3 minute read

El Garnacha o la función del teatro

Next Article
en Haro. 1938

en Haro. 1938

Por Abasotas

El festival Garnacha de teatro de Haro no es solo una serie de funciones sobre las tablas del Bretón, sino que, a lo largo de más de veinte años, ha cumplido una función: Acercar el mejor lenguaje dramático a este rincón del mundo.

Vicente Cuadrado, responsable desde el inicio del Garnacha, reconoce que «el público de Haro es un verdadero entendido de teatro». Y lo ilustra siempre con la anécdota de que cada vez más «el veredicto del público coincide con el del jurado». El director reconoce que se emociona escuchando el murmullo después de cada función: «Es impresionante el nivel de comentarios de los espectadores». Y añade: «Eso nos hace ser muy exigentes con la selección».

Y tras los comentarios, cada espectador toma bolígrafo y papel y puntúa según su mirada a cada montaje. Eso, dice Cuadrado, permite que el público se implique en el Garnacha y lo haga suyo porque su voto es tomado, y de qué manera, en consideración.

Recuerda Cuadrado: «El festival surge porque queríamos tener un festival similar al que nosotros íbamos». Desde el principio, dice este médico enamorado del teatro, ha habido riesgo y compromiso en las obras seleccionadas: «Lo más importante es la calidad y la variedad y siempre teniendo al público de Haro en la cabeza».

Cuadrado recuerda que el principal temor sobre el éxito del festival en sus inicios no era el público: «pensábamos que las compañías profesionales no iban a querer competir entre ellas en un concurso». Un miedo infundado porque nunca han faltado opciones sobre las que elegir y confeccionar un buen programa. Cuadrado no lo duda: «Es lo mejor que se hace en La Rioja».

Cuadrado no quiere olvidarse de un elemento fundamental de este festival: «Haro ha cuidado y

ha apostado por el Garnacha desde el principio y eso es un apoyo muy importante sobre todo en los primeros años». Con la idea de descentralizar un poco el ocio y la cultura riojana, el Garnacha vino para quedarse. Ahora Cuadrado no concibe otra casa para el festival que el Bretón de los Herreros. Como viejos amigos que uno nunca olvida, aunque ya no se mantenga el contacto, Cuadrado se acuerda de Kiti Manver o Jorge Roelas. Actores que han pisado las tablas de la bombonera jarrera dando brillo y calidad al festival. Como espectador de oficio y de afición, dice el director que «nunca ha habido bajones en el nivel de teatro presentado». Asegura que la calidad del teatro español ha sido alta y estable en todo este tiempo.

Y dice: «Hemos conseguido que el mimo con el que tratamos a las compañías sea una marca de la casa». Al final, el objetivo de las compañías no es ganar, ni siquiera competir: «La idea es hacer funciones, conseguir que su obra se vea y se disfrute». «Y eso es lo principal para nosotros», acota Cuadrado.

Garnacha tiene cuerda para, al menos, otros veinte años más: «Es un festival muy consolidado». Asegura que es duro y requiere mucho trabajo organizarlo, pero «tanto las compañías como el público esperan la programación del Garnacha con impaciencia».

Y este año no es una excepción. Justo cuando el frío toque a la puerta y las hojas se caigan, el telón del Bretón se levantará para dar lo mejor de sí mismo: El mejor teatro profesional posible. Y todo, en una semana. Y todo, en Haro. •••

This article is from: