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Por Saturnino Rodríguez Miguel

El milagro de las aguas. Cinco balnearios en la socampana mirobrigense

Saturnino Rodríguez Miguel. Centro de Estudios Mirobrigenses.

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El pozo del huerto tenía el venero seco y el tío Romualdo lo llenaba con agua del río, usando un motor. Después, con la noria, regaba las menudencias. Cuando le preguntaban por qué no lo hacía directamente en lugar de andar con tanto enredo, respondía que así se repartía mejor el agua. El burro se pasó la vida dando vueltas, por eso, cuando murió, el tío Romualdo lo enterró allí mismo y le puso una cruz. El animalito (me refiero al burro) lo mismo tiraba de los arcaduces que subía acezando, calleja arriba, desde Puebla de Azaba a los baños de la Marrana, los de la tía Pirras, con las ocho arrobas del amo clavadas en los riñones. A la mayoría de las fuentes medicinales y balnearios, cientos, espolvoreados por la provincia, no había otra forma de llegar más que andando o en caballería.

A saber y sin ánimo de hacer inventario tenemos la fuente Roldán, en Tamames, de agua sulfídrica, que, a pesar de su olor desagradable es potable y muy beneficiosa, pudiéndose tomar allí mismo, en un albergue hoy desaparecido. Cuenta la leyenda que vencido Roldán al mando de las tropas francesas por Bernardo del Carpio, capitán de las castellanas, aquél huyó y, desesperado y sediento, clavó su lanza en el suelo haciendo que brotara agua. Bebieron él y su caballo que, al ponerse de hinojos, dejó las rodillas marcadas en la roca.1 >

La Rondalla Tres columnas cierra el año 1954 con una merienda en los Baños de Retortillo. En el centro, con la guitarra, Pepe Trucho.

1. GARCÍA MACEIRA, Antonio; “La Fuente de Roldán” en Leyendas Salmantinas. Ed. Lancia, León, 1996 (Ed. Facs. de Imp. Francisco Izquierdo, 1890) pp. 41-44.

Los baños de Calzadilla en Gejuelo del Barro (fuente del estómago, fuente del Catarro) tuvieron hospedería abierta hasta los años treinta del siglo pasado aprovechando el agua termal que brota a 40 grados y junto a estos, los famosos de Ledesma, en Vega de Tirados (45,7 grados centígrados). Más cerca, la Poza de Buenamadre o fuente Calda, ofrece agua que mana a unos 22 grados y se recoge en un pilón protegido por una caseta entre el Huebra y las ruinas de lo que un día fue un soberbio hospedaje.

A los Baños de Retortillo se acudía buscando un remedio al reuma, el estómago, los pulmones o los nervios. Hace dos mil años conocían el enclave y le dieron la importancia que merece como lo demuestra el ara romana dedicada a las aguas del Yeltes que se conserva en la recepción del hotel. Solamente esto ya merece una visita.

Desde que en 1903 se inaugurara el hotel apto para todos los bolsillos (contaba con hospedería para familias pobres2), los farinatos hacían carril, entre junio y septiembre, buscando el milagro en las abluciones con el agua que surgía del lecho del río en un imponente chorro a 43,6 grados de temperatura. El viaje no podía ser más cómodo: dos horas en tren hasta el Collao y una hora más en carruaje desde el apeadero hasta el balneario. Para cualquier imprevisto estaba Esteban Bernal en Retortillo.

Metidos ya en la comarca, tuvieron fama la fuente Herrumbrosa de la Atalaya y la fuente Santa de Martiago que se encuentra “hacia el sur, en dirección a la sierra, no lejos de ella a una distancia de tres cuartos de legua”. El agua tiene propiedades medicinales sobre todo contra el reuma, y el característico olor a huevos hueros. El caudal es pobre y se mantiene en invierno y verano. Hubo una caseta con bañera pero “el peligro de incendios del monte y la falta de interés, han conseguido que caiga en abandono completo, esperando a alguien que sepa motivar a las autoridades provinciales a favor de Martiago”.3

1.- BAÑOS DE LA PIRRAS. El milagro de la marrana. (Casillas de Flores)

Es común a casi todas estas fuentes un hecho fundacional legendario y milagroso, que no deje lugar a dudas del poder curativo de sus aguas. En este caso, una marrana “arriñoná” se escapó de una pocilga de cualquiera de los pueblos que hay alrededor y, guiada por un instinto que no viene al caso, dio con sus huesos en la fuente, revolcándose en el barro de tal manera que respingando volvió gozalona a la cuadra y le dio uno de los dos nombres que tiene el sitio: los baños de la Marrana. El otro, el de la Pirras, le viene del mote de los dueños.

