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Pregón de las Fiestas Patronales 2019
Juan Miguel Hidalgo Cascajosa
Dios te salve Reina del Cielo, que en Osuna tienes tu morada, y al clavarnos tu mirada, nos llenas de consuelo. Dios te salve, Madre mía, los débiles de corazón te buscamos, y cuando en la oscuridad no te hayamos, tú eres el faro que nos guía.
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Madre de los afligidos, humilde y redentora, rescátanos de la deriva, antes de que nos llegue la hora, enséñanos a ese niño, al que salvará nuestras almas, al que llevas en tus brazos, mientras le cantas una nana.
Osuna ante ti se arrodilla, porque eres su patrona, porque cuidas de tus hijos, cual Madre auxiliadora.
Protégenos bajo tu manto, y no olvidemos tu enseñanza, que tus palabras más humildes, dieron al mundo esperanza.
Ahora yo las repito, Consolación de mis entrañas, y a Dios nuestro señor le digo, hágase en mí según tu palabra.
- Sr. cura párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Consolación. - Sra. Alcaldesa de la villa de Osuna. - Sra. Hermana Mayor de la Hermandad de Ntra. Sra. De Consolación, patrona y alcaldesa honoraria de nuestra Villa Ducal. - Sr. Presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías de
Penitencia y Gloria. - Sr. Hermano Mayor de la Hermandad del Santo Cristo de la Paz y María Santísima del Mayor Dolor. - Representantes civiles. - Representantes de las diferentes Hermandades de nuestro querido pueblo. - Queridísima Junta de Gobierno de Nuestra Sra. De Consolación.
Hermanos todos en Dios Nuestro Señor: Muchas gracias a mi amiga y compañera María. Sin duda no he podido elegir a alguien que me conozca mejor en todos los aspectos de mi vida. Aunque seguro que has exagerado mis virtudes y escondido mis defectos, eres la mejor. Te quiero. Como escribió mi buen amigo Antonio Cuevas en sus maravillosas sevillanas tituladas Papel y pluma, “¡qué difícil es Señora escribir para adorarte!”.
Puedo pasar la eternidad pensando en ti. Puedo ver en el proyector de mi mente una y otra vez “chicotás” maravillosas, “revirás” perfecta, caminos a tu ermita cantando sin cesar junto a mis hermanos y miles de momentos inolvidables a tu lado. Pero, ¡qué difícil es señora escribir para adorarte! ¡Cuánto me ha costado sentarme a escribir sobre ti para hablarle a tu pueblo! voy a intentar dar la mejor versión de mi pluma para honrarte en este mi pregón, que sinceramente deseo lo hagáis también vuestro.
El 8 de diciembre, hace justamente 9 meses, celebramos el día de la Inmaculada Concepción de maría, ese día en el que Dios nuestro señor bendijo a toda la humanidad con tu presencia en el vientre de la señora Santa Ana. Por lo tanto, mañana celebramos la natividad de la Virgen maría. Vamos que mañana estamos de cumpleaños y lo vamos a celebrar por todo lo alto, estáis todos invitados.
Pero, ¿cómo expresar en unos minutos toda una vida a tu lado?, un sentimiento de amor tan profundo como el brillo de tu mirada. Vivencias, vivencias junto a mi Hermandad, mi familia, mi esposa, mis hijas, mis amigos y junto a los que comparto algo muy especial, una forma de amarte tan maravillosa como inexplicable, una manera de entregarnos a ti en cuerpo y alma de tal manera que nos olvidamos de nosotros mismos para fundirnos contigo durante unas horas en las que pisamos el mismo cielo. Sólo quien ha sentido en sus hombros el peso de tu amor puede entender lo que digo.
Yo no te busqué, mas te hallé, llegué a esta parroquia siguiendo los pasos de mi hermano franjo, pasos que he seguido durante toda mi vida y siempre me han llevado a sitios buenos. No me cabe la menor duda de que él fue el instrumento que utilizaste >
para llevarme a ti. Y digo el instrumento porque estoy seguro de que todos somos instrumentos de Dios, y que él nos va entrelazando a unos en las vidas de los otros para que cumplamos la misión que nos tiene encomendada, todo depende de que aceptemos esa misión o no. ahí es donde tenemos que decidir nosotros.
