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CAMINANDO VOY El olivo

~Caminando voy~

El � ivo

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Por Paqui Pérez

De tu fruto sale el oro líquido de nuestra tierra mediterránea. Cuando te veo en los jardines con tu copa podada y tu tronco retorcido indicándome la larga historia de tu vida, no puedo evitar pararme para admirar tu gran belleza callada y oculta en el interior de todas esas rugosidades que el tiempo se ha encargado de hacer su labor pero al mismo tiempo visible para ser contemplada.

Cuántos inviernos soportando las inclemencias de la lluvia, el viento, la nieve junto con la escarcha mañanera, las tormentas con sus rayos, y tú temiendo que alguno se posase en tus elevadas ramas. Han sido muchos los días que has sido apaleado para arrancarte de tus entrañas las aceitunas ya negras rezumando aceite.

Has sido testigo de conversaciones que te las han arrancado en las distintas épocas de tu anciana existencia. En los primeros años de tu menudo y tierno tronco cimbreante, me imagino que temblarías, cuando en la camada paralela sentías los golpes del vareo de unos hombres rudos, pero al mismo tiempo afanosos por cumplir su tarea para ganarse el sustento y alimentar a la prole.

Pasado esto, llegarían otros momentos de dolor, cuando cogían el hacha para acicalar tu cuerpo y se fuese robusteciendo cortando las ramas más débiles, que se llaman “chupones”. Te caracterizas por tener un tronco revestido de dureza pero con un interior lleno de savia y ternura; a través de ti se podrían escuchar los sonidos de las guerras, el odio de los hombres entre sí y las risas de la paz. escuchas el silencio, agudizas el oído pero no sirve de nada, porque nada se escucha; impaciente te preguntas: “¿Dónde están todos?”. Sigue el silencio, pasan los días y a unas horas determinadas sólo se escuchan aplausos que se van prolongando demasiados días, hasta que de nuevo se comienzan a escuchar algunas voces, pero como si tuviesen miedo, ahogando el dolor y la tristeza de lo que le está pasando a toda la humanidad.

Las voces no las reconoces, es como si las personas tuvieran sus bocas tapadas, nunca a lo largo de tus cientos de años has sentido el miedo de la humanidad tal cual lo percibes ahora.

Por ello, mi gran viejo amigo Olivo, voy a aclararte tu estado de incertidumbre; se trata de la expansión de un virus que se llama COVID-19, la nueva enfermedad de esta era.

Actualmente, estamos en la desescalada tras un periodo de estado de alarma, se acabaron los tan preciados abrazos, las fi estas de los pueblos, los viajes sin miedo. Ahora todo son salidas tomando precauciones, y si alguien tose a tu vera, rápidamente vas a desinfectarte; eso es lo que nos pasa querido Olivo.

Creo que estamos cambiando de civilización, y estamos tan dentro que casi ni nos damos cuenta de la importancia de vivir estos acontecimientos de dudas, sufrimiento y miedo a lo desconocido, pero te digo una cosa: “Por muy larga que sea la noche siempre amanece”.

Ahora en tu nuevo emplazamiento rodeado de jardines y parques infantiles, te estás acostumbrando a sentir las alegres risas de los niños correteando muy cerca de ti, siempre alegres. Y de la noche a la mañana sólo ¡Rezo porque todo vuelva a la normalidad querido Olivo!.

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