como ILCSA ediciones gusta de celebrar: como un regalo a sus lectores. Porque eso es lo que estos ensayistas, los tres pertenecientes a la generación nacida en los años setenta del siglo pasado, quieren compartir con todos nosotros: sus miedos y obsesiones, sus esperanzas y experiencias, sus lecturas y especulaciones, sus realidades y creencias. La suma de aquello que les importa, ya sea una idea, una teoría, una obra de arte, un hecho vivido. El reflejo de lo humano en las palabras que toman para sí: esas que al arder en nuestros ojos a veces iluminan el mundo y a veces lo consumen hasta hacerlo cenizas.
angel.gabriel.trujillo.munoz@uabc.edu.mx
*Escritor y poeta, autor de Espantapájaros y Tijuana city, tres novelas cortas
Este texto es una parte de la presentación del libro Triple salto mortal. Tres ensayistas bajacalifornianos (Ilcsa, 2022).
LA DANZA EN EL VACÍO
POR RAEL SALVADOR*En el penúltimo round, citando las palabras de otro boxeador, Philip Roth lo ha dejado claro: “Lo hice lo mejor que pude con lo que tenía”.
Antes de apagarse la luz final, Roth (19332018) ya no tenía palabras propias; besando la lona ensangrentada, en un último ejercicio de honestidad, cita la grandeza de Joe Louis.
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Al carecer de fortaleza, soltaba: “Ya sólo hago el ridículo”. La batalla estaba dada, 85 años de ofrecer y recibir ¿Un golpe más? Ni a las sombras. No, ahora su poder lo había abandonado.
El tiempo justo de recoger la toalla, colgar los guantes, bajar el interruptor…
Ante la oferta de la gloria fácil, en estos tiempos de ideas fútiles y generalizadas, constructores de escribas y triunfos pactados —que se nos han convertido, gala de prensa incluida, más en reuniones de familia que en auténticos encuentros literarios—, pocos anteponen la verdad sellada en los guantes y, desclasificando la hombría histórica de los carteles de box, se muestran bajo la centelleante bata de la mentira: lloriqueos de palabras por escribir o ya
escritas, cabezazos que soportar, sumados equívocos de jueces, venganzas ciegas venidas del réferi y más golpes bajos por recibir… Y aún así: “¡Quiero estar!”. “¡Déjenme subir de nuevo al puto ring!”. “¡Mi alma lo necesita!”.
Roth es la lección final de un escritor vacío: tras haber retratado, título a título, la hermosa miseria de la condición humana, todo él se encuentra ya transmutado en libro: o la muerte lo lee o se va sin nada, recoge nada, se lleva nada, porque Philip Roth ya no es nada, sino su obra: La mancha humana, La conjura contra América, Me casé con un comunista, Pastoral americana, Némesis
“Roth es la lección final de un escritor vacío: tras haber retratado, título a título, la hermosa miseria de la condición humana, todo él se encuentra ya transmutado en libro”
Lo que para otros derrotados de la vida, levantarse signifique encender un cerillo al paso de una dignidad que ya nadie ve, que a nadie importa, que ningún cabrón aprecia, Philip Roth sabe, de antemano, lo que es perder los ojos en el horizonte visual de lo morado, recoger los dientes como teclas de un piano venido del sexto piso, doblarse ante el navajazo de un hígado deshecho, asfixiarse por las constricción de las costillas, borbotear sangre —en el crepúsculo de los ídolos— como una nube rota… Todo ello haciéndose acompañar de la soledad sudorosa del filósofo que habita a todo pugilista añejo, seguido de los reclamos del magnate culoatornillado frente al escritorio y las monedas, enjuiciado eternamente por la familia… que no entendió el oficio, que no entiende el fracaso —el ninguneo estratégico— y que no entenderá la renuncia.
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Subir y bajar del ring es similar a entrar a un prostíbulo y confundir los libros con las putas —las mujeres como “un trozo de carne”, diría, y por eso no le dieron el Nobel—, galantear con esa impostación de sonrisa fracturada y, de nuevo, pasada la danza, abandonar la contienda con un rictus de sorpresa y desencanto…
Si el destino de la existencia se asemeja al de un boxeador, habría que desatender el consejo de su mejor enemigo, Norman Mailer —“¡Los hombres duros no bailan!”— y empuñar con decisión el lápiz, ¡la navaja que disecciona todo a su lance…! ¡Entonces, ágil, como el elegante coraje de Uppercut y la lumbre, se escribirá de nuevo sobre la jodida roca de la vida!
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HACE DEL CALABACEADO LA DANZA INSIGNIA DE BAJA CALIFORNIA
POR JEANETT E SÁNCHEZ*El Jarabe Tapatío, La Danza de los Viejitos, El Huapango, La Jarana, La Polka son algunas de las danzas típicas que, con sólo mencionarlas, nos refieren a un estado de la República Mexicana, pero hasta hace un par de meses Baja California carecía de una danza que lo representara de manera oficial.
