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Pregón de la Semana Santa de Osuna 2019
Pregón de la Semana Santa de Osuna 2019 José Antonio Barrera Valverde
Foto: Clara Domínguez
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A mis padres, a mi hermano Fernando. Y al Rvdo. D. Arcadio Arregui.
Muy ilustre Sr. Vicario Episcopal de la Zona Sur. Sra. Alcaldesa Presidenta del Ilustre Ayuntamiento de Osuna. Monseñor D. Mariano Pizarro y Consejo Local de Hermandades y Cofradías. Dignos representantes del Consistorio Municipal. Dignas autoridades. Queridos hermanos representantes de nuestras Hermandades. Mi muy querida familia. Amigos. Sras. y Sres. asistentes. Pueblo de Osuna.
Gracias por acompañarnos y compartir este pregón con el que Osuna da paso a la celebración de la Semana Grande para los cristianos, a la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, la Semana Santa en Osuna, la Semana Santa de Osuna.
Querido Patricio, alguien dijo: un amigo es un don del Cielo y un tesoro de valor incalculable. Así te considero yo y así lo siento. Gracias por la presentación y los buenos ojos con que me has visto en ella.
Quiero decirte, que desde que me instalé en Osuna definitivamente, hace ahora 15 años, aunque siempre estuve unido a ella desde que salí con 13, hemos compartido muchas cosas y en todas has sido para mí un ejemplo de trabajador incansable, de constancia y dedicación, de buen hacer, de nobleza, de educación, un amigo de tus amigos en todo aquello en que has estado y estás comprometido, y sobre todo en el amor a este tu pueblo, con tu trabajo y dedicación a mantener su patrimonio, por lo que los ursaonenses te debemos un reconocimiento que no debería tardar en hacerse público y notorio, al igual que a tu hermano D. Manuel, quien inició con el mismo tesón y las mismas cualidades todo este trabajo de cuyos resultados ahora disfrutamos.
Es un verdadero placer ser tu amigo y trabajar contigo. Sigo estando a tu disposición. Gracias.
Gracias al Consejo Local de Hermandades y Cofradías por haber confiado en mí y haberme propuesto ser protagonista de este importante acto para Osuna, y gracias también a todos los que al conocer esta propuesta la recibisteis con alegría, todos habéis colaborado con vuestras felicitaciones, vuestro ánimo y vuestra ayuda a que yo crea que puedo hacerlo, espero y deseo cumplir con este mandato que me habéis dado.
Semana Santa en Osuna, villa ducal, pueblo y ciudad de excelencia.
Semana Santa de Osuna, villa de asentamiento milenario, que tiene, contiene y conserva historia, cultura, patrimonio y fe que avalan esa excelencia.
Osuna, que según los historiadores dedicados a su estudio, y con opiniones varias, unos dicen que fue fundada por los turdetanos, otros que por los fenicios, otros que fue Híspalo quien la fundó y otros que fue Pirro, rey de Epiro en el siglo III a.C. Los más y más recientes, que fue Julio César quien fundó definitivamente Urso como colonia y plaza fuerte romana. Milenaria desde luego, y así lo confirman los restos de estas culturas que se han descubierto y se continúan excavando y descubriendo.
Osuna a la que, según unas crónicas de Flavio Dextro, señalan como patria y lugar en el que recibió la palma del martirio, por su profesión cristiana, San Arcadio, nacido en el siglo I y nuestro patrón desde 1649.
Osuna a la que en el siglo XVI, de la mano del Duque, y durante la reforma protestante de Enrique VIII, llegó, desde Inglaterra la imagen de Nuestra Señora de Consolación, que ya en 1645 fue nombrada patrona oficial de esta villa, en virtud de los milagros alcanzados por su mediación cuando la peste la asoló y que desde 1959 es también su alcaldesa honoraria perpetua.
¡Cuánta historia, cuanta cultura y patrimonio tiene Osuna, historia que se sigue viviendo al visitarla, conocerla y recorrerla, y que la avalan y dan fe de la misma!
Llevaría muchos días hablar y exponer la historia de Osuna, pero en este pregón de Semana Santa resaltar dentro de esta historia sus raíces cristianas y católicas, recordar de dónde nos vienen hasta llegar a hoy en un breve repaso, podría hacer que se acabara pensando en que, quizás Dios, eligió a Osuna como uno de los baluartes y asentamientos de la fe cristiana en esta tierra de María Santísima.
Quizás San Arcadio fue el primer paso.
