APUNTES DE HISTORIA
EL FILANDÓN LEONÉS. SEGUNDO TESORO INMATERIAL DE ESPAÑA Sarita Álvarez Valladares
¿QUÉ ES EL FILANDÓN, SI TANTA IMPORTANCIA TIENE? llegar hasta nuestros días, aunque sin chimenea y con calidad literaria En la antigüedad se realizaba en toda la provincia de León y en muchos lugares de España. En algunos se designaban con otros nombres. Hay varios libros dedicados al estudio de los Filandones. Cada escritor describe lo que mas le ha llamado la atención de estos actos y suelen ser muy variados.
SE DENOMINAN ASÍ A LAS REUNIONES DE FAMILIARES Y DE AMIGOS, QUE REALIZABAN DESDE TIEMPO INMEMORIAL ALREDEDOR DE LAS CHIMENEAS DESPUÉS DE LA CENA, EN AQUELLOS TIEMPOS EN QUE MIENTRAS LAS ABUELAS HILABAN SE CONTABAN HISTORIETAS, CHISMES O CHISTES A VECES CANCIONES O ROMANCES, ELLAS CUMPLÍAN CON ESTA TAREA, DE LA CUAL SE HA DERIVADO EN NOMBRE “HILANDÓN”-FILANDÓN”.
Y
los abuelos que las acompañaban, se dedicaban a otros menesteres, como arreglar las herramientas de la labranza, hacer madreñas o reparar algún taco de las mismas. Los niños también asistían al lado de sus padres. Durante la reunión y alternando con las historietas, chistes o chismes, tomaban café de puchero y bebían orujo o coñac los hombres y anís las mujeres. A los niños les solían dar unos vasitos de agua pequeños llamados “de-
dales” con una gota de anís o azúcar. Los licores los acompañaban con bollos o rosquillas. Luego daban suelta a su imaginación mayores y jóvenes y así mantenían la atención y camaradería entre familiares y amigos, en aquella época en que no existía ni la radio ni la televisión, ni los medios de comunicación actuales (sólo funcionaba el boca a boca o transmisión oral) mediante la cual algunas personas, algunas mayores y otras jóvenes, se ha preocupado de hacerla
14 | MAYO 2018 FEDERACIÓN VECINAL REY ORDOÑO
Los que los vivimos, cuando nos reuníamos con nuestros abuelos en las vacaciones de Navidad, nos acordamos mucho de aquellas reuniones invernales, cuando para ir a la casa de nuestros vecinos donde se celebraban, había que pasar entre senderos de nieve, que habían espalado los mayores y debajo de unos témpanos de hielo que colgaban de los tejados de las casas, que nosotros los pequeños llamábamos “chupiteles” nombre que era muy adecuado, pues cuando se desprendían los chupábamos y nos satisfacían mucho, tanto como los artificiales llamados “polos” que ahora compran los niños en los comercios de “chuches”. Pero esto era sólo el camino. Lo bueno empezaba después. Cuando los abuelitos empezaban a contar las historias de cuando iban de cacería y se encontraban en los montes de Pardomino, o la Forqueta, animales salvajes, tejones, lobos, y hasta osos. Nos impresionaban contándonos el miedo que pasaban si no se daban cuenta de su presencia hasta que los tenían muy cerca. Los pe-