7 minute read

• Y despertamos… X aniversario de María Santísima en su Soledad y Amargura

Suelen decir que lo que se sueña se hace realidad, que lo que se desea desde lo más profundo del corazón se materializa, permitiendo que nuestros ojos vean, nuestras manos toquen y nuestro corazón sienta lo que un día visualizamos. Y de esto sabe mucho nuestra hermandad, desde que por el año 1993 un grupo humano empezaba a soñar despierto. Un logro detrás de otro, no exento de muchísimo esfuerzo y dedicación donde faltaba algo, aunque siendo muy sincero, en ningún momento dejamos de sentir su presencia y como no, su apoyo y ayuda incondicional.

Pero todo en la vida llega cuando tiene que llegar, o mejor dicho, cuando Dios quiere. Así de esta manera por el año 2007, nuestra corporación empezó a debatir la necesidad de materializar el amor a nuestra Madre del cielo. Lunes tras lunes, noche tras noche, hasta que se cruzó en nuestro camino la foto de una dolorosa, recién bendecida en Marchena que hizo que nos enamorásemos de su mirada y de su dulzura. Fue este el comienzo de un nuevo sueño, conversaciones telefónicas con Marco Antonio Humanes, su escultor, joven pero lleno de experiencia y sobre todo una especial sensibilidad y cariño hacia la Madre del Señor. Finalmente visitamos su taller y fuimos a conocerlo personalmente, siendo este el motivo detonante para designarlo para tan importante proyecto, pues desde el principio su disponibilidad, cariño y familiarización hizo que esta hermandad confiara plenamente en él. Desde aquí nuestra gratitud más sincera por todo y por tanto.

Advertisement

Poco tiempo antes, tuvimos la fortuna vivir la formación de nuestro grupo joven, quienes llenos de ilusión y cariño empezaban a participar en las actividades de nuestra hermandad, habiendo sido ellos parte importante en la recaudación de fondos para la hechura mediante rifas y donativos personales. Todavía recuerdo el mostrarles una foto muy difuminada del boceto en barro donde ni si quiera se podía vislumbrar su semblante. Pero ellos eran los más felices del mundo. Sin darnos cuenta los meses iban pasando y se hablaba una y otra vez sobre cómo sería su llegada a nuestro pueblo, teniendo claro desde el principio que sería algo muy grande. ¿Dónde? en la colegiata, ¿Cuándo? pues en principio en el mes de noviembre, pero como dije antes, todo ocurre cuando Dios quiere y Él quiso que fuese en la víspera de la Inmaculada Concepción de María. Para el mes de octubre, tal y como se comprometió su escultor, la escultura estaba terminada, planteándose así un dilema para la Hermandad, ya que queríamos mantener la incógnita de su belleza hasta el mismo día de su bendición. Para ello contamos con la colaboración de un matrimonio, hermanos de nuestra corporación, que durante un mes tuvieron el privilegio de poder custodiarla en su hogar de la Puebla de Cazalla. Ellos fueron Manuel Campaña Moreno y Mónica Martínez Rodríguez, a quienes agradecemos desde estas líneas su asilo y generosidad, pues desde el día de la llegada a su casa, ésta se convirtió en centro de peregrinación de jóvenes, pues ellos fueron los únicos a quienes se les permitió visitarla cada vez que quisieran. Todavía recuerdo sus caras, y ese amor que le profesaron sin expresar palabra. La misma cara que pude observar en Francisco Miguel Pérez Rangel, Presidente del Consejo entonces, Manuel Villar o Manuel Berraquero, grandes amigos y colaboradores.

Y seguían los preparativos: cartel anunciador gracias al diseño y trabajo de Álvaro Reina, hechura y confección de banderolas y gallardetes, realizados por mujeres de nuestra hermandad, nervios y más nervios. Con el donativo de algunos hermanos pudimos comprar el primer terno para nuestra madre, confeccionado con primor por las manos de su entonces camarera María de Carmen Campaña Moreno. Gran trabajo también el de la secretaría, pues desde ella se invitó a una gran cantidad de hermandades y cofradías tanto de Osuna como de la comarca. Para tan gran acto era necesario contar con grandes padrinos, designandose para ello a D. Juan Carlos de Borbón y Dña. Sofía de Grecia, Reyes de España, accediendo a nuestra petición y haciéndola oficial, en escrito recibido, firmado y sellado en el palacio de la Zarzuela.

