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Antiguos y nuevos oficios en Valcabado. Por Dominga Alija

ANTIGUOS Y NUEVOS OFICIOS EN VALCABADO

DOMINGA ALIJA

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Hasta donde alcanzan mis recuerdos había en Valcabado oficios relacionados con los modos de vida. Prácticamente todos los trabajos se realizaban de manera manual, ayudados por animales y herramientas sencillas: arar, segar, trillar, vendimiar…, y para atender ésas, había distintos negocios:

Comenzamos con los herreros y sus fraguas, de las que había tres, la de Antonio Alija “el herrero” (mi tío), Ramón Blanco y

Machín (dos de ellos fallecidos recientemente, vaya mi pésame). En éstas se hacían las herraduras para herrar a las caballerías, burros y vacas. A tal fin tenían un utensilio que se llamaba “potro”. Allí se ataban los animales a unas anillas y se podían herrar más fácilmente.

También en las fraguas se hacían las rejas de los arados, avinadoras, calderos para los pozos, adoberas (que como su nombre indica servían para hacer adobes para construir casas, las bóvedas de entrada a las bodegas…y un largo etc.).

Las fraguas, en tiempo de invierno servían de lugar de encuentro para los hombres pues siempre había buen fuego para calentar el hierro. Allí ayudaban a tirar del fuelle para avivar el fuego, golpear hierros en el yunque para modelarlos. También había una pila grande de agua para enfriar los hierros que estaban al rojo vivo. En fin, todo muy entretenido.

También y para atender las caballerías había esquilador, este oficio era ejercido por el señor Quico “Pinche” y sus hijos. Normalmente se les llevaban los equinos a esquilar los domingos por la mañana y les hacían unos dibujos preciosos y muy originales en la parte trasera del lomo.

Así mismo estaban los poceros, que aunque era una cosa familiar, siempre había algunas per-

sonas que a jornal les tocaban los de todos como Taviano, Felicísimo, Manuel Monje, y después para colocar los bloques y hacer las regaderas subterráneas, tío Joaquín y Abelardo. Los hombres de la casa bajaban al fondo a picar y llenar los baldes de material, los niños tirando de las vacas que tenían enganchado un cable que pasaba a través de la polea. Las mujeres haciendo la comida para todos. Era una odisea y yo pasaba mucho miedo.

Los cesteros (para hacer cestos y talegas para transportar la uva de la vendimia), de los que había cuatro. El señor David Garabito, el señor José del Canto, el señor Modesto y el señor Valentín Monje acompañado de su hijo Antonio. Una genialidad de oficio, artesanía pura. Como únicas herramientas, las manos limpias y un palo de ayuda para golpear la mimbre que se llamaba el “boje” (no sé el origen de tal nombre).

Almacenistas, había de patatas y alubias regentados por los “gallegos” (el origen del apodo es que como el nombre indica procedían de Galicia, en concreto de Monforte de Lemos). Eran cinco hermanos y no les fue mal en el cambio de Monforte a Valcabado.

También había un almacén grande llamado “la Comarcal”, recibía grandes cantidades de cereal, algunos días llegaban 80 ó 90 carros, que hoy quizás no parezcan gran cosa, pero entonces eran un gran negocio. Su titular era el señor José “Barrera”.

Tratantes de ganado, este negocio estaba regentado por la familia Simón “Los Quillas”, (no sé el origen de este apodo). Se dedicaban a la compra y venta de cerdos. Ya disponían de camiones cuando no pasaban ni dos en todo el día por la carretera. En el negocio trabajaban allá por 30 personas. El negocio tuvo continuidad en los hijos durante muchos años. Taller carretero, donde hacían buenos carros (la envidia de toda la comarca) el señor Julio y la señora Agripina. Recuerdo siempre la Plaza de la Mediavilla llena de montones de madera para ejercer su trabajo. La Estación, que favorecía que hubiese muchos ferroviarios en el pueblo, con un sueldo fijo, gracias al cual vivían bien. Había otros negocios no relacionados con el campo como barbero y peluquero, se encargaban el sr. Narciso y sus hijos, eran de categoría y funcionaban como una empresa.

La panadería a cargo de Eliseo y Emilse, sólo pan y torta. Los dulces los hacían las familias en su propio horno cuando llegaban las fiestas, eso sí, una talega de pastas para llenar la barriga (pero como las familias no eran de dos o tres, sino de cuatro para arriba, no les dábamos tiempo a que se pusieran duros).