Sobre el altozano que domina el valle de la rivera de Azaba, en el término municipal de Casillas de Flores, descansan las ruinas de dos edificios que fueron casa y pajar respectivamente, hasta que hace 40 años lo menos, quedaron abandonados. Paredañas a la estancia de los bañeros hay un par de habitáculos con bañeras de obra y la cocina donde se calentaba el agua y se arrimaban los clientes tras el baño para el resudado, que era la verdadera esencia de la terapia4. Los parroquianos que pasaban más de un día porque precisaban un tratamiento más largo, se alojaban en el pajar al no disponer de otros acomodos. El precio tampoco era mucho, poco menos que la voluntad. Eran fundamentalmente portugueses por la cercanía del sitio y el carácter santero de los del país vecino, tan dados a creer y buscar el milagro. El

2. La Iberia. Semanario independiente. Ciudad Rodrigo. 22 de julio de 1905. Núm. 118. p. 4. 3. MORENO RODRÍGUEZ, Julián. Martiago. Salamanca, 1992. p. 75. 4. J. ROYO, Luis. …Y en la Raya de Portugal Casillas de Flores. Estudio Ed. 2019. p. 105.

Baños de la Pirras. Casillas de Flores.

agua llegaba a la caldera por su peso desde el manantial, a escasos 40 metros, donde se calentaba y de allí, a cubos, hasta las bañeras. Cuentan que un portugués se enamoró de la hija de los dueños y para verla, pedía agua a menudo cuando estaba tomando el baño: “Olha, Lorença, vem, traz cá outro cubo de água que está fria”. Agustín, el hermano de la muchacha, le cayó en el barrunto y cogiendo un balde de agua hirviendo se la tiró por encima al de la bañera diciéndole mientras lo escaldaba: “Toma, para que vayas entrando en calor”.

2.- BAÑOS DE LA FUENTE SANTA. Historia de un horrendo crimen. (Fuenteguinaldo)

Dos kilómetros de tortuoso camino desde que el viajero abandona la carretera de Fuenteguinaldo a Casillas de Flores hasta que cae, casi se desploma, en los baños de la Fuente Santa. Una vez más la leyenda nos saca del atolladero a la hora de buscar el punto de partida en el que, sin lugar a dudas, se revela la propiedad sobrenatural de estas aguas. Teodesinda, Teodelinda o Teodisenda, esposa de Grimaldo y madre de Teobaldo, acompañaba a su marido por estas tierras a las que llegaron de Asturias para arrebatárselas al moro y repoblarlas con colonos venidos del norte, cuando, con tanto ajetreo y debido al embarazo, enfermó sin encontrar remedio hasta que, oyendo hablar de una fuente milagrosa se decidió (de perdidos al río) a tomar sus aguas5. Aquello fue mano santa y la recuperación inmediata. >

5. J. ROYO, Luis… Op. Cit.: p. 108.

Baños de la Fuente Santa. Casillas de Flores.

