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Hospital de La Pasión. Veinte años agónicos. Por Ándrés Bajo Boada
Hospital de La Pasión. Veinte años agónicos
Andrés Bajo Boada
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Pero no murió, se restableció y se rejuveneció; este restablecimiento comenzó el día 4 de enero de 1981. ¿Qué pasaba en los veinte años anteriores a esa fecha, en el periodo 1961-1981? Pues pasaba la angustia de cualquier ser cuando tiene que dejar de ser; sustancialmente la crisis de dejar de funcionar como hospital para convertirse en la residencia para personas mayores que es en la actualidad.
EL PATRONATO MERMA
Este patronato tuvo su inicio el año 1479 formado por doce caballeros mirobrigenses cuyos nombres están expuestos con todo merecimiento y honor en una lápida de mármol adosada a la pared del salón principal del Hospital; se constituyen en cofradía (fraternidad) y se imponen el nombre de Cofradía de la Pasión.
En 1492 los Reyes Católicos donan a esta cofradía unos edificios y corrales que habían pertenecido a los judíos para que la cofradía construya una iglesia y un hospital; con el nombre de Hospital de la Pasión comienza a funcionar como tal en los cuatro o cinco años siguientes; la construcción de la iglesia terminó en 1589, según la leyenda escrita en la parte alta del presbiterio. >
Primeros cofrades. Zona más antigua.
Parece que aquellos doce caballeros cristianos y sus sucesores inmediatos priorizaron el cuidado a los enfermos sobre la construcción del lugar de culto: cuando inauguraron el templo ya llevaban casi cien años cuidando enfermos.
Viniendo al periodo años 61-81 del siglo XX, no consta en las actas si está completo el número 24 de los hermanos del patronato, sí consta los que asistían a las reuniones: en los años 61-63 celebraron siete reuniones con una asistencia media de 8 hermanos por reunión.
A finales del año 1967 el patronato consigue de la dirección general de Sanidad una subvención de algo más de nueve millones de pesetas para ampliación y arreglo de las instalaciones del Hospital.
En los años 67 a 72 hay una buena participación de los miembros del patronato en las reuniones, el número de asistentes varía entre 14 a 16 hermanos. En los años 70-72 se celebran 22 reuniones con una asistencia media de 11-12. Son los años de concierto con la Seguridad Social.
El 23 de septiembre de 1970 se creó la comisión Permanente para facilitar la asistencia de hermanos y para resolver con más agilidad los asuntos ordinarios y urgentes, está compuesta del alcalde, el secretario, el contador de hacienda y los comisarios de cuentas; durante los años 73-75 se reunió cinco veces esta comisión y ninguna el patronato en pleno.
Entre enero del 76 y junio del 80 se celebran once reuniones del patronato o junta de hermanos, a siete de ellas asisten 6 miembros del patronato, a tres asisten 5 y en una sólo hay 4 asistencias.
En la reunión del día 1 de junio de 1980 se comisionó al presidente y alcalde del Hospital para que publicara un artículo en el semanario local La Voz de Miróbriga invitando al pueblo de Ciudad Rodrigo para que se ofrecieran personas a ser miembros de la Junta del Hospital y trabajaran por su recuperación; dicho artículo apareció efectivamente el día 15 del mismo mes y año.
En la reunión del día 4 de enero de 1981 el administrador comunica que la situación económica del hospital es crítica… hay muchas deudas… hay necesidades urgentes… el Hospital no puede dar solución a los problemas que tiene planteados… En esta reunión se renueva en parte y se completa el patronato con los 24 hermanos estatutarios, doce seglares y doce eclesiásticos, se contempla una nueva perspectiva.
LA INSTITUCIÓN DECAE
Algunas vicisitudes antiguas:
-En la Guerra Civil entre Borbones y Austrias o Guerra de Sucesión (1701-1715), según cuenta don Mateo Hernández Vegas, Historia, Tomo II, pp. 235ss, el Hospital de la Pasión perdió toda su hacienda, robada o destruida, fueron arruinadas todas sus casas, las tropas invasoras se apoderaron del edificio en 1704 con todas sus casas y enseres arrojando de él violentamente a la Junta (Cofradía) que hubo de trasladar a los enfermos al arruinado y abandonado convento de las Descalzas, hoy Residencia Obispo Téllez; allí estuvieron los pobres enfermos del Hospital durante treinta y cinco
años, según don Mateo. No obstante, el patronato se reúne en el Hospital el 27 de diciembre de 1705, según consta en el acta correspondiente: en el Hospital de la Pasión de Ciudad Rodrigo, día de San Juan Evangelista, veintisiete de diciembre del año mil setecientos cinco; en la sala de Cabildos se juntaron los Señores Alcalde mayor y Cofrades deste santo Hospital…
- durante la ocupación francesa (1810-1812) en la Guerra Peninsular o de la Independencia, otra vez los enfermos del Hospital tuvieron que ser acogidos en casas particulares porque las tropas francesas ocuparon el edificio.
