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Cofradía de la Piedad en Santa Marina de León

Salve, nos muestras a Cristo-El Señor y el Amigo… (Del himno Akathistos a la Virgen, siglo VII)

La situación de depresión del siglo XVII español cuando se trata de la esfera política y social, que contrasta con una contemporánea religiosidad popular manifestada expresamente por el número de conventos, cofradías, dotaciones piadosas, construcción de ermitas y erección de humilladeros

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Cuando transcurran años o décadas y eruditos e historiadores recopilen la memoria de las cofradías actuales, sin duda indagarán sobre los motivos que alentaron su creación y la conservación de sus símbolos. Hoy se recurre a atribuirlos a cambios de mentalidad de la sociedad, transformación de creencias, evolución de gustos y estilos artísticos en su caso. El hecho de que las clasificadas como penitenciales se orientaran hacia un fin derivado de corrientes ascéticas (Cristo crucificado) las circunscribe a funciones de Semana Santa. Esta restricción cronológica y litúrgica no se manifiesta tan uniforme respecto a las múltiples advocaciones hacia su Madre: Dolorosa, Angustias, Soledad, Piedad, etc. La estabilidad que adquirieron las penitenciales a partir de las supresiones de fines del siglo XVIII, ha influido para que se haya consolidado dicha denominación.

Para comprender la trascendencia de unas y otras se las ha de valorar bajo el doble prisma de su proyección material y espiritual. Para este fin nos servimos de la titulada de la “Piedad y Ánimas del Santo Malvar”, una de tantas que se constituyeron durante su época de esplendor barroco y que hoy nos sirve casi como pieza arqueológica para constatar una singular devoción a la Virgen de la Piedad y a los pobres. Por otra parte, fue fundada en un entorno que no era parroquial propiamente, ni monástico como había sucedido con tantas otras que son bien conocidas para los lectores de esta revista. En efecto, cumplió una triple función: penitencial altruista implorando sufragios por los pobres, dar culto patronal a la Virgen de la Piedad y de colaborar en la obra de misericordia consistente en dar sepultura dignamente a los indigentes. Su proyección es más completa que la devocional del Rosario, (fundada en el convento de Santo Domingo por Catalina Pimentel en 1541) la de San José o cualquiera de las muchas parroquiales de ánimas surgidas en el mismo siglo XVII.

Es notoria la situación de depresión del siglo XVII español cuando se trata de la esfera política y social, que contrasta con una contemporánea religiosidad popular manifestada expresamente por el número de conventos, cofradías, dotaciones piadosas, construcción de ermitas y erección de humilladeros; en dicho siglo se canonizaron no menos de diez santos hispanos. El estado de nobleza, aunque decrépito, se manifiesta en ostentosos enterramientos lapidarios que solo encuentran parangón en el interior de los templos: “que la muerte de tantos fieles les acarrea cada día para fundaciones de aniversarios y capellanías” (Pedro Fernández de Navarrete, Conservación de monarquías y discursos políticos). La plebe ha de conformarse con una sepultura en el propio suelo del templo o del atrio y exterior. Quedaba excluida la clase más baja, los pobres, que no tienen quien pague sus exequias y sepultura; en este colectivo se fijó Pedro Villafañe, un clérigo que fundó esta cofradía de la Piedad en el año 1663 e instituyó una fundación de misas; seguramente tuvo vinculación con el Hospital de San Antonio, dado que éste era subsidiario de la Catedral. En el Hospital terminaba sus días el colectivo de desamparados, por lo que su cementerio acumulaba el mayor número de enterramientos de la ciudad; un gran contraste con el anejo convento de Dominicos, sede del ostentoso cenotafio del obispo Juan Quiñones de Guzmán. Sin embargo no se sustrajo nuestra cofradía a que el dictamen que se emitió para la aprobación de la segunda regla en 1763 >

