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Un amigo camarero

Un amigo cam� er o

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Cada edad se corresponde con la necesidad de tener amigos distintos. Un pediatra se echa de menos cuando nuestros hijos son pequeños. También un amigo mecánico con nuestro primer coche. No estaría de más un amigo abogado en ciertos momentos. Y con la edad más tardía un amigo técnico en prótesis dentales. Sin embargo un amigo camarero es tener un lujo a cualquier edad. Por supuesto que uno de los de antes, vamos de los de toda la vida.

Este personaje del que hablo es el camarero que sirve para todo; te guarda las llaves, te comprende cuando le dices que este año te han vuelto a birlar el premio Planeta, permanece impasible escuchándote cuando le cuentas la mili cien veces. Un auténtico profesional que lo mismo te tiene la copa fría de la cerveza, que te pregunta por la suegra cuando te ve mala cara. Un lujo.

Son tipos que charlan lo justo y nunca murmuran, escuchan con atención todo lo que le dices y callan como una tumba. Actúan igual que una madre que nada más verte la cara ya saben si necesitas un Gin-tonic o una infusión de manzanilla.

El buen camarero y su bar son lo más parecido a la consulta de un siquiatra y su diván. Un lugar en el que te sientas en un taburete después de un mal día, aparece un tipo con un trapo al hombro que le pasa una bayeta húmeda al mostrador y se acerca hasta tu oído para susurrarte: «Qué, hoy estás jodido» y sin más dilación te sirve tu bebida preferida.

La signifi cación de un buen camarero no solo afecta a la amistad, el ocio, las tapas o el deporte, sino también al sexo. Y a veces a todas las cosas a la vez. Cuentan de Di Stéfano que cuando jugaba el Real Madrid en casa, al terminar el partido acostumbraba a llevar a sus conquistas al mismo hotel. Pero solo porque allí tenía un amigo camarero, uno de esos hombres dispuestos a cualquier cosa para atender a su cliente a la más mínima señal. Sin este hombre las noches de alcohol y lujuria no habrían sido las mismas.

La misión de este hombre consistía esencialmente en llamar a la puerta de la habitación dos horas después de haber sido ocupada por la pareja, dejaba una bandeja en la mesita con cerveza y medias noches y se llevaba a la acompañante hasta el taxi que le había preparado en la puerta. Asunto liquidado y hasta la próxima semana.

Cuando llegó a oídos del presidente, don Santiago Bernabéu le reprochó la vida nocturna que llevaba, a lo que el jugador le contestó: «marcar goles es como hacer el amor, todo el mundo sabe cómo se hace, pero ninguno lo hace como yo, por eso tengo que entrenarme». Lo cierto es que aquel año la liga la ganó el camarero.

Nono Villalta

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