- la Desamortización de Mendizábal (1836) privó de sus bienes inmuebles (casas, tierras), de los que obtenía beneficios para atender a los enfermos pobres hospitalizados.
Patio de la Higuera.
Intentando abrir caminos
En las décadas 60 y 70 del pasado siglo el patronato se afanaba en buscar soluciones a los problemas del Hospital; pero con poco éxito, aunque propuso y aceptó iniciativas varias para la supervivencia del Hospital.
En marzo del 1967 la Junta Local de Cruz Roja solicita la instalación en el Hospital de una clínica de Cruz Roja y el uso de algunas habitaciones para enfermos que ella tenga que atender y puedan ser cuidados por la religiosas en las instalaciones del Hospital.
El patronato se plantea la cuestión de admitir enfermos “de pago” ya que desde el principio de su fundación la institución admitía sólo a enfermos que no pudieran pagar: enfermos y pobres; y se mantenía de donaciones, herencias y otros donativos. >
A finales del año 1967 la dirección general de Sanidad concede al patronato una subvención de más de nueve millones de pesetas para ampliación y reforma del Hospital.
En noviembre de 1970 comienza a funcionar en el Hospital de la Pasión el ambulatorio del Instituto de Previsión (Seguridad Social) en conformidad con el concierto con el patronato, aprobado por éste en la reunión del 16 de octubre de 1970, se ceden cinco habitaciones para consultorios y otras para hospitalizaciones. Parece un camino abierto para la viabilidad de la institución ya que los ingresos económicos recibidos de los enfermos asistidos en el Hospital no cubren los gastos del funcionamiento general. Parece que con este concierto el futuro se ilumina. Sin embargo, en el acta de la reunión del patronato el 13 de junio de 1971, consta que visto lo antieconómico que resulta el Contrato hecho con el Instituto de Previsión sobre el Ambulatorio, se acordó denunciarlo dentro del plazo que establece el mismo Contrato. Y en el acta de la reunión del patronato el 20 de junio del mismo año propone el Presidente que se proceda a la revisión del Contrato con el Instituto Nacional de Previsión.
Sala de visitas.
En el acta de la reunión del día 8 de marzo de 1972 consta que considerando nuevamente por esta Junta de Gobierno el contenido de los escritos del Consejo Provincial del Instituto Nacional de Previsión de Salamanca, de fechas 22 y 28 del pasado febrero por los que se comunica al Sr Presidente de dicho Hospital la rescisión del contrato suscrito el 20 de septiembre de 1971… Pero la Junta, reconsidera su postura y acuerda que se solicite al Instituto Nacional de Previsión que quede sin efecto la comunicación de esta Junta de fecha 3 de diciembre de 1971 en la que se pedía la rescisión del contrato, y no se rompa sino que se mantenga dicho contrato.
Hay una especie de “tira y afloja” entre el Instituto de Previsión y el Hospital de la Pasión porque todos estos años las cuentas del Hospital son deficitarias. En agosto de 1976 el Instituto de Previsión comunica al Hospital que prescinde del uso de consultorios en este centro porque las consultas médicas ya se hacen en el nuevo ambulatorio.
El administrador se queja con frecuencia en las reuniones de que hay usufructuarios de las instalaciones del Hospital que no pagan los gastos que ocasionan, por eso la liquidez económica al final de cada año es deficitaria. Algo de todo esto he conocido personalmente ya en la década de 1980.
Las instituciones no se mantienen por sí mismas sino por las personas que están en ellas; si cada persona sirve a la institución ésta funciona; si las personas utilizan la institución para su provecho personal o para sus negocios particulares la institución se desmorona. Esto de los deudores parece un mal endémico también en el santo Hospital de la Pasión: en siglos pasados los administradores presentan en las reuniones listas de deudores, pleitos para cobrar deudas, etc (por ejemplo: acta del día 29.10.1837).
Todavía en los años 80 y 81 se intenta mantener la institución como entidad hospitalaria, pero la trayectoria de cinco siglos de cuidar gratuitamente a enfermos pobres, llegaba a su fin, coincidiendo con la socialización de los servicios sanitarios. En una ciudad con menos de 15.000 habitantes es imposible mantener un hospital privado con especialistas competentes y técnicas actualizadas. Y, por otra parte, se presenta una situación social de población altamente envejecida, que por razón de envejecimiento sufre enfermedades, muchas de ellas crónicas; y es normal, dado el progreso de bienestar social, que crezca el número de personas mayores y aumente el deterioro de la salud de las mismas al paso de los años.
A partir del año 1982 se deriva la institución a ser Residencia de Personas Mayores, y así sí se abre puerta hacia el futuro. Pero lo importante es que la institución colabora a dar solución a una necesidad social cada vez más necesaria y urgente: la atención a las personas mayores; son personas que precisan de cuidados hospitalarios, que tienen que salir de su hogar con dolor de corazón, que no eligen un centro residencial de señoritos o ricachones sino un nuevo domicilio, no elegido sino impuesto por la circunstancias personales, familiares y sociales, donde se cuide su salud, se les ayude en sus necesidades vitales y se sientan socialmente acompañados; más que su hogar, la residencia es su pequeño pueblo, si pudieran elegir un hogar elegirían el suyo propio.
