10 minute read

Miajadas, 1972

–No temas, hija –repuso san Jorge–; cuéntame lo que te pasa y dime qué hace allí aquel grupo de gente que parece estar asistiendo a algún espectáculo.

–Paréceme, piadoso joven –le dijo la doncella–, que tienes un corazón magnánimo. Pero, ¿es que deseas morir conmigo? ¡Hazme caso y huye cuanto antes!

Advertisement

El santo insistió:

–No me moveré de aquí hasta que no me hayas contado lo que te sucede.

La muchacha le explicó su caso y, cuando terminó su relato, Jorge le dijo:

–¡Hija, no tengas miedo! En el nombre de Cristo, yo te ayudaré.

–¡Gracias, valeroso soldado! –replicó ella–, pero te repito que te pongas inmediatamente a salvo si no quieres perecer conmigo. No podrás librarme de la muerte que me espera, porque si lo intentaras, morirías tú también; ya que yo no tengo remedio, sálvate tú.

Durante el diálogo precedente, el dragón sacó la cabeza de debajo de las aguas, nadó hasta la orilla del lago, salió a tierra y empezó a avanzar hacia ellos. Entonces la doncella, al ver que el monstruo se acercaba, aterrorizada, gritó a Jorge:

–¡Huye!, ¡huye a toda prisa, buen hombre!

Jorge, de un salto, se acomodó en su caballo, se santiguó, se encomendó a Dios, enristró su lanza y, haciéndola vibrar en el aire y espoleando a su cabalgadura, se dirigió hacia la bestia a toda carrera y, cuando la tuvo a su alcance, hundió en su cuerpo el arma y la hirió. Acto seguido, echó pie a tierra y dijo a la joven:

–Quítate el cinturón y sujeta con él al monstruo por el pescuezo. No temas, hija; haz lo que te digo.

Una vez que la joven hubo amarrado al dragón de la manera que Jorge le dijo, tomó el extremo del ceñidor como si fuera un ramal y comenzó a caminar hacia la ciudad llevando tras de sí al dragón que la seguía como si fuese un perrillo faldero. Cuando llegó a la puerta de la muralla, el público que allí estaba congregado, al ver que la doncella traía a la bestia, comenzó a huir hacia los montes dando gritos y diciendo:

–¡Ay de nosotros! ¡Ahora sí que pereceremos todos sin remedio!

San Jorge trató de detenerlos y de tranquilizarlos. –¡No tengáis miedo! –les decía–. Dios me ha traído hasta esta ciudad para libraros de este monstruo. ¡Creed en Cristo y bautizaos! ¡Ya veréis cómo yo mato a esta bestia en cuanto todos hayáis recibido el bautismo!

Rey y pueblo se convirtieron y, cuando todos los habitantes de la ciudad hubieron recibido el bautismo, San Jorge, en presencia de la multitud, desenvainó su espada y con ella dio muerte al dragón, cuyo cuerpo, arrastrado por cuatro parejas de bueyes, fue sacado de la población amurallada y llevado hasta un campo muy extenso que había a considerable distancia.

Veinte mil hombres se bautizaron en aquella ocasión. El rey, agradecido, hizo construir una iglesia enorme, dedicada a Santa María y a San Jorge. Por cierto, al pie del altar de la citada iglesia comenzó a manar una fuente muy abundante de un agua tan milagrosa que cuantos enfermos bebían de ella quedaban curados de cualquier dolencia que les aquejase.

Igualmente, el rey ofreció a Jorge una inmensa cantidad de dinero que el santo no aceptó, aunque sí rogó al monarca que distribuyese la fabulosa suma entre los pobres. •

San Jorge y el dragón

Hoy, el 23 de abril sigue siendo festivo en Cáceres, una ciudad que se engalana la noche del día anterior, cada 22 de abril, para escenificar en su Plaza Mayor la lucha entre moros y cristianos, y la batalla de San Jorge con el dragón, cuya figura es quemada como símbolo del fuego que arrasó la ciudad la noche de su conquista.

Miajadas, 1972

Plaza de España.

Hace 50 años, la realidad era distinta a la de ahora. Por eso, para entender el cómo y el porqué de las cosas, habría que ponerse en el contexto de entonces, cuando no solo Miajadas, toda España vivía los últimos años de una dictadura que empezaba a dar sus últimos estertores, cuando se atisbaban unos cambios que ya serían irreversibles, porque gran parte de la sociedad española ansiaba un mayor bienestar económico. Eran tiempos también de aperturismo de nuevas corrientes, estilos y modos de vida.