Reuniones y más reuniones con nuestro ilustrísimo Ayuntamiento representado en la persona de su entonces Concejal de Cultura Pilar Díaz, a quién me gustaría también mostrar desde aquí nuestro más sincero agradecimiento por su colaboración. Soñábamos con su recorrido desde la colegiata hasta la Iglesia de la Compañía con la compañía musical y el buen hacer de nuestra querida Banda de Música Villa de Osuna

En torno a la bendición se organizó un gran programa de actos como por ejemplo la exaltación de los Siete Dolores de María en las vísperas y Vigilia de Oración en la noche de su bendición. Cuanto trabajo, cuantas horas, cuanto esfuerzo y cuantas colaboraciones hasta que sin darnos cuenta llego el día. Una mañana de nervios, prisas, caras ilusionadas hasta que el reloj marcó la hora y desde la capilla de la Inmaculada de la Colegiata, partía el cortejo que daba comienzo a la Santa Misa. Caras expectantes, pues casi nadie conocía un rostro que era toda una incógnita.

La cruz parroquial cruzó el umbral de la capilla y cual coro de ángeles empezó a sonar la Coral Polifónica de Montemayor, completando con su celestial sonido un momento que quedará en nuestra memoria toda la vida. Una eucaristía sin igual, llena de emociones y de detalles hasta llegar el esperado momento en que la bendición de Nuestro Señor llegaba por las manos de nuestro querido, admirado, amigo y hermano Manuel Sánchez de Heredia, Párroco de Nuestra Señora de la Asunción de Osuna. Un gran sacerdote que hizo mucho bien por su parroquia y por nuestra Hermandad. No hay palabras que puedan describir nuestro agradecimiento y cariño. Solamente puedo decir que el Señor fue quien quiso que fuera él y eso por algo será. Alguien de quien también me consta el amor que profesa

Foto: Paco Segovia

a nuestra Madre desde el primer día que sus ojos la vieron.

A los sones de la Marcha Real, interpretada desde el órgano de la iglesia y por parte de nuestro amigo Ortega, la imagen de María Santísima en su Soledad y Amargura ya estaba bendecida. Terminada la Eucaristía se organizó su traslado hasta la Iglesia de San Carlos el Real. Hermandades de Osuna, Hermandades de nuestra Vicaría, autoridades civiles y militares y Consejo de Hermandades precedieron las andas de nuestra Señora. En el horizonte de nuestro pueblo podíamos apreciar nubes que amenazaban agua, pero estas no frenaron las ansias de que nuestro pueblo pudiese contemplarla. Poco a poco avanzaba el cortejo hasta que unas gotas de agua hicieron que tuviéramos que resguardar a nuestra Madre en el monasterio de la Encarnación, convento que habitan unas monjas especiales que desde lo más alto de nuestra localidad, oran por todos nosotros. Esto hizo que los planes humanos quedaran en una mera organización, pues desde ese momento, fue lo que Ella quiso que fuera. Compartimos a medio día un ágape fraterno, en las instalaciones de la Peña Bética de Osuna, organización también siempre dispuesta y colaboradora con nuestra hermandad. La pregunta más repetida en ese momento era ¿Qué hacíamos?. Hicimos lo que ella quiso: de noche, sin bullas, sin protocolo, solo un grupo de hermanos y muchísimos jóvenes subimos hasta el Convento Mercedario. Cuando llegamos, pudimos contemplar la felicidad de nuestras queridas hermanas por haber podido disfrutar un día con la Bendita Imagen. Flores adornaban su manto colocadas con sus primorosas manos.

Rodeando sus andas con velas en las manos y a los sones del coro parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, María Santísima empezó a caminar por las calles de nuestro pueblo, humilde como es ella.

El repique de las campanas de la torre de la Compañía anunciaba la llegada de su nueva moradora, que entraba sencilla con su mirada puesta en su Hijo, que la esperaba. Y colocándose en el centro del presbiterio se convertiría como siempre lo fue, es y será el epicentro de nuestras vidas.

Allí quedaba. Nos fuimos a descansar después de días de trabajo y emociones. Y creyendo que todo era un sueño, cuando despertamos el día de la Inmaculada corrimos a la Compañía creyendo que no era verdad, peroallí estaba esperándonos, como siempre, como una Madre siempre espera.

Y desde entonces, soñamos y soñamos mil veces pero despertamos y siempre está Ella, María Santísima en su Soledad y Amargura.

Rafael Campaña Moreno

This article is from: