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Ciudad Rodrigo no necesitó mendigar estudios forasteros. Por Luis Ruiz Gutiérrez • Un viaje retrospectivo a nuestro pasado: sociedad, economía y ocio en la Ciudad Rodrigo

Ciudad Rodrigo no necesitó mendigar estudios forasteros

Luis Ruiz Gutiérrez. Terciario Franciscano Seglar.

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Corrían los primeros días del mes de enero de mil y seiscientos y diez y siete - 1617 -, y celebró capítulo en la provincia franciscana de San Miguel el reverendísimo padre fray Antonio de Trejo, tres meses antes de cumplirse el trienio del reverendo padre fray Francisco Calderón, donde se comprueba que la anticipación del capítulo pasado anterior no fue por causa alguna culpable ni la provincia, ni el padre provincial, e incluso, ni por desagrado del general, como algunos frailes presumieron; pues aún el provincial puesto de su mano y de su agrado, no sólo no le dejó extender en el tiempo, sino que le cercenó tres meses: son consecuencias y disposiciones de los prelados, nacidas de varios accidentes y experiencias. Salió electo a cuatro días del mes de febrero como vigésimo cuarto provincial el reverendo padre fray Pedro Gómez de Guinaldo, natural de un lugar distante cuatro leguas de Ciudad Rodrigo, llamado Guinaldo (Fuenteguinaldo) integrado de la comarca de Ciudad Rodrigo y de la subcomarca del Campo de Robledo, perteneciente al partido judicial de Ciudad Rodrigo, de donde tomó este apellido. Por definidores los padres fray Cristóbal Pacheco, fray Gerónimo de Mansilla, fray Sebastián González y fray Alonso Ramírez. Por custodio quedó el reverendo padre Calderón. >

El gran caudal de las letras de nuestro provincial fue muy conocido, > El papa Gregorio IX por ser en lo escolástico lector jubilado, y muy señalado maestro y en lo positivo gran escriturario, y de mucha noticia y conocimiento de las lenguas griega y hebraica. De todo dio muy claras muestras en honor de la religión y de la provincia, como se vio en el capítulo de Roma del mantiene íntegro el programa de san Francisco, algo año de 1612, donde fue custodio. En la ciudad de Sevilla, visitando la suavizado con miras a la provincia de Los Ángeles el año antecedente a su elección, por la fama futura acción apostólica de varón tan docto le encomendó la casa grande de aquella ciudad el de la Orden Franciscana. sermón de más concurso, y autoridad, que es el de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, a que asistieron los dos insignes cabildos. En el capítulo general de Salamanca del año 1618, en que se halló con su oficio de provincial, también se hizo mucho lugar y con mucha estimación de todos. Salió de este capítulo general de Salamanca por ministro General de toda la orden el reverendísimo padre fray Benigno de Génova y por comisario de esta familia cismontana padre fray Juan de Venido, padre de la provincia de La Concepción y comisario general de Indias.

Antes de proseguir con esta interesante historia de los "estudios" en nuestro convento franciscano de nuestra ciudad, me veo en la obligación de atender y sobre todo aclarar tres temas de suma importancia para mejor comprender toda información que nos viene dada por la propia historia de la Orden Franciscana, como son, la bula Nimis iniqua, de 21 de agosto de 1231 del papa Gregorio IX, su propia división territorial en toda Europa en 1239 y la erección en España de la nueva provincia seráfica de San Miguel en 1548.

El papa Gregorio IX mantiene íntegro el programa de san Francisco, algo suavizado con miras a la futura acción apostólica de la Orden Franciscana. La decisión relativa al testamento fue un golpe doloroso en extremo para el sector de los "celantes" - "celanti", frailes de tendencias claramente observantes que propugnan más celo en la aplicación de la Regla y pleitean con aquellos religiosos que tratan de relajarse en su observancia y de alejarse de la voluntad del fundador.

Quitada de en medio la autoridad del testamento, ya no había trabas para la obtención de privilegios pontificios, otro de los puntos discutidos en el capítulo de 1230.