Por todo esto su hijo Teobaldo fundó un pueblo, Fuente Grimaldo, en honor a su padre que nada había tenido que ver en el asunto, y por tanto Fuenteguinaldo debería haberse llamado Fuenteodesinda. Este relato legendario nos lleva al final del periodo visigodo y, curiosamente, los baños de la Pirras se asientan > Dice el Libro del Bastón a medio kilómetro en línea recta, en un paraje cuyo topónimo es Huerto del Godo. Cuando el río suena… que la Fuente Santa nace de mineral de azufre, Quedan dos edificios correlativos a la derecha del camino. El por el gusto y el olor que primero, más antiguo, estuvo destinado en su día a los baños y allí mismo se calentaba el agua, y el segundo, más moderno, desprende, y es medicinal como hospedería. Paralelo a la senda, el arroyo del Batán le lava porque algunos tullidos han los cimientos a los dos por la parte de atrás. A la izquierda, en la sanado bañándose en ella. revuelta del camino, un corral con el pajar y las cuadras. Dice el Libro del Bastón que la Fuente Santa nace de mineral de azufre, por el gusto y el olor que desprende, y es medicinal porque algunos tullidos han sanado bañándose en ella y suelen venir de fuera a curarse bebiéndola; si se mete plata en ella se vuelve de color de oro, y si se mete cobre de color de plata, y no se ha visto jamás criar ni mantener sabandijas. Cría limos blancos.

Se cuenta aquí y allá lo que nadie sabe con certeza sobre la muerte del dueño, mediada la década de los años 60. Todos coinciden en que era un hombre bueno y sin embargo su cuerpo apareció desmembrado, como si de un ajuste de cuentas se tratase y llegados a eso, dada la proximidad de la Raya, el contrabando toma cuerpo. Hay quien dice que si el lobo, tan abundante entonces en esos bosques, fue el causante de tan terrible desgracia. Sea como fuere, el trágico final de aquel hombre precipitó la venta de la finca y, aunque hubo un intento de mantener el servicio dotándolo incluso de luz eléctrica, no parece que el resultado fuera el esperado.

3.- BAÑOS DE LA LANCHA O DE LA FUENTE SANTA. Entre peñas y fados. (Puerto Seguro)

Dice el Casiano: “Barba de Puerco6. Alegre y pintoresca villa entre la Bouza y el Águeda, debe su nombre a que, pasando por el N.O. este río, y por el O. un arroyo que confluyen más abajo imitan con bastante exactitud el hocico de un cerdo, y en lugar de Barbada de puerco, ha quedado el apócope de Barba de Puerco”.7

Para ir a los baños de la Fuente Santa hay que hacer la intención. Hace más años de los que a mí me gustaría, Victorino Hernández, vecino de Morasverdes pero oriundo de Puerto Seguro, me llevó hasta el lugar saltando peñas, esquivando escobas y zarzas y escuchando historias acontecidas o imaginadas en aquellos parajes imposibles: enfermos con la vida en proceso de desahucio, maquis, contrabandistas, furtivos, alimañas... Cosida a la fragosa ladera y comida por la maleza, la desvencijada casa de baños se resiste a desaparecer del todo y muestra orgullosa hastiales y muros horadados por coquetas ventanas enmarcadas en granito. Unos pasos al norte está el estanque que recoge el agua, blanquecina por el azufre, de la fuente, que una vez calentada mediante una chimenea, pasaba a las bañeras hoy desaparecidas.

Las instalaciones las construyó Diego Bernal8, que se dedicaba a la cría de ganado9, a mediados del siglo XIX, para dar servicio a quienes buscaban sanar con agua indicada contra las enfermedades cutáneas10 y el reuma. Llegaban con “caballerías por un escabroso camino de herradura llamado de los Granizales. Acudían gentes de toda la comarca que en su mayoría quedaban maravillados de la mejoría que experimentaban. Se hizo popular un dicho: lo trajeron en un burro entre dos sacos de paja y se volvió a casa por su propio pie”11. Esto no siempre sucedía así. A veces la fortuna era esquiva y el milagro no llegaba. Un domingo de septiembre de 1898 llegó a los baños el joven comerciante mirobrigense Leocadio Melero Alfaro, donde le esperaba su esposa Josefa Mirueña Ramos. El calor del camino y las molestias del largo viaje agravaron el padecimiento crónico de estómago que padecía, muriendo sin remedio al día siguiente rodeado de su esposa y de las pocas personas hospedadas en ese momento.12 >

Pilones de granito en uno de los senderos que lleva a la Fuente Santa de Puerto Seguro.