fuera encargado a un dominico de Santo Domingo. Si detrás de muchas cofradías pudiera existir algún interés material como sugiere la cita de Navarrete, en este caso era inviable puesto que todos sus recursos materiales se ordenaban a favor de los pobres. El entorno del Hospital de San Antonio se convierte así en una paradoja de fundaciones de regulares, de la nobleza y del clero secular. No cuesta mucho probar que la cofradía surgió como paliativo del gran número de pobres y desvalidos que merodeaban la ciudad que encontraban amparo en los surtidores de limosnas que dimanaban de los conventos, sobre todo del de la Concepción, donaciones que provenían de la devoción a otra Piedad (Virgen del Camino) y del cabildo de la catedral; una parte de estas limosnas se repartían en el día de Jueves Santo. Este estado de pobreza y remedios ocasionales nos lo confirman multitud de documentos y varias fuentes literarias de la época, la Pícara Justina, entre otras. La fecha de fundación de la cofradía coincidía prácticamente con la muerte del fundador de la obra más universal en favor de los pobres, San Vicente de Paúl, cuyo 4º centenario se ha celebrado el pasado 2017. No descartamos que fuera el mismo carisma vicenciano de la “caridad organizada” y del “servicio corporal y espiritual a los pobres” el que inspirara a nuestro fundador Pedro Villafañe; por supuesto, incluir también a la Madre de Dios como patrona y abogada.

El nacimiento de otras cofradías en el siglo XVII está avalado también por la particular corriente de devoción a la Virgen para promover la declaración del dogma de su Concepción. Tema debatido desde la Edad Media entre Dominicos y Franciscanos, en el que tomaban parte y partido tanto eclesiásticos, pueblo, monarcas... Solícito se mostró Felipe IV, pues en tiempo de su antecesor y padre se había nombrado una Real Junta para la promoción de la definición en Roma. Su devoción a la Virgen le llevó a ordenar en una carta dirigida al cabildo de la Catedral de León (27-XI-1655) que se celebrara una nueva festividad con el título de Patrocinio de la Virgen, para “remediar los males que aflijen a la patria”. Hasta un año después no sería aprobado su culto por el papa, cumpliéndose una vez más el refrán aplicado a los papistas. Un patrocinio para el cuerpo y para el alma era el que promovía la Cofradía de la Piedad.

Un mapa del estado de pobreza se manifiesta por la cantidad de limosnas a que aludimos que repartían conventos y cabildos, o la saca de limosnas que se hacía en la diócesis en favor del Hospital de San Antonio. Exponemos un testimonio como prueba. El mismo año 1663, fecha de la fundación de la Cofradía, el Rey eximía al lugar de Palanquinos de pagar el impuesto de milicias, con el fin de que sus vecinos pudieran remediar con sus limosnas a los pobres peregrinos del Hospital de San Antonio. (Palanquinos era señorío del cabildo). Creemos que poco tendrían que imitar las instituciones caritativas del siglo XVII de sus equivalentes y solidarias actuales.

Subrayamos el enfoque caritativo de nuestra Cofradía por lo que significaba de compromiso ineludible que no se producía en el caso de la limosnería circunstancial. Práctica que se documenta desde el siglo X de forma individual a través de donaciones en vida o para después de la muerte en favor de los calificados como “pauperes Christi”, (pobres de Cristo), desamparados en vida y después de la muerte. Sabemos de otras cofradías que practicaban la solidaridad distribuyendo alimentos a los pobres. Pero ésta es digna de mención pues ninguna atendía a una obra de misericordia tan necesaria y altruista.

La advocación, de la Piedad y Ánimas y Santo Malvar, diferencia claramente las dos acepciones de devoción a la Piedad y socorro de pobres. La regla de la Cofradía insiste en ambos aspectos, pero subraya el primero que en la introducción de su Regla dice que se “nombra por patrona a Nuestra Señora Santa Madre de Dios y de la Piedad y Socorro… por intercesión de la muerte y pasión de su preciosísimo Hijo y por los dolores que al pie de la Cruz la atormentaron en verle padecer… seamos socorridos en esta vida…” (cláusula más “pasional” no es posible). Sin duda que el fundador estaba tocado por su devoción a la Piedad. Al nombre de María se habían sumado multitud de epítetos. Los cultos primitivos procedentes de Oriente trasmitieron las primeras devociones datadas desde el siglo VII que se convirtieron a lo largo del tiempo en no menos de veinte fiestas teológicas en occidente. Entre las numerosas invocaciones agregadas a la de la Virgen, sin duda que ha sido de las más aceptadas.

