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‘La piedad popular: lugar teológico de la nueva evangelización’

Foto: Paco Segovia

Queridos/as hermanos/as,

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Me presento a vosotros como director espiritual del Consejo de Hermandades y Cofradías de Osuna. Desde hace cinco años sirvo a la Iglesia en Osuna como párroco de Nuestra Señora de la Asunción, como director espiritual de las Hermandades que tienen su sede canónica en la parroquia y como vicario episcopal de la zona sur. Y desde hace unos meses la Iglesia me pidió este servicio pastoral para acompañar al Consejo de Hermandades y, por extensión, a las Hermandades y Cofradías de Osuna. Me ofrezco a todos vosotros en aquello que os pueda ayudar. También deseo agradecer el servicio pastoral que Monseñor Mariano Pizarro Luengo ha realizado durante tantos años como sacerdote y párroco en nuestra Iglesia de Osuna, especialmente en su parroquia de Nuestra Señora de la Victoria, a las comunidades de religiosas, a las Hermandades de su feligresía, al hospital y también en estos últimos años como director espiritual de este consejo. El Señor le siga dando salud y fortaleza para seguir sirviendo a nuestra Iglesia en Osuna.

Por otra parte, este medio me ofrece la oportunidad de compartir unas reflexiones con vosotros. Es posible ya sepáis que el Papa Francisco ha sugerido a la piedad popular como un ámbito de renovación pastoral para la Iglesia en el mundo. Encontramos sus palabras en la exhortación apostólica Evangelii gaudium no126:

‘...en la piedad popular, por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo. Más bien estamos llamados a alentarla y fortalecerla para profundizar el proceso de inculturación que es una realidad nunca acabada. Las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización’.

Hace unos meses participé en dos congresos teológicos, uno en Barcelona y otro en Roma, en los que se trató este tema. Pude percatarme que aquello que el Papa Francisco, junto con los Pastores y teólogos participantes, pretende ofrecer como un camino para anunciar el Evangelio de Jesucristo, nosotros lo tenemos desarrollado hace muchos años. Por un lado, me alegró, y por otro surgieron algunos retos.

Ante el avance de la secularización (desnaturalización del mensaje cristiano y del sentido de la Iglesia) y la globalización (el mundo se hace cada vez más pequeño y la intercomunicación de las civilizaciones puede hacer que desaparezca la propia identidad), la Iglesia ofrece itinerarios de fe: propiciar espacios de encuentro con Dios, iniciación cristiana que nos incorpore a la comunidad de la Iglesia, compromiso cristiano, etc.

La evangelización es el proceso por el que se anuncia la Palabra de Dios. Es complejo y no tiene un único camino de desarrollo. Es decir, no puede ser solo fruto de una pastoral perfectamente organizada o fruto de un laboratorio eclesial. Por ser obra de Dios también actúa el dinamismo del Espíritu Santo.

Un elemento necesario en el proceso de la evangelización es el encuentro entre la cultura y el Evangelio. La inculturación es el proceso por el que el contenido del mensaje cristiano, en relación con la cultura de cada civilización, crea formas de expresión popular de fe. Estas expresiones de piedad popular son únicas por nacer y desarrollarse en la fe de ese pueblo concreto. De esta manera, se convierten en auténticos lugares teológicos en los que es posible una llamada al encuentro con Dios y a la conversión.

Nuestra tierra ha vivido de manera única ese diálogo entre fe y cultura en la expresión popular de la fe de nuestro pueblo a las Sagradas Imágenes de Jesucristo, la Virgen María y los Santos. Incluso esa piedad del pueblo creyente ha tenido un desarrollo asociativo cristiano: Hermandades y Cofradías. Durante siglos ese proceso de inculturación de la fe ha dado un camino de evangelización.

Le hemos escuchado y leído en numerosas ocasiones a nuestro Arzobispo, D. Juan José, que las Hermandades y Cofradías en Sevilla son un auténtico dique contra la secularización. También afirma que en estos años, además de desarrollar su dimensión cultual, ha crecido en ellas la dimensión caritativa y formativa. Estoy de acuerdo con nuestro Pastor. Y esta dimensión positiva ha de ser desarrollada para que los frutos de la evangelización sigan dándose en nuestros fieles.

Al inicio comentaba que aquello que el Papa pide de la piedad popular nosotros ya lo tenemos desarrollado y, por lo tanto, no se trata de crear algo nuevo, sino de cuidarlo y alentarlo. Aquí entran las orientaciones pastorales de nuestros obispos en Sevilla para este año y los próximos.

Afirmar lo bueno y positivo que ofrecen nuestras Hermandades no implica no señalar los retos y dificultades que también existen. Desde el pontificado de Pablo VI se habla en la Iglesia de una nueva evangelización para toda la Iglesia, cuya característica más significativa para nuestra tierra, es que no se dirige mayoritariamente a no creyentes, sino a aquellos que ya han recibido de alguna manera el anuncio del Evangelio o incluso ya son cristianos por el bautismo. Este reto es totalmente nuevo en la historia cristiana de nuestra tierra, y por eso la manera de afrontarlo también será nuevo. El contenido de la fe cristiana no cambia, porque no está sujeto a modas o a cambios de época. Pero sí la expresión de fe de los cristianos. Aquí es donde nuestras hermandades pueden hacer mucho por la evangelización, ya que llaman al encuentro con Jesucristo y la Virgen María a través de una fuerza interior y estética muy grande.

Estoy convencido que en la mayoría de los hogares de Osuna hay una fotografía de algunas de las Sagradas Imágenes titulares de nuestras Hermandades. Incluso alguna otografía en la celebración de alguno de los sacramentos en la Iglesia. Todos estos elementos son signos para una nueva evangelización. La piedad popular toca el corazón, los sentimientos y hunde sus raíces en los recuerdos familiares. Desde nuestras Hermandades y desde las parroquias hemos de ofrecer una propuesta pastoral para que esa semilla de conversión a la fe pueda llegar a dar fruto de compromiso cristiano. Estoy convencido que es posible.

Deseo finalizar mis palabras con una cita de la carta pastoral de nuestro Arzobispo al inicio de este curso pastoral 2019-20: ‘Objetivo fundamental de los pastores, de las juntas de gobierno y los responsables de cada corporación debe ser que sus miembros tengan un encuentro personal con Jesucristo, desarrollando una personalización creciente de la experiencia cristiana. Si no nos marcamos ese objetivo y, sobre todo, si no trabajamos para hacerlo posible, estamos desaprovechando un tesoro característico de las Diócesis del sur de España, y especialmente de nuestra Archidiócesis. Las Hermandades deben ser para sus miembros, como la Iglesia, sacramento del encuentro con Dios o escalera de nuestra ascensión hacia Dios, en frase feliz de san Ireneo de Lion, de manera que los cofrades sean, como reza el título de esta carta pastoral, verdaderos amigos de Dios’.

Que nuestro Señor Jesucristo os bendiga, y la Santísima Virgen María interceda por todos nosotros.

Un abrazo.

Antonio Jesús Rodríguez Báez

Consiliario del Consejo de HH. y CC.

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