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Pregón de la Semana Santa de Osuna 2018

Pregón de la Semana Santa de Osuna 2018 a cargo de Álvaro Reina García

Foto: Clara Domínguez

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¡SALVE!

Señor Vicario Episcopal y párroco de esta Mayor de Nuestra Señora de la Asunción; señor Director Espiritual del Consejo; señor presidente y compañeros de la Junta Superior del Consejo Local de Hermandades y Cofradías; señora Alcaldesa; señor Delegado de Cultura; representantes del equipo de gobierno y autoridades del Ilustre Ayuntamiento; representaciones de todas las hermandades; Patronato de Arte; señor director y componentes de la banda de música; telespectadores y radioyentes, estéis donde estéis y en las condiciones en que os encontréis; pregoneros pretéritos, entre cuyas bancas hoy echo de menos a Manuel Galindo, José Torrejón y Rafael Pradas; Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones; amigos y familiares que venís desde diferentes lugares; muy querida Villa de Osuna:

¡Paz y Bien!

EGO

He aquí un pretendiente a esclavo del Señor. Un dechado de defectos, un renglón torcido, vagabundo sonámbulo, maletilla sin sitio. He aquí un ingenuo, un soñador, un tipo bohemio por la multitud aterrado y que coquetea cuasi lascivamente con el silencio.

Me presento con mis manos vacías y mis alforjas agujereadas por las que van cayendo los talentos que se me dieron, pero trenzo pleitas de esparto para conseguir que ni un haz de luz de un cirio pueda traspasar mi cestería.

Solo intento “hacer lo ordinario extraordinariamente bien”, como decía san Josemaría1 .

Vacilante y temeroso, confieso abiertamente haber amado, y amar sin límites. No sé si sigue siendo nuevo ese mandamiento. Titán en nada, mediocre en algo y náufrago en mucho, sólo intento evitar que crezca la maldad para que no se enfríe el amor en la mayoría2 , como nos pide el actual Vicario de Jesucristo. Vengo, sinceramente, sin la intención de barnizar este texto con trampantojos.

Yo, que no soy rapsoda, vengo a trovar una semana que no tiene siete días, vengo a proclamar con la voz firme de un capataz, >

1.- San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei 2.- Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2018

con la decisión de un director espiritual, con la sensibilidad de una camarera, con la fineza de un prioste, con la constancia de un músico, con el compromiso de un hermano mayor, con la exactitud de un tesorero, con la delicadeza de un fotógrafo, con la blancura de un pintor encima de un andamio, con la fe del carbonero, ¡ay bendita fe del carbonero!, con la piedad aún virgen de los paveros, con la ilusión de los que preparan sus colgaduras, con el entusiasmo de los que tienen que cumplir su manda, con la paciencia de un diputado de cultos, con la verdad de un saetero, con el celo de los que se encargan de la seguridad, con la responsabilidad de un diputado mayor de gobierno, con el regusto de los floristas... que creo firmemente que se puede ser santo viviendo la fe en el seno de una hermandad.

VRSO INSANVS FABVLA

Si yo no lo defendiese, si yo no lo creyese, créanme, hoy no estaría yo aquí. Vengo a tararear mi pasión, mi devoción, my way of life, vengo a entonar una locura no transitoria, porque soñé que el toro ibero se escapó con el izquierdo por delante de la manigueta del trono de la Esperanza hasta el museo arqueológico de una chicotá para exaltar a los cuatro vientos en todo Madrid, incluido Cuatro Vientos, que un músico en un bajorrelieve interpretaba en un solo antológico la marcha Reo de muerte a Jesús Atado a la Columna en un poblado de la Turdetania. Esto creo que lo pregonó, tiempo ha, Plinio el Viejo con unas décimas solemnes quien, de paso, reinterpretó la Lex Ursonensis, que eran algo así como las Reglas de una hermandad, en las que obligaban a los miembros de la Misericordia a poner en la tablilla superior de la cruz del Cristo un texto escrito con la tipografía Times New Roman que decía una cosa parecida a Iesus Nazarenus y a Colonia Genitiva Urbanorum Urso en tres idiomas, so pena de un castigo a latigazos, latigazos de cilicio, no de mosto amontillado servido en La Parra. Ni los más leales a Julio César ni los más acérrimos defensores de Marco Antonio estaban muy conformes de conceder el estatuto de colonia a esa villa mientras que la Hermandad de Jesús Caído tuviese entre sus titulares al pescador Simón Pedro y mientras que la Vera Cruz se hiciese acompañar por la calzada denominada Hispalis de Juan llamado el Amado. Se hizo un referéndum un tanto polémico para ver si querían seguir dependiendo del dominio de la Bética o pasar a defender el rojo y el blanco de la túnica de la Hermandad del Dulce Nombre y de la equipación del Urso Bote Club.

Con el paso de los siglos, un líder llamado Arcadius fue prendido, ajusticiado y martirizado junto a una buena pléyade de seguidores a petición del Pópulo, de ahí la insignia del Senatus que saca la Cofradía de la Misericordia. Lo llevaron a mal morir cerca del Cerro de Santa Mónica, entre hojiblancos repletos de trama, por defender a un Manijero cuya cuadrilla no soportaba sus largas horas de meditación tras un cansado día de trabajo.

Ese espacio orográfico del que les hablo pasó a denominarse con el tiempo Oxona, en la que destacaba el canto, no de los pájaros de la Agrupación Ornitológica, sino del almuédano que desde la Torre del Agua llamaba a la oración. Dos eran los almuédanos que se repartían el trabajo. Uno que tenía raíces de Maurorum, hoy Morón de la Frontera, cuyo cante se destacaba por un quejío particular, jondo y breve; y otro almuédano de la calle Marrubial, que gustaba de adornar su canto gracias a una voz poderosa que llegaba a todas las alquerías de la zona y se agarraba fuertemente a las almenas para no dejarse nada en su interior.