6. El nombre de Barba de Puerco se cambió por el actual de Puerto Seguro en 1914. 7. SÁNCHEZ AIRES, Casiano (1904): “Barba de Puerco”, Breve reseña geográfica, histórica y estadística del partido judicial de Ciudad Rodrigo. Ciudad

Rodrigo: Imprenta y librería de Castor Iglesias, pp. 195-197. “Su corriente (la del Águeda) impetuosa por entre rocas y precipicios produce un ruido espantoso, que en las noches serenas se percibe a gran distancia sobrecogiendo de pavor al transeúnte que por 1ª vez sorprende este fenómeno…/…” 8. FERREIRA SUAREZ, José y SEVILLANO LEDESMA, Gabriel (2003): “La Fuente Santa”, Puerto Seguro y su entorno. Diputación de Salamanca, pp. 171-172. 9. El Clarín. Semanario católico mirobrigense; se publica con la censura eclesiástica. Semanario literario, noticiero y defensor de los intereses morales y materiales de esta ciudad y su partido. Ciudad Rodrigo. Imp. de Ezequiel García. 9 de octubre de 1898. Núm. 58. “De los baños de Barba de Puerco han desaparecido dos vacas, una negra, mohína, mogona de asta izquierda; la otra pelo castaño oscuro con el asta izquierda vuelta hacia abajo.

La persona que sepa el paradero de dichas reses vacunas puede dirigirse a su dueño D. Diego Bernal, vecino de aquel pueblo…/…” 10. SÁNCHEZ AIRES, C. Op.: Cit. p. 196. 11. FERREIRA SUAREZ, José… Op.: Cit. p. 172 12. El Clarín… Op. Cit.: 11 de septiembre de 1898. Núm 53

Fuente Santa de Puerto Seguro. Pilón de recogida de aguas. En la esquina izquierda dos tejas guían el agua desde que nace hasta el estanque. En la arista, la huella blanquecina de la que se vierte.

Fuente Santa de Puerto Seguro. La hospedería abriga el huerto del cierzo. Frutales secos agarrándose al bancal.

M.G. en un poema dedicado a M. Bernal, perfila un retrato de lo que pudo ser el sitio a principios del siglo veinte, medio escondido entre peladas rocas, frecuentado por enfermos de España y Portugal que pasaban las noches de serano cantando y bailando jotas y fados acompañados de alguna guitarra cuando se terciaba. Hacían excursiones al Peñón de las Águilas donde bajaban atados con cordeles a recoger la caza o entraban en los huecos de las profundas lapas donde anidaban millones de aviones y palomas. La huerta, aunque pequeña, era pródiga en verduras y frutas sin que faltasen uvas, peras de agua, higos, albérchigos, melocotones, membrillos y manzanas. Estaba el autor tan ensimismado con el sitio que hasta los taimados violeros le parecían estupendos porque “baten dulcemente las oscilantes alas, a cuyo manso arrullo los bañistas duermen en Fuente Santa”.13

Tampoco las excursiones tenían siempre un final feliz. En el año 1957 estuvieron a punto de morir once personas entre ellas tres curas y algún seminarista. Descendieron hasta el río en la zona de los Llanos (hay que tener mala uva para poner semejante nombre a un sitio tan áspero), se bañaron y merendaron a base de ensaladilla rusa que habían preparado el día anterior. A la media hora y “como movidos por un resorte” empezaron a sentir fuertes dolores de vientre, náuseas, vómitos… se habían intoxicado a fin de cuentas. Solamente don Teodosio Martín, el maestro, puedo salir de

13. La Iberia… Op. Cit.: 28 de septiembre de 1918. Núm. 806.

aquellos riscos y ser visto, cuando cayó desplomado, por un lugareño que dio la voz de alarma, saliendo una partida de vecinos a rescatarlos pues padecían “una disentería que no les permitía moverse”. Todos se salvaron. Supongo que Dios les echó un capote basta que fueran de la casa.14

Tras más de cien años, mediados los 60 del siglo pasado, la quinta de los baños de la Lancha o de la Fuente Santa cerró definitivamente sus puertas pasando a formar parte del catálogo de la desolación.

