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El bazar del ‘aquí cabe todo’
from Miajadas Feria 2022
by editorialmic
Las corridas de toros de los pueblos
Texto: Remigio Ruiz Corrales | Fotos: Radio Televisión Miajadas
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En Miajadas y en la Feria de Agosto de 2015, la corrida de ese año fue de sí y sí. Antes, después y todavía hoy. Siempre nos acordaremos de aquella tarde. Para la historia. El ‘adolfo’ lidiado en quinto lugar se llamaba ‘Murcianito’, reata célebre en Albaserrada. Muy astifino, pero sin abrir ni abrochar las puntas, de pinta encendida, alto y flaco, fue toro de estampa y estilo fiel a su encaste, y eso se tradujo en embestidas galantes, nobles, descolgadas y casi al trantrán. Bravo en varas, el toro iba a ser en la muleta una gloria. Cien embestidas por abajo, larguísimas, otras tantas repeticiones, una nobleza y una entrega colosales. Como de seda un pitón izquierdo de verdad goloso. El punto de nobleza. Y la emoción de la bravura que siempre aviva los tendidos. Un prodigioso sentido del temple: un centenar de muletazos y un final donde el toro vino enganchado y salió empapado en todos los pases. Dos orejas y rabo simbólicos para Manuel Escribano y el indulto para el animal, con un temple y una entrega absolutamente insuperables. Para hacerle un monumento.
La integridad del toro es la que pone en valor al toreo, la que lo hace tan grande. Cuatro años cumplidos y dos pitones por delante es lo mínimo que debe exigirse al toro. Enfrente, un matador de alternativa vestido de luces. ¡Una corrida de toros! En La Monumental de Madrid o en la portátil de Miajadas. En la presencia y seriedad del animal está la grandeza de la lidia, capaz de convertir a la corrida de toros en el mayor espectáculo cultural del mundo.
En los pueblos son los ayuntamientos y los colectivos taurinos constituidos, llámense peñas o clubs, quienes deben comprometerse y servirse mutuamente para que el toro más toro tenga la importancia que siempre ha de exigirse al rey de la fiesta.
Los carteles anuncian, con permiso de la autoridad, el calor no lo va a impedir, seis bravos y escogidos toros. Y a su lado, nombres grandes, en vivos colores, las esperanzas toreras de cada año en la feria de cualquier pueblo.
Al calor de la mañana, va llegando la gente a la puerta del ayuntamiento, donde en una de sus paredes figura la lista de precios. En una mesa se apilan los tacos de las entradas, y por la megafonía del coche se oye el eterno y repetido pasodoble de ‘El Gato Montés’ por la calle arriba, anunciando la corrida.
El camión de los cajones de los toros se recalienta al sol de la tarde. También el de los caballos de picar, cuya sombra sirve de semicuadra a los pesados animales, ya el ojo tapado, percheronas maneras de moverse hasta para quitarse las moscas. Olor a estiércol y guarnicionería, a tierra y gasoil.
Bullicio en torno a la plaza. Al calor de la tarde se van reuniendo los músicos. Se traen los pañuelos para el palco presidencial y la colgadura de la bandera española, limpia y planchada. Ya están abiertas las puertas de la portátil, pegada al recinto ferial donde las tómbolas cantan premios y se adivina el alumbrado que se hará de noche ascuas de claridad. Mientras tanto, en la taquilla, ventana del coso, se arremolina la gente, pasan las entradas de la taquilla a manos que las acarician.
Hay otro mientras tanto. El del hotel. Allí dentro, en la penumbra de una cama, el matador alivia el enorme cansancio de la carretera, y espanta como buena-
mente puede sus miedos, los sustos de la tarde que le espera, de la cornada que puede llevarse sus sueños de gloria; luego, allí fuera, cuando llegue a la plaza, bajo la sombra buscada con ahínco, el ‘cochecuadrillas’ será foco de atención de grandes y chicos.