Pero fue entre los siglos XVI y XVII, cuando en Osuna y para mayor gloria de Dios, se levantan ermitas, capillas, templos, conventos de distintas órdenes, e instalaciones que se van llenando de un rico patrimonio material y humano cuyo fin es cumplir con los mandatos de Dios, alabarlo a Él, a la Santísima Virgen y a los santos de sus devociones. Y fueron el IV Conde de Ureña D. Juan Téllez, su esposa Dña. María de la Cueva y el primer Duque de Osuna las manos que Dios elige para ello.
Recordar parte de este patrimonio con algún detalle, y no solo cuantificándolo, refrescarán la memoria y/o ampliarán conocimientos.
En este periodo y repartidos por los cuatro puntos cardinales de la villa, se levantan doce ermitas, la más antigua a San Sebastián, sobre la que hoy se levanta el templo de Santo Domingo, San Cristóbal, la Magdalena, San Gil, la Pastora, San Expedito, Vía Sacra, Cristo de los Desamparados, El Calvario, San Roque, San Antón y Santa Ana. Después, y más recientemente, se levantan otras a Nuestra Señora del Rosario y a María Auxiliadora en el Puerto de la Encina. Hoy, de todas ellas solo quedan las tres últimas.
Se levantan veintiún templos, el más antiguo la Iglesia del Castillo, sobre el que hoy está la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, San Juan Bautista, Madre de Dios, Ntra. Sra. De Belén, San Antón, San Juan de Dios, Espíritu Santo, La Merced, Santa Catalina, Santa Clara, Santo Domingo, La Victoria, Consolación, San Pedro, San Agustín, La Concepción, El Carmen, San Carlos el Real, Monasterio de la Encarnación y San Arcadio.
Y ya en el siglo pasado, se levanta uno nuevo a Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Hoy tenemos tres parroquias, diez templos consagrados y tres no consagrados.
Se instalan diecinueve órdenes religiosas: Orden de Predicadores, Franciscanos Recoletos, Orden tercera de San Francisco, Hermanos de San Juan de Dios, Canónigos del Espíritu Santo, Orden de Calatrava, Mercedarios, Dominicas, Clarisas, Mínimos de San Francisco, Carmelitas descalzas, Carmelitas calzados, Agustinos, Concepcionistas, Compañía de Jesús, Mercedarias descalzas, Hermanitas de los pobres, Terciarias Franciscanas y Hermanas de la Cruz. Hoy nos quedan seis órdenes religiosas, tres de vida contemplativa y tres de vida activa, que trabajan, piden y rezan por todos nosotros. Se fundan dieciocho hermandades y una asociación de fieles: Vera Cruz, Jesús Nazareno, Las Angustias, Archicofradía Sacramental, Nuestra Señora del Rosario y San Sebastián, Cristo de la Sangre, San Roque, Nuestra Señora de la Guía, Dulce Nombre, Nuestra Señora de los Dolores, Jesús Caído, La Paz, Humildad y Paciencia, Cristo de la Misericordia, San Arcadio, El Carmen, Consolación, Santo Entierro y la Asociación de fieles de Ánimas Benditas. En el siglo pasado se funda la Hermandad del Rocío y en este siglo la Asociación de fieles de la Encarnación. Actualmente Osuna tiene quince hermandades y una Asociación de Fieles, ahora ya Agrupación y que pronto será una nueva hermandad.
Se levantan el hospital de la Encarnación, el Colegio Mayor y Universidad de la Limpia, la Capilla del Santo Sepulcro, la Cilla de la Iglesia, la Casa de la Tercia, el Pósito de Caridad, el Colegio seminario Corpus Christi; se celebran importantes Capítulos de algunas las órdenes religiosas, se reciben bulas papales, se proclaman profesiones Asuncionistas y a la Inmaculada, nacen personas que fueron importantes en la vida religiosa, etc.
Osuna ha aportado y sigue aportando a la iglesia buenos y santos sacerdotes, religiosos y religiosas, un Obispo y este año Su Santidad el Papa ha tenido a bien nombrar como uno de sus capellanes de honor, a propuesta de nuestro arzobispo considerando sus muchos méritos, a nuestro querido don Mariano. Todos trabajan y rezan por nosotros, para avivar e incrementar nuestra fe, y nosotros debemos trabajar y rezar por ellos y para que aumenten las vocaciones.
Todo un lujo de historia y de patrimonio material y humano de excelencia con el que Osuna continúa para mayor gloria de Dios. Un patrimonio que sigue conservado y mantenido gracias al pueblo de Osuna, a párrocos y sacerdotes, al Arzobispado, al Ilustre Ayuntamiento, al Patronato de Arte, a Amigos de los Museos de Osuna, al Consejo de Hermandades y a las Hermandades, y que puede disfrutarse todo el año.
