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y autor de un curioso libro militar. Por Dionisio Fernández de Gatta Sánchez

Diego Núñez Alba: un mirobrigense (casi olvidado) en los ejércitos de Carlos V, y autor de un curioso libro militar1

Dionisio Fernández de Gatta Sánchez. Universidad de Salamanca.

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La historia de España es la propia de un país con una cultura milenaria, que, como en el caso de otros países cercanos, ha tenido sin complejo alguno (frente a quienes quieren esconderla, menospreciarla, falsearla o cambiarla) etapas de gloria y otras de derrota y abatimiento, y que se nutre de un buen número de personajes, y de personas normales, que se sacrificaron y dieron su vida, con orgullo, por su país, o trabajaron para él2 .

Nuestra historia es rica y generosa, pero también injusta y desagradecida; en ella hay naturalmente héroes y villanos3, y personas normales, pero existe un buen número de españoles a los que la propia vida, el azar, las circunstancias concretas, los historiadores o, en la actualidad, la corrección política han relegado a la oscuridad, a su no existencia, a pesar de que en sus vidas realizaron algo relevante y digno de celebrar.

Naturalmente, esto mismo ha ocurrido en la riquísima historia de Ciudad Rodrigo4, como importante villa fortificada en el devenir de la formación de España, y antes, con un buen número de personajes, héroes y villanos, que han pasado a la historia de nuestro país por méritos propios, o junto con otros; pero asimismo en Ciudad Rodrigo ha habido personas normales (aunque en el siglo XVI la normalidad para la población era mucho más complicada y compleja que en la actualidad, en particular si eras militar), >

Carlos I en la batalla de Mühlberg de Tiziano, 1548 (Museo del Prado).

> Nuestra historia es rica y generosa, pero también injusta y desagradecida; en ella hay naturalmente héroes y villanos, y personas normales.

1. Dedicado a mis pequeños sobrinos-nietos León y Mateo, y a la nueva generación de la familia Fernández de Gatta, para que pronto descubran

Ciudad Rodrigo y su gran historia, que es la propia de España. 2. FERRER-DALMAU, A., Prólogo de la obra de ROJO PINILLA, J. Á., Cuando éramos invencibles, El Gran Capitán Ediciones, Madrid, 2015. 3. GARCÍA BLANCO, J., Héroes y villanos. Españoles olvidados por la historia, Ed. Cydonia, Porriño (Pontevedra), 2013 4. HERNÁNDEZ VEGAS, M., Ciudad Rodrigo. La Catedral y la ciudad, 2 tomos, Imprenta Comercial Salmantina, Salamanca, 1935; NOGALES

DELICADO, D. de, Historia de la muy noble y leal ciudad de Ciudad Rodrigo, Establecimiento Tipográfico de Ángel Cuadrado y Rosado, Ciudad

Rodrigo (Salamanca), 1882 ( la 5ª ed. de esta obra, Historia de Ciudad Rodrigo, se realizó en 2017 sobre el textos de la 2ª, Pinares Impresores, Madrid, 1982), o SÁNCHEZ CABAÑAS, A., Historia de la M.U. y M.L. ciudad de Ciudad Rodrigo, Imprenta nueva de Doña Carmen de Verdi, Ciudad

Rodrigo (Salamanca), 1861 (quien menciona a Diego Núñez Alba como escritor de Ciudad Rodrigo en la p. 124).

que no han pasado a la historia por las razones señaladas (debiendo añadirse además, en este nivel local, de ciudades y pueblos, las rencillas personales y familiares que traen consigo hacer olvidar una persona o una familia), o simplemente, y a pesar de participar en hechos históricos relevantes, desarrollaron su trabajo sin destacar tanto como hacerse un hueco en la historia, como es el caso de nuestro personaje, don Diego Núñez Alba, si bien él mismo se distinguió de la mayoría al escribir un curioso libro sobre las campañas y los ejércitos del Emperador Carlos V.

Carlos de Habsburgo, que fue ante todo Carlos I de España5 (es verdad que también fue Carlos V de Alemania, pero, aunque habitualmente se le denomina así, este título tuvo un carácter secundario sin el imperio español heredado), hijo de Felipe, El Hermoso y Juana, La Loca, y nieto de los Reyes Católicos y del Emperador Maximiliano, nace en Gante en 1500, y hereda de sus abuelos y de sus padres un verdadero imperio (que incluía los Reinos de España, especialmente el de Castilla, casi toda Europa, parte del norte de África y toda la América española); siendo coronado Emperador en 1530.

Una de las características del reinado de Carlos I fueron, sin duda, sus campañas militares, en las que destacaron los Tercios de Flandes (denominados “tercios viejos”)6, como verdadero cuerpo expedicionario, que revolucionaron los ejércitos de la época, y en concreto los enfrentamientos en los campos de batalla con los turcos, los protestantes y especialmente contra Francisco I de Francia, en cuatro ocasiones, a pesar de la derrota por los ejércitos imperiales en la batalla de Pavía (Italia), en 1525, en la que el propio rey francés fue hecho prisionero.

Finalizada la cuarta guerra contra Francia (1544) y celebrado el Concilio de Trento (1545), parecía que el imperio tendría un respiro de tranquilidad, pero no fue así pues entre 1546 y 1547 se produjo la denominada >

Escudo real y busto de Carlos I. Palacio-Monasterio de Yuste (Cáceres). Fotografía de Dionisio Fernández de Gatta Sánchez (2018).

5. Ver especialmente la monumental obra de PARKER, G., Carlos V. Una nueva vida del Emperador, Ed. Planeta, Barcelona, 2019. Asimismo, DO-

MÍNGUEZ ORTIZ, A., Historia de España Alfaguara, Tomo III, El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias, 4ª ed., Ed. Alianza-Alfaguara, Madrid, 1977, pp. 240-260; GARCÍA DE CORTÁZAR, F., Atlas de Historia de España, Ed. Planeta, Barcelona, 2005, y KINDER, H., y

HILGEMANN, W., Atlas Histórico Mundial, Tomo I, De los orígenes a la Revolución Francesa, 8ª ed., Ed. ISTMO, Madrid, 1978, pp. 248-252. 6. RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, A. J., Breve historia de los Tercios de Flandes, Ed. Nowtilus, Madrid, 2015, y ALBI DE LA CUESTA, J., De Pavía a

Rocroi. Los tercios españoles, 7ª ed., Ed. Desperta Ferro, 2020.

Carlos I en Yuste de Tiziano, 1548 (Die Pinakotheken im Kunstareal München).

Guerra de Esmalcalda (Turingia, Alemania)7, cuya campaña es descrita por Diego Núñez Alba en su libro, provocada, por razones religiosas (después de la ayuda de la denominada Liga de Esmalcalda, constituida en 1531, al emperador para hacer frente a los ejércitos turcos), el apoyo de partes del imperio germánico a la reforma luterana, la confiscación de tierras a la iglesia católica, la expulsión de obispos y príncipes cristianos, la negativa de los estados protestantes para asistir al Concilio de Trento y el riesgo de resquebrajarse la unidad germana, lo que obligó a Carlos V a dar un golpe de fuerza, que fue un éxito, en la llamada Guerra de Esmalcalda en 1546 y 1547 (por cierto, en estos años murieron Lutero y Francisco I de Francia), contra los príncipes protestantes (entre los que destacó Juan Federico de Sajonia), al derrotar definitivamente a la Liga en la batalla de Mühlberg (Brandeburgo, Alemania), el 24 de abril de 1547, que quedó disuelta y sus dirigentes encarcelados en el castillo de Halle (Sajonia-Anhalt, Alemania). El triunfo reforzó el poder imperial, pero no le duraría mucho, pues en 1552 comenzaría otra guerra contra Francia, que finalizó en 1556; año en que el emperador abdicó en su hijo el rey Felipe II y se retiró a España, al Palacio-Monasterio de Yuste (Cáceres), en el que moriría en 1558.

El soldado mirobrigense Diego Núñez Alba (o Alva, como a veces aparece escrito), cuyas memorias militares se plasman en el libro que comentamos (Diálogos de la vida del soldado, 1552), estuvo al servicio del emperador Carlos V en las guerras contra los protestantes alemanes de la Liga de la Esmalcalda durante 1546 y 1547, precisamente en el Tercio de Nápoles, al servicio del Gran Duque Alba, el poderoso don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, a cuyas órdenes combatió (en el libro llega a decir, a través de su personaje que llegó a capitán, aunque no hay datos que lo corroboren).

Diego Núñez Alba, soldado que cultivó las letras, quizás sin pretenderlo (aunque no está claro, pues su libro muestra un extenso conocimiento de los escritores griegos y latinos de la antigüedad), es prácticamente desconocido en Ciudad Rodrigo y en general, del que no se conocen muchos datos biográficos8. Nace en Ciudad Rodrigo, según se dice en la licencia de impresión del libro (de 3 de junio de 1552) con Andrea de

Portada del libro original Diálogos de la vida del soldado de Diego Núñez Alba, 1552.

