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Cancionero popular. Por Luis González Robles

EL CANCIONERO POPULAR

Luis González Robles

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En cierta ocasión leí que la provincia de Salamanca era la provincia de España que tenía más canciones populares. Y así lo creo. Basta con revisar los cancioneros de don Dámaso Ledesma, músico de Ciudad Rodrigo, y de don Aníbal Sánchez, organista de la catedral de Salamanca. Ambos, con bastantes años de diferencia, recorrieron los pueblos de la provincia recogiendo de viva voz canciones que le cantaban los lugareños, y que trasladaron al pentagrama para publicar sus cancioneros.

Pero no voy a hablar de la música sino de las letras que son las que, de una manera u otra, reflejan la vida y costumbres de antaño. Las hay bonitas, poéticas incluso y curiosas todas.

Posiblemente no todas las canciones que cito sean originarias de Salamanca pero sí la mayoría.

Como son muchos y variados los temas voy a desglosarlos en grupos. En primer lugar trataré de:

CANCIONES DE ARADA O CAMPESINAS

Siendo nuestros pueblos eminentemente agrícolas, es normal que el campo haya servido de fuente de inspiración para los autores de algunas canciones. La más típica es “Salamanca la blanca”.

Si echas el surco derecho a mi ventana labrador de mis padres serás mañana. Salamanca la blanca quién te mantiene cuatro carboneritos que van y vienen.

La primera estrofa parece contemplar a la moza casadera, asomada a la ventana, viendo cómo ara su pretendiente. Si echa el surco derecho quiere decir que será un buen gañán el día de mañana y sus padres no tendrán inconveniente en admitirlo en la familia. La segunda estrofa se refiere a la ciudad, Salamanca. Antiguamente, el combustible consistía en el carbón para los fogones y el cisco para los braseros; carbón y cisco que hacían los carboneros en el monte con Ia poda de las encinas. Y como el carbón y el cisco eran negros no se les podía pedir a los carboneros que tuviesen la cara blanca. Así dice la canción:

Cómo quieres que tenga la cara blanca siendo carbonerito de Salamanca.

Cargaban los sacos de carbón y cisco en los borriquillos o en los mulos y se dirigían a la ciudad, pregonando la mercancía por las calles:

Nuevo cancionero salmantino. Colección de canciones y temas folklóricos inéditos. Aníbal Sánchez Fraile, Pbro. Imprenta Provincial Salamanca, 1943.

El carbonero por las esquinas va pregonando “carbón de encina”. Salid muchachas a las esquinas que van vendiendo carbón de encina.

CANCIONES DE RONDA

Antaño, en tiempos de nuestra mocedad, cuando no había televisión y las mozas tenían vedado salir de noche, los mozos, en determinadas fechas, después de cenar íbamos a la taberna y tras consumir unas jarras de vino, salíamos por las calles del pueblo cantando canciones para obsequiar a las mozas; eran las “canciones de ronda”:

A tu puerta está la ronda y yo rondaré el primero clavelina colorada nacida en el mes de enero; dame la mano, dame la flor, dame la mano divino amor. A tu puerta está la ronda, paloma del alma mía; y a rondar vengo de noche porque no puedo de día; y si tus padres no quieren que te rondemos por donde hemos venido nos volveremos.

Pero mi canción preferida de ronda es la de “Ay morena”, no sólo por la música sino por la buena hechura de la letra:

Ay, morena en la era ya no queda trigo ya no queda nada. Sólo queda tu recuerdo rosita encarnada. Esta noche, mi morena, ya puedo ir a verte sal prontito a la ventana que voy a quererte. Como recuerdo te traigo de mi larga ausencia las espigas más doradas de mi pertenencia. Morenita, resalada, ya está aquí el galán que la rosa de tu cara quiere contemplar.

CANCIONES DE BODA

Y de las noches de ronda surgían los noviazgos y con los noviazgos llegaban los casamientos. ¡Ay! Aquellas bodas de antaño en nuestros pueblos, tan animadas, tan divertidas, con sus tradiciones antiguas y su ceremonial, muy parecidas en todos los pueblos pero con sus matices particulares.

En mi pueblo, Ahigal de los Aceiteros, la boda empezaba con una canción: la canción de “La alborada”. Un grupo de los invitados, con buena voz y buen oído, se presentaban muy temprano en la puerta de los padrinos y les cantaban:

La madrina está durmiendo en los brazos de su amado; buen provecho le haga el sueño, el sueño que Dios le ha dado. El padrino está durmiendo en los brazos de su amada buen provecho le haga el sueño el sueño de la mañana. Levanta, madrina bella, levanta, madrina honrada, levanta que viene el día y te cantan “la alborada”. Levanta, madrina bella, si te quieres levantar que nos des el aguardiente que nos queremos marchar. Alegraos, compañeros que ya la vemos venir con el candil en la mano y el convite en el mandil.

La madrina abría la puerta, los mandaba entrar y los invitaba a perrunillas y aguardiente.