Los carniceros, se ocupaban de ello el señor Julián y el señor Casimiro y su mujer, la señora Celia. Para el pueblo no necesitábamos tanto (comíamos carne el día de la fiesta y gracias, pero vendían la carne en toda la comarca, la cual transportaban en un cesto con la bicicleta (mucho sacrificio como veis).

Aguardientero, con su alambique ejercido por mi suegro el señor Cayetano Ramos, donde salían miles y miles de litros de aguardiente, un gran negocio y con ocho hijos, no le faltaba ayuda, pues el negocio funcionaba las 24 horas.

Zapatero remendón, oficio de mi hermano Celestino. Tintorería, a cargo del señor Vicente y Manuela “los tintoleros” (de ahí su apodo). Los hijos en vez de heredar el negocio, heredaron el apodo.

Obrador de fideos, a cargo de la señora Esperanza y el señor Domingo, era un negocio artesano como todos. Colgaban los fideos en las latas para que se secaran (como los chorizos). Mucho recuerdo tengo de ello.

Sastrerías, regentada por el señor Gabino, la señora Ángela y sus hijos de ayudantes. Trabajaban mucho los pantalones de pana, chalecos...(se dedicaban más a ropa de caballeros, del vestuario femenino se ocupaba la señora Crispina Frade, que era una muy buena modista).

Tiendas de coloniales, así se llamaban, la de la señora María con su mostrador de madera y unas vasijas de aceite que tendrían mil litros. La de la señora Elena “la porreta” que vendía zapatillas, botas, sombreros, azadas, bildas, palas, puntas, escabeche (que era típico sacarlo de la lata con las manos y una cuchara de madera), no había nada envasado, ….y SULFATO, que también vendía. En fin una mezcla difícil de enumerar (se ve que entonces los de sanidad tenían otras cosas más importantes que vigilar). Más tarde abrieron el super Spar Fernando y Serafina. Catalina/Mónica y Pili, estas ya tenían vitrinas y arcones para conservar en frío yogures, fiambres, quesos frescos, en fin, ya era otra cosa. No me puedo olvidar de Narciso y Citas, unos genios, él un gran negociante y ella la persona más simpática del pueblo. Collares, horquillas, hilo, agujas, ropa, galochas, zapatillas, brochas, pintura, mandiles, cemento...; en fin, en esa tienda había de todo. El suelo era de tierra, pero siempre estaba limpio, regado a caracoles, precioso. Cantina (posteriormente bares), posada, para dar comidas a los arrieros en ruta de Galicia a Madrid. Estaba regentada por mi tía Laureana y mi tío Dionisio. También la Señora Ramona y el señor Pedro Alija, que también tenían estanco con tabaco de cuarterón, ideales, cerillas, sellos…., ¡como veis no faltaba de nada, sólo dinero!. No puedo dejar de recordar el bar de Pepe/ Lola y el de Ubaldo. A estos bares íbamos a ver los toros por un butano y una peseta de pipas. Toreaban el Cordobés, Jaime Ostos, Paco Camino, El Litri, Palomo Linares, … etc. En el bar de Ubaldo celebré mí boda, un recuerdo para todos los clientes de entonces, pues este año cumplimos las bodas de oro. Estos bares tenían tele y como entonces todavía no había teles en las casas… ¡Todos al bar! Y por último personas fijas en el pueblo, médico, maestro y maestra (niñas solas, niños solos), cura, recaudador de impuestos y hasta comadronas (a las cuales no les faltaba trabajo) ejercido por la señora Valentina y Angelina “la huevera”, que como el apodo indica, tenía doble trabajo.

Los negocios ahora son distintos, más especializados y grandes. Enormes almacenes, (Cooperativa y Gonzuer), enormes naves de vacas, cerdos, pollos, empresarios de la construcción, instaladores de canalones, farmacia, peluquería, taller de vehículos, camiones de transporte, cosechadoras, agricultores con todo tipo de maquinaria, un supermercado y dos bares como lugar de encuentro y convivencia de todo el pueblo.

Si de alguien me olvido, mil perdones. Como nexo de unión dos Asociaciones que la gente protege y valora, a la que pertenecen niños, jóvenes y mayores. Por supuesto una Alcaldesa que modera de forma digna. Gracias en nombre de todo el pueblo y en el mío propio.

Espero que nadie se ofenda por personalizar y poner apodos que en todo caso son cariñosos, como yo los recuerdo.

A todos muchas gracias y si el año que viene tengo buena cabeza, saldrá algún tema nuevo. ¡¡Adelante Valcabado y sus habitantes!!!

Prácticamente todos los trabajos se realizaban de manera manual, ayudados por animales y herramientas sencillas: arar, segar, trillar, vendimiar…, y para atender ésas, había distintos negocios

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