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La flor de talco en el siglo XXI

La flor de talco tuvo su mayor esplendor en los siglos XVIII y XIX, cuando la mayoría de los altares y retablos de culto, de iglesias y conventos, estaban adornados con ramos de este tipo, ya que no existían las flores de tela y las naturales eran escasas en distintas épocas del año.

¿Por qué se llaman flores de talco? A este tipo de piezas de orfebrería se las conoce como flores de talco porque antiguamente se realizaban con planchas de mineral de talco, especialmente blanco y manipulable.

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Estas flores la realizaban originalmente en los conventos por parte de las monjas, tanto de vida contemplativa como de vida activa, estando esta realización entre sus labores diarias.

Su uso era para poder adornar los altares y ponerlos muy vistosos cuando aún no se habían popularizado las flores de invernadero; eso permitía usarlas en cualquier culto anual, cualquier misa diaria o día de precepto.

Desde finales del siglo XX se ha recuperado la tradición de uso de estas flores para cultos de hermandades o particulares. Buena parte de ella han sido rescatadas de los anticuarios, rediseñándolos como novedad por Enrique Calle Ramírez, el autor de estas obras de las cuales hablamos, residente en Osuna.

La realización de dichas flores, en la actualidad, dista un poco de cómo se hacían en antaño. Hoy los materiales que se utilizan son planchas de aluminio plateado, dorado o planchas de cobre, entre otras muchas otras cosas como alambres de alpaca, abalorios y un sinfín de cosas que hacen que la pieza sea distinta en cada caso, ya sea de gran tamaño como de pequeño tamaño, en la elaboración de dichas flores es necesario que se sea muy minucioso, para que así se consiga el objetivo perseguido.

En la actualidad son varias las hermandades y particulares que han confiado en Enrique para la realización de las citadas flores, teniendo un gusto exquisito y unas manos prodigiosas para la realización de este trabajo manual, complicado de conseguir en su producto final. Hermandades como la de Araceli (Sevilla), Siete Palabras (Sevilla), Vera-Cruz (Osuna), Nazareno (Rota), la Iglesia de San Andrés (Sevilla), la Asociación Parroquial de Ntra. Sra. de Loreto (Cádiz), la Hermandad. de Ntro. Padre Jesús Caído y Ntra. Sra. de los Dolores (Osuna), la Agrupación Parroquial de Fátima y Encarnación (Osuna), la Hermandad del Santo Entierro de La Roda de Andalucía (Sevilla), la del Rosario de Gines (Sevilla), la Parroquia de San Juan de Aznalfarache o la Hdad. de las Siete Palabras de (Sevilla) son algunos de los grupos que han confiado su labor a nuestro paisano.

Un amplio y extenso currículum en el que Enrique ha trabajado, además de las incontables realizaciones para devociones particulares. Cuidadoso en su envío, cercano en su trato y amigable en su día a día, Enrique se expone en el mundo cofrade como un referente en el aspecto de la flor de talco, además de su vida diaria cofrade, muy aclamada en sus Hermandades, en las cuales colabora incansablemente.

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