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Mirando al futuro. Por Miguel Ángel González Vicente

Mirando al futuro

Miguel Ángel González Vicente

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En numerosas ocasiones, oí comentar a mi padre asuntos del regadío de la zona, que conocía de primera mano pues ejerció durante varios años de secretario de una de sus comunidades de regantes. Tras su muerte repentina en marzo pasado, he encontrado entre sus papeles dos folios que ahora recuerdo que pensaba publicar, lo que me anima a hacerlo en este Libro del Carnaval para atender una de sus últimas voluntades y rendirle así un merecido homenaje. Completaré este escrito con una de sus miles de fotos, su otra gran pasión.

Los medios de comunicación no se han hecho mucho eco últimamente de la situación del regadío en Ciudad Rodrigo. En la zona existen tres comunidades de regantes:

1.-La de San Juanejo, en la primera elevación de la margen derecha, con unas trescientas hectáreas de regadío ya modernizadas.

2.- La del Águeda con unas mil hectáreas de extensión y 900 hectáreas de superficie regable que sigue regando por gravedad, como grave es la situación que atraviesa.

3. La de Ivanrey o segunda elevación de la margen derecha con 150 hectáreas y que debido a muchos problemas lleva ya varias campañas sin regar y con un futuro incierto.

La primera elevación de la margen derecha o Comunidad de Regantes de San Juanejo ya ha modernizado sus instalaciones utilizando para ello una estación eléctrica de bombeo. Las comunidades del Águeda y de Ivanrey aprobaron en 2007 la modernización de sus regadíos para ahorrar agua y energía y así mejorar el rendimiento.

La Confederación Hidrográfica del Duero ya había empezado la redacción del proyecto de modernización, que pensaba presentar en enero de 2008. Con la crisis económica, pasó a considerar que ya no era una obra prioritaria e incluso que es menos necesaria al construirse la presa de Irueña. Como la modernización ha quedado en suspenso, la Comunidad de Regantes del Águeda se planteó reparar canales y acequias y seguir regando por gravedad como hasta ahora, con una inversión de tres millones de euros. Su canal principal recorre trece kilómetros con un caudal de 2000 litros por segundo y se construyó hace más de ochenta años. Y así sigue en 2020. > > En numerosas ocasiones, oí comentar a mi padre asuntos del regadío de la zona, que conocía de primera mano pues ejerció durante varios años de secretario de una de sus comunidades de regantes.

Y la Comunidad de Regantes de Ivanrey utiliza tres potentes motores eléctricos para elevar el agua y ha perdido la esperanza de modernizar e incluso de volver a regar por ningún sistema, lo que dejará de secano más de 150 hectáreas regables, actualmente, de una concesión en origen de casi doscientas. Esta reducción de hectáreas de regadío se debe a la baja de algunos regantes y al cambio del uso de algunas parcelas y huertos que se han convertido ya en suelo urbano. La cuenca hidrográfica del Águeda viene pagando a la Confederación Hidrográfica del Duero el canon de regulación más caro de todas sus cuencas, lo que desanima a muchos regantes de la comarca que prefieren dejar sus tierras de secano a tener que pagar más de 200 euros por hectárea entre el canon de regulación, tasas y gastos de explotación. En estos gastos de explotación, una parte importante en la Comunidad de Ivanrey corresponde al suministro eléctrico necesario para la elevación del agua hasta el glacis de la muralla.

Este panorama tan negro puede aclararse un poco si pensamos con la vista puesta en el futuro.

La comarca tiene el enorme potencial de un recurso valiosísimo y muy bien situado. Se trata de la presa de Irueña, con una capacidad de 110 hectómetros cúbicos y una cota de cauce de 709 metros. Consiste en traer agua desde ella para consumo humano de Ciudad Rodrigo y otras poblaciones así como para el riego de sus parques y jardines y de las tres comunidades de regantes existentes y otras que se pudieran desarrollar.

Esto ahorraría toda le energía eléctrica necesaria para las elevaciones de agua (de consumo humano, industrial y agrario) así como la que requieren las plantas de bombeo que dan presión para el regadío modernizado.

Esta solución garantizaría disponer de una enorme reserva de agua dulce aunque se triplicara la población de la comarca, aumentaran las hectáreas de regadío y surgieran nuevos polígonos industriales, comerciales y de ocio.

Los técnicos encontrarán la mejor forma de llevar a cabo esta idea de futuro. Los organismos y quienes tienen capacidad de decidir tendrán que olvidarse de plazos cortos y preparar el mañana. Dirán que no es el momento, que no hay dinero, que mejor ir tirando con lo que hay, parchear lo existente, etc. etc. Es decir, pan para hoy y hambre para mañana. Seguro que hay muchas subvenciones e incluso se podría enmarcar en el próximo plan hidrológico nacional o algo equivalente.

Sin ánimo de dar lecciones a nadie, se puede soterrar una tubería hermética de menos de 20 kilómetros por la orilla de la carretera de Bodón y llevarla hasta un depósito que se construiría en algún teso próximo como el de Campanilla o María de la O. El desnivel entre la parte baja de la presa, el teso y la ciudad y su campiña da presión suficiente sin gastar un kilovatio. Miembros de la junta directiva de la Comunidad de Regantes de Ivanrey ya expusieron la idea a ingenieros de Seiasa Grupo Norte, organismo encargado de las infraestructuras agrarias de la Confederación Hidrográfica del Duero, cuando se planteó la modernización allá por 2007, así como a candidatos a la alcaldía de Ciudad Rodrigo.

Preparemos desde ahora mismo el futuro dotando a Ciudad Rodrigo y a su comarca de un recurso cada vez más valioso, duradero y a abajo coste. ¿A qué esperamos?

En nombre de mi difunto padre Julián González González.

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