16 minute read
El problema filosófico del conocimiento: Epistemología
TEMA 2
Advertisement
1. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Es la rama de la Filosofía que examina todas las cuestiones que se refieren a la posibilidad de dar respuesta a todas las preguntas que nos podemos hacer los seres humanos. También recibe el nombre de EPISTEMOLOGÍA. En ella se trabaja todo lo referente a lo que se entiende por conocimiento, cuáles son las herramientas para adquirirlo y qué grado de fiabilidad tienen cada una de ellas, así como sus posibles límites. La epistemología siempre ha de tener como punto de partida la Actitud Crítica, que nace del no dar nada por hecho ni por sabido, la capacidad de asombro y la búsqueda de la verdad, entre otras cualidades.
1.1 Concepto y grados de conocimiento
El conocimiento es una explicación de la realidad, que nos permite comprenderla mejor, entender sus causas y poder predecir algunas de sus consecuencias. El conocimiento es una forma de saber, en la que se pueden distinguir los siguientes grados: opinión, creencia y conocimiento.
GRADOS DE CONOCIMIENTO:
• Opinión: es una apreciación subjetiva de la que no podemos decir que estemos seguros y que tampoco podemos probar ante los demás, porque se apoya en intereses, experiencias y deseos. • Creencias: en este concepto hay que distinguir dos tipos o usos fundamentales: – Uso dubitativo: en sus expresiones manifestaciones no estar seguro de la verdad. Siempre se inician las frases con un: “Yo creo que…”.
– Uso asertivo: en sus expresiones manifiesta con claridad aquello de lo que está seguro y que reconoce abiertamente que no puede demostrar. • Razonamiento o Conocimiento: es la manifestación de aquello de lo que estamos seguros y que además lo podemos justificar, demostrándolo con datos objetivos.
1.2. Herramientas del conocimiento
El conocimiento se distingue de la opinión y la creencia, como acabamos de ver, en su capacidad de verificación a la hora de manifestar las cosas. Para ello se ayuda de unas herramientas a las que ponemos el nombre de Facultades
Cognitivas.
Estas facultades cognitivas son fundamentalmente cuatro: percepción, memoria, imaginación e inteligencia. • Percepción: es la facultad cognitiva que nos pone en contacto con la realidad y nos permite representarla a través de los datos proporcionados por los sentidos. Se organizan e interpretan los múltiples datos sensoriales configurando una imagen unitaria y coherente. • Memoria: nos permite retener y recordar las imágenes configuradas para expresarlas en un futuro, lo que da lugar al aprendizaje y a la realización como personas. • Imaginación: es la capacidad de reproducir imágenes y, sobre todo, de modificar y crear nuevas imágenes con creatividad y libertad. La imaginación tiene dos funciones: – Reproductora: trata de reproducir la realidad de acuerdo con la imagen que el sujeto ha creado al recibir de los sentidos. – Creadora o fantástica: crea, inventa o anticipa nuevas imágenes, de modo que transmite un mundo distinto al que la percepción y la memoria nos aportan. • Inteligencia: es la capacidad de pensar, entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas. La palabra inteligencia significa etimológicamente: “saber elegir”, por tanto, esta facultad cognitiva consiste en escoger la mejor opción ante un problema o situación que se nos presente partiendo de la información de que disponemos.
1.3. El proceso del conocimiento: la abstracción
La abstracción consiste en depurar un conocimiento de sus aspectos puntuales y/o particulares para llegar a un
conocimiento general que abarque todas las dimensiones de realidad que comprenden un concepto.
Aunque hay distintos puntos de vista por parte de los pensadores de todo tiempo, podemos decir que, en general, se considera que el conocimiento de la realidad comienza con la experiencia o con los datos sensoriales que recibimos de ella, teniendo en cuenta que la experiencia no afecta al conocimiento en general, sino a situaciones particulares. Sin embargo, la percepción de uno o varios casos particulares nos proporciona un conocimiento de mayor alcance y con pretensión de objetividad. En lo anteriormente descrito consiste la abstracción. Hay dos corrientes filosóficas a la hora de situar la base del conocimiento: Empirismo y Racionalismo. • El Empirismo entiende que la razón es clave para desarrollar el conocimiento, pero debe partir siempre de la experiencia que aportan los datos sensoriales y apoyarse en ellos y, así, no perderse en elucubraciones y fantasías. • El Racionalismo defiende que es la razón y no la experiencia sensorial la única que puede constituirse legítimamente como una base sólida para el conocimiento. Un punto clásico de discusión entre las dos corrientes filosóficas es si los seres humanos tenemos o no, (sin coma) conceptos en nuestra mente cuando nacemos. Mientras que los empiristas afirman –con John Locke– que nuestra mente es una tabula rasa y, por tanto, carece de conceptos, los racionalistas defienden que no todos los conceptos proceden del aprendizaje a través de la experiencia, sino que nuestra mente dispone de contenidos a la hora del nacimiento. Tenemos ideas innatas. La polémica entre ambas posiciones adquirió gran importancia en la discusión filosófica de los siglos XVII y XVIII.
1.4. La Epistemología Kantiana
El filósofo prusiano, Emmanuel Kant, Königsberg (ahora Kalingrado-Rusia 1724-1804), con la intención de superar el antagonismo y la rivalidad entre ambas corrientes, trató de formular una explicación del proceso de conocimiento con los aspectos que le parecieron más validos tanto de empiristas como de racionalistas. Según Kant en el proceso de conocimiento participan simultáneamente tres facultades humanas: la sensibilidad, el entendimiento y la razón. • La sensibilidad: es la capacidad que tiene el ser humano de recibir sensaciones y datos externos por medio de los sentidos y de captarlos y retenerlos con vistas a descubrir verdades nuevas.
Estos datos y sensaciones siempre se hayan radicadas en un punto del espacio y en un momento del tiempo.
El espacio y el tiempo son los ámbitos que encuadran los datos y sensaciones que se hayan fuera de nuestra mente. • El entendimiento: es la facultad de organizar la diversidad caótica de percepciones que recibimos del exterior.
La síntesis de sensaciones es definida por Kant como fenómeno empírico, algo que nos llega y que captamos mediante nuestros sentidos.
Esta capacidad del entendimiento de ordenar los datos y generar dicha síntesis se debe a que trabaja mediante unos conceptos predeterminados, que ya tiene incorporados desde que nacemos y compartimos todos los seres humanos. Kant los denomina categorías.
Las categorías son conceptos o estructuras innatas (que no hemos aprendido) y nos sirven para estructurar la información que recogen nuestros sentidos. • La razón: el termino razón, epistemológicamente hablando, se emplea para referirse a la capacidad humana de representarse la realidad, conectando unos fenómenos con otros, y poder expresar todo ello lingüísticamente.
Kant especifica todo esto afirmando que la razón es quien nos induce a plantearnos el porqué de las cosas de manera constante. Creándose así una infinita cadena de “porqués” generando lo que Kant llama
ideas metafísicas.
Las ideas metafísicas no tienen origen en la experiencia, no tienen carácter científico, pero han sido, son y serán inevitables al intelecto humano: el hombre inevitablemente recurre a ellas para explicarse la realidad. Visto lo anterior, podemos afirmar que según el Empirismo Kantiano la razón es lo que nos lleva a pensar sobre los fundamentos o primeros principios de lo que experimentamos. Sin embargo, las ideas metafísicas nunca pueden entrar en las categorías de entendimiento, no se pueden demostrar.
1.5. Racionalidad teórica y práctica
Kant siempre le atribuye a la razón una dimensión teórica: el conocimiento de la realidad, y una dimensión
práctica: la capacidad de elegir.
• La razón teórica: consiste en formular juicios que no se limiten a expresar simples opiniones, sino que adquieran el carácter de conocimiento objetivo. Se distinguen tres tipos de conocimientos objetivos: – Los que versan acerca de los hechos habituales de los que somos testigos en la vida cotidiana. – Los conocimientos científicos que explican las leyes y teorías acerca del funcionamiento de las cosas. – Los teoremas lógicos y matemáticos, que no se refieren a ningún hecho empírico. • La razón práctica: es nuestra capacidad de discernir qué elecciones o actos son éticamente buenos y que opciones no pueden ser justificadas moralmente. Se trata de formular imperativos que puden tener validez universal.
2. LA VERDAD
Es uno de los problemas fundamentales de la Filosofía. Filosóficamente hablando, se considera que hay dos tipos de verdad: verdad de hechos y verdad de proposiciones.
2.1. Verdad de hechos
La verdad de hechos nos lleva a discernir si los términos utilizados son sinónimos de auténtico, hablando de otra manera, dónde está la autenticidad de lo que se dice, el contenido comprobable y verificable. Por ello, es preciso distinguir entre auténtica realidad y realidad aparente. • Auténtica realidad: objetos y hechos del mundo, tal como son realmente. • Realidad aparente: forma con la cual aparece o se manifiesta tal realidad. La distinción entre ambos conceptos ha dado lugar a una histórica polémica en el ámbito filosófico. Pero predomina la idea de que las apariencias son ocultaciones de la realidad y no nos dejan ver las cosas tal y como realmente son. Es por ello por lo que la verdad se identifica con la realidad auténtica. Por eso podemos identificar la búsqueda de la verdad como un proceso de desvelamiento de lo auténtico.
2.2. Verdad de proposiciones
La verdad de proposiciones es entendida como una propiedad que pueden tener nuestras afirmaciones. Desde ahí hemos de entender que hay dos clases:
a) Verdad de proposiciones empíricas.
En cuanto a la verdad de proposiciones empíricas existen tres teorías: • La verdad como correspondencia: considera que una proposición es verdadera cuando hay correspondencia entre lo que la proposición expresa y la realidad a la que se refiere. Esta teoría no consigue determinar el grado de correspondencia o adecuación entre el lenguaje y la realidad. • La verdad como coherencia: considera que una proposición es verdadera cuando no entra en contradicción con el resto de proposiciones aceptadas. La coherencia de la nueva proposición con las que ya sabemos que son verdaderas indica que esta también lo es.
• La verdad como éxito: considera que una proposición es verdadera cuando es útil y, por tanto, conduce al éxito. La verdad o falsedad de una proposición coincide con las consecuencias que resulten de aplicarla.
b) Verdad de las proposiciones formales.
Las proposiciones formales no dicen nada acerca de la realidad, por tanto, la verdad no puede consistir en su correspondencia con esta, ni con la utilidad de su aplicación. En las proposiciones formales, el único sentido que puede tener la verdad es como coherencia, no entrar en contradicción con el resto de proposiciones.
2.3. Criterios para reconocer la verdad
Saber en qué consiste la verdad no es suficiente, necesitamos tener un criterio que nos permita reconocer la verdad. Para ello se utilizan como criterio de verdad, la evidencia y la intersubjetividad. • La evidencia: esta palabra proviene del término “videre” y se refiere a la especial forma de presentarse que tienen ciertos hechos que consideramos evidentes. Un conocimiento es evidente cuando nos produce una certeza que nos impide dudar de su verdad. Este criterio, sin embargo, es insuficiente, ya que se trata de algo subjetivo, por el hecho de que estamos conformados cultural y socialmente a ver las cosas de forma distinta, unas y otras personas. • La intersubjetividad: un conocimiento para ser admitido como verdadero y constituirse como tal aceptado por cualquier sujeto racional (cualquier persona). Parte de la idea de que el conocimiento es objetivo y compartible por todos. No exclusivo de nadie en particular. La verdad no es algo privado, sino que requiere el consenso de la comunidad. La insuficiencia de este criterio se basa en que el consenso nunca es garantía suficiente de verdad. Históricamente podemos comprobar etapas en que toda la comunidad estaba equivocada.
3. LOS LÍMITES DEL CONOCIMIENTO
Si bien es cierto que el nivel de conocimiento de que disponemos aumenta cada día, sin embargo, es limitado, aunque inagotable. La conquista de la verdad es sin duda una tarea permanente, que ofrece distintas actitudes
ante la posibilidad de conocimiento.