Gracias al trabajo, la investigación, la promoción y la documentación del profesor Juan Gil Martínez Tadeo, acompañado por un equipo de bailarines, maestros y coreógrafos, logró que el pasado 1 de noviembre se publicara en el Periódico Oficial del Estado de Baja California la declaratoria del baile Calabaceado como Patrimonio Cultural, en el rubro de Valor Cultural-Manifestación de Interés Cultural.
De acuerdo al documento el “Decreto queda inscrito ante el Instituto de Cultura de Baja California y ante el Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado en la sección denominada Registro Público del Patrimonio Cultural”
Dicta también que “la designación busca proteger el valor cultural Calabaceado y el derecho de la comunidad al fomento de la cultura y los valores históricos, al mismo tiempo, sus características y elementos servirán para transmitir a residentes y visitantes las formas de vida y actividades que han permitido el desarrollo del estado y de la ciudad de Ensenada, lugar donde habitan los precursores cuyo carácter y esfuerzo lograron formar los cimientos de este proceso cultural”
Además, precisa que “el Calabaceado, como valor cultural, ha sido un referente importante de la memoria colectiva de lo que hoy se conoce como Baja California, en él se hospedan los grandes relatos y los actores principales de esta expresión social y de él se desprenden tradiciones como La Fiesta de la Misión, por ello se identifica como un símbolo para la entidad”.
Pero, ¿qué tuvo que pasar antes de esta Declaratoria? Martínez Tadeo comparte las memorias del camino andado a lo largo de más de 35 años de trabajo en torno al tema.
Los antecedentes se remontan a la niñez de Martínez Tadeo, cuando a la edad de 9 ó 10 años viajó con
su familia a la ciudad de Guadalajara. “En el Teatro Degollado estaba el grupo del maestro Rafael Zamarripa, de la Universidad de Guadalajara, bailando espectacular, eso me cautivó y llenó todos mis sentidos, se quedó muy presente en mi vida. Recuerdo que fue en unas Fiestas de Octubre, vimos a Amparo Ochoa y luego al ballet, fue un día de muchas emociones, yo vivía en un ranchito de Jalisco y nunca en mi vida había visto un ballet folclórico”.
Con esa grata impresión en su memoria, Juan Gil continuó con su vida y años más tarde, cuando ya estudiaba la secundaria llegó a Tijuana.
“Tuve la oportunidad de entrar a la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas, ahí ingresé al grupo folclórico, esa fue la primera vez que tuve clases formales de danza, yo tenía unos 16 años, en ese tiempo el ballet de la prepa lo dirigía la maestra Karla. Yo no era bueno para zapatear, era de los malos para el baile, pero la maestra me apoyó y logré estar en el grupo base. Fue en ese tiempo que conocí las danzas de varios estados de México, pero le decía a la maestra que bailáramos algo de Baja California y ella me decía que no había algo representativo. En aquellos tiempos la polka era el baile que representaba al norte, pero no al estado propiamente”.
Ese dato llamó la atención del hoy director del Grupo de Danza Folklórica Mexicana Kicukpaico, para emprender una investigación sobre la danza, era el año de 1982 y aunque existían varios grupos de danza folklórica nadie bailaba algo de Baja California.
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“Me acuerdo que había una feria binacional de historia Tijuana-San Diego, organizada por la UABC, la UNAM y SDSU, ahí empecé a participar con algunas propuestas y en 1984 gané una Mención Honorífica por mis escritos sobre algunos datos históricos en torno a la danza en Baja California, esos escritos fueron mis primeros intentos por buscar una danza que nos representara. En 1986 salí de la prepa con el nombramiento como Mejor Bailarín y me llamaron del Conalep para crear un grupo de danza, yo no era maestro, pero el proyecto de abrir un taller de danza me llamó la atención y acepté”.
Ese mismo año inició con el taller de danza en Conalep Tijuana II y ahí logró llevar a los escenarios las primeras coreografías inspiradas en El Calabaceado.
“Con este ballet nos presentamos en las primeras ferias del Pescado y el Marisco, estuvimos trabajan-
los de Conalep para crear el Grupo Kicukpaico”
Ya como profesor de danza, Martínez Tadeo fue invitado por el Comité de Festejos de Tijuana para proponer una danza que diera identidad.
“Yo mantuve siempre mis investigaciones en torno al tema, así que tenía suficiente información sobre danzas indígenas, otras de origen europeo con influencia inglesa, francesa, rusa, es decir, de las familias migrantes que llegaron a este territorio, pero mi experiencia aún era poca, no lograba convencer al Comité. Fue hasta 1989 cuando gané el primer lugar en la Feria Binacional y regresé con una nueva propuesta ante el Comité, pero tampoco los convencí”.