Poco después, el tamborilero daba la vuelta al pueblo tocando el pasacalles, para recordar a la gente el acontecimiento que tendrá lugar poco después. Y en la casa del novio tenía lugar un acto emotivo y entrañable; el novio se arrodillaba sobre un cojín en presencia de la madre y el padre, como un patriarca bíblico, le echaba la bendición, deseándole felicidad y prosperidad en su nuevo estado. La misma ceremonia tenía lugar en la casa de la novia. Y juntas las comitivas de los padrinos, del novio y de la novia, se dirigían todos hacia la iglesia, precedidos por el tamborilero mientras las campanas desde la torre repicaban a fiesta.

En la puerta de la iglesia tenía lugar la ceremonia nupcial, con la entrega de las arras y los anillos y con aquellas frases rituales: “sí la quiero, sí la recibo, sí me otorgo”. En la iglesia se celebraba la misa de esponsales. Arrodillados los novios ante el altar, el cura cubría con una estola los hombros de los novios; era el símbolo de la unión y respeto que debía regir entre ambos mientras durase el matrimonio.

A esta estola, en unos pueblos la llamaban coloquialmente “la coyunda” en otros “el yugo”. Siempre con el significado de unión. Vamos, que quedaban unidos para siempre. Al salir de la iglesia, recorrían las calles del pueblo cantando y bailando.

Y llegaba la hora de la comida. ¡Y qué comidas! Aquellas comidas pantagruélicas, que en nada tenían que envidiar a aquellas comidas de las célebres “Bodas de Camacho” de las Y llegaba la hora de la comida. ¡Y qué comidas! Aquellas comidas pantagruélicas, que en nada tenían que envidiar a aquellas comidas de las célebres “Bodas de Camacho” de las que nos habla Cervantes en El Quijote.

que nos habla Cervantes en El Quijote. Arroz con pollo, chuletas y picadillo, que para eso se había matado un churro, natillas o arroz con leche, y vino, mucho vino... Y como suele decirse que de la panza sale la danza y el vino alegra los corazones, se cantaban canciones, añejas y tradicionales unas, modernas y de moda otras. Hay una canción que se cantaba en muchos pueblos de la provincia de Salamanca, con distintas letras y música llamada “El Presente”. Un grupito de comensales se acercaba a la mesa que presidían los novios, padrinos y padres, y cantaban:

Licencia le pedimos a toda esta noble gente si ustedes la quieren dar para cantar el presente.

Cancionero salmantino. Dámaso Ledesma. Presbítero. Reedición Diputación de Salamanca, 1972.

Y concedida la licencia y hecha la entrega del obsequio del presente le cantaban a la novia:

Mira novia pa la mesa en ella verás un lirio que en la puerta de la iglesia te lo dieron por marido. En señal de matrimonio trece monedas te dieron y en el dedo corazón un anillo te pusieron. Qué bonita está la sierra, de tomillo florecido; más bonita está la novia al lado de su marido.

También para el novio había canciones:

Señor novio, señor novio, ya te puedes alabar, que otros muchos la han querido y tú la vas a llevar. Por esposa y compañera te han dicho la recibieras y con amor la trataras todo el tiempo que vivieras.

Esta estrofa enlaza un poco con lo comentado antes de la coyunda y el yugo. Como en aquellos tiempos no había leyes de divorcios ni separaciones, significaba que tenían que vivir juntos fuese como fuese la cosa. Vamos, que tenían que seguir unidos como una pareja de vacas o mulas, Por eso le cantaban al novio:

Ya te puson el collar, ya te echaron la mancosta, no te podrás escapar aunque te pique la mosca.

Sucedió en una ocasión que un forastero fue invitado a una de estas bodas de nuestros pueblos, y fuese que no conocía la costumbre, o por ahorrarse unos dineros no contribuyó al obsequio del presente, y le cantaban:

Forasterito, suelta la mosca que de aquí no nos vamos sin una onza.

Y como siguiera haciéndose el remolón le cantaban:

El señor forastero cien años viva con quinientos diviesos en la barriga.

Por la tarde, se solía bailar en la plaza el baile de “La pica o de la rosca”, donde se lucían los buenos bailadores y bailadoras, bailando alrededor de la mesa a los sones de la gaita, el tamboril y las castañuelas.

Siempre ha habido buenos tamborileros en la provincia de Salamanca. Yo recuerdo de aquellos tiempos, y muchos de vosotros también, al Tío Frejón, de Retortillo, al Guinda, de La AIberca, y en la actualidad a José Ramón Cid de Ciudad Rodrigo. Pero recuerdo de entre todos a Fachenda. Fachenda fue el tamborilero de mi pueblo; el mejor tamborilero que ha habido en la comarca del Abadengo y uno de los mejores de la provincia.

Y por tratarse del tamborilero de mi pueblo, me vais a permitir que le dedique unos cortos versos que dicen:

Por su arte y afición fue entre todos el primero y el mejor tamborilero que ha tenido la región. Se nos machó una mañana y alguno jura ser cierto que en vez de tocar a muerto repicaba una campana. Y para honrar su memoria en una placa se indica que tocó la última pica en el portal de la Gloria. Cuando acabó de tocar, san Pedro, que estaba alerta, mandó que abrieran la puerta y lo dejaran pasar. Y radiante y juvenil como un héroe de leyenda entró en el cielo Fachenda tocando su tamboril.