La acción de los frailes menores se veía entorpecida por la oposición que hallaba en los clérigos y en los obispos, quienes pretendían ejercer sobre ellos las atribuciones jurisdiccionales que les otorgaba el derecho vigente. Sabemos cuál era el sentir de san Francisco en este particular; pero Gregorio IX pensaba de muy distinta manera. Con la bula Nimis iniqua, de 21 de agosto de 1231, después de recriminar con vehemencia la conducta de algunos prelados con los Hermanos Menores, declaró a éstos exentos casi completamente de la jurisdicción episcopal; en adelante solo dependerían de los obispos en cuanto a la fundación de los conventos y a la predicación, pero gozarían de plena autonomía en la vida interna de las comunidades, en el culto y en la administración de sacramentos y en la utilización de los donativos de los fieles.

El ministro General, el ex-Provincial de España, fray Juan Parenti, se vio desbordado por los movimientos evolucionistas y no sintiéndose capaz de frenar el rumbo iniciado, presentó la renuncia. Para darle un sucesor se convocó en Rieti el capítulo de 1232, en el que fue elegido fray Elías Bombarone de Cortona, y que en este segundo gobierno de la orden tendrá gran importancia en la evolución de la misma.

Mucho se ha discutido en torno a la personalidad de fray Elías de Cortona. Si hemos de atenernos a la mayoría de los cronistas antiguos, su gobierno fue sumamente funesto para la orden. En cambio,

historiadores y autores modernos, como pueden ser E. Lempp, F.S. Attal, G. Odoardi, A. Pompei... lo presentan como hombre genial, víctima de la incomprensión y de un mezquino espíritu de partido; según ellos, no habría tenido otra tacha que el orgullo que le impidió sobrellevar dignamente su desgracia, que dicho de otra forma, era demasiado en un fraile y además franciscano.

No se puede negar que la orden le debe mucho y que hasta fue providencial su manera enérgica y absolutista de regirla en el aquel primer impulso evolutivo. Su adversario más despiadado, fray Salimbene de Adam, entre los trece cargos que le imputa, señala un mérito digno de encomio: el haber promovido en la orden los estudios teológicos.

Es innegable que fray Elías había gozado de la confianza de san Francisco, quizá precisamente, como observa Ernest Renan, porque éste admiraba en aquél organizador genial las dotes que él no poseía. Fray Elías por la misma ley del contraste, amaba sinceramente al santo carismático e imprevisor.

Quería a su orden grande y poderosa. Su primera ambición fue hacer del fundador una gloria, más que un modelo de imitación; con esta mira dedicó su atención primordial al espléndido monumento de la basílica que albergaba sus restos y del sacro convento. Hubiera querido rivalizar con las grandes abadías benedictinas o cartujas; y su imagen de gobierno se asemejó más al rumbo de un abad que al estilo del "ministro y siervo", desapropiado para "utilidad común", que san Francisco había dejado descrito en su Regla. Fue grandísima su influencia personal con el papa Gregorio IX y con el emperador Federico II.

Gobernante centralizador, no se cuidó de visitar personalmente las provincias, sino que cumplió este deber por medio de visitadores adictos a su persona e investidos de plenos poderes, que tenían a los provinciales en continuo sobresalto. Aumentó por propia voluntad y autoridad a 72 el número de provincias, creando así un verdadero ejército de frailes funcionarios que dependían directamente de él. En la distribución de oficios, prefería de manera escandalosa a los legos, como más fáciles de dominar. Amparado en las atribuciones casi ilimitadas que le concedía la Regla, en virtud de la cual sólo tenía que dar cuenta al capítulo General - bien se cuidaría él de no convocarlo nunca, era un verdadero dictador, ejercía un poder absoluto, nombrando, trasladando y relevando a su talante ministros y custodios.

Amplió los conventos de estudio y secundó válidamente las iniciativas de la Santa Sede en favor de las misiones de Oriente.

Fray Elías Bombarone de Cortona, supo desentenderse de los hermanos celantes dispersándolos o castigándolos duramente. Por otra parte, su sistema personal de gobierno y la incesante exacción de contribuciones a los provinciales para dar cima a las obras de Asís, acabaron por exacerbar los ánimos de todos. El golpe fue preparándose entre los ministros de las provincias ultramontanas. El jefe de la resistencia fue fray Haymón de Farvesham, quien se dirigió a Roma a la cabeza de una comisión para denunciar al ministro General y pedir su deposición; la mayoría de las provincias hicieron causa común con él y en él. Las argucias de fray Elías fueron vanas para conjurar el golpe. >

Convocado por Gregorio IX y bajo su presidencia personal, se reunió el capítulo General en Roma en 1239. En él fue depuesto fray Elías y fue elegido fray Alberto de Pisa, provincial de Inglaterra.

