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El rey Brigo. La construcción de un mito. Por Jesús Montero Vítores
El rey Brigo. La construcción de un mito
Jesús Montero Vítores
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Erase una vez… hace muchos años… En el siglo XVI la idea de España o de las Españas (desde el Rex Hispaniae Leovigildo o el Rex Hispaniarum Recaredo) estaba unida a la necesidad de buscar el origen de un estado, cabeza de un gigantesco imperio dirigido por la Casa de Austria. Reyes de una España cristiana heredera de la conversión de Recaredo, de la Reconquista o de una unidad religiosa de unos Reyes Católicos que luego se convirtió en Universitas Christiana1. Y en esta España cristiana de los siglos XV y XVI es en la que empieza a construirse una historia general al servicio de la Casa de Austria. La visión de la historia de España debía amoldarse a un principio: era necesario buscar unos orígenes míticos griegos y casarlos con las Sagradas Escrituras llevando las genealogías si era posible hasta Noé. >
Representación de Tubal o Brigo.
1. La idea de un Universo cristiano fue concebida por Carlos V a instancias de su canciller Gattinara. Véase RIVERO RODRÍGUEZ, M., Gattinara.
Carlos V y el sueño del Imperio, Madrid, 2005.
Brigas de Hispania. Las fundaciones de Brigo y sus sucesores.
Iniciemos pues la historia: “Erase una vez… Noé, Jafet, Tubal, Ibero, Idubeda, Tago, Beto y Brigo”. De Noe y Jafet la Biblia lo decía todo, pues tras el Diluvio Universal y el reparto de las tierras entre Sem, Cam y Jafet a este último le correspondió el occidente con la península Ibérica.
Es entonces cuando aparece Tubal, el hijo de Jafet, como “fundador de numerosas poblaciones”. Es la adaptación a las Sagradas Escrituras del “mito fundacional” necesario para explicar los orígenes de una nación destinada a dominar un imperio, como fueron en el mundo clásico Teseo para Atenas o Rómulo para Roma.
A su vez Tubal es un personaje civilizador que aporta los conocimientos de la metalurgia. Es un guerrero. Sus empresas se inician en el Cáucaso para culminar en España y convertirse en el primer rey de Iberia, la Iberia que los griegos identificaron inmediatamente con los territorios en torno al río Ebro y las colonias costeras que ellos fundaron en el siglo VII a.C, antes de que Iberia se identificase con Hispania (Str. Geog. III, 4, 19). Los sucesores de Ibero continúan la labor: Tago que da el nombre al Tajo, Beto al río Betis o Guadalquivir e Idubeda al Sistema Ibérico (Str. Geog. III, 4, 10). A fin de cuentas se trata de explicar cómo desde la costa se está accediendo a un interior peninsular aun no civilizado. Imagen que siempre tuvieron los griegos y los romanos cuando diferencian entre una región civilizada costera hasta la Bética y una región septentrional “fría y accidentada […] que está privada de relaciones y comunicaciones con los demás pueblos” (Str. Geog. III, 1, 2). Es decir,los territorios de Brigo, en los que la civilización estaría por llegar.
Se pone incluso una fecha bíblica dando cronologías tan precisas como el año 1905 a.C para establecer el reinado de Brigo, del que curiosamente nada se dice en la Biblia. Y ahí está el dato: los cronistas medievales y renacentistas, para enlazar con la Biblia y hacer corresponder cronologías de las Sagradas Escrituras con los textos clásicos intercalaron a Brigo como otro rey civilizador y constructor de ciudades.
Las fuentes romanas, escritas en latín y por accesibles a muchos cronistas que por ende eran eclesiásticos, daban esa oportunidad. Citemos solo algunos ejemplos recogidos en la Historia Natural de Plinio, el Itinerario de Antonino o la Geografía de Ptolomeo2: entre los célticos, Arcobriga; entre los Turdetanos Mirobriga y Conimbriga; brigas vettones en Cottaeobriga y Mirobriga, celtibéricos como Segobriga. Todos los ejemplos citados serían parte de aquellas ciudades fundadas por el rey Brigo.
2. Para una más rápida lectura de las propuestas de ubicación de los *briga, me remito a ROLDÁN HERVÁS, JM. Itineraria Hispana , Universidad de Granada 1975. Más recientemente, GARCÍA ALONSO, J.L. La Península Ibérica en la Geografía de Claudio Ptolomeo, Universidad del País
Vasco, 2003.