7. En general, VARIOS AUTORES, “Carlos V y la Liga de Esmalcalda” (monográfico), Revista Desperta Ferro Historia Moderna, nº 14, febrero de 2015, y, más concretamente, VILÁ, L., “Las batallas son ventura. Idea de la guerra en las narraciones sobre la campaña de Alemania (1546-1547)”,

Crítica Hispánica, Vol. XL, nº 1/2018, pp. 145-168. 8. Los pocos datos de su vida se toman de FABIÉ, A. Mª., en el prólogo de la edición de la obra de Diego Núñez Alba de 1890 (que mencionaremos más adelante), de GARCÍA FIGUEROLA, M., “Poetas, dramaturgos y novelistas: el ambiente literario en Ciudad Rodrigo durante la primera mitad del siglo XVI”, Salamanca, Revista de Estudios, nº 53/2006, pp. 135-159 (las referencias en pp. 152-153), de GARCÍA MARTÍN, A. Mª., “Milícia e ficcões dialógicas peninsulares: uma comparacão dos Soldados de Diego Núñez Alba y Diogo do Couto”, Tágides. Revista de Literatura, Cultura e

Arte Portuguesas, nº 3/2011, pp. 96-118, y de LARA GARRIDO, J. “Confluencia de estructuras y sumarización de funciones en el diálogo renacentista (Un estudio sobre los Diálogos de la vida del soldado, de Núñez Alba)”, Analecta Malacitana (Revista de la Sección de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras-Universidad de Málaga), Vol. 3, nº 2/1980, pp. 185-241.

Portada del libro Diálogos de la vida del soldado de Diego Núñez Alba, 1890. Portonaris, el impresor salmantino, quizás en las primeras décadas del siglo XVI (ya que en la guerra de Esmalcalda era un soldado veterano y curtido), era noble de la clase de hidalgos, y, según parece, después de la guerra fue a Nápoles, con la finalidad de alcanzar del virrey don Pedro Álvarez de Toledo (que moriría en 1553) su protección para publicar sus Diálogos, y regresaría a su tierra, a Ciudad Rodrigo, como solían hacer muchos militares al acabar las campañas9; y tampoco se sabe con certeza la fecha de su muerte (en todo caso, obviamente, debió ser años después de 1552, en que se publicó la primera edición del libro).

Aunque Diego Núñez Alba es un desconocido en su tierra mirobrigense, sin embargo su libro sí tuvo una cierta incidencia en la literatura militar de la época, por lo que se han realizado varias ediciones y comentarios sobre el mismo.

El libro de Diego Núñez Alba, Diálogos de la vida del soldado, fue editado originariamente en 1552-155310, dedicado, al inicio y al final del mismo, a los duques de Alba (doña María de Toledo y don Fernando Álvarez de Toledo), y una segunda edición se realizó en Cuenca por Juan Alonso de Tapia, a costa de Cyprián de Alcaraz Roa, mercader librero, en 1589; posteriormente, se reimprimiría el libro en 1890 sobre el texto de la primera edición11, y más modernamente se han publicado unos extractos de la obra en 194412 y otra edición en 2003 por el ministerio de Defensa.13

En el libro, escrito con un vocabulario militar notable14, siguiendo una tradición historiográfica de la época (que desplaza el modelo de cortesanos y caballeros anterior, para contar la realidad de las guerras, con fidelidad a los hechos ocurridos, aunque se resalta a Reyes o generales, por sus cualidades tácticas y de estrategia, y a capitanes y soldados en las batallas o escaramuzas), Núñez Alba analiza, con detalle, cuestiones relativas al ejército de la época, fundamentalmente de carácter orgánico y administrativo, con la intención de servir de fuente para historiadores futuros. >

> Aunque Diego

Núñez Alba es un desconocido en su tierra mirobrigense, sin embargo su libro sí tuvo una cierta incidencia en la literatura militar de la época, por lo que se han realizado varias ediciones y comentarios sobre el mismo.