Hay que valorar en justicia el servicio que estas residencias, tanto públicas como privadas, están haciendo a la sociedad, y ayudarles a subsanar las deficiencias que pudieran tener y a responder a sus necesidades. Como hay que apreciar la dignidad y la riqueza que existe también en las personas mayores; el escritor africano malí, Amadou Hampaté, miembro de la Unesco durante algunos años, escribió: en África, cuando una persona anciana muere, una biblioteca arde; aunque es incomparable una persona con una biblioteca, es una pena que muchas de estas bibliotecas se vayan sin ser leídas. Además, estas personas mayores están creando y manteniendo en las residencias muchos puestos de trabajo invirtiendo la pensión que reciben de la Seguridad Social más algo de sus ahorrillos; en las cinco residencias que hay en Ciudad Rodrigo hay más de 200 puestos de trabajo ocupados.
LA COMUNIDAD RELIGIOSA PERMANECE
En 1854 el patronato pone en manos de una comunidad de Siervas de María, ministras de los enfermos, el funcionamiento interno del hospital.
Casi todas las religiosas que han pasado por este Hospital tienen su título de enfermera o auxiliar de clínica. No son asalariadas, ni voluntarias, son vocacionadas que libremente asumen servir gratuitamente y en comunidad a las personas enfermas; en principio el objetivo fundacional de la congregación era cuidar a los enfermos en sus domicilios, cuando las hospitalizaciones eran difíciles o prescindibles. En nuestra ciudad recordarán las personas mayores la figura de la Sierva de María caminando al anochecer por la calle hacia la casa de algún enfermo para cuidarle durante la noche, posibilitando el descanso de la familia. >
Comunidad años 70.
Bueno, pues eso de que no sean asalariadas, hace que la legislación ignore su trabajo, es decir que como no estás contratada tu trabajo no existe o no vale. Recuerdo que algo parecido reflexionaba un buen amigo en “Ciudad Rodrigo al Día” el 01.08.20 a propósito de los bomberos; venía a decir algo así como que los bomberos voluntarios (yo añadiría: y vocacionados) pueden ser tan profesionales, competentes y eficaces como los bomberos funcionarios y que unos y otros son útiles y necesarios.
Tanto las Siervas de María en el Hospital como las Hermanitas de Ancianos Desamparados en San José, todas están de servicio sin límite de horario, casi todas son profesionales, la mayor parte tienen muchos años de experiencia, (conozco, pero no quería mencionar, el cariño, la alegría y la simpatía que ponen en su servicio); bueno pues para la legislación el trabajo de estas señoras no existe. ¿Es tan difícil situar legalmente a tantas comunidades religiosas, como estas dos que he mencionado, y a otros grupos de personas que están sirviendo desinteresadamente a nuestra sociedad?
Es manifiesto el cumplimiento en el Hospital del voto de pobreza que las siervas hicieron en su profesión, en esta casa incluso los alimentos escaseaban algunas épocas. Buscando medios para ayudar a la subsistencia de la comunidad religiosa, en reunión del patronato de noviembre de 1965 se propone habilitar unas salas para guardería infantil en las horas de la mañana que atiendan las religiosas a fin de proporcionarles alguna ayuda. Esta iniciativa, llena de buena voluntad, nunca se llevó a cabo porque estaba totalmente fuera del ámbito al que las Siervas tenían que dedicarse por carisma institucional: el cuidado de los enfermos pobres.
Por los años 70-80 del siglo pasado hay pequeños conflictos de las religiosas con el patronato, más bien con el administrador que es un hermano del patronato; son situaciones de falta de entendimiento que en parte hemos conocido: que si hay muchas religiosas, que si pocas, que si viene gente a que les pongan inyecciones, que si salen a asistencias domiciliarias, que si hay más religiosas que enfermos (no habría más que cuatro o seis enfermos residentes), etc.; el administrador les suministraba cada noche los víveres necesarios para el día siguiente, tanto para las religiosas como para los enfermos.
También hemos conocido el hecho de que las religiosas iban por los pueblos pidiendo víveres para la manutención de los hospitalizados y para su propia subsistencia. Hubo momentos en que las religiosas se plantearon la necesidad de dejar el Hospital, pero… han permanecido al servicio de los enfermos a pesar de muchas dificultades. Han permanecido contra viento y marea, merecen el agradecimiento de Ciudad Rodrigo que el Excelentísimo Ayuntamiento reconoció y manifestó concediendo, en el año 1987 a esta comunidad de religiosas, la Medalla de Plata de la ciudad.
Patronato, institución y comunidad religiosa recobran nueva vida a partir del día 4 de enero de 1981, se supera la agonía y se recobra la salud.