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Crónica de la festividad de la Candelaria 2018 • XXX aniversario de la fundación de la hermandad
de las familias nobles más conocidas por aquella época. El Señor desde aquel momento le tenía preparada una misión, la de predicar la Fe. Siendo bastante joven obró sus primeros milagros entre la gente de su pueblo, pudiéndose destacar la cura de enfermos. Dice Fray Fernando de Valdivia “Alégrate, Osuna, por haber sido teatro de tantos triunfos, de tan desacostrumbradas acciones sobre las fuerzas y virtudes de la naturaleza, cuantas maravillas obró Dios por su hijo y Mártir San Arcadio. Gloríate, pues, Osuna feliz, porque quiso Dios darte un protector”.
Comienza en el año 110, tiempos del emperador Trajano, una persecución contra los cristianos. El prefecto de la provincia de Andalucía mandó a sus hombres a Osuna y Marchena, llegando con ellos tiempos de alborotos, confusiones y horrores en los que nuestro Santo ve más conveniente el retirarse para afrontar mejor el sufrimiento que se le avecinaba. Una vez retirado, Arcadio deseaba morir y deseaba vivir, morir para reunirse con el Padre, vivir para ayudar a los cristianos y predicar la Fe. Llegó a oídos del Prefecto la noticia de que Arcadio era cristiano y, como su nobleza era conocida, éste temía que convirtiese a más ciudadanos. Es por ello que mandó prenderlo y los ministros fueron en su búsqueda a su casa sin hallarlo en aquel lugar por lo que encarcelaron a todo aquel que habitaba en aquel hogar, amenazando con ejecutarlos tal y como iban a ejecutar a nuestro Santo Patrón.
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Enterándose Arcadio de todo esto se presentó ante el Prefecto manifestando su religiosidad, a la cual este respondió dándole la opción al Santo de que si se convertía contra el cristianismo le prometía los mejores y más decorosos puestos de la ciudad y de toda la provincia otorgándole el emperador Trajano seguidamente los correspondientes honores. Nada de esto hizo cambiar la idea del valeroso joven y asumió con orgullo la sentencia que se dictase.
En primer lugar, se le mandó azotar y seguidamente lo rociaron con plomo derretido por todo el cuerpo, pero viendo que tardaba en morir, lo mandaron torturar en la “catastra” o “equuleo” que trataba, parece ser, de un instrumento de hierro con el cual se estiraba a los delincuentes para que confesaran la verdad. Con ello los ministros intentaron de nuevo que Arcadio renegase de su Fe, algo que no consiguieron. En esos momentos dijo el Santo: “Vosotros bien me podréis atormentar, hacer pedazos y matar, pero no arrancarme el Dulcisimo Nombre de Jesús de mi corazón.” y tras éstas palabras prosiguió el tormento. Temiendo sus verdugos entonces que se les muriese lo quitaron del equuleo, ya que había que ejecutar la sentencia dictada.
Así fue, lo amarraron a un tronco de madera que prevenía la crueldad y comenzaron a realizar cortes en las manos, brazos a la altura del codo y después por el hombro, también los pies y las piernas. Entonces aflojaron los cordones que lo sujetaban al madero para así aumentar su dolor con el movimiento incontrolable de su cuerpo hasta caer al suelo, donde arremetieron a golpes contra su desnudo cuerpo y comenzaron a estirarle las extremidades y con un cuchillo comenzaron a cortar nervios, venas y arterias y rompiendo los huesos le arrebataron las manos.
Indignados los ministros con el Santo, pues éste lanzaba alabanzas a Dios pidiendo el perdón de sus verdugos, mandaron cortarle los pies. Lo dejaron sufrir y, más tarde, para aumentar su tormento, le quebraron las piernas por las rodillas y no contentos con ello se las cortaron haciendo lo mismo con sus brazos, éstos últimos primero cortándolos por la mitad y después el resto. Por último le cortaron los muslos y abrieron un agujero en el suelo donde comenzaron a enterrar las partes de este cuerpo Santo, tras ver Arcadio todo esto, expiró.
Siglos más tarde, sería el pueblo de Osuna quien reclamase la realización de un templo dedicado al culto a San Arcadio Mártir y es en 1631 cuando comienzan las obras de dicho templo, finalizando en 1633 y financiado gracias a limosnas de los habitantes de la Villa Ducal. Se comienza entonces a celebrar las fiestas de San Arcadio cada 19 de Enero, ya que su propia fecha, el 12 de Enero, se encontraba ocupada por la octava de la Epifanía del Señor hasta el 1689, año en que se consigue pasar la fiesta de San Arcadio al propio día 12.
En 1635 nace la Hermandad de San Arcadio Mártir aunque éste no es nombrado Patrón de Osuna hasta el 29 de Enero de 1642. Años más tarde, en 1696 se pone en ejecución la realización de una imagen de San Arcadio llegando con ella al siguiente año la primera salida procesional.
