Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino.
A vueltas con el teatro
E
n los albores del siglo XX el invento de los Lumière hizo que muchos vaticinaran la muerte del teatro a más corto o más largo plazo. Hoy, un siglo después, parafraseando a Zorrilla, podemos decir aquello de “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”. No sólo no murió, sino que el cine, en sus primeros tiempos, hasta que se afianzó el lenguaje propio creado por los Griffith, los Vertov, los Pudovkin, los Eisenstein…, fue un mero reproductor servil del teatro. Ahí están las ingenuas películas de un Meliès, para quien el cine sólo era un medio de crear trucos teatrales imposibles. Ahí están los “films d’art”, teatro filmado, con los que se pretendía dotar de seriedad y empaque a un invento que, en sus principios, estaba reducido a ser entretenimiento de barraca de feria. Es más: el teatro ha sido y sigue siendo materia prima de no pocas películas que, en no pocas ocasiones, se han
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limitado a respetar la estructura de la obra teatral previa, intercalando algún que otro plano de exteriores por aquello de “dar aire” a lo filmado. No demasiados cineastas han logrado hacer en sus adaptaciones teatrales al cine lo que han hecho con Shakespeare un Welles, un Olivier, un Zeffirelli o un Branagh, por citar algunos eximios ejemplos. Con la televisión hubo también quienes, osadamente, vaticinaron la muerte, esta vez, del cine, dejando en paz al teatro. Nunca faltan quienes confunden lenguajes con sistemas de reproducción. Y no es que los sistemas de reproducción no influyan en el lenguaje, pero no hasta el punto de sustituirlo. En esta era digital, que nos permite ver una película en un teléfono, el lenguaje creado por los pioneros que citaba al principio de este artículo sigue siendo substancialmente el mismo, por más que los efectos especiales creados digitalmente sean portentosos. No obstante, encontrar en el cine actual un plano-secuencia es casi
imposible: la inmensa mayoría de las películas actuales contienen un sinfín de planos de escasísima duración, lo que hace que la tarea del montaje o, como ahora se dice, de la edición sea importantísima. El primer plano o el plano de detalle, que en el cine clásico constituían un reducido porcentaje del total de planos de la película, se han convertido en la actualidad casi en la norma. Pero volvamos al teatro. La televisión lo potenció. Y no me estoy refiriendo al hecho de que las cadenas programaran espacios como aquel “Estudio 1” de TVE, tan añorado por la gente del teatro. Me refiero al hecho de que las cámaras pueden retransmitir en directo una ópera, un concierto o un espectáculo teatral. Otra cosa es que lo hagan: audiencias mandan. A día de hoy, un hecho incuestionable es que el teatro, a diferencia de lo que ocurría en tiempos de >
FERIA Y FIESTAS DEL 28 DE AGOSTO AL 3 DE SEPTIEMBRE DE 2018