Annio de Viterbo. Inscripción de Pipino, rey etrusco. ( Florencia, hacia 1500).
¿Qué recuerdo queda de ello tras la desaparición de Roma? Son muchas las obras latinas. Empezaremos por la Primera Crónica General de Alfonso X (1270)3. La estructura, como siempre, referencias a la Biblia, poemas de Homero, Hércules y Gerión para elaborar un compendio de historia que explicase el vacío hasta la llegada de los romanos (Crónica General, 1, cap.1-5). En este caso es Hércules el que como héroe civilizador conquista toda Esperia y construye ciudades, y su sobrino Espan, que da el nombre de España o las Españas (Cronica General 1, cap. 9-10) .
Cuando en la Italia del Quattrocento aparece un conjunto de libros supuestamente elaborados por Beroso (historiador del siglo III a.C) y que incluía una genealogía de reyes desde Jafet, los humanistas quedaron asombrados. Pero en realidad se trataba de una falsificación, llevada a cabo por Annio de Viterbo, que es quien introduce toda la mitología de los sucesores de Jafet. Se trataba de cubrir ese “espacio vacío” después del Diluvio. Para sus Antigüedades, Annio de Viterbo llegó a fabricar pruebas arqueológicas con >
3. Se usa la versión de MENENDEZ PIDAL, R. Primera Cónica General: estoria de España que mandó componer Alfonso El Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289. Nueva Biblioteca de Autores Españoles, 1906.
Los Esteban de Garibay. Los cuarenta libros del compendio Historial. descubrimientos repentinos de esculturas e inscripciones que justificaban los orígenes de ciudades como Florencia. Y a España sus escritos llegaron pronto cuando en 1498 dedica a los Reyes Católicos sus Commetaria super opera diversorum auctorum de antiquitatibus, que desde entonces formaron parte de las bibliotecas de reyes y nobles. Muchos de los historiadores recogieron aquellas genealogías. A partir de la edición de Amberes (1522) la obra de Beroso se difunde pese a la oposición de algunos historiadores como A. de Morales o J. de Mariana que adivinaron tales pretensiones.
En el siglo XVI Pedro de Medina publica su Libro de grandezas y cosas memorables de España (1548) y ahora sí, con Brigo como fundador de ciudades (Libro I, cap.V). También lo hará Juan Pérez de Pineda en Monarchia Eclesiástica (1576), tomando como autoridad a Beroso a la hora de citar la historia de Brigo (libro I, cap IV), anotando que “Briga” en la lengua aramea significa ”castillo”. En esto no iba muy descaminado.
A. de Morales rechaza firmemente las Antigüedades de Annio de Viterbo4. Por eso cuando en 1574 escribe su Crónica General deja constancia.
“Y como estas dos causas movieron siempre á los que querían escrebir historia […] hubo otra mucho más poderosa y eficaz, que á mí y á él ( Florian de Ocampo) nos pudo forzar á escrebir. Esta es, el no tener nuestros Españoles quasi historia ninguna de las cosas antiguas, que acá sucedieron, en tiempo que los Romanos la conquistaron, señorearon , y perdieron . Y el faltar poco menos que del todo quien la haya escrito, y ser necesario para que no carezcamos della, que alguno la escriba”. (Prólogo, pp.III):
Ambrosio de Morales había redactado también Las Antigüedades de las Ciudades de España (1575). En Ptolomeo se detiene en las “invenciones“ de Pedro de Esquivel, matemático del siglo XVI que había resuelto ubicar y corregir ciertos datos de la Geografía, cuando el propio A. de Morales admite que en gran parte es imposible dar como ciertas sus coordenadas5. Años después Juan de Mariana lo dice claro:
“Concedido es á todos y por todos consagrar los orígenes y principios de su gente y hacellos más ilustres de lo que son, mezclando cosas falsas con las verdaderas; que si á alguna gente se puede permitir esa libertad, la española por su nobleza puede, tanto como otra, usar della por la grandeza y antigüedad de sus cosas. Sea así y yo lo confieso con tal que no se inventen ni se escriban para memoria de los venideros fundaciones de ciudades mal concertadas, progenies de reyes nunca oídas, nombres mal forjados, con otros monstruos sin número deste género [...]; yerro que estamos resueltos de no imitar [...] Añaden que Brigo, hijo de Idubeda, por ver multiplicada mucho las gentes de España en número, riquezas y autoridad, envió colonias y poblaciones a diversas partes del mundo, y entre ellas una fue Briga […] Dióse crédito a esta mentira aparente, porque Plinio refiere pasaron de Europa los brigas … y como en España muchas ciudades se llaman brigas como Mirobriga, Segobriga, Flaviobriga, imaginaron que en ellas había vivido o reinado algún rey, autor de los brigas y fundador de Troya y de muchas ciudades que tenían el nombre de brigas en España”. (De rebus Hispaniae, I, VII).
