Pedro Molina “Sacristán”
o la pasión por la fiesta de los toros JOSE ANTONIO LAVEDA CANO Círculo Taurino de Blanca - Blanca, agosto 2017
Frutos
En esta ocasión, aprovechándome de la gran amistad que me une con Pedro Sacristán, quiero dejar constancia en estas líneas de su pasión desmedida por las corridas de toros. Algo que en las fechas presentes, cuando los sectores animalistas vociferan un día tras otro en contra de los festejos taurinos, montando las exhibiciones que todos conocemos, que yo hable de pasión por tales espectáculos puede resultar un tanto anacrónico. Y si además cito a mi gran amigo Pedro como el mayor apasionado de los muchos taurinos que conozco, el riesgo puede que suba de tono.
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Siempre ha
considerado a
los toreros como
extraterrestres, por
el valor que atesoran para ser capaces
de enfrentarse a los
bravos en el redondel
La Real Academia define el verbo “apasionar” como “aficionarse con exceso a una persona o cosa”. Nuestra vida cotidiana se encuentra relacionada, sin duda, con alguna de esas pasiones que nos acompañan siempre y que se manifiestan con diferentes intensidades en cada uno. Ahora bien, siempre hay una que ocupa la cúspide de nuestras preferencias y el hecho de no ser coincidente con las nuestras no es razón para que debamos descalificarlas como inútiles o carentes de sentido. Unos pueden ser apasionados del fútbol, como otros los hay de la música, sin que pueda extrañar a nadie que los haya… de las gachasmigas, como mi hijo Javier. Si cada uno está conforme consigo mismo y es capaz de realizar una defensa adecuada de su afición, adelante con los faroles.
Si nos detenemos en la biografía de Pedro, seguro que no encontramos relación laboral ni lazos familiares que le unan al mundo del toro, como no sea la afición de su hermano Ángel. Imagino que aquella pequeña hebra, unida al enorme tirón con que contaba el mundo de los toros en los años cincuenta y sesenta, puede que le ayudara a colocar el toreo en la cúspide de sus aficiones. Así, desde sus primeros años, Pedro se convirtió en un aficionado totalmente apasionado. Su pasión lo es por el toreo en general y no sólo por algún matador en particular. Siempre ha considerado a los toreros como extraterrestres, por el valor que atesoran para ser capaces de enfrentarse a los bravos en el redondel. Su lista de favoritos no tiene fin, desde los Ordóñez, Hernando, Camino, Puerta, Dámaso, Manzanares, Capea… hasta los actuales Rafaelillo, Morante, Talavante, Juli… y el último chavalín que sea capaz de plantarse
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