Foto: Clara Domínguez

Foto: Clara Domínguez

Ellos fueron los que desde su atalaya privilegiada vieron cómo en un caballo de Troya venía del reino nazarí de Granada “una mujer vestida sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”3, causa por la que se acuñó el refrán de que “salga el sol por Antequera y póngase donde quiera”, en este caso se quiso poner en Osuna.

La casa ducal llegó para ensalzar a las hermandades de sangre, convirtiendo al Cristo de dicho nombre en una de las dos devociones más queridas entre todos sus súbditos. La formación espiritual corría a cargo de fray Francisco de Osuna, franciscano culto que gustaba de escuchar las delicias celestiales del maestro Lobo, quien podría haber creado unos misereres de ensueño para el Cristo de la Paz, cuyas reglas leyó y reinterpretó el hebraísta García Blanco. Una manifestación acaparó las calles para exigir una estatua frente a la Iglesia de la Merced de don Diego de Ontiveros, vecino de la calle Labrador que le encargó a un tal Juan de Mesa un punzón de las entretelas.

Rodríguez Marín, rescatador de la poesía popular y plasmado para la posteridad por Rodríguez Jaldón y Cristóbal Martín, no compartía una acendrada religiosidad, aunque le hiciera unas coplas a la hermandad capitalina de Pasión, pero, con mucha coherencia, escribió delicias, cosa inhabitual en él, de un cura, de don Victoriano Aparicio, siervo que el Señor de la Humildad tendrá muy cerca como ejemplo terrenal a quien seguir, pues consiguió que su mano derecha no viese lo que el resto de su cuerpo entregaba a espuertas a los más necesitados, iglesia verdadera como esa Madre que soporta sobre sus rodillas Viernes tras Viernes Santo el cuerpo inerte en un misterio que nos pone a meditar sobre el sentido de la Vida y el sentido de la Muerte.

Canina, que das canguelo y enmudeces a tu pueblo, eres la muerte rendida y el pecado vencido por la esperanza bendita. Y lanceando y alanceando a la jindama, la tauromaquia, que ya embaucaba a todos los estratos sociales, tenía en Pedro Garfias a un ensalzador sin fisuras, mientras que Zapaterito mecía su muleta con suavidad. En esas, Paco Ledesma se salió de una viñeta de El Paleto para hablarnos en voz baja en el siglo XXI, menuda contradicción; mientras que Javi López sube y baja la banda derecha con el deseo de poder hacer lo propio bajo las trabajaderas gloriosas de la dolorosa servita.

Llegados a este presente, al que arribo habiendo sentido el peso de la tradición y de la fe en la función principal de Nuestro Padre Jesús, con el hombro aún alegre de haber portado hace un par de horas al Señor de la verdadera Humildad y de la Paciente espera, con el otro hombro relajado por el peso y beso del Santo Cristo de la Paz, llego vacilante a la intrahistoria, soñando inmerecidamente en aparecer, aunque sea en mi rica imaginación, en una crónica de Francis López.

PANIS ET VINUM MONVMENTVM

Estas son las bases de nuestra villa que deambulan por mi desordenada mente, cuya fiesta grande vengo a cantar; pero mis >

3.- Apocalipsis

raíces, buceando en el pozo de los años, se pierden por La Roda de Andalucía, La Rioja y Ronda: por La Roda de Andalucía, donde la harina en mi familia era santo y seña; también por tierras frías de La Rioja, donde las vides se funden con los rudos y, a la vez, sensibles labriegos; y por la colosal Ronda, linda como la rica plata de un cirial, donde Washington Irving se fascinó de la monumentalidad y la espiritualidad semejantes a la de Osuna. Harina, vides y monumentalidad. Pan y vino en el monumento.

Pan y vino es el origen; pan y vino es mi pasado; pan y vino es mi sino y tu rostro divino, oh Nazareno del alma, el fin sereno del camino.

Desde la acera quiero cantarle a nuestra particular transubstanciación exaltando una pasión sin igual; desde el interior de mi negro capillo, una muerte tan cruenta como dulce; con mi costal del Atado a la Columna, mi enfoque sobre las hermandades; con las almohadillas de mi Virgen de los Dolores, la figura de María; desde el micrófono de la cadena Ser, la esencia de las tradiciones con sentido; y con el sudor bajo la Custodia del Corpus Christi en el mes de junio, mi sueño vivido del Triunfo.

CORPUS

Qué Custodia talló el gran Dios, qué trono tan celestial para portar a su más excelso Hijo. Dulce Virgen de la O, a pesar de la dura estación de penitencia que realizaron de Belén a Egipto. Patrona de los emigrantes que trabajan allende nuestras fronteras. Mi recuerdo en forma de oración a todos ellos, en especial a aquel a quien le pregunté por lo que más le gustaba de Suiza.

-¿A mí?, venirme para Osuna.

Y, sí, fue Dios el primer cofrade, el que anticipó nuestra Semana Santa. El orfebre divino utilizó el metal más precioso: la gracia santificante. Por eso, María, la de los Desamparados, es la que llena de gracia nuestros corazones al son de Estrella Sublime, y la Dolorosa Mercedaria es la mujer salerosa que anima a los faltos de aliento.

Los varales dorados de la Esperanza, los guardabrisas de la Soledad, el manto de Nuestra Madre y Señora de la Quinta Angustia representarán la semana que viene los dones del Espíritu Santo. Nosotros también somos custodia cuando comulgamos. Hemos de adornar el alma pura con los zafiros de la oración y los rubíes del sacrificio.