Pues ahí estaba yo, abriendo un inmenso portón de madera cuando aún apenas llegaba al pestillo, y tras el estabas tú, oteando desde tu camarín, vigilante de aquel pequeño que entraba en tu casa y se quedaba maravillado de tu presencia. Jamás imaginé que me ibas a ayudar tanto, que me ibas a guiar por el sendero de la fe, del que tantas veces me salí y tú tantas veces me devolviste a él.
Gracias Madre por ser el faro que me señala el camino, por ponerme a mi lado a los mejores peregrinos. Que si tropecé con mil piedras en este caminar, siempre encontraba un apoyo para poderme levantar. No merezco tus atenciones, tu cariño o tu amistad, pero como la mejor de las Madres nunca me fallas en la adversidad. Gracias consuelo por mi familia, mis amigos y mi Hermandad, que hacen que este hijo nunca camine en soledad. No sé por qué pones tanto amor a mi alrededor, me has elegido pregonero siendo un gran pecador, aunque bien sabes Madre mía que reboso de ilusión, nunca podré expresar con palabras mi devoción. Eres luz, eres camino, eres escalofrío y eres calor. Eres la Madre que siempre he querido, mi Virgen de Consolación.
Aquel niño fue creciendo junto a ella y junto a los mejores maestros. Maestros de almohadillas, maestros del martillo y maestros con mayúsculas de fe y Hermandad. Sinceramente hoy no sería la persona que soy, si no me hubieses puesto a mi verita a Curro Rebollar, hombre de fe, de pensamientos inquietos y profundos, tanto que a veces no hay quien lo entienda, ni el mismo. Curro me enseñó cómo hay que comportarse cuando eres los pies de maría, que no puedes guardarte ni una mijita pa ti, que cuando la llevas a ella te conviertes en parte de ella, que una cuadrilla de costaleros es una cuadrilla de hermanos, hermanos que llevan a su bendita Madre y cada uno de ellos tiene que estar dispuesto a dar su esfuerzo, su corazón y su alma.
También me pusiste a mi lado a José Montero Ballesteros, al que en el contacto del móvil le tengo puesto José costalero, porque costalero es su primer apellido. De él aprendí que pase lo que pase hay que estar junto a maría. Que si ella no nos abandona nosotros tampoco podemos abandonarla por mucho que nuestra vida se complique. José es incansable en el servicio a nuestra querida Hermandad, sea cual sea la junta de gobierno, el capataz, la camarera o el prioste, porque tiene muy claro que aquí estamos por y para ella.
Manuel Rodríguez Aguilar, otro hermano costalero que la Virgen de Consolación puso en mi camino para enseñarme que en la vida siempre hay que ir con la verdad por delante, que la sinceridad es una virtud que muy pocas personas valoran pero que es necesaria para ser fiel a ti mismo, a nuestra señora de Consolación y a Dios. Mi vida en la Hermandad siempre ha ido unida a la vida como costalero, con 11 años me apunte a la reserva. Como uno más asistía a los ensayos y reuniones, impregnándome del profundo y sincero amor que ese grupo de hermanos profesaban a nuestra bendita Madre del consuelo. Antonio Bonilla, paco linares, Pepín, José Luis, Fran y Manuel Gracia, mi hermano franjo, manolo, curro, José, Cruif, Mandy y tantos otros que me inspiraron y enseñaron a expresar mi amor por maría desde las trabajaderas. Pero al frente de ese barco con los mejores marineros estaba el mejor capitán, don Carlos González. ¡Cuánto nos enseñaste a todos!, sin voces, sin alardes innecesarios, sin aspavientos ni requilorios, teniendo siempre presente que el único sitio al que tus hijos debían mirar era a tu divino rostro. En las salidas y entradas, nunca paraba el paso, “siempre de frente, duro con ella valientes”. Si la corona rozaba o alguna pirindola del palio de María Santísima del Mayor Dolor, él seguía “siempre de frente”. Cuando alguien le preguntaba que por qué no paraba el paso para corregir y evitar los golpes de la corona o el palio el respondía: “una corona se arregla, una pirindola se endereza, pero la espalda de un costalero no tiene arreglo”. Esta frase siempre la tengo presente cada vez que me pongo delante de su paso. Una frase que encierra mucho más de lo que parece. En unos tiempos en los que parece que lo material es lo que da sentido a muestras vidas, él nos recuerda que las personas están por encima de los bienes materiales. En estos tiempos en los que los corazones han dejado de vibrar para que lo hagan los móviles y las personas se han transformado en perfiles de Facebook, Twitter o Instagram, tenemos que volver a mirar a los ojos de las personas. tenemos a Jesús a nuestro lado y no lo queremos ver enfermos, familias que no llegan a fin de mes, un vecino drogadicto y muchos ejemplos más a los que les damos la espalda dándosela también a Jesús. A ese niño de pelo rizado que sonríe en los brazos de su Madre y que daría la vida por nuestra salvación.
Don Carlos también nos enseñó a peregrinar en tu honor, señora. llegábamos al cortijo del Rosso y todos nos arremolinábamos a su alrededor para escucharlo contar como en los primeros años de romería la peregrinación en honor a nuestra bendita Madre de Consolación se realizaba hasta dicho cortijo, y que aquella parada se hacía para recordar esos años y rendir homenaje a aquellos primeros peregrinos. Precisamente en ese lugar se produce uno de mis momentos favoritos de nuestra romería, la misa de romeros. Lugar y momento para la oración que siempre debe estar presente cuando nos reunimos en torno a ti.
Más tarde, antes de llegar a tu ermita y tras un sprint subiendo la cuesta del circuito para ayudar a subir a tu simpecao. Donde tus costaleros nos pegábamos como lapas tras el carro para subirte hasta el cielo, tropezábamos, nos levantábamos y volvíamos corriendo a seguir empujando junto a todos nuestros hermanos. Momentos de emoción y entrega que nos dejaban exhaustos. Allí, encima de aquel cerro, don Carlos volvía a hacer una parada para rezar un padre nuestro y un ave maría y después explicar que aquel era el cerro del gozo, porque los peregrinos veían la ermita por primera vez. ¡Cuánto te echamos de menos, maestro!
A lo largo de mi vida como costalero he tenido el privilegio de tener a mi lado a grandes hermanos y amigos. Muchas horas de ensayo con el coro de costaleros en el campo de mis padres, o el de
Manuel Cuevas y Loli, incluso en la puerta del sol de la colegiata resguardándonos de la lluvia como podíamos. porque en cada ensayo del coro poníamos el corazón en rezarte cantando y en cada ensayo de costaleros ponemos el alma para que mañana, 8 de septiembre, el día más grande del año para los que te sentimos como Madre consoladora, puedas ir a ver a tu pueblo como te mereces.
Mi coro, ¡ay mi coro!, Manolo, Eduardo, China, José Ángel, Franjo, Abraham, Leo, Antonio, Manolillo, Lito, José Torres, Evaristo, José y alguno que quizás me deje en el tintero, quejíos y oraciones que rompían el silencio, sentimientos, anhelos y esperanzas impregnadas en un cancionero. Hoy me ha venido al recuerdo, señora de pelo negro y ojos rajaos, las vivencias de un peregrino que de ti está “enamorao”, que la romería que tengo es chiquita y graciosa peregrinando en honor de la reina más hermosa. Cuando llega el mes de abril el cuerpo se me alborota, golondrinas que a ti vienen y en tus dulces manos se posan. Quisiera ser una flor de una cesta de tu carro, para ira laito tuya “to” el camino hasta el calvario. Dos hermanos bajo tu paso tienen que cumplir una promesa. Que estando bajo tu manto a mi nada me pesa, papel y pluma a tu servicio para adorarte y amarte, con gargantas que se rompen sin parar de cantarte. Los ecos de un tambor que resuena en la lejanía, que por muy lejos que esté siempre te hace compañía. Un ciego lloraba por no poder ver tu cara, mientras que los que te vemos evitamos tu mirada. Ya llegó ese día en que levantándola al cielo, cumplirás los sueños de un niño que quiere ser costalero.
Y es que ser tu costalero es mi devoción, y trabajar tus maderos, Virgen de Consolación.
