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Algunos datos sobre participación política de las mexicanas Algunos datos sobre la evolución de la legislación: de las cuotas
Violencia política en razón de género en México:Reconstrucción del proceso 2008-2018
Daniela Cerva Cerna • Georgina Yemara López Hernández
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de la aplicación de la Ley de Cuotas, en la LIX legislatura se obtuvieron cuarenta puestos más de diputadas con relación a la LVIII legislatura. Esta tendencia no se mantuvo en las últimas elecciones, puesto que los cargos ocupados por mujeres bajaron de 124 a 113. Esto permitió inferir que la Ley de Cuotas por sí misma no garantiza el aumento de la participación política de las mujeres en los cargos de representación popular (Cerva Cerna, 2008).
ALGUNOS DATOS SOBRE PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MEXICANAS
A pesar del logro que hoy en día tenemos a favor de la paridad, numerosos estudios sobre la participación política de las mujeres muestran que existe una subrepresentación en el número que acceden a los espacios de toma de decisiones3 con respecto a los hombres. Cada vez más, las mujeres han logrado desempeñar un papel importante en la vida social y cultural de la región, pero su protagonismo social no se traduce del todo en una presencia política-institucional.
Las cifras muestran que, si bien las mujeres mexicanas tienen una ciudadanía formal, “su discriminación en el ejercicio ciudadano y la representación política hoy continúa y adquiere mayores o menores proporciones según la cultura de género prevaleciente en cada sistema político y sociedad” (Tarrés, 2011, p.57). Por ende, no resulta extraño que en el imaginario y las representaciones sociales persista la idea de que la política “es cosa de hombres” porque “su espacio” es lo público, el poder y la toma de decisiones en la vida política; mientras que el lugar de las mujeres es lo privado, el hogar y las labores de reproducción y cuidados. La esfera pública es el lugar de la ciudadanía, la participación y las decisiones colectivas. El reconocimiento de las mujeres como ciudadanas abre por
3 Como en las Secretarías del Ejecutivo (federales y locales), el Poder Judicial, los Organismos Autónomos y los ayuntamientos.
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primera vez la posibilidad de competir por puestos públicos en la esfera política pero esta incursión está llena de dificultades, violencias y obstáculos. La participación política es un ejercicio dinámico de donde surgen nuevos conceptos que buscan dar cuenta de la experiencia que viven las mujeres. En primer lugar, la metáfora del “techo de cristal” sirve para ilustrar que las pocas mujeres que alcanzan un ascenso a los espacios del poder pronto enfrentan una barrera “invisible” difícil de traspasar que le impede seguir avanzando.
Su invisibilidad se debe a que no existen leyes ni dispositivos que impongan a las mujeres semejante limitación. Los límites del techo de cristal los podemos detectar con frases como: “a las mujeres no les interesa participar políticamente”, “no hay mujeres en política porque ellas no quieren”, “las mujeres temen ocupar posiciones de poder” y “las mujeres no pueden afrontar situaciones difíciles que necesiten mostrar autoridad”. Estos estereotipos en ocasiones convierten a las mujeres en “no elegibles” para puestos políticos que requieren autoridad y ejercicio del poder (López, 2015). En América Latina, Mabel Burin (2008) ha trabajado el concepto de “techo de cristal”, enriqueciendo para destacar que existe no solo un techo sino también un “piso pegajoso” que les impide a las mujeres avanzar. En segundo lugar, el piso pegajoso se refiere al trabajo maternal y al trabajo doméstico, que imponen una adhesividad a las mujeres en el ámbito doméstico, atrapándolas con lazos que les dificultan o impiden su realización personal lejos del ámbito familiar. En política, el “piso pegajoso” disminuye las posibilidades de ascenso y el logro de candidaturas por parte de las mujeres, ya que ellas tienen que hacerse cargo de sus familias, dificultando su presencia en reuniones del partido, actividades políticas o cenas donde se decide quién ocupará ciertos espacios. Este efecto de “piso pegajoso” se relaciona también con la sobre-
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carga de trabajo y las dobles y triples jornadas que enfrentan. Y hace que las mujeres en vez de progresar en sus ambiciones políticas, abandonen sus carreras o no busquen ocupar candidaturas a cargos de elección popular. Kauffmann (2007) señala que la distribución del tiempo se complica cuando las mujeres en política tienen hijos e hijas ya que la división sexual del trabajo minusvalora la crianza. Y, asimismo, las expectativas de algunas mujeres, las lleva a otorgar igual importancia al trabajo que a la familia, derivando en una menor disponibilidad de tiempo para las mujeres con hijos. En ese sentido, el acceso al uso libre del tiempo es un tema tangencial de la participación política de las mujeres porque muchas decisiones importantes se toman en reuniones informales como cenas, viajes, etc. donde se forjan las oportunidades y complicidades que eventualmente les conducen a ocupar una candidatura.