En Miajadas, la primera noticia relevante de 1972 se produce cuando, a principios de año, el último día de enero, el Ayuntamiento cede, gratuitamente y en propiedad, al obispado de Plasencia, una hectárea de terreno de los bienes propios, que se segregará de la finca “El Ejido”, con destino a la construcción, en un plazo máximo de cinco años, de un asilo o residencia de ancianos, con la obligación de mantenerlo en servicio durante los treinta años siguientes. En diciembre se completa el expediente para su construcción y es enviado a la Dirección General de Administración Local del Ministerio de la Gobernación. Para su ubicación, el Ayuntamiento eligió una parcela, cuya valoración pericial ascendía a 300.000 pesetas, situada en el margen derecho de la carretera Nacional V ‘Madrid-Lisboa’, dirección a Portugal; lindaba al norte con el Camino de la Viñas, al sur con la citada carretera, al este con el entonces Colegio ‘Nuestra Señora de Covadonga’ (hoy, I.E.S. ‘Gonzalo Torrente Ballester’) y finca de la que se segregaba, y al oeste con el camino a Almoharín. Fue el principio de la que hoy es una feliz realidad, la Residencia de Mayores ‘San Martín de Porres’.

También el 31 de enero, el Pleno del Ayuntamiento, presidido por el alcalde Francisco Cassillas Íñiguez y asistido por el secretario municipal, Arturo Familiar Sánchez, aprobaba el presupuesto de gastos e ingresos para esa anualidad: 8.280.215 pesetas.

Seguía preocupando en Miajadas el abastecimiento del agua. En 1971 se había producido una disminución del caudal del pozo de captación de ‘Los Canchales’, que fue paliada por la Confederación Hidrográfica del Guadiana con la concesión de una toma directa del Canal de Orellana, aunque debido al enorme aumento de consumo, exponente del mejor nivel de vida de los miajadeños, la solución fue insuficiente. Por eso, en 1972, hubo que hacer una nueva toma con la capacidad necesaria y que, ahora sí, permitía un suministro normal a toda la población. Debido a las obras que esto conllevó, los vecinos tuvieron que soportar continuos cortes en el servicio. Muy avanzado se encontraba un proyecto de mejora de la distribución, depuración y construcción de nuevos depósitos.

Ayuntamiento.

Otro asunto que ya no tenía retorno era el de la pavimentación de todo el núcleo urbano. Solo en 1972 se encementaron las calles Enrollada, Palacios, Obra Pía, Montepío, Travesía de Fuente, Santiago, Reyes Católicos, Sevilla, Chinarral, Estafeta y Pilones, mientras que en otras vías, como la calle Mérida, se empezaban a aplicar capas de aglomerado asfáltico. Subastadas y adjudicadas estaban ya las obras de pavimentación del Polígono Industrial, propiedad del Ayuntamiento, y de las calles Castelar, Rollo, Martín Cerezo y Cervantes. A la Diputación de Cáceres se la había pedido ayuda para construir un parque municipal (el que ahora es ‘Parque de los Mártires’), además de la urbanización y embellecimiento de la travesía del pueblo, entonces compuesta por las calles General Franco, Queipo de Llano y General Mola (hoy, avenida de Trujillo, calle Real y avenida Cruz de los Pajares, respectivamente).

Calle General Franco, hoy avenida de Trujillo. A la derecha, el Ayuntamiento visto desde un lateral.

Construir una gran fábrica de transformación de productos agrarios era otra de las grandes pretensiones municipales. Se materializará en 1975 con la fábrica Solís (en la actualidad, Centro de Producción Nestlé Miajadas). En julio, el Ayuntamiento ofrece un solar de 2.500 metros cuadrados de la finca ‘El Ejido’, con un frente de 125 metros y un fondo de 20 metros, a la Comisión Provincial de Servicios Técnicos, para la construcción de un centro sanitario en la localidad, comprometiéndose el Ayuntamiento a satisfacer la cantidad de 1.150.000 pesetas para la ejecución de la obra. La misma Comisión Provincial aprobaba en noviembre la construcción de un embarcadero vacuno de ganado y centro de desinfectación de vehículos de ganado cuyo destino era Miajadas.