Coro
(No le preguntes nada...)
Tu mirada, ¿qué es lo que tiene tu mirada que sin quererlo se clava?, ¿qué tienen esos ojos “rajaos” que cuando te miran inundan tu alma? Ojos que consuelan, mirada de Madre que por ti se desvela.
Miradla.
Miradla y sentid como te calma sólo con su mirada. Esa mirada que te dice: “aquí estoy, cuando tú quieras y para lo que quieras”, “sé que lo estás pasando mal, sé que tu dolor es inmenso, pero deja que te ayude llenándote de consuelo”.
Y tu sonrisa, ¿qué es lo que tiene tu sonrisa que me deja sin palabras? esa media sonrisa que a veces es cómplice y otras con dulzura te regaña y te dice: “por ahí no, te estás equivocando de camino”.
Esa sonrisa que a veces ríe y a veces llora, llora porque ve cómo sus hijos se pelean y se distancian poniéndola a ella como excusa. Ella sólo quiere que nos amemos los unos a nosotros, que hablemos con el corazón, con un corazón abierto a los demás, con empatía e intención de perdón. Ninguno de nosotros posee la verdad absoluta, sólo hay una verdad absoluta y es Dios. Así que todos y cada uno de nosotros vamos a intentar ponernos delante de Dios y de nuestra señora de Consolación habiendo hecho las paces con nuestros hermanos. Ella se merece el esfuerzo de sus hijos e hijas por estar en paz.
Desde muy pequeño he notado su presencia en mi vida, mejores momentos los he vivido junto a ella: mi he notado cómo me ha ido guiando en mi camino. Mi primera comunión, el bautizo de mi hermano José Ignacio, mi boda, las de mis hermanos, la renovación del matrimonio de mis padres, y muchos más.
Señora y Madre de Consolación, te teng0 que dar las gracias porque mis padres siempre han sido un ejemplo para mí de honradez, amor al prójimo, solidaridad y un largo etcétera de virtudes. Nos han enseñado a mis hermanos y a mí a ser serviciales con el prójimo, a no negar nunca ayuda al necesitado y a entender que en este mundo nadie es más que nadie. Tu color, tu sexo, tu religión, tus apellidos, tus bienes materiales, tus estudios, no te hacen superior ni inferior a nadie. Y lo mejor es que lo han hecho con el ejemplo. Gracias papá, gracias mamá por tanto.
A ti Madre del consuelo también te tengo que dar gracias por mis hermanos, una hermana y dos hermanos que no cambiaría por nada. Juegos, discusiones, risas, llantos, peleas, reconciliaciones, en fin, vida de hermanos. Todos aportan a mi vida cosas maravillosas y sobrinos y sobrinas ejemplares.
Pero es de justicia, aunque muchos no lo comprendan, darte especialmente gracias por mi hermano José Ignacio. Creo que todos los aquí presentes lo conocéis, tiene síndrome de Down y es una de las personas más maravillosas que conozco. Luchador incansable, con un espíritu de superación que muy pocos poseen. ¿Que los bebés con síndrome de Down no gatean?, pues yo vuelo; ¿que los niños con síndrome de Down no saltan?, pues yo me pongo en el primer escalón de la escalera del patio de mi casa y practico hasta que lo consigo. Y me monto en el segundo, y cuando salto desde el segundo me monto en el tercero. Mil veces se cayó pero mil veces se levantó. Y lo sigue haciendo. Cuando nació, unos buenos amigos le regalaron a mis padres un ramo de rosas con una tarjeta en la que se podía leer algo parecido a esto: “Dios le da sus rosas más delicadas a sus mejores jardineros’” que los jardineros eran los mejores lo sé de buena tinta, pero que la rosa fuera tan delicada lo dudo mucho.