Debido a todo lo anterior, la participación política de las mujeres se desarrolla desde una posición de desigualdad de género que las enfrenta a múltiples presencias en la política, la comunidad, las labores domésticas y los cuidados que las sitúa constantemente entre su papel de madres y esposas, y por otro, tener que demostrar que “merecen” estar en la vida pública (Cejas y Lau, 2011). Estas tensiones si bien tienen un peso importante en la vida de las mujeres, también en posible mediarlas a través de ciertos factores favorables que desarrollaremos a continuación. Si bien la política es un espacio complejo para las mujeres, algunas de ellas desarrollan diferentes estrategias para construir una carrera política contra viento y marea. Al respecto, Antonieta Hidalgo (2005) analiza la participación política femenina en las élites del poder mostrando la creación de pactos, el reconocimiento del deseo de poder y la legitimación del trabajo político, ya que en la política existe la desconfianza constante hacia ellas y las obliga
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todo el tiempo a tener que demostrar siempre que “son mejores en el trabajo que los hombres”. Y por otro, algunas mujeres emprenden arreglos familiares para adecuarse a la situación, otras se divorcian y/o eligen la soltería porque la “política exige mucho”. Como grupo, las mujeres resienten el costo de adaptarse a las formas “tradicionales” de hacer política y estas, a su vez, se traducen en la práctica, en hacer política para un grupo de poder y no necesariamente para las necesidades de las mujeres (López, 2019). Al respecto, Barrera y Cárdenas (2016), señalan que los mecanismos de exclusión de las mujeres del poder político parte de la representación de lo público como un espacio masculino. Estas actitudes discriminatorias que enfrentan las mujeres, las han llevado a echar mano de diversas estrategias para enfrentar el duro reto que implica ser mujer. Un elemento al que las mujeres recurren es la organización en forma colectiva (no necesariamente entre mujeres) para incrementar sus posibilidades de ascenso y participación en los puestos de decisión y poder, y además para mantenerse en ellas. Barrera y Aguirre (2003) han estudiado los factores institucionales y subjetivos que pueden potenciar su participación política en las instituciones y a nivel subjetivo. En el nivel institucional, se identifican varios espacios de participación que impulsan o fortalecen los liderazgos femeninos tales como en: a) la escuela, b) las organizaciones no gubernamentales (ONGs), c) los sindicatos, d) las cooperativas, e) la organización barrial y f) el seguimiento, la observación y defensa del voto. En el nivel subjetivo Barrera y Aguirre (2003) identifican como posibles factores favorables a la participación política femenina: a) la escolarización como un factor importante para hacer una “carrera política”; b) la influencia
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familiar; c) la socialización en el lugar de trabajo; d) el lugar de residencia; e) la socialización en un movimiento social; f) el desarrollo de la capacidad de gestión y g) la participación en la defensa del voto. Estos elementos que señalan las autoras nos permiten identificar esos catalizadores a la participación política de las mujeres. Sin embargo, persisten obstáculos estructurales y simbólicos para promover las candidaturas femeninas. Principalmente que los partidos políticos tienen prácticas y lógicas que en los hechos no fomentan ni apoyan las candidaturas femeninas. Se continúa ejerciendo un fuerte control masculino sobre el poder político, donde operan claramente los mecanismos de discriminación y descalificación hacia las mujeres Massolo (2009). No podemos pasar por alto, las prácticas de discriminación y violencia en contra de ellas, las cuales responden a un contexto en donde la competencia política debe ser analizada desde un enfoque de género, es decir, que nos permita explicar cómo las relaciones desiguales de poder tienen un efecto diferencial en la experiencia política de hombres y mujeres (Cerva Cerna, 2014). A las dificultades que enfrentan las mujeres en el espacio de la política, es importante considerar la discusión sobre violencia política en razón de género como una dimensión de análisis que recientemente se está trabajando en la literatura sobre la participación política de las mujeres y que pone la mirada en los partidos políticos como organizaciones generizadas.
Dichos procesos y prácticas revelan los contenidos y las formas que adopta la discriminación hacia las mujeres en el espacio de lo público. No olvidemos que la discriminación y la violencia de género son mecanismos que menoscaban el derecho de las mujeres a participar políticamente como veremos a continuación.
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A continuación, presentamos en las Figuras 1, 2 y 3 la composición del Senado y la Cámara de Diputados desde el año 1988 hasta 2018, desagregada entre hombres y mujeres.
Figura 1. Composición del Senado de la República (1988 a 2018)
Fuente: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Figura 2. Composición de la Cámara de Diputados (1988 al 2015)
Fuente: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Figura 3. Composición de la Cámara de Senadores y Diputados (2018)
Fuente: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.