La devoción popular y el arte habían creado un muestrario de tipos iconográficos de tallas que actualmente se muestran como una verdadera galería de imágenes románicas que para nosotros representan el precedente testimonio de la devoción a la Virgen de nuestros antepasados. Son las imágenes de lazeotocos, (madre de Dios) mostrándonos al Hijo en diversas actitudes durante el siglo XII al XV. Desde el siglo XII las devociones a María se difundieron profusamente gracias a la Orden de los Servitas, fundada en 1233. Tuvo la particularidad esta Orden de promover inicialmente la devoción de los Siete Dolores de María afín a la de la Piedad. Como es sabido a León llegó únicamente bajo la forma de cofradía de los Siete Dolores en el año 1793. Hay dos aspectos que aproximan su devoción e iconografía con nuestra Cofradía: Que se denominara también como congregación de la buena muerte y que la titular en Santa Nonia fuera “una imagen que represente el sexto dolor, que no llevaba las siete espadas, por lo que se hizo pintar una en un estandarte”, para representar exclusivamente la Piedad. Consta por documentos que la Cofradía de Santa Marina también organizaba actos de culto de los siete viernes en el siglo XIX.

La devoción a la Virgen de la Piedad surgió y se extendió desde el norte de Alemania, centro de varios movimientos místicos desde la baja Edad Media. La evolución de varios arquetipos a lo largo delos siglos XIV y XV bajo esquemas de una Piedad que, cristalizó en el conocido

prototipo de la Madre sujetando al Hijo muerto (Virgen del Camino) en posición diagonal. Basándose en las posturas del grupo y sus características se ofrecen diversas clasificaciones por los estudiosos de la historia del Arte. Situación del Hijo, de su tronco y extremidades, así como la compostura de la Madre, gestos y semblantes de ambos, etc. Algunos detalles se apartan del canon primitivo europeo, son los que la piedad popular y artistas resaltaban para fomentar mayor devoción y exaltación de los sentimientos religiosos a partir de la proliferación de tallas y lienzos la época barroca.

La imagen convencional de esta cofradía cumple con el canon descrito. Nos presenta a una madre con un semblante dolorido, sujetando al Hijo sobre sus rodillas, su semblante lloroso refleja la serenidad que dejan los momentos superados de un dolor extremo. Tal vez el autor quisiera representar, a pesar del momento, el estado de conciencia de haber terminado con su misión trascendente de la entrega total del Hijo. Contrasta, pues, con otras tallas, con facciones y rasgos más dramáticos o angustiosos. Por los mismos años (1669) B. E. Murillo brindaba a los hermanos de la semana santa sevillana unos rostros más tiernos de la Piedad.

Sin dejarse llevar por descripciones tópicas, tal vez sea aconsejable admirar y comparar las facturas de la Piedad con las románicas citadas. Ellas nos presentan el doble misterio de la existencia humana. Por sí solas este centenar y medio que de cada una se conocen (románicas y Piedad) en la diócesis nos pueden sugerir tantas reflexiones como las más refinadas elucubraciones. En el primer caso, un Niño que es sostenido en el regazo de la Madre, sobre una rodilla, que, dialoga, sonríe, juega y llega a ponerse en pie. En la segunda colección, otra serie de modelos representan el máximo dolor y silencio que expresa el Hijo muerto en brazos de la Madre.

Siempre estuvo situada en la iglesia del Hospital de San Antonio, hasta su traslado a la parroquia de Santa Marina. La toponimia ha conservado la memoria del cementerio del Hospital o malvar en la calle de Arco de Ánimas. La abertura de un pasaje en la muralla hacia la calle de Burgo Nuevo habilitó este pasadizo desde el siglo XIV (junto con otras seis entradas correspondientes al ensanche de la nueva muralla). Este arco se conoció también como del Peso por estar situado en el exterior uno de los de la ciudad inmediato al mismo. Antiguamente se denominó también rinconada de San Marcelo, aunque prevaleció de Arco de Ánimas; en el plano de J. Pérez de Rozas de 1889 el espacio figura como Plaza de las Ánimas. La placa instalada recientemente con motivo de la restauración de la imagen, recuerda a los leoneses este enclave en memoria de la Cofradía. Sin duda sería la travesía más miedosa para niños y no tanto, al tener que atravesarla de noche y encontrarse con los solicitantes de la saca de la Cofradía, acompañados con esquilas y faroles en el entorno del camposanto malvar. Plazuela o pasaje, ha servido de itinerario a cortejos procesionales a lo largo de los siglos, que este año renueva la cofradía del Dulce Nombre de Jesús.

