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Valcabado en el censo del Conde Aranda. Por Juan López Versos y bardos de aquí

UN CURA, SUS MAYORDOMOS Y UNA RELIGIOSA DE San Francisco

JUAN FRANCISCO LÓPEZ GALLEGO

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EL CENSO DEL CONDE DE ARANDA, CONSIDERADO EL PRIMERO DE CARÁCTER MODERNO EN EUROPA, CONTABILIZA 129 HABITANTES EN VALCABADO EN 1768, ENCAMINADO A AVERIGUAR LA VERDADERA POBLACIÓN DE LA MONARQUÍA PARA PROMOVER “IDEAS ÚTILES” AL ESTADO

Aquella mañana de 1768, al terminar la eucaristía, el cura del pueblo informó a los feligreses, que en aquel momento eran casi todos los vecinos de Valcabado del Páramo, de que el Obispado de Astorga había solicitado la participación de cada una de las parroquias en la elaboración del Censo del Conde de Aranda. No resultaba extraño. Años atrás, entre 1750 y 1753, cada uno de los habitantes de la localidad se habían visto obligados a trasladar la documentación requerida por el Estado en el conocido Catastro del Marqués de la Ensenada, para que cada cual pagara sus impuestos en base a sus posesiones.

Al abandonar la iglesia, muchos se preguntaron a qué se debía esta nueva reclamación por parte de los representantes estatales. Esta vez, nada más y nada menos, que a través del poder eclesiástico, con un poder sobre la sociedad muy superior al actual. El sacerdote rellenó un formulario que días antes le habían hecho llegar desde la cercana Astorga y punto por punto llegó a la conclusión de que en la población residían 129 vecinos, 61 varones y 68 mujeres. Junto a ellos, “un cura, sus mayordomos y una “hermana de la religión de San Francisco”, tal y como reza, y nunca mejor dicho, el Censo de Aranda.

La situación de incertidumbre generada en aquellos días pudo asemejarse a este relato, más o menos ficticio. Lo cierto es que el aragonés Pedro Pablo Abarca de Bolea, X conde de Aranda, fue un noble, militar y estadista ilustrado español, que llegó a ser presidente del Consejo de Castilla y secretario de Estado de Carlos IV. Con su censo de población, considerado el primero de Europa, y su sociedad económica del Partido Aragonés, con el que colaboró en obras y desarrollo de Aragón y España, contribuyó en la “mejora y cuantificación de la sociedad española de su tiempo”.

Fue un hombre que dedicó su vida a la patria y al servicio de los reyes Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III y el propio Carlos IV, planeando su ideología reformista ilustrada para el gobierno de la nación.

EMPIEZA LA HISTORIA DE LOS CENSOS

Así, la verdadera historia de los censos de población en España comienza en 1768, año en el que este mandatario dio las órdenes oportunas para iniciar los trabajos encaminados a averiguar la verdadera población de la Monarquía, para de esta forma poder promover “ideas útiles” al Estado, según los sexos y las edades. Y es que además

de dividir por género, el documento implica a 28 hombres y 36 mujeres casadas, varias de ellas viudas; y 33 solteros y 32 solteras. Por edades, sólo 33 personas pasaban de los 40 años, algo vinculado a la corta vida media de otras épocas históricas que nada tienen que ver con la actualidad. Otros 24 eran niños menores de siete años, 28 contaban entre los siete y los 16 años; y el resto, en edad adulta.

La realización del Censo del Conde de Aranda se encomendó a los obispos, que recibieron instrucciones para recoger, a través de los párrocos de sus respectivas diócesis, los datos requeridos de los diferentes lugares de las mismas. En una tabla de doble entrada se debía resumir la población de acuerdo con seis grupos de edad, el sexo y el estado civil. Todo ello en un formulario tipo para todas las parroquias. Por su condición, existían exenciones de ofrecer esta información: Hidalguía, Real Servicio, Real Hacienda, Cruzada e Inquisición; y la enumeración de eclesiásticos y sirvientes de Iglesia y de los hospitales. En Valcabado se observa una exención por Real Servicio, si bien el censo no aporta más detalles.

TRAS EL MOTÍN DE ESQUILACHE

El conde de Aranda había alcanzado la Presidencia del Consejo de Castilla a raíz del conocido Motín de Esquilache, que había finalizado gracias a las concesiones arrancadas a Carlos III, que el pueblo consideraba como una victoria. El espíritu de sedición se extendió hasta producir sangrientos episodios en Zaragoza (1766) y más tarde en Cuenca, Palencia, Ciudad Real, La Coruña y Guipúzcoa.

Durante los años que estuvo al frente del Consejo de Castilla instauró una política reformista basada en los principios de la Ilustración, con la que consiguió el aprecio popular. Para llevar a cabo las reformas contó con la colaboración de Campomanes, persona de máxima influencia del rey durante la época.

Éstas se centraron en la cuestión agraria; colonización de Sierra Morena, medidas regalistas, apoyo a las Sociedades Económicas de Amigos del País y en la elaboración del propio Censo de Aranda.

LA DOCUMENTACIÓN

Actualmente, la documentación original sólo se dispone en el Archivo Histórico Nacional de España. En el siglo XVIII se realizaron varias copias que se conservan en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, aunque faltan datos de algunos obispados y de varios pueblos. Los resultados generales fueron estimados en 9,3 millones de habitantes, motivo por el cual los demógrafos consideran que los datos no son del todo fiables y destacan como más completo el posterior de Floridablanca (1775-1787).

Para un mejor estudio de los datos, el Instituto Nacional de Estadística (INE) reclasificó la información de los pueblos, que en origen estaban ordenados por circunscripciones religiosas, y la organizó de acuerdo con la división provincial vigente y completando las tablas estadísticas con cartografía actual.

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