Mis recuerdos: Teatro-Cine Victoria y Jesam-Cinema
Miguel Ángel Parra
“Cuando el hombre ha entrado en el último tercio de la vida y siente ya dentro de sí ese molesto rechinar de piezas desgastadas por el uso y aun por el abuso, gusta saborear el recuerdo de los tiempos heroicos, alegres y luminosos de la infancia, adolescencia y juventud. ¡Épocas felices!... (D. Santiago Ramón y Cajal. “Pensamientos”)”
No hace falta recurrir a este pensamiento de nuestro Nobel de Medicina para rememorar mi infancia y adolescencia transcurrida en mi querida Blanca, hecho que se acentúa con la celebración de las diferentes fiestas que se suceden año tras año: son muchas las vivencias que se agolpan para poder plasmarlas todas en estas breves líneas. Voy a recordar un esparcimiento social para todas las edades al margen de las actividades de los días de fiesta en honor de San Roque en primavera y verano: el Cine. Las salas de exposición en Blanca fueron el Teatro- cine Victoria, el desaparecido cine de verano JESAM Cinema y luego el cine Avenida, cuyo edificio en franca decadencia aún subsiste después de pasar por discoteca. Todo existió hasta que la llegada de la TV llevó el cine a domicilio.
Durante mucho tiempo, los dos primeros fueron regentados por mi familia. En el Victoria, mis padres y hermanos teníamos reservada la platea nº 7. Las exigencias morales para acceder y ver la película se tomaba según la opinión de unas pequeñas fichas de cartulina colocadas en la cancela de la iglesia con un pequeño resumen del argumento y una puntuación censora, según fuese o no, autorizada, para los cánones de entonces; el baremo era, 1 y 2, jóvenes; 3 mayores de 18 años; 3R mayores con reparos y 4, gravemente peligrosa, similares a lo que luego se usó en TV poniendo uno o dos rombos en la pantalla. Así pues, ver la película dependía de que la dichosa ficha no estuviese puesta en la parroquia, porque si no, sólo veíamos los dibujos animados de Tom y Jerry, (el ratón y el gato) o Popeye, cuyos músculos aumentaban cuando abría un bote de espinacas, que era la poción mágica igual que en las historietas de Astérix. Se da la anécdota de que estos dibujos de Popeye, se crearon como reclamo comercial, dado que en Estados Unidos por aquel tiempo hubo exceso de producción de espinacas y así de manera subliminal se facilitaba su venta. Veíamos también el obligatorio y omnipresente NO-DO (Noticiario Documental) que a mí me gustaba porque daba información cultural y a veces deportes; era entretenido y variado. Habían tres sesiones el domingo: a las 4:30 para jóvenes, a las 7:30 numerada y la última sobre las once de la noche. Cuentan leyendas urbanas que a veces y en esta última sesión había algún que otro juego erótico en el “gallinero” sin mayor transcendencia
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| BLANCA 2017