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Antiguas labores textiles en Serradilla del Arroyo. Por José Luis Puerto

ANTIGUAS LABORES TEXTILES EN SERRADILLA DEL ARROYO

José Luis Puerto Centro de Estudios Mirobrigenses Premio Castilla y León de las Letras en 2018

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La localidad de Serradilla del Arroyo, perteneciente al partido judicial y diócesis de Ciudad Rodrigo, dentro de la comarca conocida como Campo de Agadones o Los Agadones, ha contado en el pasado con antiguas labores textiles, relativamente bien documentadas en el siglo XVIII, gracias a Las Respuestas del Catastro de Ensenada y a las memorias de Eugenio Larruga, publicadas en los últimos años de aquel siglo.

Vamos a ir, paso a paso, espigando todas las referencias en torno a tales antiguas labores textiles de Serradilla del Arroyo, tal y como aparecen en los dos fuentes dieciochescas indicadas, para pasar posteriormente –ya en un momento posterior de decadencia– a exponer la documentación decimonónica.

No sin antes indicar cómo, dentro de la despoblación y envejecimiento que nuestros pueblos padecen y que están terminando con lo poco que queda de nuestra vida y cultura rural, la comarca de Los Agadones observamos cómo, de algún modo, no se conforma con la existencia en tal postración. En Serradilla del Arroyo, por ejemplo, es meritoria la representación, la mañana del Viernes Santo de cada año, de la Pasión de Cristo, en un vibrante recorrido dramatizado por distintos enclaves del urbanismo del pueblo y de sus alrededores más inmediatos; una representación organizada y protagonizada por los propios vecinos, lo que le otorga un enorme valor.

Y, en la localidad cercana de Monsagro, perteneciente al mismo ámbito comarcal, la relativamente reciente apertura del Centro de Interpretación de los Mares Antiguos de Monsagro, representa un hito más (otros varios serían necesarios) de esas iniciativas imprescindibles para que esta hermosa comarca serrana disponga de iniciativas que sean capaces de despertar el interés de visitantes y que ello pueda ser un recurso para su reactivación.

DOCUMENTACIÓN DIECIOCHESCA

SOBRE LAS LABORES TEXTILES

DE SERRADILLA DEL ARROYO

Catastro de Ensenada

Las autoridades del “lugar” de Serradilla del Arroyo responden a las preguntas generales del Catastro de Ensenada1 con fecha de 5 de julio de 1751. Se nos dice en tales respuestas que el pueblo de un “lugar de realengo”, esto es, que pertenece a la jurisdicción real, del rey, no señorial, y que se halla comprendido “bajo de la jurisdicción de la ciudad de Ciudad Rodrigo”.

Serradilla del Arroyo (colcha anaranjada con ‘farola’-faralaes-).

1 http://pares.mcu.es/Catastro/servlets/ImageServlet?accion=41&txt_zoom=10&txt_contraste=0&cabecera=N&total_imagenes=42&txt_ rotar=0&txt_idActual=1&txt_id_imagen=1&zoom=&appOrigen=&opcionV=&loc=

Produce lino, que se cultiva, alternativamente, en las heredades de dos hojas: la de Abajo y la Serrana. Y tal producción hace que el pueblo cuente, a mediados del siglo XVIII con ocho tejedores de lino.

Se nos indica también –y aquí está lo que más nos importa– que “en este lugar hay fábrica de sayal, manta y costales”. Y que, en tal fabricación, se ocupan nada menos que veintiocho maestros”; de todos ellos se nos dan sus nombres y apellidos, que aquí evitamos, por el carácter mismo de un artículo como este. Se nos indica también que hay quince fabricantes, que también se nombran; así como siete que son meramente cardadores y “que también hay para dicha fábrica tres bataneros”. Todos los cuales se nombran asimismo.

Se nos va indicando, uno a uno, el rendimiento o utilidad que produce a cada uno de estos maestros tejedores de lana tal labor de la tejeduría. Según cada individuo, son distintos los rendimientos. Se nos indica, eso sí, que haciendo la media de unos y otros “regulan a cada uno de todos los dichos veintiocho a 4 reales por día, por ciento ochenta días útiles cada año” que de media trabajan.