Tintinea el estribo del picador en los lentos movimientos de su cabalgadura, relucen los brillos de los ‘vestíos’ banderilleros, que conservan todavía andares de lejana juventud de cerrados y capeas. Ya está aquí, por fin, el matador, con prisas y sonrisas. Hoy es otra tarde de su temporada, pero eso no cuenta en este pueblo. Aquí cuenta esta tarde, la tarde del año. Y exigirá el máximo a cada toro y a cada matador. Hay toreros que así lo entienden. Hay otros que no. Los primeros vuelven más de un año, porque dejaron el recuerdo de su entrega; los segundos no volverán más, porque perdieron el rastro del camino entre la niebla de la decepción. Y los espectadores querrán ver hoy la tarde del siglo, porque el tiempo debe pararse en la feria de su pueblo.
Benditas y agradecidas corridas de toros de los pueblos. Esas son las que sirven para hacer cien toreros. Para que los que se visten de luces sientan el aliento del público encima, su cariño y su fervor, que no hay mejor termómetro que la sangre caliente de un pueblo para calibrar popularidades. Para que el torero haga el esfuerzo de satisfacer a la gente, ofrecerle lo que de él esperan.
El día que se acaben las corridas de toros en los pueblos, con su ritual exacto, incluso hasta con sus muchos defectos, algo se habrá muerto en el universo de nuestros pueblos. No abusen de espectáculos donde no aparece el toro por ningún sitio. No desprecien a las corridas de toros. Cuídenlas. No hay nada en todo el mundo local que ofrezca más pidiendo menos. •
Miguel Hernández, siempre en el recuerdo
«Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas.»
(‘Vientos del pueblo me llevan’)
Miguel Hernández.
El 28 de marzo de 1942, fallecía el poeta más del pueblo que ha existido, Miguel Hernández. Murió joven, sin llegar a cumplir los 32 años. Detenido en Portugal, maltratado en distintas prisiones y calabozos andaluces hasta llegar al penal de Alicante donde moriría de tuberculosis, de forma cruel, sin atenciones médicas y totalmente abandonado. Este año se cumplen 80 años de aquello, y lo queremos conmemorar trayendo a estas páginas uno de sus poemas, escrito en la cárcel entre 1938 y 1941. Sus versos, de una gran sencillez, pero de una extrema profundidad, están teñidos por la amargura de la prisión, la derrota y el sinsentido que provoca la permanente lejanía de todo cuanto se ama.
Recordar a Miguel Hernández con este poema es el mejor homenaje que podemos hacer al de Orihuela, porque como dijo su amigo, el gran poeta chileno Pablo Neruda, “Recordar a Miguel Hernández, que desapareció en la oscuridad, y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor”.
Después del amor
No pudimos ser. La tierra no pudo tanto. No somos cuanto se propuso el sol en un anhelo remoto. Un pie se acerca a lo claro. En lo oscuro insiste el otro. Porque el amor no es perpetuo en nadie, ni en mí tampoco. El odio aguarda su instante dentro del carbón más hondo. Rojo es el odio y nutrido. El amor, pálido y solo. Cansado de odiar, te amo. Cansado de amar, te odio.
Llueve tiempo, llueve tiempo. Y un día triste entre todos, triste por toda la tierra, triste desde mí hasta el lobo, dormimos y despertamos con un tigre entre los ojos.
Piedras, hombres como piedras, duros y plenos de encono, chocan en el aire, donde chocan las piedras de pronto.
Soledades que hoy rechazan y ayer juntaban sus rostros. Soledades que en el beso guardan el rugido sordo. Soledades para siempre. Soledades sin apoyo.
Cuerpos como un mar voraz, entrechocado, furioso. Solitariamente atados por el amor, por el odio. Por las venas surgen hombres, cruzan las ciudades, torvos.
En el corazón arraiga solitariamente todo. Huellas sin compaña quedan como en el agua, en el fondo.
Sólo una voz, a lo lejos, siempre a lo lejos la oigo, acompaña y hace ir igual que el cuello a los hombros.
Sólo una voz me arrebata este armazón espinoso de vello retrocedido y erizado que me pongo.