Patrimonio que cuando Osuna ha empezado a mostrarlo al mundo causa admiración entre quienes la visitan y confiesan que no sabían que existía, quizás como muchos de los propios que siguen teniendo un conocimiento escaso del mismo.
La exposición que puede verse aquí “De Osuna a Nápoles”, última de las varias que ya se han realizado, es una muestra que recibe los mayores elogios de quienes la visitan, tanto por su continente como por su contenido.
De todo esto, Osuna puede y debe presumir y estar orgullosa.
¿Podría lo escuetamente expuesto, justificar lo dicho anteriormente de pensar en que quizás Dios miró a Osuna como lugar para uno de los asentamientos y baluarte de la fe de su pueblo?
Osuna debe sentirse muy agradecida y honrada por ello.
Y en este rico, exquisito y explícito patrimonio está la Semana Santa de Osuna y las imágenes y pasos que Osuna ve en sus calles y plazas durante la misma, calles y plazas, bellísimas ya por su encanto natural, por su luz limpia, y a las que el paso de las >
Foto: Clara Domínguez
estaciones de penitencia añaden un tono y brillo especial que las transformaran estos días. Semana Santa con tradición, rica en su exposición y con abolengo, con imágenes de excelente talla y de un enorme valor artístico, tanto por sus autores como por el resultado que obtuvieron en su realización, con el que consiguieron explicar, hacer aflorar y mantener los sentimientos cristianos que inspiraron al pueblo. Una pasión de Cristo relatada en estas imágenes desde Jesús como niño y después como hombre que, con alegría, hace su presentación al pueblo en su entrada triunfal en Jerusalén, hasta la humillación, el sacrificio, el dolor, la pasión a que fue sometido, su crucifixión y su muerte. Pasión compartida por su Santa Madre que siempre le acompaña y con esperanza pide piedad en su soledad y desamparo, en su angustia y amargura, en su dolor, el mayor dolor de una madre que ve sufrir y morir a su hijo. En los rostros de nuestras imágenes no hay expresión de incomprensión, de dolor extremo, ni miedo, ni reproche a quienes lo condenan y le producen ese dolor, expresan y reflejan humildad, paciencia, misericordia, comprensión, serenidad, paz, amor, consuelo, esperanza, perdón, reflejo de la aceptación de una pasión y muerte asumida, anunciada, pues eso es lo que Dios quiso de ellos.
En esta expresión de las imágenes de Osuna está su verdadero valor, el que ante su vista, afloren, se renueven y arranquen estos sentimientos tan bien expresados en ellas. Imágenes todas que dirigen su mirada a este pueblo cuando las visita en sus templos y al que ahora, en Semana Santa, verán al salir a sus calles. Pero todo esto solo sería un precioso continente y contenido material si no lo llenara un contenido espiritual que mantuviera vivo en las personas el espíritu para el que fueron creados. Y el contenido que lo llena, como patrimonio humano, es la Fe de sus habitantes que se ha mantenido, que hoy continúa y que se aviva y refuerza continuamente.
La fe, que junto con la esperanza y la caridad son las tres virtudes teologales que dan vida y forma a todas las virtudes morales, es la virtud por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado. La Fe no es una virtud íntima, privada, sino que debe ser públicamente expresada, practicada y compartida con los demás, y así lo hace este pueblo cuando celebra su Semana Santa.
La Fe y Dios, tan olvidados, denostados y hasta rechazados, cuando pensamos que no nos son necesarios; tan solicitados y recurridos, cuando la necesidad se hace patente y el corazón se encoge; tan alabados cuando encontramos en ellos el calor del amor de Dios y la esperanza que mitiga esa inquietud.
Fe y Dios que no son exclusivos de los cristianos, de los católicos, de la religión. La historia de la humanidad nos muestra como desde la tribu más remota hasta la civilización más avanzada, todas las personas hemos tenido en común la creencia y el conocimiento de un Dios, un ser superior, de dónde venimos y a dónde vamos, al que con fe nos encomendamos y rogamos y del que recibimos consuelo y normas morales para un
mejor tránsito por la vida. Y nuestro Dios, el Dios de los cristianos, es el que profesamos en el Credo, el que envió a su único hijo Jesucristo, que padeció, fue crucificado, muerto y sepultado para salvar al hombre, reconciliarse con él y para expiación de nuestros pecados, que resucito al tercer día y nos dio la esperanza de resucitar con Él. Estos son los
hechos que recordamos y celebrare-
mos estos días, en Semana Santa, así lo creemos, y así lo asumimos al confirmarnos como cristianos y católicos. Dios y la fe no son fruto del adoctrinamiento, de la educación o del marketing, como ha sido y es común oír de aquellos que dicen no creer. La fe y Dios habitan en nuestro corazón, van implícitos en la persona y están en ella, bien como un rescoldo, pequeño, pero que nunca se apaga o como una llama grande, viva, que da luz y calor.