Éste es el Patrón que se nos ha encomendado, ésta es su historia y me gustaría finalizar el artículo realizando una invitación:
“Tú, Osuna, acuérdate de tu Santo protector, que en la ermita se encuentra cada día,
velando por su pueblo sin rencor. Tú, Osuna, que lo cambiaste por una ilusión, recuerda que en los malos tiempos el siempre te ayudó.
Tú, Osuna, míralo con fe y devoción, que es él quien nos guarda y guía, que es él, San Arcadio, ¡Nuestro Patrón!”
El grupo joven de la hermandad del Santo Entierro, con la ayuda de su junta de gobierno, cuenta con una fecha muy señalada en el calendario, la celebración de la Festividad de la Presentación de Jesús en el Templo cada mes de febrero.
En diciembre, tras el puente de la Inmaculada Concepción, citábamos la reunión-igualá donde se comienza a palpar ya un cierto grado de nerviosismo por parte de los nuevos costaleros, y los no tan nuevos: “Disfruto como un niño con ustedes, esto ya está aquí” apunta el costalero más veterano de la cuadrilla, siendo un gran reflejo de que la edad en las hermandades no tiene ninguna barrera, pues siempre el aprender y disfrutar no es ni directamente ni inversamente proporcional con la edad. Es en esta reunión donde se fija el calendario de ensayos, siendo habitual ya, como años atrás, una cantidad de cuatro, en viernes noche, desde la misma Iglesia donde unos meses adelante realizaremos la salida procesional, la antigua iglesia de Santa Clara, situada en la calle La Huerta.
Tras esto, comenzábamos con los preparativos engalanando las calles del casco histórico de Osuna con banderas y detalles para engrandecer el gran día, además del montaje del pequeño altar que le brindábamos a Nuestra Señora de la Cabeza, en la Iglesia San Carlos el Real (La Compañía), donde más tarde le rendiríamos culto con la celebración del triduo en su honor los días 31 de enero, 1 y 2 de febrero, oficiado por nuestro director espiritual y párroco de Nuestra Señora de la Asunción, Rvdo. don Antonio Jesús Rodríguez Báez. Es aquí donde realmente más le recalcamos a nuestros jóvenes, pues es importantísimo la formación y asistencia a los cultos, para ser realmente conscientes del significado de las imágenes que portamos.
Tras esta introducción nos centraremos en el día ansiado y esperado, ese 3 de febrero, como ya es costumbre y tradición comienza con un pequeño desayuno que organiza el grupo joven en el bar de “La Bodeguita” en beneficio de la hermandad y servida por nosotros mismos, contando con la gran ayuda de la dueña de esta pequeña taberna. Seguidamente, se realiza a las 12 horas de la mañana el rezo del Ángelus, donde se realiza una fantástica “cohetada” desde los alrededores de la gran Iglesia Colegial, tras ello, el retranqueo para asegurar que todo está correcto demostrándose con ello el gran trabajo desempañado por parte de priostes y hermanos en el montaje, para la posterior salida procesional.
Comienzan los cosquilleos en el estómago, como si de un conjunto de mariposas revoloteando en nuestras entrañas se tratara, y por fin, se abrían las puertas de la iglesia de Santa Clara a eso de las 18:00 horas, nuestro Párroco oficiaba la bendición de las candelas, sumándole a ello el rezo de todos los agolpados en la misma. Los sones en “ordinario” de la Agrupación Musical Santa Cruz comenzaban a degustarse en nuestros oídos y cada vez más cerca. La salida de los pequeños monaguillos y acólitos que portan ciriales, incensarios y hasta una pareja de tórtolas, comienzan a enternecer corazones por la villa de Osuna, además de perfumarla con ese olor tan particular que nos gusta a los cofrades.
Suenan los tres toques de martillo, se levanta el paso, con ello ya se va escuchando el “rachear” de las zapatillas, de repente suena el Himno Nacional con el acompañamiento desde que el paso sale hasta que se encierra de cohetes. Una serie de chicotás que se efectuarían en el tiempo de dos horas siendo el recorrido el siguiente: calles La Huerta, Tía Mariquita, Plaza Mayor, Carrera, Plaza Rodríguez Marín, Gordillo, Compañía, Sevilla, Palomo, Molinos y vuelta por La Huerta.
Sin más, solo nos quedaba esperar otros 365 días, para una nueva de salida de gloria, nunca mejor dicho, pues esto es lo que nos trae una procesión de tales características a nuestra villa, GLORIA.
Foto: Almudena Izquierdo Muñoz
Fco. Miguel de la Ossa Flores Juan Carlos Rodríguez Flores
Foto: José A. Ruiz Moncayo