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la medalla o pedidor

Una figura olvidada del cortejo procesional en Osuna: la medalla o pedidor

Grupo de cofrades de la Humildad y Paciencia a mediados del siglo XX. En el centro de la primera fila aparece sentado el pedidor

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A poco de completar la segunda década del siglo XXI, se constata el auge alcanzado en los cortejos procesionales de nuestras hermandades de penitencia al hacer recuento de las insignias que se han incorporado en estos años, a veces no en consonancia con el aumento del número de penitentes. Acólitos con ciriales o banderines de grupo joven son dos ejemplos de insignias nuevas y dan cuenta de la participación de los jóvenes. Los estandartes de enterramiento, por su parte, suponen recuperaciones históricas por la misión caritativa que se recogían entre los fines de las reglas de enterrar a los hermanos. Afortunadamente, aún procesionan en las hermandades del Dulce Nombre, Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores. En la misma línea de recuperar aquellos elementos que quedaron en desuso se encuentra la Vera Cruz al incorporar, de nuevo, las hachetas y la cruz alzada de enterramientos en el tramo de su crucificado. Otra figura desafortunadamente perdida es la del campanillero de lujo que aparecía en el Dulce Nombre, Jesús Caído, Jesús Nazareno y la Quinta Angustia. La intención de estas líneas es la de reclamar otro personaje desaparecido de los cortejos procesionales desde finales de la década de los setenta del siglo XX: la medalla o pedidor.

La existencia de unos platillos olvidados entre los enseres de las hermandades de la Vera Cruz, la Misericordia, Jesús Nazareno y la Quinta Angustia asaltan la curiosidad por conocer su cuál era su función. Este objeto responde a la tipología de una demanda, es decir, un plato hondo con borde plano y sobresaliente de cuya base se levanta un astil rematado en un medallón para recoger las limosnas de los devotos. La presencia de dicho medallón hace que, comúnmente, se les denomine “medallas”. Excepto la de la Misericordia, están hechas de lata por algún hojalatero local pues son piezas sencillas decoradas por unas ces y florecillas en las de Jesús Nazareno y la de la Quinta Angustia mientras que la de la Vera Cruz, que es toda lisa, reproduce los rombos de la cruz de su escudo corporativo acotando el medallón. El escaso mérito de estas piezas no es óbice para el encanto que desprenden. El medallón está destinado a acoger una estampa del titular: la de Jesús Nazareno se ha perdido, la Vera Cruz tiene una lámina del Cristo Crucificado de Velázquez y al reverso una Dolorosa y la de la Humildad y Paciencia, que se conoce por una fotografía, es similar a unas antiguas varas1 pero no se ha podido identificar el

1.- MORÓN CARMONA, Antonio: “El patrimonio material como documento para reconstruir el pasado de nuestras hermandades. Iconografía de los titulares de la

Hermandad de la Humildad y Paciencia”, en Semana Santa de Osuna 2010, pp. 44-46.

motivo que contenía. La más interesante es la de la Quinta Angustia con un doble grabado que reproduce la Ostentatio Christi2, un tema iconográfico de carácter simbólico en el que María aparece venerando las llagas de Cristo. La Virgen está de pie ante la cruz con las manos extendidas sobre el cuerpo de Jesús, que se encuentra delante colocado sobre una tabla cubierta por un sudario blanco y con un cojín para recostar su cabeza. Sendas figuras infantiles se cobijan bajo el manto de la Virgen mientras una tercera señala el cuerpo difunto de Jesús.

Artísticamente sobresale la de la Misericordia al estar labrada en plata, como se ha indicado, aunque también es lisa y posee una sencilla cruz de sección romboidal rematada por lazos en sus brazos. Al reverso del borde contiene la inscripción: LA HIZO LA HERMANDAD DE LA CRUZ DE ALEJANDRO. AÑO 1816. SIENDO HERMANO MAYOR ANTº PACHÓN y la marca ARCADI, que nos remite a un desconocido platero local, llamado Arcadio, autor también de los corazones de la Virgen de los Dolores de los servitas, de 1814, y de la Virgen de los Dolores de Almargen, de 1824. Se desconoce qué hermandad era a la que se refiere, probablemente alguna cruz situada en una vía pública.