4.- SAN MIGUEL DE CALDILLAS. Bruma entre encinas. (Pedro Toro, Ciudad Rodrigo)

Para anunciar la apertura al público de los baños minerales de San Miguel de Caldillas, su médico director, Manuel Méndez, escribió un opúsculo15 en 1852 dando razón de la antigüedad de los mismos, fijándola en siglos atrás, porque sobre los cimientos de lo que en su día fue casa de hospedaje, habían crecido encinas centenarias. Desde 1834, año en que los conoció el doctor, los baños fueron aumentando la clientela > Para anunciar la apertura al de tal forma que en 1839 el gobierno de su majestad, después de los elogios de la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de público de los baños minerales Ciudad Rodrigo, ordena que se estudien sus efectos sobre la de San Miguel de Caldillas, salud y se analice la composición del agua. El doctor Solano su médico director, Manuel se encarga de lo primero y el catedrático de Química de la Universidad de Salamanca de la analítica. Como conocían al Méndez, escribió un opúsculo dueño, señor Domingo Aguilera, “le suplican que en obsequio en 1852 dando razón de la de la humanidad se condoliese de tantos concurrentes como antigüedad de los mismos. se metían en las barracas, y de tantos más como quedaban a la intemperie. Acogió nuestra demanda y por de pronto se gastó más de dos mil duros en hacer dos baños generales para los dos secsos (sic), dos particulares cubiertos, uno de chorro, siete cuartos, un salón para los de más escasa fortuna y una cocina para el servicio de todos”. Un encargado mantenía el orden y dispensaba las papeletas a un módico precio. Aquel sitio que antes era de puro recreo, bullicio y algazara, acabó convertido en asilo de enfermos. Parece que el cambio no gustó a los que antes no encontraban palabras para ensalzar los beneficios del baño, y ahora apuraban el diccionario para vituperarlas. “Toda la pólvora la ocasionaron dos causas”, la módica retribución que se pedía y haber cambiado algarabía por convalecencia. >

Piscina de San Miguel de Caldillas. La diferencia de temperatura eleva la bruma creando una sensación onírica.

14. VEGAS ARRANZ, Santiago. La Voz de Miróbriga. Ciudad Rodrigo. 4 de agosto de 1957. Núm. 265. 15. MÉNDEZ, Manuel. Revista Salmantina. Sección de agricultura, industria y comercio. Jueves, 8 de julio de 1852. Núm. 23. Tomo I.

Según el informe del médico, el agua brotaba a torrentes, llenando en pocos minutos los dos pilares cuadrilongos destinados al baño que tienen “de periferia treinta y dos varas y cinco cuartas de profundidad, es perenne (el agua) y la cantidad que mana en un tiempo dado tan igual, que no se percibe diferencia”. “Suave al tacto, untuosa, quedando adheridas a la piel algunas burbujas de las innumerables que se desprenden del fondo.../… no tiene olor, es potable y sin desagrado”. La lista de enfermedades que aquí se curan es considerable yendo desde la tiña a las manchas en la córnea.

En 1854 se alzan voces señalando las malas comunicaciones en la provincia y especialmente en la zona de la Sierra de Francia, apuntando a una condición indispensable, la de tener buenos caminos, para lograr el ansiado progreso. Se ponen de ejemplo los recién inaugurados baños de Caldillas de Ciudad Rodrigo, que por sus buenos y repetidos resultados son muy visitados16. Pero esto no evitó su lento declive y abandono. En 1884 se denuncia que aunque son muchos los enfermos que acuden a San Miguel de Caldillas, sorprende “la apatía y el abandono en que tan importante balneario se encuentra, cuyas mezquinas e incómodas habitaciones son las primitivas que se construyeron en el pasado siglo, pudiéndose con poco gasto convertir el establecimiento en un centro de curación y recreo, al que concurran enfermos de las provincias de Salamanca y Cáceres, y que bien organizado producirá pingües beneficios a su propietario”17. En 1900 las cosas no están mejor y a pesar de que se lanza un mensaje optimista sobre el futuro económico de Ciudad Rodrigo la cosa no pinta bien: “Las aguas minero-medicinales de San Miguel de Caldillas, hoy casi olvidadas y sin director, volverán a la plantilla oficial; porque la concurrencia en mayor número y los benéficos resultados más conocidos harán que el propietario o alguna empresa particular exploten una riqueza que se halla en el mayor abandono”.18

Los agoreros no pueden con algunos entusiastas que siguen veraneando allí. Entre los que van a Figueira da Foz, Retortillo, Bilbao o Espinho, los hay que tiran a San Miguel. La esposa e hijos de Felipe Briega y Jesús de Elías Sanmartín son incondicionales al baño en San Sebastián (sic) de Caldillas19. Aún así, la algarabía de aquellos veranos se fue apagando hasta llegar a nuestros días, en los que el agua todavía brota a raudales y sus 26,2 grados siguen tiñendo de bruma las solitarias encinas en el más absoluto silencio.

5.- BAÑOS DE SAN GIRALDO. Carmen Alonso, la última bañera. (Ciudad Rodrigo)

Impagable es la descripción que nos dejó Leopoldo García Medina del lugar20. Dice que a principios de siglo el parador tenía el encanto de los viejos mesones castellanos, con la matanza colgando de las vigas. El amplio zaguán “parecía recién abandonado por los gabachos” y, a la izquierda del salón estaban las habitaciones de los veraneantes, de techos bajos y camas toscas en cuyos cabeceros se conservaban aceitosos quesos de oveja colocados en maderas sin pulir, a cuyo olor tardaba uno en acostumbrarse. De los arcones rústicos y cerrados donde guardaban los atuendos charros, escapaba un olorcillo a manzana y membrillo que compensaba el del queso. Las mozas bajaban al baño al despuntar el día para evitar en lo posible miradas inoportunas, a pesar de que los trajes de baño femeninos “consistían en rígidos camisones que llegaban desde los bien torneados hombros hasta las puntas de los pies, cual túnicas romanas”. Tras las “castas Susanas” llegaban las “orondas matronas” y por último los hombres. >

16. El Correo Salmantino. Periódico de ciencias, artes, comercio, noticias y anuncios. Jueves, 18 de septiembre de 1854. Núm. 35. 17. El Progreso. Periódico político bisemanal. Salamanca. 27 de julio de 1884. Núm. 28. p. 3. 18. Miróbriga. Semanario de intereses generales de la localidad y su partido. Ciudad Rodrigo. 14 de diciembre de 1900. Núm. 34. 19. La Iberia… Op. Cit.: 20 de julio de 1907. Núm. 222. p. 3. y 3 de agosto de 1907. Núm. 224. p. 3. 20. La Voz… Op. Cit.: 20 de marzo de 1960. Núm. 402.

San Giraldo. Nacedero y poza donde lavaban la ropa.

“La toma de baños se consideraba muy en serio y exigía una detenida preparación. Para que sentasen bien era preciso que fuesen nones, muchos se purgaban con carabaña y otros se atenían a los cambios de luna”. Después, la excursión con merienda por la sierra o hasta el Salto y por la noche la cena a base de gazpacho aromatizado con el poleo que echaba el cristalino regato. En la tertulia vespertina de la explanada del mesón, no faltaba nunca el zagalón que se arrancaba por charrasconas para terminar el coro con aquello de “el pobre tío Vicente con tanta gente”. Agotado el repertorio, candil en mano, se iban a la cama.

Por aquel desfiladero pasaban gentes de todo tipo y condición. Allí tuvieron ocasión de ver uno de los primeros automóviles que, como las carreteras en lugar de asfaltadas estaban embarradas, se atolló y “fue necesario que una primitiva yunta de bueyes sacase de apuros al signo del progreso”.

“El paisaje es de una belleza bronca, bizarra, con abruptos peñascales por entre los que discurre el menguado arroyo”. A un lado la sierra de las Madroñeras, al otro un monte de achaparradas encinas y coronando el anfiteatro el puente del ferrocarril que debería llamarse “el de los suspiros” porque cuando pasamos por él “unas veces lo hacemos llenos de alegría y otras bajo la pesadilla amarga de la pena y el dolor”.

