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• Hermandad y Cofradía de la Soledad, Dolorosa, Esperanza Macarena y el Ángel de la Resurrección
Huelo a Semana Santa
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Recuerdo siempre que de niño y ya entrando en mi adolescencia, sentía con pasión nuestra SEMANA SANTA.
Los días previos, ya mis sentidos empezaban a percibir el olor a cera, flores, y “a mi Virgen”, como yo solía decir.
Pronto llegaría el día de ir a recoger a nuestra Dolorosa y Soledad para llevarlas a casa de nuestro presidente de entonces, Salvador Navarro Pavía, donde también en aquellos años se traía a Ntro. Padre Jesús Nazareno para arreglarlos en su almacén de la “rinconá” Nueva del Carmen, junto a la calle del Cinema. ¡Qué ilusión!
Domingo antes del Lunes Santo, bien temprano y desde la ventana de mi habitación ya escuchaba y veía el ir y venir de nuestros queridos: Salvador, Florentino, Paco y Ernesto. Corría hacia la calle para unirme a todos ellos y con mi vecino y amigo José Antonio, ayudábamos en lo que buenamente podíamos.
Recuerdo siempre los varales del palio y ese olor de algodón mágico para sacarles brillo. Con ayuda de un “carrico” con ruedas, lo enroscábamos para montar ese bonito y sencillo palio que serviría de techo para cubrir a nuestra Esperanza Macarena y Soledad durante el Lunes y Viernes Santo. Así durante toda la semana ayudaba con tantas ganas e ilusión. En la mañanica del Viernes Santo, recuerdo desde la puerta de mi casa como al terminar la procesión del encuentro llegaban a la “rinconá”, la Virgen Dolorosa acompañada por Ntro. Padre Jesús Nazareno con el ruido de los tambores. ¡Qué recuerdos! En esa misma mañana había que montar en el trono grande a nuestra querida imagen de La Soledad y dejarla preciosa para la procesión del Santo Entierro. La colocación del manto de luto de terciopelo negro por la muerte de su amado hijo y esos clavos en sus manos que yo veía colocar a esa señora, que por lo bajito me decían: “es la dueña de la Imagen”; un trabajo minucioso que requería la experiencia de tantos años. En años posteriores tuve el orgullo y la satisfacción de poner yo mismo esos clavos a Nuestra Madre Soledad y siempre pendiente de que en su camino de amargura no se le doblaran. Momentos y recuerdos que jamás olvidaré, al igual que nunca olvidaré la gran fe y devoción que mi querida madre sentía por todas nuestras imágenes titulares.
Con todo esto vivido y con unas ganas enormes por salir de cofrade, no podía hacerlo porque no tenía traje de capucho y sentía pena al verlos pasar en procesión y no poder estar ahí con ellos.
Ya de adulto, cuando empecé a trabajar me cosió María “La Catalina” mi propio traje de cofrade y pude hacer realidad ese sueño que tanto deseaba, salir con mi “Hermandad y Cofradía de la Soledad, Dolorosa, Esperanza Macarena y Ángel de la Resurrección”.
asados unos años, ese traje que tanto quería, lo guardé en mi armario y estuve tiempo sin salir en procesión, qué pena me daba verlo allí plegado.
El destino de la vida me dio dos hijos maravillosos, y gracias al mayor de ellos que me pidió salir en nuestra Semana Santa, fue el empujón para volver a ese armario y recuperar mi traje de capucho que allí seguía envuelto en papel de seda.
En la Semana Santa del año 2019 volví a colocarme el traje, con la ilusión del primer día, pero esta vez fue más especial porque iba acompañado de mi querido hijo.
Doy las gracias a nuestro presidente Agustín Cartagena por pensar en mi persona y poder permitirme compartir mis recuerdos y vivencias con todos vosotros. Animo a todos aquellos cofrades que por el motivo que sea tengan guardados esos trajes, a que busquen un motivo de alegría e ilusión para volver a recuperarlos y participar en nuestras procesiones.
La Semana Santa Aspense, es única, y jamás deberá perderse.
Sergio Parreño Erades
Cofrade Hdad.