Para evitar que se repitiera la experiencia de un régimen absoluto, el capítulo acordó decisiones de gran trascendencia para el futuro de la orden. Promulgó las primeras "constituciones", que regulaban la vida de los hermanos, especialmente en lo tocante al gobierno. No se conserva el texto de este primer código legislativo, pero se puede reconstruir hasta cierto punto a través de la revisión promulgada en 1260 por san Buenaventura de Bagnoreggio.

Se restringieron los poderes del ministro General, quitándole el nombramiento de los provinciales, custodios y guardianes; en adelante, los ministros provinciales serían elegidos capitularmente, y los custodios y guardianes nombrados por el provincial; la autoridad de éste quedaba robustecida. Se reconoció la supremacía de los capítulos sobre los ministros. Se impuso al General la obligación de convocar cada tres años el capítulo y de visitar las provincias personalmente o por medio de comisarios nombrados por el mismo capítulo General. El número de provincias fue reducido a 32, 16 cismontanas y 16 ultramontanas. Finalmente, a imitación de los dominicos, se instituyó el capítulo de "definidores", que debía reunirse cada dos años fray Alberto de Pisa murió a los pocos meses. Le sucedió fray Haymón de Faversham, maestro de la Universidad de París. A este insigne ministro General pertenecen gran parte de los méritos que suelen atribuirse a san Buenaventura en la evolución de la orden. Había sido el alma del capítulo de 1239. Si fray Elías había tomado como modelo la autoridad abacial benedictina, fray Haymón era entusiasta admirador de la organización y de la eficacia apostólica, no menos que del doctrinal, de la Orden de Santo Domingo. En la aproximación de las dos órdenes hermanas se va en esta época más allá tal vez de lo que los santos fundadores habían pretendido. Fray Haymón dio, además a la vida litúrgica de los Hermanos Menores su fisionomía propia.

No lo tuvieron fácil los ministros Generales de este siglo XIII, y por eso lucharon, cada uno desde sus respectivos criterios para un desarrollo geográfico y estadístico comprensible dentro de la Orden Franciscana.

En un principio la fraternidad formó una agrupación itinerante, con la Porciúncula como centro. Pero al crecer en número y extenderse por Europa se vio la necesidad de una "reestructuración" que, respetando el carácter unitario y centralizado, permitiera un mínimo de organización regional. Es lo que se hizo en el capítulo de 1217 al establecer las provincias.

Estas fueron inicialmente 11: 6 en Italia: Toscana, Las Marcas, Lombardía o Bologna, Terra di Lavoro o Nápoles, Apulia y Calabria. 4 en el resto de Europa: Alemania, Francia, Provenza, España. 1 en Oriente: Siria.

En 1219 se añadieron las de Aquitania y en 1224 la de Inglaterra.

San Francisco vio, antes de morir (1226), sólidamente establecida la orden en toda Europa central y occidental, y en Palestina bajo sus inmediatos sucesores quedaría formado el mapa definitivo, después de la primera gran expansión.

El capítulo de 1230 desmembró la mayor parte de las provincias, resultando 12 en Italia, 2 en Alemania, 5 en Francia, 3 en España, 2 en las islas Británicas y 1 en Oriente. En 1239, corrigiendo el excesivo número de provincias creado por fray Elías, se hicieron nuevas modificaciones, sobre todo en Europa central.

Finalmente, en 1263, san Buenaventura formó todavía 2 nuevas provincias: la de Romania o Grecia, desmembrada de la de Tierra Santa, y la de Milán, separada de la de Lombardía.

La religión (orden) de los Hermanos Menores halló prodigiosa extensión por los territorios y términos de toda la cristiandad y hasta hacerse lugar entre los infieles más lejanos. Por ello los prelados y padres de esta religión creyeron necesario y conveniente dividirla en dos familias, para mejor control y aún mejor gobierno. Hacen la división por la mitad de los Alpes; y así a la familia que queda de la otra parte es "ultramontana" para Italia, y "cismontana" para nosotros, la que queda de nuestro lado.

