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del siglo XVIII. Por Laura García Juan

Un viaje retrospectivo a nuestro pasado: sociedad, economía y ocio en la Ciudad Rodrigo del siglo XVIII

Laura García Juan. Profesor Ayudante Doctor, Universidad Autónoma de Madrid.

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El tañer de la campana, las calles abarrotadas, la gente reunida en bares y casas, constituye una estampa típica de estas fechas, en las que Don Carnal aparece para vivir unos días de diversión antes de la llegada de Doña Cuaresma. Un ritual que, año tras año, provoca una metamorfosis con la que la impertérrita silueta de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad Rodrigo1 se transforma hasta conseguir una escenografía preparada a conciencia. Unas fechas en las que no existe el individualismo sino un todo colectivo con un mismo fin. A saber, el disfrute de sus habitantes, sin olvidar acoger a aquellos que un día se fueron, y en estas fechas vuelven, y cada vez más, también invitar a turistas que tras la experiencia suelen repetir.

Un ciclo que este año se ha visto modificado por una pandemia global que ha sacudido nuestra vida, nuestra economía y nuestra forma de relacionarnos. Sin caer en el desánimo, debemos recordar que no es la primera vez que el mundo asiste a situación similar ni será la última. Ante estas situaciones desfavorables, el ser humano siempre con su capacidad de resiliencia ha sabido vencerlas, y esta vez no será diferente.

Aprovechemos estos momentos en lo que lo cotidiano se vuelve prohibido, y en el que el individualismo debe tomarse como la única vía para garantizar un futuro colectivo, para abrir otras alternativas. En esta línea, se invita al lector a viajar, pero de una forma que se adapte a estos tiempos. Realizaremos una travesía virtual que nos lleve al siglo XVIII, conociendo, de esta forma, con mayor profundidad un capítulo de nuestro pasado. Analizaremos cómo generaciones anteriores de mirobrigenses ya tuvieron que hacer frente a situaciones complejas cuya superación contribuyó a >

Escudo de armas de la ciudad, contenido en el Libro del Bastón. Esta fuente junto con el Catastro de Ensenada, y las actas municipales, constituyen un conjunto documental clave para entender y poder analizar el siglo XVIII en esta localidad. Todas ellas están custodiadas en el Archivo Municipal de Ciudad Rodrigo. Alfrente del mismo se encuentra don Tomás Domínguez con una dedicación y un apoyo al investigador que debe serreconocido.

1. Se corresponde con el título que tiene la ciudad debido a su importante papel en la defensa de Castilla, apareciendo esta denominación en todas las fuentes geohistóricas vinculadas con la localidad.

escribir nuestro presente. Para interpretar los datos debemos conocer cuál era el contexto de la época, para lo cual es importante partir del hecho de que los mirobrigenses, al igual que hoy, también tuvieron que hacer frente a distintas situaciones que interferían en su vida cotidiana. Y es que, de forma general, como atestiguan distintas fuentes, esta época se podría catalogar como convulsa y de incertidumbre. Algunos de los motivos, con ciertas salvedades, continúan en el presente, otros han sido superados hace ya siglos. Detengámonos por unos instantes en ellos como una vía de conectar con nuestro pasado.

Ciudad Rodrigo se presenta en el siglo XVIII como una plaza militar de primer orden en la defensa de Castilla frente a Portugal. Sus murallas son su rasgo distintivo y el mejor reflejo de los cambios acaecidos a lo largo de siglos, a través de los que se ha ido constituyendo un libro, que nos permite con el paso de las páginas leer su evolución. Una historia que tiene su propio papel protagonista en la propia historia de España.

En el contexto de las relaciones con nuestro vecino, el día a día de los mirobrigenses, por su posición geoestratégica, se veía afectado. A 50 leguas de la Villa y Corte de Madrid, pero a tan solo cinco del país vecino, implicaba que su día a día estaba más vinculado con Portugal. Desde esta posición se miraba con temor posibles acciones militares, pero también, como habitantes de la Raya, mantenían relaciones con sus vecinos, aunque estuvieran al otro lado de una línea fronteriza más imaginaria que real en este espacio. Con el paso del tiempo este tema quedo solventado y hoy vivimos en un momento de paz, crecimiento y conocimiento mutuo con Portugal dentro del marco europeo. Son numerosas las iniciativas desplegadas de forma conjunta para revitalizar el espacio rayano, y en todas ellas el período histórico que analizamos constituye un recurso de valor incalculable.

Ciudad Rodrigo y la comarca también presentaba otro problema, en parte conectado de igual modo con su posición geográfica, y que se relaciona con la situación actual al volver a estar presente. El despoblamiento, un tema de preocupación en las últimas décadas, y como constatan diversas fuentes,también en el siglo XVIII.En este período,con la finalidad de conocer exactamente cuál era la magnitud del problema y sus posibles causas, se solicitó realizar informes, analizar los datos del ayuntamiento y hasta realizar trabajos de campo. Toda la documentación resultante permite analizar la magnitud del problema, más próximo de lo que podemos pensar con nuestro presente.