No sé cuándo empieza la fiesta que vengo a cantar como tampoco hay nada claro sobre el nacimiento de esta gran mujer, la que sufriría el Mayor Dolor. Todo es tradición, todos mensajes orales como aquellos que escuchábamos de niño y que tenían un halo romántico: el Cristo de la Caña fue tallado por un platero de Osuna, Jesús Nazareno por Martínez Montañés; los que llevan cirio con sus túnicas aquí se llaman penitentes, porque a nuestras calles solo sale un Nazareno. También nos legaron que las hermandades de Jesús y de la Virgen nunca tuvieron que pagar a sus costaleros y que la madera con la que tallaron al Cristo de la Vera Cruz fue traída de América. Era una Semana Santa virgen. De allí, de Sudamérica, se extendió el ejercicio de las Siete Palabras a toda la cristiandad. Ese es el verdadero comercio de ideas y emociones. De Sudamérica y África proceden ahora nuestros evangelizadores. Viven día a día en nuestra villa y son un órgano necesario. Son las monjas y frailes que habitan nuestros conventos, pulmones de la Iglesia de Osuna, que conservan una privativa devoción popular.

Para las Américas y las colonias fueron las semillas de la fe y vuelven convertidas en verdadera práctica universal. En plena anorexia espiritual, los pulmones funcionan a pleno rendimiento sin un ápice de desgana. Su riqueza, la oración, arma incomprensible hasta para muchos cristianos. Rezar es desnudarse en plena declaración de amor.

“Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame”... Plegaria que en San Pedro las carmelitas no quieren que se olvide. Misa temprana en las Descalzas. Hermanas de la Cruz, que sacan del fondo de la amargura del dolor, la dulzura del consuelo y secan las fuentes materialistas con la dulce esperanza cristiana. La fe como principio, la esperanza como causa que motiva y la caridad como elemento activo y fecundo. En la Concepción, a la que me unen lazos familiares y cuasi filiales, un Jesús Niño se alegra cada Jueves Santo de ver al Santísimo siempre acompañado. Cuánto bien han proporcionado los padres carmelitas a Osuna, a sus parroquias, a sus conventos y a los transeúntes. Premiados el pasado 28 de febrero, al igual que las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones. Sus ciento veinticinco años de presencia en Osuna, los sesenta primeros destinados a la educación y también a la sanidad, principalmente de los más necesitados, también tuvieron un premio extraordinario proveniente del Vaticano, puesto que Madre Carlota de la Visitación será beatificada el próximo mes de noviembre en Barcelona.“Todos mis sufrimientos los doy por bien empleados, con tal que se salve un alma”, dijo la madre fundadora, la beata Carmen del Niño Jesús.

Pero todos los conventos necesitan de lazos de unión con el pueblo. Se valen de personas buenas, dóciles, serviciales. Macarena Olavarría, María López, Carlos Augusto, Encarni Sarria, Reme López... en San Pedro; José María Rueda, David García, Ángeles Caraballo, Javier León en las Descalzas; Manuel Algarra en el Carmen; Mercedes Angulo, Ana María Rodríguez en el Espíritu Santo; Olga Escribano y María Dolores Ojeda en las Franciscanas y tantas y tantas personas más o menos anónimas.

Y dejo para el final al último demandadero puro que queda en Osuna. Corazón inocente como los de los pastorcillos de Fátima, ferviente sacristán de la Victoria y cómplice de la unión de Jesús con sus fieles, voz del Rosario de la Aurora de nuestra Patrona y practicante misionero de la alegría del Evangelio. Orgullo de la congregación de la Orden de la Inmaculada Concepción y candidato, por qué no, a la medalla Pro Ecclesia et Pontifice como premio a la fidelidad a la Iglesia y el servicio distinguido a la Comunidad Eclesial. Se trata de Rafael Martín García, Martín el de Galicia, Rafalín el de las monjas o el abuelo de todas las jóvenes monjas africanas de la Alameda.

Conventos, Cáritas, Asociación Española contra el Cáncer, donaciones de sangre y donaciones de órganos, fundación

Banco de Alimentos… -Sancho, donde hay obras, las palabras sobran4 .

Vestido de gala ante este respetable, vengo con la única compañía de la palabra, esos dulces andrajos de un linaje de príncipes5. La Virgen de la Encarnación, mujer de ojos verdes que va ganando devoción entre nuestros vecinos, no necesitó firmarle ningún contrato al arcángel San Gabriel, bastó la palabra dada a modo de apretón sincero de manos, escena que me sobre impresionó tras un artículo de un cofrade estepeño afincado en Osuna.

Y al igual que hoy la llevan sus devotos por las calles de la feligresía de Fátima y Consolación, así iría en busca de su prima Isabel para contarle lo que le había pasado. ¡Esa importancia tiene la familia en la vida! Los que hacen derramar muchas lágrimas en la calle cada Viernes Santo por la mañana pusieron en mi camino a una mujer con la que siempre estoy de acuerdo en casi nada. En ese mismo momento, hice escrituras con Dios, para que el día que ella se vaya, ese día me muera yo.

Si la familia es Iglesia doméstica, las hermandades son Iglesia en el sendero diario de la vida. El sí de María fue un sí doloroso, pues ya sabía que la Majestad que presenta el Domingo de Ramos el Señor en la Sagrada Entrada, poderoso por la Carrera, será muy ultrajada en la tierra.

Y se hace el silencio de la corredentora, prolífica actividad, pero silencio elocuente.

Nace su Hijo en un lugar en el que le cierran todas las puertas y Dios construye un trono casi tan perfecto como el de su Madre: el pesebre. La Virgen de la Soledad, a quien nadie quiso hospedar, contemplaba la humanidad y, a la vez, la divinidad, del que acabaría azotado y humillado.

Hace más de dos mil años, Dios se fijó en una mujer, que hoy pasea por Osuna galana acompañada de San Juan, por la calle Compañía, exornada como una Reina; pero hace dos mil años, las mujeres no eran nada. Dios se fijó en lo más bajo de la sociedad. Tras el parto, María tuvo que ofrecer su Hijo para purificarse por la impureza del parto. La pura entre las puras: la Inmaculada Concepción.

