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Ley de protección animal. ¡Todos a la calle

La Ley de Bienestar Animal

¡Todos a la calle!

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Aunque parezca mentira, y a las puertas del 20M, en el mundo rural seguimos dando explicaciones, buscando justi car lo que somos o lo que hacemos, consecuencia de una educación que distorsiona banalmente la naturaleza en su aportación a los valores de un país, educación necesaria, que el poder mancilla en los valores que nos caracteriza a los usuarios del medio.

Nos están aplastando con una avalancha de normas nunca vista. Cambiar el modelo social de un día para otro se antoja más un castigo que una necesidad y el Sanchismo paga deudas sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, tanto les da. Practican una política suave, de guante blanco, de gestos buenistas, identitarios y dominantes, presumen de dominar la calle y cuentan con un activismo poderoso que medra subvencionado. Política piramidal experta en medios de comunicación y marketing, medias verdades con gesto dulce, vamos, de manual. Si ejercer el poder es decidir, el poder actual no deja opciones a nadie, ni de pensar, ni de expresión, solo a lo que ellos les parezca correcto, ser ciudadano pasivo es un estado normal en estos tiempos, el siguiente es el de súbdito bajo el cetro de un solo monarca, eso sí, republicano, paso que daremos con la misma velocidad que transcurre una carrera de galgos.

NOS MULTAN Y NOS FRÍEN

Si no oponemos su razón con demostración y votos, difícil desalojar a quien tanto nos odia. El poder aumentara con inquina las posibles causas sancionadoras, nos multarán por motivos nimios, igual que nos fríen a impuestos, nos cobran peajes por condición, nos sancionan porque tenemos mucho que perder, te dicen cómo pensar, cuál debe ser el género de nuestros hijos, que ofrezcamos la otra mejilla y seamos sumisos, que aguantemos resignados la invasión de hogares y haciendas, que castremos mascotas… y ante estas mandangas y los cuatro desgraciados que les dan cobertura, nadie, excepto el rural, es capaz de cantarles las cuarenta. Ya sabemos que el miedo aborrega y con esta condición, pocas opciones quedan para enfrentar la injusticia. Pero, señores, es que esta Ley disfrazada como tantas de avance social, es un atropello real a las libertades más antiguas y arraigadas de la sociedad, que elimina la posesión e interrelación con animales bajo la tutela de la policía político-social del animalismo. Incumplir normas es fácil si perteneces a un grupo social protegido del gobierno, pero el común de los mortales siempre tiene algo que perder y aquí se agarran como garrapatas e inventan instrumentos como esta nueva Ley, la de Bienestar animal, sacada en un contexto de colegas, y no nos extrañe que estos se crezcan y sigan por la tangente pidiendo aumentar las penas del código penal, todo está de la mano de quien venda el alma al diablo del político con ambición.

DERECHO A DEFENDERNOS

No nos dejan opciones, el derecho a defendernos, por los supuestos que nos atribuyen, sin embargo es nuestro deber. Una minoría politizada animalista y antisocial no puede enfrentarnos sin que esto se transforme en un juego mortal de consecuencias imposibles de predecir. Es de necios creer que no se atreverán, que no serán capaces y muy peligroso para nuestro futuro. La revolución y las masas siempre las han manejado con eficacia los intolerantes, han practicado y transformado el concepto de Ley de muchos pueblos convirtiendo en tiranía las conquistas sociales ganadas. Son tantas y tan abundantes las fórmulas legales que nos cuelan que, si quieren, nos puede acarrear con sus disparates un daño irreversible, cualquier cualidad que proporcionen los animales o beneficios de sus productos será un peligro sancionable, motivo de desdicha y de reacciones en cadena imprevisibles in aeternum. ¿Tanto hemos cambiado? Antes, en el código de vida, influía la religión, y está en la conducta social la idea del pecado, que es asimilable a las nuevas doctrinas del animalismo: antes, eras malo y por tanto ofendías a familia, sociedad y a Dios. En estos tiempos, hay un nuevo código y minorías antisociales, se han instalado –infiltrado, diría yo– en todos los resortes del estado influyendo decisivamente en el bien y moralidad de los súbditos. Están consiguiendo que los que tenemos animales, o interactuamos con ellos, seamos como una ofensa a la sociedad, por no calificarlo con adjetivos de mayor calado y, hasta ven con buenos ojos, gracias a una excelente campaña de publicidad, imponernos la esterilización, no cazar, ni pescar, no montar a caballo, ni consumir carne, no a la venta de animales, ni a la cría, caza… granjas, toros, canarios, ¡todo es pecado! ¡Penitencia de cuatro ceros para arriba por el bien de una sociedad encadenada! Nos servimos de los animales y, de no hacerlo, inevitablemente traerá graves consecuencias, Física cuántica que no puede predecir las consecuencias, ni cuando ocurrirán, el más tonto de los tontos, decide las reglas y al que mayores disparates se le ocurra, las leyes.

20-M

Todos intentamos poner remedio entre la contradicción de un modelo de sociedad exigente y el empleo de energía y materias primas finitas, de las que no podemos prescindir actualmente. Las opiniones pacifistas sobre el amor a los animales y al planeta, la paz universal, el trato con los seres sintientes humanos y animales está bien considerado, pero nadie prescinde de sus productos. Con gobernantes normales estaríamos hablando más y mejor de recursos renovables, las prácticas agrícolas y ganaderas tradicionales, la caza y la pesca éticas y sostenibles, la conservación territorial. Para muchos de nosotros, la caza es nuestra seña de identidad, nuestra razón de ser… no la prohíben de golpe, pero sí de facto, los siglos nos modelaron el carácter y la libertad individual, cazando comenzamos a escribir la historia del planeta y aún no hemos terminado todos los capítulos. No podemos permitirnos ser objeto del pesimismo y la inoperancia, para ser consecuentes tenemos que pasar a la protesta activa y el 20 M es un primer paso, al que deben seguir muchos otros. Está de moda culpar de los males planetarios a todo el rural, empieza a ser un mantra que, a fuerza de repetirse, se lo creen los ignorantes. Nuestra nación está siendo objeto de laboratorio del trato y complejidad del sector primario con las apetencias urbanas y un sector industrial que quiere dominar la producción de alimentos, no se puede permitir que todas las actividades que cubren las necesidades más esenciales de la población siempre estén en entredicho, avanzar como sociedad pasa por tener resueltas las necesidades diarias. Cuando el campo este yermo, abandonado y no tenga valor, cuando con la estupidez que da la ignorancia, los imbéciles nos obliguen a desprendernos de los animales, abandonar la tierra y que los productos imprescindibles para la vida tengan que ser importados, será tarde, ya no será posible repoblar el campo con personas habituada a las comodidades de las ciudades y el abandono y la ruina de los pueblos será un hecho irreversible: el rural será propiedad de grandes grupos económicos, de magnates y acaparadores de alimentos patentados y certificados. ¡Total, qué más da! Si con el mal de muchos, la ignorancia de unos y los sobor-

“Para muchos de nosotros, la caza es nuestra seña de identidad, nuestra razón de ser… no la prohíben de golpe, pero sí de facto, los siglos nos modelaron el carácter y la libertad individual, cazando comenzamos a escribir la historia del planeta y aún no hemos terminado todos los capítulos”

nos de otros… se consuelen los tontos.

Felipe Vegue Contreras

Presidente Oficina Nacional de la Caza Presidente ARRECAL

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