9. La relación de Núñez Alba con Ciudad Rodrigo se confirma, además, por el hecho de que uno de los sonetos elogiosos que preceden a su libro lo escribió don Antonio de Cáceres Pacheco, que también participó en la misma guerra de Esmalcalda, y quien, como miembro de la familia noble mirobrigense, se carteaba con el importante cardenal don Francisco Pacheco y Toledo (c.1508-1579), también natural de Ciudad Rodrigo. 10. Diálogos de Diego Nuñez Alua de la vida del Soldado, en que se quenta la conjuración, y pacificación de Alemaña con todas las batallas, recuentros, y escaramuças que en ello acontecieron en los años de mil y quinientos y quarenta y seys y siete, y juntamente se descriue la vida del Soldado, en

Salamanca, por Andrea de Portonaris, MDLII. 11. Diálogos de la vida del soldado, reimpresos según la primera edición de Diego Núñez Alba, con un prólogo de Antonio María Fabié, Madrid, Librería de los Bibliófilos Fernando Fé, Carrero de San Jerónimo, MDCCCXC. 12. “Apéndice. Extractos de los Diálogos de la vida del soldado, de Diego Núñez Alva, 1552”, en SÁNCHEZ CANTÓN, F. J., Las pinturas de Oriz y la guerra de Sajonia, Ed. Diputación Foral de Navarra–Institución Príncipe de Viana, Pamplona-Madrid, 1944, pp. 73-103. 13. Diálogos de la vida del soldado de Diego Núñez Alba, edición e introducción de Ignacio Mª Vicente López, Ed. Ministerio de Defensa-Secretaría

General Técnica, Madrid, 2003. 14. JOLY, M., “Lexicografía e historia. El vocabulario militar en los Diálogos de la vida del soldado de Diego Núñez Alba (1552)”, Nueva Revista de

Filología Hispánica, Vol. 26, nº 1/1977, pp. 99-103 [https://doi.org/10.24201/nrfh.v26i1.2765].

Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo (construido a mediados del siglo XVI y objeto de una importante reforma en 1903). Fotografía de Venancio Gombau, 1928.

Además, Núñez Alba ensalza tanto al emperador como a su general, el duque de Alba, al describirlos como guerreros que no dudan en ponerse a la cabeza de sus tropas, y que se preocupan de su situación y de sus ánimos antes de las escaramuzas y batallas.

Los diálogos de Núñez Alba se dividen en dos jornadas, en las que Milicio, el soldado que vuelve del frente, explica, a petición de su primo Cliterio, los avatares de la guerra, con la intención de disuadir a este último de que se enrole en los Tercios, contándole su experiencia como soldado.

Su relato va a prolongarse durante las dos jornadas en que ambos van a hacer camino, que hacen referencia a las dos campañas en que se suele dividir la Guerra de Esmalcalda, la del Danubio y la de Sajonia; en la primera jornada, Diego Núñez Alba describe la guerra desde el inicio de la campaña del Danubio por el emperador, que se encontraba en la ciudad bávara de Ratisbona, describiendo los motivos, religiosos (aunque el emperador trató de que no fueran determinantes, pues había tropas luteranas en sus ejércitos), para la guerra, y después describe las escaramuzas y encamisadas (incursiones

> Los diálogos de Núñez

Alba se dividen en dos jornadas, en las que

Milicio, el soldado que vuelve del frente, explica, a petición de su primo Cliterio, los avatares de la guerra.

Palacio de Ávila y Tiedra, de Montarco o de Los Castro (terminado de construir en el siglo XVI). Fotografía del Catálogo Monumental de España-Salamanca, de Gómez Moreno, 1901.

Cartel corrida del Carnaval 25 de febrero de 2020. Manuel Sánchez Fernández de Gatta Sánchez (2020).

nocturnas, como la de la ciudad bávara de Ingolstadt, en septiembre de 1546) que se producían, y que son una característica de esta guerra, con episodios de gran valor en las tropas imperiales, hasta la entrada del emperador en Ulma (Baden-Württemberg, Alemania), haciendo capitular Frankfurt y Estrasburgo, y deshaciendo la Liga, con Felipe de Hesse capturado y Federico II rendido.

En la segunda jornada, Núñez Alba cuenta las vicisitudes de la guerra, que se traslada a Sajonia, después de la derrota del rey Fernando, el hermano del emperador, por las tropas del duque Juan Federico; destacando la batalla del cruce del río Elba, en abril de 1547 (cuyo cruce por Carlos V a caballo inspiró el famoso cuadro de Tiziano), cercano a Mühlberg; ciudad en la que se produciría la batalla (que describe detalladamente, con alabanzas especialmente a los soldados españoles) en la que los ejércitos imperiales derrotarían a las tropas protestantes, acabando así la campaña en Sajonia y la Guerra de Esmalcalda, hasta la Dieta de Augsburgo en 1547-1548 (en la que el emperador aprobará el denominado Interim, con el que pretendió acabar con el problema religioso, con ciertas concesiones a los protestantes, aunque impuso sus ideas y criterios), habiendo acabado ya la guerra en Sajonia.

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