Fue a presentar a su Hijo al templo. En Osuna presentamos a nuestros hijos en la víspera del 16 de julio, cuando le imponen el escapulario carmelita, o en los cultos de nuestras hermandades, cuando le colocan la medalla, orgullo de pertenencia. También el seis de septiembre, cuando un reguero de carritos se agolpa en Consolación para presentar a todos los nacidos en el año a nuestra Patrona. 6 de septiembre, día de presentación, día en el que nació mi presentador, un desconocedor del rencor que me hace sentir seguro. Mi gratitud eterna, no por su intervención de hoy, que también, sino por ser un cirineo con la fe de Noé; poderoso transmisor de una sosegada y enérgica paz interior. Tú me dirás después, querido José Manuel, cómo te podré pagar tanto bien.

DEFENSIO PERTINAX

Y de nuevo, una huída para salvar a su Hijo perseguido.

Somos las hermandades un blanco fácil, tanto para personas ajenas a la Iglesia como para miembros activos. ¿Siete veces?, dicen que le preguntó un pescador al Señor, y la respuesta que ya conocen fue demoledora. Si hacemos un breve repaso de solo dos o tres años de mofas hacia nuestras imágenes o hacia nuestra manera de vivir la fe, nos asustaríamos. En todas ellas, el ejemplo que han dado nuestras hermandades ha ido acorde con el mensaje del Evangelio. Nada de ley del Talión, todo lo contrario, ley del Amor. La agresión a Nuestro Padre Jesús o la publicación de un mensaje con la imagen de nuestra Patrona en la que aparecía con un burka sobre un mensaje que destilaba odio visceral. Tras ese mensaje se me vino a la cabeza una letra flamenca a la que le cambié el final: “Toíto te lo consiento, menos faltarle a mi mare, que a una mare no se encuentra, y a ti te encontré en el face”; en un facebook en el que afortunadamente son muchas más las imágenes procesionales y los testimonios devocionales que acumulan cientos, miles y millones de “me gusta”. Yo os invito a hacer click en la Cruz, a retuitear el final de nuestra Semana Santa, a proclamar con orgullo “#soycristianoconvencidoycofradecoherente”, compartid vuestras publicaciones religiosas y estad seguros de que el Dios vencido que paseará estos días por nuestras calles tiene muchas más respuestas que Google.

Cuando paseéis por la Carrera en Semana Santa, libre de vehículos, sin prisas, saludando a todo el mundo, leed en el exterior de Santo Domingo, en una pequeñita puerta tapiada por la que cuentan que entraron los restos del marqués de la Gomera, una frase hecha con rayones que dice: “Que llueva en Semana Santa para no tener que ir a regar el huerto”. Si el osado agresor de un monumento del siglo XVI, de casi quinientos años, fuese un asiduo de la Victoria, oiría casi día tras día una petición que muchos de los aquí presente nos sabemos de memoria popularizada por don Mariano: “Por una lluvia abundante y oportuna, para que las cosechas amenazadas por la sequía se logren plenamente y se restablezca el orden ecológico». Los cofrades no nos indignamos con la lluvia. La estación de penitencia son solo unas horas en el almanaque; es más, pedimos para que a tu huerto no le falte agua, pedimos por la lluvia para que los jornales no falten en ninguna casa, para que nuestro abastecimiento de agua nunca escasee. Yo creo que Jesús sube hasta la Colegiata para bendecir a nuestros campos. Denota ese mensaje también un poco de vagueza, porque nada hay que guste más a un hortelano y a un agricultor que ver cómo Dios concede el don de la lluvia sobre la tierra. Le invitaría también a que leyese la primera encíclica del Papa Francisco, en la que, hablando desde un ecologismo activo, trata temas relacionados con la tierra y el agua. “Mira si soy desprendío, que, ayer, al pasar enfrente, tiré ese mensaje al río”. Al río de Jorge Manrique, puesto que todos los ríos de la vida van a dar en la mar. >

4.- De Don Quijote de la Mancha 5.- José Manuel Caballero Bonald

La corredentora seguía pasando día tras día en Jerusalén, sufrió la pérdida momentánea de su Hijo y en las bodas de Caná se licenció en Abogada nuestra.

¡Qué riqueza tiene nuestra Semana Santa! La figura del campanillero sigue saliendo cada Jueves Santo por la Concepción, la bandeja petitoria que recuerda al pedidor, el tremendo paso de la Sagrada Cena, que lleva fuertes costaleros que lo portan con esmero recordando a sus mayores, el sagrario vacío ve pasar el misterio del Lavatorio de los pies siempre de costero a costero y, alguna que otra vez, sobre los pies. Le sigue la cofradía de los dones con el himno del “Ubi Charitas et amor”. Posteriormente, la procesión eucarística que culmina despojando los altares. Los priostes cubren las cruces con velos morados y apagan todas las velas de la iglesia. Al día siguiente sale a la calle la Santa Cruz, solemne y desnuda. Los ministros se postran en el suelo, la humanidad aparece rendida, hoy no hay marcha que sea oportuna. Procesiona ese día el Varón de Dolores y se oyen los cantos que comienzan con un “Venid a adorarlo”. Y pronto se hace la luz. Vuelven los cirios, ciriales y candelerías a mostrar el fuego. Sale Jesús Resucitado. Una figura entre la bandera y el estandarte porta una vasija con agua que representa la incorporación de los hombres a Cristo. “Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”6 .

Vivamos los sagrados oficios. Hacen de la semana que viene la semana más gratificante del año. No lo duden. No es incompatible con ninguna procesión. Sólo la enfermedad, el cuidado de un enfermo o el trabajo deben impedir nuestra presencia.

Mi humilde aportación a la sociedad civil no sé si será contradictoria, pero viene a través de una hermandad, del Consejo de Hermandades, de una parroquia o de un convento.

El actual obispo de San Sebastián7, tras una ponencia en Osuna invitado por las Hermanas Franciscanas, les dijo que cuidasen a los grupos jóvenes de las hermandades. No es que haya frialdad entre los jóvenes de su diócesis, sino que es normal que él vaya paseando por la calle entre insultos. Y nuestro arzobispo afirmó que las hermandades son “un dique contra la secularización y, para muchos católicos, es un camino de vida cristiana y de verdadero encuentro con Dios”8 .