Unas anotaciones3 de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, desde 1855 a 1901 ofrecen diversos datos acerca del pedidor. En un inventario sin fechar se mencionan “dos medallas una de plata y otra de lata” y entre 1879 y 1880 se costea, por 118 reales, la hechura de “dos túnicas nuevas para los pedidores” y 25 reales por “una medalla nueva y componer otras dos de la hermandad”. Gracias a ello, se confirma el nombre que recibían quiénes las llevaban, “pedidores” y que vestían una túnica como los demás penitentes. Por su parte, en la hermandad de la Vera Cruz, coincidiendo con los años se su reorganización, se adquieren entre 1897 y 1898 dos demandas y entre 1900 y 1901 otra igual: “una demanda de hoja de lata para pedir en la procesión”4. La referida vestimenta

Demanda de la Cofradía de la Misericordia. Foto: Carlos Fernández

Demanda de la Hermandad de la Quinta Angustia. Foto: Carlos Fernández

2.- MARTÍNEZ MEDINA, Francisco Javier: “La Virgen de las Angustias, Legado Espiritual de la Reina Isabel”, en La Virgen de las Angustias. Historia de una

Devoción, Granada 2004, p. 281. 3.- Archivo de la Colegiata de Osuna (A.C.O.) Sección Hermandades. Inventario que hay que hacerse en la capilla de N. P. J. y de lo que contiene el cuarto, s/p. 4.- Archivo de la Santa Vera Cruz de Osuna (A.S.V.C.O.). Inventarios. 1895-1904, s/p.

Demanda de la Hermandad de la Vera Cruz. Foto: Carlos Fernández

queda corroborada en la fotografía, mencionada más arriba, de un variado grupo de penitentes de la hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, frailes y otros caballeros de paisano en el claustro del Carmen. En primera fila y sentado en el suelo, al centro, aparece el pedidor vestido con túnica negra asida con cuerda de pita y capillo hacia atrás, sosteniendo entre sus manos la demanda. Si bien la instantánea pudo ser tomada antes de comenzar la estación de penitencia y eso explicaría que los nazarenos llevasen el rostro descubierto, se advierte que ningún penitente lleva el capillo sobre la cabeza excepto el pedidor y el suyo está especialmente ajustado. En algunas fotografías antiguas del Viernes Santo en torno al paso de Jesús Nazareno y a la Virgen de los Dolores se distinguen unos penitentes que también llevan el capillo ceñido a la frente, de modo similar a las faraonas de Málaga o los “perro pachón” de Puente Genil, por lo que se corrobora la presencia en los cortejos procesionales de algunas figuras a cara descubierta5, entre ellos la medalla o pedidor.

Sin duda, la presencia de la medalla o pedidor tuvo que ser llamativa estando encarnada por hombres socialmente activos que entre las aceras, casas y bares obtuviesen los donativos de la gente hasta alcanzar sumas considerables. Solía ser frecuente que una medalla o pedidor fuera alguien pobre al que la hermandad, al término de la estación de penitencia, le recompensase su cuestación con parte de los donativos obtenidos. En 1861, la hermandad de Jesús apartaba la cantidad de “40 (reales) abonados a los que pidieron con las medallas el Viernes Santo” y en 1878 se recogen “746 reales produce de las medallas que durante la procesión llevaron los pedidores D. Juan Ramírez y D. Francisco Torrejón” de las cuales se destinaron “56 reales a D. Francisco Torrejón Ríos que con una medalla pidió por imposibilidad de hacerlo el que es de la hermandad D. Félix Padilla”. Recientemente, aún se recuerdan algunos nombres que, en varias generaciones o puntualmente, encarnaban esta figura, como Pérez Pata en la Vera Cruz, Aguilar en Jesús Nazareno y Soto en la Virgen de los Dolores. Incluso, se recordaba una anécdota protagonizada por los de una hermandad muy populosa, que entrando en el casino y mientras uno estaba al excusado, el otro que pasaba por apurados momentos económicos, aprovechó para quedarse con algunas monedas que no le pertenecían. Alguien que lo advirtió comenzó a canturrear una conocida canción de finales de los años cincuenta de la inigualable Sara Montiel, muy apropiada para la escena que estaba contemplando, “Mala entraña”: “mira niño que la Virgen lo ve todo/ y sabe lo malito que tú eres…”.

La financiación de las hermandades es una cuestión permanente si bien los ingresos y gastos han ido variando según la época. En nuestros días, la estación de penitencia acapara unos elevados costes debidos a las bandas de música o al exorno floral; en décadas pasadas el pago de cera, la música y los predicadores para los cultos internos podían superar a los del día de la procesión. La colaboración pecuniaria es necesaria para lograr una celebración de la Semana Santa acorde con su distinción de interés turístico nacional pero, en ese sentido, también lo es la preservación de los rasgos que la distinguen y singularizan como es la presencia de la medalla o pedidor, una figura lamentablemente perdida y necesaria de recuperar en el cortejo procesional.

Antonio Morón Carmona

Demanda de la Hermandad de Jesús Nazareno. Foto: Carlos Fernández

5.- RODRÍGUEZ-BUZÓN CALLE, Manuel: “Semana Santa en Osuna”, en Semana Santa en Sevilla. Horizontes del duelo y fiesta V, Sevilla 1983, pp. 122-123.

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