José Ignacio es otro instrumento maravilloso de Dios al igual que cada uno de nosotros. No os equivoquéis, no os traguéis eso de “estos niños no tienen maldad”, “es que son puro amor”. Pues claro que tienen maldad, y bondad, ríen y lloran, se enfadan, se enamoran, sufren y disfrutan, tienen ilusiones, los hay más simpáticos, más malajes, a los que se les da mejor estudiar ya los que se les da peor, los que bailan “pa reventá” y los que parecen patos mareaos, en fin, de todo hay en la viña del Señor, como cualquiera de nosotros.>
Foto: Osuna Tv
Vivimos en un mundo en el que se ve muy normal abortar cuando hay posibilidad de que nuestro hijo o hija venga con alguna discapacidad, sea cual sea. Poniendo excusas como: “es que es mejor para ellos porque van a sufrir”, “es que cuando faltemos nosotros no lo va querer nadie”, “es que...”, “es que...” y “es que...”.el único “es que...” que hay es que somos unos egoísta ignorantes que no queremos afrontar lo desconocido.
Pablo Pineda es maestro, está terminando la carrera de Psicopedagogía, es escritor, conferenciante, presentador de televisión, actor y además tiene síndrome de Down, como veis tiene la experiencia y los conocimientos suficientes para opinar sobre el tema, porque lo ha vivido desde los dos lados. Pues entre todas las cosas maravillosas e interesantes que suele decir hay dos que para mí son dos lecciones para el resto del mundo: “un hijo con síndrome de Down no es un hijo al que hay que cuidar es un hijo al que hay que educar” y otra que es absolutamente maravillosa “ser síndrome de Down no se sufre, se disfruta”.
Me siento con la obligación y la necesidad de aprovechar esta oportunidad, que la Virgen de Consolación me ha dado, para deciros que si el señor os bendice con un hijo con capacidades diferentes no es un castigo, ni una pena, ni hay que pensar: “ ay, pobrecito, sólo es un camino diferente, unas vivencias distintas, vais a tener momentos difíciles, muy difíciles, pero también momentos maravillosos. Vais a aprender a valorar cada uno de sus esfuerzos y a disfrutar cada uno de sus logros. Es normal tener miedo, pero hay que ser valiente, es normal tener dudas, pero tienes que confiar en Dios y en ti mismo. ¿Acaso no da miedo cualquier cambio de nuestra vida?
A mí me da mucho más miedo la discapacidad de empatizar, la discapacidad de luchar, la discapacidad de compartir, la discapacidad de entender al prójimo y la discapacidad que esta sociedad tiene de amar.
Hablando de amor, ¿qué haríamos sin el amor?, ese amor que se mete en lo más hondo de tus entrañas, ese amor que te hace sentirte incompleto cuando estiras la mano en la cama y sólo encuentras vacío, ese amor tan racionalmente incontrolable que tras una discusión sientes que tu corazón se consume de angustia. Ese amor que te hace volar, soñar, creer y sentirte tan afortunado de tenerlo que te sientes hasta culpable. Pues ella, Ntra. Madre de Consolación no sólo me regaló ese amor si no que lo fue alimentando y engrandeciendo con el paso de los años. Ese amor tiene nombre y apellidos, María José Gracia Ferrete. Un amor de dos niños de 14 y 15 años que se fue haciendo gigante sabiendo que tú nos cuidabas, que en los buenos y en los malos momentos aparecías de cualquier forma para que supiéramos que estabas junto a nosotros, muchas veces hemos hablado que te sentíamos muy cerca en nuestra relación. Relación que dura ya 27 años, y estamos seguros de que durará hasta que la muerte nos separe. Pero ahí no queda la cosa, tuvimos el inmenso privilegio de que Dios, nuestro padre y María, Nuestra Madre nos bendijeran con dos hermosísimas rosas. Dos rosas a las que no les faltan sus espinitas pero cuando te pinchan su fragancia se convierte en un elixir que lo cura todo. María y Sara. Mamá y estamos muy orgullosos de vosotras, y os queremos desde suelo hasta el cielo.
Pero tú bien sabes que como buen hijo, o al menos como uno normal, también me he enfadado contigo y con Dios. Porque a veces os he echado la culpa de tragedias que nos ocurrieron, y que el tiempo la fe inquebrantable de los que me rodean me hizo darme cuenta de que no puedo culparos de las cosas cuando me tocan de cerca y que todo forma parte de lo que Dios tiene planeado para nosotros.
Pero sí, me enfadé, mucho, muchísimo, cuando se fue de nuestro lado ese pequeño querubín, un maravilloso angelito que tocó nuestros corazones con su lucha y entrega por vivir, pero era más necesario que estuviera junto a ti, supongo que también te gusta tener a tu lado a tus hijos e hijas más especiales. Ese duro golpe con el tiempo también se fue trasformando en algo maravilloso, porque paula sigue entre nosotros, creo que no hay un solo día en el que no nos acordemos de ti. Paula sigue presente en las conversaciones de sus primos y primas que la sienten como una más y la cuentan como una más, y mis hijas me explican que ella está viva y nos está esperando, que nos iremos reuniendo con ella poco a poco por suerte cuando su abuelo Cristóbal hizo sus maletas con prisa era simplemente porque en el cielo le esperaban los brazos más dulces para jugar.
Pero Tú, como hacen las Madres, no me dejaste, no me abandonaste. Durante algunos años en los que, o por trabajo por enfermedad, no pude estar a tu lado todo lo que hubiese querido, unido a ese enfado que ya he comentado me iba alejando de ti, no tenía interés en ir a verte, a hablarte, a escucharte. Ahora, volviendo la vista atrás soy consciente de todo lo que me costó volver a ti, pero no dejaste de llamarme. Una noche, eso de las dos de la madrugada, volvía a casa tras un duro día de trabajo, deseando llegar junto a mi mujer y mis hijas, pero tú tenías otro
pensamiento. No sé por qué esa noche volví a casa por otro camino, camino que nunca cogía pero que me llevó a la puerta de tu templo, a la puerta de Consolación. Cuál fue mi sorpresa cuando vi las puertas abiertas de par en par, era la noche de tu vigilia. La iglesia estaba en penumbra, dentro se intuían las figuras de algunas personas y al fondo estabas tú, radiante, mirándome con tus brazos abiertos, y me dijiste: “¿no te vas a parar a verme?”. Aparqué, me bajé del coche y ese día hicimos las paces. Mantuvimos una conversación sincera, y a cada reproche mío tus palabras resonaban en mi cabeza, haciéndome entender y tranquilizando mi alma. Desde ese día tengo una paz interior contigo y con Dios que me hace sentirme afortunado. Pero tenías más cosas preparadas para mí. Hace ya algunos dejé mi vida de costalero por algunos problemas de espalda, ¡Cuánto me costó tomar esa decisión!, pero tanto tu capataz José Luis cuevas, Pepín, como Silverio en la borriquita y Eduardo en mi querida Virgen del mayor dolor me invitaron a seguir a vuestro lado siendo contraguía. Pensé: “supongo que me queréis en otro sitio” y acepte seguir ayudando a mis hermanos desde fuera ya no con la fuerza de mis hombros si no con la de mi voz, otra forma de llevarte, de quererte, de sentirte y de amarte que tantos momentos llenos de emoción me ha dado. Pues esos problemas de espalda se agravaron, casi dos años convalecientes, dos difíciles años que sobrelleve gracias a mi familia, al apoyo incondicional de toda ella. >
Foto: Pablo Ruiz Cano
Me operé con mucha ilusión de recuperarme pero la cosa no salió como todos esperábamos, me volvieron a citar para otra operación, pero yo ya no tenía el mismo ánimo. Y cuando la desesperación invadía todo mi ser, cuando llegó un momento en el que no veía la salida mandaste de nuevo el remedio.
Llamarón a mi puerta Mari Chavarría, nuestra junta de gobierno y me ofrecieron ser tu capataz, los hermana mayor, paco linares y algunos miembros de la ojos de tus costaleros y el timón de tu barco, gracias señora, gracias a la junta de gobierno y mil gracias a Pepín por tenerme siempre a la verita de la señora. Y a partir de ahí todo fue a mejor.
¡Qué privilegio es mirarte cuando paseas por Osuna!, ver cómo sonríes a tu pueblo bajo la luz de la luna, oír que la banda toca y duermes a tu niño con una canción de cuna, y escuchar a tus costaleros que te gritan “guapa como tú ninguna”. ¡Qué maravilla ver a tu pueblo que a tu paso te reza!, y se quedan embobados contemplando tu belleza. Costaleros que dicen “vámonos patrás” que ahora es cuando me pesa, y quiero morir de amor cumpliendo mi promesa. No tengáis prisa que el camino ya se acaba, y quiero perderme un poco más en el brillo de su mirada. Cuida de tus hijos, de los que te quieren y de los que no, que tú tienes hueco para todos en ese enorme corazón. Sigue con esa sonrisa, esa que me levanta el alma, y me hace seguir luchando sin perder la esperanza. Y nosotros los que te tenemos tanta devoción, prediquemos con el ejemplo y olvidemos el rencor, que no hay nada más cristiano que hacer felices a los demás. Y ayudarnos unos a otros con cariño y humildad. Ante los ojos de nuestra Madre nos engrandece pedir perdón, que perdonar es la muestra más grande que tiene la palabra amor. Danos fuerza y alegría para soportar el dolor, y acudir siempre a tus brazos, Madre de Consolación.
Foto: Osuna Tv
En este mundo de las Cofradías nuestras imágenes son los cimientos en los que nos apoyamos. Yo siempre he tenido ese miedo a la idolatría, a cegarme por una o varias imágenes sin ver más allá. Los que me conocéis sabéis que soy scout desde pequeño, ahí, Dios y la Virgen María también acertaron al regalarme ese estilo de vida tan apasionante y a tantos hermanos scouts. Pues bien, en el camino del grupo scout hermano lobo de Osuna se cruzó una de las personas más fascinantes que he conocido en mi vida, el padre carmelita Manuel Anguiano, o Mustang libre para sus hermanos scouts. Era archivista del Vaticano y todos los años pasaba una semana de sus vacaciones con un grupo de chiflados que se iban al campo en pleno agosto. En una de tantas conversaciones, a cual más interesante y provechosa, nos decía a los más mayorcitos. “¿tenéis una foto de vuestra Madre en la cartera? Pues claro, respondimos. - pues seguro que vuestros hermanos o hermanas también, pero seguramente no será la misma. Pues las imágenes de Cristo y de María son como fotos de la misma persona. A unos hijos les gusta más una foto y a otros otra, pero nunca podéis confundir una foto con la persona a la que representa. Y qué suerte tenemos en esta parroquia de tener fotos maravillosas de nuestra bendita Madre. Ntra. Sra. de Fátima, hermosa y sencilla, tan humilde que se negó a sí misma para entregarse a Dios en cuerpo y espíritu. Ntra. Madre de la Encarnación que dio su vientre para que el Señor Jesucristo se encarnara en su interior y así hacerse hombre para redimir al mundo. Nuestra Virgen de Consolación que en sus brazos consuela al chiquillo que será nuestro redentor, y cómo no, esa foto maravillosa de la Virgen del mayor dolor que llora la muerte de su hijo que se entregó por amor. Cuatro preciosas fotos que llevo en mi corazón.
Pero qué de fotos tiene Osuna de su Madre, fotos de todas hechuras. Virgen de los Desamparados, cara de niña y sufrimiento de Madre, Esperanza bendita entre incienso y azahares. Fotos de nuestra Madre en Soledad, cuando se llamaba dolores porque a su hijo iban a matar. En su soledad y amargura cuando a su hijo le daban sepultura. Instantáneas que nos recuerdan una vida de alegrías y sufrimientos, retratos de una Madre a la que todos queremos. ¿Qué foto prefieres
tú?, ¿Desamparados, Esperanza, Soledad, Amargura o Encarnación?, ¿Dolores, Fátima, Inmaculada, Consuelo o Mayor Dolor?
Coge la foto que quieras y métela en la cartera de tu corazón, bésala cuantas veces quieras y rézale una oración. Pero nunca te olvides que tu Madre, la que te cuida día a día, es sólo una y nada más que una y su nombre es María.
En este pregón no podía faltar un hecho que ha ocurrido este año en esta parroquia. Un milagro en toda regla. ¡Cuántas veces infravaloramos el poder de la oración!, el diálogo con Dios y su bendita Madre. Esa forma tan íntima de pedirle o agradecerle algo al Santísimo. Hace ya varios meses que ese poder de la oración se multiplicó a un nivel, que me atrevería a decir, divino.
Una hermana de nuestra parroquia se sintió indispuesta, se trasformó en alguien diferente, con un carácter muy lejano de la amabilidad que la caracteriza. Como es normal saltaron muchas alarmas, eran unos síntomas muy preocupantes que no hacían presagiar nada bueno. Su hijo Manuel, con el que trabajo, era un alma en pena por los pasillos. Creo que todos teníamos en mente esa maldita enfermedad que nos cuesta tanto pronunciar.
En cuanto la noticia llegó al grupo de WhatsApp de la parroquia todos y cada uno de los miembros expresaron su tristeza y su apoyo a la familia. Y comenzaron una serie de oraciones en comunidad que no cesaban. Seguro que al igual que yo también rezábamos por ella en privado. Y tras días de pruebas y angustia, días en los que mejoraba y días en los que empeoraba volviendo a hundir los ánimos de todos los que de una forma u otra la queremos. Pero la fe y la confianza en Dios y María no sucumbieron al desánimo, todos seguimos rezando en comunidad para que el Señor y su bendita Madre nos hicieran el milagro de devolvernos a esa mujer que todos conocíamos, la de la inmensa sonrisa, a la Antoñichi que todos conocíamos. Y él, nuestro bendito padre no sólo nos escuchó, sino que también nos concedió su gracia e hizo el milagro que todo un pueblo le estaba pidiendo.
Gracias señor por devolvernos a nuestra Antoñichi, esa mujer que poco después de mi designación como pregonero me dio la enhorabuena y me dijo con los ojos iluminados, no me puedo perder tu pregón, eres mi pregonero. Aunque no fuera tu intención me diste una inyección de moral que no te puedes imaginar. Gracias, Madre de Consolación, por devolvérnosla y gracias a ti por aquellas palabras.
Me gustaría acabar este pregón pregonando el inmenso poder de la oración y mucho más si es en grupo, en Hermandad.
Quiero pregonar que el camino hacia Dios no se hace en soledad, sino de la mano del prójimo sin rencores ni maldad.
Quiero pregonar que nadie es más que nadie, que unas veces serás el que ayude y otras te ayudaran, pero nunca olvidemos que la ayuda se hace con humildad. Quiero pregonar que soy pecador, que de la Virgen me aleje con orgullo y rencor pero ella vino a buscarme para ablandar mi corazón.
Quiero pregonar que me has bendecido con una familia llena de amor y que no tengo palabras para agradecértelo Madre de Consolación.
Quiero pregonar que he aprendido a amarte con almohadillas, cirio y llamador, porque mis hermanos costaleros me enseñaron con pasión.
Quiero pregonar que maría y su niño están a nuestro alrededor, sentados al lado tuya, postrados en una cama o aliviando tu dolor. En la sonrisa de un niño, en esa mujer con andador, en el consuelo de un amigo y en una caricia de amor. En los besos de tus padres, en la salud y en el dolor, solo tienes que fijarte y entregar tu corazón.
Quiero pregonar, que a veces ríes y a veces lloras, seguro que ya lo sabes si has mirado a la señora.
Quiero pregonar que mañana, Madre mía del consuelo, pasearas por Osuna en los hombros de tus costaleros. Saldrás a ver a tus hijos, a los que vienen a verte y a los que no, porque una Madre no lleva cuentas y siempre tienes su perdón. Irás a ver a tu pueblo para escuchar sus anhelos, y que te recen y te pidan cuando te levanten al cielo. Visitarás a tus enfermos y les llevarás tu consuelo y a los que no creen en ti lo amarás con desvelo.
Quiero pregonar que mañana en el día del Señor, sale por las calles de Osuna un pequeño ruiseñor, la rosa más hermosa que nos pudo regalar Dios, que bendecirá a su pueblo con una fragancia de amor. la que no se cansa de esperar, la que te ama con pasión, la que lleva entre sus brazos al que trae la salvación, la que no dudó ni un instante y tomó la decisión de entregarse al espíritu santo con todo su corazón. La que me ha robado todos los sentidos, y me ha colmado de ilusión la que nos ama sin ninguna reserva, nuestra Madre de Consolación.
Ahí quedó.