“¿Que la mies es mucha y los obreros pocos?”9 En las hermandades hay muchos obreros que, bien guiados y tras haber conocido a Dios, son capaces de trabajar duro por una buena cosecha espiritual.

En los atentados del pasado junio en Londres, saltó desgraciadamente a la fama Ignacio Echeverría, apodado el “héroe del monopatín”, puesto que lo usó como escudo protector.

Yo también tengo unos héroes, pero, afortunadamente, están vivos. No se produjo desgracia humana, pero pudo haberla, entre ellas mi hija Concha cuando contaba con muy pocas semanas de vida. Tras unos robos por establecimientos en Alfonso XII y Esparteros, los ladrones huían desbocados y descocados. No hay nada peor que un toro manso descastado buscando la salida. Mi suegra, ajena a todo, paseaba plácidamente a mi hija en su carrito, con la tragedia mascándose como en la famosa escena de “Los intocables de Elliot Ness”. Mis héroes arriesgaron sus cuerpos y sus coches consiguiendo poner a salvo las vidas de mis familiares.

Con sus paréntesis en la época de costaleros, mis héroes visten túnica cada Semana Santa. Para mí, son mis “héroes de la túnica”. Si al finalizar este pregón, consideran que merezco algún aplauso, me gustaría que estos rebotasen y fuesen para ellos: Manuel Cárdenas Alcázar y Javier de Soto Galván. Con el primero comparto, además, afición por los toros y con Javier, aparte de hermandad, le “repsamos” a la Virgen con canciones del gran Silvio10 .

Creo que no somos tan malos los miembros de las hermandades, de verdad. Madre Carmen dijo que “la divina Providencia nos bendice y propaga mientras más desprovisto estamos”. Mi eterna y deudora gratitud a mis “héroes de la túnica”.

REMINISCENDO

Mientras algunos colmaos hacen su agosto y los caldos escoceses se entremezclan con los caldos del puchero hasta que le ceden el testigo a la copa de anís y al café primero de la madrugada, otros dormimos al toque de centinela alerta. Comienza el rito de cuyas perchas penden largas telas con cola hechas por costureras del alma que incomodan a unas manos que son pocas para que no roce el suelo a la hora de la plancha. Es una magdalena proustiana que ni siquiera mastico. Es repetir lo que ya hicieran los que yo más quiero. Mi intrahistoria pendiendo de una percha ayudada de unos imperdibles casi imperceptibles. No son horas de palabras. El silencio afila el ambiente y el reloj vuelve al principio.

Los cordones, que no quiero aprender a colocármelos. Nunca me los he puesto yo solo. Primero, mi hermano, y de casado, una amiga. Siempre otra persona, igual que espero que hagan cuando saque la definitiva papeleta de sitio que no caduca.

Limpia y lisa como una patena, la tela exige que el alma también vaya sin arrugas ni dobleces.

Al pisar la calle, vestido de negro, tres siglos se agolpan de repente sobre mis hombros; uno empequeñece y cae de bruces arrodillado ante un tabernáculo no queriendo ser el cirio negro que aparece roto junto a otros once cirios blancos en la capilla sacramental de la Victoria.

Nada más salir a la calle, un estremecimiento que se cuela por las mangas, se recrudece al intentar pasar desapercibido para mi madre en la puerta de su casa, exactamente igual que hace treinta años.

6.- Salmo 117 7.- Monseñor José Ignacio Munilla 8.- Monseñor Juan José Asenjo 9.- San Lucas 10.- Silvio Fernández Melgarejo

Foto: Clara Domínguez

Es la liturgia del escalofrío. Por los ojales se ve la verdadera película de la vida.

Bajo mi capillo paso por unas horas más o menos desapercibido ante los hombres. En esos instantes cobra más sentido que nunca el texto del sudario del paso del Triunfo de la Santa Cruz. Y es en ese instante de anonimato, cuando aparentemente no somos nadie, cuando apreciamos lo más valioso de la vida.

Es un día que no le miro a la cara. Al final de los Abades se arremolina más gente de lo normal, muchos Morales apostados en un balcón de sillares y chumberas, y, cada año, una voz distinta presagia que el primer rayo de sol le va a cambiar el rictus de la cara, pero yo no la quiero ver.

Mirar a la Virgen de los Dolores, mirar a la nueva Eva, mirar a la Estrella de la Evangelización, es mirar a la eternidad.

Y ahí surgen los sonidos negros, porque el duende, como decía Manuel Torre, duele, como solo te puede escocer la mirada de la Virgen que tus padres te dejaron en herencia.

Un respeto a los que visten túnica en Osuna, a nuestros penitentes. Cuidémosles. No convirtamos la estación de penitencia en un juego de niños; desempolvad viejas y ricas túnicas, si la salud lo permite. Vuelvan a sacarla, no importa que estén un poco ajadas, esos son los jirones de la memoria. ¡Salgan familias enteras!

Diputados mayores de gobierno: denle ritmo al cortejo, que no haya excesivos parones; jóvenes de fiebre costaleril: gastad varias túnicas antes de coger costales o almohadillas, impregnaos de la esencia de la hermandad, sentíos orgullosos de pertenecer mediante la hermandad a la Santa Madre Iglesia.

Y cuando decidáis no volveros a meter bajo un paso, rescatadla y veréis y sentiréis nuevas sensaciones. La madurez le aporta otro sentido.

“La vida es un día”, dijo Madre Angelita, “aviva tu fe, te espera una felicidad eterna”.

La mañana del florido y agridulce Domingo de Ramos prologa la semana con el oro pajizo de las rizadas palmas llegadas al sur para abrir el camino de la procesión delante del verdor del olivo milenario que, junto al trigo, circunda nuestra villa.

Un penitente en la lejanía, el primer capillo de la primavera.

La procesión por la tarde ya está en la calle. La calle es toda ella procesión.