A partir de esta fecha no se produce en la orden ninguna nueva división. Una bula de Nicolás IV, del 13 de mayo de 1288, decretó que en adelante no pudiera ser erigida provincia alguna sin el consentimiento de la sede apostólica.

Fueron 34 las provincias: 17 cismontanas y 17 ultramontanas.

A las "cismontanas" pertenecían las 14 de Italia y las 3 orientales: Dalmacia, Grecia y Siria (Tierra Santa).

A las "ultramontanas", pertenecían las 3 de la península Ibérica - Santiago, Castilla, Aragón -, las 5 de Francia, las 4 de Alemania, las de Dinamarca, la de Hungría, la de Bohemia, la de Inglaterra y la de Irlanda.

Conveniencias administrativas y circunstancias particulares de las regiones fueron introduciendo progresivamente la subdivisión de cada provincia en "custodias", que agrupaban cierto número de conventos; hubo provincias que llegaron a contener hasta 10 y 12 custodias.

En los países de misión se construyeron "vicarías" bajo la inmediata dependencia del ministro General; formaron asimismo vicarías a Escocia, Córcega y Cerdeña.

Los grupos de observantes, como ya vimos, formaron vicarías provinciales dentro de la `provincia respectiva; pero a fines del siglo XV fueron apareciendo vicarías y aún provincias autónomas.

En 1517 la familia cismontana contaba con 26 provincias: 17 en Italia, 8 en Europa oriental, 1 en Tierra Santa. > > San Francisco vio, antes de morir (1226), sólidamente establecida la orden en toda Europa central y occidental.

La familia ultramontana contaba con 26 provincias: 11 en España y Portugal, 6 en Francia, 4 en Europa central, 1 en Inglaterra, 1 en Escocia, 1 en Irlanda, 1 en Cerdeña y 1 en la isla La Española, primera provincia misionera del Nuevo Mundo.

El siguiente cuadro ofrece los datos de dos catálogos, a distancia de un siglo, considerados como los más precisos, uno de 1282 y otro de 1385. Para el primero hemos adoptado la versión publicada por Domenico Cresi, indicando entre paréntesis los datos que difieren en la estudiada por Girolamo Golubovich.

Por lo extenso que es dicho cuadro lo suprimo e indico exclusivamente los datos fundamentales del mismo:

Statistica dell'Ordine Minoritico all'anno 1282 - Estadística de la Orden Minorítica en el año 1282.

Las 17 provincias cismontanas, en 1282, tenían en total 67 custodias y unos 450 conventos, según Domenico Cresi, o unos 700 según Girolamo Golubovich. En 1385, tenían 87 custodias y cerca de 600 conventos.

Las 17 provincias ultramontanas, en 1282, tenían en total 103 custodias y más de 700 conventos según Domenico Cresi, o más de 800 según Girolamo Golubovich. En 1385, tenían más de 100 custodias y unos 775 conventos.

En cuanto a las provincias españolas: la de Santiago (Portugal), en 1282, tenía 4 custodias y 39 conventos, y, en 1385, 9 custodias y 43 conventos. La provincia de Castilla, en 1282, tenía 7 custodias y 49 conventos, y, en 1385, 8 custodias y 43 conventos. La de Aragón, en 1282, tenía 5 custodias y 36 conventos, y, en 1385, 6 custodias y 39 conventos.

Por su parte, las 10 vicarías, en 1385, sumaban en conjunto 37 custodias y más de 130 conventos.

En resumen, en 1282, la Orden Franciscana tenía 34 provincias, 175 custodias y 1.271 conventos según Domenico Cresi o 1.583, según Girolamo Golubovich. En 1385, con las mismas provincias y 10 vicarías, tenía 256 custodias y 1.641 conventos.

Si son relativamente copiosos los datos que permiten reconstruir el mapa geográfico de las provincias y custodias, y aún de la mayoría de los conventos, no ocurre lo mismo con el número de religiosos. Hasta el XVII, en efecto, no existió la preocupación por verificar la estadística

personal. Caben, no obstante, cálculos aproximativos a base del número de conventos y de la media de religiosos que cada uno albergaba. Sabemos, por ejemplo, que en 1225 la provincia de Inglaterra contaba con 1.242 religiosos en 49 conventos, lo que da algo más de 25 frailes por convento, según estudios de fray Girolamo Golubovich; pero en Italia la media era muy inferior a ese número.

