La procesión
El patrimonio de la Archicofradía de la Sangre de Murcia
E
l origen de la Real Muy Ilustre Venerable y Antiquísima Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de la ciudad de Murcia, se remonta a un 11 de abril de 1411, Jueves Santo, tras las predicaciones de San Vicente Ferrer, sus seguidores deciden fundarla, siendo Obispo de Cartagena D. Pablo de Santa María. Su primera sede canónica, estuvo ubicada en la Iglesia de Santa Olalla de los Catalanes (Actual Santa Eulalia). Por aquel entonces tuvo como primer titular un Cristo del Amparo o de la Esperanza, tal fama de milagroso tenia, que dada la fluencia de enfermos, se tuvo que edificar un hospital junto a la Iglesia, por el año 1500. En el año de 1589, después de pasar un corto periodo de tiempo en la Iglesia del Convento de la Stma. Trinidad, se trasladan al reciente Convento de los Carmelitas, constituido en el partido de San Benito. Siendo su titular un busto de un Ecce Homo, bajo la advocación del Cristo de las Penas, propiedad de los frailes, al cual en su altar se celebraban las misas de difuntos de la Hermandad
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hasta el año de 1936 que desapareció. En 1689 la Hermandad de la Sangre, decide encargarle al escultor de Estrasburgo D. Nicolás de Bussy el paso de la Negación de San Pedro, con dos imágenes de vestir. Dadas las muchas dificultadas con los frailes carmelitanos, por cambiar el titular por un Cristo de las penas, deciden, dado el éxito del primer paso en propiedad, encargar a D. Nicolás de Bussy, el que sería su nuevo titular “El Paso contemplativo de la Preciosísima Sangre de Cristo”, en el año de 1693, por el precio de ocho ducados de plata. Tal fue la devoción y el gusto alcanzado por este paso, que decidieron encargarle “El Santo Ecce-Homo” llamado popularmente Pretorio o “Berrugo” y la Virgen de la Soledad. Debido a las muchas dificultades económicas que paso la Hermandad, habrá que esperar hasta finales del siglo XVIII para que el patrimonio de la misma se enriqueciera. Debido a la gran fama adquirida por las obras de Francisco Salzillo, se decide encargar a su mejor discípulo D. Roque López, dos nuevos pasos, La Dolorosa