Niño, Luz de mi Vida, Jesús Niño, dime qué quieres. Dime, Niño, por qué miras con esos ojos que me reprenden cuando te miro. ¿Por qué suspiras y tus pupilas de Amor se encienden y tus mejillas enrojecen? Dímelo, Niño, que yo lo entienda, que no me explico, que siendo yo el hombre, por qué, tan Niño, tú eres mi senda, luz, guía, Dulce Nombre. Sé tú mi antorcha siempre encendida. Niño, nardo, luz de mi vida.

En un pollino de borrica cabalga quien destruirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén, el que dictará la paz a las

naciones, el que dominará del Granadillo al Conservatorio, de las Canteras a la Harinera, del Gran Río al confín de la tierra11 .

Aún recuerdo sus galopes cuando veían a don Desiderio encaminarse para Santo Domingo con su llave con la intención de cerrar las puertas a la hora prevista. No les demos pie a los nuevos sacerdotes ni a nadie de que nos llamen cabalgateros12, por favor. Mostremos una sólida formación a base de constancia, enriquezcamos los cultos, no alargándolos, sino con el oro de un acto penitencial, con la plata de buenos lectores y monaguillos, con el damasco de un profundo conocimiento de la liturgia y con el repujado de la pureza en la comunión.

El Lunes Santo está emparentado con el martes, pero no tiene nada en común con el Domingo. No es festivo. Es un día austero y abstemio. Un buen día para pedir por las vocaciones sacerdotales. Hoy es el día del seminario. Si el seminario de Sevilla es de los más numerosos de España, es porque en los grupos jóvenes de las hermandades no todo se hace mal. ¿Qué porcentaje de seminaristas de los últimos treinta años pertenecieron en su juventud a estos grupos? No somos tan malos los miembros de las hermandades, de verdad. Desde aquí me quiero sumar públicamente a la red de oración por las vocaciones.

El Martes es día de cuellos sucios de la dignidad que aporta el trabajo. La saeta está en el aire calmo y también en el asolanado. Saetas perfiladas en la besana y en la era por gargantas honradas. “Las penas que tú sufriste, / las estoy sufriendo yo. / ¡Ay, Virgen de la Esperanza, / cuánto lloramos los dos!”

Madre de la Espera y Mujer de la Esperanza, caricia de un fondo adamascado de un verde de tisú de siglos.

No molesten el Miércoles, pues no quiero diseñar castillos sin almenas ni iglesias sin sagrarios. Es una cofradía que en la calle huele a Cielo. Es día de coches, de estación de tren y de autobús. Tarde de misa fría. Tarde de Miserere en un recuerdo no vivido, tarde de organista en la memoria inmemoriada. Noche de lavanda, de colonia y de regusto de un cigarro bien liado. No es necesaria la compañía. La conciencia incómoda hiela el alma mía.

Llega el tiempo de gozo y reflexión. Doliente, amorosa y plateada carne flagelada. La desesperanza se cita con la bienaventurada alegría. El Jueves Santo, da igual si la Semana Santa cae alta o baja, vence la primavera al invierno. Del bolsillo de la chaqueta salen estampas de triduos y quinarios que se alternan con pequeños recuerdos de alguna estación de penitencia de años anteriores y algún recordatorio olvidado de una primera comunión. Precisamente hoy, que el mismo Jesucristo instituye año tras año la Eucaristía, un pan que fermenta a su manera en cada cual. ¡Qué serenidad tenías! Yo te miraba temblando y tú no te estremecías. Lo religioso y lo pagano, la fe y el escepticismo de milenios se funden para abrazar la vida, que es, además, muerte sin saberlo.

Avanza la procesión de un hombre derribado por la calle, plaza, calleja... Recibe las punzadas de una saeta: “Cantando le pido a Undebé del Cielo, que me quiera tanto como yo lo quiero”; acoge el pregón sin verso de los vendedores de algodón y globos, el humo de los bares que sale por los extractores de aceite recalentado de fritadas de pescado, el llanto del niño en su carrito enjaulado, alguna palabra de amor de jóvenes borrachos de deseo, rezos de gente sencilla que sufre o sueña, y nada, absolutamente nada, detiene a la procesión. Detrás, la Virgen de los Dolores, cáliz inmaculado apartado de las vanidades del mundo.

A pesar de su antigüedad, de su solemnidad, complejidad, barroquismo y atavismo, es un rito simple.

Antes de que la madrugada eche raíces, en la noche en la que se desprometen las promesas, furtivo de la orilla de la lumbre, percibo que, como Santo Tomás contigo, hurgas, oh Jesús todopoderoso, en nuestras heridas. Que no me usurpen de mis ojos la alegría porque, nada más verte, reconocemos nuestras faltas y te pedimos que nos perdones13 .

Y a vos, Madre de los Siete Dolores, le pido que no haya ni un niño sin raíces, sin memoria de un pueblo, sin memoria de la fe, sin memoria de valores. Estáis coronada por la Santísima Trinidad como Reina y Señora de todo lo creado. ¿Por qué os colocan un manto bordado? ¿Por qué una rica saya? ¿Por qué, si vivíais de manera humilde? ¿Por qué ricos broches prendidos en un pulcro y lindo pecho? ¿Por qué?

Porque la Semana Santa es producto de la Contrarreforma. Porque se le hizo frente a un protestantismo que no quería imágenes con un rabioso bosque amazónico de trozos de madera que nos conducen a Dios; porque se le hizo frente al jansenismo, que quería una desnudez famélica, con plata, oro y seda. Nuestra Semana Santa se ha agarrado al lado humano de la gran tragedia con decidida plasticidad.

Y la Semana Santa, tan inculta para unos, tan superficial y materialista para otros, pone en práctica el libro de los Salmos, que anuncia proféticamente la entronización de María, enjoyada con oro de Ofir, a la derecha de su Hijo, en la Gloria celestial.

Y llega la muerte con una mesura desmesurada. De nuevo, la Paz y el Bien. Y el tintineo a medianoche hace sonar el sueño de la razón, astuto vestigio, de un cuento bimilenario. La bambalina repite, llama, repite y habla, hasta que a María le entregan a su Hijo adorado.

