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Una restauración necesaria

La imagen de María Santísima de la Encarnación reproduce la iconografía conocida como Virgen Dolorosa presente durante la Pasión y Muerte de Cristo (Jn. 19, 17-30). Presenta una actitud estática con semblante abatido y cansino a la vez que el torso y la cabeza se inclinan ligeramente hacia el frente buscando la interacción con el público. También es Reina de los mártires; el dolor y el amor son la fuerza que los lleva tras Jesús, ¡qué horrible tormento al contemplar la crueldad de aquellos esbirros del infierno traspasando con duros clavos los pies y manos del salvador! Todo lo sufriste por mi amor. Gracias, Madre mía.

En torno al mes de agosto del año 2008, llegaba a Osuna a una casa particular la que sería devoción de un barrio entero. María Santísima de la Encarnación salió de las gubias del joven escultor sevillano Francisco Javier Rojas Pouzols y llegó para bendecir con su rostro a una familia, convirtiéndose en su protectora y guía. Durante los primeros años, la talla sólo contaba con el busto, careciendo de cuerpo y manos.

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En 2012 nacía nuestro grupo de fieles y con ello la necesidad de que Nuestra Señora tuviera un cuerpo para ser venerada en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Es por esto por lo que bajo la dirección de nuestro sacerdote se encargó al escultor astigitano Agustín Martín de Soto la misión de realizar su cuerpo y manos. Finalmente las manos no fueron acorde con la talla y se procedió a encargar este trabajo a Jesús Manuel Cepeda Conde, persona clave en su concepción actual y definitiva. Debido al corto espacio de tiempo que existía para la bendición de nuestra amantísima titular y la falta de recursos, dichas manos no tomaron un color semejante al rostro, siendo éstas de un tono mucho más claro y resultando una diferencia muy perceptible.

La Semana Santa de Osuna es una celebración que supone uno de los mayores vínculos entre el municipio, su patrimonio y sus habitantes, por ello debía ser minuciosa la intervención sobre el aspecto de la imagen, pero también debíamos mantener el buen hacer de nuestros antecesores, los cuales nos delegaron una imaginería procesional de muy alta calidad artística. No solo debemos mantener y cuidar lo heredado sino también ampliarlo con las mismas características, buen hacer y estilo que ya tiene la Semana Santa de la Villa Ducal.

La veneración al culto de nuestra titular los últimos cinco años en un altar anexo al mayor de la iglesia de Fátima y las salidas procesionales habían provocado un deterioro notable localizado en el rostro, el cual presentaba alteraciones en su policromía, dejando ver vetas de color verde y negro en diferentes puntos. El estado interno se encontraba afectado en su estructura por diferentes roturas, tanto en el candelero como en el propio anclaje del busto al cuerpo, el cual se encontraba desplazado. Junto a ello, la Virgen presentaba pequeñas imperfecciones en

Comparativa del estado actual de la Imagen y el que presentaba antes de su restauración

su aspecto facial, tales como el hoyuelo de la barbilla, diferentes rugosidades en la comisura de los labios, entorno nasal y órbitas de los ojos, además del tono anaranjado y oscurecido. A principios del mes de julio de 2017 y con la correspondiente autorización eclesiástica poníamos rumbo a una restauración muy necesaria y muy soñada desde los comienzos de nuestro grupo, queriendo así tener la visión de una imagen completamente acabada, acorde a la calidad de las imágenes de nuestro pueblo. Tratábamos de buscar la menor alteración posible de nuestra titular puesto que se trataba de la devoción de un barrio que buscaba a su dolorosa en cada misa Dominical y la identificaba con sus peculiaridades y sus inconfundibles ojos verdes.

Tras consultar con diferentes especialistas, tuvimos a bien encargar este trabajo al que había sido el autor de sus manos, Jesús Manuel Cepeda, el que teníamos la seguridad que iba a tratarla con el mayor mimo y podría realizar un extraordinario trabajo. El sueño comenzaba así con buenas expectativas. Pasaban los meses y Nuestra Madre comenzaba a presentar la que sería la concepción definitiva y el sueño de ver restaurada y mejorada a nuestra titular. La intervención llevada a cabo implicaba la eliminación de la actual policromía para dotarla de una nueva de mayor profundidad, calidad artística y tonalidad acorde con las manos.

En el caso del cuerpo, se ha realizado uno nuevo. María Santísima de la Encarnación volvía a su pueblo, a su barrio, a su iglesia, mostrando un rostro sereno, dulce y cargado de expresividad, con una policromía típica del barroco sevillano y acorde a sus manos. Los ojos, a pesar de no haber perdido su color original, cobraban una mayor naturalidad y tras recuperar la posición original en su rostro, el cual había sido ligeramente inclinado hacia abajo en su primera intervención, hacía que los mostrara semicerrados, impidiendo el poder verlos de frente. Por su parte, la boca entreabierta posee unos labios definidos y cargados de sentimiento y su cuello desprendía la contención de aire debido al infinito dolor sufrido por el calvario. En consecuencia, ha obtenido una calidad suficiente acorde a la imaginería ursaonense.

Desde el pasado mes de octubre de 2017, la Virgen de la Encarnación vuelve a tender sus benditas manos para ayudar a todas las personas enfermas, afligidas, para salvarnos de nuestras miserias y ayudarnos en nuestros logros. María Santísima de la Encarnación es fuente bendita de fe, madre de la familia, madre de la vida y protectora de los inocentes. Que Ella proteja y cuide siempre a cada familia de Osuna.

Foto: Paco Segovia

Foto: Manuel Ortega

Foto: Manuel Ortega

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