Los secos vientos no pueden secar los mares jugosos. Y el corazón permanece fresco en su cárcel de agosto porque esa voz es el arma más tierna de los arroyos:
«Miguel: me acuerdo de ti después del sol y del polvo, antes de la misma luna, tumba de un sueño amoroso».
Amor: aleja mi ser de sus primeros escombros, y edificándome, dicta una verdad como un soplo. Después del amor, la tierra. Después de la tierra, todo. •
El bazar del ‘aquí cabe todo’
Son éstas las últimas páginas de la revista de feria de 2022. Son también las últimas que hemos escrito y lo hemos hecho con el mismo cariño y dedicación que pusimos en las primeras letras. Es éste un apartado donde algunas veces te invitamos a la reflexión, pero en el que también tiene sitio lo divertido e irónico, pero, sobre todas las cosas, queremos que te resulte entretenido.
Piensa el sentimiento, siente el pensamiento.
Miguel de Unamuno
No es una fotografía, es un dibujo hecho a lápiz por la joven irlandesa Shania McDonagh. Una cámara falsa, una sonrisa real.
El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace. Leon Tolstoi
¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente? Francisco de Quevedo ¿Cómo quieres que te quiera si el que quiero no me quiere como quiero que me quiera?
¿Por qué a la cama se le llama cama y a la cómoda cómoda, si es más cómoda la cama que la cómoda?
Me quiere, no me quiere, me quiere...
–Cuando notas que has perdido el olfato y el gusto, ¿qué hay que hacer? –Coliflor.
¿Cómo, cómo, cómo? Dijo alguien cuando le preguntaron cómo comía.
En un parque. El sol me acaricia, veo niños jugando, un viejito que sonríe, las primeras flores de la primavera y 2 % de batería. ‘Pa’ casa.
–Cariño, no llores, ahora estará en el cielo de los conejitos. –Papá, era un gato. –Lo mismo da, con el tomate ni se nota.
Nacimos para vivir, vivimos para soñar, nuestro destino es morir, nuestra misión es amar.
Mayra Icela Chaira Valenzuela
Un pequeño erizo se ha despistado y, poco a poco, se ha ido internando en el desierto. Comienza a caer la noche y el pequeño, sintiendo miedo, empieza a llorar a lágrima viva. De pronto, tropieza con un cactus y exclama angustiosamente: –¡Mamá! Un señor entra a la hora de comer en casa de una familia. –No se preocupen, solamente picaré algo. –Otro día será mejor que venga a comer, y a picar se vaya a la plaza de toros.
No me importa tu pasado. Lo que fue ya está. Si tuviste otros amores me lo tengo que aguantar. Yo también tengo un pasado que no es muy grato contar. También tuve otros amores pero..., para..., ¡no te vayas! ¡Esperaaa!
J. R.
Los días suelen correr, y yo con ellos me voy; ayer nunca será hoy, y hoy, mañana será ayer. Francisco de la Torre
El mejor libro es la vida: Pero suele suceder, que, o no se sabe aprender, o lo aprendido se olvida.
N. Díaz Una chica le preguntó a un chico: –¿Me quieres? –Él contestó que no.
Ella le preguntó: –¿Piensas que soy guapa? –Él contestó que no.
Ella preguntó: –¿Me tienes en tu corazón? –Él contestó que no.
Y por último preguntó: –¿Si me fuera, llorarías por mí? –Él contesto que no.
Ella, triste, se dio media vuelta para irse y él la agarró del brazo y le dijo: –No te quiero, ¡te amo! –No pienso que seas guapa, ¡pienso que eres bellísima! –No estás en mi corazón, ¡eres mi corazón! –No lloraría por ti, ¡moriría por ti!
La revista se acaba. Si has llegado a estos renglones finales, no podemos darte más que las gracias. Quedamos para el próximo año, cuando escribamos una nueva. Hasta entonces, te deseamos de todo corazón un feliz año. ¡Para ti, amiga lectora, para ti, amigo lector, un beso muy grande, mucha salud y mucha suerte! ¡Y muy buena Feria de Agosto!