• Dogmatismo: es la posición filosófica que afirma que podemos adquirir conocimiento seguro y universal
y tener absoluta certeza de ello, ampliándolo progresivamente. Esta es la visión más optimista de la Filosofía, con René Descartes como máximo defensor.
• Escepticismo: es la postura opuesta al dogmatismo. Un escepticismo moderado, duda de que sea posible un conocimiento firme y seguro. El escepticismo radical lo niega, afirmando que la base de nuestro conocimiento son sensaciones. Pirrón (360-270 a. C.) fue el primer escéptico.
• Criticismo: es la postura intermedia entre las dos visiones anteriormente descritas. Sostiene que el conocimiento es posible, pero nunca incuestionable, ni definitivo. Pues ha de ser revisado y criticado constantemente para detectar posibles falsificaciones y errores.
• Relativismo: esta postura niega la existencia de una verdad absoluta, es decir, válida en sí misma en cualquier tiempo y lugar. Rechaza la existencia de un conocimiento objetivo, válido y universal y afirma que sólo hay opiniones particulares y válidas dentro de un contexto histórico, cultural y social concreto. Los sofistas fueron considerados los padres del relativismo epistemológico y moral.
• Perspectivismo: sostiene que cada sujeto o colectivo conoce la realidad desde su punto de vista o perspectiva particular. Por tanto, afirma que sólo se puede tener una visión parcial de la realidad. No niega la posibilidad teórica de una verdad absoluta.
El ser humano ha de hacer un esfuerzo continuo por salir de la ignorancia, aumentando así el conocimiento mediante el estudio y la investigación.
A la vez, este esfuerzo está centrado en salir del error mediante la crítica del falso conocimiento. Esta doble tarea tiene que abordarse de manera permanente y colectiva: • Permanentemente: todos somos responsables de luchar contra nuestra propia ignorancia ampliando nuestros conocimientos y profundizando en el saber. Así mismo, necesitamos mantenernos bien informados y estar alerta contra el autoengaño y la distorsión ideológica. • Colectivamente: hemos de ser conscientes de que el conocimiento no es patrimonio de ningún grupo, cultura o grupo social, sino de toda la humanidad. Por ello, es imprescindible defender y reconocer la educación como un derecho universal y fundamental.
TEXTOS PARA PENSAR
1. EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y EL NO CIENTÍFICO
En el contexto de la filosofía tradicional (escolástica, fundamentalmente) es normal referirse a varios tipos de conocimiento y establecer una jerarquía entre ellos. Empezando por el llamado conocimiento vulgar o del sentido común, se pasa inmediatamente al científico y se señalan después otras formas de conocimiento, como el artístico, el filosófico, el religioso o el teológico, de los cuales este último suele ser considerado el más perfecto. Dentro de este esquema, es fácil advertir a veces un ligero desplazamiento hacia el irracionalismo, a partir del cual el conocimiento científico no sólo ocupa un lugar mínimo en la escala jerárquica de las formas de conocimiento, sino que incluso puede aparecer como verdadero desconocimiento, por su carácter parcial, limitado, &c.
Dentro de esta perspectiva, que llamaremos –por denominarla de alguna manera– «conservadora», adquieren pleno significado los planteamientos ciertamente metafísicos (en el mal sentido de la palabra metafísica) respecto a la posibilidad, límites y esencia del conocimiento.
Desde una perspectiva racionalista, sin embargo, el modelo de cualquier forma de conocimiento es el conocimiento científico. Si esta posición se lleva hasta su extremo puede llegarse incluso a negar que haya otra forma real de conocimiento que no sea el científico.