Sagrado Descendimiento, tratado de cordura. Le pregunto cada año a Nuestra Madre de la Quinta Angustia que cuánto

11.- De la profecía de Zacarías 12.- Don Desiderio Salas García dixit 13.- Basado en versos de canciones de Joaquín Sabina

vale un ramillete de nostalgia. Mi amigo Pepe del Pozo, ciego de nacimiento y puro de corazón, fue mi muñidor para espabilarme, pues venía algo solemne y glorioso, que preparase mi espíritu para afrontar con la alegría de un niño con su rica túnica de campanillero la procesión: -Álvaro, ¿has visto qué bonita viene este año la Virgen?

Ahí me enseñó de un estoconazo que mirar a Nuestra Madre de la Quinta Angustia es desear repentinamente hacer eterno lo efímero. La fugacidad en la cofradía del sentido de la medida.

No sé a qué huele el Sábado Santo. A greguería canina de Gómez de la Serna, tal vez, cuando afirmaba que el primer sonajero se parece demasiado al hisopo.

Ese sábado soy el guardián dormido en el sepulcro; el sábado, que nunca tendría que pasar nada, están pasando cosas. La ley era el sábado, perfecto el mundo.

Huele a cansancio y a renovación a partes iguales. Procesión de luto festivo. El fin que siempre es principio. Procesión religiosa y civil. Virgen preciosa y llorosa. La Soledad, siempre acompañada. Procesión de expectación. Palio de respeto. Procesión de devoción. Túnicas y mantillas en una procesión multicolor. El fin que siempre es principio, donde el vencido se transforma en vencedor. El mar de su bondad nos inunda. Mi principio y mi fin. Me ofreces, ni más ni menos, la vida que quiero vivir. Mi corazón, por siempre, es tuyo, Señor, plena confianza y decidida salvación, preludio de un Domingo sin ocaso.

La procesión nunca está acabada del todo, ni quiere, en realidad, estarlo. Quiere seguir renovándose cada año. Porque el tiempo sigue, la procesión nunca se para.

Esta es la Semana Santa que yo quiero pregonar: anacrónica, antigua, ingenua, con una pátina de desfase, pero con un inalienable olor a alma y a fe.

A María es su mismo Hijo quien le pide que le acompañe en el suplicio, porque lo exige así su misión de corredentora: este título no la iguala con su Hijo, ni mucho menos, sino que denota una singular participación en la obra salvífica de la redención de la familia humana.

Qué buen título para un dogma mariano defendido por nuestras hermandades como hace cuatrocientos años ya defendían el de la Inmaculada Concepción.

-La ilusión no se come - dijo ella. -No se come, pero alimenta14 - dijo aquel coronel que no tenía quien le escribiese. VOLUERA

Quisiera haber sido un digno pregonero como el que estuvo en este mismo lugar hace treinta y tres años, quisiera poder portar mi cruz tras la Virgen con su misma profundidad y poder dedicarle bellas líneas a la Estrella de la mañana; quisiera ser un iluso portador de una rama de olivo y de un cordón franciscano de Paz y Bien; quisiera tener la fe de Abrahan en el monte Moria cuando voy rezando el via crucis el Lunes Santo; quisiera ser portador del Lignum Crucis y asaetear que esa es la Verdadera Salvación; quisiera ser contraguía de tu Misericordia y poder decir en voz baja: “Costaleros, id despacio, no tengáis ninguna prisa, que a su cuerpo le hace daño hasta el beso de la brisa”15; quisiera ser cirinea torre de la Merced para aliviarte con la rotundidad y profundidad de Comunión y Liberación; quisiera tener constancia, oh Cristo Atado, Rey del Universo, verdadera Obra de Dios; quisiera ser tu restaurador, oh, gran Jesús, para tenerte en mi casa durante meses como te tienen día a día los miembros de Vivencia de Fe; quisiera ser Nicodemo para poder pasear tu Paz sosegada por el mundo con la desenvoltura del Grupo Scout; quisiera tener un excelso jardín para sembrar únicamente los más bellos jarros que jalonen el más eminente trono y aflorar la profundidad ignaciana de sus ejercicios; quisiera ser bambalina del palio el Sábado Santo para cambiar el tañer de luto por el repique de alegría con la intensidad de las Comunidades Neocatecumenales.

Quisiera, quisiera, quisiera...

(CO)REDEMPTORIS

Y presto estoy a la espantá, sereno, aun sin haber cumplido. Te he proclamado bendita sin haber hilvanado un solo verso. Quise durante este texto alabar tu egregia figura, quise cantar tu salida, quise ensalzar tu hechura y quise exaltar tu subida porque tú también paras el tiempo. Directamente te vi sonreír al dejarte una novia su ramo y al presentarte a sus hijos formando parte de un sueño. Quise verte en la alegría y en el más farragoso cieno. Quise verte caminar gloriosa en mis solemnes miedos andando siempre igual, siempre de costero a costero, rodeada de tus hijos vestidos de negro eterno. >