En cuanto a los tejedores que son también fabricantes, aquí ya sí que se nos detallan los rendimientos de modo particular, uno por uno. Así, por ejemplo, “A Agustín Gómez, por treinta arrobas de lana y dicha cuenta, le corresponden de utilidad al año 150 reales, y le corresponden por su jornal de tejedor 720, suman 870 de entre ambos ejercicios.” O también: “A Juan Perancho, por treinta arrobas, 150 reales que, con dichos 720, suman 870”.

Los siete cardadores que se enumeran, por los ciento ochenta días útiles que se ocupan en tal labor, les regulan a cada uno un jornal diario de dos reales y medio. Y a los tres bataneros, por sesenta días al año que pueden trabajar en los dos batanes que hay en el pueblo, les regulan un jornal de cuatro reales diarios.

Según cada individuo, son distintos los rendimientos. Se nos indica, eso sí, que haciendo la media de unos y otros “regulan a cada uno de todos los dichos veintiocho a 4 reales por día, por ciento ochenta días útiles cada año” que de media trabajan.

Serradilla del Arroyo (delicado detalle de colcha de un amarillo pálido, matizado con blanco). Eugenio Larruga

Otra fuente dieciochesca que nos documenta estas antiguas labores textiles de Serradilla del Arroyo, se encuentra en el tomo XXXV de las Memorias políticas y económicas, del ilustrado Eugenio Larruga, publicado en Madrid, por Don Antonio Espinosa, en 1795.

Serradilla del Arroyo (detalle de colcha color amarillo limón, con dibujo de rombos).

En el tomo indicado del libro, se encuentra la “Memoria CLII”, que lleva por título “Manufacturas de la Puebla, Villavieja y Serradilla”. Reproducimos literalmente (modernizando la ortografía) lo que nos indica Larruga sobre las manufacturas de Serradilla del Arroyo, por lo claro y expresivo que es:

“En Serradilla del Arroyo2 hubo en lo antiguo fábricas de tejidos de lana. En 1777 existían treinta telares. Se compone de varios maestros fabricantes que forman gremio. Se trabajan mantas sayales, alforjas y sayaletes: tienen veinte y nueve telares.

“Aunque es muy útil esta industria, está en decadencia desde la guerra de sucesión: acaso podría influir en el día para su restablecimiento el dejarla libre de las gabelas que acostumbran tener las fábricas gremiales. Quizá será esta la causa de su disminución, y no las contribuciones, como lo han alegado los mismos fabricantes, y particularmente en el año de 1754.

“Tiene buena proporción para su restablecimiento en caso de que por algún arbitrio se dé al fiado a los fabricantes aniquilados la lana necesaria para su trabajo, con lo que quizá se conseguiría su mejoramiento en la calidad de los géneros: su venta por consiguiente sería con mayor ganancia, sus tejidos de mayor peso, y más su duración. No hay que esperar el remedio de la falta de calidad en los tejidos en los veedores, porque son fabricantes interesados, y los Jueces y Ayuntamientos no celan, y aunque celasen no son inteligentes”3 .

DECADENCIA EN EL SIGLO XIX

Ya, como hemos tenido ocasión de comprobar, en los últimos años del siglo XVIII, las antiguas labores textiles realizadas en Serradilla del Arroyo fueron entrando en decadencia, decayendo notablemente su

2 [Nota, en este caso, del propio Larruga:] Serradilla del Arroyo, lugar del partido de Ciudad-Rodrigo, campo de Algodones. Es realengo, y se gobierna por Alcalde pedáneo. 3 LARRUGA, Eugenio, Memorias políticas y económicas, Tomo XXXV, Madrid, por Don Antonio Espinosa, 1795, pp. 74-75.

Si avanzamos unos años, en el tomo octavo del Diccionario Geográfico Universal, 1833, en la entrada que se dedica a Serradilla del Arroyo, nos encontramos con la siguiente información: “fabricación de mantas, jerga y un paño basto, llamado vulgarmente sayal, del que, y de los otros géneros, abastecen a los pueblos circunvecinos. producción, debido a la reducción de telares y, por tanto, de elaboración de piezas textiles.