Otra base, quizá más segura, es la que ofrecen los totales de defunciones registradas en las actas de los capítulos generales, en virtud de una ordenación del de Narbona (Francia) en 1260, observada con bastante regularidad: cada provincial debía llevar nota de los religiosos fallecidos en el anterior capítulo. Fray Girolamo Golubovich, partiendo de la media anual de 708 difuntos de 1257 a 1260 y dando como probable la cifra de 2 defunciones por cada cien religiosos, eleva a unos 35.000 fallecidos el total de toda la orden en aquella fecha. Conocemos la media anual de varios trienios: 1282-1285 fue de 780; 1313-1316 fue de 837; 1337-1340 fue de 757. No hay datos de los años que siguieron a la gran mortandad de la peste negra. El trienio 1370-1373 dio la media anual de 448 y el de 1415-1418, la de 459. En los últimos decenios del siglo XV conocemos sólo las cifras de la familia ultramontana, y no siempre completos: en 1502-1505 la media anual fue de 403, en 1505-1508 de 644.

Un cálculo exagerado hace subir a 20.000 el número de observantes en 1455. Más exacta es la cifra de 22.910 en 1493, cuando los conventos sumaban 1.236. Una estadística de 1495 enumeraba 593 conventos, y 11.050 frailes en las 26 provincias de la familia cismontana.

No parece aventurado calcular unos 5.000 hermanos a la muerte de san Francisco; 30.000 en 1260; 40.000 a fines del siglo XIII; 20.000 en 1385 y 25.000 a principios del siglo XV. Al hacerse la separación en 1517 la orden entera sumaría más de 50.000 religiosos: de 20/25.000 conventuales en 34 provincias; 30/32.000 observantes en 53 provincias.

Una vez puestos al día de la situación estadística de la Orden Franciscana en Europa, paso a tratar del "franciscanismo" que a nosotros los mirobrigenses nos interesa, nuestra historia, nuestros lazos seculares que en forma de cordón seráfico nos une desde hace ocho siglos.

La erupción de todas estas nuevas provincias cismontanas produjo un fruto para nosotros muy importante y definitivo, y es la que tiene el número 34 y que es la provincia franciscana de San Miguel. Esta fuerza dio lugar al suceso de poder dividirnos de la de Santiago. Pero, eso no fue óbice negativo alguno, al contrario, este nacimiento no derogó la antigüedad de sus conventos, pues había algunos que pasaban de 300 y 400 años desde su fundación, siendo casi tan antiguos como la religión franciscana en España. Los de Ciudad Rodrigo y Plasencia tienen por singular blasón haber habitado y destinados sus sitios el propio Seráfico Patriarca, cualidades que bastan para engrandecer y ennoblecer una provincia.

Cuando Nuestro Seráfico Padre San Francisco vino de Italia en romería a Santiago de Galicia, que fue el año de 1214, se comenzó a fundar conventos en España, siendo su primer provincial el padre fray Juan Parenti (que llegó a ministro General de la orden, 1227-1232, siendo el primer sucesor de san Francisco). En 1233 en el capítulo celebrado en Soria se repartieron todos los conventos en tres provincias, Santiago, Castilla y Aragón. El paso de los años y la multiplicación de los cenobios obligó a nuevas reparticiones >

> Cuando Nuestro Seráfico

Padre San Francisco vino de Italia en romería a Santiago de Galicia, que fue el año de 1214, se comenzó a fundar conventos en España.

y de forma muy especial la de Santiago, que se alivió de la de Portugal, y cedió conventos a la de San Gabriel y al de La Concepción, y aun así se hallaba a tope y fue menester cortar de sí buena parte para que se formase esta de San Miguel.

Llegado a ministro General el reverendo padre fray Andrés de la Ínsula en Asís en el año 1547 y estando el siguiente año en el capítulo de la provincia de Santiago celebrado en Benavente (Zamora) con el deseo de que la división tuviese efecto, se alegró sumamente al comprobar en todos los presentes la conveniencia de la división en dos para que fuese más fácil y útil el gobierno de una y otra provincia.