En 1571 Esteban de Garibay, en su Compendio Historial de España (1571) vuelve sobre Brigo ¿Por qué, si ya Morales y Mariana lo habían enterrado? En el anota:
“Ay algunos Autores como Fray Alonso Venero en su Enchiridion y Alexo de Venegas en el libro segundo natural y otros que sienten que Castilla que hoy llamamos la Vieja hubiese tomado su denominación o cognomento deste rey Brigo, y de Brigia se dixo después Vieja”. (Compendio , t. I, lib. IV, cap. VIII).
Así, Castilla la Vieja busca sus ancestros en Brigo. Una Castilla la Vieja que era el principio de la Reconquista. Una Castilla la Vieja con historia de brigas, con Mirobriga y Augustobriga buscando los orígenes míticos en Ciudad Rodrigo. Una combinación excelente entre literatura y arqueología. >
Augustobriga buscando los orígenes míticos en
Ciudad Rodrigo.
4. CABALLERO LÓPEZ, J.A., “Annio de Viterbo y la historiografía española del XVI” en Humanismo y tradición clásica en España y América, 2001, pp.100-120. 5. Algo que se recordará en el siglo XIX en la obra de P. Madoz, Diccionario Geográfico-Estadístico- Histórico de España y sus posesiones en
Ultramar, tomo X ,1850 p. 1088, reaccionando contra la obra de Esquivel a la que califica “llena de errores”.
Cuando en 1557 aparece una inscripción según las cual Felipe II restituye a los augustobrigenses las tres columnas, ¿no es otra manipulación cuando campea la sospecha fundada de la procedencia de Irueña?6. Es más: la propia concesión de las tierras de Irueña al obispado de Ciudad Rodrigo en 1168 por merced de Fernando II, ¿No da pie a pensar de dónde vienen los restos romanos?7
Por entonces Jorge de Montemayor no tiene reparos a la hora de utilizar textos antiguos para fabular sobre los orígenes de Ciudad Rodrigo, como se ve en su interpretación personal del texto de Plinio (Nat. Hist. 34, 2-8) en torno a los Mirones en su Elegia a Feliciano de Silva, escritor nacido en Ciudad Rodrigo y además hijo de Tristán de Silva, cronista de Carlos I y sin duda influenciado por estas corrientes pseudocientíficas italianas y castellanas.
“Miróbriga se explica porque habiendo en Grecia un célebre estatuario llamado Mirón […] acostumbraban a llamar Mirones a los aventajados en este arte […] y como aportasen a España por la fama de sus ricos minerales de oro y plata muchos griegos se quedaron algunos a vivir en ella, fundando pueblos para fundir el metal, labrar y hacer imágenes, de que resultó que los demás griegos y cartagineses que entraban en España denominaron a los primeros Mirones, que corresponde en nuestra lengua a fundidores, y a los pueblos en que habitaban Miróbrigas”.
Eran ya muchos errores. Por eso cuando en 1780 el marqués de Avilés en Ciencia heroyca reducida a las leyes heráldicas del blasón (t.I, lib, IV, cap. VIII. fol.83) lo usa para buscar alcurnias de sus casas y ascendentes, vuelve sobre ello.
“La razón de haber puesto esta figura fue por la inclinación que tuvo á erigir Castillos, y fundar nuevas poblaciones […] de cuya opinion es Gariba”.
Sí: ya era tarde y el mito del rey Brigo con Mirobriga era un hecho consumado pese a las advertencias de A. de Morales o J. de Mariana.
6. MONTERO VÍTORES, J. “Mirobriga Vettonum”, en ALVAR EZQUERRA , J (ed), Homenaje a Jose Mª Blázquez, vol. V, pp.245-254. 7. FITA COLOMÉ, F. “La diócesis y el fuero eclesiástico de Ciudad Rodrigo”, BRAH, 61 (1912), 443ss.