En 1827, Sebastián de Miñano, en su Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, nos indica que Serradilla del Arroyo cuenta, en ese momento histórico con 221 que contabilizan 797 habitantes y que cuenta con una parroquia y un pósito. Y, al aludir a su producción industrial, este autor indica escuetamente que posee “fábrica de mantas, sayales, costales y alforjas”4. Pero no se nos indica el número de telares que estarían en activo en ese momento en que se ha cumplido el primer cuarto del siglo XIX.

Si avanzamos unos años, en el tomo octavo del Diccionario Geográfico Universal, 1833, en la entrada que se dedica a Serradilla del Arroyo, nos encontramos con la siguiente información: “fabricación de mantas, jerga y un paño basto, llamado vulgarmente sayal, del que, y de los otros géneros, abastecen a los pueblos circunvecinos”5 (p. 890).

En el Diccionario geográfico-estadístico-histórico… (1845-1850), de Pascual Madoz, de mediados del siglo XIX, la producción artesanal textil de Serradilla del Arroyo ha disminuido considerablemente. Madoz, de hecho, nos indica lo siguiente sobre ella: “dos telares en los que se construyen mantas, jergas y sayal”6 .

Esto es, a mediados del siglo XIX, los telares han quedado reducidos a la mínima expresión, pues se mantienen solo dos en funcionamiento y la producción consiste en mantas, jergas y sayal. Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XX, sí que se mantuvo abierto algún que otro telar.

Si tenemos en cuenta el tipo de producciones textiles a las que aluden tanto Miñano y el Diccionario Geográfico Universal como Madoz, hemos de

Serradilla del Arroyo (detalle de colcha con cuadrados, blanco, rojo y verde).

4 MIÑANO, Sebastián de: Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, Tomo VIII, Madrid, Imprenta de Pierart-Peralta, 1827, p. 225. 5 Sociedad de Literatos, Diccionario Geográfico Universal, Tomo VIII, Barcelona, Imprenta de José Torner, 1833, p. 890. 6 MADOZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Salamanca, Salamanca, Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Salamanca, 1984, p. 420.

advertir que, por una parte, aluden a clases o tipos de textiles, como el sayal, que es una tela muy basta de lana; y la jerga, que es una tela gruesa y tosca. En cuanto a los tipos de objetos que se producen, tenemos uno para el abrigo humano, como son las mantas, el producto textil por el que es más conocida Serradilla del Arroyo; otro para contener y transportar frutos y productos agrícolas, como son los costales; así como uno más, las alforjas, para llevar sobre una caballería aparejada, cuando se va de viaje, los alimentos y otros productos.

RESULTADOS DE UN TRABAJO DE CAMPO

Para documentar algunas de las antiguas labores textiles que se realizaran en Serradilla del Arroyo, teníamos que realizar un trabajo de campo. La mañana del primer sábado de septiembre, nos desplazamos a Serradilla del Arroyo y, a través de diversas conversaciones con unos y con otros, dimos con dos vecinas que nos enseñaron antiguas colchas y alforjas, tejidas en la localidad y que pudimos documentar fotográficamente.

Elena Pérez Velasco, de 89 años, ante la fachada de su casa, nos enseñó una colcha de labores geométricas, a base de configuración de cuadrados en el espacio de la prenda y utilizando los colores rojo, blanco y negro, con un efecto muy hermoso y, al tiempo, popular.

Mientras que la labor más amplia de documentación la realizaríamos al contactar con Mª Soledad Sánchez Sánchez. Nos fue mostrando en su corral, un ámbito delicioso, lleno de flores y macetas de geranios, nada menos que cuatro colchas, que contemplamos y fotografiamos. Dos de ellas eran monocromas, una anaranjada y la otra de un tono amarillento –son las famosas y apreciadas colchas “de limón”, que nos citan varias vecinas–; en ambas el dibujo era también geométrico, a base de sucesiones y alineamientos de rombos. Una tercera se asemejaba relativamente a la que nos mostrara Elena, nada más que los colores combinados eran, en este caso, blanco, rojo y verde, también con efecto muy hermoso.

La cuarta colcha que nos mostró Soledad era también de dibujo geométrico, combinando dobles franjas ya negras ya rojas, separadas cada una de ellas por un ajedrezado del otro color, con presencia en ambos casos del blanco; y tales franjas configuradas mediante líneas verticales alternantes: ya sea blanco y rojo o negro y rojo.

Serradilla del Arroyo (detalle de colcha con cuadrados, con fondos alternantes blanco o negro, con presencia del rojo).

Además de tres alforjas, que Soledad sacó –como las cuatro colchas– de sus baúles y arcas, lo que le agradecemos: una con presencia de cuatro franjas de color rosáceo o purpúreo sobre fondo negro; otra también con cuatro franjas rojas sobre fondo también negro; y la tercera también listada con franjas azules celestes, alternándose con franjas más estrechas y alineaciones amarillentas, grisáceas, azules oscuras, provocando un hermoso efecto.

Sobre las colchas, piezas todas ellas muy significativas, hemos de decir, a raíz de las conversaciones con las distintas mujeres, que todas tienen como remate en tres de sus bordes, menos el destinado a la cabecera de la cama, lo que ellas llaman una “farola” o “farolá”, esto es, una tela, por lo general estampada, formando pliegues, que sería el equivalente a lo que es el faralaes. Se nos citan con frecuencia las “de limón”, pero, posiblemente, las que habrán predominado son las geométricas –con la sucesión de cuadrados, o de franjas y listados–, que han combinado el rojo ya sea con el azul o ya con el verde, más la presencia del blanco, del algodón o lino de la urdimbre.

En todo caso, diversos vecinos y vecinas de Serradilla del Arroyo –como las indicadas Elena y Mª Soledad– siguen conservando diversos tipos de piezas de los elaborados en el pueblo por telares manuales, ya desaparecidos hace años, pero dentro de una tradición antigua que, en el siglo XVIII, como hemos comprobado, está relativamente bien documentada.

En todas las piezas que hemos tenido la fortuna de contemplar –y que hemos descrito de modo sucinto–, podemos observar la presencia y predominio de las labores geométricas: cuadrados, rectángulos, rombos…; el predominio de los tonos rojos, negros y blancos; también la alta valoración en que han tenido los vecinos, particularmente las mujeres, las colchas monocromas amarillas (utilizan, para ellas, el término “limón”; aunque también las hay monocromas anaranjadas. En algunas ocasiones –como puede observarse en una de las fotografías–, el amarillo combina muy delicadamente con un blanco apagado que tira al grisáceo.

Tras esta brevísima caracterización, hemos de insistir, sobre todo, en ese hechizo y en esa intensa sensación de belleza que producen estas antiguas labores textiles de Serradilla del Arroyo. Sería muy conveniente que se recuperen y valoren los ejemplares que existan y que no se ensucien, pudran y deterioren en pajares o cuadras, por falta de atención y de estima. Sería muy conveniente que se recuperen y valoren los ejemplares que existan y que no se ensucien, pudran y deterioren en pajares o cuadras, por falta de atención y de estima.

NECESIDAD DE UN CENTRO DE INTERPRETACIÓN O MUSEO ETNOGRÁFICO DE LAS ANTIGUAS LABORES TEXTILES

Ante tal recurso de antiguas labores textiles –tan bien documentado, como hemos tratado de mostrar– con el que contara en un pasado no muy remoto Serradilla del Arroyo y, además, ante la existencia, dentro del vecindario, de piezas textiles de tales antiguas labores (colchas, seguro que mantas también, alforjas…), esta localidad de Los Agadones –con un decidido apoyo por parte de las autoridades locales (el Ayuntamiento), provinciales de la Diputación salmantina y autonómicas de la Junta de Castilla y León– tendría que contar –y no sería una propuesta imposible– con un museo etnográfico o centro de interpretación de estas antiguas labores textiles.

Es un recurso que tiene Serradilla del Arroyo y que podría ponerse perfectamente en pie, contando con la colaboración, eso sí, arrimando todos el hombro, del vecindario (tanto los residentes en el pueblo como los emigrantes) y de las autoridades. Ya que hemos de tener siempre muy en cuenta que los recursos con los que contamos (en este caso, procedente del pasado y de la historia) hemos de saber convertirlos en un activo, para revitalizar nuestra tierra y, particularmente, porque es el que más lo necesita, nuestro mundo rural.

COMARCA DE CIUDAD RODRIGO

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