Se contaron los votos de los capitulares, y salieron favorables, menos algunos pocos. Señalaron diez padres de más nombradía y experimentados, cinco por cada parte, que confirieron el caso, arbitraron las condiciones y nombraron los conventos, que se habían de dividir. Ajustado, y concluido este tratado, se nombraron para la división los conventos que caen de esta parte del río Tormes hasta Sierra Morena.

La institución y erección de la nueva provincia se publicó con el título y patrocinio de San Miguel, a 15 de julio de 1548, que fue el día de aquél celebérrimo capítulo de Benavente (Zamora). Se eligió el sello más competente y significativo: se señaló nuevo provincial y definitorio; se erigieron en él los guardianes, con todos los demás requisitos necesarios. Los presentes se daban parabienes unos a otros, aplaudían con aclamaciones religiosas a la recién nacida provincia y en los propios conventos aún no era conocida la noticia. Los religiosos presentes se hallaban de las dos provincias e ignoraban a que parte habían de quedar y cuál había de apellidar como propia.

Ocupaba la Silla de San Pedro al Sumo Pontífice Paulo III, que atendía con especial cuidado a la ampliación de nuestra orden, como aquel que siempre reconoció y más en los principios de su pontificado, cuanto se empleaba esta religión franciscana en servicio de la silla apostólica, y cuanto defendieron su autoridad nuestros frailes en Inglaterra, hasta derramar su sangre, y dar las vidas. Reinaba en España el invicto emperador Carlos, que favoreció mucho a esta nueva provincia en muchas fundaciones y progreso de sus conventos. Gobernaba la Orden Franciscana el reverendísimo padre fray Andrés Álvarez de la Ínsula, ministro General, electo en Asís, después que el sello y dignidad de ministro General de toda la orden pasó de los conventuales a los observantes, por decreto del papa León X. Fray Andrés fue el 51 ministro General de la orden, y estuvo ocupando el cargo de 1547 a 1553.

El 17 de julio de 1548, el capítulo despachó la patente y letras testimoniales para que quedase instrumento auténtico y memorial perpetuo de los motivos, fines, condiciones y solemnidad con que se determinó la división, y salió a la luz la provincia de San Miguel. La patente traducida del latín con puntualidad, dice así:

A todos, y a cada uno de los Religiosos de la Orden de los Menores de la Regular Observancia que leyere, u oyeren las presentes letras, Fray Andrés de la Ínsula, Ministro General, y siervo de toda la misma Orden, desea sempiterna salud en el Señor. Como las cosas que se instituyeron, y establecieron

para el bien común de toda nuestra Orden, o alguna particular Provincia, necesitan corroborarse con el testimonio de alguna persona insigne (como del Sumo Pontífice, y del Ministro General), para que saliendo a la luz hágase al vulgo, y sean recibidas y observadas de todos como cosas ordenadas santa, canónica y justamente.

Al fin estos padres convinieron en que la provincia, a quien fue dado el título y patrocinio de san Miguel (porque la otra aún retiene el nombre antiguo de Santiago), tuviese estos 16 conventos de frailes menores, los que están en los lugares llamados así:

01) Ciudad Rodrigo. 09) Garrovillas 02) Cáceres 10) Alcántara 03) Zafra 11) Santa María de Manzanedo 04) Trujillo 05) Béjar 07) Segura 08) Llerena 12) Medellín 13) San Miguel 15) Mérida 16) Hornachos

y estos 7 conventos de monjas, Damas Pobres de San Damián - Clarisas:

01) Zafra 05) Cabeza del Buey 02) Fregenal de la Sierra 06) Trujillo 03) Llerena 07) La Hinojosa 04) Cumbres Mayores

Muy importante es dar a conocer que el convento de Frailes Menores de Salamanca quedó bajo la circunscripción de la provincia de Santiago, y más aún se designa como lugar de Estudio General, y común a todas las provincias franciscanas de España.