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Para Martínez Gil hubo una nueva oportunidad cuando el profesor Mario Reyes Meléndrez, de la UABC, lo invitó a participar en la Fiesta de la Misión, sin imaginar lo que ahí encontraría.
“Yo estudiaba Turismo en UABC y fui a La Misión con mi ballet para llevar el baile Calabaceado, ahí es cuando me doy cuenta que no era un baile de ciudad, aunque en Tijuana se veía en lugares como en La Jungla, El Taconazo, en los rodeos y jaripeos de la zona del Mariano, en el Cortijo San José, en El Rancho Grande, había incluso concursos. Estando en el poblado veo que El Calabaceado pertenece a una comunidad y empiezo a hacer el trabajo con los pobladores de La Misión, estudié sus pasos, entrevisté a la gente, investigué y documenté todo sobre este baile. Ha sido un trabajo de mucha gente y ahora con la declaratoria es como ponerle una corona a todo esto. Mantuve el empeño para demostrar que no era sólo una idea mía, que el Calabaceado es parte de la identidad de los bajacalifornianos”.
Para el profe Juan ha sido vital el registro de los
pasos, las coreografías, el vestuario, todo ello está inspirado en una comunidad, se trata de un baile que sigue vigente entre los vaqueros de la entidad y que representa una necesidad de expresión en aquellas zonas donde la modernidad no ha entrado.
“Todas las vaquerías recurren al lazado, al jineteo como parte de su trabajo, pero también como parte de su entretenimiento, imitan al ganado en sus celebraciones y en sus bailes, de ahí surge el Calabaceado y ahora es Patrimonio de Baja California”
“La pandemia no nos detuvo, logramos hacer el Festival del Calabaceado de forma virtual en todo el estado, eso permitió documentar en video las coreografías, los testimonios; tuvimos un gran apoyo de todo el equipo del entonces secretario de Cultura, el primero que tuvo el estado. Hicimos el baile masivo con transmisión en redes, llegamos a un público nuevo y generamos importantes registros, aprendimos a trabajar a la distancia”.
La recolección de datos y testimonios ha llevado a Martínez Tadeo a conocer las historias de personajes como El Piteico, un señor originario de Tecate que baila desde pequeño; de Javier Cardoso y su familia,
de los Crosthwaite, los Gilbert, familias de mucho arraigo de Playas de Rosarito, de La Misión.
“Son rancherías que surgieron a partir del abandono de las misiones, hay un documento que nos compartió Alejandro Espinoza, de El Rosario, un lugar que fue el primer poblado en Baja California y ahí esta familia tiene en resguardo varios testimonios, uno de ellos que data de 1910, donde se habla del baile vaquero, es el programa de un festival, ellos han sido por años los guardianes de todo esto que da testimonio de esta historia”.
“En una visita a El Rosario para grabar una sesión del festival virtual descubrimos que hay un tololoche que fue creado en 1930-34, se trata de un instrumento rústico que da fe de cómo amenizaban las fiestas en este poblado. Está hecho con una tina o tambo metálico, forrado con piel de venado, de res y allá lo tienen en resguardo. Hemos encontrado varios testimonios que fortalecen la presencia del Calabaceado en Baja California”
Sabiendo que el tiempo y el espacio en una entrevista lo limita para poder enlistar a todos los involucrados en un proyecto de tan largo aliento, Martínez
Tadeo pidió que todos se vieran representados en los nombres de Raúl Valdovinos, Guadalupe López, Alejandro Espinoza y varios maestros de danza, además de él.
“Somos algunos de los que tenemos libros e investigaciones sobre el tema. Hay quienes ha aportado con importantes actividades como el maestro José Luis Madera que organiza la Lunada Vaquera, ese baile masivo en Playas de Rosarito, el cual no se hace por romper un récord, sino por el interés de unir a los bailarines del estado y promover el Calabaceado. Con todo esto se construye esta historia”
“Yo siempre tomo en cuenta y agradezco a quienes se suman, somos una comunidad dancística que ha tomado con amor este baile. Ahora es momento de que las nuevas generaciones sigan trabajando por la difusión, promoción y ejecución de esta danza, ya como Patrimonio es una nueva responsabilidad tanto para la comunidad de la danza como para la población bajacaliforniana y para las autoridades”
*Licenciada en Comunicación por la UABC, con 23 años de experiencia en periodismo y gestión de contenidos
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En el marco de celebraciones del 20 Aniversario de El Vigía en coordinación con la Revista Cultural Palabra se invita a la conferencia
SOBRE LA ESTUPIDEZ 2.0
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por Carlos Mongar, poeta y ensayista
Día jueves 1 de diciembre Hora: 5:00 p.m. Centro Estatal de las Artes de Ensenada (Aula magna)
“La estupidez es el arma más destructiva, el más costoso lujo. El padecimiento más degradante del género humano”.
Carlos Mongar
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La entrada es libre.
Viernes 18 de noviembre de 2022.
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