La reciente restauración de la talla de esta imagen de la Piedad por la Cofradía titular nos sirve de ocasión para hacer esta presentación a todas las cofradías y que la misma quede vinculada a la devoción que viene recibiendo hace más de trescientos cincuenta años. Sita actualmente en la iglesia de Santa Marina, desde que en 1922 fuera trasladada con motivo de la demolición del Hospital de San Antonio, un retablo único dedicado a exaltar la Cruz y un Cristo de Burgos conforman con esta talla de la Piedad un triforio pasional en la parroquia. No dudamos que será una invitada para integrar el retablo virtual de las que componen los desfiles; de hecho, la Cofradía está hermanada con la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo.

No nos hemos propuesto plasmar la historia de esta Cofradía sino divulgar sus fines y afinidad con las penitenciales. Además de los antecedentes apuntados se han de añadir la comunidad de emblemas: una cruz de metal, dos cruces de madera, una de factura singular, creemos que ambas fueron las procesionales y contemporáneas a la fundación; el bajorrelieve de la Piedad en las varas. Al haber dispuesto en el malvar de un espacio para enterrar a los pobres y el haberle dotado la Cofradía de una capilla y cruz propias, fue motivo para que en 1838, casi tres décadas después de trasladarse el cementerio al emplazamiento de la carretera de Asturias, el Ayuntamiento solicitara a la cofradía dicha “cruz grande de piedra, para disponer de un emblema apropiado”. Suponemos que desapareció durante el período que duró el traslado al actual cementerio. Sus desfiles procesionales para los entierros se acompañaban de toque de campana y atuendo luctuoso, incluido sombrero de los hermanos. El hermanamiento que tenía pactado con la capilla de música de la Catedral, la permitía estar provista a un nivel superior que otras cofradías; por su parte, alquilaba a las parroquias de la ciudad su colección de tafetanes.

Sarita ÁLVAREZ VALLADARES

Bibliografía consultada:

t. Burón castro, Cofradía de la Piedad y Ánimas del Santo Malvar, León, 2002. M. góMez rascón, Iconografía de la Piedad en la diócesis de León, León, 2006.

Cofradía Santo Cristo de la Bienaventuranza

HISTORIA

Esta Cofradía nace por la inquietud de los jóvenes de la parroquia de San Claudio que, en 1991, junto con D. Carmelo Rodríguez del Cueto, párroco de esta iglesia, crearon la Cofradía del Santo Cristo de la Bienaventuranza.

Sus estatutos fueron aprobados el 8 de junio de 1992. Desde su fundación procesiona en la mañana del Jueves Santo, siendo un momento destacado del cortejo cuando los braceros levantan el paso con los brazos al grito de “al cielo”. • La Piedad. Ricardo Flecha. 1998.

• La Santa Cruz. Ángel de la Pasión.

Ricardo Flecha 1999 • Virgen de la Pasión.

José Luis Casanova. 2001.

• Nuestro Señor Jesús Nazareno.

José Luis Casanova. 2005.

• María Santísima de la Misericordia.

Ana Rey y Ángel Pantoja. 2015

Año de fundación:

1992

Abad:

Juan Carlos González Marcos

Templo:

Parroquia de San Claudio

Hermanos: 800

Indumentaria: Túnica negra como signo de luto y capillo y bocamangas azul celeste, signos de la bienaventuranza. Los miembros de la Junta de Seises llevan capa de raso y capillo de terciopelo azul celeste.

Emblema: Un doble círculo, signo de plenitud, sobre fondo azul celeste y dentro una cruz iluminada con dos ánforas, ya que, como dice el Evangelio, “vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo”.

IMAGINERÍA

• Santo Cristo de la Bienaventuranza.

José Luis Casanova. 2004.

PROCESIONES

CONDICIONES DE ADMISIÓN

Cristianos/as bautizados, avalados por dos hermanos con un año de antigüedad. •••

• Sábado de Pasión:

Via Crucis Procesional por las calles de San

Claudio.

• Jueves Santo:

Procesión de las

Bienaventuranzas.

Cofradía Santo Cristo del Desenclavo

La Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo nace el 3 de julio de 1992, obteniendo la aprobación de sus Estatutos por parte del Obispado, el 31 de julio del mismo año, quedando fijada su sede canónica en la parroquia de Santa Marina la Real.