Año de 1617, 69 años después de la fundación de la provincia franciscana de San Miguel mandó celebrar capítulo provincial el reverendísimo padre Trejo, tres meses antes del cumplido trienio del padre fray Francisco Calderón, donde se ve que la anticipación del capítulo pasado no fue por alguna causa culpable de la provincia o del provincial, o por desagrado del feneral, como algunos habían presumido; pues aún al provincial puesto de su mano y de su agrado, no sólo no le dejó extender el tiempo, sino que le cercenó > tres meses. Fueron consecuencias y disposiciones de los prelados, nacidas de varios accidentes. Salió electo el 4 de febrero por vigesimocuarto provincial el reverendo padre fray Pedro Gómez de Guinaldo, natural de un lugar distante cuatro leguas de Ciudad Rodrigo, llamado Guinaldo, de donde se tomó el apellido. Por definidores los padres fray Cristóbal Pacheco, fray Gerónimo de >

Mansilla, fray Sebastián González y fray Alonso Ramírez; por custodio quedó el reverendo padre Calderón.

El gran caudal de las letras de nuestro nuevo padre Provincial era muy conocido, por ser en lo escolástico, lector jubilado y muy señalado maestro, y en lo positivo, gran escriturario, y de mucha noticia de las lenguas griega y hebraica. De todo dio muestras en honor de la religión, y provincia, como se vio en el capítulo general de Roma de 1612, a donde fue por custodio. En la ciudad de Sevilla, visitando la provincia de Los Ángeles el año antecedente a su elección, por la fama de varón tan docto le encomendó, la casa grande, el sermón de más concurso y autoridad, que es el de Nuestro Padre Seráfico San Francisco, al que asisten los dos insignes cabildos. En el capítulo general de Salamanca del año 1618, en que se halló ya con su oficio de provincial, también se hizo mucho lugar, y con mucha estimación de todos. Salió de este capítulo general de Salamanca por ministro General de toda la orden el reverendo padre fray Benigno de Génova, y por comisario de esta familia cismontana el reverendo padre fray Juan Venido, padre de la provincia de La Concepción, y comisario general de Indias.

Volviendo a la provincia, nuestro provincial convocó a los definidores para la congregación intermedia, que se celebró en Ciudad Rodrigo el 8 de julio de 1618. La presidió el comisario general fray Juan Venido. Renunció el custodiato el reverendo padre Calderón, y se dio al padre fray Fernando de la Torre, predicador de Badajoz.

Se instituyó un colegio de pasantes en el mismo convento de Ciudad Rodrigo, según el genio y disposición del padre provincial, que era aficionadísimo a las letras, y deseaba promoverlas mucho en la provincia. Los colegios de pasantes, eran lugares especiales para enseñar la "teología", ya que los profesores de los mismos debían ser todos "doctores". Y así se señalaron lectores de Filosofía y Teología, y maestros de Lengua Hebraica y Griega, con intento de que se quedase establecido un seminario de sujetos, para que la provincia de San Miguel no tuviese necesidad de mendigar de estudios forasteros.

En la misma congregación se señalaron por casas de recolección los conventos de Santa Marina de la Verde, de la Moheda y de Lobón.

No se puede negar que nuestro provincial reverendo padre fray Pedro Gómez de Guinaldo, fue movido de gran celo, así en la disposición que concibió para el colegio de pasantes, como en la multiplicación de las casas recoletas, pues con lo uno se afianzaba el aumento y el lustre de las letras, y con lo otro se extendían los útiles de la recolección. Pero no todo favoreció sus esforzados intentos, intervenciones de prelados, inseguridad en padres de la propia provincia y que el Estatuto General de la Orden disponía de una casa fija, la Colegiatura de Alcalá de Henares, y los cuatro lugares de Salamanca, tan bastantes, que de ordinario sólo se ocupaban dos.

No pudieron perseverar las ideas de nuestro provincial el padre fray Pedro de Guinaldo, en contar y mantener un colegio propio desde la Casa Madre de nuestra santa provincia franciscana de San Miguel en nuestra Ciudad Rodrigo querida, pero siempre se estimó el buen intento, y se reconoció su celo, como de tal docto y mejor religioso.

No fue fácil intentar esta singularidad de estudio, de que carecen otras provincias de España.

> Nuestro provincial convocó a los definidores para la congregación intermedia, que se celebró en Ciudad

Rodrigo el 8 de julio de 1618. La presidió el comisario general fray

Juan Venido.

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