Volviendo a nuestro tema central, la vida social en la Ciudad Rodrigo del siglo XVIII, y tratando de acercarnos a la mentalidad de nuestros antepasados en función de los problemas descritos, tenemos que decir que, tanto la ciudad como los arrabales2, eran espacios vivos y vividos. Fijándonos en el número y la variedad de servicios con los que contaba la ciudad, junto con el hecho del importante papel administrativo y eclesiástico que contaba dentro de la provincia de Salamanca, podemos afirmar que se trata de una ciudad donde el sector terciario tenía un fuerte peso junto con una clara orientación de servicio al rey. >

2. La distribución de Ciudad Rodrigo y su socampana era bastante similar a la actual. Las fuentes nos hablan de la ciudad, que se correspondería con el recinto amurallado; el arrabal del Puente, con una mayor actividad comercial y vecinal que la actual; y en una situación similar el Arrabal de San

Francisco. A estos espacios se le sumaba un área de huertas y el resto de la socampana dividida en dehesas.

Memorial que el ayuntamiento entregó para la realización del Catastro de Ensenada y que recoge la descripción de las casas consistoriales. CE, Archivo Histórico Provincial de Salamanca.

> La localidad y su La localidad y su socampana en este período contaba con unos socampana en este período contaba con unos 900 vecinos censados. A esta cifra, 900 vecinos censados. A esta cifra, debemos sumarle la presencia de un contingente variable, pero continuo, de militares que vivían dentro del recinto amurallado, sin un espacio apartado por lo que es de entender que se mezclaban y consumían en los mismos espacios que el resto de la población3. La composición social de debemos sumarle la ciudad no se circunscribía a dos grupos, población general y la presencia de un militares. Contaba, además, con una fuerte presencia eclesiástica contingente variable, dado que, al igual que hoy, y desde el siglo XII Ciudad Rodrigo es pero continuo, de sede episcopal. Los distintos grupos de población descritos a los que militares que vivían podríamos catalogar como permanentes, se veían incrementados dentro del recinto en momentos de ferias y mercados, en los que llegaría tanto gentes amurallado. de la comarca como de otros puntos. En este sentido, hay que indicar que, como antecedente de la propia situación actual, Ciudad Rodrigo tenía mercados semanales todos los martes. Las fuentes recogen, además, la celebración de dos mercados o ferias principales, la de Botijeros, desde el primero de Cuaresma hasta todo el jueves siguiente; y la de Mayo, después de la Ascensión y hasta todo el jueves próximo. Durante las mismas, además de con la citada comarca, también se establecían >

importantes intercambios con Extremadura y, cómo no, con Portugal. Los intercambios de productos con el vecino país siguen estando presentes en la actualidad, y se centraban en pescados salados o pañería.

Ahondando en este tema, una radiografía de la población a través de sus oficios también permite acercarnos a esa ciudad terciaria a la que estamos haciendo referencia, encontrando un variado repertorio de profesiones. Médicos, abogados, escribanos, notarios, jornaleros, y hasta el intendente de la provincia residía en la localidad. La presencia de distintos gremios con un fuerte papel termina de corroborar este complejo entramado económico-social.

El reto, pues, era dar servicios a todo este conjunto heterogéneo de población. Y ello se consiguió a través del establecimiento de una serie de elementos que cubrían todas las necesidades básicas, desde las sanitarias a las educativas, y cómo no, de ocio. A lo largo del siglo XVIII se constata la existencia de dos hospitales (ninguno propio para los militares, pero si relacionado con el tema que nos ocupa encontramos que uno de ellos se dedicaba en exclusiva a curar la sífilis); se construyó el seminario; y más relacionado con el abastecimiento, se contaba con trece hornos de pan o con tiendas con una cantidad total de 29. En relación con la diversión y el ocio, la ciudad contaba con siete tabernas repartidas entre la ciudad (3), Arrabal de San Francisco(2) y Arrabal del Puente (1). Todas ellas se dedicaban al vino blanco,y de ellas se indica que, pese a ubicarlas en unos espacios concretos, no estaban fijas. Como complemento, los moradores y visitantes disponían de tres mesones ubicados en su mayoría dentro del recinto amurallado (uno en la calle Toro). El vino, aguardiente y otros resolís que se servían en ellos, provenían de la propia comarca en la cual encontramos una significativa cantidad de espacios destinados a su cultivo. De todo ese espacio dedicado al cultivo de la vid hoy la gran parte no ha llegado, aunque se ha quedado fosilizado en algunos topónimos como el polígono de las Viñas. En cuanto a los productos consumidos, en total, en Ciudad Rodrigo y su socampana, al año se consumían unas 433 cántaras (6.986litros) de aguardiente vendidas al por menor, y 38 cántaras (613 litros) de resolís y otros licores.

Dentro de este apartado de ocio, no faltaba una mesa de trucos, que si bien los otros establecimientos son habituales en cualquier ciudad no ocurría lo mismo con esta tipología.

Como conclusión, y pese a no vivir en un contexto de paz y seguridad, la Ciudad Rodrigo del siglo XVIII, como hemos podido ver, se muestra como una ciudad bulliciosa en la que podemos identificar muchos aspectos en el presente. Aprendiendo de esta situación, podemos afirmar que Ciudad Rodrigo y su Carnaval del Toro, sin duda, volverá con más fuerza. De esta forma continuaremos escribiendo su historia, herederos de un pasado, llenando su presente y mirando al futuro.

3. Ciudad Rodrigo en el siglo XVIII no contaba con cuarteles, sino que la tropa desplegada se alojaba en varias casas palaciegas cedidas por distintas familias nobiliares.

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