Colaboraciones Literarias Antiguas
Iglesia Parroquial de San Lucas Evangelista de Cheste Mª del Mar Sánchez Verduch
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omenzó a levantarse una mañana de 1731 y sus obras se continuaron a lo largo de ese siglo adentrándose en la década de los 90. Esta dilatación cronológica permitió que en su realización se escuchasen y quedasen impresos ecos variados del panorama artístico de ese periodo. El barroco en su expresión más clasicista se conjugó con la vertiente rococó para alternarse también con los aires academicistas que emanaban de la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Los artistas y artesanos que dejaron su impronta en la construcción de la parroquial de Cheste fueron testigos directos de la situación que atravesaba por entonces el desarrollo de las artes en la vecina ciudad. Artistas de formación gremial y otros de instrucción acaéemica se sucedieron y trabajaron en este edificio conviviendo en algunos momentos diferentes formas de entender el hecho artístico y plasmando todo ello en el resultado de esta obra. Hoy, desde lejos se aprecia en todo su esplendor el conjunto arquitectónico. De día y de noche, nadie escapa a la seduccón que se desprende del mismo. La iluminación exterior permite captar los detalles que hasta ahora solo se hacían visibles al ser tocados por la luz natural. A más de 50 metros del suelo queda coronada por la veleta la torre campanario de planta hexagonal que se levanta a la izquierda de los pies de la iglesia. En 1769 se abrieron los cimientos para su construcción que abarcó desde 1770 a 1779, aunque el diseño de la misma estaba trazado con casi total seguridad en 1753. José Herrero, maestro de obras del Cabildo Eclesiástico, fue su autor, más diferentes avatares obligaron a demorar el inicio de su realización hasta años más tarde. Se encargaron de sus obras los maestros Vicente Vilar, que tan solo realizó el primer cuerpo de los cuatro que posee incluyendo el de campanas, y Joaquín Aldaz que la continuó concluyéndola hasta el remate. Este maestro de obras, para más indicaciones cantero, nos dejó como legado un extraordinario testimonio de su maestría en el corte y la montea. La torre es una obra enteramente de cantería, en la cual el tono clasicista se nos muestra a través de una cuidada ornamentación al gusto de un barroco desprendido de toda suerte de excesos decorativos. Siguiendo las huellas de la torre campanario de Santa Catalina y reproduciendo a su vez los ecos prismáticos del Miguelete, la torre de Cheste no escapa a la similitud existente con otras torres de campanas valencianas
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de esa época como las de las iglesias de San Valero o de San Lorenzo. Sillar tras sillar, los seis lados de la torre ascienden hacia arriba rompiendo los silencios murales con cuidadosos vanos abocinados que a las claras traducen la buena labor de cantería que se despliega en la obra. La austeridad decorativa de los tres primeros cuerpos deja paso en el de campanas a una excelente disposición de formas y elementos que se hace más acusada en el remate con columnas, volutas, contrafuertes, entrantes y salientes que tan solo permiten concesiones al buen manejo estereotómico. A modo de vigilante, salvaguardando el conjunto de la iglesia, la torre se alza por encima de esta a la espera de una necesaria y afortunada restauración que podría ser un hecho de consolidarse el acuerdo entre la Excelentísima Diputación de Valencia y el Ayuntamiento de Cheste dentro del plan de protección y conservación del patrimonio. De ese modo la torre de campanas seguirá arañando las alturas en los años venideros, ascenciendo al compás de la impresionante fachada pétrea que a su lado se levantó entre 1779 y 1784 rebosante de clasicismo. Todo un alarde del arte de la cantería al servicio de los postulados que los novatores valencianos habían manifestado ya a finales del siglo anterior. La realizó Joaquín Aldaz, aunque en el ultimo año tomó las riendas para su conclusion el maestro canter José Sagala. La parte escultórica recayó en Pedro Juan Isaart, maestro escuñtor y posteriormente académico, en colaboración con Ignacio Miner, también escultor. La fachada sigue los esquemas de la perteneciente a la valenciana iglesia de Santo Tomás de Aquino, antiguo Oratoio de San Felipe Neri, que a su vez recoge las pautas de la renacentista iglesia del Gesú de Roma, obra de Vignola. Se trata de una fachada barroca de impronta clasicista donde los elementos y las proporciones evocan casi un renacimiento tardío quedando de lleno inscrita en esa corriente donde las fromas se resuelven conforme a nuesvos parámetros y al arte de la cantería está al servicio de unos postulados científicos. Los dos cuerpos superpuestos de la fachada quedan separados por un gran arco rebajado que se despliega en la calle central adentrándose en las laterales, ambos niveles quedan enlazados por volutas situadas encima de estas últimas calles que
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