A últimos de marzo, ondea la bandera blanca en la torre de la Iglesia de Santiago. Un miajadeño, Joaquín Bohoyo Vicente, ha sido ordenado sacerdote y canta su primera misa. A lo mejor fue eso lo que unos días antes movió

Calle Queipo de Llano, hoy calle Real.

al Ayuntamiento a arreglar el averiado reloj de la torre, un servicio por el que un industrial cacereño se llevó lo suyo, nada menos que 15.000 pesetas de la época, que salieron de las arcas municipales.

Como dato curioso, decir que, en diciembre, el Consistorio compra dos colchones por un importe de 804 pesetas cada uno, con destino al depósito municipal de detenidos, popularmente conocido como cárcel o calabozo del ayuntamiento, aunque realmente no se trate ni de lo uno ni de lo otro.

En lo deportivo, arrancaba 1972 con la aprobación, por parte del Pleno municipal, de una subvención de 9.000 pesetas para el equipo de fútbol local. Apenas dos meses después, en marzo, a uno de nuestros futbolistas, cuyo nombre omitiremos, el Comité de Competición acordó imponerle una sanción de doce partidos de suspensión por agredir a un árbitro, al colegiado que pitó el encuentro entre el Miajadas y el Juventud, donde los locales cayeron derrotados (2-3). También en marzo, se celebró en la finca “Pradillo” del término municipal de Cáceres, el “II Campeonato Nacional de Arada” en su fase regional. Los 72,5 puntos conseguidos por el miajadeño Luciano López López, de 27 años, le valieron para proclamarse campeón regional de Extremadura, siéndole entregado el “Arado de plata” y 15.000 pesetas en metálico, premios otorgados por el Ministerio de Agricultura. Con el mismo vehículo con el que había conseguido alzarse con el triunfo, un tractor Ebro 160, con neumáticos Firestone F-151 y arado Ebro D.M., el de Miajadas representó a Extremadura en el Campeonato de España que se celebró el 3 de junio, en el “Cortijo de Cuarto”, en Los Palacios (Sevilla) y al que asistió el ministro de Agricultura.

Las dos fechas elegidas ese año como fiestas locales habían sido el día 3 de abril, Lunes de Pascua, y el sábado, 24 de junio, festividad de San Juan Bautista, una fecha de muy larga tradición en la localidad. Con todo, sería la Feria de Agosto, la principal cita festiva del calendario miajadeño:

Portada del 'libro de la feria'. El 9 de agosto, la Corporación rendía homenaje a las dos personas más pobres de la localidad. Esa noche se llevó a cabo el acto de la coronación de la reina y sus damas de honor y, más tarde, en la ‘pista’ se quemó una colección de ramilletes de fuegos artificiales. La conocida como ‘pista’ era un terreno encementado, con forma circular, situado en el recinto ferial (donde hoy está el parque de los Mártires), similar en sus funciones a las que hoy desempeña la caseta municipal, un lugar destinado al baile y la música.

A las siete de la mañana del primer día de feria, jueves, día 10, la diana floreada con gigantes y cabezudos llevaba a las calles miajadeñas sus alegres notas musicales, tan características y propias de estas jornadas. A la misma hora, daba comienzo el mercado de ganado en el rodeo, origen y razón principal de la celebración de esta feria en sus inicios, casi mediado el siglo XIX. A las once se disputaba un torneo de baloncesto femenino y masculino. Lo de ver jugar a las mujeres hubiera sido algo impensable apenas una década atrás, pero los tiempos estaban cambiando. Los partidos se jugaron en la llamada ‘pista del Matadero’, una pista polideportiva que se había construido ese mismo año en las escuelas de la calle Pilones (hoy Colegio ‘Nuestra Señora de Guadalupe’) y cuyo coste ascendió a 350.000 pesetas. A las doce del mediodía se abría al público una exposición de maquinaria agrícola, en la que se anunciaban importantes premios. Ya por la tarde, a la siete, en la ‘plaza de Correos’ (ahora, plaza del Rollo Blanco), los menores de 10 años se entretuvieron con la rotura de pucheros, y aunque se anunciaba que las inscripciones había que hacerlas en el Ayuntamiento, siempre participaban los mismos, los niños de unos cuantos elegidos, porque los más humildes o ‘hijos de’, cuando querían inscribirse, siempre escuchaban la misma respuesta: ‘ya no quedan plazas’. Si cosas tan injustas como éstas eran vistas como normales en 1972, podemos imaginarnos cómo serían años atrás. Esa noche, al igual que todas las de los tres días de feria, en la ‘pista’ hubo animados bailes en los que se publicitaban ‘extraordinarias orquestas’ y ‘conjuntos con ritmos modernos’.

This article is from: