COLEGIO DE ODONTÓLOGOS
Revista del Ilustre Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Cantabria
EL CLAMOR Existe en Praga, junto al cementerio judío y las sinagogas, un pabellón homenaje a las víctimas del holocausto. Es difícil comunicar mis sentimientos cuando lo visité. Los apellidos de todos los judíos checos muertos, en rojo. A continuación los nombres propios de todos los que llevaban ese apellido. Así, Pfeiffer (en rojo), Jiriz (en negro). Nacido el 2-10-11, muerto el 22-10-42.
El llanto se agolpa detrás de los ojos. Lo contengo y no muestro mis sentimientos a quienes me acompañan. Pfeiffer, Viktor (11-3-1891 al 11-242). Detrás de cada nombre una vida truncada, un sastre que dejó de confeccionar trajes, un médico que dejó de curar a sus semejantes, una madre que no pudo ver crecer a sus hijos. Pfeiffer, Hedvika (3-4-1896 al 9-10-44).
Las listas, interminables, ascienden por las paredes. Al principio, uno cree que están caóticamente organizadas. Cuando se centra la atención se observa el ordenamiento alfabético. Después de Pfeiffer, Jiriz, viene Pfeiffer, Leo, de quien se sabe que nació el 18-12-1883, sin saber cuando murió.
Paso más allá y otra nueva sala, muy grande; me cuesta llegar al final al menos quince pasos; y las paredes que parecen rezumar sangre. Pfeiffer, Margot (23-11-03 al 9-1-42).
Mi congoja iba aumentando, aunque incapaz de expresarla en palabras o sentimientos. Luego venia Pfeiffer, Marie (25-6-1887 al 17-542) y Pfeiffer, Oskar nacido el 9-91882. Un silencioso clamor se eleva desde el fondo de ese pozo y paseas entre las columnas y pasas a otra estancia, mayor que la anterior y ves todas las paredes teñidas de rojo y negro: Pfeiffer, Eva (4-12-18 al 22-10-42).
Está prohibido sacar fotos. Los turistas, caminan en silencio, algunos cuchichean o comentan entre sí. Yo saco un trozo de papel diminuto y me pongo a escribir y a copiar esos nombres. Me juro investigar sobre quienes fueron esos personajes. Marie Pfeiffer, distinta de la anterior (nacida el 4-1-1884, desconocida la fecha de su muerte). La muerte de las personas se revive cuando se las olvida. Cuando no queda ningún vestigio de su paso por la tierra, cuando no generan un recuerdo, un renglón en el libro de la humanidad, un hilo en el vasto telar de la creación. Compasión para todos. Castanedo Pfeiffer
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