Dios al crearnos nos infunde el alma, la capacidad de razonar y la libertad de cómo ejercerla. Y la gestión de estos bienes del alma necesita de la fe. Así, de la misma manera que el cuerpo necesita alimento, ejercicio y cuidado para mantener su desarrollo y bienestar, el alma necesita de la fe que debe ser alimentada, ejercitada, compartida y cuidada con la palabra de Dios.
Fe que debe alimentarse todo el año acudiendo a la Eucaristía entre otras actividades, que ahora durante la Cuaresma, tiempo con un itinerario litúrgico y espiritual nos prepara para los hechos que se celebran en la Semana Santa, y que reforzaremos compartiendo las procesiones como estaciones de penitencia, acudiendo a los actos que durante la misma tenemos en todas las parroquias y a los que todos debemos la asistencia, la Vigilia Pascual, el Triduo Pascual donde se ofician, se relatan y se conmemoran la institución de la eucaristía, del sacerdocio y la pasión muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Días y momentos para oír y vivir la palabra de Dios, en los templos y en nuestras calles y que nos refuerzan en la fe.
Se acerca la Semana santa y la exaltación a Dios, a Nuestro Señor Jesucristo y a la Santísima Virgen, bulle más que en cualquier otra época del año, es como una primavera en la que, como el azahar, florecen nuestros sentimientos religiosos. Desde hace días, muchísimos ursaonenses sienten ese hormigueo, ese cosquilleo en el estómago por las tareas que deben realizar para su celebración. En las hermandades, la junta de gobierno, los hermanos, los costaleros y los devotos, se preparan y organizan porque se acerca el día en que sacaran a las calles de Osuna sus sagradas imágenes como acción de gracias, en estación de penitencia y quieren mostrarlas con el mayor esplendor, de manera ordenada, con el mayor respeto y veneración, y con ello dar mayor gloria a Dios.
El pueblo de Osuna las espera en las calles de igual manera, las contemplará con el mayor respeto y veneración, rezará a su paso, dará gracias por lo recibido, pedirá por lo que necesita, comentará las novedades, se deleitará con las bandas de música y escuchara las saetas. Disfrutará de unos días en los que la Semana Santa da a la vida cotidiana una visión cristiana más intensa, o quizás solo una visión diferente a la habitual.
Pero, ¿es solo eso? ¿El esplendor de las imágenes y de los pasos? ¿Quién desfila mejor? ¿Qué imagen es la más bonita? ¿Quién lleva mejor el paso? Lo bien que ha quedado mi hermandad? ¿O quizás lo que vemos son solo trozos de madera vestidos con ricos ropajes como alguien dijo? ¿O nuestra Semana Santa es la representación burda y zafia que un grupo de Córdoba ha hecho en Madrid, invitado por su consistorio, con total desconocimiento de nuestro origen y cultura, ausencia total de vergüenza y una falta total de respeto a los andaluces y a los cristianos? ¿Todo acaba siendo un espectáculo solamente? ¿Todo es solo una parte de nuestro folclore? Si solo fuera eso, como está ocurriendo en otras festividades religiosas en las que se pretende introducir costumbres foráneas, que las desvirtúan, o que sea solo un empuje económico temporal con el que mejorar las economías locales en esos días, o solo la excusa para tener unos días de descanso y diferente diversión, estaríamos entrando en una dinámica que acabaría, y está demostrado, con lo fundamental de nuestro origen, nuestras raíces, de nuestra fe.
Pero no, hasta ahora Osuna no se ha dejado influenciar plenamente por esa dinámica, todo el trabajo y preparación de estos días, en los que participa la mayoría de este pueblo y que contemplaremos, se hace para mayor gloria de Dios, para su alabanza, porque creemos en Él y en lo que nos reveló, porque creemos en la Santísima Virgen como su Madre. Son actos de fe. Aunque, a veces, en el fragor de las tareas, con las influencias externas, la falta de práctica cristiana a lo largo del año y los nervios, unos más que otros y en mayor o menor grado, seamos plenamente conscientes de que se está preparando y del porqué lo hacemos.