La primera Junta de Seises, elegida de forma totalmente democrática entre todos los hermanos y hermanas, tomará posesión de sus cargos coincidiendo con el segundo domingo del mes de noviembre de 1992, quedando fijado ese día como Fiesta Oficial de la Cofradía.

ACTOS PRINCIPALES

Los actos propios de la Semana Santa, dan comienzo el fin de semana anterior al Viernes de Dolores, donde se realiza la Cena de Hermandad, en la cual se presenta de forma oficial a la persona que se encargará de mantener la Ronda Lírico-pasional de ese año, a la vez que se le impone la insignia de oro de la Cofradía.

Durante el Domingo de Ramos, la Cofradía del Desenclavo participa por un lado junto a la parroquia de Santa Marina la Real en la Procesión de las Palmas por las calles de su Barrio y por otro hará lo mismo en la localidad de la Estación de Matallana de Torío.

El Miércoles Santo, gracias a la colaboración existente con la Asociación Vecinal “Mariano Andrés”, durante los últimos años se ha venido desarrollando un Concierto de música sacra, previo a la salida de la Ronda Lírico Pasional “Luis Pastrana Giménez”. Ésta, supone un recorrido por las calles del Barrio de Santa Marina la Real para ir realizando una serie de paradas ante enclaves de especial trascendencia para el Mantenedor, en los cuales se realizan breves alocuciones. Este año 2018 tiene una especial relevancia para la Ronda, puesto que cumple su 25ª Edición.

El Jueves Santo gira en torno a 3 Actos cuyo hilo conductor es la procesión que sale del patio del Colegio Leonés: el Oficio de Tinieblas, en la Iglesia de Santa Marina la Real, la Ceremonia del Desagravio, con el depósito de las 30 monedas de la traición de Judas en el interior del Convento de la Santa Cruz y el Enclavamiento de Cristo, único acto privado de la Cofradía y que será en el interior de su sede parroquial al finalizar la procesión de Las Tinieblas y el Santo Cristo de las Injurias.

Año de fundación

1992

Hermano mayor

Javier García Argüello

Sede

Parroquia de Santa Marina la Real

El Acto del Desenclavo es la esencia de la Cofradía y se celebra en la tarde del Sábado Santo en el transcurso de su procesión titular, delante de la Puerta del Perdón de la Basílica de San Isidoro, mientras las Hermanas entonan el Canto de las Llagas. Durante el año 2018, la imagen mariana de la Virgen del Desconsuelo que cierra dicha procesión, cumple sus dos décadas dentro de la Cofradía.

Además, el Desenclavo permanece hermanado desde 1999 con la Cofradía de la Santa Veracruz y Confalón, de Astorga, por ser coincidentes en la realización del Acto del Desenclavo. Ambas penitenciales participan en las procesiones titulares que organizan, que en el caso de Astorga, se realiza el Viernes Santo.

Además la Cofradía del Desenclavo ha ido incorporando nuevos actos a lo largo de los años como son los Triduos a sus imágenes marianas o la colaboración en la organización de las fiestas patronales de la parroquia.

IMAGINERÍA Hermanas y Hermanos

550

Emblema

Óvalo que circunscribe una cruz vacía con sudario. Sobre ella se dispone una Corona Real, que simboliza su sede parroquial y a los pies de la cruz se colocan tres clavos en forma trebolada.

Indumentaria

Túnica lisa de sarga, púrpura con bocamangas y capirote negros, del mismo tejido, y cíngulo negro con las caídas a la izquierda. El emblema aparece en el centro del babero. Camisa blanca y guantes, pantalón, calcetines y zapato bajo negros.

Santo Cristo del Desenclavo (Crucificado y Yacente).

Manuel López Bécker. 2000.

Nuestra Madre María Santísima del Desconsuelo.

Jesús Azcoitia. 1998.

Santo Cristo de las Injurias.

Amancio González, 1995.

María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad.

Pablo Lanchares. 2013.

Piedad de las Ventas.

Obra de los Talleres de Olot. Primer tercio del siglo XX. (cedida por la parroquia de San José de las Ventas). •••

PROCESIONES

• Miércoles Santo: Ronda

Lírico-Pasional “Luis

Pastrana Giménez”. • Jueves Santo: Procesión de las Tinieblas y el Santo

Cristo de las Injurias. • Sábado Santo: Procesión del Santo Cristo del

Desenclavo.

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