Anthropografías. Memoria gráfica de la provincia de Salamanca. Instituto de las Identidades. Diputación de Salamanca, 2019.

Todas estas canciones que he relatado y las que vienen a continuación son canciones populares antiguas; algunas las hemos cantado nosotros, antes las cantaron nuestros padres y con anterioridad nuestros abuelos. Así que no me hago responsable del contenido de algunas canciones. Pido perdón de antemano. Yo no he puesto ni quitado ni una letra.

CANCIONES BURLESCAS

Son canciones hechas con burla sobre personas o situaciones, pero de una manera festiva y alegre; sin intención de ofender a nadie; por puro divertimiento:

Y cogiendo patatas te he visto el culo; nunca vi chimenea con tanto humo. Amarillo canario tienes el culo; aunque no te lo he visto me lo figuro. ¡Qué bríos tiene la Valentina! con una teta rompió la esquina. La mujer del herrero tiene que tiene por delante la fragua por detrás el fuelle. La mujer del herrero tiene un chiquillo que se lo ha hecho el herrero con el martillo. La Charrascona está mala, no es por falta de alimento que a la cabecera tiene las ancas de un burro muerto. Tiene la Tarara unas pantorrillas que parecen varas pa colgar morcillas.

CANCIONES PICARESCAS

Repito que yo no he puesto ni quitado ni una letra. Las relato tal como se han cantado siempre en nuestros pueblos.

Señor cura, me voy fuera; mi mujer es muy miedosa; vaya usté a dormir con ella no le pase alguna cosa. Al curita de mi pueblo se le ha roto la sotana corriendo tras una moza un lunes por la mañana. En casa de la tía Justa

Otra canción dice: entraba un hombre a deshora; si esto hace la tía Justa ¡Qué no hará la Pecadora! Me llamaste atrevido porque estuve a tu ventana; más atrevidos son otros que duermen contigo en cama.

Mi marido fue a cazar mató dos ciervos y se trajo pa casa los cuatro cuernos. Su mujer que lo ha visto: ¡quita, ignorante! con los que yo te pongo tienes bastante. Cuatro cuernos de vaca, cuatro de ciervo, cuatro del marido son doce cuernos.

Hay canciones populares que hacen referencia a la molinera. No sé cuáles serían la vida y andanzas de las molineras de antaño, pero lo cierto es que son sujeto principal de algunas canciones. Posiblemente arranque de la obra que escribió el literato Pedro Antonio de AIarcón, titulada El molinero de Alarcos en la que narra los amoríos, reates o ficticios, de una molinera con e! Corregidor de la Villa, en base a la cual el músico Manuel de Falla compuso su ballet EI sombrero de tres picos.

Las canciones dicen lo siguiente:

Vengo de moler, morena, de los molinos de arriba; duermo con la molinera no me cobra la maquila. Vengo de moler, morena, de los molinos del medio; duermo con la molinera no lo sabe el molinero. Vengo de moler, morena, de los molinos de abajo; duermo con la molinera no me cobra su trabajo. La molinera gasta medias de estambre y al pobre molinero lo mata de hambre.

CANCIONES DE PIQUE

Se llaman así a canciones en las que puestos frente a frente un hombre y una mujer, se van lanzando pullas mofándose y riéndose uno del otro:

Le canta él a ella:

Ella le contesta: Eres alta como un huevo, derecha como una hoz; blanca como la morcilla; ¡buena suerte te dio Dios!

El querer del viejo verde es como el del gallo enano, que en querer y no poder se le pasa todo el año.

Él insiste cantando:

Ella le responde: Tienes el andar de pava y el meneo de paloma; la cara de una gallina y el hocico de una mona.

No te fíes de los hombres aunque los veas llorar que son como el cocodrilo que llora para engañar.

Él insiste cantando:

Si lo quieres pasar bien cásate con un cerero, y verás cómo te pone la vela en el candelero.

Ella remata la burla cantando:

Si te quieres divertir cásate con la churrera, y estarás toda la noche churro dentro, churro fuera.

Y hablando de canciones populares, no podemos prescindir de la canción popular más célebre y conocida de Salamanca, El burro de Villarino:

Ya se murió el burro que acarreaba la vinagre ya lo llevó Dios de esta vida miserable.

Que tururú... Él era valiente él era mohíno él era el alivio de todo Villarino. Ya estiró la pata, ya arrugó el hocico con el rabo tieso decía “abur Perico”. Todas las vecinas fueron al entierro y la tía Joaquina tocaba el cencerro. Que tururú, que tururú...

Muchas más canciones se podrían incluir, pero basta con las relatadas para darnos cuenta de la riqueza de nuestro cancionero.

Nuevo cancionero salmantino. Colección de canciones y temas folklóricos inéditos. Aníbal Sánchez Fraile, Pbro. Imprenta Provincial Salamanca, 1943.

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