Aspe Semana Santa 2021

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Espiritualidad y formación

Cuaresma: tiempo de

Gracia, tiempo bautismal

El cuaderno del Capucho

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Volved a mí de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto (...). Convertíos al Señor Dios vuestro1, afirma el profeta Joel. La invitación que hace el Señor para la Cuaresma es una invitación a la conversión, es un tiempo de gracia, es un tiempo para fortalecer la unión personal con Jesucristo. La Cuaresma en el tiempo privilegiado para realizar una peregrinación hacia el interior, pero no hacia nuestro interior, sino hacia lo más profundo del Corazón de Dios. Es un peregrinar que tiene como guía al mismo Señor Jesús, Yo soy el Buen Pastor, y que nos va haciendo salir desde nuestra mortalidad, desde este valle de lágrimas, hasta la alegría de la Pascua. Cabe, por tanto, plantearnos: ¿Queremos aceptar la invitación que nos hace Jesús a peregrinar? Aceptar iniciar una peregrinación, acompañados por Jesús, tiene una serie de características que no podemos obviar. Por un lado, la misma propuesta que Jesús nos realiza, pues es realizada desde su Corazón Misericordioso, que conmovido se detiene ante cada persona, para ayudarnos a llevar a plenitud el proyecto de Dios. Dios tiene mucho interés en que iniciemos este tiempo cuaresmal, como un peregrinar, para subir al Monte do Gozo y poder contemplar nuestro destino final: El cielo. Por otro lado, tenemos que ser plenamente conscientes que para realizar una peregrinación es necesario equiparse y prepararse. Una preparación que consiste 1- Joel 2, 12-13.

en sanar todas las heridas de nuestra alma. ¡Qué necesario es acudir al sacramento de la confesión! Sólo de esa manera, podemos iniciar este peregrinar cuaresmal, pues necesitamos estar unidos a Jesús. No se puede iniciar este proyecto de salvación guardando distancia con nuestro guía. Por ello, no podemos esperar más tiempo para poner nuestro corazón en plena comunión con Dios. acerquémonos al sacramento de la confesión para recibir el perdón y la bondad de Dios. ¿O es que no queremos vivir por Cristo, con Él y en Él? Por eso, uno de los salmos que más se repite en el Tiempo de Cuaresma es el Salmo 50: Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mi toda culpa. Es un salmo que no se reduce a una confesión de culpas, sino principalmente, a esperar en la bondad y en la misericordia de Dios. El creyente espera la actuación de Dios en su vida, pues quien obra el milagro de reconstruir y sanar el corazón es la gracia de Dios que se derrama en nuestros corazones. Frente al pecado, que desfigura el corazón del hombre, el Señor se inclina para volver a establecer un diálogo personal e íntimo con cada persona, por ello, la Cuaresma


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