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Recuerdo a don Manuel Olmedo

El pasado 21 de mayo moría Manuel Olmedo Sánchez, pregonero de la Semana Santa de Osuna en 1995. Sevillano de nacimiento y doctor en Ciencias Químicas, dedicó gran parte de su vida profesional al periodismo en ABC de Sevilla, donde llegó a ser subdirector en los años setenta del pasado siglo. Se encargó de la información local, de la crítica de arte y de las crónicas taurinas que firmaba con el pseudónimo de “Don Fabricio II”, recordando así a su padre, el también periodista Antonio Olmedo Delgado. Esta trayectoria profesional le permitió contar entre su círculo cercano con personalidades como Gonzalo Torrente Ballester, Manuel Ferrand, Vicente Flores, Antonio Colón, Joaquín Romero Murube, Santiago Montoto, Juan Sierra, Juan Miguel Sánchez, Alfonso Grosso, José María Labrador o Elsa, la viuda de Gustavo Bacarisas. Como resultado, recibió la Medalla de Oro de la Sección Bellas Artes del Ateneo sevillano y, del Príncipe Felipe de Asturias, la distinción como Decano de la Asociación de la Prensa de Sevilla.

Su vinculación con Osuna llegó de la mano de Antonio Pedro Rodríguez-Buzón, el mítico pregonero de Sevilla y de nuestra villa, que lo nombró mantenedor de los Juegos Florales que se celebraban en el cine San Pedro en 1951. A partir de entonces, dicha vinculación se estrechó indisolublemente por su matrimonio con la ursaonense Dolores Fernández Vela, al año siguiente en la iglesia del Carmen.

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Viajero, culto, afable, divertido… definía Osuna como “fascinante, tanto por el paisaje urbano como el paisaje circundante y tanto por su riqueza artística como arqueológica. El conjunto de Osuna es de una belleza insuperable. Osuna es una de las ciudades más bellas de Europa. No se trata de ninguna hipérbole, sino de la verdad”.

En éstas mismas páginas de la revista de Semana Santa en Osuna de 1995 describió su propio pregón donde volcó su amor a Jesús, a María y a Osuna: “Mi pregón será oración, canto y exégesis. Tendrá un contenido teológico y un contenido poético. Conjugaré en él lo universal y lo particular. Pondré de relieve perfiles peculiares de la Semana Santa de Osuna (…), en el que haré una somera valoración estética y pasionista de la imaginería, así como una divagación sobre la saeta. Terminaré con una breve exaltación lírica de los gozos de las Resurrección”. Su basta formación en la comunicación y en el arte le valió para delimitar su pregón “entre treinta y cinco y cuarenta minutos. Creo que es la duración adecuada”.

A pesar de que sus palabras resonaron entre las bóvedas de la Colegiata hace casi un cuarto de siglo, su opinión sobre la importancia de la idiosincrasia de nuestra Semana Santa y la duración moderada en los actos que se celebran mantienen vivo su recuerdo entre muchos jóvenes cofrades actualmente.

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