Lo entienden las hermandades que durante el año se forman y preparan actos y celebraciones que mantienen vivo el culto a sus titulares y la fe de sus hermanos y devotos. Así se han preparado en la Cuaresma, en los triduos, quinarios y septenarios anteriores a esta semana, como ejercicios espirituales previos a la celebración de la Semana Santa, para llegar a ella con el conocimiento pleno de lo que se celebra. Y así lo exponen cuando salen en esta semana con sus titulares por las calles de Osuna. Y esto
se hace en la fe.
Cuando el costalero se prepara para cargar sobre sus hombros el paso con la imagen de su devoción, lo hace rezando, da gracias a Dios por lo recibido y ruega por lo que necesita y es la fe la que lo impulsa a realizar este agotador trabajo como penitencia y acción de gracias.
Cuando el penitente prepara su estación de penitencia y ya en su casa se pone la túnica, el capillo y el cinturón, lo hace con solemnidad, en silencio, rezando y en esta actitud seguirá cuando porte el cirio o la cruz desde el inicio de la estación hasta que acabe. Esto se hace con fe y en la fe.
Cuando de entre el silencio la voz de una saeta penetra el aire hacia el cielo, como una oración cantada que es, el saetero
está inspirado por la fe, el pueblo lo escucha con fe y Dios la recibe como acto de fe.
Cuando la música suena acompañando a las estaciones de penitencia, se alaba y engrandece la gloria de Dios. Esta armonía gusta a Dios y ayuda al recogimiento, a reforzar la fe.
Y el pueblo, cuando después de la espera, ve pasar la imagen de su devoción, la contempla y admira en su esplendor, >
con recogimiento y respeto, reza, reza agradecido y le encomienda sus cuitas de todo corazón. Y esto lo hace la fe.
Así, en las estaciones de penitencia, en las procesiones, penitentes y pueblo a la vista y en unión con sus imágenes y con un entorno espiritual favorable, establecen una comunicación con Dios y la Santísima Virgen, porque creen, porque hay fe. > Con fe lo ha hecho siempre el pueblo de Osuna en su Semana Santa y ese es el compromiso que tenemos los cristianos y católicos de aquí, predicar, potenciar y dar ejemplo público de nuestra fe. Fe en lo que Dios nos ha revelado y esperanza en la recompensa de Dios. Esperanza, que es la virtud por la que esperamos que Dios dé los bienes prometidos. La esperanza y la fe se complementan, no hay una sin la otra y una fortalece la otra.
La esperanza, olvidada cuando todo va bien y se cree no necesitar la intervención de Dios en nuestra vida para conseguir lo que se quiere, cuando te crees autosuficientes para todo. Pero un día compruebas que por ti mismo no superas la intranquilidad de tu espíritu, y es ahí, cuando casi sin darte cuenta elevas los ojos al cielo y dices ¡Dios mío¡ ¡ Madre mía! y rezas, hablas con Dios y con la Virgen, vuelve esa esperanza que creías perdida, y le pides que en su bondad y misericordia te ayuden, te concedan lo que ahora necesitas. En esa esperanza y confianza en Dios y en nuestra Madre es cuando sientes como la presión que te abraza se afloja y vuelve el equilibrio a tu espíritu. Espera en las promesas y en la ayuda de Dios, en que resucitaremos con Él. Espera en la madre que nos dio a todos, con ella nos da la esperanza, a nuestra Madre de la Esperanza, “Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesa de Nuestro Señor Jesucristo”. La esperanza en Dios en la compañía de esta Nuestra Madre es la virtud que siempre nos amplía el horizonte y nos ayuda a vivir con mayor serenidad, y nunca debemos perderla.
Foto: Clara Domínguez
Dios es amor. Dice San Juan en su epístola: “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su hijo como expiación por nuestros pecados”. Esta es la esencia de lo que celebramos en estos días.
En el evangelio de San Marcos podemos escuchar: “Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: ¿qué mandamiento es el primero de todos? Respondió Jesús: el primero es, escucha Israel, amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. El segundo es este: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos”. Dios es amor y la caridad es la virtud por la que, a través del amor de Dios amamos a nuestros hermanos. Por la caridad y en la caridad nos hace partícipes de su amor. No son palabras, no es algo espiritual, no es algo ajeno; si el egoísmo te lleva mirar solo tu ombligo sin tener en cuenta a quienes te rodean, si solo te contemplas a ti mismo sin querer ver lo que ocurre a los que están a tu alrededor, no tienes amor, ni para ti ni para los demás. Dios nos pide que el amor que tenemos por nosotros y que recibimos de Él, sea el mismo que compartamos con todos los demás, con la sociedad.
La caridad no es un sentimiento íntimo, momentáneo, que se presenta cuando vemos que alguien necesita de ayuda, si fuera así, no tendría valor. Es una predisposición que nos impulsa a amar a los demás, una virtud de compartir, un privilegio, una gracia de Dios; ayuda a quien lo necesita, no con palabras o actos con lo que acallar la conciencia en ese momento, implícate acogiendo a los demás como iguales, comparte sus necesidades materiales y espirituales (la pobreza no siempre es solo material también lo es de espíritu, de conocimiento), y ayuda a mitigarlas, hazlo en justicia, con equidad y amor fraterno. Acompaña a quien necesita ser acogido, a que no pierda su dignidad como persona por estos avatares negativos que la vida plantea en momentos determinados, a veces largos momentos, para que siga sintiéndose útil a la sociedad donde vive, que siga sintiéndose persona. Haz por los demás lo que querrías que hicieran por ti. La sociedad de Osuna trabaja para que así se esté haciendo, que todos sigamos aportando en la medida podemos, para que así se mantenga y continúe.
Así ayudamos y cooperamos a tener una sociedad más justa. Así ayudamos a tener la paz que tanto se desea y necesita.
Una vida plena supone la aceptación de que con fe, en la esperanza y con la caridad, se consigue la comunión con Dios y con las personas.
La fe, la esperanza y la caridad son virtudes presentes en la fundación de las Cofradías y las Hermandades desde sus inicios; se fundan como grupos gremiales que se reúnen para la defensa de sus intereses, de sus derechos, de sus proyectos y para esto, en la fe, se ponen bajo la protección de sus titulares, en la esperanza de que sus ruegos sean escuchados y teniendo como fin principal el ejercicio de la caridad entre todos los cofrades y hermanos que lo necesiten. Así lo reflejan sus Reglas y normas de actuación y ese es el compromiso cuando se ingresa en ellas.
La fe, la esperanza y la caridad dan vida y forma a todas las virtudes morales, las que definen y fortalecen a la persona como tal y por las que debe distinguirse, con un espíritu fuerte que no se doblega ante las manifestaciones inmorales.
Desposeer a la persona de estas virtudes, no potenciarlas ni fortalecerlas en la educación, perseguirlas, injuriarlas, eliminarlas, es la forma de tener personas frágiles y maleables en los principios morales, que la pueden llevar a su degeneración como persona y como sociedad. Quizás sea esta una de las razones por la que los cristianos, los católicos, han sido y son los más perseguidos, injuriados y asesinados allí donde no se quiere una sociedad plural y fuerte.
En la vida de Nuestro Señor Jesucristo, en su pasión y muerte que vamos a celebrar, la predicación y práctica de estas virtudes están presentes, y su mandamiento, su invitación es que nosotros las continuemos predicando, defendiendo y practicando; es nuestra obligación como cristianos en la sociedad en que vivimos hoy y en la que, como ya ha ocurrido cíclicamente, se viven momentos de confusión y debilidad en los valores fundamentales de la persona, en esta Iglesia, nuestra Iglesia, que parece estar siempre muriendo, pero que siempre triunfa sobre las épocas y los humanos. Y es en la familia, como célula fundamental de la sociedad, donde se debe empezar a sembrar, educar, cultivar y mantenerlos como valores de futuro.
El Santo Padre y nuestros obispos nos han pedido volver a la misión, a predicar la palabra de Dios, al catecismo, en todas las sociedades, en las que la conocen y en las que no la conocen. Empezando por las familias, todos los que formamos la sociedad, la Iglesia local, estamos obligados a ayudar a nuestros pastores en esta misión. >
Está dicho: “por sus obras los conoceréis”. Lo dijo Jesús para dar un criterio que nos ayude a distinguirnos. No se trata de grandes sermones, de palabras grandilocuentes, de apariencias deslumbrantes, de grandes celebraciones, de grandes actos. Cuando los demás vean nuestras obras que descubran a ese Dios que llevamos dentro y que se da a conocer como nuestro Padre.