Nos parece que la postura más adecuada es la racionalista (que algunos denominarán cientificista) (cientificismo), pero siempre y cuando se mantenga respecto a la ciencia una postura suficientemente crítica (El mito de la ciencia). De acuerdo con esto, no parece que tenga mucho sentido hablar de conocimiento religioso o artístico y, mucho menos, considerar a estas «formas de conocimiento» como más «perfectas» que el conocimiento científico. La misma idea de perfección no tiene mucho sentido aplicada al conocimiento, salvo para declarar que es perfectible. Y esto cuadra bien ante todo con el conocimiento científico. Otra cuestión es que los aspectos afectivos, emotivos, &c., que figuran en el arte o la religión cumplan también un determinado papel en la ciencia y que, por consiguiente, la separación de esta con respecto a esas otras formas de pensamiento o de conciencia históricamente dadas sea más bien relativa.
En una teoría general del conocimiento, la teoría crítica de la ciencia ocupará por lo tanto un papel central; y, paralelamente, la problemática sobre las «diferentes formas de conocimiento» quedaría mejor tratada en una teoría previa sobre las «formas de pensamiento» en la que se distinguieran los aspectos histórico-sociológicos o institucionales de estas (el arte, la religión, la ciencia) como partes de la cultura, de las cuestiones valorativas (su valor cognoscitivo en este caso).
36 36
2. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: ¿CIENCIA O FILOSOFÍA?
El conocimiento es un fenómeno con múltiples aspectos. Es un fenómeno psicológico, sociológico, biológico incluso. Cabe, pues, su estudio desde muchos puntos de vista, a partir de múltiples ciencias empíricas. También en el estudio del conocimiento científico cabe esta perspectiva científica, representada ya de hecho por la ciencia de la ciencia. La epistemología genética de Piaget pretende también constituir una teoría general del conocimiento (de tipo racionalista: el conocimiento científico como modelo más desarrollado de cualquier forma de conocimiento), con base en los resultados de ciencias positivas que se ocupan de los procesos cognoscitivos, como la psicología genética fundada y desarrollada por el mismo Piaget, la biología, la sociología y la historia de las ciencias, etc. En el artículo epistemología nos ocupamos de este programa de investigación. Por el momento aquí diremos únicamente que, en cualquier caso, no parece que pueda negarse que todas las investigaciones empíricas sobre los procesos cognoscitivos parten de preconcepciones filosóficas acerca de qué es el conocimiento –qué entendemos por conocer la realidad– sin las cuales no podrían orientarse aquellas investigaciones. Igualmente, cabe señalar, al término del proceso, la posibilidad de diversas interpretaciones filosóficas de los resultados empíricos.
3. TEORÍAS FILOSÓFICAS DEL CONOCIMIENTO
De hecho, las investigaciones sobre el conocimiento (de cualquier forma, que se entiendan estas: científica y filosófica) tienen que enfrentarse desde el principio con opciones de carácter estrictamente filosófico. Tal es el caso, fundamentalmente, de la opción necesaria a favor de una de las dos interpretaciones extremas: realismo o subjetivismo idealista. La concepción realista parte del supuesto de que el mundo conocido es exterior al sujeto y de que constituye un ideal de nuestro conocimiento el adecuarse con una realidad previamente dada. La actitud realista más consecuente es la que viene acompañada del calificativo «crítico». El realismo crítico añade al realismo la idea de que nuestro conocimiento nunca agota de forma definitiva, ni se adapta (o mejor, no sabemos si se adapta) de forma exacta a esa realidad previamente dada. Frente a esta posición, las diferentes formas de subjetivismo idealista, implican en diversa medida la idea de que el conocimiento es un asunto fundamentalmente subjetivo, sin que sea posible entender la conexión entre nuestro conocimiento y la realidad que pretendemos conocer. Algunas concepciones actuales como el fenomenalismo, el operacionalismo, el instrumentalismo, representan en el fondo diversas variantes del idealismo subjetivo.
Respecto a los supuestos ontológicos que pueden acompañar a las diversas concepciones sobre el conocimiento, está claro que, aunque no hay una reacción de implicación lógica, las posturas más coherentes con el realismo por una parte y con el subjetivismo por otra son, respectivamente, el materialismo y el espiritualismo o idealismo objetivo.
Miguel A. Quintanilla
37 37
ANTONIO RISUEÑO PÉREZ