14.- De Gabriel García Márquez 15.- Del pregón de don Eloy Reina Sierra, 1985

Aspiraba haberte visto en mi pregón verso tras verso, en rimas medidas perfectas y decir como aquel poeta varado en el estanque del venero “que, en mi pueblo dicen todos, y yo digo con mi pueblo, que su Jesús y su Virgen no los tiene el mundo entero16”. Siendo un simple vocero con el título cuasi otorgado de inmerecido pregonero, creo que Osuna late con arte por la fe que te tenemos. Treinta y ocho años contigo apresto a los “yo confieso” de quien mal pide la gloria y del que bien pide el consuelo. Madre mía Dolorosa, Madre de un contrito pueblo, auxíliame en mi caminar, para seguir siendo mi deseo. Entonces paro mi reloj, para que el tiempo no pase mientras estemos Tú y yo. Mantas, sudor y coñac, cobrando salarios enteros que, al principio, costeaban, nuestros hermanos, los del Nazareno, De padres a hijos, y gracias a nuestros abuelos, vivimos para llevarte de la Victoria a la Gloria pasando por el desierto. No me riñáis, por Dios, os lo pido, que no miento, que, por una vez en la vida, y precedente ya no siento, pretendo que mi osadía arrincone a mi retraimiento. Complacientes costaleros han portado por abruptas cuestas a lo largo de los tiempos a una Señora cabal llevada con mucho esmero. Varios Cuevas te llevaron, entre ellos Curro el Arriero, José Rodríguez y Francisco Díaz, López Friaza, su hijo, y los Cordero, Luis Sola, Paco Domínguez, Manuel y Moisés Romero, tres hermanos López de la Puerta, Antonio García Sánchez y Javier el Capaó, José Manuel, Carlos y Benjamín Bueno, y mi querido Antonio Morón, con su cincha cogida al cuello. Barrita, Piana y Quirós, los Ecijanos, Cacholas, Mario Bueno, los Chichos, hijo y padre, Muñiz y Javier Hinojosa, los Chichas y el Sillero. Carlos Puerta, Manuel Rey, Rodríguez Borja y sus hijos, Javier y Quiterio, los Tirilla, Tomatito y Borujo, y un gran señor casi pariente llamado Juanma Moreno. Trompo, Grana, Cuco y de Martín de la Hinojosa un fecundo reguero: Pepe, Manuel Javier, Óscar y Nacho, Jaime, César, y varios Curros. Ignacio López, enérgico en las trabajaderas, invitó a un torpe servidor a ser de un Cristo Vivo alegre costalero. Dos Manuel Rodríguez, Carlos Bellido, mi tío José Manuel, al que aún hoy tanto quiero, José Luis Núñez, Luis Soto, Francisco Gómez, Luis Miguel y Palomo. Álvaro y Antonio Matas y algún que otro Villatoro. Mis primos Juan y Javier al igual que su padre costaleros lanzando salves y vivas que traspasan respiraderos. Los Chicos de la Compañía, José María y Jaime Govantes, los Pérez Conde y Majarones, Cuevas, José Ignacio y Pepe López, Bernabé, Castro, Mármol y Recio, Pepe Serrato, Mancera y Antonio Flores los Bellido, Nacho Herrera y también muchos de la Puerta: Aurelio, Javier, Jaime y Pepe, orgullo para su padre que les marcó el sendero. Y tantos y tantos hombres, que no pasarán para la Virgen al vacío de los estantes. Cristóbal, Javier Soto, mi amigo Ruiz Calderón, Sabite, Calle el del Herrero y Borja Herrera que muy pronto nos dejó. >

Álvaro y Dani Pérez, hijos de un gran hermano mayor17 , culpable de que esta tarde hoy me presente ante vos. Ignacio y Luis Hinojosa, Torrejón, Manuel Sierra, los Medinas, Escribano, Llamas, los Lomelino y Jaime Herrera, José María Rodríguez, Espuny e Ignacio de la Puerta. Juan Carlos Domínguez, José y Paco, ven en Manuel cantera de una tradición que Manuel Serrato Jiménez a su hijo le instruyó, al igual que mi hermano Alfonso, desde su silencio, a este torpe orador. Y Juan Manuel Rodríguez Moya, Chamaco, catedrático emérito de la asignatura de la vida. En diversas artes me licenció, de la Tauromaquia, el deleite de apreciar la quietud de Manolete y el descaro de la copla de Quintero, León y Quiroga. Portento bajo las trabajaderas, servicial en la fábrica de harinas, ahínco en la dura posguerra, pedaladas de supervivencia. Ni Ocaña ni Bahamontes fueron mejores ciclistas que aquel humilde costalero, buscavidas estraperlista, penitente hasta la agonía, asido a tu manigueta abandonada la bocina, que subió el Tourmalet denominado Gólgota en la Biblia. Con su detente en mi pecho, con su ejemplo y el de tantos otros, le mostraré al pescador Pedro este espontáneo papel en el que aparecer poder espero junto a mis sobrinos, mi ahijado y mi hijo y, por qué no, algún nieto. Costaleros de la Virgen, y de todo el pueblo entero, ¡vámonos todos al Cielo!; pero los penitentes, primero, y después la bocina, el cruz de guía, y los faroles que abren cortejo, y la gente que manda y ordena y el que la campana suena y la que el Rosario reza. Y esa cruzada bandera y ese estandarte con arte, orgullo de una pavera. Pero los últimos serán los primeros en el Reino de los Cielos y los que cogen la cruz de su Hijo, si viven con piedad todo el año, seguro que alcanzan la Gloria con las palmas de sus manos. Capataz, ¡vamos al Cielo con Ella!, de las guapas, la más dulce y la más bella de las doncellas. Y esa banda de música, orquesta de alados ángeles interpreta melodías, mientras la camarera, absorta, ve recorrer lágrimas que adornan muchas mejillas. Legionarios siempre dispuestos para que ninguna pesada piedra pueda otorgar jamás tinieblas a un sepulcro que siempre estará abierto. Y lanzo una jaculatoria, mensaje de unidad y amor, contraseña inverosímil, de mi vida pura esencia, pues no hay mayor emoción que rezar mediante un brindis. Anhelando haber tenido un puñado de sal en mi pila bautismal, yo me parto la camisa y alzo la copa de mi voz por los dos Corredentores, codiciando alcanzar la Luz: ¡Viva la Virgen de los Dolores! ¡Y viva Nuestro Padre Jesús!

DOCUMENTOS DE ACOMPAÑAMIENTO DURANTE LA REDACCIÓN

-Obras completas, de Federico García Lorca. -Magnificat. -Revista Alfa & Omega. -Comulga con la Virgen, de Juan Rey, S.I. -La obra poética, de Manuel Ríos Ruiz. -La Pasión según Pemán, de José María Pemán. -Sagrada Biblia.

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