Osuna va a vivir otra Semana Santa. Sus habitantes volverán a sentir como sus sentimientos a Dios, a Nuestro Señor Jesucristo y a su Santa Madre se remueven, se renuevan y la fe se potencia en su interior, y al verlos pasar ante nosotros le pediremos con fe que resuelvan nuestras cuitas, pero quizás pasada esta semana no volvamos a acordarnos hasta el año > que viene. Le pediremos con esperanza salud para nuestros enfermos, pero quizás nosotros no los visitamos y atendemos con frecuencia. Le pediremos que mantenga nuestro bienestar, si lo tenemos, o que nos lo mejore si no es el mejor, pero quizás nos olvidamos de quien no lo tiene. Le pediremos comprensión con nuestras palabras y nuestros actos cuando no son los mejores, pero quizás nuestros oídos no escuchan cuando deben hacerlo.
Durante esta gran semana, participar en los actos litúrgicos, participar en las estaciones de penitencia, acompañarlas, contemplar su paso por cualquiera de nuestras bellísimas calles y plazas, o en esos rincones especiales desde los que parece que esa visión eleva más el espíritu y reconforta más, nos ayudará a meditar nuestras actuaciones, a mejorarlas y reforzará nuestra fe.
Quiera Dios que ante esa visión, esos sentimientos y la práctica de estas virtudes duren todo el año.
En el próximo domingo, en el Domingo de Ramos, da inicio la Gran Semana, Semana Santa cristiana. Plazas y calles de Osuna, bellas calles, lindas plazas, contemplarán las imágenes de Jesús y de su Madre que el pueblo de Osuna quiere, que el pueblo de Osuna ama. El domingo, por la tarde, Nuestro Jesús como niño, Dulce Nombre de Jesús, Nombre sobre todo nombre que ante el nombre de Jesús toda rodilla se doble. Y sobre una borriquita Nuestro Jesús como hombre, como hombre y como rey saldrá triunfalmente a Osuna, y entre olivos y entre palmas Osuna lo aclamará como allá en Jerusalén, como en su primera entrada.
El lunes y en un Vía Crucis a Nuestro Jesús veremos en una columna atado. En su cuerpo lacerado sentiremos la pasión que expía por nuestros pecados. El martes, Nuestro Jesús ya Cautivo, una caña como cetro y de espinas coronado como rey de los judíos, un bufón para los suyos, para nosotros un rey, Rey de todos los cristianos. El cuerpo muestra el dolor, y su bellísima cara serenidad, con comprensión, mira al cielo. Le sigue la Vera Cruz. Vera Cruz, Santa Cruz, símbolo de los cristianos, Nuestro Jesús, Nuestro Cristo, que ya está crucificado expresa quietud, sosiego, aceptación de su muerte, reconciliación, consuelo. En el rostro de los dos mucha fe y solo amor, ningún reproche, a eso vino para amar y con su muerte perdonar nuestros pecados, y a que siguiendo su ejemplo entre todos nos amáramos.
Miércoles Misericordia, Misericordia Divina, Misericordia infinita. Un Jesús crucificado al que solo hay que mirar, en silencio, no hacer ningún comentario, su misericordia llena solamente con mirarlo. El jueves, en todas nuestras parroquias da inicio el Triduo Pascual los oficios, obligados en toda la cristiandad, Y visitar los Sagrarios donde el Sacramento está.
Por la tarde, qué Humildad y qué Paciencia que refleja este Jesús, y que saber conocer las propias limitaciones, y que falta de soberbia, que tolerar, que sufrir, tranquilidad de esperar. Virtudes tan necesarias que nos invitó a imitar.
Y Nuestro Jesús Caído por el peso de la cruz, peso de nuestros pecados, que solo un peso tan grande fue capaz de doblegarlo,
Foto: Clara Domínguez
que solo nuestra actitud, fieles y como cristianos, ayudará a levantarlo. El viernes, de madrugada, Nuestro Jesús Nazareno erguido, con paso firme, con rostro limpio y sereno porta la cruz como hombre, cruz que hombres le impusieron. Con esta cruz subirá a lo más alto del pueblo. allí lo bendecirá, como cada año, y después, quizás con la misma cruz, vuelve de nuevo a su templo.
La Virgen de los Dolores le acompaña en su duro recorrido. Qué dolor, qué majestad, que asumpción y que tronío, que no hay cara más bonita que la que tiene esta Virgen con el dolor que ha sufrío.
Y por la tarde La Paz, esa paz tan deseada, añorada y perseguida, paz a la que Osuna busca, y a la que a este Cristo pide cuando a sus calles se asoma, viendo en su cara esa paz que trasmite, que conforta.
Por la noche las Angustias, Nuestro Jesús que ahora yace en los brazos de su Madre quien con angustia le abraza. Mantiene el rostro sereno, con serenidad divina. Su destino se ha cumplido, por Él ha dado la vida.
Sábado, Triunfo de la Santa Cruz, La Canina va delante, sobre el globo de la tierra, medita, y ya vencido el pecado, nos recuerda: “Mort, mortis superávit”. Nuestro Jesús, ya amortajado, en su urna va hacia su Santo Sepulcro. Hoy como hombre, es más grande, porque como hombre ha muerto, mas como Dios es sobre la muerte triunfante. Domingo, Resurrección, Cristo ha vencido a la muerte. abrió puerta a los creyentes, nos justificó ante Dios, >
dio verdad a las Escrituras, probó que era hijo de Dios, y dio a todos la esperanza de resucitar con Él en otra vida mejor.
Nuestra Santísima Madre, que su Concepción fue virgen, encarnó al Hijo de Dios, Madre de la Encarnación.
Como amantísima madre le siguió en todos sus pasos, lo amparó en el desamparo. De Desamparados Madre.
Fue madre en su Soledad y en ella lo acompañó. En Soledad y Amargura todo con Él compartió.
En Ella encontró el consuelo, Madre de Consolación.
Señora de la Piedad Misericordia pidió, para aquel hijo al que amaba y al que rasgaba el dolor.
Señora de los Dolores, Madre del Mayor Dolor siete dolores sufrió, los siete le atravesaron su maternal corazón.
Y ya, en el pie de la cruz en sus últimas palabras, Jesús nos deja a su Madre, San Juan como testatorio “hijo ahí tienes a tu madre” Madre para la esperanza y de la Esperanza Madre.
Nuestro Señor, ya sin vida, le ponen en su regazo, las Angustias de una madre se pueden ver en su cara, Ella sabía su destino, pero aun así, como madre, las angustias la traspasan.
Pasará Semana Santa, y con ella la Pasión, pero este pueblo de Osuna sigue dando Gloria a Dios y a su Santísima Madre, Madre que también es nuestra, porque a todos nos la dio. Mediada la primavera, nuestra Hermandad del Rocío entre cantes y romeros peregrinará a su ermita, pidiéndoles a la Virgen que llene de bendiciones a esta, su tierra bendita, Y ya en la mitad del año, cuando el calor nos agobia Nuestra Señora del Carmen saldrá a las calles de Osuna, traerá esa brisa fresca, esa brisa marinera como es la brisa del mar. Si miramos a su cara vuelve a invitarnos a amar.
Y en ese jueves de junio, en ese segundo jueves que reluce más que el sol, la Hermandad Sacramental invita a adorar a Dios, Santísimo Sacramento que sea por siempre alabado, que refuerce nuestra fe, y que por siempre sea amado.
Se va acabando el verano, y en el ocho de septiembre Osuna luce sus galas, y así recibe en sus calles a su patrona, a su Madre a su alcaldesa honoraria, con esa especial sonrisa que luce siempre en su cara, sonrisa que nos consuela, de Consolación, hermana. Empezará un nuevo el año y el día 12 de enero Osuna celebra y luce, como patrón de su pueblo, a San Arcadio primer mártir que tenemos, primer mártir, buen ejemplo para poder imitarlo. Los fuegos artificiales cerrarán la procesión. Así nos gusta en Osuna y así damos gloria a Dios.
¿Los recordaba usted así? A Nuestro Padre Jesús y su Santísima Madre. ¿Recordaba sus ejemplos? ¿Sus palabras, sus bondades? Pues entre en uno de nuestros templos. Entre a verlos, como un hijo ve a sus padres, y como en su casa siéntese, eche un ratito con ellos, mirándolos a la cara háblele cuéntele lo que su corazón sabe. Hable con ellos, lo escuchan. Usted, escúchelos también. Y después de este ratito ya verá cómo la paz llenará su corazón, sentirá cómo en la fe las penas lo serán menos y cómo con esperanza las alegrías son más grandes, y cómo en la caridad entiende lo que no entendía antes. Cuando se despida de ellos, notará cómo al salir su corazón es más grande, y ya en la calle verá todo lo bueno de Osuna la familia, sus vecinos, sus amigos, las personas, son más buenos, son mejores, son más grandes.
Si frecuenta estas visitas, como hace con los que ama, también amará a Jesús y a su Santísima Madre. Serán para usted amigos, serán para usted un tesoro de valor incalculable.
Que sea con el espíritu reforzado en la fe, con esperanza y en la caridad con el que este pueblo de Osuna acoja su Semana Santa, que la práctica de estas virtudes permanezca durante todo el año y que la paz esté con todos.
Osuna, siete de abril de 2019