El uso de los baños viene de antiguo. En el siglo XIX se suceden las avenidas de agua que rompen muros y tuberías quedando aquello en precario hasta que a un alcalde se le ocurría repararlo. En 1861 el regato de las Pólvoras se lleva por delante el puente de la Caridad y el arroyo de San Giraldo otro que por medio de arcos estaba hecho para pasar el agua a los baños21. La titularidad es municipal y aunque en 1946 sale a subasta la huerta por un precio de 30.000 pesetas, los baños siguen siendo públicos. Hasta entonces, la totalidad de la propiedad se lleva en arriendo pagando a principio de siglo 75 pesetas al año hasta que el concejal Sr. Paniagua solicita que se aumente hasta las 200 en 192022 .

Allí tenían el barrero los alfareros de Ciudad Rodrigo y allí se celebraban Lunes de Aguas multitudinarios. Alguna vez sirvió de escondite a maleantes, como cuando en 1895 unos presos se le escapan a la Guardia Civil camino de la estación y se esconden en esa sierra. Los vecinos del Salto hacen batidas sin dar con ellos23. A punto estuvo de desaparecer todo bajo las aguas del pantano proyectado en 1900 con la duda de si lo haría imposible la circunstancia de estar las laderas ocupadas por el ferrocarril y la carretera y si la cuenca colectora permitiría llenarlo en invierno24. Hasta un vivero para sacar plantones con qué festejar el Día del Árbol tanto en la ciudad como en la comarca. Precisamente en 1906 se le pregunta al alcalde por el paradero de dos carros de vigas de las del vivero que parece que fueron a parar al taller de carretero del teniente de alcalde señor San José.25 >

21. Adelante. Revista salmantina de ciencias, artes, literatura e intereses materiales. 6 de enero de 1861. Núm. 74. p.3. 22. La Iberia… Op. Cit.: 6 de marzo de 1920. 23. La Información. Diario de Salamanca. Lunes, 20 de mayo de 1895. Núm. 818. 24. Miróbriga… Op. Cit.: 24 de junio de 1900. Núm. 22. 25. La Iberia… Op. Cit.: 2 de junio de 1906. Núm. 163.

San Giraldo. La piscina bajo el puente del ferrocarril.

Siendo alcalde Calixto Ballesteros se arregló la piscina de la “Fuente Calda” y desde entonces fue creciendo el número de bañistas hasta llegar al apogeo que tuvo cuarenta años atrás. Corría el año 1927 y solo faltaba disponer de un sitio para comer pues el antiguo mesón no cumplía las condiciones mínimas. Esto se solucionó cuando arrendó la finca Antoliano Moretón y lo convencieron para que pusiera en marcha un figón muy bien surtido y arreglara las habitaciones26. Desde luego, rico no se hizo y los mirobrigenses siguieron reclamando una piscina más grande. Las críticas arreciaron y el recién nacido semanario La Voz de Miróbriga nada más empezar la década de los 50, daba cuenta del antojo. Cuando los políticos quieren que los dejen en paz hacen lo primero que se les ocurre y así pasó. En los setenta sería, cuando el ayuntamiento hizo una piscina por encima de la que había. No se llegó a estrenar. Antonio, el Bañero, “con su sombrero y sus pantalones de pana” dijo que si aquella piscina no se enterraba se agrietaría. Los técnicos daban argumentos sesudos sin convencer al hortelano que calándose el sombrero se marchaba diciendo “Habrán estudiao mucho, pero bien poco saben”.27

Carmen Alonso, la última bañera, nació en San Giraldo un martes por la tarde. Su padre estaba en Ciudad Rodrigo y su madre mandó a un criado a decirle que trajera por delante a Dionisia, la Partera. Fue a la escuela de párvulos en la calle Santa Clara con doña Ángela y doña María pero la quitaron pronto porque tenía que coger guisantes para mandarlos a Salamanca. “Cuando me casé tenía unos callos en las manos de dos centímetros”. Regaba, cavaba, cogía patatas… y como era la mayor subía a vender los martes a la ciudad, en la plaza de la Verdura, frente a la tienda de María Jesús. Patatas, frejones, fruta (cerezas, avellanas, peras, uvas, manzanas), verduras, huevos y algo de leche. “Teníamos un carro de mulas. Me subía mi padre con él cargado y me dejaba sola. Por la tarde volvía a recogerme. De novios Benigno me llevaba en la bicicleta al cine. Como vendía leche, me montaba encima de las cántaras que tenía atrás, en el portabultos. Me casé en 1962, en la iglesia de san Andrés y el gasto lo hicimos en el Moderno. Mi padre siguió un tiempo con los baños, pero muy poco, porque vino una riada y se lo llevó todo”.

“Mi padre ya era bañero. El agua era del ayuntamiento, le pagábamos un tanto y nosotros abríamos, cerrábamos y cobrábamos por el baño y por el bañador, que lo alquilábamos a los que no lo llevaban, que eran la mayoría. Teníamos unos 50 de hombre y alguno de mujer. De estos menos porque iban pocas. Yo me ocupaba de lavarlos, coserlos cuando se rompían, porque eran de algodón, y cambiarle la cuerda que tenían para atarlos”.

“Mi padre hizo la charca del nacedero, las bancas y los lavaderos. Como la piscina estaba al otro lado del regato los unió con un puente de troncos y escobas. Allí lavaban muchas mujeres de Ciudad Rodrigo la ropa y las tripas de la matanza y le cobrábamos el alquiler del agua y del lavadero. En tiempo frío entraban en casa y comían de lo que llevaban, lo único que le poníamos nosotros eran unas aceitunas de las que endulzábamos, un vaso de vino y una buena lumbre. Iban andando, con el barreño a la cabeza”.

“Yo fui una burra trabajona. Lo mismo en la huerta que haciendo paredes o cemento, lo que hiciera falta. Ya viviendo en Sanctis, después de casada, se nos cayó la casa y deshice los adobes, sobé el barro y los volví a hacer con unos moldes. Con ellos la construimos de nuevo. Hice queso que vendía en Ciudad Rodrigo al principio y luego a un intermediario. Los llevaba en cuatro cajas de madera, de las de las sardinas, en el coche de línea, los martes. El señor Alipio me dejaba un carrito para llevarlas. Nunca me quiso cobrar nada, nos quería mucho”.

26. El Eco del Águeda. Semanario independiente, defensor de los intereses generales de la región. Ciudad Rodrigo. 6 de junio de 1927. Núm. 132. p. 3. 27. RISUEÑO PÉREZ, Antonio (2014): Pregón peña Puerta del Desencierro. Ciudad Rodrigo. Teatro Fernando Arrabal.

“San Giraldo era un vergel. En el regato cogía ranas y anguilas. Le encargué al herrero una especie de tenedor grande, con cuatro púas largas. Cuando cortábamos el agua para regar y se secaba el cauce del regato, las anguilas se subían a un charquito que quedaba por encima. Con un candil las veía, todas juntas, y con el pincho le buscaba la cabeza y las clavaba. Yo misma las desollaba y las freía”.

“Los martes, al terminar la venta, pasaba por el Árbol Gordo y compraba las coplas que traían los ciegos. En carnaval, además de bailar con Triguito, guardaba como oro en paño las que sacaban las murgas. Me las aprendía todas y las cantaba entre el maíz, o cogiendo manzanas, mientras los obreros de la vía del tren se paraban a escucharme. Allí fui feliz, muy feliz…” repite una y otra vez mientras de la memoria van desapareciendo nombres, lugares y recuerdos. La dejo en aquel jardín que fue San Giraldo, bajo los frutales, mirando el charco Hondo, con los pies descalzos tocando el agua tibia que se escapa de la poza del nacedero.

Agradecimientos: Victorino Hernández Hernández, Guillermo Montero Tendero, Guillermo Herrero Montero, Jesús Lanchas, Carmen Ríos, Eloy Alfonso, Pilar Torres Vázquez, José Ramón Cid Cebrián, Carmen Alonso, Miguel y Lucas Miguel Alonso.

Carmen Alonso (centro) en unos carnavales de Ciudad Rodrigo con Benigno, su novio y su hermana Juli.

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